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Parasháh Yeshivot

Estudios de la parashá
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BERESHIT (EN EL PRINCIPIO)
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913
por el rabino Armando Solis
En el principio, Elohim creó los Cielos (Shamayim) -lo espiritual- y la Tierra (ha
Áretz) -lo material. Todo forma parte de su Maljut (Reino). Dentro de la cábala,
el Maljut representa la 10º sefirot (emanación) de HaShem. Es decir, desde la
manifestación de su Eternidad, la sefirot del Maljut es donde Adonai permite
que su esencia transformada por medio de sus manifestaciones: Jojma (Sabidu-
ría), Bináh (Entendimiento), Da´at (Conocimiento), Jesed (Misericordia, Amor)
Guevuráh (Fuerza, Poder), Tiféret (Belleza, Esplendor), Hod (Gloria), Netzáh
(Eternidad, Victoria), Yesod (Fundamento, Base) pueda crear las todas las co-
sas y lo podamos conocer a Él.
Bereshit: la expresión del poder creativo de HaShem
Dentro del Maljut es donde se manifiesta su Poder Creativo y todo este poder
lo ha concentrado por medio de sus sefirot. Sus manifestaciones han hecho
todo lo que existe, sea visible o invisible y permite conocer a HaShem tal y cual
es, en su esencia que podemos conocer y que nuestra naturaleza pueda reco-
nocer para hacer su Voluntad. Nada se manifiesta y ni es hecho o culmple su
propósito si no es por la Voluntad del Eterno.

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Todo ser humano, como creación, conoce a HaShem por este medio, no hay
otro forma de conocerlo, solo por sus manifestaciones, porque en su esencia
purísima, en el Ein Sof, lo infinito, su Eternidad, no hay capacidad; lo creado no
puede contener su esencia purísima. Pero, a través de su naturaleza manifesta-
da en las sefirot, si podemos conocerlo y subir hacia Él.
La toráh: la manifestación moral de HaShem
La Neshemá (alma espiritual) es el vehículo por el cual, yo como ser humano,
alcanzo el nivel hacía donde está Adonai. Es decir, mi esencia espiritual, que
proviene de Él, va adquieriendo la “forma adecuada” conforme me acerco a su
esencia. Eso es llegar a ser en Semejanza a HaShem.
Esa “forma adecuada” se da por medio de la toráh. La práctica continua de la
toráh me permite adquirir esa esencia y me lleva a experimetar su naturaleza.
La toráh, que es la forma concreta de Su Moralidad, transforma mi moralidad
cultural y social de vida, hacia su forma de pensar y actuar. En otras palabras,
la toráh me permite actuar y pensar como HaShem lo hace en su naturaleza.
La toráh nos permite comportarnos como HaShem se manifiesta, podemos al-
canzar una moralidad que le permita a nuestra naturaleza mantener esa pureza
concreta de Adonai. Eso es ser KADOSH (apartado, santo) como Adonai es
KADOSH.
Conforme practique la torah, como forma de vida, voy alcanzando ese nivel
espiritual de accionar y pensar como HaShem lo hace y permitir que el mundo
moral de la sociedad, que no practica, en esencia, la moralidad de Adonai, dis-
minuya su influencia sobre mi comportamiento y mis decisiones.
El conocimiento de los valores numéricos y simbólicos en la palabra bereshit
De la palabra BERESHIT, si sumamos los valores numéricos de cada una por
separado (2+200+1+300+10+400=913), podemos obtener 3 consonantes que
son: la teit: 9(t), la alef: 1(a) y la guimel: 3(g).
Si hacemos un análisis simbólico de las 3 consonantes tenemos:
ALEF: Señor, grandeza y fuerza.
GUIMEL: Cargamento, servicio y recompensa.
TEIT: Sello, decisión y escogencia.
Dentro de este análisis simbólico podemos encontrar la siguiente afirmación:
• HaShem, al crearme al sexto día, me selló para Él y Su Fuerza dentro de mi
ha hecho grande mi decisión de seguirle; así mi escogencia es para su
servicio y esa es mi recompensa.
