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Wagner y Hayes. Flores (Ed.) El Discurso de Lo Cotidiano y El Sentido Común. La Teoría de Representaciones Sociales PDF
Wagner y Hayes. Flores (Ed.) El Discurso de Lo Cotidiano y El Sentido Común. La Teoría de Representaciones Sociales PDF
P S I C O L O G ~ A
1 AUTORES. TEXTOS Y TEMAS 1
El discurso de lo cotidiano
y el sentido común
La teoría de las representaciones sociales
EL DISCURSO
DE LO COTIDIANO Y
EL SENTIDO COMÚN
La teoría de
las representaciones sociales
n
CAM csnww
de lmarasimmr
Cinvestav M - I ~
El discurso de lo cotidiano y el sentido común :La teoría de las
representaciones sociales 1 WolFgang Wagner y Nicky Hayes ;Fátima Flores
Palacios, editora. -Rubí (Barcelona) :Anthropos Editorial ;Mexico :Centro
Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM ;México : Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencia y Humanidades, UNAM ;México :
Departamento de Matemática Educatim, Centro de Investigación de Estudios
Avanzados del E N , 201 1
XMN p. 377 p. ; 20 cm. -(Autores, Textos y Temas. Psicologla ; 30)
Bibliografíap. 319-369. fndices
ISBN 978-84-7658-985-4
1.Psicología social 2. Rep-taciones sociaies L Hayes, Ni+ II. Flores Palacios,
Fátima, ed. m.Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNkM
(México) N Centro de Investigaciones Interdisciplin&as en Ciencia y Humanidades
de la UNAM (Meiico) V. Departamento de Matemática Educatiw del Centro de
investigación de Estudios Avanzados del IPN (México) VL Titulo W.Colección
XVII
fenómenostales como mitos, religiones, lenguajes y conocimiento
experto, y ello no puede ser visto sólo como el trabajo de los
individuos, ni su psicología puede explicarlo. Hasta ahora, la
mayona de nosotros ha dudado en aceptar la idea alternativa de
una psicología colectiva, aun cuando ésta parece un imperativo
en la mente de Wundt o de Freud. Seguramente poseemos un
modelo de esta psicología, la cual es por supuesto el conocimiento
y la vida cotidiana. Esto es razón suficiente para investigar el
s i d c a d o de los fenómenos colectivos hasta donde fuere posi-
ble. Sin embargo, el concepto quizá parece c(abstruso»o ~extre-
mo»,y por ello incita un contragolpe en una cultura que piensa y
siente tantas cosas desde el punto de vista individual.
SERGEMOSCOVICI
PSICOLOGÍAS LATINAS
m
del mundo" a partir de una lógica matemática, con
una tradición en la cuantificacióny medición de cualquier obje-
to que se estudiara))(Bribiesca y Merino, 2008, PP.79-88).
Tal modelo de pensamiento afianzado en los círculos intelec-
tuales que se dispersaron huyendo de guerras y atrocidades dis-
tintivas de Europa en la primera mitad del siglo XX se diseminó
por el mundo, y en Estados Unidos en particular, se arraigaron
algunos grandes pensadores sociales que venían de esta tradi-
ción y también en otros países de América Latina como Argenti-
na, Chile o México, países que ofrecían un espacio quizás menos
privilegiado en cuanto a recursos económicos pero más privile-
giado en su contexto natural, representando una buena alterna-
tiva para el desarrollo de su pensamiento. A pesar de que estos
primeros emigrantes intelectuales en su mayoría habían sido víc-
timas de la catástrofe de una época de cruel violencia, atribuían
mayor importancia a elementos lógicos y cuantificables que al
contexto extra-científicoy entorno subjetivo, historia, significa-
dos y procesos psicológicos se relativizaban y la afectividad se
redujo a ciertas expresiones limitadas.
Fue la Escuela de Chicago la pionera en promover una visión
sociológica de la psicología, favoreciendo el desarrollo de una
psicología social enfocada al estudio de los procesos de interac-
ción y al análisis de la acción social, teniendo como metodología
privilegiada las escalas de actitudes. En esta línea destaca el tra-
bajo de T. Znaniecki (1925) al estudiar las actitudes de los mi-
grantes polacos en Estados Unidos, esta investigación es recono-
cida como uno de los primeros estudios culturales en donde se
considero la inEiuencia del grupo y al sujeto se le atribuye un
carácter dinámico (&varo y Garrido, 2004).
La llamada psicología moderna ya consolidada como *e-
mio se orientó particularmente hacia una explicación centrada
en la medición de actitudes individuales y su relación con la
conducta, basándose en el pensamiento experimentalista y con-
ductista de G.W. AUport (1954). Farr menciona al respecto, acer-
ca de esta tradición en Estados Unidos, que fue justamente ~ 1 -
port también «un entusiasta defensor de la opinión pública,
cuando este tipo de práctica entró en boga en 1930. Esto por-
que la tecnología de investigación de opinión era completamente
consistente con su tipo de individualismo metodológico» (Fam,
! Así la psicologia que se desarrolla en América Latina a ini-
cios de la década de los cuarenta retoma todos estos principios
metodológicos adhiriéndose a una concepción epistemológica
que rápidamente se constituye como hegemónica y que en con-
secuencia también generará diversas respuestas minoritarias que
más adelante desarrollaremos.
Las estrategias de investigación en la psicología social, por
aquella época, se convirtieron en el garante de cierta estabili-
dad explicativa, generando modelos comunes a partir de ((mues-
tras representativas)).Se establecieron criterios de normalidad
en función de correlaciones con otras realidades distintas a
aquéllas de América Latina, «Esto con el fin de que el instru-
1
mento de medición tuviese el mismo significado en todas las
naciones. Dicho de otra manera, se trata de un "metro" que
representa bien el estándar))(Díaz-Guerrero, 1967, p. 201). En
1
esta cohabitación de la psicología social latinoamericana con
la psicología estadounidense, se promovieron las primeras so-
ciedades, asociaciones y colegios, muchos de los cuales existen
hasta hoy y se han convertido en espacios en los que se da cuenta
regularmente de la producción científica que se genera. Uno de
los ejemplos más claros en relación con este punto, es el lugar
que ocupa la Asociación Psicológica Americana (APA) en la psi-
cología, particularmente cuando establece los parámetros nor-
mativos de la personalidad y en consecuencia del comporta-
miento humano. Como ejemplo podemos citar las distintas for-
mas de interpretar la diferencia en el ámbito de género: «una
visión ideológica puede sustentar la noción de la diferencia entre
los sexos bajo supuestos naturalizados))(Flores Palacios, 2001,
p. 73). La diferencia puede ser naturalizada, a fin de ajustarse a
I la premisa ideológica que la instituye, permitiendo así en otros
~ contextos interpretarla según convenga como desviación, des-
equilibrio o estados anómicos que ~erturban el orden social, lo
que criticamos profundamente desde una perspectiva de géne-
ro feminista.
Esta visión particular determinó el devenir y posicionamien-
to de la psicología social psicológica, relegando el análisis de la
relación individuo-sociedady de todos aquellos procesos subje-
tivos inherentes a la condición humana, limitando la elabora-
ción teórica de explicaciones más consecuentes con una postura
dinámica y reflexiva de las sociedades.
Fue entonces necesario buscar nuevos horizontes que propu-
sieran alternativas en la disciplina, tratando de recuperar la im-
portancia de la relación individuo-sociedad, reorientando nueva-
mente a la psicología social hacia sus antecedentes filosóficos y
sociológicos. De esta manera tuvieron eco distintos planteamien-
tos innovadores como el de Serge Moscovici, quien declaró en
1972: ((Nosotros(Europa) debemos volcarnos hacia nuestra pro-
pia realidad, hacia nuestras propias máximas, de las que debemos
obtener nuestras propias consecuencias científicas» (p. 19).
Estas declaraciones permitían augurar nuevas posibilida-
des explicativas también para América Latina, planteamientos
que dejaban entrever una esperanza innovadora de la psicolo-
gía latinoamericana,invitando a asumir un papel protagonista
en la nueva concepción de una psicología social con propues-
tas de nuevas veredas para el análisis del comportamiento de
los grupos sociales, inyectando nuevos paradigmas que se es-
parcieron simultáneamenteen diferentes países como Argenti-
na, Brasil, México y Venezuela.
El cauce de la psicología norteamericana continuaba por SUS
propios caminos desarrollando nuevas prácticas e intereses que
la permitían avanzar como disciplina independiente, creando
modelos explicativos centrados en la acción-investigación, espe-
cialmente a partir de las contribuciones de Lewin entre 1935 y
1946 (citado por Alvaro y Garrido 2004, p. 140).
Pero en América Latina y quizás por sus condiciones socia-
les, estas nuevas prácticas se fueron vinculando a la perspectiva
social, creando una psicología más autónoma, «autóctona»como
10 mencionó Gerardo Marín, en su primer volumen de psicolo-
@asocial en Latinoamérica (Marín, 1975).Esta psicología «au-
tóctona»sentó las bases de lo que hoy se conoce comopsicología
comunitarias definida por Maritza Montero como «larama de la
~"cología,que estudia los factores psicosociales que permiten
d e s a r r o u ~fomentary mantener el control y poder que los indi-
viduos ejercen Sobre su ambiente individual y social a fin de so-
l u c ~ ~ nproblemas
ar que los aquejan, logrando cambios en esos
ambientes Y en la estmctura social» (Montero, 1984).
Esta perspectiva se ha centrado en dos principios básicos; en
el poder 0 empoder-miento que debe tener la comunidad, con-
traponiéndose a cualquier forma de paternalismo, autoritaris-
mo 0 intervencionismo, Y la unión entre la teona y la práctica, es
XXII
decir, hace énfasis en la investigación-acción,pretendiendo vincu-
lar la necesidad de intervención profesional, como ((agentesde
cambio))(Banchs, 2000), y en contextos casi siempre de adversi-
dad y frente a condiciones de pobreza y abandono social.
Por su mismo impacto en la definición de la realidad, este
enfoque fue convirtiéndoseen una fuerte tradición en la psicolo-
gía social latinoamericana, logrando cierta independencia del
modelo psicologicista y por sus posicionamientos sociales y la
importancia que adquirió el conflicto social en esta vertiente, un
poco más tarde, se hermanm'a con cierta tendencia de la psico-
logía social de la liberación de Martín Baró, señalándolas como
orientaciones poco científicas y relacionadas con esquemas de
m1
1
Por su parte, inicialmente en Cuba, Fernando G~nzdezRey
(1991; 1997) promueve la propuesta de rescatar y reconsiderar la
categona de subjetividaden el análisis de la sociedad,am.~-~do en-
ciona que «lasubjetividadimplica de forma simdtánea lo interno Y
lo extemo,lo intrapsíquicoy lo interactivo,pues en ambos n~omen-
tos se están produciendo significaciones y sentidos dentro de un
mismo espacio subjetivo en el que se integran el sujeto Y la subjeti-
vidad social en múltiples partes))(Gonzáiez Rey, 2001, P. 22). Sin
embargo,por mucho peso conceptual que tenga una categoría como
la subjetividad, es por supuesto el marco conceptual en el que se
desarrolla el análisislo que hace la diferencia entre una y otra inter-
pretación de la realidad; en este sentidola propuesta de S. Moscovi-
ci es visible a través de las variadas expresiones que este psicólogo
social utiliza para remodelar la psicología tradicional.
Una de las propuestas actuales más innovadoras de la psico-
logía social latinoamericana es la que nos ofrece Pablo Fernán-
dez en México, quien es «sobretodo un referente teórico, ético,
sentimental, casi mítico de la psicología social en Iberoamérica,
además de quienes gustan de la buena literatura en ciencias so-
ciales~.'De su extensa obra haré referencia en a la
propuesta teórica de La afectividad colectiva (Fernández, 2000)
en la cual el autor Propone un marco conceptual para integrar y
devolver a su justa dimensión el estudio de la afectividad en el
ámbito de la psicología social.
Básicamente,la propuesta del autor para el estudio de la afec-
tividad colectiva es una invitación a encontrar nuevos modelos,
o mejor dich0foma.s de abordar la afectividad que no se sosten-
gan en una aproximación lógica o semántica porque «Mientras
que la lógica es el n~odode ser de las palabras y del pensamiento,
esto es, la manera en que éstas se recrean, se desarrollan, la esté-
tica es el ri~odode Ser de la formas y de la afectividad...))(ibíd.,p.
8 1);((esen ausencia del lenguaje donde crece y madura la afecti-
vidad ... si bien es cierto que la afectividad no es racional, no es
una sinrazón» (ibíd., p. 13).
Al analizar la propuesta de este autor, advertimosir&uencias
clásicas de la psicología que recuerdan a Vigotsky, Peirce o Mos-
covici entre otros, convirtiendo sus textos en auténticos links que
XXV
ideas que se perdieron cuando la "nueva psicología" desechó la
y se puso a cuantificar las emociones»(ibíd.,p. 141).
Cuantificar las emociones ha permitido abordar de forma sim-
plista un objeto de estudio complejo, pero «De entonces a la fe-
cha la carrera de la psicología puede contarse por la cantidad de
material que queda delemado, como si su avance consistiera más
en lo que desecha que en lo que produce, toda vez que el olvido
ha sido su indicador de progreson (ibíd.,p. 139).
No podemos leer esta frase sin asociar irónicamente que en
el esfuerzo psicologicista de «racionalizarla afectividad»actúa
un mecanismo de selección idéntico al proceso de objetivación,
fundamentalen la constmcción del sentido común. Recordemos
que objetivar implica seleccionar y descontextualizarelementos
de lo que se pretende representar a fin de recortar la informa-
ción y volverla accesible para reconfigurarla en función de un
modelo que contempla tanto la experiencia -historia del sujeto
o grupo- como su sistema de valores y creencias.
Son estas ironías y miradas indiscretas cargadas de senti-
do las que vuelven la psicología social un objeto de estudio
deleitable, sin duda las aportaciones de este autor a la psicolo-
gía latinoamericana han contribuido a modelar una sintaxis
de nuestra disciplina estéticamente armoniosa porque «Entan-
to literatura, que es el lenguaje considerado como forma, el
contenido de la realidad psíquica, y su comprensión, no está
dado, como consideran los positivistas y los cientificistas, por
los datos obtenidos, sino por los términos utilizados, por la
sintaxis construida, la manera en que se dice, los nombres con
que se apoda el silencio, el montaje de la trama, por la claridad
con que se dice 10 confuso, razones por las cuales William Ja-
mes, ~igmundFreud o Serge Moscovici han sido grandes psi-
cólogos))(ibíd.,p. 148).
Teniendo claro que la psicología sociológica otorga al sujeto
una dimensión como responsable de su realidad, rescatando
su ~ a p eactivo
l en la construcción del mundo, viejos conceptos
como representaciones, subjetividad, historia, conciencia, sig-
nificado e interacción, adquirieron nuevas dimensiones con-
ceptuales en donde el sujeto se constituye al mismo tiempo que
11. Las contribuciones europeas a Ia psicología
latinoamericana
m 1
flexivo,como lo subrayó claramente Martín Baró: «Pocasveces
la social se ha preguntado acerca del sistema social en
cuyo marco y desde cuyos determinismos se produce el ComPor-
tamiento de personas y grupos,y, con raras excepciones, el enfo-
que adoptado en esos casos ha sido el del estructuralismo £un-
cional))(Martín Baró, 1989, p. 16).
Esta crítica revelaba así manifiestamente la omisión que se
hacía al aplicar el modelo de interpretaciónde la realidad vigente,
y exigía nuevas alternativas que ampliaran los horizontes en el
futuro de la psicología. Posibilidades originales se desplegaron
con la teoría de la representación social, abriendo espacios a la
~osibilidadde cuestionar el significado, particularmente el Nor-
den» en la expresión del pensamiento social. Se pasó así de una
explicación aislada del cambio en sus diferentes expresiones so-
ciales en que se interpretaba como una diferenciación interna de
un sistema, a postulados que argumentaban el proceso dinámico
del conflicto, presentando el cambio social como un resultado y
profundizando en el significado,tomando coherencia lo que Wag-
ner y Hayes plantean en este texto, cuando aluden a que «Es el
significado de las cosas en y para las vidas de las personas lo que
lo hace un objeto social».
Por su partel Banchs hace una comparación interesante en-
tre los postulados de la psicología de la liberación y la psicolo-
gía sociológica, cuando menciona que «Losplanteamientos de
Martín Bar6 y 10s de Serge Moscovici son muy afines, en cuan-
to comparten una concepción de la psicología social como dis-
ciplina política que debe estudiar el conflicto, oponiéndose a
aquella psicología fundada sobre la idea de un orden social que
reten de "entender, predecir y controlg" la conducta social»
(Banchs, 2001, p. 22).
Las investigaciones en representación social de este lado del
continente no han quedado exentas de cierta influencia comu-
nitaria de la psicología latinoamericana descrita anteriormen-
te, lo que ha generado cierta peculiaridad en la investigación,
pues se mantiene la importancia de considerar prioritaria la
intervención y, en consecuencia, nos hemos abocado al estudio
de las necesidades sociales tratando de ubicar líneas de investi-
gación centradas en la realidad del contexto cultural corno pro-
cesos migratonos, nuevas tecnologías, discriminación y géne-
ro, medio ambiente, pobreza, educación, salud, y recientemen-
te hacia la vinculación con imaginanos (Amida y De Alba, 2007).
Siguiendo lo que Wagner plantea como «cierta lógica práctica
de orientación y comunícación que no tiene nada que ver con la
lógica de explicación que se adopta generalmente en las afirma-
ciones científicas)).
