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Como diseñar un sistema de videovigilancia (CCTV) eficiente

Empezaré diciendo que un sistema de videovigilancia no es la solución


total a un problema de seguridad de bienes o personas, más bien parte de
la solución. En principio un sistema de CCTV permite registrar la evidencia
de un delito, además de monitorizar acciones visibles, aunque la presencia
notoria de cámaras tiene, de hecho, un carácter disuasorio.

Como toda solución de seguridad, ha de adaptarse al problema del cliente,


por lo que el primer paso debe ser definir muy claramente para qué y cómo
queremos utilizar los componentes de un sistema de CCTV (cámaras,
monitores, grabadores de vídeo, software, etc.) Esta fase inicial del diseño
es muy importante para evitar posteriores problemas de interpretación de
lo que se quería obtener con la instalación de cámaras de CCTV. El
siguiente paso, que muchas veces es obviado por diversos motivos, es
redactar un documento, a ser posible contractual, donde el instalador y el
propietario o usuario final acuerden el alcance y objetivos del sistema de
CCTV. De esta manera ambas partes acordarán lo que este sistema
permitirá hacer y de qué manera. Ocurre con mucha frecuencia que
durante el proceso de configuración, presupuesto, aceptación, inicio de los
trabajos de instalación, entrega del sistema y formación de los operadores,
las personas responsables de la propiedad y del instalador cambian y al
final no son las mismas que iniciaron el proceso. Es aquí donde un
documento de estas características es muy útil y necesario.

Evidentemente antes de firmar este documento ambas partes habrán


realizado un acuerdo económico, es decir el instalador habrá entregado un
presupuesto de equipamiento y mano de obra y la propiedad lo habrá
aprobado o en su defecto se habrán negociado las correspondientes
modificaciones y aplicado los descuentos que toque aplicar. También es
importante definir los plazos de entrega de material, instalación del
cableado en caso que haya que realizarlo, y de todos los componentes del
sistema, así como la puesta en marcha y posterior formación de los
operadores. Este último punto muchas veces se olvida y suele ser la causa
de innumerables problemas de post-venta. La formación de los operadores
debería hacerla el instalador o integrador de sistemas responsable de la
instalación o, en función de la política del fabricante de CCTV, puede ser el
distribuidor o directamente el fabricante. Lo que es importante es que se
de formación a las personas encargadas de utilizar el sistema de CCTV.

A partir de la firma del documento indicado anteriormente y de la


aprobación del presupuesto, el instalador hará acopio del material
necesario y preparará todo para realizar la instalación.

Volvamos a la fase de diseño del sistema para ver un poco más en detalle
lo que hay que tener en cuenta. Es necesario realizar una o más visitas a la
propiedad para recibir información del cliente. Como ya se dijo, es
fundamental conocer a fondo cuál es el problema, así como el entorno y la
situación del lugar a vigilar. Un sistema de CCTV se puede aplicar a
infinidad de escenarios muy distintos, por ejemplo: aeropuertos, hospitales,
centros comerciales, industrias de varios tipos, etc. Aunque el concepto sea
similar, la solución a aplicar varía mucho en función de las necesidades de
cada caso. Por ello es importante mantener reuniones con el cliente, pero
también ver in-situ el lugar, hablar con la gente que trabaja en las
instalaciones; ellos nos pueden transmitir mucha información relevante
para diseñar correctamente la solución.

Temas a tener en cuenta durante la fase de diseño del sistema de CCTV:

