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NOVENA PARTE

LA PARTICIÓN DE BIENES

706. Breve referencia al estado de indivisión. Hemos visto, en distintas


oportunidades a lo largo de nuestro estudio, cómo existiendo va-
rios herederos se forma entre ellos, al fallecimiento del causante,
un estado de indivisión respecto de los bienes dejados por éste. La
partición viene precisamente a poner fin a dicho estado, asignan-
do a cada cual bienes equivalentes a sus derechos en la indivisión.
No nos corresponde, en esta obra, ocuparnos de la indivisión.
Ella no se presenta sólo en la sucesión por causa de muerte, sino
en múltiples situaciones jurídicas. En términos generales, pode-
mos decir que hay indivisión cuando tienen derecho de cuota
sobre una misma cosa dos o más personas. Es requisito fundamen-
tal para su existencia que los derechos de los titulares sean de
análoga naturaleza. Así, si Pedro y Juan adquieren un inmueble
en común, existe copropiedad respecto de él; pero, por ejemplo,
en el usufructo no existe comunidad, pues el nudo propietario y
el usufructuario tienen sobre la cosa fructuaria derechos de natu-
raleza distinta.
La indivisión se clasifica, principalmente, en a título singular y
a título universal, clasificación enunciada precisamente en el ar-
tículo 1317 –que encabeza el título de la partición de bienes– al
decir: “ninguno de los coasignatarios de una cosa universal o sin-
gular estará obligado”, etc. Generalmente, cuando la indivisión
recae sobre una cosa singular se habla de copropiedad, y si lo
hace sobre una universalidad –caso típico de la indivisión heredi-
taria–, se habla de comunidad.
El Código Civil trata de la indivisión en numerosos preceptos
aislados (artículos 662, 663, 718, 742, 772, 846, 851, 892, 1812 y
2417), pero principalmente en el párrafo tercero del Título XXXIV

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DERECHO SUCESORIO

del Libro IV, que se ocupa del cuasicontrato de comunidad. Estas


normas han sido complementadas por leyes posteriores, especial-
mente por el Código de Procedimiento Civil al tratar del Juicio de
Partición de Bienes, donde incluso se dan ciertas normas de carác-
ter sustantivo como, por ejemplo, respecto de la administración
de los bienes comunes.
Nuestro Código Civil concibe la indivisión como un estado de
transición hacia el dominio individual, como un patrimonio en
liquidación destinado a ser repartido entre los que tienen dere-
cho a él, mediante la partición de los bienes, a cuyo estudio nos
abocamos.

707. Concepto de partición. El indivisario, mientras dura la indivi-


sión, tiene un derecho de cuota sobre los bienes indivisos, que no
se radica en bienes determinados, sino que está, por así decirlo,
flotante e indeterminado. Pues bien, mediante la partición de los
bienes comunes esa cuota ideal y abstracta pasa a radicarse en
bienes determinados.
Por ello, la Corte Suprema en una sentencia ha dado el si-
guiente concepto de la partición de bienes: es un conjunto complejo
de actos encaminados a poner fin al estado de indivisión mediante la
liquidación y distribución entre los copartícipes del caudal poseído proindi-
viso en partes o lotes que guarden proporción con los derechos cuotativos de
cada uno de ellos.330
La partición, conforme al concepto dado, supone una serie de
operaciones complejas, cuyo objeto es liquidar y distribuir el cau-
dal poseído en común, en términos tales que se asignen a cada
asignatario bienes que correspondan exactamente a los derechos
cuotativos de cada copartícipe en la comunidad.

708. Reglamentación de la partición. Carácter de aplicación general


del Título X del Libro III. El Código trata “De la partición de bienes”
en el Título X del Libro III, artículos 1317 y siguientes. Por su
parte, el Código de Procedimiento Civil, como lo enunciáramos
anteriormente, reglamenta el “Juicio de Partición” en el Título IX
del Libro III, artículos 645 a 666, preceptos algunos de los cuales,
como lo hemos dicho y veremos más adelante, tienen un carácter
más sustantivo que adjetivo.
Ahora bien, como decíamos, toda partición supone que exista
previamente un estado de indivisión o comunidad, al cual, precisa-

330 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XXIII, sección 1ª, pág. 256.

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LA PARTICIÓN DE BIENES

mente, se pone fin mediante la partición, o sea, la liquidación,


división y distribución de los bienes comunes. La partición, en con-
secuencia, se va a aplicar siempre que exista un estado de indivi-
sión. De ahí que las reglas dadas por el Código en el Título X del
Libro III no se apliquen solamente a la partición de los bienes
hereditarios como podría pensarse por su ubicación, sino que ten-
gan un vasto campo de vigencia. Los artículos 1317 y siguientes son
de aplicación general, y no limitados a la partición hereditaria.
Precisando un poco más, tenemos que las reglas de la parti-
ción de bienes se van a aplicar en los siguientes casos:
1º A la liquidación de la comunidad hereditaria, caso el más
importante, sin duda, lo cual movió al legislador a reglamentar la
partición en el Libro III de la sucesión por causa de muerte;
2º A la liquidación de la sociedad conyugal, en conformidad
al artículo 1776, en cuya virtud “la división de los bienes sociales
se sujetará a las reglas dadas para la partición de los bienes heredi-
tarios”. El Código en esta parte se remite, lisa y llanamente, al
Título X del Libro III;
3º A la partición de las cosas comunes en caso que exista un
cuasicontrato de comunidad. El legislador trata, como hemos di-
cho, este cuasicontrato en el Libro IV del Código, y en el artícu-
lo 2313 establece que a la división de las cosas comunes se aplican
las reglas de la partición de bienes contenidas en el Libro III;
4º A la liquidación de las sociedades civiles. Disuelta una so-
ciedad civil, deberá procederse a su división posterior. El artícu-
lo 2115 del Código hace aplicables las reglas del Título X del
Libro III a la liquidación y partición de la sociedad disuelta.
Como conclusión, podemos repetir la afirmación inicial: las
reglas del Título X, sobre partición de bienes, son de aplicación
general para toda clase de indivisión, sea cual sea su origen.

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