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Murillo, F. El Derecho A La Ciudad Se Contruye Con Mas Obra Pública o Mejor Regulación Del Desarrollo Urbano
Murillo, F. El Derecho A La Ciudad Se Contruye Con Mas Obra Pública o Mejor Regulación Del Desarrollo Urbano
Resumen
El trabajo plantea que el “derecho a la ciudad”, entendido como la posibilidad de los
pobres de acceder a una vivienda y a servicios urbanos básicos a precios que puedan
afrontar, no depende solamente de la realización de obras públicas, sino sobre todo de
su complementariedad con mejores regulaciones del desarrollo urbano. Para
corroborar tal hipótesis, se comparan cuatro casos de áreas segregadas de la metrópoli
de Buenos Aires que contienen complejos habitacionales construidos por el Estado,
loteos baratos con viviendas auto-construidas y asentamientos informales evaluando
así en que medida las estrategias del Estado, el mercado, las organizaciones no
gubernamentales y de los propios afectados logran revertir los fenómenos de
segregación y fragmentación1. Se observa que la concentración de pobres en territorios
con altas densidades, hacinamiento y carente de servicios básicos y posibilidades de
desarrollo, es consecuencia de su expulsión sistemática de áreas rentables, legitimada
a partir de la realización de obras públicas y regulaciones urbanas que aunque
declamen que persiguen el derecho a la vivienda digna o a la ciudad, en verdad
favorecen la segregación. Se discute, finalmente, alternativas para revertir esta
situación, incluyendo el cambio de paradigma de planificación territorial, hacia uno
mas integrador de las regulaciones urbanas con el diseño de obras publicas, creando
mecanismos mas eficientes y eficaces para abordar la cuestión de la segregación de
barrios populares en el contexto de los procesos de urbanización capitalista.
Palabras claves: Obras públicas, regulaciones urbanas, segregación, fragmentación,
enfoque facilitador.
Tabla I.
Categoría Ciudad Buenos San Martín-Vte Moreno
Aires López Lujan
Villa San
Soldati Resto Zagala Resto Carlos Resto Varela Resto
Cantidad radios censales 18 126 7 701 7 318 4 120
Cantidad de hogares 6.513 51.454 2.773 247.003 2.510 109.948 1.201 30.517
Cantidad de viviendas 6.266 49.286 2.652 240.399 2.413 106.179 1.159 29.780
Cantidad de personas 23.937 156.156 11.449 665.740 9.583 370.920 4.268 89.724
Superficie (Km2) 1,36 21,66 0,38 90,23 7,00 318,00 0,00 0,00
Superficie (Hectáreas) 136 2.166 38 9.023 700 31.800 0 0
Densidades (Hogares/Vivienda) 1,04 1,04 1,05 1,03 1,04 1,04 1,04 1,02
Densidades (Personas/ Hogares) 3,68 3,03 4,13 2,70 3,82 3,37 3,55 2,94
Densidades (Personas/Viviendas) 3,82 3,17 4,32 2,77 3,97 3,49 3,68 3,01
Densidades (Vivienda/Ha) 53 24 69 27 17 2 4 6
Densidades (Persona / Ha) 176 72 300 74 15 20 66 7
Fuente: Censo Nacional 2001.
2.2. Categorías socio-habitacionales y segregación
La tabla II refleja la composición de cada caso considerando la producción del mercado
(loteos baratos y auto-construcción); el Estado construyendo vivienda y la informalidad
produciendo hábitat por fuera de los marcos regulatorios. De modo de corresponder con
las categorías del censo se trabajo la vivienda social financiada por el Estado a partir del
tipo “departamento” (en los casos seleccionados solamente complejos habitacionales);
las categorías casas tipo A y B, los inquilinos y las pensiones, se corresponden con el
accionar del sector privado. Finalmente, la categoría informalidad corresponde a las
tipologías rancho y casilla. La comparación de cada topología en relación a los niveles
de hacinamiento3 por hogar permite inferir niveles de segregación del sector.
Tabla II.
