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LA AGRESIÓN A VENEZUELA NO PASÓ Y NO PASARÁ

Venezuela está sometida a una guerra multifactorial de vieja data desarrollada desde el
mismo momento en que el comandante presidente Hugo Chávez asumió la presidencia de
la nación y acentuada de manera brutal, a partir del momento en que su hijo político, el
presidente obrero Nicolás Maduro, es designado para continuar con las riendas del
proceso revolucionario.

Esta nueva fase, de guerra abierta y declarada, contempla el uso de la fuerza militar
contra Venezuela, declaraciones y amenazas desde la Casa Blanca y El Pentágono
proponen a la comunidad internacional hacer con Venezuela lo mismo que han hecho con
otros países víctimas de la agresión imperial, siguiendo patrones de guerra como los
usados en Irak, Libia, Afganistán, Panamá o Siria, por citar algunos.

De la misma forma, las voces imperialistas hacen continuos llamados a los altos mandos
militares y a las tropas venezolanas a desconocer y dar un golpe de estado al presidente
legítimo Nicolás Maduro Moros, asumiéndose como los jueces del mundo. Pero, sus
insistentes arengas divisionistas han sido en vano, debido a la sólida cohesión de las
Fuerzas Armadas Bolivarianas con el pueblo.

Con acciones claramente delictivas han intentado forzar las decisiones de la OEA y la ONU
para construir una ruta que les autorice el uso de la fuerza contra nuestro país, violando
todo el derecho y la justicia internacionales. Debido a sus fracasados intentos, han optado
por crear nuevos aparatos de alianzas con la finalidad expresa de agredir a Venezuela,
como el Grupo de Lima, que asume su rol de nuevo ministerio de colonias
estadounidense.

Las recientes agresiones impulsadas, disfrazadas de “ayuda humanitaria”, incluyen el muy


publicitado concierto “Venezuela aid live”, con artistas nacionales e internacionales. Con
la idea de entregarla en el territorio venezolano sin la autorización del gobierno de
Maduro y sin acuerdo de los organismos multilaterales. Ayuda que algunos medios
denunciaron y predijeron como una excusa para promover otro episodio de
desestabilización violenta en la patria bolivariana.

En un nuevo caballo de Troya se convirtió este convoy de ayuda con un escudo de gente
inocente, carne de cañón de esta nueva aventura irresponsable de la oposición violenta,
cuya propaganda intervencionista es amplificada gracias a la mediática convocada para el
concierto y apoyada por algunos de los artistas invitados con el fin de difundir al mundo su
tormenta de fake news (noticias falsas).

La primera acción en el plan de este nuevo golpe fracasado, inicia el 23 de Febrero a las
7:00 am en el puente internacional Simón Bolívar, con una operación de bandera falsa,
muy cerca de la zona del concierto. Tres sujetos vestidos de Guardias Nacionales roban
dos vehículos blindados VN-4 estacionados del lado venezolano y se dirigen a toda
velocidad hacia la valla del lado colombiano, arrollan a varias de las personas que se
encontraban a su paso, con saldo de dos heridos: un miembro de la Policía Nacional
Bolivariana y una periodista de origen Chileno.

Con el grito:“Son nuestros”, el opositor José´ Manuel Olivares recibe del lado colombiano
a los autores del homicidio frustrado, desvelando el bando a que pertenecen. El
autoproclamado los presentaría a la prensa como héroes de la patria, minutos después-

Las acciones para intentar pasar la supuesta ayuda sirvieron para provocar las acciones
violentas en la frontera y con ello comprobar las predicciones nada difícil de acertar. El
gran espectáculo, no era el concierto, no era la ayuda, sino la puesta en escena
hollywoodense de la lucha por “liberar al pueblo venezolano”, que terminó en un fracaso
para la oposición al no poder cruzar la línea venezolana, porque ese pueblo civil y militar,
del lado venezolano, lo impidió.

Al show también asistieron los presidentes de Colombia, Chile y Paraguay intentando


darle legitimidad a la agresión injerencista. El uribismo, con su práctica de falsos positivos,
reaparece en los discursos de Iván Duque, tergiversando y adjudicando los sucesos de
quema de las gandolas a la GNB, pero, nada dice de las bombas incendiarias con que sus
partidarios arremetieron la frontera venezolana y sus custodios. Reviven las alianzas
oprobiosas del cono sur con el imperio norteamericano, el oscuro plan cóndor vuelve a la
memoria para amparar los desmanes contra el pueblo venezolano, y las versiones
maquilladas de Stroessner y Pinochet, son representadas por los presidentes lacayos de
Paraguay Mario Abdo Benitez, y Chile, Sebastián Piñera.

