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1 Purgatorius

La mayor parte de los mamíferos prehistóricos de finales del Cretácico período parecían más
o menos las mismas - pequeñas criaturas temblorosas tamaño de un ratón, que pasaron la mayor
parte de sus vidas en lo alto de los árboles, el mejor evitar arrasa rapaces y tiranosaurios. Sin
embargo, en un examen más detenido, especialmente de sus dientes, está claro que estos
mamíferos estaban especializados en su propia forma. Lo que diferencia a Purgatorius del resto de
la manada de ratas es que poseía claramente dientes de primates, lo que lleva a la especulación
de que esta pequeña criatura puede haber sido directamente ancestral a los chimpancés de hoy en
día, a los monos rhesus y a los humanos, todos los cuales tuvieron la oportunidad de evolucionar
solo después de que los dinosaurios se extinguieron y abrieron un valioso espacio de respiración
para otros tipos de animales.

El problema es que no todos los paleontólogos están de acuerdo en que Purgatorius fue un
precursor directo (o incluso distante) de los primates; más bien, puede haber sido un ejemplo
temprano del grupo de mamíferos estrechamente relacionado conocido como "plesiadapids",
después del miembro más famoso de esta familia, Plesiadapis. Lo que sí sabemos acerca de
Purgatorius es que vivió en lo alto de los árboles (como podemos deducir de la estructura de sus
tobillos), y que logró unir el Evento de Extinción K / T: se han descubierto fósiles de Purgatorius
que datan de ambos Cretácico tardío y el Paleoceno temprano.Época, unos millones de años
después. Lo más probable es que los hábitos arbóreos de este mamífero ayudaron a rescatarlo del
olvido, haciendo accesible una nueva fuente de alimento (nueces y semillas) en un momento en
que la mayoría de los dinosaurios que no trepaban a los árboles morían de hambre en el suelo.

Enterramiento de Kebara 2

Otra compleja sepultura, pero en este caso muy bien documentada, es la de Kebara 2, donde
apareció el esqueleto de un varón muy robusto tumbado sobre la espalda, con el brazo derecho
doblado sobre el pecho y el izquierdo apoyado sobre el vientre (figura 2, A y B). Todo el esqueleto
estaba completo y en perfecta conexión anatómica, salvo parte de las piernas, destruidas en una
excavación clandestina previa. Pero faltaba el cráneo, y la interpretación que se ha dado (Tillier et
al. 1991) es que debió haber sido retirado por los neandertales, abriendo la sepultura tras un lapso
de tiempo imposible de determinar. Al manipular la cabeza, hubieron de romper las regiones
superiores de las ramas ascendentes de la mandíbula, que aparecen con roturas muy similares y
antiguas, quizás para terminar de soltar las inserciones de los músculos temporales, maseteros y
pterigoideos, y se cayó un molar superior. Debieron realizar este acto con bastante delicadeza, ya
que prácticamente no se desplazó la mandíbula del hioides y de las vértebras cervicales.

Esta cueva ubicada en Israel demuestra la extensión de los neandertales por el Próximo
Oriente asiático. La cueva cuenta con una potente estratigrafía, formada por enterramientos a
diversos niveles.

Techo de los Policromos

Vista general del techo de la sala de los Policromos de la Cueva de Altamira. Presenta una
superficie densamente decorada de cerca de 200 metros y en la cual se documentan más de 300
representaciones de arte rupestre que abarcan desde los inicios de la expresión gráfica, hace casi
40.000 años, hasta el momento en que la cavidad quedó cerrada, hace unos 13.400 años. Este
gran panel se sitúa en una sala lateral de la cavidad que en origen, se encontraba abierta hacia la
zona del vestíbulo, si bien tras diversas modificaciones realizadas a lo largo del siglo XX ha quedado
como un espacio cerrado, al que se accede por un estrecho pasillo desde la galería principal de la
Cueva.

Sorprende que en esta sala no se decoraran las paredes y todo el aparato gráfico se concentre
en el techo. Este se ubicaba en origen a tan solo un metro del suelo y en él, diversas generaciones
de artistas plasmaron todo tipo de representaciones del repertorio paleolítico, tanto figurativas como
abstractas o de interpretación desconocida. Para ello, se emplearon prácticamente todas las
variedades conocidas de las técnicas del grabado y la pintura, como el grabado simple o el múltiple,
el trazo estriado o el trazo raspado, o las aplicaciones de colorantes lineales, el punteado, la pintura
aerografiada o soplada, las tintas planas o el difuminado de los colorantes por frotado o lavado.