Pdo San Moreno
Ciudad de Martín-Vte
Buenos Aires López Lujan
Categoría Soldati V Zagala San Carlos Varela
Casa tipo A 30% 33% 46% 68%
Casa tipo B 8% 13% 41% 26%
Rancho 0% 0% 2% 1%
Casilla 8% 28% 10% 2%
Departamento 51% 26% 0% 3%
Pieza/s en inquilinato 2% 0% 1% 0%
Total 100% 100% 100% 100%
Síntesis
Loteo
(A+B+Inquilinato+Pensión) 40% 46% 88% 94%
Informal (Rancho+casilla,
móvil, No Construido) 9% 28% 12% 3%
Complejo (departamento) 51% 26% 0% 3%
Otros (calle) 0% 0% 0% 0%
Hacinamiento por hogar
Hasta 0,50 13 8 13 6
Entre 0,51 – 1 34 29 36 25
Entre 1,01-1.50 19 21 18 17
Entre 1.51-2 17 20 16 20
Entre 2.01 -3.00 10 13 10 17
+ de 3.00 6 9 6 15
Fuente: Censo Nacional 2001.
3.1. Soldati
El caso de Soldati (figura 1) data de fines de principios de siglo XX, a partir del
establecimiento de la estación “Soldati” de ferrocarril, dando origen al barrio de
viviendas obreras. Entre 1915 y 1930, un barrio incipiente se establece en la por
entonces frontera sur de la ciudad. En 1940, la creación del basurero de la ciudad en su
proximidad comienza a marcar un hito en dirección a la segregación del barrio respecto
del resto de la ciudad, por cuestiones higiénicas, situación que es revertida hacia 1960
con su remoción. Pero poco después, en 1977, la creación del Parque de la Ciudad, un
enorme predio dedicado a la recreación para el conjunto de la ciudad, marca otro hito en
la tendencia a identificar el sector como soporte de actividades a nivel de la ciudad en su
conjunto, creando grandes parcelas que bloquearon su posibilidad de expansión. En esta
evolución, el año 1979, con la construcción del complejo habitacional social Soldati,
alojando población erradicada de otras villas de capital, marca un nuevo hito en la
tendencia de concentrar sectores vulnerables en el área. Desde entonces, puede
advertirse una paulatina secuencia de crecimiento de la informalidad. En 1983, con la
creación de la villa 3, en 1995, surge la villa “los Piletones”, en 2001 se instala un
número creciente de familias debajo de la autopista, AU 7, que poco después serán
relocalizados al descampado cerca del Riachuelo, generando un asentamiento de alto
riesgo ambiental. En 2003 se forman tres nuevas villas miserias: Dulce, Calabacita y
Carrillo II, marcando un escenario inédito de expansión de la informalidad en la zona.
De las entrevistas realizadas a los habitantes del área se desprende que casi en su
totalidad los residentes tanto en los complejos, como sectores informales son personas
emigradas de otras provincias o países, pero no nacidos en la zona. Distinto es el caso
del loteo donde sus habitantes son mayoritariamente nacidos en la zona, y con claro
enfrentamiento con los habitantes de las otros sectores, percibidos como “intrusos”.
Figura 2. Infografia evolución Soldati
3.2. Zagala
Zagala (figura 3) fue a mediado de siglo receptor de grandes inversiones del Estado.
Entre 1944 y 1948 se construyo un hospital para tuberculosos y hogar para no videntes
de escala metropolitana. Ya en 1968 se traslada población de la Villa de Retiro para
alojarse en unos complejos habitacionales construidos expresamente para tal fin, pero en
el proceso, el Estado asigno tales viviendas a otros grupos, dejando a este sector
asentado en viviendas transitorias, en la condición de intrusos, dando origen al “Barrio
Loyola”. Ya en 1978, se construyen otros complejos habitacionales sobre la avenida
Constituyentes, también destinada a albergar población erradicada de otros sectores de
la ciudad. La concentración de pobres en el sector urbano respondió a lo lógica de
apoyar la creciente industrialización del área, legitimada por la legislación que
promovió el uso industrial en la zona, al tiempo que era expulsada de la ciudad de
Buenos Aires. Ya en los 80s puede reconocerse un crecimiento sostenido de las villas
miserias en las inmediaciones de los complejos, en buena medida vinculados por lazos
familiares, de amistad o simplemente compartiendo una misma condición social con los
habitantes de los complejos. Comenzaron así a ocupar espacios disponibles en los
complejos primero y en los espacios intersticiales disponibles después, ocupando
terrenos y mas tarde con la des-industrialización del área, ocupando también fabricas
desocupadas, dando origen al fenómeno de “toma de fabricas” materializando villas
miserias verticales. En 1990, el Estado reconociendo la alarmante tendencia del sector a
convertirse en un getto cedió parte de tierra pública para construir viviendas a través de
cooperativas. En 1995, se produce una segunda fase de construcción de complejos
habitacionales, especialmente en el barrio de Loyola, donde se alojo parte de la
población, regularizando parcelas. Esto fue financiado con el fondo de “reparación
histórica del Conurbano”, marcando una impronta del Estado Nacional en la
transformación de sectores receptores de poblaciones erradicadas.