SINTESIS: En el principio de todas las cosas, HaShem me creó para sellarme
por medio de su grandeza.

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También, podemos encontrar palabras con valor numérico 913 o que conten-
gan algunas letras o raíces de palabras con ese valor o alguno similar:
•Sharat ([rw): Servir. •Shoresh (wrw): Raíz, entre otras.
SINTESIS: HaShem me creó para que le sirva y sea raíz.
Si hacemos una simplificación del valor 913, nos da como resultado 4 (9+1+3=
13= 1+3=4). El valor 4 corresponde, en el alefato, a la consonante hebrea DALET
(d), cuyo valor simbólico es: puerta, disposición y entrada.
SINTESIS: HaShem, al crearme, estableció una entrada para mi vida, cuya
disposición es una puerta para estar con él.
Bereshit: separación de la luz y la oscuridad
Bereshit, también nos habla, de la separación que HaShem hizo de la Luz y de
las tinieblas:
LUZ (rva -or) tiene valor numérico de 207. Si simplificamos este valor numérico
nos da 9, el cual corresponde a la letra del alefato hebreo TEIT, cuyo valor sim-
bólico es: sello, decisión, escogencia. Una combinación dinámica nos daría una
declaración como esta:
SINTESIS: Su Luz nos da un sello; una escogencia dentro de mi que me permi-
te tener una decisión por medio de sus mandamientos (su Luz). En SÍNTESIS,
nuestras decisiones, por medio de su Luz, sellan nuestra Alma (Neshemáh).
Si tomamos el valor numérico de tinieblas (Kwx -joshej) 328. Al hacer la sim-
plificación de este valor numérico (3+2+8=13). Si tomamos el 1 (alef -a) y el 3
(guimel -g), con ellas se puede formar la palabra ag (gé), que significa SOBER-
BIA, enaltecerse.
“Y Elohim vio que todo lo que había hecho era bueno”. La palabra “bueno” en
hebreo es tov (bvt) cuyo valor numérico es 17 y simplificado es 8 (1+7), la con-
sonante hebrea correspondiente es Jeit (x), cuyo valor simbólico es: amarre,
templanza, dedicación.
SINTESIS: La palabra que sale de la boca de HaShem es buena, produce amarre
hacia su Verdad; es templanza (fortaleza) para mi vida y puedo dedicarme a Él.
Otra afirmación podría ser:
SINTESIS: Desde el principio, si no estamos haciendo lo bueno, manifestado por
medio de la Luz de HaShem (su Toráh), estamos bajo la sombra de la oscuridad,
cuya manifestación es la SOBERBIA.
HASHEM nos está diciendo que desde el mismo principio de la creación (espi-
ritual y material) Él nos separó de la SOBERBIA para vivir en su Luz, por medio
de sus mitzvot, que son luz, la cual es LA TORÁH.

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Los testigos
En Bereshit, de una forma alegórica, los Shamayim (Cielos) y la ha´Aretz (la
Tierra) son los testigos de Elohim que muestran que su Toráh es Verdad. Por
eso Moshé, al salir de Mitzrayim (Egipto) de esclavitud y dirigirse al desierto en
libertad, cuando llegaron al Monte Horeb, les dijo que el Cielo y la Tierra eran
testigos que la Toráh era entregada para ser manifestada al pueblo de Israel y
a la humanidad para ser constituidos como un pueblo distinto y apartado (ka-
dosh) como lo es HaShem. La toráh muestra la moralidad y la forma de actuar
de HaShem. El quiere que seamos igual a Él.
Del valor simbólico 913 de Bereshit, que simplificado es 4 y representa la Dalet ((d)
-puerta, disposición, Entrada-) simboliza, la puerta que Adonai abre, por medio de
su naturaleza creadora, de la nada (ain -Nye), el tzimtzum (Mvjmyj), la contracción
o espacio contraído en la nada (pensamiento cabalístico antiguo), en la cual hizo
manifestar su poder creador y así hacer todas las cosas. La palabra en hebreo
“crear” (arvb -boré) significa que las cosas son creadas donde nada existe. ¿No
es esto algo parecido a lo que dicen los científicos y la teoría del Big Bang? ¿que
de la nada surgió todo?
