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San Ambrosio
El Santo Evangelista hizo bien al prenotar que muchos
creyeron que el niño debía llamarse Zacarías, como su padre; a
fin de que se observe que no desagradó a la madre el nombre
de alguno de la familia, sino que el Espíritu Santo le inspiró
aquél que el Angel había anunciado ya a Zacarías. Y
ciertamente que él no pudo declarar a su mujer el nombre del
hijo, sino que Isabel aprendió por inspiración lo que no había
aprendido del marido. De donde sigue: "Y respondiendo", etc.
No os admiréis de que esta mujer cite un nombre que no ha
oído, puesto que el Espíritu Santo, que había mandado al
Angel, se lo reveló a ella. Ni podía ignorar al precursor el que
había vaticinado a Cristo. Y por esto sigue: "Y le dijeron", etc.,
para que se entienda que éste no es un nombre de familia, sino
de profeta. También se pregunta a Zacarías por señas. Y
prosigue: "Y preguntaban por señas al padre del niño", etc.
Pero como la incredulidad le había quitado el oído y el habla, lo
que no podía decir con la voz lo dijo con las manos y con las
letras. Prosigue: "Y pidiendo una tableta, escribió, diciendo:
Juan es su nombre", etc. Esto es, no somos nosotros quienes
le ponemos el nombre, sino que ya lo ha recibido de Dios.
Orígenes
Zacarías significa el que se acuerda de Dios,1 Juan significa el
que manifiesta a Dios.2 Además, la memoria se refiere a lo que
está ausente y la demostración se refiere a lo que está
presente. Por tanto Juan debía expresar, no la memoria de
Dios como ausente, sino que debía señalarlo con el dedo como
presente, diciendo (Jua_1:29): "He aquí el Cordero de Dios".
Teofilacto
Y porque el padre, mudo, concordó con su mujer acerca de
este nombre del niño, sigue: "Y se maravillaron todos", etc.
Ninguno había entre todos sus parientes que llevase este
nombre, para que alguno pudiese decir que antes lo habrían
pensado los dos.
San Ambrosio
Con razón se desató en seguida su lengua, porque aquella a
quien había atado la incredulidad, debía ser soltada por la fe.
Creamos también nosotros, para que nuestra lengua -que está
ligada con los vínculos de la incredulidad- se desate por la voz
de la razón. Escribamos en el espíritu los misterios, si
queremos hablar; escribamos al Precursor de Cristo, pero no
en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón.
Pues el que nombra a Juan, vaticina a Jesucristo. Sigue, pues:
"Y hablaba bendiciendo a Dios".
Beda
En sentido alegórico, la celebrada natividad de Juan es la
gracia incoada del Nuevo Testamento, a la cual los vecinos y
parientes querían más bien imponer el nombre de su padre que
el de Juan. Porque los judíos, que estaban como unidos a él
por afinidad con la observancia de la ley, querían más seguir la
justicia que procedía de la ley que recibir la gracia de la fe. Pero
la madre con palabras y el padre con letras procuran
pronunciar el vocablo Juan -esto es, gracia de Dios-. Porque la
misma ley, los salmos y los profetas, predican la gracia de
Jesucristo con clarísimos oráculos. Aquel sacerdocio antiguo,
con las sombras figurativas de ceremonias y sacrificios, le da
también testimonio. Con razón Zacarías habla en el octavo día
después de nacido su hijo; porque por medio de la resurrección
del Señor, que se verificó dentro del octavo día -esto es,
después del día séptimo, o sea el sábado-, se dieron a conocer
los secretos del sacerdocio legal.
Notas
1. También puede decirse: Yavé se acordó de nuevo.
2. Juan: Yavé se ha compadecido.