Por su misma riqueza y diversidad cultural, Latinoamérica
es una fuente poderosa que dinamiza la labor permanente de
(re)modelar la estrategia metodológica de las representacio-
nes sociales desde la acción. En México, por ejemplo, en inves-
tigaciones recientes, hemos utilizado categorías como la de
experiencia vivida2 para deconstruir y reconstruir significa-
dos anclados en la historia y en el presente de grupos social-
mente ~ulnerables.~
El reconocimiento del sujeto activo, partícipe de la creación
y transformación de la realidad, desde el paradigma de las re-
presentaciones sociales, fue ganando espacio en la discusión cien-
tífica a través de la enseñanza y difusión de esta nueva orienta-
ción. Los pioneros de esta orientación tuvieron una fuerte in-
fluencia en la formación de nuevas generaciones de psicólogos
sociales que actualmente están vinculados también a la ense-
ñanza e investigación o comprometidos con programas de ac-
ción social en sus respectivos países.
Se puede considerar que hubo algunos acontecimientos his-
tóricos de gran impacto para Latinoamérica en la consolida-
ción de esta nueva visión y que podrían resumirse del siguiente
modo: el seminario sobre problemas psicosociales en América
Latina, organizado por Moscovici (1981-1982)en Francia y en
el que participaron algunos latinoamericanos. La primera po-
nencia en México acerca de las propuestas teóricas de Moscovi-
ci en el congreso de la Asociación Latinoamericana de Psicolo-
gía Social (ALAPSO)expuesta por Acosta y Uribe (1978). Por su
m
realiza en Jogo Pessoa el Encuentro Nacional sobre Representa-
ciones Sociales e hterdisciplinariedad, y en el año 1998, en la
ciudad de Natal, se instituye cada dos años la realización de las
Jornadas internacionales de Representaciones Sociales, la más
reciente fue en 2007 en la ciudad de Brasilia. «En~ r a s i len, efec-
to el campo de representaciones sociales ha significado hasta el
presente otro espacio de reflexión y de producciones científicas,
un lugar de reencuentro, de intercambios amigables, incluso de
complicidades a pesar de la diversidadde sus perspectivas))(h-
da, 2001, p. 432).
En la continuidad de la expansión territorial de esta teoría y
los alcances que para entonces había tomado en Latinoamérica,
en 1998 se realiza en México la Cuarta Conferencia Internacio-
nal de Representaciones Sociales, participaron más de 20 países
de todas las latitudes y se presentaron cerca de 200 trabajos li-
bres en las áreas de educación, democracia, trabajo, salud, cul-
tura,violencia, género, derechos humanos, medio ambiente, sida,
vejez y sexualidad. La discusión teórica estuvo orientada en esa
ocasión al análisis del estado del arte de la teoría en los distintos
países participantes y en las aproximaciones metodológicas,
memoria y prácticas. El legado que esta conferencia dejó ha sido
de mucha importancia para la teoría de representaciones socia-
les en México, iniciando un período de reconocimiento entre
colegas del país al tener la oportunidad de crear vínculos nacio-
nales e internacionales. En el año 2004, nuevamente se lleva a
cabo la W Conferencia Internacional de Representaciones So-
ciales, en la ciudad de Guadalajara, en México, reuniendo a más
de 1.200 participantes latinos y europeos. Durante todo este pe-
ríodo la teoría de la Representación Social en América Latina no
sólo se ha implantado en el contexto de la psicología socid, sino
que representa una alternativa epistemológica que continúa desa-
fiando postulados instituidos promoviendo la creatividad en el
marco de la rigurosidad científica.
La aceptación de la teoría en particular por las nuevas gene-
raciones es sobresaliente y su presencia oficial en planes y pro-
gramas de estudio ha adquirido una mayor importancia en los
últimos 10 años, en los cuales han surgido líneas de investiga-
ción institucionalmente reconocidas como lo testifican las pu-
blicaciones en los espacios académicos y el creciente número de
cursos extracurriculares y tesis de grado.
m 1
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Historia, memoria y psicología
Mentalidades
2
y teorías en su propia ciencia. En la historia de la ciencia, que
incluye la escuela de la revista Annales d'histoire économique et
sociale que surge en el período entre las dos guerras mundiales y
en adelante, se comenzó a trabajar con la historia de las menta-
lidades y los fenómenos históricos asociados con ellas. En la psi-
cología social, fue Moscovici quien en 1961 comenzó un trabajo
sistemático sobre este problema y otros, en su publicación La
i psychanalyse: son image et son publique. Los esfuenos anterio-
i res en este sentido dentro de la psicología social, se hicieron de
forma individual,algunos ejemplos son la Volkerpsychologie (Psi-
( cología de los pueblos, 1900-1920) de Wundt o The Polish Pea-
( sant in Europe and America (El campesino polaco en Europa y
América, 1918-1920) de Thomas Znaniecki, los cuales no conta-
'1 ron con la suficiente respuesta para establecerse como tradicio-
nes de investigación de campo (Jaspars y Fraser, 1984).
3
cualesanteriormente habían sido de uso exclusivo en el ámbito de
la antropología (p. ej., la dieta, el cuerpo, los gestos,las metáfo-1
los relatos, los mitos y el género) (Le Goff,1990, P. 38). Esta co-
mente se preocupa por el sustrato cognitivo, ético y afectivo que
subyacedichas disposiciones- e n otras ~alabras, la mentalidad-
de los protagonistas históricos (Ras, 1989).Es una perspectiva
que se concentra en los procesos de larga duración (longuedurée).
Las mentalidades siempre son los componentes más resistentes
ante el cambio histórico. Éstos se estancan ante el cambio, espe-
cialmente en las áreas de tecnología, estructura socialy economía;
además establecen contradicciones y enmarañan los desarrollos
históricos. Las mentalidadesson la fuerza que impulsa el cambio.
¿Dequé otra manera podríamos entenderlos cambios en los valo-
res y las normas conductualesdesde el siglo XVI? Fue el desarrollo
que nos llevó a nuevos métodos de producción y al movimiento
capitalista de bienes, dando pie al trabajo de Max Weber La ética
protestante y el espíritu delcapitalismo, con su novedoso énfasis en
el trabajo y el dinero (Le Goff, 1989).
La investigación histórica también complementó su recien-
temente afianzado interés por las mentalidades, al atender los
aspectos ordinarios de las vidas privadas de las personas (Ariesy
Dub~ 1987).Salvo algunas excepciones,la vida cotidiana había
permanecido hasta cierto punto como un misterio, aun para la
historia. No se consideraba importantepara la investigación, dado
que difícilmente se atribuian las fuerzas formativas de la histo-
ria, a las condiciones de vida de la gente común. La esfera perso-
nal humana llamó la atención solamente cuando se tomó nece-
saria para explorar las condiciones formativas de las mentalida-
des históricas; por 10 que los asecrets de l?iistoire» (secretos de
la historia) se convirtieron en la «histoiredu secret))(historia de
los secretos; Vincent, 1987,p. 157).Los misterios culturales pn-
vados acompañan a la historia oficial cultural, científica y tecno-
lógica, «según un ritmo ahistórico y anacrónico: el miedo a la
muerte, la difícil relación de uno con su cuerpo; la insatisfacción
sexual, la obsesión por el dinero, las enormes zonas de estabili-
dad con su aire de tragedia y pérdida, las dificultades de vivir,
sólo interrumpidos por algunos momentos de felicidad ~ e c u e n -
temente eufóricos))(Vincent, 1987, p. 158).Éstos son objetos de
la ciencia de la psicología histórica, la cual aún tiene que ser
inventada fuera de la escuela histórica.
Nuestro pensamiento actual se basa en el conjunto de menta-
lidades que evolucionan históricamente, sobre edificaciones men-
tales construidas previamente por generaciones anteriores, veni-
das abajo, renovadas y aun expandidas. Los eventos pasados que-
dan plasmados en imágenes y metáforas las cuales determinan
nuestro pensamiento actual aun sin ser conscientes de ello. El
sentido común resulta una formación viscosa y muy espesa, refle-
jo del pasado, al igual que la historia sobre la marioneta y la má-
quina jugadora de ajedrez, la cual siempre triunfa. La marioneta,
vestida con un cafián y con un nargde en la boca, está sentada
kente al tablero de ajedrez en una mesa enorme. Un ingenioso
juego de espejos crea una ilusión óptica y parece poder verse bajo
la mesa. En realidad, hay un enano experto jugador de ajedrez
sentado debajo de la mesa, quien controla a la marioneta (Benja-
min, 1974, p. 693). Igualmente, podemos imaginarnos el efecto
progresivo de la experiencia histórica actuando como un enano
feo,sin amor y felizmente olvidado, moviendo las piezas del juego
de ajedrez que es nuestra vida diaria.
7
ria. editores de las revistas están aceptando cada vez más
trabajos que no se justifican por el inventario metodológico clá-
sico de la psicología social, los cuales versan sobre terrenos no
como lo son los fenómenos y problemas de la vida
En este sentido, las opiniones expresadas en este libro
no deberían ser interpretadas como una crítica de la psicología
social, sino como un esfuerzo tentativo de alcanzar su objeto, de
encontrar la sustancia de la realidad y delimitar los territorios
de la vida social cotidiana.
10
expertos consideren como adecuado. Pero más alia de ser úni-
camente un conjunto de evidencias denotativas descritas con el
término «conocimiento», las ideas de poder actuar, viW, escu-
char, etc., también son parte de esto. Por lo tanto, constituye un
área de competencia que rebasa la definición y la aplicación de
nuestro propio criterio de verdad, extendiéndose a los criterios
de eficiencia (capacidad técnica), justicia y10 felicidad (sabidu-
ría ética), belleza tonal y cromática (sensibilidad auditiva y vi-
sual), etc. [...] No consiste en un área de competencia que sólo
cubre un tipo de evidencias particulares, por ejemplo la eviden-
cia cognitiva, y excluye a los otros... Coincide con una forma-
ción exhaustiva de competencias [Lyotard, 1986, pp. 63 SS.].
13
c b e n t e puede ser justificado, especialmente en una sociedad
democrática (Mixon, 1990,p. 105).
En lo que concierne a las ciencias sociales, en la mayoría de
10s casos, los científicos son miembros de la misma sociedad de
«objetos»que observan e investigan. Así, la validez de la eviden-
cia también se vuelve aplicable a nosotros e implica la necesidad
de que definamos nuestra propia posición dentro del campo de
investigación (K. Gergen, 1991). Aun cuando dicho enfoque re-
flexivo guarda peligros que regularmente tenemos pocas opor-
tunidades de evitar. Por ejemplo, la comparación cultural multi-
lateral puede ser un paso adelante en la validación de teorías
psicológicas mutuamente aplicables (Wagner, 1990).
El discurso cientifico no es más libre de tendencias retóricas
y de ambigüedades semánticas que el lenguaje de la vida cotidia-
na. Lopes (1991) llevó a cabo un análisis detallado de la literatu-
ra sobre el llamado «sesgo cognitivo,, para demostrar cómo la
retórica de las ventas está transformando el campo de la investi-
gación. El lenguaje de las teorías, que ubica el proceso cognitivo
en el contexto lógico de los criterios experimentales, original-
mente no emitía juicios (al igual que el lenguaje de las teorías de
la percepción cuando trataban con falsas creencias). Sin embar-
go, el carácter del lenguaje se ha ido transformando debido a su
expansión y popu~arización,así como por su aplicación a proce-
dimientos de toma de decisiones reales. De forma creciente, se
ha vuelto juicioso, hasta el punto que en su fase descriptiva, en
lugar de detallarla, ha hecho de la gente ordinaria algo irracio-
nal; sus carencias cognitivas han merecido descripciones tales
como «ilusión»,«ideaerrada»,«insensibilidad»y «sesgo»(p. 76).
El término «heun'stica cognitiva» (que por sí solo tiene puras
connotaciones positivas) se ha convertido en un «sesgocogniti-
vo». Esto ocurre aun cuando el análisis detallado de los experi-
mentas más relevantes muestra que el uso de la heMstica pro-
duce juicios acertados en la mayoría de los casos -aun en los
problemas de toma de decisiones aplicados por Tversky, Kahne-
man y otros- siempre y cuando el rango de variación de las
variables independienteshaya sido agotado (pp. 72 SS.). ~1resul-
tado es que la retórica científica no sólo reduce el alcance de los
s roble mas de investigación que preocupan a los investigadores,
sino que también reduce la atención del público. El grado en el
que tales casos pueden verse saturados de decepciones concep-
tuales deliberadas y guiadas por intereses económicos, es una
cuestión que cada quien puede juzgar por sí mismo.
La reflexióncientífica requiere que las teorías sean tomadas en
1 serio. Esto les recuerda a los investigadores su propia conducta, la
cual tiene reglas metodológicas validadas en el proceso de investi-
gación; además de sus productos (explicaciones y teorías cientí£i-
cas) cuya validez tiene relevancia aun para la academia. No es úni-
camente cuando se enfrentan a los «sujetosexperimentales»cuan-
do las teorías deben tomarse en serio. Compartimoslos antecedentes
/ culturales de los sujetos de investigación,y sus procesos relaciona-
dos también tendrán un impacto en el experimentador.
Sena tentador considerar y elaborar estos puntos más deta-
lladamente, en relación con sus consecuencias dentro de la teo-
na y la historia científica. Regresaremos a estos problemas a lo
largo del texto, aunque tal vez sea en forma de tema o sujeto
específico. Todo el texto es, después de todo, un análisis critico
de la naturaleza problemática del significado: de la pretensión
l de universalidad y de la posiblemente inadecuada estandariza-
1
ción de los criterios en los resultados psicológicos.
Libros de texto
Psicologías ingenuas
Psicología ecoldgica
Vsiones rnacro
26
Esta definición no deben'a hacer una distinción artificial en-
tre lo cotidiano y las fechas memorables. Los eventos especiales,
las celebraciones,los rituales y las formas conectadas de actuar
y pensar también forman igualmente parte del concepto de vida
cotidiana como serían por ejemplo las rutinas del quehacer do-
méstico o las jornadas diarias de trabajo. Aun las festividades
regulares e irregulares están inrnersas en el conocimiento espon-
táneo, conllevan varias rutinas en sus procedimientos, e incluso
invocan juicios que parecen espontáneos. El énfasis del concep-
to yace más sobre la naturaleza del conocimiento y del pensa-
miento que en las ocasiones en donde se cristaliza.
Sentido común
30
acciones sociales son repetibles, cambiables y aun retráctiles (al
disculparse, p. ej.). Además, la mayor parte del tiempo, hay más
que un solo conjunto de acciones enfocadas a salvaguardar la
supervivencia social. La espontaneidad de las situaciones socia-
les y la complejidad de sus contextos implican que las secuen-
cias de acción pueden lograr su objetivo con más o menos éxito
en una variedad de formas, que abarcan desde las condiciones
El imperativo a actuar
''
el significado léxico de sus elementos, sino también por los ele-
mentos prescritos tales como: «uno no debería decepcionarla»,
((unodebe amarla y respetarla., entre otros.
También, aquellos elementos prescriptos dependen de la per-
sona que está pensando el concepto, por ejemplo, si es el marido,
su amigo o su abuelo. Los elementos prescritos y de juicio de los
conceptos y las afirmaciones cotidianas se siguen directamente
del hecho de que las personas son afectadaspor sus acciones.Ellos
tienen repercusiones porque están basados en acciones y éstas
influyen el medio ambiente. Además, los elementos prescnptivos
dependen de quién es la persona que evoca un concepto,por ejem-
plo el cónyuge, la abuela o una amiga. Los componentesprescrip-
tivos y de juicio se derivan directamentedel impacto de las accio-
nes de la gente. Tienen repercusiones debido a que se derivan de
acciones, y las acciones modifican el medio.
Las ideas cotidianasy las categoríassociales no son ideas acerca
de la acción, son ideas para actuar. Para decirlo de otra forma, las
ideas cotidianasy las categorías socialesno son modelos de la reali-
dad, sino modelos para la realidad (Geertz, 1973,p. 93). Esto irnpli-
ca que el pensamiento concreto precede al pensamiento abstracto
en la vi& social. A fin de entender las conductas sociales acepta-
bles, es necesario adentrarse en un mar de conocimientos, que de-
penden de -& contexto. Las diferencias fundamentalesen la vida
social no provienen de las revoluciones en un mundo que cambia
constantemente, sino de las diferencias sutiles de cada situación
(Taylory Fiske, 1975))tales como las personas inv0luCradas1el tiem-
po, el lugar y el género (O'Lear~ Y Hansen, 1984))así como la semi-
bsdad a estas diferenciasyla habilidad para responder a ellas (Shwe-
der, 1980, p. 267; cf. también Von Cronbach, 1995).
La tendencia hacia 10 concreto se ilustra en 10s hallazgos que
han arrojado las investigaciones sobre el efectode la prominencia
35
saliente. Los estimulos prominentes - e s t o es, aquellos que deSta-
cana lavista o al oído, o debido a su impacto (TaylorY Thom~son,
1982)- son utilizados con mayor frecuencia como puntos de re-
ferencia para interpretar un fenómeno o una situación similarJ
cuyos estímulos son menos vívidos (Taylory Fiske, 1978).Por ejem-
plo, el recuerdo de imágenes es más frecuente que recordar algo
hablado o escrito (Gehring,Togha y Kimble, 1976;Shepard, 1967).
De igual forma, recordar palabras concretas supera por mucho la
memoria de las palabras abstractas (Paivio, 1971).