Aunque la “nada” cabalística y científica no tienen la misma procedencia histórica,
una es el reflejo de la otra. Lo que está en el pensamiento de Adonai, cuando for-
mó todas las cosas, lo hizo efectivo en la materia. Por eso, la una es el reflejo de la
otra. La nada (ain) es la evidencia “palpable” encontrada por los científicos, que el
pensamiento de HaShem, en su Beriáh (creación) es real y dinámica.
Las manifestaciones de HaShem
HaShem se manifiesta por medio de sus emanaciones (sefirot) de una forma
creativa y dinámica con su Poder, hace las cosas en el maljut (Reino), en la na-
turaleza del universo. Sea en materia visible o invisible.
Su Sabiduría, Entendimiento, Misericordia, Amor, Justicia, Benevolencia, Poder,
Sanidad, Equidad, Pureza, Gloria, Fundamento son el canal por el cual vemos
manifestado el Poder de HaShem hacia su Creación (Beriáh).
La shejináh (presencia física) de Adonai todo lo transforma y está en movi-
miento constante. Por eso cuando se invoca el Nombre de HaShem, sus mani-
festaciones se hacen presentes en la realidad, muchas veces tan palpables, que
sus milagros son evidentes.
Por eso se necesita Emuná (Firmeza, confianza -lo que comúnmente se conoce
como fé) para poder ver hecho realidad la manera como Adonai se expresa y
se manifiesta en su Creación.
Esto se ve claramente palpable con la narración de la creación durante los pri-
meros 6 días y la Institución del día de shabat (descanso) en el sétimo día.

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“Y dijo Elohim... y fue hecho...” Eso es emuná, ahí hay milagros, libertad, sani-
dad, liberación, fortaleza, etc. Eso es creer, eso es tener emuná (fé). Donde no
existe nada, HaShem todo lo hace posible. Amén.
Los 6 días de la creación
En el primer día HaShem, con su poder creador, hizo la Luz, la energía que está
contenida en todo el universo. Dividió la luz de las tinieblas (joshej): ausencia
de la luz. Y vio que era bueno (tov bvt) algo que trae fuerza en sí misma para
prevalecer y permitir que las cosas se desarrollen y alcancen el propósito por
el cual fueron creados.
El segundo día Adonai crea las aguas (maim Mym), materia que permite la vida
(jaim Myyx). Según los científicos, la vida en la Tierra empezó en el agua, hace
cerca de 4 mil millones de años, con las bacterias en un proceso evolutivo que
ha llegado hasta todo lo que conocemos hoy en día.
En el tercer día el Señor forma la tierra seca (ha áretz J
H rah), el mar (iam M
P H y), la
unión de aguas. La dualidad que forma el balance. Eso es bueno.
Además, hace que surja el producto de la tierra. Por eso agradecemos al Crea-
dor los medios por los cuales bendice nuestra mesa cada día. Amén.
En el cuarto día el Señor hace las lumbreras del firmamento, el sol, la luna y es-
tablece el día y la noche, instaura las estaciones (días, meses, años). Por eso es
tan importante restaurar esos tiempos en nuestra vida. Los días inician al ocul-
tarse el sol en el horizonte, no a la media noche; el shabat como día de balance,
de descanso y no el domingo (impuesto por los hombres). Celebrar los rosh
jódesh (inicio del meses), las 3 festividades grandes anuales: Pésaj, Shavuot
(pentecostés) y Sukkot (tabernáculos) y las fiestas menores: Janukka, Purim,
inicio del año civil (Shaná Tová o Rosh HaShaná -año nuevo) en Iom terúa (día
del shofar).
