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BIBLIOTECA FILOSÓFICA

XA VIER ZUBIRI
(1898-1983)

Antonio Pintor-Ramos

Ediciones del Orto


Colección
Filósofos y Textos

Director
Luis Jiménez Moreno ÍNDICE

1. CUADRO CRONOLÓGICO 7

IL LA FILOSOFÍA DE ZUBIRI 13
1. LA FILOSOFÍA COMO PROBLEMA 15
1.1. Opción metodo1ógica 15
Primera edición 1996 1.2. La filosofía como actitud intelectual 15
1.3. La dimensión histórica de la filosofía 18
1.4. La estructura histórica del pensamiento
,, occidental 19
! 1.5. La crisis de la modernidad 21
I
1.6. Las etapas del pensamiento zubiriano 22
i
! 1.7. Filosofía y metafísica 24
I
2. LA INTELECCIÓN DE LA REALIDAD 26
I © Antonio Pintor-Ramos
© EDICIONES DEL ORTO
2.1. La experiencia originaria ~ 26
,1
Magnolias 9, bajo izda. /2.2. Sensibilidad, inteligencia, inteligencia
28029 Madrid sentiente 28
\ 2.3. Aprehensión primordial de realidad 32
I LS.B.N.: 84-7923-090-8 2.4. Logos y juicio 35
il Depósito Legal: M-14308-1996 2.5. Razón y conocimiento 37
!l Impreso en España
3. LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD .40
[1
3.1. La vía física hacia la esencia .40
I
Imprime: EDICLÁS 3.2. La estructura de la esencia .42
Magnolias 9, bajo izda.
3.3. El dinamismo de la realidad .45
I 28029 Madrid
Encuadernación Cayetano 4. LAS REALIDADES PERSONALES .46
I Mateo García, 29. Madrid 4.1. Esencias abiertas .46

\\
4.2. La persona .47
4.3. El fundamento radical .49
5. A MODO DE CONCLUSIÓN 53
III. SELECCIÓN DE TEXTOS 55

IV. BIBLIOGRAFÍA 87
A) Obras de Zubiri citadas y siglas utilizadas 89
B) Selección de estudios sobre Zubiri 89
1
CUADRO CRONOLÓGICO

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111

:11
Cuadro cronológico.~ _ 9

Biografía de Zubiri es ordenado sacerdote en


Pamplona, con dimisiona-
1898: El 4 de diciembre nace en rias del obispo de Vitoria.
San Sebastián José Javier 1923: Publicación de Ensayo
Zubiri Apalategui. de una teoría Jenomenoló-
1905-1915: Estudios primarios gica del juicio.
y secundarios en el Colegio 1926: Gana por oposición la
de Santa María, de San Se- cátedra de Historia de la
bastián. El 28 de junio de Filosofía de la Facultad de
1915 se gradúa como bachi- Filosofía y Letras en la
ller. Universidad Central de Ma-
1915-1919: Estudios de filoso- drid.
fía y teología en el Semina- 1928-1930: Estancia en Alema-
rio de Madrid. A comienzos nia. Reside en Friburgo de
de 1919 conoce a Ortega y Brisgovia donde amplía es-
Gasset. tudios con Husserl y Hei-
1920-1921: Estudia filosofía en degger.
el Instituto Superior de Fi- 1930-1931: Reside en Berlín.
losofía, de la Universidad Conoce, entre otros, a Eins-
Católica de Lovaina (Bélgi- tein, Schrodinger, Zermelo
ca). y Jaeger. Amplía estudios
1920: El 9 de noviembre supe- en distintas materias.
ra el examen de doctorado 1931: Se reincorpora a su cáte-
en teología en el Collegium dra en Madrid.
Theologicum Romanae Uni- 1935-1939: Estancia en Roma
versitatis, de Roma. El día para obtener la seculariza-
11 recibe el título de Doc- ción. El 23 de marzo de
tor. 1936 contrae matrimonio
1'>21: El 24 de febrero supera en Roma con Carmen Cas-
el examen de licenciatura tro Madinaveitia, hija de
en filosofía en Lovaina y es América Castro. Realiza
proclamado licenciado, des- estudios de lenguas orienta-
pués de aprobar su memo- les con el P. Deimel. Al es-
ria Le probléme de l'objec- tallar la guerra civil de Es-
tivité d'aprés Ed. Husserl, paña, se traslada a París y
1: La logique pure. EI21 de allí explica algunos cursos
mayo, bajo la dirección dc en el Instituto Católico, en-
Ortega y Gasset, lee en la cuentra a otros refugiados y
Universidad Central de continúa sus estudios, so-
Madrid su tesis doctoral en bre todo con Benveniste.
filosofía Ensavo de una 1939: Terminada la guerra civil
teoría [cnomenologica del y comenzada la segunda
juicio. El 22 de septiembre guerra mundial, Zubiri re-
10 Zubiri Cuadro cronológico 11

gresa a Madrid el 2 de sep- gundo Homenaje a Xavier ensayos de Antropologíafi- damentales de la metafísica
losofica. occidental (1994).
tiembre. El obispo Eijo y Zubiri.
Garay fuerza su alejamiento 1971: Creación del «Seminario 1983: Publicación de Inteligen- 1985: Se publica en italiano el
de Madrid por su condición Xavier Zubiri. dentro de la cia y razón. Comienza la primer volumen de una co-
de sacerdote secularizado, Sociedad de estudios y pu- revisión, que se quiere defi- lección de Opere de Zubiri.
Reemprende la docencia en blicaciones. nitiva, para El hombre y 1993: 5-9 de julio. Se celebra
Barcelona. 1973: Curso de doce lecciones Dios. El 21 de septiembre en Madrid el «Primer Con-
1942: En mayo pide una exce- fallece en Madrid. greso Internacional Xavier
en la facultad de teología
dencia administrativa, que de la Universidad Grego- 1984: Se publica póstumo El Zubiri», con numerosos par-
en la práctica significa su riana (Roma) sobre El pro- hombre y Dios, primero de t~cipantes de Europa y Amé-
abandono definitivo de la blema teologal del hombre. una serie de inéditos, al que rica.
universidad. Se instala en 1974: Publicación del primer seguirán hasta ahora: Sobre 1994: La Fundación Xavier
Madrid y en los años si- volumen de Realitas, órga- el hombre (1986), Estructu- Zubiri inicia una publica-
guientes desarrolla un am- no del Seminario Xavier ra dinámica de la realidad ción periódica que, con el
plio elenco de cursos priva- Zubiri, El último volu- (1989), Sobre el sentimien- título Noticias, recopila se-
dos. men (ID-IV) se publicará en to y la volición (1992), El mestralmente toda la investi-
1944: Publicación de Naturale- 1979. problema filosófico de la gación desarrollada en tor-
za, Historia, Dios. 1979: La República Federal de historia de las religiones no a su obra.
1946: Viaja a los Estados Uni- Alemania le concede Das (1993), Los problemas fun-
dos. En la universidad de Grosse Verdients Kreuze
Princeton (New Jersey), «<Gran Cruz al mérito»).
donde profesaba su suegro 1980: Doctorado honoris causa
Américo Castro, da una en Teología por la Univer-
conferencia en francés so- sidad de Deusto (Bilbao).
bre Lo real en matemáticas. Se publica Inteligencia sen-
1947: Fundación de la Sociedad tiente. Publicación de On
de estudios y publicaciones, Essence, en traducción in-
patrocinada por el Banco glesa e introducción de A.
Urquijo y presidida por Zu- R. Caponigri,
biri. 1981: Publicación de Nature,
1953: Publicación en Madrid History, God, en traducción
(Ed. Revista AIcalá) de un inglesa de T. B. Fowler, Jr.,
Homenaje a Xavier Zubiri. con una nueva «introduc-
1962: Publicación de Sobre la tion» de Zubiri.
esencia. 1982: Se le concede el Premio
1963: Publicación de Cinco lec- Ramón y Cajal a la Inves-
ciones de filosofía. tigación, compartido con
1968: Publicación de Vom We- Severo Ochoa, Se publica
sen, en traducción alemana Inteligencia y logos. Se pu-
de H. G. Rotzer y con in- blica en Bogotá un conjunto
troducción de A. Dernpf. de escritos de Zubiri, reco-
1970: Publicación en dos grue- pilados por G. Marquíncz
sos volúmenes dc un se- Argote, con el título Siete
n
LA FILOSOFÍA DE ZUBIRI
l. LA FILOSOFÍA COMO PROBLEMA

1.1. Opción metodolágica


Tratándose de filósofos, la tarea de una «introduc-
ción» ofrece distintas posibilidades. Si lo más habitual es
optar por un resumen de su núcleo sistemático, hay cir-
cunstancias que toman problemática esta opción. Tratán-
dose de un filósofo de nuestros días, como es el caso de
Zubiri, cuya obra no ha sufrido aun la criba del tiempo;
tratándose de una obra con un desarrollo interno muy lar-
go y complejo, en el que han incidido los múltiples avata-
res de nuestro siglo; tratándose de un pensamiento con
una estructura sistemática desusadamente densa, cuyos
fundamentos no deben darse por conocidos en el público,
ese tipo de introducciones no parece el más adecuado pa-
ra una obra como la presente. Más que de introducir «a»
Zubiri, buscamos introducir «en» Zubiri, para lo cual de-
bemos determinar las fuerzas intelectuales que alimentan
su pensamiento y las líneas básicas en que se canalizan;
más que una exposición resumida de todo lo que piensa
Zubiri, nos proponemos adentrarnos en su clima mental,
pues el lector interesado encontrará fácilmente otras
obras que le permitirán adentrarse en el denso engranaje
intelectual zubiriano; por ello, encarezco al lector el estu-
dio de los textos seleccionados en su lugar sistemático,
pues están concebidos como parte integrante de esta ex-
posición.

1.2. Lafilosofía como actitud intelectual


Todo filósofo parte de una idea implícita o explícita
de lo que es la filosofía. Este vocablo, transmitido desde
los griegos al resto del pensamiento occidental, ha signi-
Iicado cosas muy diversas a lo largo del tiempo y, de esta
manera, ha llegado a convertirse para el filósofo en el pri-
16 Zubiri l.a filosofía 17

mer problema que, a la postre, es también el decisivo: ciende, que va más allá de lo dado inmediatamente y que
«Los problemas de la filosofía no son, en el fondo, sino el fundamenta los cambiantes modos de aparecer; esa di-
problema de la filosofía» (NHD 144). No es un juego de mensión se ha llamado siempre transcendental y es el
palabras; después de la peculiar «consumación» de la fi- ámbito de la filosofía, aunque luego esa transcendentali-
losofía occidental en la obra de Hegel, la filosofía misma dad se haya entendido de muchos modos. De otra mane-
es algo que no puede darse por supuesto y su misma exis- ra, el aspecto físico de las cosas está sostenido sobre un
tencia constituye un arduo problema (Texto 1). No se tra- substrato meta-fisico y todo el saber humano es un es-
ta ya de que no exista acuerdo respecto a la solución que fuerzo por apresar ese ámbito.
debe darse a determinado problema, sino que el propio No puede decirse, sin embargo, que el descubrimiento
acto de filosofar no está exento de sospechas de todo en las cosas de una dimensión que transciende su apari-
tipo. ción inmediata sea exclusivo del mundo griego; más bien
Más que unos contenidos propios similares a los de parece encontrarse en todas las culturas, por rudimenta-
otros saberes concretos, lo que determina la filosofía es rias que sean. Lo propio del mundo griego es una atrevi-
una actitud intelectual, actitud integral enraizada en la pe- da apuesta que sostiene que esa dimensión transcendental
culiar situación del hombre en el mundo. Con todos los es susceptible de plena intelección racional. En la misma
antecedentes que se quieran buscar, fueron los griegos naturaleza de las cosas hay un logos que permanece en
quienes descubrieron y consolidaron esa nueva actitud in- medio de los cambios y que es susceptible de ser entendi-
telectual, hasta hacer de ella el rasgo que mejor distingue do por la inteligencia humana, la cual puede así decir lo
a su cultura de otras culturas coetáneas; lo que inicial- que las cosas son y, además, eso puede ser enseñado. La
mente podría parecer un rasgo provinciano del mundo centralidad del logos (término imposible de traducir en
griego desarrolló unas posibilidades de universalidad que todos sus matices) es el verdadero «milagro» de la cultu-
condicionarán toda la cultura posterior. El hombre se in- ra griega y su más notoria seña de identidad. Ello produ-
terroga por las cosas que le rodean y con las cuales tiene ce un saber desinteresado y no utilitarista, un saber al que
que contar en su vida; pero los griegos quedaron impre- se llama teoría; como tiene pretensión de ultimidad, ese
sionados por la admiración que les suscitaba el hecho de saber teórico se convierte él mismo en una sabiduría para
"n
que las cosas no se agoten en un apariencia inmediata. A la vida y, al mismo tiempo, en objetivo capaz de determi-
,1]
los interrogantes del hombre responden las cosas salién- nar una forma de vida (ethos) con capacidad para satisfa-
dole al camino, mostrándole su faz obvia; pero eso obvio cer las más altas aspiraciones de la naturaleza humana.
no se agota en su inmediatez, pues su cara obvia sólo re- Los griegos llamaron a esta forma de saber filosofía, tér-
sulta visible en el medio que permite veda, en un medio mino que inicialmente tenía un sentido muy genérico, y
de visibilidad. Ese medio no es directamente visible, no al que la cultiva se le llamó filósofo. Desde entonces, la
por lejano, sino porque es diáfano (Texto 2); sólo un acto filosofía será siempre la pretensión de comprender los
violento puede invertir la dirección de la mirada y con- fundamentos últimos del mundo, del saber y del obrar
vertir en problema eso diáfano que hace visible lo obvio. humano.
En las cosas visibles aparece una dimensión que trans-
Zubiri La filosofía 19
18

1.3. La dimensión histórica de la filosofia ideales cognoscitivos que pusieron en marcha la filosofía
y mantuvieron viva su historia. No deja de resultar signi-
Una actitud intelectual no se da nunca en abstracto; ficativo que filósofos, los cuales no están en absoluto de
siempre se encuentra realizada en unos contenidos con- acuerdo en las soluciones ni siquiera a veces en los plan-
cretos. Mientras que la actitud intelectual es más o menos teamientos, parezcan entenderse entre sí y establecer dis-
permanente, los contenidos en que se realiza son ~rnita- cusiones fructíferas (Texto 4). La unidad de la filosofía
dos y cambiantes. La razón última de tales cambios no no es opone a su expresión concreta en una multiplicidad
reside en alguna deficiencia del saber filosófico, como de filosofías; todavía más, no es éste un rasgo negativo,
tantas veces se creyó, sino en un factor constitutivo del sino que arranca de las peculiaridades de la razón en su
saber filosófico, que sólo en los dos últimos siglos salió a marcha positiva hacia el núcleo esencial de la realidad.
la luz: no es que la filosofía tenga una historia que pueda La filosofía no parte de cero y cualquier intento de
narrar sus cambios a lo largo del tiempo, como sucede fundar de nuevo la filosofía no pasará de una actitud in-
con otras actividades humanas, sino que la filosofía es consistente y estéril. Sólo se entra en la filosofía dentro
constitutivamente histórica y por eso presenta una histo- de una tradición configurada por los esfuerzos y fracasos
ria narrable. ¿Qué significa esto? de los predecesores que han marcado nuestra situación
A medida que se fueron desarrollando distintas cien- intelectual en una determinada altura histórica. Lo que
cias concretas, se fue perfilando mejor la peculiaridad de nos entrega esa tradición no son fundamentalmente unos
los objetos filosóficos. Toda ciencia concreta parte de un contenidos acabados que reclamen adhesión repetitiva; lo
objeto que está dado previamente a tal cienc~a; en cam- que nos entrega son posibilidades abiertas, que no serán
bio la filosofía no tiene objeto previo, su objeto está en verdaderamente reales hasta que queden apropiadas en el
tod~ partes y en ninguna concreta pues s.umisión es. re- esfuerzo personal que es la filosofía; de este modo, las
velar el problematismo último de la reahdad, un objeto posibilidades se convertirán en recursos intelectuales que
evanescente (Texto 3) que sólo se hace presente dentro de nos capacitan para nuevas formas de estar en la realidad,
la actitud filosófica y fuera de ella se desvanece o presen- formas que a su vez serán más o menos provisionales a la
ta una faz casi monstruosa. La filosofía pretende apresar espera de quedar superadas por nuevos esfuerzos.
ese problematismo de lo real dentro de unos contenidos
determinados, pero la realidad siempre transciende a los
contenidos en que queda vertida y cada nuevo paso ade- 1.4. La estructura histórica del pensamiento occidental
lante abre nuevas zonas problemáticas. Desde aquí habrá Toda filosofía concreta está sostenida en una posición
que afrontar el hecho evidente de la pluralidad de filoso- básica ante el conjunto de la realidad, una posición mar-
fías que aparecen en la historia; son legión los filósofos cada por una línea que limita las comprensión del mundo,
que no vieron en ello otra cosa que un hecho aberrante, al por un horizonte que orienta cada problema concreto. Los
cual esperaban poner fin con su propia filosofía que, c,o- horizontes no son inmutables, pero varían muy lentamen-
mo cabe suponer, corrió la misma suerte que las demas; te; nadie es plenamente consciente del horizonte dentro
otros, conscientes de lo insuperable de esa situación, ce- del cual se mueve y un cambio de horizonte significa una
dieron al desánimo del escepticismo o renunciaron a los
20 Zubiri I .a filosofía 21

