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La productividad empresarial se define como el resultado de las acciones que se deben llevar a cabo
para conseguir los objetivos de la empresa además de un buen clima laboral, teniendo en cuenta la
relación entre los recursos que se invierten y los resultados de los mismos. El objetivo de esta
estrategia es mejorar la productividad, sostenibilidad y competitividad garantizando la viabilidad de
la empresa
CASOS
Nestlé: Cerca de 98% de la energía de la planta en Bugalagrande se genera con cisco de café.
Hace cuatro años la multinacional de alimentos instaló en Bugalagrande la primera planta
en América Latina para el procesamiento de cisco de café. Su objetivo: extraer energía a
partir de la transformación de los residuos producidos por el grano y minimizar el impacto
en la comunidad y en el medio ambiente.
Tras invertir en tecnología de punta, Nestlé genera hoy 17 toneladas/h de vapor saturado,
y produce más de 98% de la energía que necesita en la fábrica de alimentos de
Bugalagrande, donde produce al año 35.000 millones de toneladas de marcas como Milo,
La Lechera, Nestea, Caldos Maggi y Nescafe. En el proyecto se invirtieron más de US$12
millones y la compañía ha logrado generar 10% menos de CO2, comparado con el que
producen los combustibles fósiles. También redujo en más de 40% las cargas orgánicas de
las aguas residuales se han eliminado residuos sólidos orgánicos de café y más de 25.000
habitantes de Bugalagrande tienen un mejor medio ambiente. El presidente de Nestlé en el
país es Manuel Andrés K.
PINTUCO: Produce bajo parámetros de ecoeficiencia. Sus productos son libres de plomo.
Tiene en Rionegro, Antioquia, una de las fábricas más modernas de pinturas libres de
amoniaco, mercurio y plomo, con bajo contenido de VOC’s y sin metales pesados. Está
catalogada como una fábrica de carbono neutral, en la que se realizó una medición de
emisiones de gases de efecto invernadero, y luego se procedió a desarrollar un programa
de compensación de las mismas a través del programa Masbosques, que busca el manejo
sostenible de bosques cultivados y cuidados por campesinos de la región.
Pintuco, que hace varios años emprendió un ambicioso proceso de internacionalización,
hace parte del Grupo Orbis, que adhirió al Pacto Global Mundial y cuenta con una estrategia
de sostenibilidad incorporada en la estrategia de negocios. Además de cuidar el impacto en
su proceso de fabricación, también elabora productos con un enfoque de sostenibilidad, ya
que estos apuntan a lograr un hábitat sostenible y amigable con el medio ambiente. Andrés
Ortega es su presidente
PRODUCTIVIDAD Y COMPETITVIDAD
La globalización de la economía impone exigencias a los concurrentes de todos los mercados. Desde
hace años se viene hablando de la necesidad de aumentar la productividad, como una herramienta
indispensable para sobrevivir. Cada año debemos producir más con menos. Esto les impone un
ritmo duro a los empresarios de la época. Gracias a la internacionalización de la economía, ahora
nos vemos enfrentados a productores de todo el mundo. El primer efecto ha sido la disminución de
los márgenes de ganancia de los distintos concurrentes, en especial los fabricantes de bienes
transables. Sin embargo, los demás que no se duerman, que, si sus mercancías o servicios no viajan,
los capitales de sus competidores sí.
Para aumentar la productividad, los empresarios deben realizar inmensas inversiones en capital
físico y humano. Lo primero, resulta muy costoso y aprieta los flujos de caja de todos; lo segundo,
resulta muy laborioso dado lo precario del sistema educativo nacional. El que logre avances en
ambos campos estará equipado para pelear; pero esto no basta, porque la productividad hace una
buena parte de la competitividad, pero no la hace toda.
PRODUCTIVIDAD EN COLOMBIA
De acuerdo con un informe de KPMG, el país se ubica en la posición 83 de 181 naciones evaluadas,
aunque durante el último año mejoró 12 posiciones.
Los importantes avances que ha presentado Colombia durante los últimos años en algunos factores
como la estabilidad económica, la mejora de la infraestructura nacional y el desarrollo de las
instituciones, parece que, aunque despacio, están ayudando a escalar el potencial de productividad
que tiene el país. Así lo muestra el informe realizado por la consultora KPMG ‘Variables for Sustained
Growth 2016 Índex’, el cual ubica a esta nación en la posición número 83 entre 181 países, en cuanto
su potencial, con una calificación general de 4,3 unidades.
Eso sí, la nota que registró en 2015 fue también de 4,3 puntos, lo que significa que la economía
nacional ha logrado mantenerse en la misma posición, mientras que otras ubicadas en el mismo
nivel han presentado descensos.