Cada uno de estos periodos refleja la mutación en las herramientas para construir el
derecho a la ciudad desplegado por el Estado, en relación a la informalidad y el accionar
privado. El primer momento, tiene una correspondencia directa con el accionar del
mercado: Se trata de un desarrollador inmobiliario que toma la iniciativa de subdividir
lotes baratos dirigidos a sectores sociales medios-bajos y bajos donde a partir de la auto-
construcción y movilización comunitaria, puedan proveerse de servicios habitacionales
y urbanos básicos. Este periodo podría extenderse indefinidamente, valorizándose la
zona en función de la inversión publica, en infraestructuras, y privadas, en viviendas.
Pero la intervención del Estado construyendo vivienda social, da lugar al segundo
periodo, introduciendo una lógica de inversión publica que crea una mayor oferta
habitacional dirigida a albergar a poblaciones erradicadas de otras zonas. El caso de
Soldati y Zagala, es diferente a la lógica en San Carlos y Varela, donde el Estado
básicamente no intervino en la forma de vivienda social. El tercer periodo se
corresponde a la irrupción de la informalidad, como consecuencia del asentamiento de
sectores vulnerables en las inmediaciones. El cuarto periodo corresponde a la reacción
del Estado frente al surgimiento de la informalidad, intentando la erradicación, o por el
contrario, procurando su formalización a través de estrategias de regularización de
parcelas y mejoramiento de asentamientos informales. El quinto periodo refleja el
corolario final de este proceso, en el que el sector puede mejorar, en la medida en que
capitalice la inversión publica y privada, o definitivamente tienda a su degradación en la
medida en que se extienda la informalidad y la desvalorización del sector.
Tabla III.
Soldati Zagala San Carlos Varela
Periodo/
Mecanismo
1) Loteo Loteo cerca Loteo próximo Loteo área
Loteo próximo
económico. estación nueva avenida disponible centro urbano
Gral. paz próximo a
en área riesgo
autopista ambiental
2) Vivienda Complejos Complejos No Apoyo de la
social alta densidad densidad media intervención iglesia para
para alojar donde alojar publica. subdividir
población población Asistencia deterrenos y
erradicada de erradicada de ONG para
vivienda con
villas de Retiro construir auto-
capital viviendas construcción.
3) Expansión Informalidad Informalidad Informalidad Terrenos
informalidad en la ocupando en áreas
ocupados en
proximidad fabricas especificas zonas de
de complejos desocupadas riesgo
ambiental
4) Regularización No se Reurbanización Solo se Se realizaron
suelo informal llevaron a villas regularización regularización
cabo construyendo pocos lotes de terrenos en
operaciones complejos en ocupados en zonas
de terrenos terrenos conflictivas
regularización recuperados intersticiales.
5) Actualidad: Crecimiento Crecimiento de Consolidación Fragmentación
Combinación de la la informalidad barrio auto- entre barrio
obras informalidad y la construido. del frente y
publicas? y la segregación Reducción de del fondo
segregación. la
informalidad
Los dos primeros casos estudiados, Soldati y Zagala, reflejan la mutación en las
estrategias de producción de hábitat social, desde el loteo económico, la intervención
del Estado construyendo complejos de vivienda social y la expansión de la
informalidad, seguido por la regularización de suelo informal. Este cambio significo la
atracción de nuevas oleadas de inmigrantes provenientes de otros barrios populares, que
se alojaran en condiciones informales; densificando la zona y produciendo mayor
hacinamiento. El corolario final, correspondiente a la actualidad, se caracteriza por la
combinación de diversas obras publicas, entre la construcción de nuevas viviendas y
regularización de hábitat informal, pero sin incluir cambios en los marcos regulatorios,
y por ello, sin modificar las condiciones de mercado inmobiliario. Formalidad e
informalidad siguen funcionando como mercados paralelos, con mínima interacción y
por ende, reproduciendo procesos de segregación y fragmentación.