cambio de «edad» histórica, de tal manera que similares 1.5. La crisis de la modernidad
problemas o parecidas soluciones cambian sutilmente de A lo largo de su historia la filosofía fue acentuando
significado entre distintos horizontes. una línea, que quizá podríamos llamar conceptismo (el
Según Zubiri, la historia de la filosofía occidental s.e idealismo es su variante más notable), la cual coloca el
movió en dos grandes horizontes distintos e incompati- concepto universal y abstracto como piedra de toque de
bles (Texto 5); como ambos han quedado cerrados, habrá la realidad; esta línea alcanzó su cima en Hegel cuando el
que suponer que hoy nos movemos en un tercer horizonte filósofo alemán dictaminó la identidad entre racionalidad
que aun no es posible delimitar con claridad. y realidad. Deslumbrados por las asombrosas posibilida-
El primer horizonte fue el clásico de los griegos, de- des que significaba el descubrimiento dellogos, los grie-
.terminado por el asombro ante el cambio. Los griegos se gos lo separaron de la inmediatez sensible y lo convirtie-
asombran ante la experiencia de que las cosas cambiantes ron en el reino de lo universal. De esta manera, se
no se agotan en el cambio y son en medio de ese cambio cscindieron dentro de la inteligencia los sentidos y la ra-
incesante. El problema central lo formuló Aristóteles pre- 1,6n, postura que «desde Parménides, ha venido gravitan-
guntando: «¿qué es el ser?» y la respuesta debía proceder (lo imperturbablemente, con mil variantes, sobre toda la
de la misma naturaleza de las cosas. filosofía occidental» (IRE 12). Las capacidades intelecti-
Este horizonte «naturalista» quedó desbordado con la vas quedaron reducidas así a una de sus operaciones con-
introducción del Cristianismo. Este trae consigo concep- cretas, la del logos, lo cual generó una gratuita logifica-
tos que no puede asimilar el horizonte griego: fundamen- cion de la inteligencia que, a la postre, se revelará como
talmente el concepto de creación de la nada y el concepto la limitación básica de la filosofía. Esto tiene consecuen-
de persona. Ante estos conceptos, los planteamientos an- cias decisivas-en todos los órdenes; la más importante es
tiguos resultan superficiales y la pregunta central es ahora la reducción paralela de la realidad a sus modos de ser
de orden muy distinto: «¿por qué hay algo y no más bien asimilables para el concepto lógico, una gigantesca entifi-
nada?», lo cual sólo admite una respuesta desde fuera del cacián de la realidad. La poderosa estructura mental
mundo. Sin embargo, este horizonte, que duró desde S. marcada por el predominio de la logificación de la inteli-
Agustín hasta Hegel, pende de un planteamient~ teológi- gencia y la consiguiente entificación de la realidad marca
co y toda la filosofía hecha dentro de ese honzonte ha el centro de la actitud que Zubiri se propone superar.
estado marcada por motivos teológicos; fue «más» que Nuestra situación intelectual viene marcada por la
una filosofía, pero no pudo ser «pura» filosofía. ¿Es posi- profunda crisis que se desató en el momento en que la
ble una filosofía que no sea más que filosofía, como su- rulminación de aquella línea puso al descubierto sus lí-
cedió en los griegos, y, al mismo tiempo, que supere las untes insalvables. De modo inmediato, es la tan traída y
rigideces del horizonte griego? Tal es el desafío de nuestra llevada crisis de la modernidad, de tan hondo calado que
época. 110 acabamos de salir de ella a pesar de tantos y tan deno-

dados esfuerzos. En el mundo intelectual esa crisis pro-


vocó una profunda «confusión» ante el cúmulo de cono-
«imientos disponibles y carentes de una orientación
22 Zubiri
La filosofía 23
{precisa; significó también una «desorientación» ante el La primera de las etapas aludidas puede circunsc;ib.ir-
poder colosal de medios cuya finalidad última es oscura; se a los años 1921-1928 y corresponde a una edad aun JU-
produjo asimismo un profundo «descontento» ante el os- venil en la obra del filósofo; su obra central es Ensayo de
curecimiento del sentido de la vida humana. una Teoría jenomenológica del Juicio, publicación en
La filosofía de Zubiri es, desde sus inicios, un esfuer- 1923 de la tesis doctoral leída dos años antes. Esa obra ¡
zo sostenido a lo largo de más de sesenta años por encon- señala el punto de partida de la filosofía de Zubiri y en
trar una respuesta a esa crisis. Mientras que otras postu- ella el autor se apropia libremente los motivos básicos de
ras de amplia difusión reciente, como los postmodernos, la fenomenología de Husserl (más exactamente, de las In-
proponen abandonar los grandes pr?blem~s y propugnan vestigaciones lógicas de Husserl) como intento de res-
un «pensamiento débil» ceñido a lo mme?Iat.oy fragmen- puesta a lo que llama «bancarrota» de la mo~ernida~.
tario Zubiri busca un mayor nivel de radicalidad que per-
Más que las tesis concretas, interesa destacar aq~llel ~O.SI-
mite' desbordar las limitaciones de la modernidad me- cionamiento de Zubiri ante su tiempo. La conocida divisa
diante un pensamiento «fuerte» sólido y riguroso. de Husserl «¡a las cosas mismas!» es vista como una gue-
rra contra los extendidos prejuicios que han alimentado el
1.6. Las etapas del pensamiento zubiriano pensamiento moderno. Para ello, fre?te. ~ ta~tas ~roble-
máticas teorías, se reclama una descripción mmuciosa de
Aunque aquel esfuerzo intelectual tiene un sentido
la manera en que el objeto se presenta inmediatamente en
unitario, a lo largo de sesenta años conoció etapas distin-
el acto intencional de conciencia, cayendo por su peso to-
tas: como ha insinuado el propio Zubiri, tres etapas suce-
dos los supuestos del subjetivismo. Por ello, esta etapa
sivas, defrnidas en cada caso por una «inspiración» básica.
puede denominarse fenomenolágico-objetivista, c~n. l.a
La sucesión de esas tres etapas puede entenderse razonable-
aportación de una renovación capaz de grandes PO~I~llI-
mente como un proceso de radicalización creciente, lo
dades. El propio Zubiri reconocerá más tarde las limita-
cual lleva a pensar en buena lógica que la filosoffa de Zubiri
ciones de esta etapa: las «cosas» que invocaba Husserl se
alcanza su máxima radicalidad en su etapa última y es
reducían de hecho a las objetividades dadas a la concien-
aquí donde se han de buscar los criterios para su valoración.
cia, lo cual seguía siendo demasiado limitado. .
Sin duda, esto encierra una profunda verdad. Ello no obs-
Esto explica el paso a la segunda etapa, que discurre
ta, sin embargo, para que los tormentosos avatares de
entre 1931-1944, cuya mejor expresión es Naturaleza,
nuestro siglo y la complicada historia de la filosofía en
Historia, Dios, la obra más leída y más difundida de s.u
nuestro tiempo hayan dejado profundas huellas en su desa-
autor. La inspiración ahora dominante procede de Hei-
rrollo. No debe olvidarse nunca la peculiar historia españo-
degger (básicamente delHeidegger de Ser y tiempo) y el
la; sin el gran esfuerzo cultural desplegado por ~~ega ?
propio Zubiri sugiere que esta etapa puede denommarse
Gasset y su generación, una obra como la de Zubiri sena
ontolágica (Texto 6). Las cuestiones filosóficas aparecen
en España simplemente impensable; por otra parte, la
ahora radicalizadas hasta su dimensión ontológica; la
gran tragedia de la guerra civil con todas sus co~secuen-
profunda relación entre la manifestación del ser ~ la ~er-
cias determinó de manera decisiva el trabajo del filósofo.
dad rompe con todas las limitaciones de la conciencia y
24 Zubiri l.a filosofía 25

abre a una nueva dimensión que hace posible revitalizar «metafísica». Esa apariencia no es del todo falsa; el pro-
los grandes temas filosóficos. La elaboración del original pio Zubiri se pronunció a este respecto de modo conclu-
concepto de religacián es quizá el motivo más conocido yente: «La metafísica es materialmente idéntica a lo que
de esta etapa, pero ese tema no puede aislarse porque se entendemos por filosofía. E insisto en la palabra 'mate-
inserta dentro de una estructura global del pensamiento rialmente'. Puede decirse que la metafísica es una parte
en la que van surgiendo progresivas discrepancias respec- de la filosofía, además de la lógica, la ética, la filosofía
to a Heidegger. Tales discrepancias pueden resumirse en de la naturaleza. Ciertamente; pero todo esto en definitiva
el rechazo de la fundamentalidad que Heidegger reserva es metafísica; la lógica es la metafísica del conocimiento,
para la cuestión del ser y, por consiguiente, el rechazo de como la ética es la metafísica de la vida, como la filosofía
la primacía que Heidegger otorgaba por entonces a la lla- de la naturaleza es la metafísica de la naturaleza. En este
mada «ontología». sentido, la metafísica no es una parte de la filosofía, sino
Este punto puede señalar el paso a la tercera etapa, que es materialmente idéntica a la filosofía misma»
que significa la madurez filosófica y la originalidad ma- (PFMO 16-17). Aunque estas expresiones requieren ma-
yor de Zubiri. Es una etapa muy larga (1945-1983), den- tizaciones, no cabe duda de que reflejan a las claras una
tro de la cual cabría diferenciar varias fases; está centrada pauta básica; de hecho, el término «metafísica» tiene en
en las grandes obras creadoras de Zubiri: Sobre la esen- la obra de Zubiri una presencia constante y no sería
cia y los tres volúmenes de Inteligencia sentiente, a las arriesgado ver en el autor un «filósofo metafísico».
que completan importantes publicaciones póstumas y Esto suscitó críticas severas en una época en que la
completarán más aún otros estudios inéditos ahora. El metafísica estaba sometida a rotundos rechazos. Pocos
propio Zubiri indica que esta etapa debe denominarse comprendieron que la reivindicación zubiriana de la me-
metafísica -algo para él muy distinto de la ontología-, tafísica llevaba consigo una crítica radical a lo que la his-
cuyo tema central es la realidad, componente en aparien- toria había presentado como tal y suponía, por tanto, una
cia modesto y que fue olvidado y vituperado en toda la reformulación de su significado. No se trata de una disci-
tradición filosófica bajo el pretexto de un mayor esplen- plina, al lado de otras disciplinas filosóficas, que se ocu-
dor conceptista. El modo en que aparece esa realidad, su pe del estudio de supuestos objetos suprasensibles, de ob-
estructura, sus formas configuran el núcleo del pensa- jetos que están más allá (metá) de toda experiencia
miento zubiriano. A él nos referiremos en el resto de la «física». Se trata, por el contrario, del estudio de los mis-
exposición, sin desdeñar el recurso a motivos de otras mos objetos «físicos» cuando se sobrepasa su dimensión
etapas cuando puedan aclarar algún punto. inmediata y se busca la dimensión transcendental de su
radicalidad última. Exactamente eso es lo que significaba
la experiencia filosófica y, por eso, el término «metafísi-
l.7. Filosofía y metafísica.
ca» no designa una disciplina concreta, sino una actitud
De todo lo anterior parece deducirse que en la mayor intelectual que viene a identificarse con la filosofía mis-
parte de su trayectoria intelectual -y de modo especial en ma. El impulso intelectual que le subyace no es distinto
la tercera etapa- Zubiri viene a identificar «filosofía» con al que mueve al científico; lo que distingue al filósofo es
26 Zubiri La filosofía 27

la búsqueda de la ultimidad y radicalidad de lo real. Por Si la filosofía es el esfuerzo por apresar un objeto que
eso, la filosofía se desarrolla en el campo de la transcen- transciende de lo inmediatamente dado, todo depende del
dentalidad y es comprensible que Zubiri afirme que «la modo de darse de eso transcendental, de las vías que lo
transcendentalidad es la dimensión de la metafísica» hacen accesible y de los límites de éstas. Dicho con ter-
(PFMO 21-22). Si el término «transcendental» para algu- minología más habitual, la primera y decisiva cuestión
nos también está rodeado de sospechas, ahora basta cons- será la de la experiencia originaria, no porque en ese mo-
tatar que «trans-cendentalidad» quiere decir lo mismo mento originario se resuelvan de modo directo todos los
que «metafísica» y la existencia de esa dimensión trans- problemas ni tampoco porque abarque los conocimientos
cendental es el soporte de la filosofía de todos los tiempos. reputados como más excelsos, sino porque es el ámbito
en el que, a la postre, enraízan todas las determinaciones
de lo real. Es significativo que la primera y la última de
2. LA INTELECCIÓN DE LA REALIDAD las obras publicadas por Zubiri se centren en ese tema;
como es lógico, es la última la que alcanza el definitivo
2.1. La experiencia originaria grado de radicalidad. No debe confundirse esta prioridad
Los rasgos fundamentales que configuran la idea de con la primacía moderna de la teoría del conocimiento
filosofía, en la que se mueve el pensamiento de Zubiri, no (Texto 7); en este punto, Zubiri es tajante: «Es imposible
pueden considerarse novedosos; por el contrario, figuran una prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de
entre los más clásicos y, de hecho, el propio Zubiri tiende la realidad sobre el saber. El saber y la realidad son en su
siempre a justificados desde una fundamentación históri- misma raíz estricta y rigurosamente congéneres. No hay
ca. Cuando tantos filósofos de nuestros tiempo proponen prioridad de lo uno sobre lo otro» (IRE 10). El carácter
romper con una tradición multisecular, que consideran «congénere» de realidad y saber permite recorrer dos
fracasada, Zubiri parece proponer en este punto rehaced a perspectivas complementarias: podemos fijamos en las
desde una radicalidad inédita. La aceptación de la actitud determinaciones con las que la realidad se muestra -es la
intelectual que vehicula la gran tradición metafísica no perspectiva de Sobre la esencia- o podemos fijamos en la
decide aún los contenidos concretos en los que se plas- forma en que aparecen las mismas determinaciones de la
mará esa actitud, y aquí es donde todo se decide. Por eso realidad -es la perspectiva de Inteligencia sentiente. La
no es contradictorio que el hecho de asumir la idea tradi- raíz del carácter congénere viene de una y la misma reali-
cional de filosofía lleve unida una crítica radical a lo que dad que es la que se hace manifiesta en sus determinacio-
fue la historia de la metafísica. ¿Qué significa esto? nes. Sentado esto, cabe, sin embargo, apostar por una
!I ¿Acaso que los grandes problemas de la metafísica son cierta primacía «extrínseca», al menos desde un punto de
1'.
falsos problemas? Sería inexplicable. ¿Acaso que las so- vista pedagógico y expositivo; todo parece indicar que la
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luciones aportadas por los grandes filósofos son insensa- perspectiva del saber es más asequible, aunque de hecho
:1 arrastre consigo la perspectiva de la realidad.
teces? Sería frívolo. ¿Tal vez que son elaboraciones in-
;1 congruentes? Sería increíble. El problema de fondo es, al
1/ mismo tiempo, más sencillo y más radical.
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l.
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28 Zubiri La filosofía
29
2.2. Sensibilidad, inteligencia, inteligencia sentiente dispo~ició? de ~er asumidos por la potencialidad propia
Desde los tiempos de Parménides, la filosofía se ha de la. mtehg~ncIa. Esta postura la denomina Zubiri inteli-
centrado en el objetivo de aprehender lo que permanece genera ~enslb.le y, contra l~ que puede parecer a primera
detrás de las apariencias cambiantes. Esto fue visto como vista, SIgue .sIendo una variante de la inteligencia conci-
el fruto del trabajo de la inteligencia (noUs), conceptuada piente. La mteligencia sigue siendo la facultad de los
habitualmente como una «facultad» (exclusiva del hom- conceptos abstractos, pero necesita de manera inexcusa-
bre) cuyo medio natural son los conceptos abstractos. Por ble. el co?c~rso de la sensibilidad para que le acarree con-
ello, la tendencia inmediata fue contraponer la inteligen- tem~os lm:utados con los que la inteligencia despliega sus
cia en tanto que concipiente a la inmediatez de la sensibi- funciones irreductibles,
lidad, otra «facultad» existente en el hombre caracteriza- U~a línea más radic~l~ ,no muy estudiada por Zubiri,
da por el carácter efímero y cambiante de sus contenidos. vendna dada por la tradición sensualista, que en realidad
La poderosa tradición conceptista encontró en la acti- pu~de entenderse como una variante de la anterior; no se
vidad concipiente la luz que nos abre a la intelección de olvide que el propio Locke presentaba su pensamiento
lo real, poniendo orden racional en los datos dispersos y c~mo una ~e~uperación de los principios básicos del re-
caóticos. No importa mucho si esos datos son genética- alism? tradicional. .~l sensualismo insiste en la perentoria
mente previos porque la actividad inteligente supone un necesidad cognoSCItl~a d~ los contenidos sensibles y so-
cambio esencial, cuyo valor no depende de nada previo, y mete la labor de la inteligencia a las limitaciones de la
sólo con ella se desborda la apariencia permitiendo des- sensibilidad; si esto se lleva a sus últimas consecuencias
cubrir la «verdadera» realidad. El idealismo dará una expre- (Hurne), t~ndrá que desembocar en un escepticismo teóri-
sión radical a esta línea; Hegel verá en el «pensar conci- co, ~s decir, en la imposibilidad de fundamentar las pre-
piente» el lugar propio de la filosofía y, en consecuencia, tensiones d~ generalidad que presenta todo conocimiento.
sentenciará la identidad de realidad y racionalidad: «Todo En I?e~IO de tantas variantes, Zubiri descubre la per-
lo que es racional es real y todo lo que es real es racio- ma':lencIa inmutable a lo largo de la historia de una tesis
nal». En este caso, la distinción de sensibilidad e inteli- ?áSIca: la contraposición entre sentir e inteligir. Si nos fi-
gencia se traduce en una oposición esencial. jamos en sus resultados, si las analizamos como «faculta-
Es cierto que la larga tradición realista veía las cosas des», esta tesis parec~ tan evidente que no es extraño que
de modo algo distinto. La contraposición es aquí más nunca .se haya cuestionado. Pero interpretar esto como
bien una progresión. Siempre hay que partir de conteni- operaciones de «facultades» es ya una elaboración teórica
dos sensibles, los cuales son datos para la inteligencia -acertada o no-;- que supone unos hechos previos. Es a
que, lanzando sobre ellos su potencialidad concipiente, esos mode~t?s hechos a los que hay que recurrir y esto es
los transforma en objetos del conocimiento. Sensibilidad lo que Zubiri reclama con fuerza: «Son hechos bien cons-
e inteligencia son facultades de naturaleza distinta, pero tatables, y deb,emos tomarlos en y por sí mismos, y no
entre ellas circulan los mismos contenidos, aunque esto desde una teona de c.ualquier orden que fuere» (IRE 20).
obligue a un complicado proceso interno -Ia abstracción Aplacemos las explicaciones teóricas y demorémonos
o algo similar- que permita a esos contenidos ponerse en por un momento en una descripción del acto mismo, lo
30 Zubiri La filosofía