En el quinto día Adonai hace los seres vivientes en las aguas y en el aire, la ben-
dición de multiplicarse. Hoy en día, se puede comprobar, científicamente, que
esto ocurrió así en la historia de la Tierra. Además, creó los animales, con todas
sus clases que caminan o se arrastran sobre la tierra. Eso es bendición.
En el sexto día HaShem crea a Adám (hombre, humanidad) a su imagen y se-
mejanza. Con autoridad (sojuzgar) para hacer efectivo el propósito de su crea-
ción. Además, establece los límites y deja en claro que en toda la tierra hay
comida y sustento.
Cuando la toráh menciona el proceso de la “creación”, en “6 días” las evidencias
científicas, hasta este momento, pueden comprobar este hecho. La naturaleza
es el mecanismo que Adonai utiliza para hacer las cosas de la “nada”. Es un
proceso “inteligente” por sí mismo, como lo es HaShem.
Por eso es tan importante tratar de vivir la vida en sometimiento, hacer la vo-
luntad de Adonai por medio de la toráh, porque es el “proceso” que HaShem

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ideó para que seamos igual en semejanza a su naturaleza. Eso es lo que nos
permite acercarnos a Él. Ser Kadosh (apartados-santos) igual a HaShem.
El Sétimo día: el shabat
Adonai instauró el día de shabat ([bw -descanso) desde los inicios de la huma-
nidad. Este día de descanso inicia la finalizar el sexto día, es decir, con la puesta
del sol sobre el horizonte. El shabat es un día separado (kadosh wdq-apartado,
santo). En el merma todo tipo de trabajo con el cual obtenemos nuestro ali-
mento.
Adam (Mda -hombre, la humanidad) -en su formación física y espiritual- fue
formado del polvo de la tierra (adamáh hmda). HaShem sopló su aliento de
vida y se convirtió en un alma viviente.
El hombre, con el soplo de Elohim (Di-os) se convierte en un ser humano con
consciencia espiritual, capaz de reconocer a Adonai como su Elohim. Ya puede
tener contacto con la naturaleza de HaShem.
Jardín del Edén
Además, Adam fue colocado en el Edén (delicia Nde). En él había oro, carbun-
clo, esmeralda; además, había 4 ríos importantes de la antigüedad: Hávila, Gui-
jón (Nilo), el Tigris y el Eúfrates.
El Edén simboliza nuestro estado natural de convivencia con Adonai (natural
y espiritual en balance). Lo colocó en ese lugar para que el hombre aprendiera
a cultivar y a cuidar el Edén. Esto es una forma metafórica que nos enseña a
cuidar y cultivar nuestra relación con HaShem en lo natural y espiritual: El libre
albeldrío. Mantener y recordar los tiempos festivos, empezando con el shabat.
Todo mediante la obediencia y a través de sus decisiones mantenerse ahí.
Pero el hombre falló, cuando desobedeció (no comerás...y comió...). Esto sim-
boliza mi actitud ante la toráh (la instrucción) y cuán fuerte mantengo ese lazo
con HaShem desde la obediencia.
El simbolismo de la desnudez
El hombre y la mujer estaban desnudos, la cual simboliza la capacidad natural y
espiritual de estar balanceados por medio de los mitzvot (mandamientos) que
enseña la toráh. Pero cuando el hombre y la mujer no son obedientes (hay de-
cisiones que inclinan la balanza -comer de lo prohibido, por ejemplo) se logra
descubrir, que sin HaShem es evidente las carencia de estructuras sicológicas,
sociales y espirituales, para mantenernos sanos en integridad y en ser igual a la
naturaleza de Elohim.
Las carencias del ser humano sin Elohim
El desvincularme de la naturaleza de HaShem produce todo ese montón de
carencias que hoy vive la humanidad: egoísmo, enfermedad, sincretismo, reli-
giosidad, pobredumbre y un sinnumero más de ellas. Las carencias están bien

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simbolizadas en el versículo que muestra que el hombre tuvo temor y se es-
condió de HaShem y comenzó a argumentar el por qué estaba escondido y el
porqué cubrió su desnudez.
