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Los errores de los economistas

Carlos Berzosa
Sistema Digital

En un artículo reciente, Vicenç Navarro criticaba a los economistas que


forman parte del grupo de los 100, entre otras cosas por no haber sido
ninguno de ellos capaz de predecir la crisis. Con ser esto grave, y que ha
afectado a la mayor parte de la profesión en todo el mundo, lo más
preocupante es que casi ninguno de ellos tampoco ha explicado de una
forma convincente las causas y la evolución de la crisis. Da la impresión de
que no se han enterado y siguen sin enterarse de lo que realmente ha
pasado y sigue pasando. Los remedios que dan, por tanto, para resolver los
problemas son equivocados, al confundir los efectos con las causas, y tratar
de poner la carreta antes que los bueyes. Sin un buen diagnóstico resulta
prácticamente imposible acertar con los remedios.

La escasa capacidad que la mayoría de los economistas académicos ha


mostrado para predecir la crisis es el objeto principal del libro que acaba de
publicar Roberto Petrini “Proceso a los economistas”. En él se recoge, al
igual que en el muy recomendable libro de Juan Tugores "Crisis: lecciones
aprendidas…o no", la anécdota que se ha hecho famosa acerca de la
pregunta que hizo la Reina del Reino Unido en su visita en noviembre de
2008 a la London School of Economics, con motivo de la inauguración del
nuevo auditorio. La Reina Isabel preguntó por qué ninguno de los grandes
economistas allí reunidos había sido capaz de detectar a tiempo la gran
crisis financiera que se venía encima. No obtuvo respuesta. Al parecer, sólo
el español Garicano, director de uno de los departamentos, pudo apenas
balbucear algún intento a modo de contestación.

Posteriormente, hubo una carta de respuesta formal, en la que se culpaba a


los “magos de las finanzas” y en la que se ofrecían tibias explicaciones y
excusas referidas a “un fracaso de la imaginación colectiva de mucha gente
brillante”. El hecho sucedido, así como la carta, fueron objeto de comentario
en la prensa británica. La argumentación, desde luego, no podía ser más
débil, lo que motivó que un conjunto de economistas, que cuentan con un
alto reconocimiento académico, capitaneados por Geoffrey Hodgson,
expusiera otras razones. La más importante, atribuía el despiste de la
mayoría de los economistas respecto a la crisis a que la economía, como
ciencia, se hubiera convertida en los últimos tiempos en una rama de las
matemáticas, lo que la había alejado del estudio de los problemas reales.

Hay, por tanto, economistas brillantes que, bien por el objeto de su estudio,
muchas veces bastante irrelevante y sin aplicación al mundo real, o bien por
la metodología que utilizan, excesivamente abstracta y formal, son
incapaces de explicar lo que realmente sucede en el mundo. Todo lo que
está pasando debe servir para cambiar las enseñanzas de la economía
actual. No es que se descarte, por mi parte, la enseñanza de las
matemáticas, sino al contrario. Considero que los economistas deben tener
una buena formación matemática, estadística y econométrica, pero estos
conocimientos deben ser medios e instrumentos y no fines. La formación en
teoría económica es la base en la que se sustenta el conocimiento sólido de
los economistas, pero no olvidemos que no solamente existe la teoría
neoclásica, hay otros enfoques que, en muchas ocasiones, son alternativos.
El estudio de la historia económica y del pensamiento, así como de las
instituciones y la estructura económica resultan fundamentales para el
conocimiento de la realidad concreta y material.

Precisamente, algunos economistas que se han acercado con un buen


instrumental teórico a la realidad, son los que han sido capaces de predecir
lo que se avecinaba. Aunque se ignore, sí hubo quien pronosticó lo que se
venía encima.

He mencionado en otras ocasiones a economistas que de algún modo


advirtieron de los peligros en los que la economía se encontraba, como
consecuencia de la primacía de las finanzas, la desregulación, las
desigualdades existentes, y las burbujas especulativas. Pero resulta muy
ilustrativa la información que proporciona el artículo que escribe en "Sin
Permiso", revista digital, Amaranta Süs, pues hace referencia a la concesión
del Premio Revere a los diez economistas que predijeron la crisis. Para ello
han votado 2.500 economistas de todo el mundo para elegir a quién
consideran el científico que primero y con mejores argumentos advirtió al
mundo del colapso financiero. Cada votante disponía de tres votos y se
emitieron un total de 5.062. Este premio se ha concedido en honor de Paul
Revere y de su famosa travesía nocturna para alertar a los norteamericanos
de la proximidad del ejército colonial británico. Se trata, por tanto, de saber
si hoy como ayer alguien advirtió de la proximidad del peligro. Sí los hubo,
pero no se les hizo caso.

El más votado resultó ser el economista matemático de formación marxista,


pero que utiliza el modelo de Minsky, Steve Keen (Universidad de Sydney),
que recibió 1.152 votos, el doble que el segundo, Nouriel Roubini
(Universidad de Nueva York). En la lista se encuentran economistas bien
conocidos en España, como Joseph Stiglitz, en cuarto lugar, Paul Krugman,
en séptimo, y Soros, el décimo. También, aunque, menos conocido, Robert
Shiller, en sexto lugar, que tiene un libro fundamental para entender las
claves que originan la crisis, como es “El estallido de la burbuja”. Para el
que se encuentre interesado en leer artículos del primer clasificado los
puede encontrar en “Sin Permiso”. Siete de los diez clasificados se han
citado periódicamente en esta revista digital.

En suma, no todos los economistas se encuentran tan despistados ante la


crisis, y lo que hay que hacer es leer precisamente a aquellos que la historia
les ha dado la razón. Una vez más todo esto pone de manifiesto la urgencia
de cambiar los planes de estudio de las facultades de economía, en la línea
que hemos señalado. Estudiar a su vez a economistas como al
poskeynesiano Minsky, que está triunfando después de muerto, y cuando se
encontraba desaparecido en la bibliografía de los colegas economistas,
ahora revive y es una de los más citados en la literatura que aborda la
crisis.

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