cual podría ser objeto de un tratamiento que Zubiri algu- . color, este sonido, esta dureza; pero el sentir no se limita
na vez llama noología. El filósofo nos sorprende afirman- a esto, sino que los sentimos en una determinada forma
do que la filosofía occidental se ha detenido en la expli- que, aunque dada siempre con el contenido, no se reduce
cación de los objetos sensibles e inteligibles, pero nunca a él; es lo que Zubiri llamaformalidad. No vaya a pensar-
se ha preguntado por lo que significan en sí mismos el se que se trata de algo abstracto y etéreo que es producto
acto de sentir y el acto de inteligir. Nos centraremos en el de una elaboración conceptual y se superpone desde fue-
acto de sentir únicamente por razones de claridad, advir- ra al contenido; la formalidad es sentida de modo tan di-
tiendo que ello exige tomar como referencia la tradición recto como el contenido. En el caso de la impresión hu-
dominante, una tradición que es precisamente la que se mana las notas se presentan bajo la forma de algo que es
intenta abandonar. de SU!O lo nota~o, algo que pertenece en propio a lo apre-
Sentir es aprehender algo que queda afectándonos im- hendido; es decir, no es algo que el sujeto les adhiere, ni
presivamente. Este último término es el decisivo en la fi- tampoco se puede decir todavía que sea un reflejo de algo
losofía más madura de Zubiri: «La aprehensión sensible que permanece fuera de la impresión. Las notas aparecen
consiste formalmente en ser aprehensión impresiva. He como algo «de suyo» dentro de la impresión y con ello
aquí lo formalmente constitutivo del sentir: impresión» no s~ está afirmando ni negando que tengan consistencia
(IRE 31). ¿Qué significa esto? La impresión se puede propia al margen de cualquier aprehensión; es éste un ar-
analizar en tres momentos; se trata, como suele suceder duo problema que habrá que analizar muy posteriormen-
en los análisis de Zubiri, de momentos estructurales -no te. Este carácter «de suyo» es lo que configura en Zubiri
pasos genéticos- en los que se disecciona analíticamente l~ específica formalidad de realidad, algo que sólo signi-
algo que en realidad es siempre unitario. El primer mo- fica que lo aprehendido lo es como «de suyo» y que no se
mento es el de afección: el sentiente queda afectado por opone a que luego determinado contenido resulte ser fan-
lo sentido, algo que no ofrece mayores dificultades pues tástico o irreal; se opondría eventualmente a la formali-
es el punto en el que siempre han insistido los análisis de dad en la cual las cosas quedan aprehendidas como meros
la sensibilidad. Pero la impresión no se reduce a pasiva ~s~ímulos,los cuales se reducen a actuar como signos ob-
afección, sino que esa afección hace presente lo sentido J~~vos de .una respuesta; así se suele conceptuar la sensi-
como algo que «en» la afección misma es «otro» que la bilidad animal, pero, aunque Zubiri la utiliza mucho co-
afección; es el momento de alteridad. Por último, eso mo medio aclaratorio, no va a entretenemos porque, a la
otro queda en la impresión con una fuerza de imposición postre, no es ningún hecho, sino una posible explicación
que se apodera del sentiente y desencadena de modo di- hipotética.
recto el proceso de sentir. La tesis crucial de todo el pensamiento de Zubiri es
Fijémonos ahora en el momento de alteridad. Lo que que la función específica de la inteligencia es aprehender
queda aprehendido queda notado como algo que dentro las cosas como reales. Como la formalidad real es riguro-
de la apropia aprehensión aparece como «otro» que no se samente sentida, ha de decirse que el sentir mismo en es-
reduce al acto mismo. Sin la menor duda, sentimos deter- te caso es intelectivo o que la inteligencia es sentiente. El
minados contenidos muy concretos y cambiantes: este modo de sentir que nos ocupa es constitutivamente inteli-
32 Zubiri La filosofía 33

gente y la inteligencia que nos ocupa es constitutivamen- el acto de intelección, queda en él siendo «actual». Ac-
te sentiente; no hay que añadir desde fuera al sentir una lualÚiad -derivado de «actual», no de «acto»- es uno de
inteligencia que rompe su limitación ni tampoco la inteli- los conceptos básicos y más innovadores del pensamiento
gencia necesita que se suponga un sentir extrínseco; el de Zubiri.
acto único de sentir tiene un intrínseco momento inteli- Ahora bien, el acto de intelección presenta distintos
gente o, lo que es lo mismo, el acto único de inteligir modos que vienen determinados por la actualización de
comporta un constitutivo momento sentiente; si hipotéti- «los distintos modos de la realidad misma» (IRE 253).
camente faltase uno de esos momentos, estaríamos ha- Los «modos» de que habla Zubiri marcan diferencias que
blando de otra cosa distinta. No se trata, pues, de un acto son internas a la intelección misma; no deben entenderse,
de sentir, completo en sí mismo, algo a lo que desde fuera pues, como actos de intelección independientes que ac-
se añade un acto extraño de inteligir para componer la tuasen sintéticamente sobre un objeto idéntico. Tampoco
aprehensión de un objeto; ni siquiera se trata de potencias de se trata de las actividades psicológicas o fisiológicas
distintas que tengan que actuar en unidad para aprehender que se ponen en marcha en el desencadenamiento del ac-
algo; se trata de un sentir inteligente o de una inteligencia to intelectivo, sean sensaciones, percepciones o imagina-
sentiente. Ahora cabe vislumbrar la diferencia insalvable ciones; es éste un problema científico que queda al mar-
con lo que antes llamábamos inteligencia concipiente gen de la descripción del acto intelectivo como tal.
(Texto 8), incluso dentro de la variante de la inteligencia Dentro del acto intelectivo, Zubiri distingue tres mo-
«sensible»: los análisis tradicionales de la sensibilidad se dos a los que denomina aprehensión primordial, logos y
han centrado exclusivamente en los contenidos y han ol- razón; los modos de realidad correspondientes son nuda
vidado la formalidad de lo real, algo en apariencia muy realidad, campo y mundo. No se trata de actos inde-
modesto, pero en lo que todo se juega. Inteligencia sen- pendientes, sino de modos, diferenciados por el análisis,
tiente (Texto 9) rompe de una vez con cualquier tipo de dentro del acto intelectivo; estructuralmente, esos tres
dualidad entre sentir e inteligir; toda la filosofía de Zubiri modos son sucesivos, 10 cual quiere decir, por ejemplo,
depende de este novedoso principio. que un modo racional lleva dentro de sí un modo de apre-
hensión primordial y otro de lagos; el proceso inverso no
2.3. Aprehensión primordial de realidad sería posible.
Al denominar aprehensión «primordial» a la modali-
La aprehensión de algo bajo la formalidad de realidad dad primaria (Texto 10), tanto logos como razón serán
es lo que determina el acto intelectivo. De aquí se sigue «ulteriores» y se apoyarán en aquel. Esto lleva a veces al
la idea central de Zubiri: «La intelección humana es for- equívoco de identificar en la práctica intelección con
malmente mera actualización de lo real en la inteligencia aprehensión primordial; pero es claro que tan inteligencia
sentiente» (IRE 13). El propio filósofo dice que ésta es la sentiente es la aprehensión primordial como el lagos o la
«única idea» de su largo y complejo análisis del acto inte- razón y, por tanto, tan «mera actualización de lo real» es
lectivo. Lo que hace que una intelección sea tal es que la una modalidad como otra; no hay ningún argumento que
cosa real, siendo de suyo lo que es, queda actualizada en exija reclamar de la aprehensión primordial la solución
34 Zubiri La filosofía 35

directa de todos los problemas intelectivos. Los modos concreto el contenido de ese «hacia» en que la realidad
ulteriores tienen que apoyarse en el primordial y sólo se queda sentida primordialmente.
desencadenan para dar cumplimiento a las exigencias que . COI?o se ve, el carácter transcendental que compete
están en la aprehensión primordial; lo que varía de mane- pnmanamente a la realidad misma y el hecho de que esa
ra notable es la determinación de lo real que aparece en transcendentalidad sea rigurosamente sentida en intelec-
cada uno de los modos. Para evitar equívocos, digamos ción primordial marca la realización definitiva de la idea
que nuestros actos concretos de intelección no suelen ser de filosofía que sostiene todo el pensamiento de Zubiri.
nunca una mera aprehensión primordial, sino resultado Con ello, se ha roto de manera definitiva cualquier duali-
dellogos o de la razón. La plenitud del acto intelectivo dad de sentir e inteligir y se destierra la idea de una inteli-
-que Zubiri denomina «comprensión»- es el resultado de gencia concipiente. El resto de la filosofía de Zubiri es
ejercitar unitariamente todas las posibilidades de los tres sólo un análisis de las consecuencias de este hecho.
modos.
Dicho esto, es indudable que el momento «primor- 2.4. Logos y juicio
dial» esconde la clave de todo el proceso. Lo que caracte-
riza a la aprehensión primordial es su total simplicidad; Lo que Zubiri denomina logos es una modalidad inte-
quiere decir esto que el contenido sentido y la formalidad lectiva que desemboca en la afirmación de algo sobre al-
real en que es sentido aparecen de modo compacto; la re- g? Frente al carácter simple de la aprehensión primor-
alidad no se agota en el contenido concreto, sino que es dial, el lagos es una aprehensión dual ganada merced a
dada. como ámbito inespecífico, simplemente como una un proceso de distanciamiento respecto al compacto mo-
dimensión que transciende el contenido, pero sin deter- mento primordiaL No se trata de dualidad entre la inteli-
minar el término de esa transcendencia y, por tanto, sin gencia y otra cosa extraña, pues «no es distancia de la rea-
poder determinar qué forma de realidad (existencia, fanta- lidad, sino distancia en la realidad» (IL 267). ¿Qué quiere
sía, etc.) corresponde a determinado contenido. Es esen- decir esto?
cial en Zubiri que la realidad queda siempre actualizada , La realidad sentida como una transcendencia inespe-
como transcendental; es más, Zubiri afirma con rotundi- cífica, que apunta a un «hacia» indeterminado, es actuali-
dad que la transcendentalidad es algo directamente senti- zada ahora como campo real en el que cada cosa es «es-
do, pues el modo peculiar en que el sentido cinestésico to» entre otras del mismo campo y en función de ellas;
actualiza lo real es como «realidad en hacia», como una así se determina lo que una cosa real es en realidad. La
realidad que está transcendiendo el contenido en que apa- respectividad (Texto 11) constitutiva de toda realidad se
rece «hacia» algo, aún por especificar. Esto explica que la concreta en su remisión a las demás cosas del campo que,
aprehensión de realidad presente el máximo de riqueza de esta manera, concretan un término del «hacia». Po-
real y un mínimo de determinación; lo que harán los mo- dríamos decir que el campo es la organización de las dis-
dos ulteriores es aumentar la determinación, siempre a tintas cosas dadas en aprehensión por su constitutiva res-
costa de disminuir la riqueza. Toda la actividad del lagos pectividad real; de este modo, el campo no es nada
y de la razón no tiene otro objetivo que determinar en independiente de las cosas que lo conforman y está siern-
36 Zubiri La filosofía 37

pre abierto a configuraciones nuevas. «Campo» (Texto de coincidir o no, coincidir más o menos con la realidad
12) es probablemente uno de los conceptos más fecundos actualizada en distancia. «Coincidencia» es el carácter
y felices del pensamiento zubiriano. propio de la verdad dual, pero coincidencia no significa
El proceso interno del logos viene dado por la actuali- adecuación plena, pues el logos jamás agota la riqueza de
zación de las posibilidades intelectivas de la realidad realidad dada y siempre es susceptible de nuevas coinci-
campal. Aunque se trata de un proceso unitario, el análi- dencias. Además, como el logos es un proceso, cada una
sis de los factores y momentos de este proceso resulta de las fases analíticas tiene que incidir en el ámbito de
muy complejo. Se puede dividir en dos pasos estructura- verdad real en que se despliega la intelección campal; por
les: retracción y reversión. En el proceso de retracción se ello, la coincidencia afirmativa supone sucesivamente
gana distancia inhibiendo el contenido inmediato y, me- rectitud, paridad, sentido, vialidad y autenticidad de la
diante lo que Zubiri denomina «simples aprehensiones» afirmación. Se trata en algunos de estos casos de temas
(perceptos, fictos y conceptos), se irrealiza lo que esta co- ampliamente tratados por la filosofía de distintas épocas,
sa «sería» entre otras. Las simples aprehensiones se des- lo cual no es nada extraño si se recuerda que la reducción
pliegan dentro de las líneas exigidas por la realidad senti- de la inteligencia a la modalidad del logos (clogificación
da en cuanto excede del contenido concreto, pero esas de la inteligencia») es el soporte de la línea básica que ha
líneas son siempre múltiples y la actualización de una en- dominado en toda la filosofía occidental. No se pueden
tre otras es desencadenada por un acto de libertad: «En poner en duda las extraordinarias posibilidades intelecti-
buena medida la intelección de lo que algo es en realidad vas del logos, pero tampoco debe olvidarse que el logos
es una intelección libre» (IL 66), lo cual de ninguna ma- sólo puede moverse dentro de lo dado en la aprehensión.
nera quiere decir «arbitraria». Pero este movimiento de ¡,Agota esto la transcendentalidad dada de lo real o, por el
retracción exige un segundo momento de reversión, el contrario, lo actualizado en el logos despliega exigencias
cual, desde la distancia ganada, afirma (Texto 13) que lo que piden marchar allende la aprehensión?
actualizado en simple aprehensión coincide con la exi-
gencia emanada del «hacia» primordial. Esta afirmación
se concreta en el juicio, que dice que una cosa real en re- 2.5. Razón y Conocimiento
alidad es «esto» y cumple así las posibilidades intelecti- Aunque es frecuente identificar razón con logos -in-
vas del logos; el juicio tendrá tanta más fuerza cuanto cluso «razón» se usa como traducción frecuente del tér-
más próximo esté a la plenitud real que afirma; de este mino griego «logos»-, Zubiri la entiende como una mo-
modo, el juicio predicativo es menos rico que el proposi- dalidad intelectiva distinta, que de nuevo rompe la
'1 cional y éste, a su vez, es menos rico que el juicio posi- habitual «logificación de la inteligencia». La razón no es
cional. un proceso dentro de la aprehendido, sino que con lo al-
El carácter procesual del logos hace que el juicio al- canzado por el logos marcha a la búsqueda de algo que
cance (o no alcance) verdad. Mientras en la aprehensión no está. dado para dar cumplimiento a la exigencia de
! primordial la actualización de lo real produce una «ver- transcendentalidad que aparece desbordando el logos
dad real» en la que no cabe error, ellogos judicativo pue- (Texto 14). Lo que busca la razón es un fundamento de lo
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38 Zubiri La filosofía 39

dado, que no es algo que esté «tras» la cosa real, sino que cumplimiento a tales exigencias. Como la vía concreta no
está en su profundidad fundándola; el fundamento es el está dada de antemano es la libertad la que hace real una
«pOD>qué de lo «que» la cosa es: de este modo, no sólo vía entre las posibles; la libertad tiene aquí una amplitud
buscamos lo que la cosa real es «en realidad», sino lo que mayor que en el lagos y Zubiri no duda en decir que «la
es «en la realidad». Esto ya no es el campo de realidad, esencia de la razón es libertad. La realidad nos fuerza a
sino que es el mundo: «Mundo no es ni el conjunto de to- ser libres» (IRA 107). El esbozo es una construcción de
das las cosas físicas que circundan al hombre; ni tampoco la razón, no arbitraria sino sugerida por lo dado; el esbo-
pura y simplemente el sistema de posibilidades referidas zo es la creación de una posibilidad (lo que la realidad
a las cuales puede el hombre entender para su vida deter- «podría ser») y, por tanto, es constitutivamente histórico:
minadas cosas, sino que es el conjunto de lo que hay, pe- amplía lo dado mediante la creación de nuevas posibili-
ro por razón de su carácter de realidad» (SH 140-141). La dades llamadas a ser realizadas mediante su apropiación.
búsqueda del contenido que compete a la realidad en También el esbozo ha de ser «lógico», es decir, debe res-
cuanto tal es la actualización de su dimensión mundanal; petar la coherencia interna de sus elementos, pero este as-
por eso «mundo» es un transcendental (Texto 15) que de- pecto potenciado por la «logificación de la inteligencia»
be dar cumplimiento definitivo a las exigencias con que no es el único ni el decisivo; por ello mismo, la razón no
lo real está dado en aprehensión y ello es lo que genera debe reducirse a una de sus formas parciales como es el
conocimiento, en el sentido estricto del término. razonamiento, pues lo que importa es la razón «de» las
La marcha de la razón es dual, como sucedía en el la- cosas. No hace falta decir que todo esbozo es constituti-
gos, pero sus factores y sus objetivos son muy distintos. vamente provisional y siempre puede ser enriquecido,
Esa marcha puede esquematizarse en tres pasos sucesi- mejorado o rectificado.
vos: sistema de referencia, esbozo y prueba. Pero esto no es todo. El esbozo se ha distanciado de lo
El sistema de referencia significa el orto de la razón, dado y el momento decisivo es la prueba de ese esbozo.
la cual no arranca jamás de sí misma pues necesita un ¿Cómo probar un esbozo racional? No de modo directo
suelo desde el que lanzarse. El sistema de referencia vie- convirtiéndolo en objeto inmediato de aprehensión, algo
ne dado por una intelección del lagos, que no sólo aporta imposible porque el esbozo, por definición, está allende
los datos que manejará la razón, sino que aporta sobre to- lo aprehendido; tampoco necesariamente mediante una
do la línea de exigencias en la que debe ser transcendido; «demostración» lógica, algo que sólo vale para un reduci-
el lagos sugiere vías que la razón explorará al concretar I do grupo de esbozos. Probar un esbozo es retrotraerlo a
su marcha. Es evidente que el sistema de referencia con- lo dado, colocarlo como fondo del sistema de referencia
diciona decisivamente los resultados de la marcha racio- y probar la riqueza de realidad que aporta al quedar en la
nal ya que ésta asume el sistema como momento interno cosa real fundando actualmente su realidad. Por ello, la
de su marcha y, por tanto, no puede despacharse como al- prueba es siempre probación física de realidad; según el
go previo intranscendente. tipo de realidad y de esbozo, caben distintos tipos de
A las exigencias emanadas del sistema de referencia pruebas, pero el criterio lo marca siempre la riqueza exi-
responde la razón construyendo un esbozo que podría dar gitiva de la realidad dada.
40 Zubiri La filosofía 41

