Está en la página 1de 2

EL HOMBRE QUE CALCULABA: CAPÍTULOS 14-17

Laura Valentina Girón Castaño


Gimnasio Campestre Beth Shalom
2016

CAPÍTULO XIV:
Beremís y Malba Tahan se encontraban en la Corte de Al-Motacen junto con el emisario
del rey, Nuredin Zarur.
En la sala entraron cinco músicos egipcios, quienes estaban interpretando melodías árabes,
y junto con ellos, dos bailarinas españolas, djalicianas, quienes tenían un gran parecido entre sí. El
califa de aquel lugar las presentó a Beremís y a su amigo, una se llama Iclimia y la otra Tahessan,
según él, nadie ha sido jamás capaz de distinguir entre ambas hermosas hermanas.
Beremís le responde que ciertamente ambas mujeres son muy hermosas y que, para él, ha
sido relativamente fácil distinguirlas. La manera en que Beremís las logró diferenciar es debido al
número de franjas que hay en el borde de cada falda, él calculó que Iclimia tenía 312 franjas,
mientras que Tahessan tenía 3 franjas menos.
En el mismo lugar, había un visir llamado Nahum Ibn-Nahum, quien vendo cómo el
prestigio de Beremís crecía decidió cuestionar el uso que éste le estaba dando a las matemáticas
creando una disputa entre utilitarismo y la “teoría”. Beremís expuso que las matemáticas tenían
como fin el resolver el misterio del Universo, elevar el espíritu y que además debían tener una
utilidad práctica e inmediata y que ésta debía entregarse sin reserva a los sueños de la imaginación.

CAPÍTULO XV:
El jefe Nerudín regresa a la Sala de Audiencias sin haber podido encontrar al calígrafo que
había de traducir las leyendas escritas allí; sin embargo, Nerudín fue al lugar donde aquel calígrafo
vivía y trajo consigo un tablero de ajedrez y un cuadro lleno de números, que habían llamado su
atención.
Beremís le explicó al jefe que el último cuadro correspondía a un “cuadro mágico”, que
existían a partir de 9, 16 y hasta de más de 25 casillas y que en cada una de ellas se ubicaba un
número entero en donde al sumar en las columnas, las filas o las diagonales, la suma de los números
será siempre la misma.
También le explicó que aquellos cuadrados mágicos que podían descomponerse en más
cuadrados mágicos, se llamaban hipermágicos y que, en éstos, también podían existir los
cuadrados diabólicos, en donde el mismo resultado se puede obtener sumando también cuatro
números del cuadrado diferentes de una misma fila y columna.

CAPÍTULO XVI:
Beremís ahora le habla al califa sobre el ajedrez, tablero divido en 64 casillas, y cuenta
también su historia.
La leyenda de la creación de éste tablero, narra la historia del rey Ladava, gobernado de
Taligana, un rey generoso y con un único hijo. Hubo un tiempo en que su reino entró e guerra y el
rey se vio obligado a luchar para impedir una futura invasión. La victoria del rey Ladava le costó
la vida a su hijo y debido a esto, el rey cayó en una gran depresión, recordando siempre cada uno
de los movimientos ejecutados en aquella batalla.
Un joven llamado Lahur Sessa, al ver el estado de ánimo de su rey, decide inventar un
juego que lograra distraerlo; es así como va ante el rey le presenta el ajedrez. El muchacho le
explica cada una de las piezas que componen éste juego, como por ejemplo la caballería
representada por medio de elefantes, dos visires (alfiles) y el pueblo quien toma el lugar de la reina.
También le explicó que para poder ganar era necesario hacer algunos sacrificios, como sucedió
con su hijo.
El rey, en forma de agradecimiento, le pide al joven que pidiera lo que él quisiera; pero el
joven pide algo que era realmente incalculable, enseñándole a su rey que no puede ofrecer aquella
que no está seguro que puede dar.
Al final, Lahur Sessa es nombrado como primer ministro del rey.

CAPÍTULO XVII:
Después de abandonar la Sala de Audiencias, Beremís empieza a recibir gran cantidad de
consultas.
Una noche, Beremís y su amigo fueron invitados a un café ubicado en la plaza de Otman.
Al ver a Beremís allí, un cuentista del lugar decide contarle una historia, esperando que al final el,
resolviera lo que sucedía en la historia.
Ésta trataba la vida de un señor que presumía mucho de la inteligencia de sus tres hijas y
que un señor ya cansado de escucharlo, decide poner a prueba tal inteligencia. Es así como le pide
a las tres hijas que vendas cierta cantidad de manzanas pero todas al mismo precio. A la mayor le
dio 50 manzanas, a la otra 30 y a la menor 10 manzanas.
El trabajo de Beremís consistía en explicar qué habían hecho las tres mujeres para poder
cumplir con su tarea, entonces, Beremís explica que la mayor vendió 49 manzanas y se ganó 7
denarios, la siguiente vendió 28 y se ganó 4 denarios y la última, vendió 7 manzanas y se ganó 1
denario; luego, la primera vendió su manzana sobrante a 3 denarios, la siguiente, vendió sus dos
manzanas y se ganó 6 denarios y la última se ganó 9 denarios por sus tres manzanas sobrantes. De
esta forma, cada hermana ganó un total de 10 denarios.

También podría gustarte