Una grieta natural atraviesa el panel de roca dividiéndolo longitudinalmente en dos secciones,
a partir de las cuales se describe su contenido artístico.

Según se accede a la sala y se mira al techo hacia la derecha, encontramos una zona en
general bastante lisa, con algunas pequeñas protuberancias y diversas grietas poco profundas, en
donde se aprecian algunos precipitados calcáreos de calcita blanca y zonas descamadas por
procesos naturales. En este sector predomina, en una primera visualización, el color rojo,
perteneciente a diversas representaciones de animales y signos de apreciable tamaño, así como a
numerosos restos de colorante muy perdidos por causas naturales. En esta zona se concentran la
mayor parte de las representaciones más antiguas de la cavidad, pertenecientes a las primeras
fases del Paleolítico superior, el Auriñaciense y el Gravetiense. Por encima de ellas,
superponíendose, aparecen representaciones de fases más recientes, en especial en el tramo más
cercano a la entrada a la sala.

Signos rojos claviformes, signos punteados, grandes caballos rojos en tinta plana, y otros
animales de gran tamaño como bisontes o cérvidos, se superponen a decenas de haces de líneas
grabadas, más conocidas como chozas, los primeros motivos representados en este panel, a
comienzos del Paleolítico superior. En la zona anterior de este sector derecho, un grupo de bisontes
policromos de una calidad inferior a los más conocidos del sector izquierdo, se superponen a
caballos rojos en tinta plana y conviven con grabados de ciervos de gran belleza plástica y buen
tamaño, seguramente coetáneos.

La zona a la izquierda de la grieta se presenta más accidentada, con numerosos salientes


redondeados en su primera mitad, y una zona más lisa con algunas grietas poco profundas al fondo.
Es el sector que primero se observa al entrar en la sala y dónde se concentran las representaciones
más conocidas de la cueva. En él se distribuyen veintitrés grandes bisontes grabados y/o pintados
en diversos tonos de ocre rojo y negro, de ahí el término de policromos por el que es mundialmente
conocido, si bien solo se usan dos colores básicos, el rojo y el negro. Junto a los bisontes destacan
las representaciones de dos caballos y una gran cierva realizados de manera similar. Aparecen
también representaciones más antiguas generalmente pintadas en rojo. La realización material de
estos grandes animales policromados se sitúa a caballo del Magdaleniense inferior y el
Magdaleniense medio, es decir, entre hace unos 14.600 y 13.500 años antes del presente.

En su conjunto, este panel supone una de las mayores concentraciones conocidas de


manifestaciones artísticas paleolíticas, con representaciones realmente excepcionales tanto por su
tamaño, como por su calidad técnica o por la capacidad plástica de los autores. <BR> Las
representaciones figurativas del techo son, en su mayor parte, naturalistas, pero en su composición
no se documentan líneas de suelo, representación de paisajes, o escenas aparentes, aunque es
evidente que existe una relación entre muchas de ellas. En la mayor parte de las figuras de animales
existe un dominio de la perspectiva y de las proporciones anatómicas, si bien en las
representaciones más antiguas estas habilidades están más limitadas y existen convenciones de
representación de los animales que, dentro de un apreciable naturalismo, no se ajustan a la realidad
representada.

Sobre el sentido e interpretación de este panel se ha especulado mucho a lo largo del casi
siglo y medio que ha transcurrido desde su descubrimiento, en 1878. Actualmente se sabe que se
trata de una formidable acumulación de representaciones realizadas a lo largo de casi 25.000 años,
lo que convierte a este techo, y por extensión a la cueva de Altamira, en un lugar especial para las
poblaciones del Paleolítico superior. Su relación con el pensamiento transcendente de los hombres
de esta época es segura, si bien no conocemos con qué creencias o ritos pudieron estar asociadas.
Por el contrario, sabemos que no se hicieron con el ánimo de decorar la cavidad, ya que las mismas
apenas eran visibles al encontrarse en un espacio ancho, profundo apenas a un metro de altura, lo
cual impedía no ya la observación general del techo, sino incluso la contemplación, una por una,
de la mayor parte de las figuras.

En su conjunto, este panel constituye un auténtico hito de la Historia del Arte, siendo conocida
como el la capilla Sixtina del Arte Paleolítico, y un referente absoluto para el conocimiento del primer
arte de la Humanidad.

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