Cierra los ojos y haz un par de respiraciones profundas. Sigue respirando
profunda y uniformemente y concéntrate en el ritmo de tu respiración, en tus sensaciones corporales y en cualquier sentimiento o imagen que tenga a ver contigo misma. Si te invaden ideas relacionadas con el mundo exterior, déjalas pasar de la misma manera que pasan las nubes sobre el horizonte. Advierte su presencia y deja que se vayan. Ahora toma conciencia de tus pies. Percibe cualquier presión que sientas en ellos y el ángulo en el que están colocados. Toma consciencia de las plantas del los pies, y percibe los talones, los dedos, los tobillos. Ahora, dobla los dedos hacia las plantas de los pies, como si quisieras tocártelas. Haz fuerza con los dedos hacia abajo, bien hacia abajo...Mantén la contracción, y después aflójala. Respira pausadamente mientras te relajas y te aflojas. Con cada respiración te hundes cada vez más profundamente en un estado de relajación perfecta. No te estás quedando dormida; sigues alerta, pero relajada. Ahora toma consciencia de tus piernas, desde los tobillos hasta las rodillas. Mientras lo haces, tensa todos los músculos de las piernas. Tensa, tensa, tensa. Mantén la tensión, y relájate. Inhala, exhala. Relájate, déjate ir. Con cada respiración, te hundes cada vez más profundamente en el interior de ti misma, y tu cuerpo se va relajando cada vez más...más ...y más. Ahora concéntrate en los muslos, la pelvis y las nalgas. A medida que te concentras, tensa todos los músculos de estas tres zonas. Tensa, tensa, tensa.... Mantén la tensión y relájate. Inhala, exhala. Relájate y déjate ir. Sigue respirando profunda y uniformemente. Con cada inhalación, introduces en tu cuerpo oxígeno y energía. Con cada exhalación, expulsas anhídrido carbónico y otros desechos corporales. Piensa que cada inhalación es una manera de recibir el amor y el apoyo del universo, y que cada exhalación es una forma de liberarte de sentimientos negativos y tensiones. Ahora pasa a otra zona de tu cuerpo. Toma consciencia de la columna, desde la pelvis hasta la base del cráneo. Empieza a hacer presión con toda la columna vertebral contra el los cojines en los que te apoyas. Haz presión hacia abajo, hacia abajo...Mantén la posición...y aflójate. Siente como se te relajan la espalda y el pecho. Inhala, exhala. Relájate y déjate ir. Cada vez que respiras ayudas a tu cuerpo a relajarse. Cuando inhalas, cada músculo y cada célula reciben alimento y energía. Cuando exhalas, cada músculo y cada célula se liberan de impurezas y tensiones. Tu cuerpo y tu bebé disfrutan verdaderamente de este ejercicio. Ahora toma consciencia de los hombros y del cuello, y de toda la tensión que acumulas en ellos. Comienza por expulsar la tensión elevando los extremos de los hombros hacia las orejas; empuja hacia arriba hasta sentir que casi puedes tocarte las orejas con los hombros. Haz fuerza hacia arriba; empuja, empuja...Mantén la tensión y aflójala. Sigue respirando. Inhala y exhala. Relájate y déjate ir. Ahora, levanta las manos unos cuantos centímetros y ciérralas. Tensa los puños. Ténsalos, ténsalos, ténsalos. Mantén la tensión y aflójala. Inhala y exhala. Relájate y déjate ir. Sigue respirando profunda y uniformemente. Con cada respiración que haces, decides relajarte un poco más. Te sientes cómoda muy tranquila y segura. Ahora, toma consciencia de tu cara. Percibe los músculos de alrededor de los ojos y de la boca, y los de las mandíbulas. Empieza a mover los ojos de un lado al otro, como mirando de reojo. Tensa los músculos de alrededor de la boca y los de la mandíbula...Tensa, tensa, tensa. Mantén la tensión y aflójala. Inhala, exhala. Relájate y déjate ir. Ahora que tienes el cuerpo relajado, deja que tu mente también se relaje. No la fuerces, simplemente déjala ir a la deriva. 2 minutos Ahora imagínate que vas andando por la orilla de un río. Fíjate cómo fluye el agua, haciendo remolinos en torno de las rocas y acariciando la ribera...El rumos del agua que fluye es rítmico y relajante...La sensación del viento que sopla sobre el río es fresca y agradable en la piel... A la derecha, próximo al agua, hay un verde prado de hierba fresca, con una gran variedad de flores: violetas, margaritas, rosas silvestres...El prado termina en un espeso bosque de robles majestuosos, flexibles sauces, fuertes encinas, pinos erizados de agujas, de hayas grises y otras variedades de árboles. El lugar es hermoso y tu decides tenderte en la hierba a disfrutar de todo ese esplendor. De entre todas las flores y árboles que crecen a tu alrededor, escoge aquella o aquel al que más te gustaría parecerte. Ahora, imagínate que eres una semilla diminuta oculta dentro de esa flor o ese árbol... Siente la tibieza y la humedad que te rodean. Siente qué seguro, oscuro y acogedor es ese sitio. Cuando te vayas acostumbrando a él advertirás que estás creciendo...Sumérgete realmente en la experiencia de ese crecimiento: siente cómo te expandes, célula por célula. No hagas más que relajarte y observar cómo te vas haciendo más grande, más fuerte... Tiene muchísimo tiempo, así que tómate todo el que necesites...Y déjate transportar por la música !0 minutos Ahora regresa lentamente a un estado de vigilia total. Primero mueve y estira los dedos de manos y pies. Después abre los ojos. Procura retener los sentimientos y las imágenes que han acudido a ti durante el ejercicio...Sin desprenderte de tu vivencia, pide a todos tus sentidos, desde la vista al oido, pasando por el tacto que se vayan concentrando en el entorno en el que te encuentras...Y ahora que estás de regreso, lentamente, ponte de pie...