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Sin embargo Dios por todo el amor que siente por el hombre siempre
intercede por el y le crea una libertad de elección entre el bien y el
mal. Es mas, el amor de Dios es tan grande que envió a Jesús para
salvar al hombre del pecado. Todo esto es a cambio de que el
hombre aprenda a convivir en paz, en otros términos el estar libre
de pecado le ayuda a su propia conservación.
Para entrar más a fondo de la función que ejerce el pacto social sobre
una determinada comunidad, me dirigiré hacer mención de aquellos
elementos que debe poseer el pacto social según Rousseau.
Debe quedar claro también que durante los siglos XIX y XX,
dondequiera que hubiera necesidad de enaltecer la solidaridad
social y la vida colectiva, allí aparecía el pensamiento de Rousseau
bajo uno u otro disfraz.
Una y otra vez, las sucesivas versiones del contrato social han tratado
de conciliar los términos de esta oposición, cuya aceptación en el
caso del individuo equivale a una actitud masoquista y en lo que
respecta a la coexistencia dentro del grupo es un dilema. Con todo,
la incomodidad persiste y se renuevan permanentemente las
explicaciones y justificaciones acerca del estado en formas cada vez
más sofisticadas y elegantes; últimamente, la teoría del juego y de la
decisión ha arrojado cierta luz sobre el tema.”
Rousseau parte del supuesto de que los poderes que quieren oprimir
o conquistar a otros países se esforzarán en todo momento por
extender sus dominios de poder. Sin embargo, también sería posible
creer que existieran poderes o gobiernos más "moderados" que
busquen conquistar, p.ej., no toda Europa sino solamente una cierta
parte de ella, a fin de beneficiarse de los recursos de una
determinada área vecina. Hay otras actitudes estratégicas posibles,
diferentes de aquella que Rousseau concibe. El hecho de que la
racionalidad estratégica pueda efectuarse de modos distintos abre
las puertas a diversos escenarios de colonización y explotación que,
con los criterios presentados por Rousseau, no podrían ser
criticables. En realidad, como hemos dicho, no habría punto de
partida posible para realizar una crítica semejante. El cálculo
estratégico de beneficio sería la única motivación que define las
intenciones tanto de los integrantes de la alianza como las de sus
enemigos. Sin otro tipo de normas que nos permitieran juzgar las
acciones de los actores políticos, no nos quedaría otra opción más
que reconocer que ellos, con base en su propio cálculo de beneficios,
persiguen simplemente otros objetivos que son incompatibles con
los nuestros. Tendríamos que aceptar como un hecho irresoluble la
heterogeneidad de la racionalidad estratégica y la
inconmensurabilidad de sus objetivos, incluso si ello diese pie a una
incesante hostilidad.
CONCLUCION