 ¿El sistema de CCTV va a ser autónomo o se va a integrar con


otras tecnologías de seguridad? No debemos olvidar que, si estamos
instalando una solución de CCTV que no sea para monitorizar procesos
industriales o de otro tipo, sino para seguridad, este sistema por sí mismo
no va a evitar la comisión de delitos, aunque pudiera tener un carácter
disuasorio, su función es la de mostrar y registrar los eventos que
decidamos para su posterior investigación y eventual análisis e
identificación por parte de la policía o los jueces. Por tanto si el sistema de
CCTV es la única tecnología de seguridad a instalar, deberá diseñarse
dotándolo de los sistemas de detección de eventos de alarma que nos
ofrecen las propias señales de vídeo y la analítica de vídeo disponible hoy
en día con las soluciones software del mercado. Si por el contrario el
sistema de CCTV es parte de una solución integrada con otras tecnologías
como la detección de intrusión y/o el control de accesos, deberemos
disponer de algún sistema de integración, normalmente un servidor con
software de integración, que combine las señales de alarma procedentes
de otras tecnologías, que serán entradas de alarma para el sistema de
CCTV, a partir de las cuales se iniciarán grabaciones o aumentará la
calidad de lo que ya se estaba grabando, se comunicará vía mensajería
electrónica a operadores remotos, etc. Es decir, un sistema de detección de
intrusión o de control de accesos detectará y/o identificará personas y al
mismo tiempo servirá de entrada de alarma al sistema de CCTV. A partir de
esta entrada y en función de cómo se haya programado el sistema de
CCTV, se tomarán determinadas acciones, por ejemplo poner la imagen de
una cámara asociada al lugar donde se ha producido la intrusión, en un
monitor de alarmas a pantalla completa, o iniciar el seguimiento visual
mediante comandos de movimiento a cámaras móviles (domos PTZ, por
ejemplo), o incluso transmitir mensajes de voz pre-grabados al lugar donde
se ha producido la intrusión, o transmitir una secuencia de vídeo al teléfono
móvil del responsable de seguridad. La tecnología hoy en día permite
gestionar las alarmas de muchas formas. Pero todo esto debemos pensarlo
en la fase de diseño y una vez definido y acordado, indicarlo claramente en
el documento de especificación del sistema. Si no lo hacemos así,
seguramente nos encontraremos en una situación complicada cuando ya
se haya instalado el sistema y el cliente “descubra” que el sistema puede
hacer otras cosas que no se habían previsto.
 ¿Habrá personal de seguridad, operadores, a cargo del sistema
de CCTV o va a estar desatendido la mayor parte del tiempo? El diseño de
la solución de videovigilancia es distinto en un caso u otro. Por ejemplo, no
es lo mismo vigilar un huerto solar en mitad del campo que un centro
comercial o unos grandes almacenes. En el primer caso hablamos de una
vigilancia remota no atendida que debería disponer de videograbadores y
al mismo tiempo sistemas de comunicación rápida a un centro de control
remoto en caso de detección de intrusión. En el segundo caso lo más
probable es que haya uno o varios operadores realizando seguimientos de
personas sospechosas, anticipándose a la comisión de delitos y por
supuesto grabando las acciones delictivas que se produzcan. Digamos que
en este caso estaremos conectados “en tiempo real” y de manera continua
a las cámaras de videovigilancia, mientras que en el caso de una vigilancia
remota se incorpora un retardo debido a la necesaria comunicación de los
eventos de alarma remotos, siendo necesario grabar en el lugar todo lo que
ocurre y realizar copias de seguridad frecuentes en un lugar distinto.
 ¿Vigilancia en interior o exterior? ¿Cámaras fijas o móviles?
Parece algo obvio, pero no se trata solamente de prever el uso de carcasas
con protección IP alta para exterior o incluso antivandálicas, también hay
que tener en cuenta si vamos a realizar seguimientos manuales o
automáticos de objetos en movimiento (vehículos, personas, rondas de
patrulla de varios lugares, etc.) y por supuesto definir claramente, para
cada cámara, el rango de distancias de visionado que deben tener. A partir
de aquí definiremos la distancia focal o ángulo de apertura de la lente que
monta dicha cámara. Aquí es importante tener en cuenta no solo la
capacidad de acercamiento o alejamiento visual de objetos (varifocal o
zoom motorizado), sino la iluminación disponible durante el período de
vigilancia, ya que ésta determinará el grado de apertura del iris de la lente
y con ello la zona enfocada de la imagen (profundidad de campo). Por otro
lado, si se va a utilizar software de análisis de vídeo o reconocimiento, es
importante diseñar el sistema teniendo en cuenta la calidad de las
imágenes que va a proporcionar. Es en este punto donde las cámaras
digitales, que transmiten señales a través de redes TCP/IP destacan sobre
las tradicionales cámaras analógicas basadas en vídeo banda-base o
también llamado vídeo compuesto, donde la resolución está limitada a las
625 líneas del estándar PAL en Europa o las 525 del NTSC en América, por
no mencionar el formato horizontal/vertical limitado a los 4/3 en
contraposición a las cámaras IP Megapixel de 16:9. Por supuesto que hoy
en día las cámaras digitales no están limitadas a cámaras IP, se dispone de
otras tecnologías propietarias que permiten captar y transmitir señales de
alta definición “sin paquetizar”, es decir sin emplear los algoritmos de
compresión típicos de las cámaras IP, como H-264, o las diversas versiones
de MPEG también utilizadas. Pero para este análisis, vamos a simplificar las
cosas dividiendo las cámaras en analógicas e IP. Por tanto, si fuese
necesario hacer ampliaciones (zoom) sobre la imagen para ver detalles
concretos de la escena captada, es conveniente recurrir a la solución IP, ya
que sobre una escena ya grabada podremos ver con buena calidad detalles
de determinadas zonas, gracias a la gran cantidad de información de vídeo
presente en dichas capturas. Quizás este sea el fin de las lentes con zoom
óptico, hay quienes así piensan. Creo que ambas tecnologías coexistirán
durante mucho tiempo, es decir, se mantendrán las lentes con zoom óptico
e irán aumentando la cantidad de Megapixels en los sensores de imagen
que permitirán recoger gran cantidad de información.

