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¿Hay lugar
para la subjetividad en la escuela?
ROBERTO FOLLARI*
This article proposes that it is not only about thinking subjectively about subjectivity, but also to grasp it in its
objective and causal conditions. Those are tightly related to the unconscious and social situations. The first statement
refers to an inevitable tenseness, since the function of education is that the natural impulses can be directed to
socially acceptable attitudes, but at the same time we must admit that subjectivity only emerges where there is a
place in which adaptation to the external social demand can be broken. So the point is to provide at school a space
for the subjective speech, far beyond the conventional cultural demands. Therefore it is necessary to break with the
tendency of bureaucracy to cancel subjectivity as something completely isolated from the quantitative homogeneity.
Recibido: 26 de septiembre de 2006 otorgado por el Servicio Universita- cación y ciencias sociales. Entre sus
Aprobado: 15 de diciembre de 2006 rio Mundial. Ha sido director de la más recientes publicaciones están:
Maestría en Docencia Universitaria Teorías débiles. Para una crítica de la
* Doctor en Psicología por la Univer- de la Universidad de la Patagonia, y es deconstrucción y de los estudios cultura-
sidad Nacional de San Luis. Profesor miembro del Comité Académico de les, Rosario, Homo Sapiens, 2002 y
titular de Epistemología de las Cien- diversos posgrados. Ha sido miem- La proliferacion de los signos. La teoría
cias Sociales en la Facultad de Ciencias bro de las comisiones evaluadoras de social en tiempos de globalización,
Políticas y Sociales de la Universidad CONICET. Ha sido profesor invitado Roberto Follari (coord.), Rosario,
Nacional de Cuyo, Argentina. Ha si- de posgrado en la mayoría de las uni- Homo Sapiens, 2004, así como “La
do asesor de la OEA, de UNICEF y de la versidades argentinas, además de otras interdisciplina revisitada”, Andamios.
CONEAU (Comisión Nacional de Eva- de Ecuador, Venezuela y México. Es Revista de Investigación Social, vol. I,
luación y Acreditación Universitaria). autor de 14 libros publicados en diver- núm. 2, México, 2005.
Ganador del Premio Nacional sobre sos países, y de unos 150 artículos en Correo electrónico: robfollari@ciu-
Derechos Humanos y Universidad revistas especializadas en filosofía, edu- dad.com.ar
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3. Es de advertir el
Para la misma época escribía Freud su producción de la teo- antiempirismo de un
ría psicoanalítica. Si bien su propia epistemología era mecanicis- científico como A. Einstein,
ta y algo anticuada aun para su propia época (Laurent-Assoun, muy bien documentado
por sus cartas personales.
1982), su descubrimiento fue más allá de lo que él mismo podía
concebir desde sus parámetros previos. De tal modo, la teoría
del inconsciente dejó abierta la posibilidad de pensar epistemo-
lógicamente, al margen del corsé que en ese punto pudiera esta-
blecer el iniciador de esta teoría.
Lo cierto es que llevar la posición de Dilthey a sus consecuen-
cias más fuertes deja a las disciplinas sociales fuera de cualquier
posibilidad de control empírico por un observador externo, pues
sólo la dimensión “interna” del sentido es la que podría tenerse
en cuenta, y el sentido está allí ligado a la intencionalidad, de
una manera que luego la fenomenología husserliana profundiza-
ría y difundiría. De modo que lo ganado contra el positivismo
más ciego, aquel que quería desde el behaviorismo convertir la
subjetividad en una caja negra inescrutable y por ello indiferen-
te, se perdía por la inespecificidad del método, que dejaba todo
a la nebulosa de la capacidad del científico para tener empatía
con la posición que los sujetos habrían tenido en aquella situa-
ción puesta a estudio.
En esta oposición de “subjetivistas” interpretativos vs. “objeti-
vistas” causales, se ha vivido y se sigue viviendo hoy en las cien-
cias sociales e incluso en las humanas. Si bien se habla de
triangulaciones en los métodos y de complementariedades en la
investigación, ello suele responder a un acercamiento puramente
operativo entre técnicas no afines entre sí, sin que exista una
posición teóricamente fundada que permita establecer algún
nexo posible entre ambas posiciones.
El peligro del positivismo, no por ser conocido debemos dejar
de destacarlo, pues sigue siendo la filosofía espontánea de los tec-
nócratas, hoy fuertes en su lugar decisorio dentro de los sistemas
sociales en general, y de los educativos en particular. Sus nocio-
nes observacionalistas reducen lo científico a lo perceptible en
forma inmediata, dejando así fuera fenómenos decisivos, incluso
en el mundo de lo físico-natural.3 En cuanto a lo social, dejan
sin análisis todo lo no manejable dentro de regulaciones empíri-
cas, por lo cual la subjetividad no es tenida en cuenta, pensada
como una especie de transgresión a la necesidad de orden causal
universal.
Pero es menos reconocido, sobre todo en el análisis de lo edu-
cativo, el polo opuesto y por ello simétrico: la falta de trabajo
sistemático y metódico, en nombre de una noción “débil” de la
subjetividad y de la ciencia. Lo cualitativo se ha puesto de moda,
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4. Es lo que hemos
trabajado en nuestro libro, pero conlleva exigencias epistémicas y metodológicas que nadie
Follari, 2002. debiera confundir con una simple apelación a la voz de los acto-
res sin interpretación alguna, o un ensayismo puramente des-
criptivo de experiencias personales del investigador. Los tiempos
posmodernos pusieron de moda la interpretación (Vattimo,
1995), pero ello no debe llevar a disolver la ciencia en lo litera-
rio, o la explicación en el relato. Toda una tendencia en los últi-
mos años amenaza las ciencias sociales en esta dirección,4 y en
tanto existe una consonancia de fondo entre esta tendencia y las
condiciones de la cultura posmoderna en curso, no es nada fácil
evitar su desarrollo y su expansión relativamente permanentes.
Fue Lacan quien en el espacio teórico del psicoanálisis ofre-
ció una salida ingeniosa y superadora a este dualismo histórico
entre causalidad e interpretación, entre subjetividad y objetivi-
dad en el campo de la explicación de lo social y de lo humano.
Al sacar a la subjetividad de los arcanos de la intencionalidad
fenomenológica y proponerla como constituida desde el lengua-
je, es decir, desde un orden objetivo y externo, entender lo sub-
jetivo dejó de ser entender una especie de espacio inefable y
dado sólo a la intuición (Lacan, 1980).
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