Siendo muy distinta del lagos y a pesar de su carácter na la realidad propia de algo. Esas notas fundamentales
problemático y provisional, la razón es el cumplimiento configuran lo que desde tiempos antiguos llamamos esen-
último de la exigencia de transcendentalidad con que 10 cia; esencia es la concreción de la realidad precisa de
real es dado primordialmente. El esquema de base es el algo.
mismo tratándose de conocimientos de la vida cotidiana, A lo largo de la tradición metafísica occidental la
de las ciencias o de la metafísica; lo que los distingue es esencia se ha ido separando de la realidad física y s~ ha
la línea concreta en la que se busca la fundamentalidad, establecido como término de un acto conceptivo. Frente
pero ningún saber tiene privilegio intelectivo sobre los al dominio de esta vía conceptista, que con muchas va-
otros y, por tanto, ninguno puede erigirse en canon de los riantes va de Aristóteles a Husserl, Zubiri apuesta por una
restantes, ya que el único canon del conocimiento es la vía física para la determinación de la esencia. De esta
realidad en la plenitud de riqueza con que queda dada pri- manera, el término «físico» recupera su sentido más ori-
mordialmente y que ningún conocimiento agotará jamás. ginario, que viene a identificarlo con «real» (Texto 16),
sm que de ello quepa deducir aun la determinación con-
creta que ulteriormente corresponda a esa realidad.
3. LA ESTRUCTURA DE LA REALIDAD La vía física de la esencia es la que delimitan las notas
físicas, pues son ellas las que notan la esencia. En este
3.1. La vía física hacia la esencia sentido, la esencia no es algo escondido detrás o debajo
Después de lo dicho, parece claro que el problema bá- de sus notas, sino la organización estructural de las notas.
sico de la filosofía es una cuestión de fundamentalidad, Toda nota tiene sus determinaciones propias que permi-
dado que ése es el modo en que se concreta en último tér- ten distinguirla de otras; pero, sin perder esto, adquiere
mino la transcendentalidad. También parece claro que, al nuevas propiedades en referencia a las otras notas con las
final, esta cuestión va a dirimirse en el marco de la razón; que forma sistema. Su función concreta y su posición res-
«al final», ciertamente, porque la razón no arranca de sí pecto a las demás notas le otorga unas propiedades siste-
misma -se funda en la aprehensión primordial y supone máticas dentro de las cuales actúan sus propiedades indi-
el trabajo dellogos-, pero sólo la razón marcha allende la viduales. Si, como es habitual, con el término «sustancia»
aprehensión y puede buscar la ultimidad que requiere el quiere. entenderse
.
la suficiencia de una nota, que luezo
b
le
fundamento, cualquiera que sea el alcance de esa funda- perrrnte ser sujeto de otras, la esencia no puede entender-
mentalidad. se desde la sustancia; una esencia puede comprender mu-
Podríamos decir que las cosas nos están presentes co- chas sustancias en el sentido de que tienen capacidad físi-
mo complejos estructurales de notas. Una nota es lo que ca ~ara una subsistencia independiente, pero lo que
«nota» la cosa, pero es nota «de» las restantes y esa remi- configura una esencia es su organización funcional en un
sión es lo que configura la cosa. En la estructura cada no- sistema unitario. Esto es lo que Zubiri denomina sustanti-
ta tiene un lugar propio que no sólo depende de sus pro- vidad (Texto 17), una organización sistemática de notas
piedades, sino también de las propiedades del sistema; lo marcada por su autosuficiencia y en la que sólo el siste-
que se busca es la arquitectura fundamental que determi- ma muestra verdadera suficiencia operativa,
42 Zubiri La filosofía 43

Esta conceptuación de la esencia dentro de la vía físi- Un segundo grupo de notas, en cambio, son intrínse-
ca significa que sólo se puede hablar de esencia en senti- cas y configuran la mismidad de una esencia. Estas notas
do estricto a partir de las notas reales: «Es realidad todo y no pueden alterarse sin que varíe la esencia y, por tanto,
sólo aquello que actúa sobre las demás cosas o sobre sí son notas constitucionales, precisamente porque desde
mismo en virtud, formalmente, de las notas que posee» dentro configuran la mismidad propia de cada una de las
(SE 104). En Zubiri esto se contrapone, más que a las no- esencias.
tas artificiales como sucedía en Aristóteles, a las cosas- Dentro de las notas constitucionales, a su vez, hay dos
sentido (Texto 18). Son cosas-sentido aquellas que actúan grupos. Algunas notas, aun determinando la mismidad de
en tanto que posibilidades para la realización personal y, una esencia, son notas fundadas y, por tanto, carecen de
de esta manera, no actúan formalmente por las notas que suficiencia en orden al sistema. Otro grupo de notas, por
tienen, sino por las propiedades que adquieren al entrar el contrario, son infundadas y actúan como principio de
dentro del círculo de la vida humana. Las cosas-sentido todas las restantes: son notas constitutivas. El concepto
tienen siempre en su base cosas reales y en ellas se apo- de esencia en sentido estricto debe entenderse como el
yan; por ello, pueden constituir una esencia, pero será por sistema de notas constitutivas, gracias al cual muestra su-
lo que tengan de realidad y nunca de modo específico por ficiencia; eso es lo que determina su carácter principial,
la que puedan tener de sentido. Esto de ninguna manera en el que la esencia actúa como principio último de todas
significa devaluar el amplísimo e importantísimo mundo las notas que entran a configurar el sistema y, en conse-
del sentido, sino dotarlo de una sólida estructura real que, cuencia, de todas sus acciones.
además, permite pautas seguras para la interpretación y la Para el conocimiento resulta un problema arduo -en
apropiación de los sentidos. el fondo interminable- diferenciar dentro de una esencia
qué notas son adventicias, constitucionales o constituti-
vas; todas ellas operan unitariamente y la barrera que las
3.2. La estructura de la esencia
separa es muy difusa. En todo caso, si el sistema de notas
Es en el ámbito de la sustantividad donde debemos muestra suficiencia para constituir la mismidad de una
determinar la esencia como «unidad principial» (SE 18) esencia, toda esencia es por sí misma individual (Texto
de sus notas y de sus acciones. Se trata, por tanto, de or- 19). Al separarnos de la vía conceptiva y tomar la vía físi-
denar las notas, no tanto por lo que de realidad pueda te- ca, también se disuelve el viejo y oscuro problema de la
ner cada una tomada en sí misma, sino por la función sis- individuación; por el contrario, el problema sería el de la
temática que le compete en orden a la sustantividad que posible «especiación»: toda esencia es por sí misma indi-
configura. vidual, pero algunas esencias (no todas) constituyen tam-
Hay un grupo de notas que, al margen de su tipo pro- bién una esencia específica que permite su replicación en
pio de realidad, vienen desde fuera y pueden estar o no muchos individuos, los cuales forman así un phylum.
presentes sin que ello afecte a la sustantividad misma. La esencia determina que algo sea «tal» cosa, en
Son notas adventicias que, como tales, son extrínsecas a cuanto distinta de las otras. Es el orden talitativo en el
la esencia. que las cosas ofrecen distintas formas de realidad. En
44 Zubiri La filosofía 45

teoría, parece que este orden talitativo podría servir como 3.3. El dinamismo de la realidad
pauta para diferenciar distintos órdenes dentro de~ sa~er El orden real no es un orden estático, sino dinámico.
científico, pero en la práctica parece que muchas ciencias Este dinamismo no es posterior a la configuración de la
se quedan por detrás de este objetivo. Las mismas notas esencia, sino que es constitutivo: es lo que la realidad da
que determinan el orden talitativo presentan también una de sí. Este dar de sí es la expresión de la actividad intrín-
función transcendenta/: aquello por lo que las cosas re- seca de toda esencia (Texto 20). A la luz de esto, el cos-
ales son pura y simplemente «realidad». Este orde?-trans- mos aparece como un enriquecimiento progresivo en el
cendental tiene carácter último y fundante; su umdad no dinamismo de lo real, lo cual le permite a Zubiri distin-
es el «cosmos» (como sucede en el orden talitativo), sino guir distintos tipos de dinamismo que marcan un escalo-
el mundo como unidad de realidad; por eso, no sería con- namiento evolutivo en el conjunto de lo real.
tradictorio pensar en una pluralidad de cosmos, pero sólo El dinamismo más elemental es la variación, lo que
puede haber un mundo. La específica actualidad munda- permite a una esencia tener estas o aquellas notas adven-
nal de una cosa real es lo que determina en sentido propio ticias. El segundo es la alteración, que afecta a las notas
su ser; por eso Zubiri insiste machaconamente en la ~lte- constitucionales. El tercero es de la mismidad, que abarca
rioridad del ser respecto a la realidad, lo cual convierte desde la estructura molecular a las más elevadas funcio-
esta realidad en primaria y, por ello, en objeto propio de nes de la vida. El cuarto dinamismo es el de la suidad,
la metafísica, que no puede identificarse con ninguna propio de las realidades personales. Finalmente, se habla
«ontología». Las propiedades que competen a las cosas de un dinamismo de la convivencia, que sería propio de
reales por ser simplemente realidad son los transcenden- la sociedad y de la historia.
tales, un tema central en toda la historia de la metafísica. Es posible que pudieran distinguirse algunos dinamis-
La conceptuación zubiriana de los transcendentales pr~- mos más, pero esto no es ahora lo decisivo. Lo que im-
senta algunas dificultades de detalle, pero el esquema ba- porta es que en una concepción marcadamente estructural
sico es claro. El primer transcendental, básico y fundante, de la esencia el dinamismo no es algo accesorio y menos
es la misma realidad como «de suyo»; es un transcenden- todavía algo que haya que inyectarle desde fuera; al con-
tal simple. Los restantes son complejos, no porq~~ no trario, es la expresión intrínseca que toda esencia tiene
sean universales, sino porque expresan la respectividad para dar de sí por su suficiencia constitucional (Texto 21)
constitutiva de la realidad; así mundo es un transcenden- o, lo que sería lo mismo, por su respectividad. De este
tal disyunto (toda realidad o es íntegramente mundanal o modo, cabría unir en la esencia el aspecto estructural y el
no lo es), mientras que verdad, bondad y belleza son dinámico diciendo que la esencia es aquello que de suyo
transcendentales conjuntos, es decir expresan sucesiva- da de sí.
mente la respectividad de lo real con la intelección, la vo-
lición yel sentimiento. .
46 Zubiri La filosofía 47

4. LAS REALIDADES PERSONALES «po~ibilidades», no tienen- que puede y debe hacer suyas
mediante su apropiación. Podríamos traducir esta apertu-
4.1. Esencias abiertas ra en el concepto zubiriano de «respectividad», en el do-
No es fácil determinar qué realidades constituyen una ble ~entido de respectividad constituyente y respectividad
esencia en sentido estricto o hasta qué punto se extiende remitente. La suidad es el carácter que determina una
la suficiencia de una sustantividad. En principio hay dos esencia como abierta, lo cual, por una parte, marca su
grandes tipos de esencias. A uno lo denomina Zubiri propio modo de constitución esencial y, por otra parte,
esencias cerradas y se caracterizan por actuar desde las establece su lugar propio dentro del conjunto del dina-
notas que las configuran, de tal modo que quedan encla- mismo de la realidad. Suidad es lo que hace que una re-
sadas y cerradas sobre su propio sistema, que se mantiene alidad sea persona (Texto 23) y, por tanto, todas las de-
siempre idéntico. Es un grave problema el determinar más determinaciones personales emergen de esa suidad
cuándo estas esencias tienen verdaderamente suficiencia· radical.
después de todo, no es impensable que sólo la totalidad
del cosmos esté dotado de auténtica sustantividad. 4.2. La persona
Hay otro tipo de esencias, que son las esencias abier-
L~ suidad confiere a la persona una suficiencia que le
tas, a las que en principio parece acoplarse de modo in-
perrrnte un elevado grado de independencia respecto a las
mediato el concepto de sustantividad. Son «de suyo», co-
mo cualquier tipo de realidad, pero las notas que tienen restantes formas de realidad, permite hacer frente a las
cosas tornandolas en una dimensión de total alteridad, co-
sólo las pueden tener haciéndolas «suyas» mediante su
mo algo «de suyo», esto es bajo la formalidad precisa de
realización y esto determina su suficiencia en el mismo
realidad. Por su carácter personal, el hombre no es en
acto en que se configuran como esencias abiertas. Aun-
que Zubiri utiliza alguna vez el término «suidad» en sen- sentido estricto un animal racional (modalidad intelectiva
limitada que, en principio, podría faltar de hecho en al-
tido lato y lo aplica a toda realidad (ver Texto 11), en sen-
gún momento o paso de la humanidad), sino un animal
!ido estricto (y éste es el único sentido que aquí puede
de realidades: el ser vivo que puede y tiene que enfren-
interesarnos) es la característica que especifica las esen-
cias abiertas. ¿Abiertas a qué? tarse. radicalmente a las cosas como «realidades». Esto
lleva consigo un incomparable enriquecimiento dentro
Ante todo, abiertas a su propia forma de realidad, a
del dinamismo de la realidad.
las notas que ya tienen, pero las tienen de un modo que
exigen que esa realidad se las apropie, las haga suyas y, Hemos dicho que la persona, como cualquier otra re-
de esta manera, se «realice». En este proceso de apropia- alidad, tiene unas notas dadas que la configuran esencial-
mente. Esto es lo que Zubiri denomina personeidad. Pero
ción de su propia realidad la esencia abierta se abre tam-
la apertura de su configuración esencial exige inexorable-
bién a otras cosas que, de esta manera le aparecen como
mente algún tipo de realización de esas notas mediante
posibilidades; las esencias abiertas no se definen sólo por
las notas que naturalmente tienen, sino también por su ·1
las acciones de su estructura; es lo que Zubiri denomina
personalidad. La vida humana aparece así como un pro-
sistema de posibilidades (Texto 22) -algo que, como tales
48 Zubiri La filosofía 49