La mujer, la serpiente y la argumentación (desobediencia)
La serpiente es un animal salvaje astuto. Trata siempre, como otros animales,
de camuflarse en la naturaleza para atrapar a sus presas. Estas características
simbolizan los instintos básicos de supervivencia simple: las excusas y argu-
mentos que desarrolla el ser humano para sobrevivir en sus carencias.
Por medio de la argumentación o la excusa, la serpiente le dice a la mujer:
“¿Dijo realmente Elohim?” Con respecto a la instrucción de no comer de todo
arbol en el Edén.
Al desafiar la serpiente la instrucción, en la consciencia de la mujer, en ella co-
mienza la guerra interna a quién obedece. La argumentación aumenta el deseo
de hacerlo y se hace fuerte en su voluntad. Eso inclina la balanza, le da poder
para actuar. En otras palabras, eso inicia un reto interno de actuación: ¿No pue-
do hacerlo? Entonces sí puedo...
El reto interno en la mujer desafió la instrucción de HaShem y vio que todo ár-
bol era bueno para comer. El reto se transformó de una idea, de un argumento,
a un deseo y del deseo a una voluntad. Eso inclinó la balanza, le dio fuerza a
una decisión y hubo una consecuencia.
La argumentación o justificación (excusa) para no seguir una instrucción, pro-
voca un desafío que lleva a la desobediencia.
Esta argumentación provocada por romper el vínculo con Adonai, por medio
del pecado (desobediencia) es una acción maldita que lleva a comportarse
como las bestias y te lleva a comer de la tierra. “La tierra producirá espinos y
cardos” y obtendras su fruto con sudor.
Además, le dijo a la mujer: “Darás hijos con dolor...” esto, al igual que los espinos,
es una consecuencia de esa desobedencia y produce mucho sufrimiento. Esto es
una verdad y una realidad que vive la humanidad sin Elohim: dolor y sufrimiento.
Toda desobediencia tiene un límite
La desnudez en Adam y Java (Eva) simboliza una sana relación con Hashem,
una relación transparente de cercanía por medio de la obediencia. La toráh, la
instrucción de Adonai, tiene el poder en sí misma para mantener ese balance
en la relación.
El poder espiritual, que produce la práctica de la toráh, crea, en sí misma, la
fuerza necesaria para mantener la firmeza en las decisiones. Por eso está escri-
to: ...“el débil diga fuerte soy...”.

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La fuerza espiritual de la toráh
El débil, el que se resguarda en las carencias, el que se esconde en las excusas,
el que argumenta “no puedo” y sigue en el pecado, es el que imita la vida de los
demás y no tiene su propio sustento. El es que tiene ojos y no ve; tiene oídos y
no oye. No tiene una vida espiritual dinámica, sino que por medio de la imita-
ción se coloca una máscara, con la cual actúa y se engaña a sí mismo.
El fuerte es aquel que se sustenta en la obediencia y aprende de su conoci-
miento. Es aquel que aprende a estar desnudo (actitud de obediencia) y no
necesita de un vestido o una máscara.
Se fortalece en el pensamiento de HaShem y camina en sus sendas. Eso es lo
que hace fuerte a un hombre, un ser espiritual, que actúa y piensa como su
Creador.
Toda desobediencia provoca un límite. El simbolismo del destierro, del hom-
bre y de la mujer del jardín del Edén (del jardin de la Delicia), muestra que la
desobediencia y sus consecuencias los destierran de la presencia de HaShem.
Dejan de ser kadosh (apartados, separados, santos) como Adonai es Kadosh.
La fuerza espiritual del hombre está en su obediencia.
La vida natural y la vida espiritual
Cuando el hombre y su mujer fueron desterrados, tuvieron que trabajar ardua-
mente para conseguir el fruto de su sustento. Adquirieron hijos y su vida natu-
ral empezó a tomar el rumbo que debe tener.
Kayin (Cain), el primer hijo de Adam, significa en hebreo: adquisición. Fue un
ser humano que labró la tierra. Su hermano, Hebel (Abel), fue pastor de ovejas.