Entre las variables que ha analizado KPMG se encuentran algunas como la deuda o el déficit; los
niveles de inversión extranjera directa y el comercio exterior; la calidad de la infraestructura de
transporte, tecnológica o las instituciones financieras; la educación de los trabajadores o la fortaleza
de las instituciones públicas, entre otras.
En este sentido, la calificación de 4,3 puntos que obtuvo Colombia, la ubica en un nivel similar al de
economías como Turquía, Indonesia, Albania o Cabo Verde, y muy lejos de las posiciones de cabeza
que ostentan Suiza (8,3), Holanda (8,2) o Luxemburgo, con un puntaje de 8,1.En cuanto al resto de
Latinoamérica, Colombia se encuentra en el sexto puesto, por detrás de Chile (5,9), Uruguay (5,5),
Costa Rica y Panamá (5), o México (4,6).
Con todo, pese a que está lejos de las primeras posiciones, presenta un mayor potencial de
productividad que otras economías de la región como Perú, Ecuador, Argentina, Brasil o Venezuela.
De acuerdo con el informe de KPMG, “el progreso en el índice ha sido más lento en los países de
América Latina que en los asiáticos. Sin embargo, con excepción de Venezuela, han mostrado una
mejora consistente durante la última década”.
En los últimos dos auges que tuvo la economía desde 2002, auspiciados por la abundante liquidez
externa y los elevados precios de las materias primas exportadas, el país aceleró su desarrollo
económico de una manera similar a otros de América Latina.
Con base en un dinámico crecimiento económico y un incremento de los ingresos públicos, como
destaca el Consejo Privado de Competitividad (CPC), durante esos años en Colombia disminuyeron
la pobreza (de 50% a 20% de la población) y la indigencia (de 18% a 9%); el desempleo cayó por
debajo de dos dígitos, se redujo la informalidad laboral (de 58% a 50%), la clase media se duplicó (a
31% de la población) y superó a la menos favorecida (28%).
Al final del superciclo de las materias primas, sin embargo, la ralentización del ingreso nacional por
el deterioro de los términos de intercambio exigió que las economías exportadoras de estos bienes
ajustaran su demanda interna para disminuir los crecientes desbalances fiscal y externo. Por eso su
actividad económica se frenó.
Se esperaba que las pronunciadas depreciaciones de las monedas latinoamericanas, entre ellas el
peso colombiano, estimularan las exportaciones de otros bienes y servicios, para moderar el
impacto del ajuste sobre el crecimiento. Pero eso no ocurrió por la lenta expansión de la economía
mundial, la desaceleración de la región y su baja competitividad.
En Colombia esta permaneció estancada durante la última década. En este periodo el país descendió
3 puestos (al número 66 entre 137) en el escalafón del índice global de competitividad del Foro
Económico Mundial (FEM). Los resultados de Colombia en este indicador en 2017 también son
decepcionantes: respecto de 2016 ocurrió una desmejora generalizada, por lo cual descendió 5
puestos.
Los cuellos de botella de la competitividad de Colombia son casi los mismos que en otros países de
la región. Dentro de las condiciones básicas, las falencias más notables están en las instituciones,
sobre todo por la corrupción, que les resta credibilidad, debilita la eficacia del gasto público y
obstaculiza la mejora en la calidad de los bienes y servicios del Estado. En el último año, el país cayó
cinco puestos en la escala de las instituciones (al puesto 117). A pesar de mejoras marginales, la
salud y la educación primaria (con un ascenso de 2 puestos, al 88) y la infraestructura (con una caída
de 3, al 87) tampoco contribuyen a elevar la competitividad. Incluso en una de las grandes fortalezas
de la economía en el pasado, su estabilidad macroeconómica, hubo una disminución (del puesto 9
al 62), por el incumplimiento de la meta de inflación y el aumento de los objetivos de déficit
gubernamental permitido por la regla fiscal. En los pilares potenciadores de eficiencia, las fallas más
protuberantes están en la ineficiencia de los mercados de bienes (con un descenso de 2 puestos, al
102) y de trabajo (con una caída del 7 al 88).
Por último, en el pilar de innovación y sofisticación, la talanquera que más obstruye está en la
innovación, pese a la mejora del año pasado (con un incremento de 6 escalones, al 73).
De acuerdo con el diagnóstico del FEM, el CPC sugiere focalizar los esfuerzos en mejorar las
instituciones, la infraestructura, la salud y la educación primaria, la eficiencia de los mercados de
bienes y de trabajo, así como acelerar la innovación. Si Colombia se convirtiera en el país
latinoamericano más competitivo en cada uno de estos pilares, saltaría al puesto 27 en el ranking
de competitividad.
Para lograrlo, esta debería ser una política de Estado que incorpore las recomendaciones del CPC.