ceso de personalización, un proceso en el cual la perso- que, si sólo se dispusiese de la conducta estimúlica, la es-
neidad se hace persona de una manera o de otra y que pecie humana no sería biológicamente viable. Los com-
idealmente desembocaría en el pleno control y dominio ponentes somáticos despliegan desde dentro la exigencia
del propio ser, lo que Zubiri denomina «el yo» (Texto de un psiquismo superior, cuyas funciones resultan irre-
24). Frente a las otras formas de realidad, por su suidad la ductibles a las meramente somáticas. Zubiri habla así
persona aparece como un «ab-soluto», algo que está suel- dentro del hombre de un «subsistema somático» y un
to de los lazos inmediatos que llevarían a cerrar sobre sí «subsistema psíquico» que, si bien en sus funciones no se
misma su configuración. confunden, parecen integrarse unitariamente en un único
Pero este absoluto, para soltarse, necesita de las res- «sistema humano», que sería lo único que tiene auténtica
tantes cosas puesto que no puede hacerlo desde la nada. suficiencia constitucional y operativa. Esto, sin embargo,
Es, así, un absoluto relativo: la persona no es «la» reali- plantea oscuros y difíciles problemas (por ejemplo, la in-
dad, sino que es tal persona apropiándose la realidad que mortalidad del sub sistema superior), frente a los cuales
ella no puede crear, sino que le está haciendo ser persona. Zubiri parece haber tomado posturas distintas en diversos
En esa personalización exprime interminablemente el po- momentos de su obra; es un tema que no podemos anali-
der de lo real sacando a la luz las posibilidades que encie- zar aquí.
rra, rodea a la mera realidad con una amplia riqueza de
sentidos y, de esta manera, las posibilidades se muestran
4.3. Elfundamento radical
como los recursos para la personalización. Sin duda, en
algún sentido esta apropiación es una actividad indivi- El carácter de absoluto relativo propio de la persona
dual, pero el individuo no se enfrenta a ello aisladamente, hace que ésta no tenga en sí misma su radical fundamen-
sino desde su constitutiva inserción en una dimensión so- to, sino en la realidad; habría que decir, pues, que la per-
cial y, al mismo tiempo, en el transcurso histórico. Toda sona no es la realidad radical, sino una realidad radicada
persona tiene desde su propia constitución esencial una en la realidad. La persona está en su misma constitución
dimensión individual, una dimensión social y una dimen- vertida a una realidad que es más que ella, una realidad
sión histórica. en la que se asienta, una realidad de la que emergen los
Esto no es un hecho azaroso. Aunque la realidad per- recursos que necesita para personalizarse y, finalmente,
sonal está entroncada evolutivamente en la línea de todos una realidad que le otorga la fuerza necesaria para desple-
los seres vivos, su propia disposición biológica exige un gar ese proceso de realización personal. A esta versión
comportamiento radicalmente nuevo. Zubiri entiende la constitutiva de la persona a la realidad es a 10 que Zubiri
evolución dentro de la vida sobre el eje de un proceso de denominó religacián, introduciendo con ello un neologis-
progresiva formalización; en el caso del hombre nos en- mo filosófico hoy totalmente consolidado en nuestra len-
contramos con una «hiperformalización» cerebral que gua. A lo que está directamente religado el hombre no es
abre una gama de respuestas posibles tan amplia que la a Dios, como a veces se ha interpretado, sino a la realidad
simple conducta estimúlica de los animales no puede ha- en tanto que lo funda, le da poder para desplegar sus po-
cede frente; es tal el crecimiento de la independencia sibilidades y le confiere fuerza para apropiarse esas posi-
50 Zubiri La filosofía 51

bilidades (Texto 25). Zubiri insiste machaconamente en de la persona sino de toda forma de realidad, incluidos
que lo que se denomina religación no es ninguna cons- allí los fundamentos parciales que van poniendo de relie-
trucción teórica, sino la constatación de un hecho, un he- ve otras formas de saber. Sólo a la luz de la persona ese
cho universal porque se refiere al modo radical en que to- fundamento absolutamente último se presenta, al mismo
dos somos personas. Otra cosa muy distinta es la tiempo, como posibilitante e impelente, determinaciones
conciencia concreta que cada uno tenga de ese hecho y el estas últimas que sólo tienen sentido a la luz de una esen-
modo preciso en el que afronte la necesidad de darle ex- cia abierta.
presión dentro de su vida. Esto presenta un desafío para la razón; tal fundamento
El hecho de la religación personal se convierte en un no se encuentra como tal entre las cosas inmediatamente
sistema de referencia, desde el cual y a partir del cual el dadas y, por tanto, hay que buscarlo allende lo dado; para
hombre busca encontrar un contenido concreto capaz de ello, la razón crea un esbozo de realidad que tiene que
determinar esa fundamentalidad de lo real en que está in- responder en concreto a las exigencias del esquema de
sertado. Como la persona es una realidad relativamente referencia. Digamos que, en principio, dentro de la razón
absoluta, el fundamento buscado debe tener razón radical caben distintos esbozos porque caben vías concretas muy
de ultimidad; como la persona se ve forzada a personali- distintas para enfrentar esa exigencia; aquí sólo vamos a
zarse, el fundamento debe contener un poder que posibi- referimos a una de ellas. La vía teísta opta por la idea de
lite los recursos necesarios para la personalización, el Dios como respuesta al problema enigmático que plantea
fundamento debe ser posibilitante; como la persona nece- la sugerencia de un fundamento último, posibilitante e
sita apropiarse posibilidades que aún no tiene, el funda- impelente; existe también una vía atea y una vía agnósti-
mento debería ser la fuerza que la empuje, el fundamento ca que, si bien son «verdaderas» vías para la razón, no
debe ser impelente (en algún pasaje de su obra Zubiri es- son para Zubiri vías «verdaderas». No se trata de una clá-
cribe con cierta imprecisión «imponente»). El área de sica «demostración» de la existencia de Dios en la que, a
búsqueda abierta por el hecho de la religación remite, por partir de unos datos limitados, se busque saltar a otra re-
tanto, a un fundamento que sea, al mismo tiempo, último, alidad totalmente distinta; como dice con mucha preci-
posibilitante e impelente; si faltase alguna de esas carac- sión Zubiri, «la prueba no lo es tanto de que hay Dios, si-
terísticas, la respuesta no sería adecuada para la exigencia no de que algo de lo que hay realmente es Dios» (HD
que marca el sistema de referencia. Esta exigencia que 230).
emana de las realidades personales es notablemente dis- Este esbozo racional (o cualquier otro) no es suficien-
tinta de la que emana de otras formas de realidad; tam- te para la respuesta que se busca; si tiene que ser confor-
bién éstas remiten a un fundamento, pero sólo tiene ca- me con el sistema de referencia que lo puso en marcha,
rácter de ultimidad en la línea limitada de cada forma exige una prueba ulterior. Esta prueba no es ahora una
concreta de realidad; a ello se aplican distintas formas del demostración lógica (eso sólo acontece en objetos muy
saber y, de manera muy especial, los saberes científicos. especiales); la prueba que se exige significa retrotraer el
Es obvio, sin embargo, que cuando la persona nos pone esbozo a la concretez de la vida personal, para que quede
ante un fundamento absolutamente último, no lo es sólo insertado allí como lo que está fundando esa realidad per-
52 Zubiri La filosofía 53
\
sonal y su realización. En este caso, este acto de inserción filosofía no tiene todos los recursos necesarios. Pero sí
del esbozo es la fe, que no es un acto sobrenatural, sino cabe perfilar el problema; para ello, habría que analizar
una actitud personal de entrega total como respuesta a la racionalmente la idea de Dios que se plasma en las distin-
donación de un fundamento que nos hace ser como per- tas religiones históricas, pues no es lo mismo una idea de
sonas. La fe no es una mera convicción intelectual porque Dios politeísta, panteísta o monoteísta; habría que exami-
la entrega abarca la integridad del ser personal; pero co- nar también la riqueza de vida personal que emana de la
mo éste tiene un determinante componente intelectivo, probación de cada una. En este punto, Zubiri indica que
tampoco cabe entender la fe como un acto irracional el Cristianismo presenta un caso único dentro de la histo-
(Texto 26). La fe personal es la prueba a que se somete el ria de las religiones pues la prueba que exige es una com-
esbozo, una prueba que es «probación física» de la rique- penetración entre la persona religada y la realidad perso-
za de vida personal que surge de esta inserción en el fun- nal de Dios; por eso, el Cristianismo queda especificado
damento. como la religión de la «deiformidad»,
Si el acto de fe afecta a la integridad de la vida perso-
nal, será un acto individual, pero tendrá al mismo tiempo
una dimensión social y una dimensión histórica. La histo- 5. A MODO DE CONCLUSIÓN
ria de las religiones recoge las distintas plasmaciones
concretas que dentro de la humanidad han ido ofreciendo El análisis del fundamento último completa la colum-
diversas ideas de Dios y, en consecuencia, los distintos ti- na vertebral de la filosofía de Zubiri por significar el defi-
pos de fe que de ellas derivan. Lo que caracteriza a cual- nitivo cumplimiento de la transcendentalidad con la que
quier religión es la idea concreta que tiene de Dios, a la queda dada la realidad en aprehensión primordial. Hay
que otorga plasmación concreta; es decir, dar concreción una estrecha unión entre esos dos extremos, pues todo
determinada y ulterior al hecho de la religación (Texto depende de la modesta aprehensión primordial en la que
27). Como la exigencia de fundamentalidad siempre des- la realidad queda actualizada con toda su insondable ri-
borda la limitada realización que le confiere una vía con- queza, sus posibilidades y sus exigencias, aunque de un
creta de la razón, existe una pluralidad de religiones; en modo compacto e indeferenciado. Es seguro que este es-
medio de esa pluralidad, serán todas «verdaderas» reli- quema básico podría explicarse de modo distinto al que
giones siempre que aparezcan como respuestas a las posi- aquí hemos utilizado sin alterar en lo fundamental su
bilidades concretas de la razón. De este modo, cabe esta- fuerza y su alcance. Diferenciar en concreto las distintas
blecer una ordenación racional en el variopinto conjunto formas de realidad, analizar sus peculiaridades y sus lími-
de las religiones de la humanidad e incluso puede hablar- tes es la ciclópea tarea que esta filosofía se propone.
se de un progreso racional en el perfeccionamiento de la En medio quedan multitud de temas concretos, mu-
idea de Dios, bien entendido que nunca una religión con- chos de ellos enraizados en la más venerable tradición fi-
creta será capaz de eliminar de raíz a otras distintas. losófica, algunos novedosos, en todos los casos replan-
El problema que vendría después sería el de determi- . teados a una nueva luz que nos sorprende con aspectos de
nar si una de las religiones es la verdadera, para lo cual la inesperado interés. Sin duda, muchos de estos temas me-
54 Zubiri

recen atención por sí mismos y su tratamiento puede re-


sultar aprovechable al margen del gran marco sistemático
en que están incluidos. Pero es patente que la concepción
de la filosofía que alienta en su fondo no permite divisio-
.nes en compartimentos rígidamente separados y lo que al
final.resulta decisivo filosóficamente es ese aliento unita-
rio.
En tiempos de sobreabundancia retórica, de minimalis-
IDOS filosóficos, Zubiri no cedió nunca a las leyes efíme-
ras de las modas imperantes dentro del mundo intelectual.
Una implacable exigencia de rigor, sin apenas desmayos ni 111
concesiones, convierten a esta filosofía en una de las más
adecuadas entre las de nuestro tiempo para utilizarla co- SELECCIÓN DE TEXTOS
mo instrumento formativo, para habituar a la mente a
proceder con un rigor y una precisión más necesarias que
nunca. Las innegables dificultades que ofrece al lector y
el consecuente esfuerzo que le exige son el precio inevi-
table de todo quehacer verdaderamente filosófico, pero
quedarán sobradamente compensados por el nuevo modo
de situarse ante la realidad que tal filosofía propicia y
alumbra.
Texto 1
[Carácter problemático de la filosofía]

Es innegable que, en el curso de su historia, la filoso-


fía ha entendido de modos muy diversos su propia defini-
ción como un saber acerca de las cosas. Y la primera acti-
tud del filósofo ha de consistir en no dejarse llevar de dos
tendencias antagónicas que surgen espontáneamente en
un espíritu principiante: la de perderse en el escepticis-
mo, o la de decidirse a adherir polémicamente a una fór-
mula con preferencia a otra, tratando incluso de forjar
una nueva. Dejemos estas actitudes para otros. Al reco-
rrer este rico formulario de definiciones, no puede menos
de sobrecogemos la impresión de que algo muy grave la-
te bajo esta diversidad. Si, realmente, tan distintas son las
concepciones de la filosofía como un saber teorético, re-
sultará claro que esa diversidad significa precisamente
que, no sólo el contenido de sus soluciones, sino la idea
misma de filosofía, continúa siendo problemática. La di-
versidad de definiciones actualiza, ante nuestra mente, el
problema mismo de la filosofía como un verdadero saber
acerca de las cosas. Y pensar que la existencia de seme-
jante problema pudiera descalificar el saber teórico, es
condenarse a perpetuidad a no entrar ni en el zaguán de la
filosofía. Los problemas de la filosofía no son, en el fon-
do, sino el problema de la filosofía (NHD 144).

Texto 2
[La filosofía como estudio de lo transcendental]

Hay cosas que no percibimos, no porque estén ultra,


allende las cosas que inmediatamente encontramos, sino
58 Zubiri Textos 59

justamente al revés: porque son algo que está en toda per- no en la constitución activa de su propio objeto, en la
cepción y en toda cosa. No lo percibimos precisamente a puesta en marcha de la reflexión (NHD 150).
fuerza de que esté inscrito constitutivamente en lo obvio:
no lo percibimos, no porque esté ultra, sino porque care-
Texto 4
ce de esa mínima opacidad necesaria para que el hombre
tope con ello. Esa. carencia de opacidad es lo que expresa [Filosofía y pluralidad de filosofías)
la palabra diáfano. Precisamente lo diáfano no es obvio
En cada pensador el objeto que ha asignado a la filo-
no porque no esté en las cosas, sino porque es demasiado
sofía ha configurado de distinta manera su mente. Con
o?vio; tan obvio, que en su diafanidad misma no lo perci-
esto pensarán ustedes que los filósofos no se entienden
bimos. Es preciso insistir ahora en este punto de vista: es-
entre sí. Depende de a qué se llame entenderse. Si por en-
tar allende para la metafísica no significa ir a cosas que
tenderse se quiere significar estar de acuerdo, evidente-
estén ultra, sino ir a lo diáfano, a aquello que por su dia-
mente los filósofos no se entienden, porque no están de
fanidad está inscrito en todo lo obvio que el hombre en-
acuerdo. Si por no entenderse se quiere significar no sa-
cuentra en sus actos elementales. En ese sentido decimos
ber más o menos de qué se trata, los filósofos son hom-
que lo diáfano es transcendental. Es lo transcendental, no
bres que no están de acuerdo, pero que en el fondo se en-
en el sentido de que sea una cosa muy importante, pero sí
tienden entre sí. Y esta unidad extraña entre entenderse y
en el sentido de que transciende en una o en otra forma a
no estar de acuerdo en nada es lo que, positivamente,
las cosas que son obvias, sin estar, sin embargo, fuera de
constituye un conflicto. Yo he querido dibujar ante las
las cosas obvias. La dificultad radical de la metafísica es-
mentes de ustedes este conflicto en el que estamos su-
triba justamente en eso: en ser la ciencia de lo diáfano'
mergidos; un conflicto del que no puede salirse por com-
por consiguiente, en ejercitar esa difícil operación que es
binaciones dialécticas sino poniendo en marcha, cada uno
la visión violenta de lo diáfano (PFMO 19).
dentro de sí mismo, el penoso, el penosísimo esfuerzo de
la labor filosófica (CLF 275-276).
Texto 3
[La peculiaridad de la filosofía. Filosofía y ciencias) TextoS
Resultará entonces que esta diferencia radical entre la [Los horizontes de la filosofía occidental)
ciencia y la filosofía no se vuelve contra esta última co-
La filosofía tiene ante todo un horizonte de intelec-
mo una objeción. No significa que la filosofía no sea un
ción. De hecho, en la filosofía europea estos horizontes
saber estricto, sino que es un saber distinto. Mientras la
han sido dos. Uno fue el horizonte de la filosofía griega:
ciencia es un conocimiento que estudia un objeto que es-
el movimiento, el cambio. Toda la filosofía griega está
t~ a?Í, la filosofía, por tratar de un objeto que, por su pro-
concebida sobre el hecho, a primera vista asombroso, de
pia índole, huye, que es evanescente, será un conocimien-
que las cosas que son, sin embargo cambian, y recíproca-
to que necesita perseguir a su objeto y retener/o ante la
mente que todo cambio está determinado por lo que ver-
mirada humana, conquistar/o. La filosofía no consiste si- ¡
60 Zubiri Textos 61

daderamente es. A diferencia de este horizonte, a partir dumbre psicológica o científica. Y esta última función
del cristianismo se constituye un horizonte de la filosofía fue para mí la decisiva [...]. Pero mi reflexión personal
muy otro. Lo asombroso no es que las cosas sean y cam- tuvo, dentro de esa inspiración común, un inspiración
bien, sino que lo asombroso es que haya cosas: es el hori- propia. Porque ¿qué son las cosas sobre las que se filosofa?
zonte de la nihilidad. Las cosas son un reto a la nada. Es He aquí la verdadera cuestión. Para la fenomenología las
un horizonte determinado por la idea de creación. Toda la cosas eran el correlato objetivo e ideal de la conciencia.
historia de la filosofía europea post-helénica, desde san Pero esto, aunque oscuramente, siempre me pareció insu-
Agustín a Hegel, no es más.que una metafísica de la nihi- ficiente. Las cosas no son meras objetividades, sino cosas
lidad; se mueve por tanto en el horizonte de la creación. dotadas de una propia estructura entitativa. A esta investi-
En este sentido, es una filosofía que no es pura filosofía. gación sobre las cosas, y no sólo sobre las objetividades
Dejémoslo consignado muy taxativamente. Movilidad y de la conciencia, se llamó indiscemidamente ontología o
nihilidad: he aquí, pues, los dos horizontes de la filosofía metafísica. Así la llamaba el propio Heidegger en su libro
europea. (CLF, ii-iii). Sein und Zeit. En esta etapa de mi reflexión filosófica la
concreta inspiración común fue ontología o metafísica [...].
A esta etapa ha seguido una nueva. Porque ¿es lo mismo
Texto 6
metafísica y ontología? ¿Es lo mismo realidad y ser? Ya
[La relación de Zubiri con la Fenomenología. Ontología. dentro de la fenomenología, Heidegger atisbó la diferencia
Realidad] entre las cosas y su ser. Con lo cual la metafísica quedaba
La filosofía se hallaba determinada antes de esa fecha para él fundada en la ontología. Mis reflexiones siguieron
[1932] por el lema de la fenomenología de Husserl: zu una vía opuesta: el ser se funda en la realidad. La metafí-
den Sachen selbst «a las cosas mismas». Ciertamente no sica es el fundamento de la ontología. Lo que la filosofía
era ésta la filosofía dominante hasta entonces. La filoso- estudia no es ni la objetividad ni el ser, sino la realidad en
fía venía siendo una mixtura de positivismo, de historis- cuanto tal. Desde 1944 mi reflexión constituye una nueva
etapa: la etapa rigurosamente metafísica (NHD 13-15).
mo y de pragmatismo apoyada en última instancia en la
ciencia psicológica. Un apoyo que se expresó como teo-
ría del conocimiento. Desde esta situación, Husserl, con Texto 7
una crítica severa, creó la fenomenología. Es una vuelta
[Rechazo de la moderna «Teoría del conocirniento»]
de lo psíquico a las cosas mismas. La fenomenología fue
el movimiento más importante que abrió un campo propio Es imposible una prioridad intrínseca del saber sobre
al filosofar en cuanto tal. Fue una filosofía de las cosas y no la realidad ni de la realidad sobre el saber. El saber y la
sólo una teoría del conocimiento. Esta fue la remota inspi- realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente
ración común de la etapa 1932-1944: la filosofía de las congéneres. No hay prioridad de lo uno sobre lo otro. Y
cosas. La fenomenología tuvo así una doble función. esto no por condiciones de nuestras investigaciones, sino
Una, la de aprehender el contenido de las cosas. Otra, la por una condición intrínseca y formal de la idea misma
de abrir el libre espacio del filosofar frente a toda servi- de realidad y de saber. Realidad es el carácter formal -la
62 Zubiri Textos 63