De forma similar, la información negativa -p. ej., la no ocu-
rrencia de los fenómenos o la escasez de casos- también repre-
senta un grado de abstracción que en las pruebas les resulta
imposible de integrar en su sistema de inferencias a la mayoría
de los participantes (Evans, 1983;Wason, 1980).Es bien sabido
que los números naturales -que son justificadamente designa-
dos como naturales- no incluyen el cero ni números negativos.
Si uno tiene sólo una base de números naturales, introducir el
cero o los números negativos representa un paso difícil de abs-
tracción; de hecho este paso sólo fue posible a partir de los re-
gistros escritos. El conteo con muescas sobre la madera no pudo
producir un cero. Un pedazo de madera sin muescas no logra
llegar al cero o a los números negativos, simplementeporque en
ausencia de ellas se convierte en una vara (cf. Klix, 1980).
La tendencia hacia lo concreto es una de 1% hedsticas m&
importantes descritas Por Tversb Y Kahneman (1973). De acuer-
do con la investigación heurística disponible, los participantes de
diversas pruebas recurren a su memoria parajuzgar la Fecuencia
de los tipos de evento, en los casos que les son familiares. Cuanto
m& similares tienden a ser los ejemplos a su experiencia, la fre-
cuencia en sus estimaciones es más alta6 Es una consecuencia
lógica que este tipo de procesos de memoria se den conforme a
36
situaciones determinadas- e s t o es, que las cadenas de asociación
y recuerdo se vean influenciadas por la situación particular. Por
ejemplo, las personas tendrán mayores y más diversos acervos de
relaciones cuando estén en una discoteca, que si están en una es-
tación de tren. De igual manera, la disponibilidad,y su estimación
de la frecuencia,se verá influenciada por la facilidad con que re-
cuerden. Si debido a una falta de experiencias a causa de un acci-
dente u otro evento extraordinario una persona posee contenidos
I de memoria limitados - q u e además no van a estar claramente
1 «vinculados»en la mente-, la kecuencia de ese tipo de evento se
1 estimará menos considerablementeque en el caso opuesto (Slo-
/ vik, Fischhoff y Lichtenstein, 1976).
Diversos estudios en la teoría de la atribución han intentado
l ligar las suposiciones abstractas del modelo ANOVA de Kelley,
dentro de contextos ecológicos. Los resultados muestran que los
participantes de las pruebas rara vez aplican sus atribuciones
causales a las condiciones generales en la forma que lo asume el
modelo ANOVA. En cambio, las atribuciones cotidianas causa-
les comienzan de forma inversa - e s decir, con atribuciones de
factores específicos y locales- y no siempre logran el mismo
nivel de abstracción postulado por el modelo ANOVA (Jaspars,
38
los otros son independientes,los participantes tienden a sobres-
timar la frecuencia con la que los estímulos se ligan semántica-
mente y son pares (Chapman, 1967; Chapman y Chapman, 1967;
1 Hamilton y Gifford, 1976; Lilli y Rehm, 1983,1984).La psicolo-
gía de la percepción implica que uno probablementesobrestimará
la kecuencia de los eventos recientes y sobresalientes-combi-
naciones de estímulos incompatibles, ya que dichos estímulos
atraen más nuestra atención que los más cotidianos (Berlyne,
1
1960). El hecho de que éste no sea el caso implica que las co-
nexiones semánticas, simbólicas y de similitud entre los objetos
, y los fenómenos ejercen una influencia fundamental en los pro-
cesos de percepción social. Las relaciones entre los fenómenos
quizá consten de posiciones superiores o subordinadas en una
jerarquía de relaciones mitad-todo, de correlaciones causales,
de relaciones familiares en el sentido de clasificaciones estereo-
tipadas o politéticas, o de expectativas culturalmente precondi-
cionadas (Hastie, 1983). El efecto se puede encontrar en diver-
sas culturas y puede ser interpretado como una forma de pensa-
miento mágico cotidiano (Shweder, 1977).
40
una sospecha, tendría éxito en todos los casos,
sin que hubiera forma de orientarse hacia esa persona. La única
estrategia de interacción que sigue siendo optimista y a la vez
pragmática es un intento de buscar tantas confirmacionescomo
sea posible en el otro a partir de la sospecha de uno.
La tendencia a generalizar los casos individuales es un ejem-
plo más claro de la tendencia pragmática reduccionista del pen-
samiento con base en la similitud. La sola experiencia de un he-
cho es suficiente para que los experimentados infieran las carac-
terísticas relevantes de otros eventos para aplicarlos al evento
similar encuestado, por expansión. Cuanto más complicado sea
el tipo de evento, más frecuentemente los sujetos tomarán un
ejemplo como base para recurrir a la generalización(Read, 1983).
Algunas experiencias se utilizan como modelo, de acuerdo con
aquellas nuevas situaciones cuando emiten nuevos juicios. Estas
conocidas «simulacionesheurísticasn fueron investigadas expe-
rimentalmente por Kahnemann y Tversky (1 982).
Control y racionalización
44
tes de un experimento en sus campos de acción,y cuanta menor
su ganancia externa visible, más tenderán a buscar la razón
totipicidad concreta
45
san como prototipos de eventos «re-episódicos))(Neisser, 1981);
1% impraiones de las personas se reducen a estereotipos (Can-
ter y Mischel, 1979); las situaciones se generalizan Y clasifican
como esquemas (Brewer y Nakamura, 1984); las tmdencias
de comportamiento de uno mismo forman un esquema global
personal (Greenwald y Pratkanis, 1984);los modelos que llevan
a la acción se convierten en guiones prototípicos (Hastie,Park Y
Weber, 1984;Kruse, 1986)y en modelos mentales causales (Js-
pars, 1983, p. 42; Johnson-Laird, 1983). Una vez que dichos es-
quemas prototípicos se construyen y se posicionan cognitiva-
mente, van a resistir cualquier intento de ser alterados, forman-
do la base que dirige nuestra postura ante y el reconocimiento
de estímulos similares. Por ejemplo, en un experimento que to-
rnaba diversos rostros como estímulo, aquellos estímulosque ya
habían sido presentados fueron «reconocidos»,de la misma for-
ma sucedió erróneamente con nuevos rostros, que aunque simi-
lares, eran desconocidos (Solso y McCarthy, 1981).
Las «moléculas»de información pierden su carácter indivi-
dual a nivel de abstracción prototipica, aunque todavía pueden
ser comparables a los eventos actuales en el mundo real como
fenómenos, con el resultado de que los juicios de similitud son
~osibles.Ésta es una de las formas en que las abstracciones coti-
dianas difieren de las generalizaciones científicas. Mientras que
las generalizaciones científicas son analíticas y separan a los fe-
nómenos en las dimensiones que los definen, las abstracciones
prototípicas son resumidas y vívidas. Parece obvio atribuir esta
diferencia a la necesidad académica de explorar todas las opcio-
nes posibles al escribirlasy posteriormente hacerlas disponibles
a través de 10s registros escritos. La mente es una entidad no
letrada, a la cual la elaboración de listas le es ajena.
La heurística de similitud surge directamente por la nat--
leza de los datos disponibles. Constituyen una necesidad, en vis-
ta de que la estructura de la memoria es difusa;además son
tivos si uno considera la posibilidad de corregir subsecuente-
mente una «hipótesis».También son efectivosante los imperativos
de acción de la vida cotidiana.
La tendencia exhaustiva a explicaciones, en un mundo que
exige acción, hace posible la orientación objetiva del compofia-
miento. Sin supuestos y conexiones, los individuos no ten&an
más opción que echarlo a suertes para determinar cuál de los
comportamientos a seguir sena el más adecuado. Desde un pun-
to de vista pragmático, es menos importante si los supuestos
sobre las conexiones causales y de otros tipos son verdaderas en
el sentido científico. Lo que importa es si la explicación implica
cierta acción que es útil para lograr un objetivo determinado o
evitar el Facaso. En un mundo de accidentes en el que las coin-
cidencias son conocidas, tomar acciones de manera efectiva se
volvería imposible.
Racionalidad cotidiana
- ~p
Consistencia local
~ o d e l ocuIttlrales
s y cosmo2ogía.s
50
cribir el conocimiento denotativo e instrumental que un gnipo
social posee acerca de la naturaleza y del funcionamiento de
objetos culturales tales como los roles, el género, la moral y las
interacciones sociales. Estos modelos se pueden formular explíci-
tamente, por ejemplo en ideas sobre el desarrollo de la enferme-
dad, o implícitamente, en el conocimiento de los actos del habla
contenidosen el léxico de todos los idiomas. Son al mismo tiempo
modelos culturales y públicos, y siempre están presentes para el
individuo (Varenne, 1984). Dichos modelos se refieren a objetos
y fenómenos reales identificables,ante los cuales los miembros
de cada cultura pueden hacer señalarnientos cuando a p a r e ~ e n . ~
El concepto de «cosmología»de Douglas (1982a) es en bue-
na medida un modelo más global. Comprende la interpreta-
ción y los sistemas explicativos de carácter metafísico, los
cuales cubren vastas áreas de fenómenos culturales de diver-
so índole. El concepto estipula que tales áreas son «visiones
del mundo» -esto es, visiones sobre la naturaleza y su con-
traste con la cultura y la sociedad; además de visiones sobre
el tiempo, la naturaleza humana y la conducta social. La in-
vestigación en el área de las psicologías indígenas (Heelas y
Lock, 1981) se refiere especialmente a la autoimagen cultu-
ral de los colectivos. También podemos incluir las cosmolo-
gías de los temas culturales (Opler, 1946). Los temas cultura-
les pueden afirmarse como cosmologías concretas o modelos
culturales ampliamente diferentes. En su carácter dinámico,
reflejan procesos macro-sociales, dan la apariencia de la exis-
tencia de un tema y contra-tema en culturas diferentes o in-
cluso dentro de una misma cultura. Este concepto se acerca
al análisis estructural de los mitos llevado a cabo por Lévi-
Strauss y otros investigadores, quienes pretendían revelar las
ideas base que organizan el pensamiento y se encuentran en
todas las sociedades, como un modelo matemático abstracto
(Leach, 1966, p. 2; Oppitz, 1975).
b=(pONOp)
no es difícil decidir NO b, rechazando la afirmación completa.
MASaún, que el contenido de verdad concreto de sip O NO sea
realmente correcto no juega ningún rol más que el de decir algo
sobre nuestra falta de habilidad para decir cualquier cosa sobre
p O NO p. Aquello que es indistinguible dentro de un sistema de
contenido racional, cae víctima de una negación externa, eso es
lo que podn'amos llamar «irracional».
Sperber (1982) hace una distinción útil entre las creencias
factuales y las representacionales. Una opinión factual circuns-
cribe opiniones que forman parte del total de representaciones
sobre el mundo, almacenadas en nuestra memoria enciclopédi-
ca, junto con todas las representaciones que se derivan de este
acervo de conocimientos. Las opiniones representacionales son
aquellas que además incluyen la credibilidad de una opinión fac-
tual, por ejemplo las convicciones y actitudes que asignan un
valor verdadero a una afirmación factual - c o m o se da en la
lógica dispersa. Una representación R se convierte en una opi-
nión representacional si el individuo confirma de manera simul-
tánea que R es afirmativa - e s t o es, si puede decir: ((lapropia
interpretación de R es verdaderan (Sperber, 1982, pp. 172 SS.).
Las razones por las cuales una representación se puede conver-
tir en una opinión con un valor verdadero tienen su base en la
evidencia disponible. En esta concepción, el espectro del conoci-
miento de contenido racional descrito anteriormente incluye
todas las afirmaciones acerca de las representaciones que pue-
den ser: a) interpretadas apropiadamente por los miembros de
una cultura; y b) consideradas como verdaderas.
1.4.2. La evidencia
Comparación social
58
cer método podría incluir, por ejemplo, la consulta al oráculo como
es el caso de los azande (Evans-Pritchard, 1976), o recurrir a un
astrólogoo a la quiromancia en nuestra cultura. Dichos métodos no
son nimedios fisicos de verificaciónen un sentido estricto, ni se dan
bajo los procesos que atañen a la teoría de la comparación social,ya
que no afectan a la opinión de las mayorías. Más bien, las contingen-
cias al azar de otros fenómenos se interpretan simbólicamente,de
este modo su resultado no es ni físicamente predecible nitiene como
base de apoyo el consenso.
La referencia
Localidad y univevsalidad
nen efecto.
CAPÍTULO2
INTRODUCCI~N
A LAS REPRESENTACIONES SOCIALES
2.1. Delimitaciones
63
vida «al efecto de iluminación» (Habermas, 1968; véase
capítulo 9 de este libro) y a la nula posibilidad de definir medi-
das fiables y replicables, particulamente de los eventos discur-
sivos. Una vez que la teoría social llega a darse a conocer entre el
general, las personas, siendo al mismo tiempo objetos y
conocedores «iluminados»de las teorías, poco a poco comien-
zan a cambiar sus comportamientos desbancando cíclicamente
a las teorías. La problemática de definir medidas tiene que ver
con la gran complejidad y la naturaleza involutiva de los signifi-
cados en el discurso cotidiano, donde la sintaxis, la pragmática y
las culturalesvariables se combinan para determi-
nar el significado de un enunciado. Estos problemas no se cono-
cen en las ciencias naturales; y en las ciencias socialesjustifican
su formato ampliamente cualitativo basado en el lenguaje natu-
ral. El resultado es que las teorías en el campo de las ciencias
sociales son difíciles de comparar, y también difíciles de evaluar
en una forma fiable. ES mucho mas fácil comparar las teorías
matemáticamente accesibles. Este hecho con frecuencia lleva a
confusiones en la construcción de la teona científica social, y
también en la teoría de la representación social.
En consecuencia, 10s múltiples e d q u e s teóricos compiten en
el campo de una psicología más sociológica,que incluye la psicolo-
gía constmccionistay &cursiva, los enfoques s o c i o c u l ~ evg0b-
s
kianos, la psicología cultural inspirada en la antropología, la psico-
logía marxista y crítica, y la teoría de la representación social. Cada
uno de eilos tiene sus propios méritos, problemas, puntos ciegos y
potenciales de explicación en SU área propia, de manera que una
decisión a favor O en contra de alguna de las teorías es, con becuen-
cia, más un asunto de gusto personal y empatia que de justificación
pragmática o racional. Debido a que se enfocan en diversos proce-
sos ailtwd'es y sociales, además son complementarias en un senti-
do global como muestran algunos autores (Sugiman, Wag-
ner y Yarnada, 2008). El presente libro trata acerca de la teofia de
,
las representaciones sociales,pero los autores reconocen el dar
de las otras teorías como enfoques complementarios a ésta.
El concepto de representaciones sociales se mencionó a nivel
iI-Iternaci0nal por primera vez hace 40 años en un aflíciilo de
Annuaí Revim of Psychology sobre investigación de las actitudes
(Moscovici, 1963).La teona originalmentepretendía ser un con-
trapeso social dinámico para el concepto individualizado de ac-
titud, que parecía demasiado estático y poco social para la psico-
logía moderna social. Sin embargo, su proximidad histórica a
los conceptos clásicos de actitud y opinión, algunas veces resultó
en que se empleara de manera equivocada como un equivalente
a esos términos.
Existen muchos conceptos que pueden ser entendidos para
anticipar uno u otro de los aspectos de las representaciones socia-
les. Ya se han mencionado las actitudes y las opiniones. Otros
candidatos incluyen los sistemas de actitudes o las jerarquías acti-
tudinales como contenidos cognitivos estructurados; el conoci-
miento estructurado en la forma de gramática de la narración y
de las historias (László, 2008); y las jerarquías proposicionales
tales como las macro-proposiciones (Van Dijk y Kintsch, 1983);
los esquemas, las transcripciones y las escenas (cf. J. Mandler,
1984);y los mapas cognitivos (Milgrarn, 1984).Es cierto que tales
procesos cognitivos de aniba-abajo corresponden al concepto de
la representación social con respecto a capturar el conocimiento
estructurado. Sin embargo, la habilidad de la teoría de la repre-
sentación social es ligar dicho conocimiento con los procesos so-
ciales. Estos aspectos y sus irnplicaciones son los que colocan a la
teoría de las representacionessociales aparte de los enfoques tra-
dicionales. Para ser justos, reconocemos la legitimidad del con-
cepto clásico de actitud, especialmente en las áreas aplicadas. Las
actitudes son relativamente fácilesde medir y, por lo tanto, son de
alto valor pragmático en algunas áreas de investigación.
Lo que es común para los constructos teóricos que explican
los procesos verticales es que son vistos como representaciones
cognitivas de la realidad, estando sujetos a los límites que la res-
pectiva cultura o sociedad impone a sus miembros a pnon (p. ej.,
Van Dijk, 1980).El que una entidad cognitiva sea visp como una
superestructura integrada o como un elemento cognitivo local en
los procesos de investigación, depende del punto de posiciona-
miento particular del investigador. La clasificación del todo y SUS
partes es un resultado directo del interés de investigación de cada
ciencia en particular, la formulación de la pregunta, y el inventa-
rio conceptual y metodológico disponible, así como sus tradicio-
nes interpretativas.Las estructuras globales no necesariamente se
restringen a 10s procesos cognitivos intrafísicos. De la misma ma-
nera pueden ser extendidos a los modelos de interacciónentre 1%
persona y la organización social constituida por ellos (P.ej., Ber
ger y Luckmann, 1979), en comentarios,diálogos, c~nversacion
y textos escritos; así como a las formas organizacionales de 10
fenómenossociales estructurales tales como los sistemas familia
res, la religión y el arte (p. ej., Lévi-Strauss, 1967).
