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“Otro día que termina. Otro día que no he hecho nada. Otro día perfecto” dijo cierto felino
anaranjado, amante de la lasaña y enemigo número uno de los lunes. Lamentablemente, no
todos podemos ser el gato antropomorfo de una serie animada.
Para el humano común y corriente se trata de una lucha de todos los días: ¿Hacer o no hacer?
¿Hoy o mañana? ¿Flojear o producir?
Hablamos con el psicólogo canadiense Timothy Pychyl, voz de iProcrastinate, uno de los
podcasts más descargados en iTunes, y autor de Solving the Procrastination
Puzzle (Resolviendo el puzzle de la procrastinación) quien lleva 20 años investigando el
fenómeno. Sus decenas de estudios lo han convertido en una de las voces con mayor autoridad
respecto al tema, y, déjenme decirles, su rapidez al momento de contestar nuestras dudas
demuestran que practica lo que predica.
Hace 10.000 años, sin duda, la vida era más simple. Puro carpe diem. “Vivíamos más en el
momento. Como cazadores/recolectores, nos enfocábamos en cosas del presente, planear a
futuro no era algo muy prevalente“, nos comenta Timothy Pychyl, quien trabaja
actualmente como profesor de la Universidad de Carleton, en Ottawa, Canadá.
La postergación de tareas no era una opción, porque si alguien se dedicaba a sacar la vuelta
y no cazaba cuando tenía que cazar, o no cosechaba cuando era la temporada de hacerlo,
moría. “Sabemos que la pereza o procrastinación siempre fue mal vista. De hecho, la pereza
es un pecado en la mayoría de las religiones que conozco”, agrega.
La postergación, por otro lado, sí puede ser útil. “La usamos a menudo cuando
establecemos prioridades. Puedo postergar una cosa para hacer otra tarea más importante”,
comenta.
Hay buenas noticias. En su experiencia, Pychyl cree que cualquier persona puede dejar de
procrastinar en exceso. “Una vez que reconoces que la procrastinación es una respuesta de
afrontamiento centrada en la emoción, que esta postergación innecesaria es una forma
desadaptativa de hacerle frente a las cosas, como comer cuando no tienes hambre (lo haces
para hacerte sentir mejor), entonces puedes aprender estrategias para responder de otras
formas”.
El experto también hace hincapié en que nadie puede estar 100% a salvo de la
procrastinación, hasta la persona más productiva del mundo siente deseos de hacerlo, la
diferencia está en cómo nos enfrentamos a ella cuando quiere hacer de las suyas. “No siempre
queremos hacer lo mejor para nosotros. Por lo tanto, debemos manejar nuestras emociones
bien y aprender estrategias para manejar nuestra fuerza de voluntad y energía también”.
Pychyl nos comparte las enseñanzas que sus años de experiencia le han dejado. Atentos, a
tomar lápiz y papel.
1. Identifica y anota:
Tomar conciencia es el primer paso. Anota las consecuencias de cada acto de procrastinación
(emocionales, física, productivas, etc.), como también de las veces donde sí llevaste a cabo
la tarea no deseada.
2. Solo hazlo:
Es por algo que desde hace 25 años Nike nos sigue vendiendo la misma frase. “No esperes a
tener el ánimo correcto para comenzar, simplemente hazlo” comenta el psicólogo, quien
luego cita el trabajo del experto en productividad, David Allen: “No hacemos proyectos,
hacemos acciones. Así que pregúntate ¿cuál es la siguiente acción? Luego comprométete
a dedicarle 5 minutos. Verás que funcionará como cebo para la acción final”.
3. Piensa en concreto:
Piensa en las tareas de forma muy concreta y precisa. “No te pongas intenciones vagas como,
por ejemplo, “haré eso en el fin de semana”. Eso no significa mucho, porque “eso” y “fin de
semana” están pobremente definidos. Expresa intenciones específicas y concretas de qué
exactamente harás, cuándo y dónde. Este enfoque nos hace pensar que la tarea pertenece
al presente y que tiene urgencia” comenta Pychyl. Pensar abstractamente, en cambio, nos da
la sensación de que no se trata de algo urgente, por lo tanto, pensamos que es postergable.
4. Viaja al futuro:
En tu mente, claro está. Es muy importante para los procrastinadores crónicos entender que
quien hará la tarea desagradable en el futuro, serán ellos mismos. “Nuestras investigaciones
muestran que aquellas personas con un sentido fuerte de continuación propia con su “yo
futuro”, procrastinan menos, porque son capaces de “viajar en el tiempo” y darse cuenta de
que lo que retrasamos hoy, será horrible luego” comenta Pychyl. Visualizar nuestro “yo
futuro” realizando la tarea es una forma de tomar conciencia de los costos de procrastinar.
6. Desconéctate:
Ser compresivo con uno mismo y aceptar que se perderán batallas es esencial.
Investigaciones han demostrado que el auto-perdón, en cuanto a la procrastinación, está
relacionado a menos postergaciones futuras. Perdónate y comienza de nuevo.