formalidad- según el cual lo aprehendido es algo «en Texto 8


propio», algo «de suyo». Y saber es aprehender algo se- [La inteligencia concipicnte]
gún esta fonnalidad[ ...]. Por eso, la presunta anterioridad
crítica del saber sobre la realidad, esto es sobre lo sabido, ¿Qué es el intellectus? La filosofía clásica había en-
no es en el fondo sino una especie de timorato titubeo en tendido siempre que es un intellectus concipiens, que
el arranque mismo del filosofar. Algo así como si alguien concibe ideas. Los sentidos nos dan las cosas y la inteli-
que quiere abrir una puerta se pasara horas estudiando el gencia elabora, construye o concibe ideas acerca de ellas.
movimiento de lo músculos de su mano; probablemente Pero, independientemente de otros tipo de consideracio-
no llegará nunca a abrir la puerta. En el fondo, esta idea nes, hay dos que deben hacerse a esta conceptuación. No
crítica de anterioridad nunca ha llevado por sí sola a un es que sea falsa en absoluto, sino que me parece insufi-
saber de lo real, y cuando lo ha logrado se ha debido en ciente, al menos por dos razones.
general a no haber sido fiel a la crítica misma. No podía En primer lugar, porque parece como si concebir
menos de ser así: saber y realidad son congéneres en su ideas fuese algo así como pasear la inteligencia delante
raíz [...]. Pero esto no es todo. Vengo empleando la ex- de la realidad al modo de un espejo y entonces se obtie-
presión «saber» con intencionada indeterminación. Por- nen unos conceptos, del mismo modo que la vista obtiene
que la filosofía moderna no comienza con el saber sin unos colores o el oído percibe unos sonidos. Pero esto no
más, sino con ese modo de saber que se llama «conoci- es así. Los conceptos, aun los más rudimentarios, son al-
miento». La crítica es así Crítica del conocimiento, de la go que el hombre ha buscado y va conquistando; es decir,
epistéme, o como suele decirse, es «epistemología», cien- son el decantado y el precipitado de esa razón «quaeren-
cia del conocimiento. Ahora bien, pienso que esto es su- te», de esa inteligencia «quaerente» en el propio intellec-
mamente grave. Porque el conocimiento no es algo que tus. El concepto no es algo que sea primario, una dote
reposa sobre sí mismo. Y no me refiero con ello a los facto- primaria del inteligir, sino que es una de las maneras que
res determinantes psicológicos, sociológicos y históricos tiene la razón para encontrar las cosas. Se podrá decir que
del conocer. Ciertamente una psicología del conocimien- la humanidad siempre ha empleado conceptos, incluso
to, una sociología del conocimiento, y una historicidad sin saberlo. Pero entre la confianza en el concepto racio-
del conocer son cosas esenciales. Pero sin embargo, no nal y la marcha progresiva dentro de él, que impera en el
son algo primario. Porque lo primario del conocimiento mundo desde la época de los griegos, y lo que podría ser
está en ser un modo de intelección. Por tanto, toda episte- un concepto en tiempos de Hammurabi hay un largo tre-
mología presupone una investigación de lo que estructu- cho. Es decir, la conceptuación es una de las maneras con
ral y formalmente sea la inteligencia, el Nous, un estudio las que se las ingenia la razón para buscar las cosas en su
de «noología». La vaga idea del saber no se concreta en función «quaerente».
primera línea en el conocer, sino en la intelección en Se dirá entonces -es el segundo punto- que al menos
cuanto tal. No se trata de una psicología de la inteligencia hay un concepto que no está forjado por la razón: el con-
ni de una lógica, sino de la estructura formal del inteligir cepto del ente, el concepto de «que es». Pero éste es un
(lRE 10-11). gran problema. Desde los tiempos de Aristóteles, el ente
64 Zubiri Textos 65

pasó por ser algo problemático; necesitaba la operación que significa algo más, significa que el modo mismo de
del noüs, necesitaba captar de alguna manera eso que es inteligir es sentir realidad. Por tanto, es un sentir que es
el ente, pues no es algo inmediatamente dado sobre lo intelectivo en cuanto sentir. Entonces la inteligencia es
que fácilmente pueda montarse una especulación filosófi- sentiente. Inteligencia sentiente consiste en que el inteli-
ca. Lo cual nos obliga a retrotraer el problema del inte- gir mismo no es sino un momento de la impresión: el mo-
LLectus al problema del noüs. mento de la formalidad de su alteridad. Sentir algo real es
La razón no reposa sobre sí misma, sino sobre una in- formalmente estar sintiendo intelectivamente. La intelec-
teligencia concipiente; por tanto, sobre una inteligencia. ción no es intelección «de» lo sensible, sino que es inte-
La inteligencia en tanto que concipiente reposa sobre una lección «en» el sentir mismo. Entonces, claro está, el sen-
inteligencia que no tiene que ser necesariamente conci- tir es inteligir: es sentir intelectivo. Inteligir no es, pues,
piente, sino que, como diría Aristóteles, es simplemente sino otro modo de sentir (diferente del puro sentir). Este
la aprehensión del ente por el noús; y la parte esencial del «otro modo» concierne a la formalidad de lo sentido. La
noüs, según nos dice el propio Aristóteles, es ellogos que unidad de inteligencia y de sentir es la unidad misma de
dice aquello que está aprehendiendo. La razón remite contenido y formalidad de realidad. Intelección sentiente
esencialmente a la conceptuación, la cual, a su vez, está es aprehensión impresiva de un contenido en formalidad
remitiendo a la inteligencia (PFMO 326-328). de realidad: es justo la impresión de realidad. El acto for-
mal de la intelección sentiente es, repito, aprehensión im-
Texto 9 presiva de la realidad. Los sentidos no dan lo sentido «a»
a la inteligencia, sino que están sintiendo intelectivamen-
[Inteligencia sentiente l te. No hay objeto dado «a» la inteligencia, sino objeto da-
La aprehensión de realidad es un acto estructuralmen- do «en» la inteligencia misma. El sentir es en sí mismo
te uno y unitario. Esta unidad estructural es lo que expre- un modo de inteligir, y el inteligir es en sí mismo un mo-
sa el «en». La filosofía clásica, por el contrario, piensa do de sentir. La realidad está aprehendida, pues, en im-
que hay dos actos: el acto de sentir da «a» la inteligencia presión de realidad. Es la inteligencia sentiente. Lo que
lo que ésta va «a» inteligir. No es así. Es esencial la dife- llamamos inteligir y sentir, repito, no son sino dos mo- .
rencia entre el «a» y el «en». Esta diferencia expresa la mentos del único acto de aprehender sentientemente lo
diferencia entre dos conceptos de inteligencia. Decir que real. Como no puede haber contenido sin formalidad ni
los sentidos dan «a» la inteligencia lo que ésta va a inteli- formalidad sin contenido, así tampoco hay sino un solo
gir es suponer que la inteligencia tiene como objeto pri- acto, el acto de sentir intelectivo o de intelección sentien-
mario y adecuado lo que los sentidos presentan «a» ella. te: la aprehensión sentiente de lo real. Es, pues, un acto
En su virtud, la inteligencia sería entonces lo que llamo intrínseca y estructuralmente «uno»: es, insisto, impre-
inteligencia sensible. Inteligencia sensible es inteligencia
sión de realidad. La intelección sentiente es, pues, pura y
«de» lo sensible. En cambio, decir que los sentidos sien- simplemente impresión de realidad. En esta aprehensión
ten lo sentido «en» la inteligencia no significa que el ob- inteligir es el modo mismo de sentir.
jeto primario y adecuado del inteligir sea lo sensible, sino
Zubiri Textos 67
66

La filosofía clásica ha resbalado sobre la impresión de tanto, con la impresión de realidad. Por eso es por 10 que
realidad. Es esta impresión, sin embargo, lo que constitu- he usado indiscernidamente las expresiones de impresión
ye el inteligir primordial, y no las combinaciones, incluso de realidad, «intelección de lo real en y por sí mismo», y
selectivas, de lo que suele llamarse inteligencia animal. «aprehensión primordial de realidad». Pero ahora convie-
Mucho menos aun puede hablarse, como es hoy frecuen- ne distinguirlas. En esta intelección primaria hay el as-
te, de inteligencia artificial. Tanto en un caso como en pecto «formal» de ser intelección: la mera actualización
otro, lo ejecutado, sea por el animal, sea por el mecanis- impresiva de lo real en y por sí mismo. Y hay el aspecto
mo electrónico, no es inteligencia, porque todo ello con- «modal» de primordialidad. ([RE 255-256).
cierne tan sólo al contenido de la impresión, pero no a su
formalidad de realidad. Son impresiones de contenido, Texto 11
pero sin formalidad de realidad. Por eso es por lo que no
[Respectividad de lo real]
son inteligencia ([RE 83-85).
Toda cosa real está constituida en apertura hacia sí
Texto 10 misma. Y su constitutiva suidad es justo el resultado radi-
cal de la respectividad. Porque, en efecto, en la apertura
[Aprehensión primordial de realidad] se está «abierto-a». Y por ser el momento de realidad un
Para que pueda hablarse de lo que algo es «en reali- momento abierto, nada es realidad sino respectivamente a
dad», la cosa tiene que estar aprehendida «corno real» en aquello a lo que está abierto. Con lo cual lo real está
y por sí misma. Lo cual significa que esta aprehensión de constituido como realidad, tan sólo por esta respectividad
la cosa real como algo, previo a su modalización ulterior, del momento de realidad, y a su vez, su forma y modo de
constituye a su vez un modo propio y primario de intelec- realidad es forma y modo respectivamente a su conteni-
ción. Es justo lo que llamo aprehensión primordial de re- do: La ape:tura funda la intrínseca y formal suidad, y la
alidad. La intelección de lo que algo es «en realidad» es, suidad es Justo el resultado de esta intrínseca y formal
pues, una modalización de la intelección de lo que ese al- respectividad. En apertura es como la realidad constituye
go es «como realidad». Respecto de esta aprehensión pri- lo real como «suyo»; y la constitución misma es, por tan-
mordial, los otros modos de intelección son por esto no to, respectividad.
primordiales sino ulteriores. Ulterior procede de un voca- Ahora vemos cómo la respectividad no es respectivi-
blo latino sumamente arcaico uls que significa trans. Só- dad a otras formas de realidad, sino intrínseca y formal-
lo sobrevive en el positivo ultra, en el comparativo ulte- mente suidad. Es respectividad constituyente. La remi-
rior, y en el superlativo ultimus. No se trata, pues de sión a otras formas de realidad cuando existen, es, en
«otra intelección» sino de un modo distinto de la misma cambio, respectividad remitente. La respectividad remi-
intelección. Es la primera intelección misma, pero ulte- tente se funda en la respectividad constituyente (RR 32)
riorizada por así decirIo[ ...].
La aprehensión primordial de realidad coincide con la
mera intelección de la cosa real en y por sí misma, y por
68 Zubiri Textos 69

Texto 12 mo carácter de realidad que constituía las demás cosas re-


[Campo de realidad)
ales del campo. Lo real como «cosa» es ahora distinto;
pero esta cosa como «real», es decir su formalidad de re-
Es menester hablar de campo de realidad. Lo que irn- alidad es físicamente y respectivamente, la misma en nú-
propiamente llamábamos campo perceptivo no es sino el mero. De ahí que lo que ha acontecido es que el campo
contenido aprehendido del campo de realidad. En rigor de realidad se ha dilatado para alojar una nueva cosa. La
debe hablarse tan sólo de un campo de cosas reales. El ampliación o retracción del campo de realidad, es decir la
campo de realidad, a diferencia de lo que hasta ahora he- variación del campo de cosas reales perceptivamente
mos llamado campo perceptivo, está abierto en y por sí aprehendidas como reales no es pues aditiva sino dilatati-
mismo; es en y por sí mismo ilimitado, En cambio, des- va. Por tanto a diferencia del campo perceptivo (en el
crito desde el punto de vista del contenido de las cosas, el sentido de cosa contenida en el campo), que es extrínseco
campo está cerrado por las cosas que lo constituyen y lo a las cosas, el campo de realidad es intrínseco a ellas: me
limitan. El campo meramente perceptivo ofrece un pano- está dado en el impresión de realidad. Esta realidad es,
rama de cosas; el campo de realidad ofrece un panorama según vimos, formal y constitutivamente abierta. Y esta
de realidades. En efecto, supongamos que en ese campo apertura concierne a la impresión de realidad en cuanto
perceptivo hay una luminaria apagada, y que de repente tal, por tanto a todos los modos de presentación de lo re-
esta luminaria se enciende. Desde el punto de vista del al. Entre ellos hay uno, el modo del «hacia». Lo que aho-
contenido, esto es, desde lo que hemos llamado campo ra me importa en este «hacia» es que las otras realidades
perceptivo, hay algo nuevo: una luz nueva en el prado o son en este caso, como ya dijimos, otras cosas reales res-
en la montaña. Pero desde el punto de vista del campo de pecto de las cuales cada una es lo que es. Pues bien, esta
realidad hay una cosa real que viene desde fuera de la re- respectividad es formalmente lo que constituye el mo-
alidad aprehendida antes. Y a donde viene no es sólo ~ mento de cada cosa real según el cual toda cosa está en
prado o a la montaña sino también a la realidad de nu un campo. (IL 26-27).
campo; es algo nuevo en la realidad. Con ello se ha des-
plazado el horizonte de realidad aunque no se haya des-
Texto 13
plazado el horizonte de las cosas vistas. Con la entrada de
la luz en el campo meramente perceptivo, este campo se [Logos y afirmación]
ha enriquecido aditivamente: se ha añadido una cosa más
En resumen la afirmación tiene cuatro momentos
a las que antes había. Pero desde el punto de vista de la
constitutivos:
realidad, no hay propiamente adición, sino que el carácter
a) Tiene un momento de realidad efectiva de lo que se
del campo de realidad ha alojado, por así decido, una co-
afirma como siendo real. Es un momento que le viene al
sa real que antes no estaba en él. Por esto, esta amplia-
juicio de la impresión de realidad, es algo dado en impre-
ción del campo de realidad no es propiamente hablando
sión de realidad.
«adición» sino más bien «dilatación»: lo que constituye
b) Tiene el momento afirmativo en cuanto tal: es el
la formalidad de la nueva cosa es numéricamente el rIÚS-
modo de inteligir la realidad en distancia en un movi-
70 Zubiri
Textos 71

miento de reversión «hacia» lo real, en intelección inten-


una estructura intrínseca propia, constituye un modo de
cional. . 1 intelección propio determinado por la actividad pensante.
c) Tiene el momento de ser actualización diferencia
Entonces el inteligir no sólo tiene carácter de actividad,
de la realidad dentro de la realidad. Nunca se ha estado sino que es un modo de intelección. La actividad determi-
formalmente fuera de lo real. Por tanto afirmar no es ir de I na la intelección, y la intelección determina la actividad.
no real a lo real, sino que es ir de «lo real» a lo que es
En cuanto modo de intelección la actividad pensante ya
«en realidad» por el rodeo de la irrealidad, es es~~ redu- no es un mero pensar sino que es algo distinto: es razón.
ciendo la reducción retroactiva misma por reversion. Esta
La razón es el carácter intelectivo del pensar. No son
reducción de la reducción consiste formalmente, como
idénticos pensar y razón pero no son independientes, sino
vamos a vedo, en lo que llamé «realización». Es la esen- que son dos aspectos de un mismo acto de inteligir en
cia del afirmar. búsqueda. La actividad del inteligir en cuanto determina-
d) Tiene el momento de discernimiento, de lo afirma-
da por un modo de intelección diremos que tiene caráct~r
do , el discernimiento entre los muchos «sena» de aquello
intelectivo. Pero en cuanto acto que procede de una acti-
que «es». ., . . vidad en cuanto actividad, llamaré a esta actividad activi-
Ahora bien a diferencia de la aprehensión primordial , dad del inteligir. (IRA 25-26).
de realidad, toda afirmación por ser distanciada es inte-
lección dual. Envuelve por tanto en primer lugar algo de
que se juzga o afirma, y en segundo lugar hay lo que for- Texto 15
malmente se juzga en el juicio (IL 125-/26). [Mundo como transcendental]