El centro de control - Introducción

Una vez definido correctamente la zona “visible” del sistema de CCTV, es


decir la zona de captación de imagen (cámaras) y por supuesto la
tecnología a utilizar para la transmisión de las imágenes –que hoy en día,
con casi total seguridad será a través de redes de datos TCP/IP- toca definir
los elementos que conformarán el centro de control del sistema. Lo
habitual será que las imágenes transmitidas al centro de control puedan
verse en tiempo real allí mismo y/o ser retransmitidas a otros lugares
remotos, pero además estas imágenes deberán ser grabadas como
evidencia en la mayoría de los casos. Dependiendo del tipo de escenas que
grabemos y su naturaleza crítica, la ley determinará para cada caso el
tiempo que podemos mantener dichas grabaciones en los soportes
definidos para este fin (discos duros magnéticos, soportes ópticos, soportes
de estado sólido y antiguamente cintas magnéticas). Aquí las normativas
son variadas tanto a nivel comunitario como nacional y lo mejor es que el
propietario utilice los servicios de un gabinete jurídico para analizar su caso
particular. Por ejemplo, si se trata de una comunidad de vecinos, habrá que
echar mano de la LOPD y también de los reglamentos de la AEPD para el
caso de videovigilancia. En cualquier caso lo que está claro es que es el
propietario y gestor de las imágenes el responsable de las mismas y del
uso que haga de ellas, que deberá ajustarse a las leyes correspondientes.
Hay un extenso debate hoy en día sobre la grabación y utilización de
imágenes en lugares públicos y no es para menos, pues llama la atención
que haya en marcha juicios y denuncias contra empresas que
supuestamente han hecho un uso indebido de dichas imágenes y al mismo
tiempo ¡veamos personas que acuden a una feria de seguridad con una
action cam en una mano y un teléfono móvil equipado con videograbación
de gran calidad en la otra grabando a todo lo que se le antoja! Es una
prueba más de que la tecnología va muy por delante de la ley.

Qué elementos componen un centro de control


Al centro de control llegarán las señales de vídeo o datos que conforman
las escenas que captan las cámaras de videovigilancia. Está claro que lo
primero es ver dichas imágenes, para lo cual se dispondrá de monitores en
color. Estos pueden ser analógicos o digitales y tener un formato físico
pequeño (hoy en día, en 2015, habitualmente serán monitores de 19”,
aunque también los hay más pequeños) donde visionaremos normalmente
las imágenes de una cámara. Es más cómodo utilizar monitores de 22” o
27”, pero a veces las limitaciones de espacio nos obligan a ir a formatos
más pequeños. La otra opción es instalar monitores de gran formato, es
decir de 40” en adelante. En estos podremos presentar las imágenes de
varias cámaras en modo mosaico. También hay grandes centros de control
con videowalls, es decir conjuntos de monitores grandes formando un gran
mosaico. Sin embargo es importante tener en cuenta el factor humano al
instalar los monitores. No solamente la ergonomía del sistema, sino que
debemos aplicar el sentido común: diseñemos el sistema de visionado en
función del número de operadores que van a atender el centro de control
simultáneamente. No caigamos en la trampa tecnológica de los primeros
tiempos del CCTV de diseñar un “centro de control intimidatorio”, es decir
una enorme pared cubierta de monitores y un operador con un teclado y
un joystick para controlar todo el sistema. Es literalmente imposible que
una sola persona pueda centrar su atención en un gran número de
cámaras, incluso con un buen sistema de gestión de alarmas, las
probabilidades de que tenga que atender a varias “cámaras en alarma”
simultáneamente son muy altas. Con el paso de los años, los diseñadores
de sistemas de seguridad han aprendido que para crear un sistema de
videovigilancia eficiente, hay que proporcionar ayudas a los operadores (la
analítica de vídeo es un buen ejemplo). Los estudios realizados han
determinado que un operador no debería tener que vigilar más de 8
cámaras al mismo tiempo.