67
no. Un mundo poblado por objetos físicos con atributos «que i
ser registrados en los aparatos mecánicos3 (Ostrom,
1984,p. 9). La experienciainterna de una persona se llama ((sub-
jetiva» porque puede ser una representación verídica o equivo-
cada del mundo exterior. De hecho, lo «subjetivo»Fecuentemente
69
b) Aunque lingüísticamente accesibles, 10s hechos sociales
probablemente están representados en la m a ~ o n ade 10s casos
en forma icónica, en imágenes O metafóricamente. El carácter
de las formas metafóricas e icónicas, las liga a expe-
riencias afectivas, ya que se relacionan con 10s fenómenos que
directamente a los individuos en sus vidas cotidianas.
Por la misma razón, una representación es evduativa porque 10s
hechos sociales afectan al bienestar de los individuos de diversas
maneras. Por último,y como consecuencia de su carácter eva-
luativo, las representaciones sociales también abarcan las accio-
nes verbales y corporales.
c) Como tal, una representación social no es una descripción,
en el sentido de una proposición que puede ser verdadera o fal-
sa. En cambio, puede ser entendida como una elaboración de
ideas o hechos, que tienen una verdad fiduciaria. Debido a su
carácter simbólico, las representaciones sociales median entre
el individuo y el mundo social, y dotan a los objetos y hechos de
un significadosocial único. Así, convierten hechos brutos en ob-
jetos sociales que pueblan el espacio de vida de los grupos.
d ) Los fenómenos que pueden llegar a ser representados so-
cialmente,pueden ser hechos brutos, esto es, procesos y relacio-
nes entre las personas, los animales y las cosas, aunque también
~ u e d e nser ideas que encauzan la vida de las personas. La dife-
rencia entre las entidades reales y las imaginadas es muy artifi-
cial, ya que cada objeto sólo puede convertirse en socialmente
relevante si paralelamente obtiene un significado imaginado.
Pero, ¿qué es la relevancia social para un objeto? ¿Un árbol, un
animal, o una piedra son objetos sociales, o el árbol debe de ser ,
Las ideas sociales surgen y cambian cada vez que las personas
las discuten e intercarnbian pensamientos sobre ellas. Incluso uno
podría decir que un grupo se involucra en un «proyecto»de farni-
liarizarse con un nuevo fenómeno (M. Bauer y Gaskell, 1999).Sin
embargo, ello no es necesariamente un proceso propositivo el cual
invariable e inmediatamente atienda necesidades sociales reales,
aun cuando la discusión social se suscite a partir de necesidades,
problemas y conflictos reales. Utilizando la analogía de la expan-
sión de una enfermedad, podemos hablar de un proceso epide-
miológico, en el curso del cual nuevas o cambiadasrepresentacio-
nes sociales llegan a establecerse en el sistema de conocimiento de
los miembros de un grupo (Sperber, 1990).
~l discurso social, como lo abordamos aquí, no constituye
sólo un proceso dentro de un gmpo pequeño, como sena una
conversación o discusión entre algunas personas en un lugar tal
como un bar, sino que también es un fenómeno o incluso una
institución social. Los medios masivos de comunicación tarn-
bién juegan un rol decisivo aquí. Uno puede por tanto hablar de
forma casual del ((pensamiento))de una sociedad u organización
(Douglas, 1986).4Adicionalmente, el discurso según este enten-
dimiento no es sólo verbal, por ejemplo cualquier conversación
o escrito que se lleva a cabo en ,una situación social. Como ac-
ción social (Van Dijk, 1997),el discurso también subsume cual-
quier acción abierta (corporal) en un contexto social, que debido
a sus poderes semióticos transmite significado a otros actores
sociales. A través de la función comunicativa y en consecuencia
de cualquier discurso, las personas que comparten un escenario
social construyen una realidad particular que es verdadera para
esos actores situados en un tiempo y lugar determinados.
73
La macro-reducción
74
occidentales desarrolladas y orientadas hacia la ciencia: una re-
presentación fundamental que no nos deja pensar que la sacie-
dad y el individuo se pueden relacionar de cualquier otra forma
que no sea la confrontación (cf. Duveen y Lloyd, 1986)
El término «representación»
77
LOS suburbios del conocimiento cotidiano, 0 mejor
conocimiento cotidiano de los suburbios, comprende el conoci-
miento aprendido de los padres y los valores que nos fueron in-
culcados durante la socialización primaria; de manera similar a
nuestros conocimientosde la escuela superiory al conocimiento
profesional, que cada vez se vuelve más relevante tanto en el ám-
bito doméstico como en el profesional (p. ej.,las habilidades téc-
nicas o el conocimientopara utilizar ordenadores y sofhvare ope-
rativo). Aun el conocimiento más moderno, rara vez nos con-
fronta con nuestra herencia histórico-cultural de una forma
realmente nueva y clara. En cambio, todo el conocimiento ad-
quirido de esta forma constituye un conjunto de elementos tra-
dicionales y recientes, los cuales son difíciles de desenmarañar:
«Nohay nada en los suburbios (del conocimiento) que no haya
aparecido primero en el pueblo viejo* (Geertz, 1983, p. 262).
Aceptamos y empleamos información que se nos ofrece a tra-
vés de los medios masivos de comunicación, y hablamos con
amigos y conocidos en caso de querer saber más acerca de algún
tema. En parte, este conocimiento y estos valores han sufrido un
gran desarrollo histórico a fin de poder convertirse en un seg-
mento de nuestra cultura. Las religiones y sus sistemas de valo-
res, de n~aneraespecífica,han penetrado y formado sociedades
durante el curso de la historia, en una forma que hace imposible
separarlas práctica o teóricamente de una cultura particular. De
hecho, son la cultura, forman las instituciones y los modos de
organización de las sociedades. Las religiones moldean la forma
en que 10s hechos pueden experimentarse como problemáticos.
Todos estos almacenes de conocimientoy formas de experiencia
son un componente integral de la identidad humana, con sus
subdivisiones culturales, nacionales y familiares.
A lo largo de 10s últimos 100 O 200 años, se ha desmollado
un nuevo campo, además de las fuentes clásicas de conocimien-
to cotidiano. La importancia de este nuevo campo actual ha al-
canzado el nivel que en tiempos pasados lograron las institucio-
nes religiosas y eclesiásticas. Éste es el campo de la investigación
y el desakrouo científico natural Y técnico. De igual forma, aun-
que con menos claridad, sucede en las ciencias sociales. Debido
a la estructura lógica de la ciencia, solamente se puede producir
conocimiento proposicional e instrumental - e s t o es, conoci-
miento que excluye varios componentes de valores en un princi-
78
pio, aunque los integra en las sociedades reales y en los discur-
sos ideológicos y políticos donde los juicios de valor son divisas.
Esta integración afecta a la transferencia de los sistemas de pen-
samiento científico y tecnológico hacia el conocimiento cotidia-
no. Gracias a la neutralidad, que aunque no siempre se da en la
práctica implícitamente se le atribuye a las afirmaciones y teo-
rías científicas, éstas han obtenido una imagen de solidez que
las hace parecer especialmente útiles a la hora de precisar la
argumentación ideológica en la práctica. La credibilidad que an-
teriormente se le atribuía a la religión o a los ancianos, ahora se
le atribuye predominantemente a la ciencia. Observamos mu-
chas de las conversaciones del «hombre o la mujer de la callen,
en las que se hace referencia - d e manera implícita o explícita,
aunque siempre resumida- a los supuestos hallazgos de la cien-
cia (como sistema). Impreso y especialmente popularizado, el
conocimiento científico penetra el discurso cotidiano, forman-
do puntos de vista, estrategias de argumentación y formas de
asignar culpas.
Al apropiarse de los elementos del conocimiento científico
y sus prácticas, el sentido común adapta la ciencia para em-
plearla en el.dominio de la vida cotidiana. Se ha adaptado se-
gún los criterios dominantes de las prácticas cotidianas, las re-
laciones sociales y la comunicación. De acuerdo con este en-
tendimiento, al resaltar sus respectivos campos de validez, la
teoría de las representaciones sociales le hace justicia al senti-
do común, a]delinear las marcadas diferencias y las similitu-
des que comparte con el entendimiento científico (cf. Foster,
2003; Purkhardt, 1993).
Todas estas áreas son sujetos potenciales de la investigación
de la representación social, por lo que no nos sorprende la gran
cantidad de trabajos empíricos heterogéneos relevantes para el
tema. Por el contrario, sorprende aún más el hecho de que tan-
tas áreas culturales no hayan sido investigadas todavía. Parece
que cuanto más conocemos implícita o prácticamente sobre un
mundo social, menos tendemos a cuestionar sus cosas y relacio-
nes, o a hacerlas objeto de estudio del trabajo científico. Cuanto
más cerca estemos de un objeto, mayor es el esfuerzo que se
requiere para enfocarlo como problema de investigación.
Lo que inmediatamente capta la atención de 10s a n t r o ~ ó -
logos en una cultura extranjera, nubla sus gafas teóricas den-
- -- - -- - - -A
83
miento, Verdrangung,cambió repentinamente el concepto
diano de S/erdrüngung físico,que originzilmente significa desalo-
jo, desplazamiento, suplantación, cambio de sitio, por ejemplo
10s empujones que ocurren cuando se aborda el autobús; sólo '
después se empleó para designar procesos de olvido.
Sobre todo, uno esperaría de tales teorías que su populdza-
ción resulte en el desarrollo de representaciones sociales que son
adecuadas para un entendimiento metafórico de la vida cotidia-
na. Esto incluye el psicoanálisis, y en un menor grado la teoría de
la relatividad de Einstein, la cual se cita como fuente de autoridad
en la afirmación de que los gustos y muchas otras cosas son rela-
tivos. En tales casos, está en duda si el usuario cotidiano del tér-
mino «relatividad»tiene una idea de qué significan realmente la
curvatura del espacio y la velocidad de la luz. De hecho, la teoría
de la relatividad quizá haya llegado a establecerse en el discurso
cotidianomás como resultado de haber sido impartida por el pro-
totipo de genio que representa Einstein. Más allá de sus teorías
reales, el hombre simboliza el poder de la palabra: la pura idea
que llega a realizarse en la «ecuaciónhistórica))E = m 6 (Barthes,
1964,p. 25). Además, más que referirse al hombre, en la ecuación
icónica Einstein simboliza el poder de la tecnología nuclear, que
se convirtió en el signo de una representaciónfuerte en contra de
la bomba atómica que abarca casi toda la población mundial, sea
matemáticamente letrada o no (figura 3.1).
Una segunda premisa en la asimilación de la ciencia,aunque
trivial, se olvida con frecuencia. No todos los grupos en una po-
blación poseen la misma capacidad de asimilar, o tienen las rnis-
mas posibilidades de ser confrontados con afirmaciones cientí-
ficas o de entenderlas, a pesar de que éstas sean muy populares
85
como el Partido Comunista de Francia.'
Parece que estas y otras teorías de alto contenido político 3'
simbólico social no son principalmente asimiladas dado su va-
lor explicativo.Ingrid Bauer (1988) ilustra esto en un estudio de
entrevistas a partir del cual investiga la historia política y coti-
diana de las trabajadoras en Hallein, una fábrica de tabaco du-
rante el período de la Segunda Guerra Mundial. Aunque todos
los trabajadores se declararon socialistas,y el partido socialista
de ese tiempo se definió como marxista, el conocimiento de las
mujeres entrevistadas no concebía siquiera el antecedente más
simple de la teoría mamista: «Serun socialista era [...]para estas
mujeres, obviamente L...]menos una cuestión de ideología, de
grandes principios políticos, utopías y diseños para una socie-
dad, que algo enfocado a reforzar el sentido de pertenencia en
los trabajadores)).Los modelos de orientación marxistas y socia-
listas en su sentido muy general, fueronpara estas mujeres «pun-
tos de referencia para la identidad, autoa£irmación y estabili-
dad» (p. 205). En tales casos el uso de los nombres teóricos y la
terminologia no actúa como modelo para explicar la realidad
social, sino más bien como niveles y símbolos para determinar
la propia identidad social.
Existen m~chasáreas de conocimiento científico que pare-
cen ~ d ~ ~ aPara d a la
s popu~arizacióncomo representaciones
sociales. Éstas incluyen:
87
debate sobre el W s i d a , adquirió un tono marcado respecto a
su amenaza y a 10 incontrolable, 10 que conllevó un debate mo-
ral. ~1 sida no era visto como una enfermedad contagiosa con-
d d a de manera individual, sino bajo un estigma y como «casti-
go divino))de las minorías con prácticas sexuales desviadas. En
lugar de investigar de dónde surgió la enfermedad (que ya era
conocida en tiempos de la primera ola de publicidad y no se
restringió a los grupos en riesgo como los homosexuales y los
88
sentaciones de una tecnología potencialmente amenazadora,
como por ejemplo la ingeniería genética. Aunque los medios
masivos establecieronla agenda al alertar al público, son las per-
sonas quienes en su discurso desarrollan un entendimiento de la
tecnología como creencias metafóricas. Estas imágenes de creen-
cias son relativamente independientes del conocimiento de la
ciencia popularizada preexistente, y son funcionalmenteequiva-
lentes al conocimiento científico al proporcionar confianza en
los juicios y reducir la ignorancia que se atribuyen las personas.
En el caso de la ingeniería genética, sucedió con las noticias im-
pactantes acerca de la biotecnología, sobre la forma como ésta
altera la manera de entender la vida desde un entendimiento
lego. El público fue especialmente propenso a recurrir a ese tipo
de representaciones en los países donde existían pocos reporta-
jes por parte de los medios masivos de comunicación respecto al
tema en cuestión (cf. también Gaskell y Bauer, 2001).
Diferencias de grupo
90
3.2. Las estructuras sociales y los eventos políticos
La orientación y la evaluación
La investigaciónacerca de cómo se sobrellevanlos conflictos
sociales colectivamenteresalta la importancia de las representa-
ciones en la formación del grupo y su identidad de manera más
clara que los análisis de la ciencia popularizada. Hewstone, Jas-
pars y Lalljee (1982) identificaron los auto-estereotiposy los he-
tero-estereotipos de alumnos en escuelas privadas de élite y de
alumnos en escuelas públicas, quienes venían de contextos fami-
liares marcadamente diferentes. En Reino Unido, los alumnos
que asisten a las escuelas privadas con frecuencia provienen de
familias ricas que pertenecen a la clase económica dominante.
El otro grupo generalmente proviene de familias de una clase
media y obrera. Como se esperaba, los estereotipos prevalecien-
tes que se encontraron en el estudio difierennotoriamente entre
los dos grupos. Pero h e fundamental el hecho de que los mo-
delos de atribución para determinar el kxito o fracaso en la es-
cuela entre los dos p p o s difirieran sistemáticamente. Los alum-
nos de las escuelas privadas se diferenciaronde los otros a través
de atribuciones de esfuerzo y habilidad, mientras que los alum-
nos de escuelas públicas atribuyeron sus experiencias en los exá-
menes más al factor suerte y así eligieron una dimensión de atri-
bución externa, incontrolable e inestable. Las atribuciones en
este nivel parecen tener más que ver con el conocimiento contex-
tual consensuado de cada clase social que con el pensamiento
causal abstracto (Augoustinos, 1990,p. 264).
Si las explicaciones causales para el éxito y el fracaso en los
contextos escolares determinan la auto-imagen en ambos grupos
sociales, y éstas tienen algo que ver con la acción, entonces tarn-
bién inferimos un bajo nivel de movilidad social entre los grupos.
Por supuesto, las atribuciones alusivas al factor suerte no augu-
ran buenos pronósticos de movilidad intergeneracional, aunque
los alumnos en escuelas públicas parecen tener esperanzas: «Pa-
rece que los muchachos (de escuela privada) se hacen una dife-
renciación entre los grupos más marcada que los muchachos (de
la escuela pública), un hallazgo que tentativamente se explica al
reconsiderar las identidades sociales seguras e inseguras (Tajfel,
1978), y también al considerar algunas de las características de
estos dos grupos "naturales". Hemos clasificadoa los muchachos
(de la escuela pública) como "inferiores" en sus consensos, aun-
que perciban "alternativas cognitivas" a través de las cuales retan
al sistema actual» (Hewstone,Jaspars y Lalljee, 1982, p. 263).
La función de las representaciones sociales que establece la
identidad y dirige la acción también se ilustra en una investiga-
ción sobre un movimiento de protesta estudiantil en la Universi-
dad de Lovaina (Di Giacomo, 1980).Los análisis de las autoimá-
genes políticas de los participantes y del comité de liderazgo del
movimiento de protesta mostraron que existían serias diferen-
cias entre los dos grupos. Incluso, la consecuencia de ello fue
que la masa de alumnos no se subordinó al comité, aun cuando
compartían una ~roximidadpolítica de izquierda, y el resultado
eventual llevó al movimiento al fracaso total (p. 340).
Las representaciones sociales en esta área son siempre y por
encima de todo el resultado de un proceso social constante de
juzgar a las personas y los hechos. Las representaciones acerca
de eventos sociales a corto y largo plazo se forman con un grado
de consenso sorprendente. Las representaciones están basadas
en evduativos que son evocados en el contexto de un
gnipo social, y conllevan el desarrollo de creencias estructura-
das y cargadas de valoraciones. Este sistema de valores creado
espontáneamente ayuda a interpretar el medio ambiente y los
otros grupos, además de determinar las formas de interactuar
con éstos (Di Giacomo, 1980,p. 341). Por lo tanto, las represen-
taciones sociales son más que un sistema de imágenes hereda-
das culturalmente. Son el resultado del encuentro de un grupo
con su medio ambiente y con su sistema de referencia (Di Giaco-
mo, 1985; Kaes, 1968).