La respectividad es un carácter que concierne a «lo


Texto 14
I que» las cosas son en realidad, a su «talidad»: cad~ ~osa
[La intelección racional. Búsqueda)] . es como es, pero «respectivamente». Esta respectividad
talitativa es lo que formalmente he llamado kósmos, cos-
¿Qué es inteligir en búsqueda? He aquí nuestra, cues- mos. Pero esta respectividad cósmica tiene una precisa
tión precisa. Inteligir en búsqueda no es ~star a la busque- «función»: determina en las cosas reales un modo de ser
da de una intelección, sino que es una busqueda en la que reales qua reales. Pues bien: la respectividad no en el or-
se intelige buscando y en el buscar mismo. Esto levanta den de la talidad, sino en el orden de la realidad en cuan-
una nube de problemas. Porque buscar es ~videntemente to tal, es lo que he llamado mundo. Mundo no es la sim-
una actividad del inteligir que debe considerarse desde ple totalidad de cosas reales (eso también lo es el
dos puntos de vista. Ante todo es una .a~tividad, .per~ ~o cosmos), sino la totalidad de las cosas reales por razón de
una actividad cualquiera, sino una actividad de inteligir.
su carácter de realidad, esto es, en cuanto reales: la res-
A esta actividad del inteligir en cuanto actividad es a lo a
pectividad como modo o carácter de realidad. Mundo y
mi modo de ver debe llamarse pensar. Pero se debe con- cosmos no se identifican ni formalmente ni materialmen-
siderar también la actividad de inteligir en la estructura
te. No se identifican formalmente, porque aunque el cos-
misma de su intelección. Este acto de intelección tiene
mos fuera de índole distinta a la que de hecho es, el mun-
72 Zubiri Textos 73

do, sin embargo, sería el mismo que es ahora. Y tampoco Texto 16


se identifican materialmente, porque cabrían en principio [Lo «físico» y lo real]
muchos cosmos que fueran cósmicamente independientes
entre sí; pero todos ellos coincidirían en ser reales, y, por «Físico» no designa un círculo de cosas, sino un mo-
tanto, constituirían, en cierto modo (no entramos por aho- do de ser. El vocablo viene del verbo phyein, nacer, cre-
ra en el problema), un solo mundo. cer, brotar. Como modo de ser significa, pues, proceder
Este concepto de mundo es el primario y fundamen- de un principio intrínseco a la cosa de la que se nace o
tal. Los demás conceptos de mundo presuponen éste. La crece. En este sentido, se opone a lo «artificial», que tie-
filosofía actual (Heidegger) suele entender por mundo ne un modo de ser distinto; su principio, en efecto, no es
aquello en lo cual y desde lo cual el existir humano se en- intrínseco a la cosa, sino extrínseco a ella, puesto que se
tiende a sí mismo y se encuentra (entendiendo) con las halla en la inteligencia del artífice. De aquí el vocablo vi-
demás cosas; esto es, lo que llamamos «nuestro» mundo no a sustantivarse, y se llamó pliysis, naturaleza, al prin-
y «mi» mundo. Pero el mundo en este sentido se funda en cipio intrínseco mismo del que «físicamente», esto es,
el mundo como respectividad de lo real qua real. Porque «naturalmente», procede la cosa, o al principio intrínseco
ese «nuestro» y ese «mi» expresan, no el carácter origi- de una cosa, del que proceden todas sus propiedades acti-
nario del mundo, sino el mundo como horizonte del siste- vas o pasivas. Lo físico, pues, no se limita a lo que hoy
ma de posibilidades humanas; expresan la apropiación llamamos «física», sino que abarca también lo biológico
del mundo en «bosquejo» (Entwuif), pero no el mundo y. lo psíquico. Los sentimientos, las intelecciones, las pa-
mismo. Sólo porque el hombre es una realidad constitui- siones, los actos de voluntad, los hábitos, las percepcio-
da qua realidad en respectividad a las demás, esto es, sólo nes, etc., son algo «físico» en este estricto sentido. No así
porque el hombre es ya «mundanal» como realidad, pue- forzosamente lo inteligido o lo querido, que pueden no
de hacer «suyo» el mundo, en el sentido existencial y vi- ser sino términos intencionales. Un centauro, un espacio
tal, por «bosquejo». Mundanidad no es sino respectividad no-arquimediano, no son algo físico, sino, como suele de-
de lo real en tanto que realidad: no tiene nada que ver con cirse, algo intencional. Lo inteligido, en cuanto tal, no es
el hombre. Finalmente, hagamos notar que si la respecti- una parte física de la inteligencia; pero, en cambio, el ac-
vidad no concerniera formalmente al carácter de realidad to de inteligir es algo físico. Aquí, pues, lo «físico» se
lo que tendríamos es o bien la respectividad meramente contrapone a lo «intencional». Y de aquí «físico» vino a
biológica, el «medio» de los seres vivos, o bien el mero ser sinónimo de «real», en el sentido estricto de este vo-
«entorno» cósmico como campo de acción y reacción. cablo.
Pero ni medio ni entorno son formalmente mundo; mun- Lo dicho puede aclararse atendiendo a la distinción
do, repito, es la respectividad de lo real en su formalidad entre las notas y las propiedades de las cosas. El peso y el
de realidad (SE 427-428). color de un manzano son físicamente distintos; son, en
efecto, dos notas reales, cada una por su lado, y que con-
tribuyen a «integran} la realidad de aquél. Lo son asimis-
mo un acto de memoria y uno de pasión. En cambio, dos
74 Zubiri Textos 75

notas tales como la «vida» y la «vegetación» de un man- cisamente por eso son sujetos. Digo activas o pasivas,
zano no son notas que se distinguen físicamente porque porque la índole de la sustancia determina también el tipo
en el manzano no tenemos de un lado «la vida» y de otro de pasividad de que es susceptible. Sustantividad es, en
«las funciones vegetativas». Vida y vegetación no inte- cambio, suficiencia en el orden constitucional. Ambos
gran el manzano. Más que notas poseídas por él son as- momentos son tan distintos que cabe perfectamente ima-
pectos que nos ofrece el manzano entero según nuestro ginar una sustancia insustantiva: todos los elementos de
modo de considerarlo, esto es, según lo considere como un compuesto mientras forman parte de él están en este
algo que tiene un modo de ser distinto.del de u~a ~iedra o caso.
como algo dotado de funciones propias constitutivas ?e y es que no puede confundirse el «origen» de las no-
este modo de ser y distintas de las de un perro. No se dIS- tas con su «posición» en el sistema. Las notas pueden es-
tinguen en el manzano, independientemente de mi modo tar originadas en las sustancias; esto, aunque posible, no
de considerarlo; en cambio, en el manzano, su peso y su siempre es así [...]. Pero lo formalmente decisivo de la
color son cada uno lo que son, aunque no haya inteligen- sustantividad no es la originación sino la interdependen-
cia ninguna que los considere. Por esto suele decir~e que cia posicional en el sistema, la posición en él. Sólo es for-
estas últimas notas se distinguen físicamente, mientras malmente sustantividad la unidad sistemática y posicional
que los aspectos se distinguen tan sólo «lógicamente» (yo de estas notas. Recíprocamente, las notas no son sino actua-
preferiría decir «conceptivamente»). Para que haya dis- lización física de la suficiencia constitucional, de la sus-
tinción real y composición física no basta con que dos tantividad. Y los distintos respectos formales de esta sufi-
conceptos sean independientes entre sí, sino que hace fal- ciencia son justamente las dimensiones. Riqueza, solidez,
ta, además, que lo concebido sean notas actual y formal- estar siendo son dimensiones de suficiencia constitucio-
mente independientes en una cosa «física». Evidentemen- nal. Mientras las categorías son categorías de la sustan-
te, la «integración» no es el único tipo de composi~ió.n cialidad, las dimensiones son dimensiones de la sustantivi-
física. Basta con que se trate, por ejemplo, de dos pnnci- dad, esto es, de la suficiencia constitucional en cuanto tal.
pios constitutivos de algo, tales como la materia prima y Pero ambos momentos, la sustancialidad y la sustanti-
la forma sustancial en el sistema aristotélico. Físico y re- vidad, no son sino eso: momentos. No es que haya dos
al, en sentido estricto, son sinónimos (SE 11-12). clases de cosas, unas sustantivas y otras sustanciales[ ...].
Sustantividad y subjetualidad son tan sólo dos momentos
Texto 17 de una misma y única realidad simpliciter. Pero la razón
por la que esta realidad es sustantiva no es la misma que
[Sustancia y sustantividad] la razón por la que es subjetual.
Sustantividad y sustancialidad o subjetualidad son dos Además, entre ambos momentos existe una perfecta
momentos distintos de toda realidad simpliciter. Sustan- articulación. La sustantividad es, en efecto, superior a la
cialidad es aquel carácter según el cual brotan o emergen subjetualidad, precisamente porque es la realidad en
de esa realidad determinadas notas o propiedades, activas cuanto sustantiva la que al absorber las sustancias recibe
o pasivas, que en una u otra forma le son inherentes; pre- de ellas su carácter subjetual (SE 157-158)
1

'1
76 Zubiri Textos 77
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Texto 18 en ella; las posibilidades arrancan del sentido que las co-
[Cosa-realidad y cosa-sentido]
sas reales tienen en la vida y se fundan en dicho sentido;
las llamaremos por esto «cosas-sentido» (SE 104-105).
Volvamos al concepto de realidad. En él, la actuación
es una mera rada cognoscendi, pues precisamente lo que
Texto 19
se quiere decir es que, cuando se da, este tipo de actua-
ción es real y constituye, por tanto, un momento de la re- [Individualidad de la esencia]
alidad de la cosa. Esto circunscribe con rigor el área de la
Toda esencia constitutiva es entitativa y formalmente
realidad. Los minerales, las montañas, las galaxias, los
individual. La especiación es siempre un momento deri-
seres vivos, los hombres, las sociedades, etc., son cosas
vado y no siempre existente. Las diferencias individuales
reales. A estas cosas se contraponen otras, tales como una
son siempre esenciales. Dicho en otros términos; aun en
mesa, la hacienda agraria, etc. Estas últimas cosas son,
el caso de que la esencia constitutiva sea también quiddi-
ciertamente, reales, pero lo son tan sólo por las propieda-
tativa, lo radical y formal de la esencia como momento
des o notas de peso, color, densidad, solidez, humedad,
de la sustantividad es su carácter constitutivo; esto es, la
composición química, etc.; por todas estas notas, en efec-
! esencia simpliciter es la esencia constitutiva. Y esta esen-
to, actúan sobre las demás cosas, sobre el aire, sobre la
cia es siempre individual (SE 247-248).
luz, sobre los demás cuerpos, etc. En cambio, no actúan
sobre las demás cosas por su carácter formal de mesa o
de hacienda. Este carácter no es, pues, una propiedad real Texto 20
suya, no es un momento de su realidad. En su virtud, es- [Dinamismo como «dar de sí» 1
tas cosas en su carácter formal y propio de mesa o ha-
cienda no son, formalmente, cosas reales. Son justo «otra Todo es real en la medida en que es de suyo. Todo de-
cosa», otro tipo de «cosas»: son posibilidades de vida. ja de ser real en la medida en que no es de suyo.
Claro está, que si no tuvieran sus notas reales, no serían Ahora bien, esto significa evidentemente que toda re-
tales posibilidades. Pero la recíproca no es cierta: las co- alidad es justamente un en sí, en una forma o en otra. Su
sas pueden tener propiedades reales, incluso conocidas, y propio carácter de sustantividad le confiere esta Índole de
no ser, sin embargo, todas las posibilidades constituibles ser algo en sí. Es de suyo, sí, y por ser algo de suyo es al-
por aquellas [...]. En todo caso, posibilidad y nota real go en sí. Ahora, las notas, decía, son en sí mismas y por
son dos dimensiones completamente distintas de la cosa. sí mismas formalmente activas. Lo cual quiere decir pura
y no sólo son distintas, sino que la segunda es anterior a y simplemente que la realidad es en sí formalmente acti-
la primera con una anterioridad, además de katá physin, va. Lo cual significa que una sustantividad es lo que es,
como es obvio, con una anterioridad kath'aisthesin, esto es, no simplemente en virtud del aspecto quiescente de unas
contra lo que Husserl y Heidegger pretenden, una anteriori- notas, que de una manera abstracta podrían componer ese
dad por el modo primero y primario como la cosa es perci- sistema, sino que es lo que es justamente en la unidad ac-
bida. Las propiedades arrancan de la realidad y se fundan cional en que consiste el sistema mismo de las notas.
Textos 79
78 Zubiri

constitutiva: la realidad es activa por sí misma. No es el


Es decir, que una cosa, una realidad sustantiva no es
dinamismo una capacidad de actuar y que en ciertos mo-
simplemente lo que es en virtud de las notas cualitativa-
mentos actúa, sino que la realidad en cuanto tal es activa
mente poseídas por ella, sino en la realidad física de todo
por sí misma. En el primer supuesto, bastaría que estuvie-
l? que esas notas son accionalmente. Es, si se quiere,
sen puestas las condiciones externas para que la realidad
siendo lo que es, y todo lo que puede dar de sí. Todo lo
actuara. Si la realidad no actúa, no es porque tenga una
que da de sí. El dar de sí es un momento intrínseco y for-
mal de la estructura de las cosas. capacidad que está inutilizada, sino sencillamente porque
no tiene en qué actuar. Ahora bien, ésta es una hipótesis
Las cosas, precisamente porque son de suyo, tienen un
completamente quimérica. La realidad está constituida en
momento activo que consiste en dar de sí. Y este dar de
respectividad, y cada una de las sustantividades es activa
sí es la expresión misma de su actividad. (EDR 60-61).
por sí misma, por su propia razón de realidad.
Tercero. El dinamismo, en virtud de lo dicho, es algo
Texto 21 formalmente constitutivo de la realidad, y por consi-
[El dinamismo de la realidad] guiente el dinamismo consiste en poder dar de sí, en dar
de sí justamente aquello que la realidad es plenariamente
En primer lugar, todo dinamismo es un devenir. De (EDR 315-316).
esto no hay ninguna duda. Siempre que por devenir no se
entienda forzosamente cambiar, lo cual sería absoluta-
Texto 22
mente falso.
To?o devenir, todas las formas del dinamismo y del [Esencias abiertas]
devenir envuelven sin duda un momento de cambio. Pero
Hay sustantividades cuyas notas son tales que su acti-
el ca~bio no es ~quello que formalmente constituye el
devenir, El devemr no está constituido por el cambio a vidad no concierne tan sólo a lo que talitativamente son,
pesar de que integra el cambio en sí mismo deviniendo. sino también al carácter mismo de realidad del propio sis-
tema. En su virtud, el sistema se comporta no sólo res-
En segundo lugar, el dinamismo es una actuación.
Ciertamente, sí. Pero una actuación que no es consecutiva pecto de lo que son sus notas, sino que se comporta tam-
a la estructura de la sustantividad de cada una de las co- bién respecto de la realidad misma del sistema. Realidad
sas que componen el mundo. No lo es en términos forma- entonces no es tan sólo un carácter del sistema, sino un
«ámbito» suyo, de su actividad, el ámbito de la realidad:
les: no. es una co~exión de acciones y pasiones. Porque
las acciones y pasiones emergen precisamente de la sus- es la realidad como ámbito. Las notas entonces no sólo
tantividad, y aquí la unidad respectiva de las cosas no es pertenecen al sistema, sino que por ser lo que son abren
un ámbito de realidad en el que el sistema puede realizar-
algo que emerge de cada una de las cosas que hay en el
mundo sino que, al revés, es algo que forma y constituye se con sus notas, pero muy diversamente. De ahí que el
un momento intrínsecamente real y formal de cada una constructo estructural del sistema es «de suyo» no sólo lo
que ya es en sí mismo, sino también lo que «puede ser».
de las realidades en cuanto tales. Dicho en otros térmi-
nos: el dinamismo no es una actuación consecutiva sino Estas sustantividades son ciertamente clausuradas, pero
81
80 Zubiri Textos

no son concIusas. Inconclusión no significa incompleto o son de suyo. Solamente la realidad humana (por lo menos
no acabado de hacer en sus notas. Significa que su mane- sólo las esencias abiertas) son realidades que son suyas,
ra de ser «de suyo» no está unívocamente determinada además de ser de suyo. Y el ser suyo es justamente lo que
por la talidad de sus notas. Son «de suyo» sustantividades llamamos persona.
abiertas. Es lo que llamo tipo de sustantividad abierta. Esta es la verdadera sustantividad, la radical sustanti-
Los actos de estas sustantividades son desde luego abier- vidad. El hombre es estructuralmente animal de realida-
t<:>~.Pero lo que estoy afirmando aquf es que son abiertas des; modalmente es realidad «suya»: persona. Todas las
no sólo las actividades, sino la estructura sustantiva mis- demás sustantívidades que he ido exponiendo aparecen
ma. Abierto no significa que el sistema no sea realidad evolutivamente, como un primordiuni cada vez más pró-
«en sí misma», sino que el sistema es en sí mismo algo ximo a esta sustantividad del animal hiperformalizado
abierto a su propio carácter de realidad. Por tanto, abierto que es el hombre, que es la persona. La persona es una
no es estar abierto a otra realidad; no es un carácter de esencia abierta. Una esencia abierta ante todo y sobre to-
alteridad. Sino que abierto es estar abierto a su propia re- do (y por eso es persona) a su propia realidad, y en ella a
alidad en cuanto realidad. «De suyo» su actividad se la realidad de las demás cosas precisamente en tanto que
mueve no sólo en el ámbito de tales o cuales notas reales, reales.
sino en el ámbito de la realidad. La sustantividad es en- y por esto, la apertura modifica justamente el carácter
tonces activa no sólo «por ser real», sino también «para de «en sí» que tiene la realidad humana. Todas las demás
ser real». Su actividad no está encIasada, sino abierta. No esencias -esencias cerradas las he llamado- lo son, por-
es «actuación», sino algo modalmente distinto: es «reali- que son en sí mismas efectivamente de suyo aquello que
zación». Los seres vivos son sistemas cerrados. Cierta- son. Sí. Pero el hombre está abierto a su propio carácter
mente, bien que en distinta medida, según su estructura, de realidad. Ahora bien, esta apertura no es lo radical, co-
«se hacen» a sí mismos. Pero se hacen a si mismos por lo mo si efectivamente las estructuras del en sí fuesen el
que ya son como realidad. En cambio, el hombre, por es- precipitado existencial de lo que acontece en la vida. No.
tar abierto a su propio carácter de realidad, se comporta Ni tampoco es la apertura una especie de apéndice pro-
respecto de él. En su virtud, no sólo se hace a sí mismo, blemático que le acontece al viviente humano: tampoco
sino que hace su propio carácter de realidad. Y en esto es es esto. Sino que la apertura es una modificación estruc-
en lo que consiste «realizarse» (SR 67-68). tural de estructuras que en sí mismas posee el ser huma-
no, la realidad humana. (EDR 207).
Texto 23
Texto 24
[Suidad y persona]
[Persona: personeidad y personalidad]
Abierta a sí misma como realidad, la radical sustanti-
vidad del hombre no sólo es de suyo, sino que es una for- { La suidad constituye, a mi modo de ver, la razón for-
ma especial «de suyo», que consiste en ser «suya». No es i, mal de la personeidad. No confundamos la personeidad
lo mismo ser suyo, que ser de suyo. Todas las realidades con la personalidad. Empleo la palabra personeidad, y no
82 Zubiri 83
Textos

