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Corruptos, corruptores y trabajadores.

¿Quién defiende a los trabajadores que combaten la corrupción?


Por Jocelio Drummond, noviembre 2016.

Análisis.
Latinoamérica atraviesa una serie de escándalos por corrupción, cada vez son
más las menciones en las noticias de servidores públicos y personajes políticos
(altos mandos e incluso presidentes) acusados de corrupción.

En la mayoría de los casos, se habla de empresas privadas de gran envergadura


que, a través de sobornos, obtienen enormes “beneficios”, como lucrativos
contratos con el Estado y/o libertades de operación en éste.

También, es común observar como empresas privadas financian campañas


políticas de candidatos que suponen una garantía de influencia y control de los
parlamentos para ellas, o de personajes demuestran interés en el sector financiero
asegurando un aliado de negocios.

Este artículo, se enfoca específicamente en un punto de vista desatendido y a


veces hasta ignorado, como lo son los trabajadores públicos que se oponen y
luchan en contra de este sistema político corrupto, quienes reciben represalias
desde perdidas de puesto de trabajos hasta amenazas en contra de su integridad
física.

Vale destacar, que aunque mucho se habla sobre los altos mandos involucrados
en actos corruptos, haciendo gran revuelo en los medios de comunicación, se
hace poca o ninguna mención sobre los trabajadores que son víctimas en este
panorama.

Según menciona, Drummond en su publicación, es necesario implementar un


sistema de protección para aquellos que están en contra y denuncian las
ilegalidades empresariales y políticas, dado que, se conocen gran cantidad de
casos de líderes populares, dirigentes sindicales y empleados públicos, víctimas
de persecución y hasta de asesinatos en nuestra región.

Dichos líderes, constituyen una traba en los negocios de estos conglomerados,


negocios que no provocan otra cosa que el deterioro constante de una nación,
hablamos de evasiones fiscales a gran escala, que significan una fuga de capital
para el Estado y que debería ser invertida en mejoras para la población, sin
mencionar, que estos propagan el contrabando, narcotráfico e incluso tráfico de
personas.

Recientemente, se han observado diferentes iniciativas para apoyar a aquellos


que están en contra de estos crímenes, por ejemplo, representantes del
sindicalismo internacional entregaron al director general de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), Guy Rider, una solicitud para que en ese órgano
se constituya un comité que estudie la situación de vulnerabilidad de las y los
denunciantes, con la finalidad de la creación de una normativa para la defensa de
los trabajadores(as) cuando denuncien casos de corrupción.

Además, una idea presentada por la Internacional de Servicios Públicos (ISP) y la


Internacional de Trabajadores de los Organismos de control (UITOC) propone
defender y ofrecer mejores condiciones de trabajo a quienes estén a cargo de la
investigación, control y sanción de las diferentes operaciones de corrupción.

Otro caso, es la propuesta de promover en la Organización de las Naciones


Unidas (ONU) una conferencia mundial para prohibir los paraísos fiscales
expuesta por Alfred de Zayas, experto independiente sobre la promoción de un
orden internacional democrático y equitativo, además de, tratar el tema de la
evasión fiscal y garantizar la protección de los denunciantes de ilegalidades
cometidas por entes públicos o empresariales.

Ahora bien, tal vez esto no resulta en una solución contundente para la corrupción,
ya que, esta se viene dando desde hace mucho tiempo y es bastante complicado
(desde mi humilde opinión) erradicar dicha práctica, sin embargo, lograr la
implementación de estas medidas, estaría asegurando un fuerte golpe a los
sistemas de corrupción, lo que debería también significar una mejora en los países
que son sumamente afectados por esta situación.

Ahora, si hablamos sobre Venezuela, podemos observar que la corrupción se está


dando en diferentes niveles hasta un punto que puede tornarse descarado, no solo
a nivel político, sino también, empresarial, e incluso en autoridades policiales y
militares que se suponen están para nuestra propia defensa.

No existe un ente totalmente confiable donde los ciudadanos en general puedan


apoyarse para denunciar crímenes de este tipo, por lo que es común que se
ignoren estas faltas y hasta se asuman como cosas “normales”

A esto, debemos sumar el miedo a las represalias que se puedan tomar en contra
de los que denuncian. A causa de esto, tenemos una sociedad que desconfía
totalmente de sus autoridades y que en muchos casos cede ante estos delitos
provocando su incremento.

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