Cabe mencionar que, aunque ambos casos comparten similitudes en cuanto a su nivel de
segregación, entrevistas realizadas a los habitantes dan cuenta de una diferencia
significativa en cuanto a la mayor interacción entre vecinos, residentes de sectores
formales o informales en Zagala, comparado a Soldati. Inclusive pudo verificarse en
Zagala una tendencia de migración ascendente, de entrevistados viviendo en
condiciones de informalidad, accediendo a lotes y viviendas en los mercados formales.
Los casos terceros y cuarto, San Carlos y Varela, plantean escenarios distintos.
También se originan a partir de la subdivisión en lotes baratos, pero su localización
periférica dificulta el acceso a redes de servicios urbanos básicos, como agua,
saneamiento y transporte publico. La presencia de organizaciones no gubernamentales,
típicamente eclesiásticas, jugo en el principio el rol del Estado al proveer asistencia para
la auto-construcción y provisión de servicios básicos. La consolidación de un incipiente
barrio de clase media-baja atrajo a sus bordes población de origen rural que se
estableció informalmente en pequeños asentamientos. La intervención oportuna del
municipio llevando a cabo operaciones de regularización y lotes con servicios impidió
su expansión, en San Carlos. En el caso de Varela llevo a la fragmentación, donde se
diferencian claramente la zona próxima al pavimento y sin problema de inundaciones, el
“frente” y el “fondo”, más próxima al arroyo. La situación actual de los casos refleja
una menor segregación en San Carlos, a partir de la iniciativa de diversas
organizaciones comunitarias logro suplir falencias de servicios públicos, tal como el gas
natural y transporte. En Varela puede observarse una mayor segregación del barrio
respecto del resto de la ciudad, especialmente en el “fondo” en el que se produce un
nivel de segregación mayor agregado al riesgo ambiental. Ambos casos son muy
diferentes en cuanto a la migración de sus habitantes, reconociéndose en San Carlos una
tendencia ascendente, familias e individuos que tendieron pasar de la informalidad a la
formalidad, ciertamente favorecido por los planes aplicadas oportunamente; mientras
que en Varela, puede reconocerse un porcentaje significativo de casos de migración
descendente, población que viviendo en el frente, por razones que exceden este estudio,
tendieron a mudarse al “fondo”. En Varela, el crecimiento de la informalidad plantea un
desafió inédito para la planificación urbana de la micro-región de Lujan.
La regulación de usos de suelo en los distintos casos también refleja una rigidez que
conspira contra los esfuerzos por desarrollar mecanismos de integración socio-
territorial. La aplicación de usos industriales en los casos de Soldati y Zagala,
condiciona el desarrollo residencial a niveles de deterioro ambiental. La regulación de
usos industriales, en el marco de la ley de erradicación de industrias de la Ciudad de
Buenos Aires, proporciona un mayor valor al sector para alojar actividades compatibles
con el uso industrial como galpones en el caso de Soldati y PyMES (Pequeñas y
medianas industrias) en el caso de Zagala. Esta plusvalía otorgada por el permiso de uso
industrial afecta el desarrollo residencial en ambos sectores, devaluando el mercado
residencial, lo cual alienta la expansión de la informalidad en áreas vacantes y en épocas
de desindustrializacion, también la toma de fábricas donde surgen, con altos niveles de
hacinamiento y muy malas condiciones ambientales, las así llamadas villas verticales.
En los casos de San Carlos y Varela, en realidad no se trata de una asignación de usos
de suelo determinada, sino por el contrario, la carencia de regulaciones que definan el
futuro del área desestimulan tanto la inversión privada como publica, pues se ignora y
no se proveen pautas sobre el futuro de la zona. En el caso de Varela particularmente, la
permisividad en la ocupación de terrenos en zonas inundables, ignorado como área
urbana en los códigos de planeamiento, condena el sector a la situación “temporaria”
que implica congelar toda realización de obra publica o inversión privada en el sector,
incluyendo los recursos de los propios habitantes que se perciben también a si mismos
como en una situación temporaria y de emergencia.
