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En su texto “¿quién es este hombre?”, Nolan asegura que “Jesús fue una persona
histórica que tuvo sus propias y profundísimas convicciones, por las que fue
incluso capaz de morir. ¿No hay alguna forma de que todos nosotros (con fe o sin
ella) podamos dar a Jesús nuevamente hoy la posibilidad de hablar por sí mismo?”
(1981), el mismo discurso de Jesús revela una existencia particular dado que se
atribuye así mismo la categoría de hijo de Dios que ha venido a comunicar el
mensaje de un reino concreto al cual el hombre debe aspirar. Puede entreverse a
partir de lo expresado la posibilidad de analizar en estas dos formas de interpretar
la existencia de Jesucristo, el dualismo antes mencionado, pues si bien se
reconoce la existencia concreta de Jesús, es a partir de su pensamiento puesto en
el discurso cómo se revelan ambas realidades.
En el texto Jesús símbolo de Dios se afirma que “la fe es una forma universal de la
experiencia humana” (Haight, 2009) de lo cual se sigue que dicha experiencia
comporta un carácter ontológico que es posible analizar desde categorías
específicas, por tanto la experiencia de fe de Jesucristo puede entenderse desde
dos realidades contrapuestas, a saber, la que se expone en el mundo real como
un conjunto de actos morales encauzados al bien común y la que se revela como
trascendente y que comunica un “mensaje de vida eterna en un reino que no es de
este mundo”
Para finalizar, puede afirmarse que las visiones dualistas del ser del hombre
buscan sustentar la existencia de dos realidades distintas pero que puede que esa
visión se haga innecesaria cada vez que se descubren cómo los procesos
cerebrales dan cuenta del comportamiento humano y sus causas.
Bibliografía
Haight, R. (2009). Jesús símbolo de Dios. Madrid: Trotta.
Searle, J. (2006). La mente: una breve introducción. Bogotá: Grupo editorial norma.