Otro de los elementos fundamentales en el centro de control es el sistema


de grabación. Si hablamos de sistemas digitales, podemos agrupar estos
sistemas en dos tipos: videograbadores digitales, habitualmente llamados
NVR por sus siglas en inglés Network Video Recorder y estaciones de
trabajo u ordenadores potentes que suelen funcionar con el sistema
operativo Windows, equipados con software de grabación. En realidad los
NVR son ordenadores diseñados específicamente para seguridad, suelen
utilizar el sistema operativo Linux y disponen de tecnologías avanzadas de
seguridad (redundancia, discos duros RAID 5 o 6, etc.) Quienes hemos
trabajado en videovigilancia durante muchos años preferimos esta solución
a la una estación de trabajo o servidor equipado con software de seguridad
por varias razones. La más conocida es que Windows, al ser un sistema
operativo genérico es más vulnerable al ataque de los virus, hackers y
demás malware genérico, cuando se conecta a Internet. Por otro lado, el
diseño de un buen NVR contempla la redundancia, muy necesaria en un
sistema de seguridad: fuente de alimentación duplicada, discos duros tipo
Hot Swap (intercambiables estando encendidos), gran resistencia a los
cambios de temperatura, etc. Es cierto que un servidor hoy en día también
se diseña con estos parámetros en mente, por lo que en cualquier caso hay
que tener en cuenta estos factores al elegir una u otra opción, y por
supuesto el factor económico. La gran ventaja de utilizar servidores es que
podemos dotarlos posteriormente de software de gestión de vídeo, de
alarmas, analítica de vídeo y otros, se trata de una solución “abierta” que
normalmente los NVR no nos ofrecen, ya que su misión se limita a grabar
imágenes de vídeo. Con independencia de la opción elegida, seguramente
necesitaremos en algún momento ampliar la capacidad de grabación, es
decir agregar discos duros al sistema. Se dispone de varias tecnologías
para ello: discos SATA externos, discos NAS, discos iSCSI, cada uno con sus
ventajas e inconvenientes. Lo importante es dimensionar correctamente los
soportes magnéticos al principio, es decir durante la fase de diseño. Esto se
hace en función del número de cámaras que tendrá el sistema y de la
calidad de las imágenes a grabar: a mayor calidad, es decir mayor
resolución y número de imágenes por segundo, mayor capacidad se
requiere en discos duros para guardar dichas imágenes. La mayoría de
fabricantes de soluciones de videovigilancia ofrece calculadores para
diseñar correctamente nuestro sistema de CCTV. No vale aplicar el principio
de “tiro por arriba y cuanto más espacio mejor”, al menos bajo el punto de
vista de la ingeniería de seguridad, el sistema debe ser eficiente pero al
mismo tiempo modular, es decir, debe estar preparado para permitir un
crecimiento en el futuro.