Surge entonces la tercera pregunta, en torno sintonía con el “enfoque facilitador”. Por
una parte, su crítica referida a la obsolescencia del modelo de intervención del Estado
con obras públicas es ciertamente comprobable a través de la experiencia de los
resultados analizados en los casos de estudio presentados. Por otra parte, es claro que la
regulación del mercado, sobre todo la apropiación de plusvalías urbanas, es la clave
para entender el diseño de marcos regulatorios que tiendan a guiar procesos de
urbanización incluyentes. El caso de Soldati y Zagala expresan claramente esta
situación: Al disponer de industrias importantes que generan rentas significativas, por
una parte; y volúmenes edificados con densidades construidas que permiten la
explotación de rentas inmobiliarias, tanto en lo formal como en lo informal, las
externalidades ambientales y sociales que generan deben ser asumidas por los habitantes
de la zona, quienes pagan con sus malas condiciones de vida la renta diferencial creada
por la zona, apropiada por sectores no residentes en la zona. Las clases medias emigran
a lugares mejores, más cómodos, sin industrias en sus inmediaciones. De esta manera,
las zonas que en algún momento disponían de un atractivo perfil de diversidad social,
tienden a sufrir un paulatino proceso de atracción de pobres de otros sectores que
tienden a devaluar el mercado inmobiliario y a estimular la emigración de las clases
medias. Las políticas públicas facilitan el acceso de los sectores populares en forma
masiva produciendo un impacto muy grande de densificación e informalizacion, que
culmina con su segregación y fragmentación, reproduciendo una lógica de
enfrentamiento entre vecinos que alienta su separación socio-territorial extrema que se
manifiesta en indicadores de segregación y también en expresiones físicas como muros.
El fenómeno de segregación se consolida a partir de la ausencia de normativas que
incentivan la construcción de ofertas inmobiliarias accesibles para las clases populares
como lotes económicos o viviendas de alquiler adecuadamente regulada, La
informalidad por tratarse de una actividad fuera de toda regulación da lugar a
situaciones abusivas por parte de grupos que se apropian de la renta inmobiliaria pagada
por sectores vulnerables que no cumplen con estándares mínimos de habitabilidad.
Pudo verificarse que la intervención pública en vivienda, si bien generó un mayor stock
de hábitat social, contribuyó también a su segregación, proliferación de informalidad y
fragmentación, en relación directamente proporcional al valor del suelo. Estos
incipientes procesos de segregación tendieron además a profundizarse en algunos casos
en función de la asignación de usos incompatibles con la residencia, tales como
actividades industriales, servicios o infraestructuras para el conjunto de la ciudad. Estas
áreas desarrollaron estructuras territoriales eficientes para generar renta urbana en los
sectores de servicios o industrias, al mismo tiempo que sirvieron para alojar mano de
obra barata, estratégicamente insertas en la proximidad de la demanda empresarial.
Además, estos sectores sirvieron para recibir población erradicada de otras áreas,
permitiendo así transferir las externalidades de la valorización inmobiliaria de unas
zonas en el deterioro, hacinamiento y marginalidad de otras zonas. Este esquema de
mejoramiento de sectores a expensas de otros y concentración de actividades
generadoras de renta, lleva a que los habitantes segregados paguen con sus malas
condiciones de vida y exclusión, la renta diferencial obtenida en sus espacios
residenciales originales. Frente a esta situación, el planeamiento territorial en lugar de
introducir mecanismos que tiendan a favorecer la redistribución de la renta preservando
estándares básicos de condiciones de vida para todos los habitantes de la ciudad, tiende
a legitimar el proceso extractivo de renta con normativas, por una parte, y obras
publicas, por otra parte. Las obras públicas a su vez, invocando el derecho a la vivienda
y a la ciudad terminan favoreciendo la concentración de sectores populares en áreas
aisladas y fragmentadas argumentando “contención social”, pero ejerciendo en verdad
“segregación socio-territorial”. En los casos de menores densidades, mayor distancia al
centro de la ciudad y valor de suelo, como el caso de Moreno y Lujan, la inversión
publica en viviendas e infraestructuras tiende a ser menor y la segregación tiende a
producirse por su inserción periférica en la estructura metropolitana que impone
enormes costos y tiempos de transporte para acceder a servicios y empleos.
Bibliografía