Cuando llegó el tiempo de presentarse delante de HaShem, la actitud de vida
y la forma de aplicar los fundamentos de obediencia, evidenciaron cuál de los
dos hombres fueron capaces de mantener una vida natural y espiritual sanas.
La actitud de Kayin no fue considerada por parte de HaShem, en cambio, la de
Hebel sí fue aceptada. La diferencia estuvo en la actitud, en el esfuerzo y en la
entrega por ser obedientes delante de Adonai.
No es solo el querer, sino hay que accionar, hay que poner en práctica la obe-
diencia, que vienen por medio de sus mitzvot (mandamientos).
La disposición, la actitud del corazón (el centro que controla los pensamientos,
los deseos y la voluntad) de hacer efectiva la toráh, el pensamiento y el camino
de Hashem, para la vida, hace evidente cuál es la fuerza y de quién depende las
personas para tomar las mejores decisiones. Aunque se equivoquen.
Las personas obedientes, los que ponen por práctica la inteligencia espiritual
de Adonai (por medio de la toráh), los que no se aferran a sus excusas y ponen
un escudo en el orgullo y la soberbia, son lo que solucionan mejor los conflictos
de vida y emocionalmente, son más efectivos en sus relaciones y viven mejor.

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Cuando Kayin languidece su rostro delante de HaShem, por ser rechazado,
espiritualmente, en su actitud perversa de no hacer lo correcto (presentó los
productos de la tierra, pero no los mejores); dejó en claro que obedecer es una
acción que se ejecuta desde el interior, en convicción, por el proceso de forta-
leza espiritual que la toráh forma en la persona que la practica.
Hebel, en ese proceso, hizo el sacrificio del animal, de la manera que HaShem
aprobaba, porque en su obediencia, este hombre fue fortalecido para hacer lo
correcto y no hacerlo de una manera inapropiada.
Kayin tuvo una postura sin fuerza interior, desafiante, de furia y enojo, porque
no se aprobó la manera egoísta en que actuaba.
De ahí su debilidad mental y emocional y actuó con alevosía, sin que nada pu-
diera evitarlo: del pensamiento, pasó al deseo y luego a la voluntad. Tomó una
decisión y la ejecutó: mató a su hermano. Al hacerlo, destruyó su vida. No se
arrepintió y tuvo que ser desterrado. Está escrito: “Kayin se retiró de la presen-
cia de HaShem y se estableció en una tierra de exilio al este del Edén.” Bereshit
(Génesis) 4:16.
Su pecado lo hizo retirarse de la presencia de HaShem y vivir exiliado. Eso
signfica que una persona en pecado, que no se arrepiente, no puede vivir en
comunión con Adonai. No está en una actitud de vivencia kadosh (apartada) y
debe vivir exiliado, es decir, lejos de la presencia de su Creador, que es Kadosh.
La persona obediente
Una persona obediente es una persona con inteligencia emocional, fortalecida
en sus pensamientos y decisiones.
Adam continuó su vida y a la edad de 130 años tuvo a Set (Otorgado [as). Si
sumamos 1+3+0=4. Lo tuvo a su imagen y semejanza, es decir, en un ser capaz
de reconocer y vivir conforme a la toráh de Elohim. El 4 representa la conso-
nante Dalet (d) que tiene como valor simbólico: puerta, disposición y entrada.
Vivió 800 años más y tuvo hijos e hijas. 800 es 8+0+0=8. el 8 representa la
consonante Jeit (x): amarre, templanza y dedicación.
El fruto de nuestra vida debe ser la dedicación para ser obedientes, lo que sig-
nifica un amarre y una templanza (fortaleza) para mi vida.
Adam vivió todos sus días 930 años: 130 + 800= 930. 9+3+0=12. 1+2=3.
La consonante 3 es la Guimel (g): Recompensa, servicio y cargamento.
La vida del ser humano es otorgada por HaShem para ser desarrollada en su
Presencia y eso al final es una recompensa. Amén.

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