La memoria colectiva
94
presente, y colocan las imágenes creadas en lugar de la realidad.
La fuerza de tal conocimiento histórico proviene del peso sim-
bólico de las imágenes del pasado proyectado en el presente (Jo-
delet, 1992, pp. 239 SS.).De esta manera, las experiencias histó-
ricas colectivas dejan a un lado su moral y sus huellas afectivas
en esquemas cotidianos, que ayudan a juzgar los eventos con-
temporáneos. Las experienciasson concretadas en símbolos que
se integran en estereotipos interpretativos.
Jodelet utilizó como ejemplo los juicios criminales que tuvie-
ron lugar en los ochenta; aunque en todas las sociedades tam-
bién hay celebraciones de eventos históricos pasados que se ofre-
cen como un estímulo del discmo y la memoria. Otro buen ejem-
plo fueron las conmemoraciones del «descubrimiento» de
América en 1992,cuya representación se investigó extensivamente
en países relacionados con dicho evento histórico. Los resulta-
dos nos ofrecen una visión del papel de la memoria colectiva en
una situación extraordinaria, donde se toca la historia no sola-
mente a través de los libros de texto, sino como participantes en
un discurso transmitido y extendido por las personas y los me-
dios masivos de comunicación (De Oliveira, Lewin y De Sá, 2004;
De Sá, De Oliveira y Prado, 2004; Moller, De Sá y De Castro Be-
zerra, 2004; Naiff, De Sá y Moller, 2004).
En la India, en 1992 se hizo un llamamiento para que se con-
gregaran voluntarios hinduistas en la ciudad de Ayodhya. Asis-
tieron millares,.de toda la India. En la turba que resultó, durante
5 horas y media de actividad frenética, la mezquita musulmana
de Babri Masjid fue demolida y sus escombros fueron arrojados
a las aguas de un río. La razón de esta demolición fue liberar el
supuesto lugar de nacimiento de la deidad hindú Rama de la su-
premacía musulmana, para construir un templo hindú en su
lugar. Después de la demolición, disturbios masivos ocunieron
a lo largo y ancho de la India. Como consecuencia posterior a
esos eventos, los cuales hirieron profundamente los sentimien-
tos musulmanes en india, sucedió el incidente Godhra en 2002.
Ahf, trabajadores voluntarios que venían en tren del lugar donde
se constmía el templo a Rama en Ayodhya fueron masacrados
por supuestos terroristas ~usulmanes.
La respuesta sobre quién fue el perpetrador de esta violencia
es un hecho sujeto a discusión;sin embargo, lo que resulta signi-
ficativoes la forma en que se us6 un poderoso símbolo histórico
a fin de avivar las ascuas pasivas de la rnilitancia hindú. Como
antes, el símbolo de la mezquita Babri Masjid y el lugar de naci-
miento de Rama se utilizó para activar a los voluntarios hinduis-
tas. Además, el tren «plagadode muerte»también es un símbolo
evocativol asociado con la división de la India en 1947 en los
países que hoy son India, Pakistán y Bangladesh. Entonces, sa-
lían trenes que provenían de Pakistán por lo que acuden a la
mente los horrores de la partición y la brutalidad de los conflic-
tos entre musulmanes e hinduistas.
~l uso político de tales símbolos h e investigado por Sen y
Wagner (2004) en un estudio de entrevistas con hinduistas y
musulmanes. El estudio muestra cómo la historia y las repre-
sentaciones que surgieron de los eventos pasados y que fueron
dolorosos para uno u otro gmpo, ejercen una influencia podero-
sa sobre la acción colectiva que ha sido utilizada por los políticos"
durante décadas. Tales representaciones, condensadas en ico-
nos, son el patrón simbólico según el cual las relaciones inter-
grupales presentes se elaboran políticamente y los sentimientos
intergmpales se COnSeWan.
sí, las representaciones sociales de los eventos históricos adop
tanuna psición pecd-m-menteambigua. Por una parte, representan
esos eventos pasados como contenidos. Saltan a la mente a partir
de cualquier palabra clave que se asocia con la historia. Por otra
parte, constituyen el conocimientoexplicativoque muestra mm
sjmilitud con las representaciones sociales de las teon'as científicas.
Corno se h 6 antes, sabemos que la función principal de las tea-
rías popularizadas está en s~ poder de explicar los fenómenos coti-
dianos (repetitivos), mientras que las representaciones relaciona-
das con los objetos principalmente tienen una función interpretati-
va. Tal como las te0I-h popularizadas, las representaciones de
experiencias históricas constituyen un condensado de eventos, es
decir, de las causas, razones y consecuenciasde los hechos pasados.
Tales causas, razones y consecuencias,casi como las afirmaciones
de las teorías proto-científicas, forman U red atereotipada de
modelos explicativosque 10slegitiman Y 10s aplican a eventos simi-
lares en el presente. Mientras que la ciencia popularizada para 1%
personas cotidianas toma su evidencia de la autoridad de la h t i m -
ción «ciencia»,y las representaciones de los objetos c d m e s dibu-
jan su legitimidad de la aparente tradición inerte, los modelos expli-
cativos corroborados históricamente justifican su evidencia u a -
zando el peso afectivo de su propia experiencia inmediata, la cual
replicada millones de veces forma la mentalidad de grupos enteros
de personas (Narner, 1987;Radley, 1990).
Ambivalencia
1O 0
persecución de los judíos se asume como incorrecta, mientras
que al mismo tiempo se enfatiza el hecho de que sólo los judíos
pobres fueron víctimas, ya que los ricos siguieron «haciendogran-
des transacciones de negocios)),lo cual aparentemente ~justifi-
ca» el odio hacia los «judíos»;o quizá «nadahubiera sucedido si
no hubiera habido judíos));o el hecho de que la guerra se recha-
ce como terrible y al mismo tiempo se describa como la causa de
generación de empleos; o «yo tenía miedo, pero si uno abría la
boca le iba peor»; o «la democracia es buena, pero una mezcla
de dictadura y democracia podría ser aún mejor». Inconsisten-
cias comparables a éstas se pueden encontrar en cada uno de los
temas abordados. Resultan de una dialéctica de orden y caos
que no ha sido confrontada cognitivarnente.
El mantenimiento de la autoimagen de los encuestados de
más edad que sí estuvieron involucrados conlleva una asigna-
ción de causalidad y culpa del vínculo de Austria con el Reich
alemán, de la persecución de los disidentes, así como del estalli-
do de la guerra a las circunstancias o a otras personas o poderes.
Sin embargo, éste no es el lugar para investigar si esta atribu-
ción externa es la secuela de la propaganda y el tiempo, o si sólo
se ha desarrollado en retrospectiva.
Identidad de cohorte
102
dos en su promoción y proyectos de carrera en comparación con
los alumnos de las escuelas de élite. Congruente con ello, sus
atribuciones causales también nutren sus ideas acerca de sus fra-
casos y logros en el contexto universitario. En el segundo ejem-
plo (Di Giacomo, 1980), las diferencias en los juicios y las au-
toimágenes del grupo de alumnos activistas y del comité organi-
zador llevaron a la pérdida de contacto e influencia por parte del
comité. En el tercer y cuarto casos, la experiencia compartida de
violencia entre grupos antagonistas, los hinduistas y musulma-
nes en la India (Sen y Wagner, 2004) y la experiencia común del
nacionalsocialismo y la guerra en austriacos de m8s edad, con-
dujeron a acciones hostiles entre grupos en el primer caso, y a la
solidaridad entre generaciones en el segundo (cf. también Hra-
ba, Hagendoom y Hangendoorn, 1989; Liu y Hilton, 2005).
103
vida real al nombrarlas y darles un significado,al hacerlas parte
de la cultura y la sociedad. El término «imaginación»pretende
describir exactamente este proceso: la transformación de un
mundo físico sin forma pre-existente -debido a que la forma se
sitúa en la mirada del observador- en un mundo social en el
que se inserta, el cual podríamos afirmar que es inteligible sólo
para los miembros de dicha cultura, y con el cual sólo éstos pue-
den interactuar. Así, la interacción simultáneamente constituye
a los sujetos como portadores de la representación a la vez que
los convierte en el complemento de los objetos creados por ellos
(Gergen, 1982; Wagner, 1998). Guiados por las ideas culturales,
los encuentros físicos que las personas tienen con los objetos físi-
cos ilustran el significado social que se asigna a tales objetos
dentro de los limites de las formasprácticas de los intercambios.
Finalmente, es esto 10 que 10s transforma en objetos culturales,y
es aquí donde uno puede ver su origen.
LOS temas potenciales de la imaginación cultural son tan ex-
haustivos como 1% ~ulixrasy ~ ~ b c u l t u r de
a s las cuales provie-
nen. Se extienden en áreas amplias tales como:
104
la sexualidad (p. ej., Giacomozzi y Camargo, 2004; Giami,
199 1; Giami, Humbert-Viveret y Laval, 2001);
el cuerpo humano como un punto de referencia de la expe-
riencia individual (p. ej., Boltanski, 197 1; Costalat-Founeau, Pi-
cot, Hauchard et a l , 2002; Jodelet y Moscovici, 1976; Jodelet,
Ohana, Bessis-Moninoy Dannenrnüller, 1982;Moloney y Walker,
2000,2002);
un tema, la enfermedad, la salud y la vida, ha atraído un
sinfín de investigaciones que revelan aspectos interesantes de
las representaciones sociales que se construyen en tomo a viejas
visiones culturales (p. ej., Dross, 1991; Flick, Fischer, Neuber et
a l , 2003; Flores Palacios y De Alba, 2006; Goodwin, Kozlova,
Kwiatkowska et al., 2003; Herzlich, 1973, Krause, 2003; Marko-
vá y Wilke, 1987; Nascimento-Schulze, Fontes García y Costa
Amida, 1995; Oltramari y Camargo, 2004a, 2004b);
otro tema que atrae interés continuo es la idea de inteligen-
cia, la cual se ubica justo en la intersección entre la ciencia psi-
cológica moderna y las concepciones culturales (p. ej., Poeschl,
200 1; Raty y Snellman, 1995; S n e h a n y Raty, 1995; Srivastava
y Misra, 1999).
108
su entendimiento. El estilo narrativo está marcado por la predo-
minancia de elementos descriptivos, por ejemplo de objetos o
eventos, deseos y sentimientos, así como de componentes deri-
vados de éstos (p. 104).Esta forma de conversación enfatiza una
cuestión didáctica que busca proporcionar conocimientos y a la
vez provocar que los niños tomen sus propias conclusiones. Si
las madres ven a sus hijos como seres autónomos y perceptivos,
entonces les parece que no es necesario estar verificando el en-
tendimiento real de sus hijos. Al revés, las madres lo presuponen
y por ello le otorgan a los niños un rol pasivo en la interacción,
en la que nunca se convierten en narradores activos de las histo-
rias: «Ladefinición del nivel de comprensión de un niño, y por lo
tanto de sus habilidades cognitivas, se deriva de las representa-
ciones que los adultos construyen de ellos))(p. 195).
La función declarativa
116
- -
estatus; las condiciones saludables y agradables se juzgan como
buenas; y la racionalidad se experimenta como control, mien-
tras que las emociones se deben tener bajo control. La base físi-
ca o el dominio experiencial de dichas metáforas es fundarnen-
talmente la experiencia humana del cuerpo (M. Johnson, 1987;
Lakoff y Johnson, 1999).
En las metáforas ontológicas las entidades no materiales es-
tán ontologizadas y se vuelven lingüísticamente manejables al
atribuirles características perceptibles,visibles y aun «tangibles»:
«Tu neurosis te está enfermando», «Estamos peleando del lado
de la paz», «ZBM tiene mucho poder», «Su ego es £rágil», «Su
autoestima se desplomó)).
~ominiootro
,,
Comprensible, percibido
Conceptual, artificial como tangible y real,
abstracto, no icónico enriquecido con atributos
con una estructura no estructurales y
mal comprendida connotaciones
1I 1
cial en el área del dominio otro, sino también el horizonte de
connotaciones afectivas que marcan el dominio experiencia1
como resultado de la experiencia inmediata. Los ejemplos de
esto incluyen palabras sagradas de origen genital, escatológi-
co y animal, que se emplean con frecuencia; las preposicio-
1
nes positivas que se emplean adulatoriamente; y las compa-
raciones religiosas y culturales en general, tales como «el cor-
dero de Dios», ((nubesamenazadoras)),o «la misericordia [...]
cae como lluvia suave del cielo» (T.S. Elliot, en Fernández,
1974, p. 123). ¿Qué definición literal de la palabra «miseri-
cordia» podría caracterizar mejor su significado que esta com-
paración?
Finalmente, queda el dominio de la organización ritual de la
acción que es eje para cada cultura, el cual se transmitepor medio
de Visto de esta manera, un ritual aparece corno una
secuencia de imágenes o metáforas organizadas,las cuales se re-
presentan con una serie de escenas ceremoniales su~erordinadas
y subordinadas. Cada una de estas escenas tiene una tarea especí-
ficaen el contexto del proceso gráfico (Fernández, 1974,p. 125).
Basta con que uno piense en los componentes rituales de la comu-
122
El psicoanálisis
El inconsciente /
FIGURA
4.2. Psicoanálisis
fuerzas no deseados, parece estar directamente tomada de la
experiencia de represión física e impenetrabilidad de 10s cuer-
124
dicción. Debido a que el psicoanálisis es visto como una ciencia
del inconsciente, que tiene efectos en la experiencia consciente,
su imagen simultáneamente reproduce elementos de la teona
freudiana con una concepción cultural de la existencia humana
preexistente (Moscovici, 196111976, p. 116).
Salud y enfewnedad
cado y valor dentro del sistema, lo que nos permite derivar con-
clusiones. El autor se refiere a esto como la función creativa del
núcleo central.
El conocimiento cultural no solamente es una acumulación
128
del núcleo central. Los elementos del núcleo central difieren, no
según el grado de consenso, sino por su importancia para la es-
tructura total. Las creencias y las característicasque pertenecen
al núcleo central de una representación muestran un mayor nú-
mero de conexiones asociativas con otros elementos del núcleo
130
número de elementos centrales aparecieron con la prueba retar-
dada. Este experimento ilustra la función de organización verti-
cal que guía la memoria y la categorización.
Esta característica de organización interna, sin embargo, aún
no distingue claramente las representaciones sociales de otras
estructuras cognitivas tales como los esquemas y los guiones
(scripts).Los hallazgos de este experimento replican lo que ya se
sabía de la teoría del esquema social ( S . Fiske y Taylor, 1991).En
este sentido, el experimento de Abric (1989) no supone diferen-
cia. El estado de las relaciones es diferente en el experimento
hecho por Flament y Moliner (1989) que se describió anterior-
mente. Sería difícil entender por qué el atributo de «opiniones
consensuadas))resulta menos relevantes que ({ausenciade jerar-
quía» en un gmpo ideal, cuando ambos fueron jerarquizados
con el mismo orden de importancia en la primera parte del ex-
perimento, si uno no considerara explícitamente la significación
social de la «ausencia de jerarquía» en un grupo de amigos. La
posición central de los elementos que definen una representa-
ción no está primariamente determinada por el consenso numé-
rico, sino por el marcaje social (De Paolis, Doise y Mugny, 1987)
- e s decir, por su significado social y sus implicaciones en la
acción (en este caso la interacción entre amigos), y su estabili-
dad ante información nueva El significado de un ((grupoideal
de amigos» podría verse anulado si se organizara como una je-
rarquía social. Esto negan'a las formas deseables de relaciones
entre amigos. Por otra parte, aunque diferentes opiniones fue-
ran vistas como inquietantes, éstas no contradicen las formas de
interacción y comunicación entre los amigos estudiantes.
La referencia al yo
La periferia
132
cer como más flexible, cooperativo y racional. Lo que no cambió
fue la característica de honestidad que es obviamente más cerca-
na al núcleo central de la representación que tienen los estudian-
tes de sus compañeros. Las representaciones son un medio de
adaptarse estratégicamente a la realidad. Esto es posible al sig-
nificar la realidad, de tal forma que concuerde con el universo
ideológico y cognitivo del individuo. En este sentido, el sistema
de representación de un individuo es un factor esencial para
mantener y defender su identidad (Abric, 1982, pp. 82
Los estudios anteriores, así como otros, establecen que los
elementos cognitivos de una representación social no sólo difie-
ren con respecto a su grado de centralidad - e s t o es, si pertene-
cen al núcleo central o a la periferia- sino también con respecto
al rol que desempeñan. Algunos elementos son funcionales en el
sentido que orientan la conducta y son constitutivos para la defi-
nición, mientras que otros son normativos en el sentido de per-
mitir juicios valorativos (Abric, 1987; Moliner, 1992). Moliner
(1995) muestra que en la representación de una empresa o firma
comercial, las creencias que las empresas están jerárquicamente
estructuradas y producen ganancias, son más centrales que aque-
llas que tienen que ver con empresas dedicadas a la investiga-
ción y al desarrollo, las cuales tienen una política de satisfacción
personal. Esto implica que no pueden desecharse o negarse sin
cambiar el carácter de la representación. Sin embargo, cada uno
de los elementos del núcleo central y de la periferia tiene diferen-
tes funciones (figura 4.4).
Los resultados descritos en la figura 4.4 muestran que de los
elementos del núcleo central (jerarquía e índice de ganancias),
una empresa que tiene una jerarquía se considera por la mayo-
n a de los sujetos como una parte esencial de su definición, y por
lo tanto es descriptiva; mientras que producir ganancias se con-
sidera por muchos simplemente como un elemento deseable.