Software de gestión de vídeo

Una vez definido el sistema de grabación de imágenes hay que instalar un


sistema de gestión de imágenes. Normalmente se trata de un software que
se ejecuta en un servidor equipado con amplios recursos hardware:
memoria RAM, tarjeta gráfica de gran potencia, espacio suficiente en
discos duros. Este equipo será el que utilizará el operador para controlar
las imágenes en vivo y las grabadas en el sistema. Es conveniente que esté
dotado de un joystick o similar para el control de movimientos y zoom de
cámaras móviles (domos o cámaras PTZ), aunque hay quien prefiere
utilizar el ratón para esta finalidad. Ambas opciones son válidas. Lo
importante aquí es disponer de un software intuitivo y con una interfaz
clara para el operador, que le permita interactuar con el sistema no solo a
través del puntero (ratón o joystick) sino a través del teclado. Ocurre que
en muchos casos los diseñadores de estas aplicaciones olvidan que un
operador de videovigilancia necesita, en muchos casos, una opción rápida
para visionar una determinada cámara de CCTV y mover un puntero por la
pantalla entrando en menús, sub-menús, árboles de opciones, etc. no es la
alternativa buena. Es preferible teclear el número de la cámara en un
teclado numérico y obtener de inmediato la imagen en un monitor. Los
operadores de centros comerciales y grandes superficies son quienes
sufren más estas situaciones. Ellos son también quienes hacen
seguimientos precisos con cámaras domo, realizan ampliaciones para ver
detalles de lo que está ocurriendo en vivo. Aquí surge un aspecto
relacionado con la tecnología digital que es muy importante: el retardo.
Tradicionalmente los operadores de sistemas analógicos han movido las
cámaras móviles de forma rápida con los correspondientes joysticks. Es
decir, al mover la palanca de control veían inmediatamente moverse la
imagen de la cámara en el monitor. Con los sistemas digitales a través de
redes TCP/IP esto no es exactamente igual. El motivo es que aunque el
comando de movimiento llegue rápidamente a la cámara móvil y esta
ejecute el movimiento, las imágenes han de ser digitalizadas, comprimidas,
transmitidas desde la cámara al centro de control, allí deben ser
despaquetizadas, presentadas en los monitores. Todas estas acciones
llevan pequeñísimos tiempos que se suman y al final se traducen en
algunos milisegundos de retardo entre el movimiento de la palanca y la
imagen de la cámara moviéndose en pantalla. Si este retardo es muy
pequeño no hay problema. El problema surge cuando hablamos de retardos
de por ejemplo 1 segundo o más. Para evitar esto hay que elegir muy bien
el hardware del sistema. Analizar todos los tiempos de las acciones
mencionadas, dispones del ancho de banda necesario para la transmisión
de las imágenes por la red. De igual forma que hay calculadores de espacio
en disco duro, hay calculadores del ancho de banda requerido para la
transmisión de imágenes de cámaras IP. Las imágenes de cámaras IP
siempre tienen un retardo, lo que ocurre es que no lo notamos en las
cámaras fijas, de igual forma que ¡no notamos que la imagen que nos llega
de una estrella en el cielo nos puede llegar con meses o años de retraso,
incluso cuando dicha estrella ha desaparecido ya, porque su luz aún nos
está llegando! Pero cuando operamos cámaras móviles nos damos cuenta
de inmediato que existe dicho retardo.

La interfaz del software de gestión de vídeo debe permitir, de forma


sencilla para el operador, acceder a las cámaras en vivo y a las imágenes
grabadas. Pero también hacer copias de seguridad o simplemente extraer
secuencias de vídeo grabadas en los discos duros para llevarlas a soportes
móviles, de estado sólido o de tipo óptico (DVD u otros). Estas copias
podrán hacerse en el formato original, con protección de algún tipo (marca
de agua, codificación, etc.) o exportarse a un formato genérico en un
contenedor AVI, para poder visualizarlas en un ordenador personal.
Obviamente esta última opción pierde su carácter de evidencia para usos
forenses ante la policía o los jueces. En el diseño de un sistema de CCTV
eficiente es una buena práctica crear usuarios del sistema de gestión. El
instalador debería siempre quedarse, como responsable técnico de la
instalación, con un usuario y clave de Administrador del sistema y dejar a
los operadores varios usuarios y claves, incluso de administrador si la
propiedad así lo requiere. Es conocida la situación de un operador que deja
de trabajar en la instalación y por descuido o no, se lleva o cambia la clave
de acceso, dejando el sistema totalmente inoperativo hasta que se puede
volver a valores de fábrica. Para evitar esto hay que prever estas
situaciones y crear un registro de usuarios y claves que esté en poder de la
propiedad.