Otra predicción cumplida fue el uso de los territorios fronterizos para agredir a Venezuela
bajo la excusa de la ayuda humanitaria. Los gobiernos de Duque en Colombia y Bolsonaro
en Brasil tiran sus territorios como alfombras para el servicio de la acción
desestabilizadora imperialista y rinden sus ejércitos y policías a las órdenes gringas para
promover el caos en las fronteras venezolanas.

Los países bajos también harán lo suyo para prestarse al ataque imperial desde su
territorio en las islas del Caribe: Aruba , Curazao y Bonaire, donde barcos y otros tipos de
transportes con supuesta ayuda humanitaria, y militares, se localizarían para amenazar
con entrar a territorio venezolano. Estas acciones en el mar Caribe se enmarcan en el plan
de guerra imperial para cercar y asediar a Venezuela, afectando actividades productivas
claves como la pesca, el turismo o petroleras, vitales para el abastecimiento alimenticio y
generación de ingresos necesarios para enfrentar la difícil situación que atraviesa el país.

Trump y su gobierno no cesarán en sus agresiones, amenazas y continúas acciones


injerencistas movidas por el desespero de la crisis estructural capitalista, que acelera la
crisis del imperio estadounidense. Agudizada por las recientes derrotas políticas y
militares en el medio oriente y África, que presionan hacia una nueva acción de guerra en
la región por la apropiación de las grandes riquezas suramericanas. Desde hace algunos
años, asistimos a la ruptura del equilibrio regional promovida por la restauración
conservadora del poder norteamericano. Hoy, el imperio herido, con sed y hambre no
satisfechas de energías fósiles y materias primas, amenaza con volcarse hacia
Latinoamérica en un nuevo intento de guerra neocolonizadora.

Esta estrategia, harto conocida en los últimos tiempos de ayudas humanitarias, nos ha
mostrado lo que realmente quieren los imperialistas: petróleo, gas, recursos naturales,
etc. Es decir, aliviar su crisis económica y energética, y lo que dejan a cambio: muerte y
destrucción a sus pueblos. Desmontar sus mentiras en Venezuela es apostar por la paz
para mostrar el verdadero rostro del imperio y sus intenciones.

Culpar del estrangulamiento de la economía venezolana al modelo socialista, es parte del


objetivo de las acciones de guerra multifactorial emprendidas por las élites imperialistas
norteamericanas y sus aliados. Por ello, la batalla por Venezuela es también la batalla por
la verdad, reconociendo lo mucho que nos falta por hacer para transitar al Socialismo, a
pesar de los grandes logros para acortar las desigualdades de nuestro pueblo; resistencia
antiimperialista que nos obliga a no decaer y le otorga a nuestra lucha sitial de ejemplo y
esperanza de los pueblos libres; y la construcción de una alternativa al capitalismo
depredador y salvaje, que marque la ruta a una nueva sociedad post capitalista.

Queda demostrado que nuestro pueblo es una unidad inquebrantable cívico-militar


dispuesta a no ceder en su afán de construir una patria libre, soberana e independiente,
con una convicción antiimperialista, y un objetivo supremo de salvaguardar la paz y la
tranquilidad del pueblo venezolano y los pueblos del mundo a toda costa.

Nuestro liderazgo estratégico encabezado por el presidente Maduro ha orientado nuestra


meta de lucha por conquistar y preservar la paz como el bien más importante de la hora
que vive la República. El mayor desafío es derrotar la avaricia de quienes quieren la guerra
en esta parte del mundo para la sobrevivencia de su modelo hegemónico, consumista,
belicista y depredador. No hemos elegido, ni hemos querido que esa batalla se libre en
nuestro continente y en nuestra patria, son las pretensiones imperialistas de hallar la
solución a su crisis por medio de la apropiación de las riquezas de Venezuela.

Por ello, nuestra decisión de enfrentar las apetencias imperialistas es una acción de paz.
La paz es el arma escogida por el pueblo venezolano para enfrentar a las élites imperiales
y su afán de guerra por la dominación continental y mundial. No descansaremos hasta
persuadir al mundo libre que luchamos por la paz, que es lo mismo que luchar por nuestro
derecho a ser libres e independientes. Hoy la agresión contra Venezuela fracasó, el pueblo
movilizado en las calles impidió que lograra pasar la guerra a nuestro territorio, el pueblo
valiente y rebelde se paró en la raya con su bandera de paz, no pasaron, y no pasarán.

Frenzel Hernández

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