la palabra personalidad como se usa en la terminología ea. De aquí el carácter profundo que tiene m~ personali-
clásica, por razones en las que luego insistiré. Morfológi- dad. Se es persona, en el sentido de personeidad, p?r el
camente la cosa no es inusual. Así como en el ser per se mero hecho de ser realidad humana, esto es, de ~ene~ mt~-
se ha solido hablar de perseidad, o en el ser a se, de asei- ligencia. Ciertamente, el ~mbrión humano adqUle.r~ mtel~-
dad; así también al ser persona como forma de realidad la gencia y por tanto personeidad en un momento casi nnp~~i-
llamo personeidad. ble de definir; pero llegado ese momento ese ~mbnon
La personeidad está constituida, a mi modo de ver, tiene personeidad. Todo el proceso genético antenor. a. es-
formalmente por la «suidad». Ser persona, evidentemen- te momento es por esto tan sólo un proceso de homiruz~-
te, no es simplemente ser una realidad inteligente y libre. ción. Al tener, llegado su momento, este forma ~e reali-
Tampoco consiste en ser un sujeto de sus actos. La perso- dad, ciertamente el embrión no ejecuta todavía act~s
na puede ser sujeto pero es porque ya es persona, y no al personales; y podría pensarse entonces que es~ personei-
revés. También suele decirse que la razón formal de la dad carece aun de personalidad. Pero no es asi, porque l.a
persona es la subsistencia. Pero yo no lo creo: la persona personeidad no se configura tan sólo eje~utando actos, Si-
es subsistente ciertamente, pero lo es porque es suya. La no también recibiendo pasivamente la figura que en ~sa
suidad es la raíz y el carácter formal de la personeidad en personeidad decantan los procesos genéticos que s~ ~Je-
cuanto tal. La personeidad es inexorablemente el carácter cutan por el viviente humano en su proces? de .hOlm~a-
de una realidad subsistente en la medida en que esta reali- ción. Cuando este embrión llega a tener inteligencia va
dad es suya. Y si su estructura como realidad es subjetual, cobrando personalidad pasivamente.[ ...] .
entonces la persona será sujeto y podrá tener caracteres Estos dos momentos de personeidad y pe~sonahdad
de voluntad y libertad. Es el caso del hombre. no son como dos capas o estratos del hombre sino que la
Si llamamos personeidad a este carácter que tiene la personalidad es el momento de concreción de la perso-
realidad humana en tanto que suya, entonces las modula- neidad. Por tanto, no se trata de dos estratos sino de dos
ciones concretas que esta personeidad va adquiriendo es momentos de una realidad única: de la concreta per~ona
a lo que llamamos personalidad. La personeidad es la humana. Desde el punto de vista de su forma de realidad
forma de realidad; la personalidad es la figura según la el hombre es persona, es animal personal (HD 48-50).
cual la forma de realidad se va modelando en sus actos y
en cuanto se va modelando en ellos. Añado esta última
Texto 25
precisión porque la personalidad no está constituida por
una serie de caracteres psíquicos (tonto, listo, tardo, iras- [El hecho de la reJigación]
cible, introvertido, etc.). Todos estos caracteres pertene-
Los tres momentos de ultimidad, de posibilitación y
cen innegablemente a la personalidad, pero son persona-
de imposición caracterizan a la realidad como algo que
lidad no en cuanto caracteres psíquicos y orgánicos sino
no soy yo -rni Yo-, pero que, a pesar de no ser Yo y de
en que determinan y modulan la forma de realidad, la
ser lo más otro que nosotros, puesto que nos hace ser,
personeidad. La personalidad como tal no es cuestión de
constituye paradójicamente lo más nues~ro, porque 10 ~tle
psicología ni de antropología empírica, sino de metafísi-
nos hace es ser en la figura del propio ser sustantivo.
84 Zubiri Textos 85

Pues bien, tomando a una esos tres caracteres, según los cuanto verdadera: es la fe. La fe en Dios es por esto la en-
cuales el hombre va configurando su ser sustantivo, éstos trega a la transcendencia de mi persona; y recíprocamen-
definen precisamente la actitud radical, y a esta actitud la te, la entrega a la transcendencia de mi persona es fe en
llamo religacián. La religación no es algo que vaya ads- Dios. Esta «reciprocidad» es justo el sentido y el alcance
crito a ninguno de estos tres términos aisladamente toma- de la prueba que propuse. La voluntad de fundamentali-
dos. Esto no es verdad, no solamente tratándose del punto dad es entonces el principio originario de una actitud que
que aquí estamos tratando, pero ni tan siquiera de otro. Se se despliega en conocimiento de Dios y fe en El. Cuando
habla, por ejemplo, de Dios como causa última; pero el se llega a un Dios personal, la voluntad de fundamentali-
theós de Aristóteles no tiene significación religiosa nin- dad es la actitud de ser persona relativamente absoluta
guna. Le faltan, precisamente, los otros dos momentos. «en» la persona absolutamente absoluta que es Dios. Es
Al primer motor inmóvil nadie le puede dirigir una ora- la voluntad de asentar la verdad real de mi persona en la
ción, por lo menos si no se dicen más cosas. Es menester verdad real de la persona de Dios, transcendente en las
tomar a una estos tres caracteres de ultimidad, de posibi- cosas todas y en mi propia persona. No se trata de ir fuera
litación y de imposición para que definan justamente esa de las cosas reales y de mi propia realidad personak sino
actitud que llamamos religación. La re ligación es la liga- de estar en esas cosas y en mi persona plenamente, esto
dura a la realidad en cuanto realidad para ser. No es un es, llegando hasta aquello en que últimamente consiste su
vínculo físico ni es una presión social, puesto que los vín- realidad. Si viéramos integralmente la realidad de un gra-
culos físicos y las presiones sociales se refieren a lo que no de arena, habríamos visto en este grano a Dios en su
las cosas y las personas son. Aquí se trata, pura y simple- realidad personal incluso trinitaria. En la actitud de llegar
mente, de enfrentarse con el carácter de realidad de todo a un Dios, persona transcendente en mí, es en lo que con-
ello. Tampoco es una obligación, porque la obligación es siste la unidad principial de inteligencia y de fe (HD
algo interno a la persona y la presupone constituida: la 295).
obligación gravita siempre sobre una forma de ser, pero
no es lo que la constituye. La realidad como última, como
posibilitante y como imponente es aquello que constituye Texto 27
la religación. En la religación, por consiguiente, acon- [Religación y religión]
tece pura y simplemente la fundamentalidad, no de la re-
alidad sustantiva del hombre, pero sí de su ser sustantivo La fe es entrega dinámica, y es por consiguiente, a un
(PFHR 39-40). tiempo que individual, histórica. Y como excede el área
de lo que la pura inteligencia da, pueden aparecer, y apa-
recen efectivamente, distintas ideas posibles de Dios. Por
Texto 26 tanto la fe -esa entrega- tiene un carácter esencialmente
[Inteligencia y fe] optativo. El hombre opta dentro del área que le abre la
marcha continua de la inteligencia. La fe tiene un carácter
La apropiación de esta posibilidad [se. Dios como esencialmente optativo, lo mismo en una opción positiva
fundamento] es la entrega a una realidad personal en que en una opción negativa, porque el ateísmo, como au-
86 Zubiri

tosuficiencia de la vida, es una opción tanto como lo es la


de creer en Dios uno y trino. Ahora bien, la entrega del
hombre a Dios es una entrega en su ser total. No es pura-
mente una marcha de su inteligencia. Por ello es menester
que nos enfrentemos con un nuevo aspecto de la cues-
tión. Como entrega total del hombre a Dios no es sola-
mente religación, sino que la religación adquiere, en su
entrega absoluta a Dios, una forma concreta que se llama
religión (PFHR 83).

IV
BffiLIOGRAFÍA
A) OBRAS DE ZUBIRl CITADASy SIGLAS UTILIZADAS
NHD: Naturaleza, Historia, Dios 9 ed. (Madrid 1987).
SE: Sobre la esencia (Madrid 1962).
CLF: Cinco lecciones de filosofía 3 ed. (Madrid 1985).
RR: 'Respectividad de lo real', en Varios, Realitas IlI-IV (Madrid
1979), pp. 13-43.
IRE: Inteligencia sentiente. * Inteligencia y realidad. 3 ed. (Madrid
1984). Original en 1981, sólo con el primero de los títulos.
IL: Inteligencia y logos (Madrid, Alianza 1982).
IRA: Inteligencia y razón (Madrid, Alianza 1983).
lID: El hombre y Dios (Madrid 1984).
SH: Sobre el hombre (Madrid 1986).
EDR: Estructura dinámica de la realidad (Madrid 1989).
PFHR: El problema filosófico de la historia de las religiones (Ma-
drid 1993)
PFMO: Los problemas fundamentales de la metafísica occidental
(Madrid 1994)

B) SELECCIÓNDE ESTUDIOSSOBRE ZUBIRI


ABELLÁN, J. L. - MALLO, T., La escuela de Madrid. Un ensayo de
filosofía (Madrid 1991)
AISA,I., La unidad de la metafísica y la teoría de la intelección de
X. Zubiri (Sevilla 1987).
CASTRO, c., Biografía de Xavier Zubiri (Málaga 1992).
CONILL, 1., El crepúsculo de la metafísica (Barcelona 1988)
DOMINGO MORATALLA,A., Un humanismo del siglo XX: el perso-
nalismo (Madrid 1985)
FERNÁNDEZ DE LA MORA, G., Filósofos españoles del siglo XX
(Barcelona 1987)
Bibliografía 91
90 Zubiri
VILLANUEVA, 1., Noologia y reología: una relectura de Xavier Zu-
FERRAZ FAYOS, A., Zubiri: el realismo radical (Madrid 1988) biri (Pamplona 1995)
GARAGORRI. P., La filosofía española en el siglo XX. Unamuno, WESSELL, L. P., El realismo radical de Zubiri. Valoración crítica
Ortega, Zubiri (Madrid 1985) (SaJamanca 1992)
GÓMEZ CAMBRES, G., La realidad personal. Introducción a Zubiri
(Málaga 1983)
GÓMEZ CAMBRES, G., La inteligencia humana. Introducción a Zu-
biri II (Málaga 1986)
GÓMEZ CAMBRES, G., Zubiri: el realismo transcendental (Málaga
1991)
GÓMEZ CAMBRES, G., Zubiri y Dios (Málaga 1993)
GONZÁLEZ, A., La novedad teológica de lafilosofía de Zuhiri (Ma-
drid 1993)
GRACIA, D., Voluntad de verdad. Para leer a Zubiri (Barcelona
1986).
LAZCANO, R., Panorama bibliográfico de Xavier Zubiri (Madrid
1993)
LÓPEZ QUINTAS, A., Filosofía española contemporánea (Madrid
1970)
LLENIN IGLESIAS, F., La realidad divina. El problema de Dios en X.
Zubiri (Oviedo 1990)
MARQUINEZ ARGOTE, G., Sobre filosofía española y latinoamerica-
na (Bogotá 1987)
MARQUINEZ ARGOTE, G., Realidad y posibilidad. Fundamentos de
Ética y Educación (Bogotá 1995).
PINTOR-RAMOS, A., Realidad y verdad. Las bases de la filosofía de
Zubiri (Salamanca 1994)
PINTOR-RAMOS, A., Realidad y sentido. Desde una inspiración zu-
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ROVALEITI, M.L., La dimensión teologal del hombre. Apuntes en
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1979).
ROVALEITI , M. L., Esencia y realidad. La función transcendental
de la esencia en la filosofía de Zubiri (Buenos Aires 1979).
SAEZ CRUZ, L, La accesibilidad de Dios: su mundanidad y trans-
cendencia en X. Zubiri (Salamanca 1995)
V ARIOS, Del sentido a la realidad. Estudios sobre la filosofía de
Zubiri (Madrid 1995)
BIBLIOTECA FILOSÓFICA
Director: Luis Jiménez Moreno

Colección Filósofos y Textos


Esta colección pretende poner a disposición de estu-
diantes y personas cultas, en general, estudios rigurosos,
breves y de fácil manejo, para el conocimiento de los
grandes pensadores, así como el acceso directo a páginas,
especialmente significativas, de sus escritos. La redac-
ción está hecha, con carácter didáctico, por especialistas
en cada tema.

Títulos aparecidos:
ADORNO, R.E. Mandado MARCO AURELIO, J. Pastor
AVEMPACE, J. Lomba MARX, R. Jerez
A VICENA, R. Ramón MERLEAU-PONTV, F. MartÍIlez
BACHELARD, J. Sánchez MOLINA, M. Ocaña
BARTOLOlVlÉ DE LAS CASAS, NEWTON, C. Mataix
M. Beuchot NIETZSCHE, L. Jiménez
BERGSON, G. Muñoz-Alonso PICO DELLA MfRANDOLA,
BERKELEY, l. Quintanilla C. Goñi
CAMUS, M. Zárate PIQUER, J .M. Ayala
DESCARTES, J.A. Martínez PLATÓN, A. Guzmán
FEUERBACH, A. Ginzo ROUSSEAU, A. VilJar
FICHTE, V. López SAN ACUSTÍN, A. Uña
HUME, J.A. Martinez SAN ANSELMo, E. Forment
IBN GABIROL, J.F. Ortega SANTAYANA, J.L. Abellán
JOVELLANOS, A. Femández SANTO TOMÁS, D. Roca
KANT, L. Jiménez SCHEI_LING, V. López
LEmNIZ, 1. Murillo SPINOZA, A. Dornínguez
LLULL, S. Trías TEILHARD DE CHARDIN,
LOCKE, E. García J.S. Lucas
MAQUlAVELO, J.M. Bermudo UNAMUNO, M. Padilla
MARCEL, F. Blázquez WOLFF, M.L.P. Cavana
ZUBIRI, A. Pintor
De próxima aparición:

ARISTÓTELES, M. Maceiras MARIANA, P.J. Guijarro


BALMEs, D. Roca ORTEGA y GASSET, J. Lasaga
BURER, D. Sánchez PARMÉNIDES, T. Calvo
COMTE, J. Echano PAseAL, G. Albiac
D'ORS, M. Ocaña PLETON, J. Signes
FEIJÓO, A. Jiménez PTOLOMEO, C. Mínguez
GADAMER, L.E. de Santiago QUENTAL, A.M.J. Monteiro
IIEIDEGGER, R. Rodríguez SCHELER, A. Pintor
HUSSERL, M. García Baró STlRNER, C. Díaz
KIERKEGAARD, R. Larrañeta SUÁREZ, S. Rábade
LEVINAS, G. González VAZ FERREIRA, J.M Romero
3

LUCRECIO, J.A. Enríquez WITTGENSTEIN, R. Drudis


, ZEA, Leopoldo, J.L. Gómez-
Manínez

En preparación:
Abelardo, Adelardo de Bath, Alfarabi, Althusser, Ave-
rroes, Ayer, Bacon (Fr.), Bayle, Benjamín, Bloch, Boecio,
Brentano, Bruno, Buber, Ciruelo, Copémico, Cusa, Ches-
tov, D' Alembert, Diderot, Duns Sean, Dussel, Engels,
Escoto Eriúgena, Ferrater Mora, Foucault, Frornm, Gali-
leo, Ga. Morente, Gracián, Gurwitsch, Habermas, Hart-
mano Ed., Hartmann (Nik. van), Hegel, Heráclito, Herder,
Ibn Arabí, Ibn Paquda, Izquierdo, S., Jacobi, Jaspers,
Kuhn, Lacan, Lacroix Jean, Lavelle, Lessing, Lichten-
berg, Luis de León, Lukasiewitz, Malebranche, Machado,
Mata, Montaigne, Mounier, Main de Biran, Ockham, Pia-
get, Plotino, Popper, Quine, Rodó, Rorty, San Buenaven-
tura, Salmerón, Sanz del Río, Sartre, Schopenhauer, Sim-
mel, Vasconcelos, Vico, Vitoria, Vives, Voltarie, Wagner,
Weber, Zambrano.

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