Otros elementos del centro de control

En los centros de control digitales, por así llamarlos, es decir que están
compuestos por cámaras que transmiten imágenes a través de redes
TCP/IP, suele haber servidores de análisis de vídeo, es decir potentes
ordenadores dotados de aplicaciones que analizan las imágenes de las
cámaras para determinar comportamientos de riesgo, por ejemplo,
previamente definidos por los operadores. Desde la analítica básica que
genera alarmas al cruzar una línea virtual “pintada” en la pantalla, hasta
los análisis más avanzados de aglomeración de personas, determinación
del género, accidentes en carretera, pasando por el conteo de personas,
lectura de matrículas de vehículos, entrada y salida de zonas, etc. Hay todo
un mundo de posibilidades e innovadoras empresas que desarrollan
aplicaciones, incluso para detección de humos e incendios a partir de las
imágenes de vídeo. Pero esto no se limita a aplicaciones para servidores de
análisis de vídeo. Hoy en día las cámaras IP de última generación ya
pueden realizar algunas analíticas con su propio procesador y memoria
interna. Gracias a protocolos como el Open Platform, las cámaras IP con
sensores Megapixel pueden enviar alarmas al centro de control ante
determinadas situaciones consideradas de riesgo. Todas estas aplicaciones
de análisis de vídeo, bien sea ejecutadas en servidores o en las cámaras IP,
son ayudas para el operador en su trabajo de vigilancia. Utilizando estas
ayudas, el operador no tiene que estar pendiente de manera directa de un
gran número de cámaras instaladas, sino que recibirá los avisos de alarma
no solo por detección de movimiento o activación de contactos remotos
desde sensores de presencia o intrusión, sino a partir del análisis que la
propia cámara o el servidor de análisis de vídeo haga de las imágenes. Pero
será el operador quien determinará finalmente si se trata de una alarma
real o una falsa alarma. No debemos olvidar que el elemento más
importante del centro de control (atendido) es al final, el operador.

Gracias a los centros de control digitales y al software existente para


diversas plataformas móviles hoy en día podemos agregar otros elementos
remotos que ayudan a la videovigilancia, como son los teléfonos móviles
inteligentes y las tablets. Se han desarrollado apps para visionar
remotamente cámaras e incluso mover cámaras móviles desde estos
elementos móviles. Esto permite, por ejemplo, que un operador de un
centro de control realice una ronda por la instalación y pueda seguir viendo
imágenes de cámaras en vivo o grabadas desde un terminal móvil. Si se
produce una alarma de cualquier tipo, ésta le llegará a su terminal y podrá
tomar las acciones que estime oportunas. Pero estas opciones también
abren las puertas a posibles intrusiones, especialmente cuando se trata de
redes inalámbricas. Para el buen diseño de un sistema de estas
características es muy importante buscar un sistema de encriptación de
imágenes y datos eficiente, que, sin introducir retardos excesivos en la
transmisión de imágenes, permita protegerlas adecuadamente contra
ataques e intrusiones. Hay empresas especializadas en esto.

Otro elemento o recurso cada vez más utilizado es la famosa nube (cloud).
El Cloud Computing es algo que cada vez se emplea más en el mundo
informático, pero que ha levantado una polvareda importante cuando se
trata de imágenes de seguridad. Para empezar existen leyes que definen
ciertos conceptos que pueden “chocar” con la grabación en la nube: es
fundamental en todo sistema de seguridad saber dónde se graban los
datos. Parece lógico y sensato que así sea. Pero resulta que la nube, por
definición, la conforman potentes ordenadores con grandes cantidades de
discos duros alojados en… la nube, es decir en algún lugar conectado pero
no necesariamente identificado. Incluso nuestros datos podrían estar
almacenándose en otro país. Bien, existen otro tipo de “nubes” más
estables y localizables. Una corporación, por ejemplo, puede tener su
propia nube. O empresas que se dedican a dar estos servicios nos pueden
identificar el lugar donde se almacenan nuestros datos. ¿Es la nube el fin
de los sistemas locales de grabación? De momento parece que no, pero tal
vez a largo plazo sí lo sea. De momento puede ser un buen recurso para
subir copias de seguridad de nuestros datos de forma rápida y eficiente, a
condición de que nos proporcione todas las seguridades respecto a la
integridad y confidencialidad de nuestros datos.

Conclusiones finales

Como resumen, podría decirse que un sistema de videovigilancia eficiente


debe permitir la monitorización, grabación y gestión de imágenes que
provienen de cámaras de CCTV que disuadan la comisión de delitos y que,
en caso de producirse, registre correctamente la evidencia de dicha
comisión y permita recuperar imágenes de gran calidad para su posterior
análisis por los cuerpos y fuerzas de seguridad. Debe ser un sistema
moderno y modular, que prevea la incorporación de nuevas tecnologías y
desarrollos de hardware y software, y al mismo tiempo debe ser económico
y asequible para cumplir la finalidad encargada. Si se trata de un sistema
de CCTV atendido por operadores, debe proyectarse teniéndolos en cuenta
desde el principio.

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