Una empresa que no produce ganancias sigue siendo vista como
Elementos de la representación
del nticleo de la perifena
FIGURA4.4. Esquema núcleo-periferia
aniia~iimto
solidaridad
respto
solidaridad
libertad coopemciún
,,, ayuda cooprnci6n
amistad
intaambio
intetwtnbio
cubum
economln economía
'
() rnetasisterna y el sistema combinados establecen un proceso ver-
tical de arriba-abajoen la cognición individual.
1 l
Los procesos verticdes de arriba-abajoy los esquemas (schemata)
I
! Bajo circunstancias cotidianas normales, resulta dificil iden-
l tificar un ejemplo de alguna situación en la que el individuo no
actúe según sus expectativas de consecuencias previsibles. De
hecho, esto es primordial para cualquier acción (contrariamen-
I te a la conducta general).Ella o él tienen expectativas,cuyo con-
tenido está delimitado por el sistema racional de contenido pre-
establecido socialmente,y las modificaciones del sistema sobre
la base de su experiencia previa. Si una persona va cáminando
por el centro de la ciudad, esperaría ver casas, calles y pavimen-
to, ciertamente no ejidos O arroyos. Aun si deliberadamente no
estuviera esperando encontrar «nada»,en una situación desco-
nocida esa idea de «nada»no es un vacío, sino que probable-
mente s61o es un término que denota apertura y tolerancia hacia
los eventos futuros.
LOS procesos verticales de arriba-abajo, que se controlan se-
gún los esquemas, en gran parte son la guía de la actividad coti-
diana y de la cognición (Rumelhart, 1984,pp. 170 SS.). La expec-
tativa que se genera, por su parte, está controlada a través de la
información que procede de 10s estímulos, los cuales tienen ma-
144
características estructurales (Brewer y Nakamura, 1984, pp.
140 SS.).
El esquema aparece -al igual que sucede con las represen-
taciones sociales- como una serie de estructuras de tipo teórico
que sirven para categorizar y nombrar la experiencia. Ambos
complementan nuestra percepción imperfecta y evocan afectos
(Billig, 1988; Brewer y Nakarnura, 1984; S. Fiske, 1982). Son el
prerrequisito para asignar significados y para comprender los
fenómenos sociales. Los experimentos de «la guerra de los fan-
tasmas))(un cuento tradicional de los indios norteamericanos)
de Bartlett (1932) mostraron cómo sujetos europeos cambiaron
y adaptaron un cuento sobre asuntos culturalmente desconoci-
dos para ellos en el transcurso de la reproducción social, hacién-
dolos más comprensibles. Igualmente, los antropólogos han ob-
servado que los informantes no europeos con frecuencia repro-
ducen historias del oeste en una forma radicalmente diferente, a
fin de satisfacer su comprensión indígena de la naturaleza y la
sociedad (Rice, 1980, p. 156).
El enfoque del esquema social coloca los esquemas en su con-
texto cognitivo individual, frecuentemente omitiendo las condi-
ciones sociales y culturales que les dieron origen. Por lo tanto,
los esquemas principales son abstracciones aprendidas indivi-
dualmente o estereotipos, a fin de identificar e interpretar la ex-
periencia personal. La teoría del esquema niega la función social
del conocimiento a un nivel más alto (Sernin, 1989).'
La teoría de las representaciones sociales permite una visión
más general de los procesos verticales de arriba-abajo. Las re-
presentaciones sociales son entendidas como esquemas princi-
pales arraigados en el discurso y la estructura social de los gru-
pos, lo que las hace un constructo socialmente compartido. El
hecho de tener sus raíces en el contexto social y cultural del gru-
po, las hace relevantes para la identidad de sus miembros, tanto
a nivel de identidad del yo, como al de identidad social (Codol,
1972).De acuerdo con esta visión, un proceso vertical de arriba-
abajo es, por lo tanto, no sólo el uso individual de un esquema de
capitulo 8).
146
el trabajo científico, o una defensa feroz del propio grupo en
un conflicto con un grupo externo» (Doise, 1990, pp. 115 SS.).
Las condiciones sociales son diferentes - e n el primer caso, la
necesidad de tener racionalidad científica,y en el otro, la necesi-
dad de resolver conflictos y asegurar la autoimagen en disputas
sociales- e implican la adopción de varios procesos cognitivos
individuales (Doise, 1989).
i
que la regla para organizar a las personas correspondió a
l las convenciones de saludo de acuerdo con su jerarquía, lo
cual constituye una regla social convencional (véase De Pao-
I lis, Doise y Mugny, 1987,p. 22).
Anomalías
148
derable, entonces puede adoptarse un esquema alternativo,o bien
el esquema aplicado debe ajustarse y adaptarse para adecuarse
a la nueva experiencia.
El último caso, cuando una anomalía es interpretada al aco-
modar o alterar la representación o el esquema, resulta particular-
mente interesante para las representaciones sociales. Hemos ca-
racterizado la organizaciónde las representacionessociales como
un conjunto de elementos centralesy elementos periféricos (capí-
tulo 4). Si la tarea de los elementos periféncos de una representa-
ción es proteger el núcleo central de ser alterado, entonces un
estímulo altamente incongruente tendrá cambios o adaptaciones
principalmente en el cinturón protector de las inferencias.
Se asume que los elementos de la periferia pueden ser cam-
biados y acomodados con relativa facilidad a fin de hacer justi-
cia a aquellos casos en los que se presentan eventos poco comu-
nes. El intento exitoso de acomodamiento se restringe solamen-
te a estos elementos. El resultado es una representación cuyas
inferencias periféricas han sido intercarnbiadas por característi-
cas recientemente generadas, que no contradicen la organiza-
ción central. La existencia del núcleo central y su significado
para la representación se preservan. En el experimento de Fla-
ment y Moliner (1989) citado en el capítulo 5, los participantes
alteraron su representación del gmpo ideal de amigos, con un
elemento periférico inédito. Esto permitía que los amigos tuvie-
ran visiones diferentes sobre las cosas, aunque esta opción no
había sido considerada por los participantes de manera espon-
tánea. Este proceso representa una estrategia de adaptación in-
dividual para clasificar fenómenos que son incongruentes con la
experiencia (tabla 5.1).
Si la anomalía no puede ser integrada con éxito dentro de la
categoría al acomodarla en la periferia, entonces existe un pro-
blema más fundamental. La nueva experiencia pone en riesgo la
validez completa de la representación. En tal caso, el individuo
se refiere a los miembros significativos de su grupo de referen-
cia: compara su interpretación con la de los otros. Si esto falla, el
proceso necesariamente se pasa al nivel colectivo. Se desarrolla-
rán nuevas interpretaciones en el debate y el discurso, y se nego-
ciarán para formar una nueva representación. Entonces, este
proceso habrá rebasado los límites del nivel individual, por lo
que será abordado en el capítulo 6 .
TABLA5.1. Relación entre la congruencia del esquema,
el estímulo y el efecto resultante
Proceso subsecuente Efecto resultante
Congruencia entre Categorización
I el esquema efectiva
1 1 y la evidencia
I : Incongruencia menor Asimilación Efecto positivo
I secundaria entre del estímulo de baja intensidad
l "
esquema y evidencia ,
Incongruencia Selección de un Efecto positivo
considerable entre esquema alternativo de alta intensidad
esquema y evidencia
Acomodo exitoso
alta intensidad
Acomodo fallido
intensidad
m:Adaptación de G.Mandler, 1982, p. 22.
150
Tomando en consideración la complejidad y multidimensionali-
dad de los estímulos en el mundo social, las representaciones
difícilmente pueden ser caracterizadas como conjuntos boolea-
nos con una membresía «sí-no».En este caso, aun la teoría de
los conjuntos difusos (Zadeh, 1965)o la teoría de las clases poli-
téticas se ofrecen como modelos.
Las categorías difusas permiten que un objeto sea clasificado
en una escala continua entre 1 y O, de acuerdo con su valor de
membresía de adscripción a una categoría. Este modelo ha sido
aplicado a la categorización humana y a los procesos de toma de
decisiones con éxito (p. ej., Rosch y Marvis, 1976;Wagner, 1980).
Aquello que es más representativo de una clase o su imagen cog-
nitiva abstracta (Posnery Keele, 1968)constituye el prototipo al
cual la clasificación va dirigida. Cuanto más similar es un estí-
mulo al prototipo, más rápidamente puede asignarse a la cate-
goría respectiva.
Si el estímulo posee un gran número de atributos, entonces
uno puede observar dos objetos clasificadosbajo la misma cate-
goría, aun cuando tengan muy pocas o ninguna característicaen
común. A esto se le llama clasificación politética. Pensemos por
ejemplo en categorías de juegos. Existen juegos de fútbol, de aje-
drez, juegos de niños, juego de roles, etc., los cuales comparten
pocos atributos comunes, aunque se pueden a p p a r de manera
conjunta. Es suficiente que los elementos en una clase compar-
tan algunos pocos atributos, y en algunos casos no comparten
ninguno. La unidad de la categona se mantiene exc'~sivamente
por el hecho de que algunos elementos intermedios existen, los
cuales gradualmente se unen a los elementos disyuntivos,en for-
ma de una similitud serial. En otras palabras, los elementos es-
tán ligados formando una especie de cadena en la que las unio-
nes adyacentes se vinculan unas con otras. Los elementos en las
categorías politéticas se agrupan Por su semejanza familiar (fa-
mily resemblartce, Wittgenstein, 19691, y no existe un prototipo
central que unifique todos los atributos de la clase, como es el
caso de las categorías difusas. Shweder (1977) ofrece la siguien-
te definición: «Ser un elemento en un gmpo (categoría, clase,
etc.) es poseer un gran número de atributos relevantes (caracte-
rísticas, propiedades) para el gmpo, en condiciones donde lo
siguiente es verdadero: a) cada miembro del grupo posee un gran
número de los atributos relevantes para el p p o ; b) cada atibu-
151
to relevante para el grupo lo poseen un gran nftmeI-0 de danen-
tos dentro del grupo; c ) ninguno de los atributos relevantes para
el grupo es poseído por todos los miembros del grupo))(Shwe-
der, 1977, p. 646); la tabla 5.2 ilustra esta rela~ión.~
En la tabla 5.2, el elemento B está formando el puente entre
los elementos disyuntivos de A y C. Tales categorías no son defi-
nidas por la intensión, es decir, proporcionar una lista exhausti-
va de atributos que un elemento debe poseer; tampoco se pue-
den computar sus elementos y reglas de agrupación de manera
precisa siguiendo las reglas de la lógica formal clásica (Feldman
y Toulmin, 1975; Shweder, 19771.'
Estos dos modelos permiten fronteras vagas y ambiguas, las
cuales puedan ser observadas con frecuencia en la categoriza-
ción del comportamientohumano, así como en la investigación
experimental sobre la estructura de las representaciones socia-
les. Por ejemplo, en la investigación citada en el apartado 4.2
podemos observar que en el estudio de Moliner (1995) acerca de
los elementos funcionales en el núcleo central y la periferia de la
representación (categoría, en este sentido) de una empresa co-
mercial, la diferencia promedio entre las puntuaciones de los
1
elementos centrales (jerarquía, ganancias) y de los periféricos
! (investigaciónY desarrollo, políticas de satisfacción personal) en
1
1
TABLA5.2. SimiUtud de una serie en clases politéticas
152
la representación son un mero 0,98 en una escala de 6 puntos
(Moliner, 1995, p. 32). Si los elementos centrales de una repre-
sentación fueran también determinantes precisos de la mem-
bresía de clase, uno podría esperar efectos estadísticos mucho
más sólidos para la clasificación del objeto «compañía comer-
cial». Los débiles efectos de la correlación estadística podrían
tener que ver con el enfoque centrado en lo cognitivo que deja de
lado los elementos afectivos, emocionales y figurativos de la re-
presentación social en este tipo de estudio. También podn'a ser
que las representacionessociales, debido a su multidimensiona-
lidad cognitiva, afectivay figurativa, permitan una clasificación
ambigua o politética que disuelva los efectos estadísticos.
El anclaje
r
1 Las representaciones sociales, como sistemas de conceptos,
clases y relaciones teóricas, permiten o aun demandan que los
I
objetos sociales y los estímulos sean clasificados dentro del siste-
ma de conocimiento existente. Este mecanismo nos permite an-
1
clar ideas extrañas en contextos conocidos,reduciendo lo externo
en las categorías e imágenes comunes, y así clasificando y nom-
brando dichas ideas (Moscovici, 1984, pp. 29 SS.;Doise, 1992).6
Mientras que las cosas o los fenómenospermanezcan sin ser cla-
sificados, no tienen existencia para los miembros de un gmpo. De
otra forma, en caso que no se puedan negar, se perciben como
amenazas. La lógica del conocimiento social y la interpretación
prohíbe abstenerse de clasificar y nomh-arlonuevo, o de adoptar
una postura neutral ante un objeto nuevo y desconocido (Mosco-
vici, 1984, p. 30). De acuerdo con Billig (1988))el anclaje es una
característicauniversal de los sistemas de conocimiento social.
La lógica de la categorización politética O prototipica permite
clasificar lo nuevo de acuerdo con su grado de similitud con lo
convencional. NO conoce límites bien definidos,lo que posibilita
la clasificación en una forma análoga al modelo de los conjuntos
difusos y 10s grados de rnembresía. De esta forma, 1% categorías
l
se enriquecen con nuevos elementos, mientras que al mismo tiem-
l
6. Algunos autores (p. ej., Doise, Clémence y Lorenzi-~ioldi,1993, pp.
110-111) utilizan el término «anclaje»en la literatura de las representacio-
nes sociales en el sentido de una representación que ha sido anclada en un
gnipo en particular, además del sentido que se aborda en este capitulo.
un proceso de asimilación acomoda lo nuevo se@ las carac-
terísticas viejas, haciéndolo convencional y al adaptarlo a lo Ya
dado tul-ente. Lo tradicional y lo convencional parece ser
más importante para el pensamiento social que la ~ercepcióndis-
criminatoria y la razón intelectual (Moscovici, 1984, p. 26).
Posner (1969) ha demostrado que cuando patrones irregula-
res de puntos se asocian con el patrón de la imagen de un árbol,
posteriormente se recuerdan más fácilmente por su similitud al
prototipo del árbol; esto ocurre con mucha menor frecuencia
cuando no existe dicha ancla. La forma que se recuerda está
sesgada de acuerdo con el «halode figura))del prototipo (Posner
y Keele, 1970). En el caso de las representaciones sociales, los
nuevos estímulos «se acomodan» en un proceso similar. Se les
asigna los atributos sociales de representaciones sociales exis-
tentes, mientras que se anclan según el modelo de correspon-
dencia metafórica presentado en el capitulo 4.
Una ilustración de cómo las viejas categorías y las ideas son
utilizadas en la anticipación de las nuevas tendencias la pode-
mos encontrar en la novela Solaris de Stanislav Lem (1972). La
historia, de ciencia ficción, versa acerca de cómo en un futuro de
viajes espaciales todas las funciones de las estaciones espaciales
son supervisadasy controladas por ordenadores.A pesar de este
mundo electrónico completamente organizado, Lem detalla el
ambiente dentro de las naves espaciales empleando imágenes de
librerosy libros de tapa dura apilados en las cabinas. Según esta
condición, resulta muy natural que el héroe -«con la espalda
erguida y gruesa, y sobre sus rodillas»- comience a hojear una
monografia voluminosa. El hecho que una imagen que nos re-
sulta tan familiar sea empleada para una época de viajes espa-
ciales (considerandoque seguramente entonces los textos serán
de tipo electrónico, en memorias de alta densidad y aparatos
ópticos y magnéticos) podría sorprendernos, si no considera-
mos la fuerza y el arraigo de las imágenes convencionales. ~1
anclaje de lo familiar se impone inclusive en el caso de este cono-
cido autor de ciencia ficción - q u i z á como un núcleo central de
su representación personal de lo que significa ser letra&- en
un mundo que de otra manera resulta completamente fantasio-
so e imaginario. El hecho que de todas las cosas sea esto, el mun-
do de los libros, lo que sobrevive en el futuro imaginano de Lem,
quizá pueda explicarse más por su profesión que por el hecho de
que la novela fue escrita alrededor de 1960. Podemos asumir que
esto se debe a que su profesión de escritor está fuertemente aso-
ciada con el peso afectivode la literatura, en la forma clásica de
los libros de tapa dura, por lo que el autor no concibe los medios
literarios electrónicos. Precisamente es esto lo que limita su ex-
trapolación del futuro, ya que el resto de su novela puede consi-
derarse aún como ciencia ficción creíble y realista hoy.
El procesamiento de información nueva en el contexto de las
representaciones sociales no se da de modo analítico. No se toma
como punto de partida un objeto cuyos atributos son investigados
debido a su «adecuación»en la categorización. En vez de esto, e]
proceso se da en el sentido opuesto, en tanto que los conceptos
disponibles y sus características se aplican a los fenómenos nue-
vos. El resultado final se da antes de cualquier análisis, de manera
que la certidumbre de los sistemas de categorías cotidianas no
tienen que abandonarse (Moscovici, 1984,p. 30). Si un estudiante
en una universidad decide categorizara alguien desconocido como
un profesor, esto implica la atribución de muchas características
adicionales, incluyendo las reglas de comportamiento que gobier-
nan los cánones de interacción con personas de autoridad, las
cuales se sitúan más allá de la percepción.
