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EL MALTRATO ANIMAL, OTRO RESULTADO DE LA MALA EDUCACIÓN

Ensayo

Por

Paulina Gallego Patiño

“Se imagina que tuviera que trabajar expuesto al sol y al viento;


con una carga laboral más fuerte de la que puede soportar;
que al pasar las horas no pudiera recibir la alimentación adecuada;
y que su cuerpo se viera cansado, lacerado, maltratado...”

Esto decía una cuña publicitaria que desde la radio promovía una campaña “por la
dignidad de los que no tienen voz”: los animales. El programa La Hora del Regreso, del
sistema W Radio Colombia, llamó a la reflexión de sus escuchas difundiendo que
“ningún ser vivo merece estar en una situación laboral de abuso”, para dar un NO
contundente al uso de vehículos de tracción animal. Ésta fue una entre muchas otras
iniciativas que procuran concienciar a las personas sobre lo perverso que es el maltrato
animal, que tampoco se resume en la explotación de su fuerza para el trabajo, como es
el caso los caballos utilizados para el transporte de personas y bienes, sino que por el
contrario, y tristemente, parecen innumerables la formas de maltrato animal que existen.

Históricamente el hombre se ha situado en una posición dominante con respecto a los


demás seres vivos, esto sin duda por estar dotado de raciocinio y en consecuencia
ejercer imperio sobre los animales y la naturaleza que le rodea; además ha fundado
corrientes del pensamiento que le dan sustento e impulso a la idea de su superioridad
frente a los animales.

Sin embargo la idea no es abrir la discusión alrededor de la superioridad del hombre, lo


que hay que cuestionar es si esa supremacía le da derecho a explotar a su antojo su
entorno y por consiguiente a los animales, que como nosotros experimentan dolor y
sufrimiento físico. No hay que ir muy lejos para saber que el dolor es un padecimiento
que humanos y animales compartimos, sólo basta con reflexionar cómo exteriorizamos
éste, y sin mayor esfuerzo nos será evidente que tenemos una reacción común,
precisamente porque ambos sentimos. Reacciones como los retorcijones, la agitación,
las quejas, los alaridos y la transpiración, entre muchas otras, no son exclusivas del
hombre frente al dolor, los animales se manifiestan exactamente igual ante éste, porque
también tienen sistema nervioso.

Biológicamente está comprobado pues que los animales están dotados de sistema
nervioso, y depende de la complejidad de éste la experimentación en mayor o menor
grado que se tenga del dolor; así se establece una jerarquía del dolor, en la que los
vertebrados mamíferos están arriba, les duele más, y en ese sentido habría que
condolerse más con quienes comparten esta línea con nosotros: perros, vacas, caballos,
gatos…y el sinnúmero de semejantes que sufren como nosotros. Ahora, que no sea esta
una oportunidad para que los contradictores de esta tesis, o los listos, quieran extremar
el asunto al punto de que no se puede ni matar un zancudo por consideración a su dolor,
pues bien, es por eso que se mencionó una jerarquía del dolor, y los zancudos,
cucarachas, moscos y similares están debajo de este orden, porque sus sistemas
nerviosos no están tan desarrollado y distan por mucho de los que se señaló con mayor
vulnerabilidad y sensibilidad.

Como se dijo antes, los hombres hemos instituido grandes y poderosas corrientes que
avalan y resaltan las diferencias guardadas con los animales, a la vez que favorecen su
discriminación al considerarlos especie inferior. Pensamientos de toda clase han
concurrido en lo mismo, desde lo religioso hasta lo cultural. El catolicismo, el judaísmo
y el islamismo por ejemplo, las más grandes religiones, han resaltado la falta de alma de
los animales y en consecuencia su inferioridad, su no importancia, nunca han sentado
una posición en contra de su maltrato, más bien lo han acolitado en tanto se relatan
sacrificios de estos a los dioses, culpabilidades relacionadas con la existencia del pecado
o condiciones impuras en sus seres, que en los creyentes aflora cierto desprecio y una
actitud permisiva para irrespetar a los animales, pues no están llamados desde los
mandatos divinos a darles un buen trato.

Culturalmente no nos avergüenza hacer del dolor de un animal un espectáculo de


“diversión”. Las corridas de toros, las peleas de perros y gallos no han sido lo
suficientemente repugnantes para que nos opongamos a ellas y sean pasado. ¿Qué se
puede esperar de una sociedad que tenga el maltrato animal como práctica cultural? La
psicoterapeuta Nelly Glatt F. publicó un artículo en El Universal de México en el que
sostenía que el maltrato animal es una antesala de la violencia social, pues cuando se
atenta contra la integridad de otro ser vivo no sólo se genera violencia, sino que puede
leerse como un resultado de ésta también.

Al respecto Nelly Glatt F. agrega que “Debe hacerse énfasis en que la detección,
prevención y tratamiento de la violencia hacia los animales es un acto de humanidad en
sí mismo. Los animales son criaturas que se encuentran, en relación al ser humano, en
un nivel de inferioridad dentro de la escala evolutiva; esto nos hace responsables de su
bienestar, ya que tener supremacía lleva consigo una obligación, una responsabilidad,
que es la de cumplir como guardián de las especies inferiores en términos intelectuales.
Si realmente queremos combatir la violencia, una parte de nuestra lucha consiste
también en erradicar el maltrato a otros seres vivos.”

La educación se ha quedado corta para concienciarnos en el respeto que debemos a los


animales, o nos ha instruido en lo contrario. Es hora de comprometernos con la causa
animal, esto tiene que dar cuenta de nuestro progreso intelectual y es la única actitud
coherente en una especie dotada de raciocinio, que es consciente de sus actos y sabe
establecer qué es bueno y qué es malo. El maltrato animal no puede ser considerado
como una conducta buena, está desprovista de toda justificación moral y cultural.

Hay que señalar con agrado que actualmente ha venido tomando fuerza una defensa por
el respeto a los animales que está encajando muy bien en las nuevas generaciones,
enteradas por ejemplo de la existencia de una Declaración Universal de los Derechos
del Animal desde 1977, y dispuestas no sólo a reconocerla y respetarla, sino a
promoverla. Este activismo sólo puede desembocar en algo positivo, no sólo para los
animales sino también para los humanos, porque con la erradicación de la violencia
hacia los otros mejoramos nuestra misma experiencia de vida.

La conclusión no puede ser otra que la imperiosa necesidad de tener una buena
educación, para lo que nos atañe es responsabilidad integrar el esfuerzo de padres,
profesores, trabajadores, profesionales, medios de comunicación y humanos en general,
para rechazar y sancionar el maltrato animal, hoy en día no debería existir.
Referencias bibliográficas

Glatt N. (2009). La antesala de la violencia social. El universal. Recuperado de


http://www.eluniversal.com.mx/notas/573150.html

Larios G. (2009). Violencia a nombre del arte. El universal. Recuperado de


http://www.animanaturalis.org/1331

Declaración universal de los derechos de los animales. (s.f).


Recuperado el 6 de marzo de 2014 de
http://aplicaciones.colombiaaprende.edu.co/colegios_privados/content/derechos-de-los-
animales

Vallejo F. (2008). Los animales son mi prójimo. ALMAMATER,


253 (Supl.), 4-11.

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