Está en la página 1de 2

Mariguanol del bueno

Las banderas son omnipresentes en rostros, pelucas, capas, bufandas o 'bodies'Aquiles,


Ivanhoe, los Beatles o Pipi Calzaslargas son emblemas nacionalesLos hinchas de la
Eurocopa reciclan elementos bélicos, folklóricos o caprichosos en los estadios de Polonia y
Ucrania
La simbología del fútbol
Un seguidor de Grecia, con casco (Propias)
LLÀTZER MOIX
27/06/2012 01:07
Me siento ante el televisor para ver partidos de la Eurocopa. Mejor dicho, para ver al público
de la Eurocopa. Sobre el césped, el juego depara algunas fases electrizantes y otras -las
más- tediosas. Pero en la grada la tensión nunca flaquea. En los choques entre selecciones
nacionales se inflama el orgullo patrio y, a continuación, revienta el espectáculo popular.
Abundan los hinchas disfrazados, que cantan y gritan en el estadio, o que vagan por sus
aledaños antes y después del partido, trasegando cerveza, y a veces se atizan en un remedo
bélico.

Esta Eurocopa no está siendo una excepción. Su público despliega un variadísimo repertorio
de símbolos deportivos, también culturales, históricos, identitarios o directamente cómicos,
cuya observación motiva esta nota. Quizás quepa clasificarlos en tres capítulos: los de origen
guerrero -"fútbol es guerra", sentenció el entrenador holandés Rinus Michels-, los folklóricos
y los atribuibles al capricho. Se cuentan entre los primeros los relacionados con banderas,
escudos y gestas bélicas. Las banderas son omnipresentes en los campos de Polonia y
Ucrania donde se disputa el torneo. Se pintan en mofletes y mejillas, en la frente, cubren todo
el rostro, también la calva o el cuerpo entero. Tiñen pelucas, crestas punkies y sombreros.
Dignifican orejas de conejita de Playboy. Se usan como blusas, faldas o bufandas, en gafas y
abalorios. Se convierten en capas o se transforman en bodies elásticos que hacen del cuerpo
del aficionado una enseña andante.

También pueden considerarse símbolos guerreros los que apelan a hazañas legendarias: los
que han exhibido seguidores griegos tocados con el casco de Aquiles (versión Brad Pitt en la
película Troya); o daneses coronados con cuernos a la vikinga; o ingleses vistiendo las galas
del caballero sajón Ivanhoe a su regreso de las cruzadas (y también semidesnudos,
mostrando la palabra England tatuada en letras góticas sobre su columna vertebral o su
barriga flácida); o alemanes con el casco del canciller Bismarck (u ocultos tras una careta de
Angela Merkel, que también es de armas tomar); o un español uniformado de legionario, sin
cabra; o rusos con gorra de general...

En el capítulo de símbolos de origen folklórico, he visto a griegos con túnica y corona de


hiedra ciñiéndoles la testa; a italianos con tiara cardenalicia; a españoles con tricornio,
montera, sombrero cordobés o patillas de hacha tipo Curro Jiménez... Y, pasando de lo
folklórico, de la estética del souvenir, a lo -digámoslo así- cultural, he visto a ingleses con
guerrera similar a la de los Beatles en el disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band; a
suecos vestidos como Spiderman o con peluca de trenzas rojizas a lo Pipi Calzaslargas; y a
aficionados de distintas nacionalidades exhibiendo gorros de bufón, con cascabeles, o
ataviados como el sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas, dos ténues idóneas
para la ocasión.
Por último, he visto disfraces más caprichosos y absurdos, si cabe. Los holandeses
sobresalen en esta disciplina: barbas y melenas de león, mandíbulas de lobo, cascos de los
que penden dos manojos de zanahorias o sombreros integrados por un queso y unos
tulipanes: nada que envidiar a las carreras de Ascot. He visto también a franceses con
penacho de gran jefe sioux, cuyas plumas -eso, sí- habían sido pintadas de azul, blanco y
rojo; a croatas con tocado beduino; y a ingleses que combinaban una máscara de la reina
Isabel II con guantes de portero y un osito de peluche...

También podría gustarte