El anclaje y la integración de los nuevos elementos también
enmiendan aquellas características que definen categorías y re-
presentaciones. Los habitantes del pueblo que investigó Jodelet
(1989b), en donde hospedaban a enfermos mentales, tendían a
usar las categorías comunes tales como «idiota» o «chiflado»
para describir a los pacientes recién llegados. Sin embargo, con
el paso del tiempo, esto no los previno de adaptar sus categorías.
Las representaciones se enriquecieron con terminologías casi
médicas y elementos metafóricos, a fin de hacer mayor justicia a
las impresiones cotidianas de los pacientes. Los habitantes del
pueblo también comenzaron a postular opiniones diferentes, lo
cual es una característica del proceso colectivo de renegociar
una representación.
Está claro que al metaforizar la correspondencia del dorni-
nio experiencia1y el dominio otro, se capturan los aspectos cog-
nitivos e icónicos del anclaje de lo nuevo sobre lo familiar. Sin
embargo, la variedad del dominio experiencial no es arbitraria,
aunque sí está limitada por el marco de la cultura común (Ban-
gerter, 2000; Bartlett, 1932; Kashima, 2000). La cultura de una
1 penona le aporta recursos simbólicos que se emplean como nú-
cleos en e1 proceso de construcción de nuevos significados y re-
i presentaciones. Zittoun, Duveen, Gillespie, lvinson Y Psaltis
l
(2003)ilustran este proceso en su trabajo sobre el uso de símbo-
los en las transiciones de desarrollo y con turistas que se enfren-
tan a nuevas culturas. Además, y a un nivel mas general, en y a
l
través de muchas culturas hay una base de ideas fuente, esque-
1
m a s de imágenes, arquetipos o ethematan (Moscovici, 2000) la-
tentes en el dominio experiencial. Algunos ejemplos son las di-
cotomías «derecha-izquierda)), «hombre-mujer)),«bueno-malo»,
l
entre otras que son constantes en la experiencia humana (véase
Kirnmel, 2002; Lakoff y Johnson, 1999; Marková, 2003).
Dos consecuenciasfundamentales surgen del proceso de an-
claje (Moscovici, 1984,pp. 36 SS.). Primero, el anclaje entendido
como un proceso de asimilación cultural no permite emplear el
término «sesgo»u «errorde categorización))en aquellas clasifi-
caciones divergentes acerca de un mismo objeto. Debido a que
las representaciones siempre se orientan hacia las necesidades
sociales de un grupo y son congruentes con la vida cotidiana,
diferentes grupos pueden poseer diferentes representaciones de
un mismo campo social.Las discrepanciasno implican que exista
un déficit epistemológico, sino que se aplican representaciones
diferentes. Segundo, el anclaje no es sólo el proceso de categori-
zar y nombrar algo. Simultáneamente enriquece el objeto, ya
que le proyecta cualidades adicionales y virtudes que están im-
plicadas en la categona, más allá de la información inicialmente
dada. En este sentido, la tendencia en la vida cotidiana hacia la
explicación y la raciondización (capítulo 2) tiene como conse-
cuencia que aquello que se atribuye -personas, objetos y situa-
ciones- también se atribuye con intencionesy significados que
median las interacciones presentes y futuras, Sólo a través de
este proceso 10s fenómenos nuevos se convierten en una parte
ordinaria y habitual de las prácticas diarias.
El autoposicionamiento
161
2002). Este estudio utilizó los datos de una encuesta realizada
en toda Europa en 1996, donde los encuestados indicaron la
1 plausibilidad de ciertos elementos, lo cual describe verazmente
la imagen representacional de la ingeniería genética (figura 4.3).
En los países donde las nuevas tecnologías no causaban polé-
mica - e n otras palabras, donde los medios masivos de comu-
nicación no habían provocado un debate sobre la biotecnolo-
I gía- un alto número de encuestados respondieron «no sé)),y
un número menor consideró que la imagen fuera plausible de-
end di en do de sus contextos de conocimiento y antecedentes
particulares. En Austria, entre otros países, tuvo lugar un de-
bate impetuoso, debido a eventos políticos recientes que direc-
tamente tienen que ver con la legislación y regulación de la
tecnología. Dada la situación, muchas personas inmediatamente
adoptaron la representación y la imagen como plausible, y el
número de respuestas «nosé»fue considerablemente más bajo
en comparación con los países que apenas inician dicho debate
(figura 5.1).
04 -
0,35 - U R e s p u e s t a informada
u1 científicamente
f/ 0-3-
62 0,25 -
d
$m 02 -
L!
.-m 0,15 -
5
$j 0,l-
t
0,OS -
Promedio de Austria (debate Promedio de
Irlanda, Portugal, fuerte) Dinamarca,
EspaAa (pre- Holanda, Suecia
debate) (post-debate)
5,lO -
4,90 -
4,30 -
4,10 -
166
Al comparar las características y el comportamiento de las
células a nivel natural con los hombres y las mujeres en la vida
social, el proceso de fertilización se objetiva como algo inteligi-
ble, «real»y «tangible»,tal como la interacción y las relaciones
sexuales en la vida real. Las entidades divulgadas por la ciencia,
el espermatozoide y el óvulo, que antes eran abstractas, se con-
vierten en entidades concretas con atributos específicos. Las cé-
lulas, invisibles a los ojos humanos, se vuelven parte del mundo
cotidiano. Las células creadas por esta objetivación son objetos
sociales con nuevos atributos desconocidos para los biólogos,
que forman una parte natural del dominiomoral (Harré, 1981b).
Los atributos morales de estas células tienen sentido sólo en el
universo consensuado del pensamiento y del discurso cotidiano.
Son útiles para la conversación, como lo ilustró vívidamente un
eminente profesor español de ginecología en una clase en 1960,
quien comentó «Contra esperma vigoroso no hay óvulo que se
resista^.^ La misma representación la comunicó el autor de un
artículo de periódico acerca de la «inseminaciónsub-zonal»,a
través de la cual un esperma solitario se inyecta artificialmente
dentro del óvulo, dicho artículo se titula «Levio1 de llovule»(La
violación del óvulo) (Nau, 1994).El lector recordará algún anun-
cio publicitario, si no varios, que aluden a esta representación.
Moscovici y Hewstone (1983, p. 112) listan tres procesos de
transformación que caracterizan la objetivación. Éstos son la
personificación,la figuracióny la ontologización.El estudio ilus-
tra el primero y el tercero de estos procesos que se solapan.
Como ya hemos aclarado, el anclaje y la objetivación están
intrínsecamente ligados. Al enfi-entarsea un fenómeno o una idea
desconocidos,las personas inicialmente ligan o anclan, y en con-
secuencia explican el fenómeno con referencia a sus categorías y
esquemas disponibles. El anclaje tiene una dimensión social tal
que la gente en un grupo no revierte de manera arbitraria las
categorías y los esquemas. Me atrevo a sugerir que las categorías
y los esquemas principales empleados para anclar lo desconoci-
do son los más divulgados y que parecen de alguna manera rela-
cionados estructural o funcionalmente con lo desconocido,de la
misma forma como las relaciones sexuales se relacionan con la
fertilización. Este anclaje inicial de algo desconocido a un domi-
Hizo falta esperar hasta la mitad del siglo xx para que dos carni-
nos en un pasado distantes se encontraran: uno que se relaciona
con el mundo físico a través de la comunicación, y el más recien-
temente descubierto que se relaciona con el mundo de la comuni-
cación a través de la física. Así, el proceso total de la cognición
humana asumió las características de un sistema cerrado. Más
aún, nos mantenemos leales a las inspiraciones del pensamiento
salvaje si reconocemos que la mente científica, en su forma mo-
derna, y a través de un encuentro que sólo esto podria haber pre-
visto, ha contribuido a legitimar los principios de este pensarnien-
to y darle sus derechos de nuevo [Lévi-Strauss, 1968, p. 3101.
172
i n m e d i a t e 3 tratan de prevenir el discurso crítico a través de
la represión o controlarlo para su propio beneficio. Tan pronto
como las medidas políticas se vuelven necesarias, el conoci-
miento de otras posibilidades ya existe entre el público; en rea-
lidad, cuanto más vehemente sea el veto oficial, mayor será su
popularidad aparente.
175
Romney, Weller y Batchelder (1986) desarrollaron un mode-
lo matemático para calcular el grado de consenso y la fiabilidad
de los informantes en las pruebas de muestreo. Está basado en
tres premisa5 nodales:
La epidemiología
El cambio cultural
LOS muros, los diques, las bahías y las montañas son conocidos
por los nombres de aquellos que las construyeron, pescaron O
habitaron en ellas. Las líneas de demarcación entre la naturale-
za y la sociedad tendían a volverse difusas, así como las rocas
que cargaron y grabaron nuestros antepasados se han llenado
de significados; las actividades cotidianas que se formaron al
compás de la tierra, los mares y los vientos; así se mantiene vivo
el conocimiento ancestral en 10s movimientos corporales que
nadie recuerda haber aprendido y distinguen el ser sheltandic [a
un habitante de la tierra de Shetlandl [p. 2701.
En sus prácticas y en el discurso cotidiano la representación de
la naturaleza ha sido continuamente recreada. Sin embargo, mien-
tras intentaban resolver las devastadoras consecuencias del dem-
marniento de crudo, los shthnders se enfrentaron a puntos de vista
del mundo contradictorios. Los técnicos, los científicos, los peno-
distas, los activistas ecológicosy los abogados del «mundoextenor»
les introdujeron representaciones «mecanicistas»y «cibernéticas»
de la naturaleza que fueron al principio recreadas y confrontadas
por los medios de comunicación locales. Estas representaciones,
compartidas por los no-shthnders, ganaron una posición privile-
giada en la comunidad local porque estaban basadas en una racio-
nalidad instrumental que los hizo funcionales en el contexto del
derramamiento de crudo; aunque por la misma razón, varios resi-
dentes locales opusieron resistencia. Aquellos que se opusieron con
mayor fervor a las representaciones nuevas que penetraron en la
comunidad fueron llamados «shthnders reales», eran gente cuya
vida completa estaba rodeada de la tierra y el mar. Ellos viven de
acuerdo con las representaciones «orgánicas»que son populares
y constituyen el conocimientoexperiencialdel mundo habitado. En
contraste, por otra parte «lasrepresentacionesmecanicistas))favo-
recieron una relación de dominio y explotación con la naturaleza,
según las cuales la naturaleza se reduce a un conjunto de recursos
que se utilizan de acuerdo con los propósitoshunanos. Lo importan-
te es que estas últimas representaciones fueron adoptadas Por las
personas locales cuando se perseguían objetivos mecanicistas.
«Lasrepresentaciones cibeméticas»,que sugieren una relación de
dominio y protección £rente a la naturaleza, fueron activadas ~ r i n -
cipalmente a fin de resolver las inquietudes de 10s activistas medio-
ambientales y los periodistas extranjeros (Gervais, 1997).
Polifmia cognitiva
l
I ,
Conde Rodn'guez (1985) investigó un proceso de transfor-
1
1 mación en patrones de interacción que tienen que ver con el dis-
trito de Tepito en la Ciudad de México. Las construcciones origi-
nales colindaban en un patio comunitario que tenía que ser cru-
zado por todos los habitantes que quisieran salir a la calle. La
l arquitectura de estas vecindades forzó el contacto y la comuni-
cación amigable, así como conjuntó juegos y eventos en los que
'1 todos los habitantes participaban tradicionalmente. Después de
la demolición de algunas de estas vecindades y la construcción
I de nuevos y «modernos»edificios, el centro común que tenían
l las vecindades se perdió repentinamente. De acuerdo con la
I/ modemidad industrial, las casas y las construcciones han sido
I ~rivatizadaspsicosocialmente, es decir, el espacio para vivir en
/ '
la forma de condominios fue construido completamente alrede-
Il
dor de las necesidades de la familia nuclear aislada de otros resi-
dentes. Aunque fueron las mismas familias de las vecindades las
Il
l que se mudaron a los nuevos edificios, no hubo mayor desarro-
1
1 11 llo de relaciones vecinales como sucedió anteriormente. El nú-
I mero de amistades, contactos Y empresas comunes disminuyó.
l
Los entrevistados comentaron sentirse incapacitados por el nue-
ld vo estado de las cosas.
1 En las sociedades modernas los medios masivos de comuni-
1
cación reemplazan el papel protagónico de las conversaciones
1 i
personales, tomando el rol clave en el discurso macro-social. La
I posición que en las sociedades antiguas fue ocupada por los an-
1
cianos, por ejemplo en cuestiones de credibilidad de los mitos,
ahora es tomada en parte por la institución de la «ciencia»,así
como por la certidumbre ideológica de los medios masivos
de comunicación.
La propagación
La propagación representa una forma más compleja en la que
los medios masivos abordan nuevos temas, se puede encontrar en
periódicos y revistas cercanos a la Iglesia católica. Es un gmpo has-
tante bien estructurado dentro de la sociedad con una óptica del
mundo (Weltamchauung)también bastante estructurada. Defien-
de contenidos de creencias y hoy en día lucha por integrar nuevos
fenómenosy descubrimientoscientíficosdentro de su sistema esta-
blecido. Esto se ejemplifica en su trato del conocimiento psicoana-
lítico, y la transmisión del mismo se subordina a este objetivo.
La propagación se caracteriza por un enfoque selectivo de
conocimiento nuevo. Se censuran las discrepancias con otras
fuentes de autoridad, si éstas entran en conflicto con la imagen
unitaria del sistema cognitivo que sustenta el sistema de creen-
cias. Los elementos que apoyan los elementos individuales tales
como las mediciones educativas, la prioridad de los sentimien-
tos, la espiritualidad y el sirnbolismo se enfatizan, se expanden y
se elaboran de manera selectiva.Al mismo tiempo niega o supri-
me la imagen del mundo predominante del psicoanálisis y la
significación de la libido en este caso particular.
De esta forma, el conocimiento sobre la transmisión del psi-
coanálisis en esta prensa crea la impresión de su propia conti-
nuidad dentro de un mundo lleno de descubrimientos científi-
cos nuevos. Es un esfueno por crear una base de conocimiento
común para todos los católicos y reconciliar sus principios doc-
trinales con las visiones que sostiene el psicoanálisis -evalua-
das de manera selectiva (Moscovici, 196111976, pp. 373 SS.).La
prensa propaga normas de manera selectiva y utiliza las visiones
de la ciencia como una justificación secundaria de sus sistemas
de creencias (cf. capítulo 5). Los siguientes puntos resumen la
propagación (Moscovici, 196111976, p. 374):
La propaganda
era efectivo con los niños y con los bebés promoviendo la in-
teligencia en general, y no sólo en el desempeño de una prue-
ba espacial (figura 6.1). Después de todo esto, se convirtió en
un mito científico que inclusive desencadenó recomendacio-
nes serias para que las madres embarazadas y los padres de
familia expusieran a sus bebés y niños a la música clásica (Ban-
gerter y Heath, 2004).
Hemos visto que la difusión, la propagación y la propa-
ganda son tres procesos fundamentales en el discurso social
de los grupos. En nuestro contexto se han analizado las for-
mas en las que la prensa de diferentes grupos sociales opina.
Sin embargo, puede sospecharse con gran certeza que estas
formas también caracterizan grandes porciones de los diálo-
gos que las personas tienen unas con otras y las formas de la
conversación personal. Aquellos individuos a quienes se diri-
gen los diversos tipos de comunicados de prensa y otros me-
dios de comunicación, sin lugar a duda encauzan sus opinio-
nes ~ersonales,así como 10s contenidos que se vuelven mere-
cedores de ser comunicados, siempre en congruencia con los
estilos de comunicación y argumentación de sus medios pre-
NOTA: &ba, según la teoría de válvula, y abajo, según la teoría del con-
trol (dibujado esquemáticamente según Kempton, 1987).
Psicoterapia profesional
219
acción. Más bien, los patrones de interacción confirman y pro-
mueven los hechos sociales en el concierto colectivode acciones, y
esto da mayor validez y evidencia a las representaciones y creen-
cias derivadas. Las representaciones son objetivadas cuando son
intrínsecamente evidentes, cuando son veraces en una situación
que es una verdad fiduciaria que no necesita de justificación: «el
finde justificar la evidenciano es que súbitamenteveamos ciertas
proposiciones como verdaderas, sino nuestras acciones que sub-
yacen al juego del lenguaje))(Wittgenstein, 1984, p. 204). Nuestro
actuar es la forma en la que hacemos las cosas y recreamos nues-
tro discurso, construye las cosas en nuestro mundo y de manera
simultánea es la evidencia para su «verdad».
Habitus
e
Algo en el
mundo
225
to de la verdad de correspondencia),entonces ni los individuos
de la «teoría de la válvula» ni los de la «teoría del control» en el
ejemplo de Kempton (1987) habrían tenido éxito en sus ajustes
del calor doméstico. También sería muy difícil comprender por
qué la gama de escuelas psicoterapéuticas tienen éxito, ya que
sus teorías contrastantes afirman ser verdaderas. Estos ejem-
plos ilustran la independencia relativa entre los contenidos de
los sistemas racionales, tales como los de las representaciones
sociales, y los efectos que conllevan en la acción individual y la
,
interacción colectiva. Sin embargo, «ex falso quod libet».* Las
representaciones sociales son una precondición necesaria para
el funcionamiento social, aunque también pueden ser la precon-
dición arbitraria para otros propósitos. A pesar de que los obje-
tos imaginados construidos con la ayuda epistémica de las re-
presentaciones son verdaderos en el contexto inmediato de la
comunidad, la función de estos objetos en la existencia social, y
la racionalidad de los fenómenos sociales que resultan de ellos,
no son una consecuencia intencionada. Actuar racionalmente
no es «hacer construcciones sociales))(Wagner, 1996).
Incluir la teoría del habitus de Bourdieu dentro de este con-
texto nos permite ampliar la discusión. Bourdieu (1983, 1984b)
desarrolló una teoría extensiva sobre las muchas facetas de las
prácticas económicas, tomando como punto de partida sus estu-
dios antropológico-culturalesy sociales de la sociedad en Cabi-
lia en el norte de h c a (Bourdieu, 1976) que posteriormente
desarrolló con un estudio a gran escala sobre los determinantes
del consumo cultural (Bourdieu, 1984a). Éste no es el espacio
para discutir los detalles de la teoría, porque no tienen nada que
ver con el concepto de habitus en cuestión. Resúmenes y discu-
siones de la teorfa se encuentran en Bourdieu (particularmente
1987; véase también Bohn, 1991; Eder, 1989).
* Ex falso quodlibet, del latín, significa «de lo falso (se sigue) cualquier
cosa», en la lógica clásica este principio conocido como «explosión lógica»
implica que todo es demostrable cuando se tiene una contradicción: «a par-
tir de una contradicción, se puede deducir cualquier cosa» [N. de la TI.
nan las posibilidades prácticas de sus protagonistas. Estas posi-
bilidades expresan la sofisticación horizontal del mundo social,
que incluye posiciones y lugares. Dichos campos pueden ser eco-
nómicos, religiosos, políticos y culturales, entre otros. Los espa-
cios sociales se establecen como una red de relaciones (Bour-
dieu, 1985,p. 13)que solamente pueden ser definidas a travks de
las relaciones recíprocas, más que por sus cualidades inmanen-
tes (Bourdieu, 1983, pp. 42 SS.).Estos espacios estructurados
existen en la forma de instituciones gracias a la actividad de sus
protagonistas,quienes confrontan las estructuras objetivadas por
igual, al constituir a la sociedad. Así, la inmensidad total de lo
social incluye «la historia que se ha convertido en cuerpo y en
cosan - e l habitus de los protagonistas y el campo social (Bour-
dieu, 1985,p. 69). La figura 7.4 muestra este contexto de manera
esquemática.
Observador cientlfico
3
-~~,-
psicología
social
I
Cornportamlentoscolectivos
Rituales
Discurso
El esquema deductivo-nomológico
2. De todas las épocas, fue en los años 1989 y 1990 cuando se Uegó a una
importante lección acerca de las consecuenciasde una tecnologia social fal-
samente entendida. Las revoluciones en los países de Europa del este pue-
den ser vistas como ejemplos del efecto ilurninador; fueron testigos de cómo
las teorías entendidas de forma tecnológico-social son históricamente tran-
sitorias - e n este caso el marxismo interpretado así.
conducta no se explica a partir de sus disposiciones sino a partir
de su posición en el sistema y contexto social (véase Semin y
~ u b i n i1992).
, Elias (1977) identifica algo similar en la sociedad
cortesana de la Edad Media: en «elarte [cortesano] de observar
a las personas [...l el individuo siempre es considerado en rela-
ción con cómo interactúa dentro de la sociedad [...]la forma en
que un humano se relaciona con otros, como un individuo en
una situación social» (p. 375).
En la cultura india al menos existe un concepto de persona,
de manera que las investigaciones psicológicas pueden llevarse a
cabo. Sin embargo, existen otras culturas en las que los concep-
tos de ((personalidad))y «carácter»no existen del todo, tal es el
caso de las personas indígenas de Samoa (Shore, 1982). Más
aún, algunos grupos de personas como los baining en Nueva
Guinea rechazan todas las conversacionessobre los aspectospsi-
cológicos (Fajans, 1985).Entonces, de una persona o un indivi-
duo y sus disposiciones sólo es válido hablar dentro de los países
occidentales desarrollados.
La segunda demanda del esquema deductivo-nomológico,la
ley de las afirmaciones no-analíticas,es igualmente problemáti-
ca para la psicologia social. Como se mostrará más adelante,
esto tampoco puede darse como un hecho en muchas de las teo-
rías psicosociaies.
Explicación moda1
1
1
Dicho punto de vista es raramente considerado por el sujeto
actuante, aunque quizá sea más factible tomarlo en cuenta por
parte del observador extemo. Uno ~ u e d inferir
e del hecho que el
observador carece de distancia e~istémicade SU sujetolobjeto,
debido a que en la mayoría de los casos así sucede. Las actitu-
des, las disposiciones de las opiniones, el co-
nocimiento y las representaciones sociales tendrían que apare-
cer como una consecuencia de la conducta previa. El observa-
dor difícilmente hablará m& acerca de la función de generación
de acción de conocimiento, que de una función que justifica la
acción, o más bien, una que describe la acción del conocimiento
humano. En nuestra opinión, tanto por razones e~istemol6gicas
como de investigación, resulta más benéfico ver las representa-
ciones socides, los sistemas de conocimientol 10s valores Y las
normas como descripciones de comportamiento ~ockdmente
relevantes. Entonces son el lado mental de dos procesos parale-
los en el contexto social; el otro lado es la conducta.
Las leyes de las disciplinas duras son deducibles de las leyes de las
disciplinasblandas en conjuntocon «lashipótesis auxiliares»,que
son accidentales desde el punto de vista de las disciplinas blan-
das. Muchas de las estructuras de la física son irrelevantes desde
el punto de vista de las disciplinas blandas; solamente ciertas ca-
racterísticas de esta estructura [...], están especificadas por la dis-
ciplina blanda y no por la dura. [...]Las leyes de la sociología y la
psicología humana L..] tienen una base en la organización mate-
rial de las personas y las cosas, aunque también gozan de una
autonomía vis-a-vis las leyes de la física y la química como lo
hemos descrito [Putnarn, 1974, p. 1341.
Subjetivismo y objetivismo
l
dos participantes en una interacción (alguien que domina y al-
guien que es dominado), por lo que se establece una relación
(véase Rollins y Bahr, 1976;Scanzoni y Fox, 1980).La unidad de
C
medida para las variables situacionales es la situación que com-
prende a todos los que están presentes y no sólo a un individuo.
Los casos extremos son grupos como familias y grupos de
1 trabajo establecidos a lo largo del tiempo y que juegan un papel
central en la vida de las personas. Los grupos de trabajo pueden
considerarse parte del nivel situacional interpersonal, aun cuan-
do sean estructuras sociales que sobreviven un período relativa-
mente largo de tiempo. En la familia, sin embargo, el nivel de-
pende del interés concreto de investigación. En tanto que el én-
fasis de los procesos grupales sea micro-genético, las variables
l que describen dichos procesos caen en el nivel de análisis situa-
cional. Si las normas y los procesos culturalmente regulados por
la sociedad tienen un rol que jugar, los constructos relevantes
podrán integrarse al tercer nivel (socio-cultural).Esto puede ser
probablemente aceptado como un caso normal, dado que la fa-
milia en casi todas las culturas tiene un lugar central en la repro-
ducción social y en la aculturación de los recien nacidos, por lo
que tiene un estatus importante en el sistema ideológico de or-
denar la cotidianidad socialmente.
Las variables y los conceptos del nivel socio-culturalrepresen-
tan hechos que para el individuo aparecen como antecedentes
cuasi-materiales que se dan por hecho, es decir, ambientes que
parecen no estar sujetos a la influencia personal. Son sociedadesy
culturas enteras, o sub-entidades tales como las clases sociales y
las subculturas. Igual que con el nivel situacional, los conceptos
sólo pueden ser asignados a este nivel si se refieren a las estmctu-
ras socioculturales como un todo. Esto incluye varias institucio-
nes sociales,fenómenoseconómicos,nomas s o c i d d e s , ideo-
logías, así como también constmctos con los que se identifican
relaciones de poder, la posición y el estatus definidos socio-cultu-
ralmente como parte del orden social. Un rol sería una posición
en un sistema social que establece derechos y obligaciones, y re-
sulta en comportamientospredecibles y deseables (Merton, 1957a,
p. 110). Este ámbito habitualmentese investiga utilizando los ins-
trumentos de la sociología, la economía y la antropologíasocial o
cultural. Como resultado, esta clase de fenómenos no es directa-
mente accesible al análisis psicológico.
La mino-reducción
La prioridad taxonómica
La importancia de «la condición de la cacerola* (nivel ma-
C~O en)filosofía se formula como la tesis de prioridad taxonómi-
ca (Hmé, 1979, 1980).Esto significa que los estados, los proce-
sos, los productos y las estructuras de los niveles de análisis mi-
cro solamentepueden ser reconocidos y clasificados a nivel más
amplio, aunque no de manera inversa; más aún, un estado parti-
cular de nivel macro debe ser congruente con un estado particu-
lar micro, mientras que tal aserción a la inversa no procede.
Muchos estados de nivel dominante pueden estar formadoscon
y el mismo estado a nivel subordinado. Esto quiere decir
que el mapeo de arriba-abajo es único, mientras que el mapeo de
abajo-arriba es ambiguo.
Esta tesis niega la posibilidad de la micro-reducción, mien-
tras que al mismo tiempo apoya un enfoque macro-reduccionis-
ta en la descripción y explicación de los fenómenos sociales. ~l
comportamiento especifico y el de 10s inclividuos
adquieren su significadocuando se consideran en el Contexto de
las condiciones sociales.
Pensemos que estamos observando a ~sicoteraPeuwhacer
su trabajo, ¿Cómo expücam~sla multitud de actividades que
adoptan, las cuales en ocasiones son similares Y en 0- diver-
gentes? ~1 patrón de conductas individuales constituye e l e * ~ h -
nnndum, La mejor explicación,sin duda, seria identificarlas es-
cuelas y corrientes terapéuticas a las que pertenecen como un
; decir, considerar la taxonoda Y 10s P P o s a nivel
e x p l a n a ~es
X Y z Nivel superior de
agregacibn y
complejidad
Nivel inferior de
agregacibn y
A complejidad
FIGURA8.2 Prioridad taxon6mica: mapeo holomorfo de abajo arriba
de los miembros
representaciones
compartidas
FIGURA 8.3. La estructura teórica blanda T de la teoría
de las representacionessociales
La experimentación
l
ríodo de la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 y cre-
ció durante el llamado período de «normalización».Los datos
de las asociaciones de palabras y las escalas de valoración se
recolectaron en dos ocasiones: en 1994 con un enfoque en los
aspectos individuales y colectivos, y en 1996 con un enfoque en
la democracia y lo individual.
En la tarea de asociación de palabras, a los encuestados se les
1
1 Presentaron términos políticos, ideológicos y económicos tanto
en 1994 como en 1996.Estos términos se referían a
fenómenos políticos y económicos importantes en Europa cen-
tral y occidental. Las escalas de valoración contenían 10s mis-
mos términos que las tareas de asociación de palabras, se solici-
tó a los encuestados ordenar cada término en las escalas según
el grado de importancia que tenía cada ténnino para el indivi-
duo, para la comunidad local, o para la democracia.
Las asociaciones de se efectuaron empleando un
análisis de espacio semántica y un análisis de contenido. El pri-
mer análisis se llevó a cabo a fin de representa la estructura de
1% asociaciones,inicialmenteal calcular matrices semejantesPara
la distribución de la frecuencia de las asociaciones se- cada
i palabra estímulo. Después, dichas matrices fueron sometidas a
un escalamiento multidimensiond, resultando en UnarePresen-
tación gráfica en dos dimensiones (véase Spini, 2002).
Los téminos con distribuciones de asociaciones similares
estaban casi empatados, mientras que 10s términos no relacio-
nados aparecieron más distantes en la gráfica. Así, la gráfica re-
presentó un mapa descriptivo de 10s t é f i o s Y su agmpamien-
to. Se encone6 que en todos 10s casos se formaron las e s t ~ ~ ~ ~ t u -
ras de las representaciones de <<lo individual)).((lacomunidad))Y I
l
I
291
«la democracia» a partir de los términos eje (justicia, libertad,
derechos humanos, autodeterminación). Estos términos apare-
cieron de manera constante en las 6 naciones. En contraste, los
términos periféricos y flexibles parecieron depender de las cir-
cunstancias económicas, ideológicas y políticas de las naciones
involucradas.
El análisis de contenido de las asociaciones de «loindividual)),
«la comunidad» y (da democracia))corroboró la existencia de un
como la asociación más fre-
núcleo central estable, con la ((libertad))
cuente para los tres términos. Sin embargo, mientras que para las
naciones occidentales la «comunidad»fue representada como un
concepto positivo y significativo(aunque con frecuencia como algo
del pasado), en las naciones postcomunistas el concepto de comuni-
dad se destituyó durante los años de dominación comunista y fue
representado como un concepto negativo o insigdicante (Marko-
vá, Moodie y Plichtová, 1998).
Estos estudios mostraron que las representaciones sociales
están estructuradas y contienen algunos componentes estables y
otros relativamente flexibles en niveles con jerarquías diferen-
tes. En los estudios también se estableció que estas estructuras
no son estáticas. Son procesos que se reconstruyen según las
condiciones socioeconómicasen las que ocurren.
Asociación de palabras
Análisis de televisión
Las tomas de la
NOTA: cámara se describieron y "h"O U"cámara
a nota del
de
eran: EC (m-
cada unidad. Los códigos p- monito- el A n d o de MA (media-
tremadamente cerca), c (cerca), kíC (medianamente e-),
namente am~lio).M (ángulo amplio), rastreo Oa cámara slgui6 la acaón),
ambiente (toma ;otras personas).
temas de éxito y de afrontamiento indican algo relevante respec-
to a cómo se representan los problemas de salud mental en las
noticias. Como algunos expertos en semiótica han demostrado,
lo que está ausente es tan importante como lo presente.
Con el material visual fue posible emplear un método de con-
trastes. Dado que las personas enfermas mentales y las no-enfer-
mas aparecen en la programación, su descripción visual puede
compararse. La tabla 9.1 muestra dicha comparación. Muestra
que el personaje enfermo mental (la señora Bishop) se filmó con
mayor frecuencia de manera individual y en primer plano, com-
parado con los otros personajes principales en la historia, el se-
ñor Sudgen u otros personajes en general. Este hallazgo se repi-
tió en otros géneros, las noticias y el drama. Conlleva el mensaje
de una persona aislada y emocionalmente cuestionada.A los otros
se les filmó en parejas o grupos sociales que por lo general re-
quieren de un ángulo medio o amplio.
Un resultado más importante es que la estructura conlleva
significado. En el material audiovisual presentado, la estruc-
tura ha sido conceptualizada en términos de forma narrativa
(Propp, 1969). La estructura narrativa en la televisión con fre-
cuencia es abierta, por ejemplo en las telenovelas, para man-
tener el suspense. Sin embargo, el análisis de la estructura
narrativa en la representación de las personas designadas como
locas mostró que la falta de acercamiento narrativo era la nor-
ma. El análisis de la estructura narrativa en los programas de
drama muestra que la mayoría de las secuencias no tienen un
final, o bien la armonía social no se restablece.
Estas representaciones de la locura y de las personas consi-
deradas psicológicamente enfermas en los medios conllevan
múltiples significados y se refieren a un concepto inestable. Las
representaciones visuales marcaron a las personas locas como
diferentes, y su semántica es fluida e incierta. Esta estructura de
significado (o la falta de ésta) implica una amenaza semiótica.
Podría decirse que en la imaginación popular la persona loca
habita en el reino de la Otredad. Adicionalmente y en contraste
con los hechos psiquiátricos, se encontró que en las noticias el
70 % de las personas enfermas mentales representadas fueron
asociadas con la violencia. Esto representa un contraste severo
frente al hecho de que el 92 % estimado de las personas con se-
rios problemas de salud mental nunca serán violentas, así como
con el hecho de que la edad, el género y el uso de la droga y el
alcohol son mejores predictores de la violencia que la enferme-
dad mental (Swanson, Holzer, Ganju y Jono, 1990).
Tanto las representaciones visuales como la estructura na-
rrativa han revelado a la persona Ioca como diferente, a través
del examen cuidadoso de los planos y en una narrativa que care-
ce de estructuras inferidas como universales por los analistas
narrativos. Existe evidencia de que estas descripciones afectan a
1% percepciones del público en general haciendo de la otredad
del paciente mental algo doblemente relevante.
U Enlace interpretativo
Enlace organizacional
Paises asociados: Canadá. Japón, Noruega, Polonia,
Suiza, Estados Unidos.
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Luis CENCILLO
P
sociales que nos propone una solución al articular os procesos
Sexo, comunicación y símbolo psicológicos colectivos e individuales.
El texto inicia con un análisis general del pensamiento cotidiano
Alfredo FIERRO en la psicología, discutiendo luego las investigaciones de
Para una ciencia del sujeto. los sistemas sociopolíticos, culturales y de ciencia popularizada
Investigación de la persona(1idad) respecto al sentido común. La teoría se presenta a partir de
Adriana SILVESTRI y Guillermo BLANCK los trabajos clásicos y contemporáneos de la construcción social
Bajtín y Vigotski: la organización semiótica del mundo, desde el nivel individual de las representaciones
de la conciencia como metáforas, las imágenes y las estructuras cognitivas,
Pref: Micbael Cole hasta fenómenos colectivos tales como el diálogo, el discurso
y los significados compartidos. El capítulo final del libro aborda
Maritza MONTERO (Coord.) los desarrollos epistemológicos y metodológicos del campo.
Construcción y crítica de la psicología social Es la primera obra en castellano que abarca e integra la teoría
Pról. Tomás Zbáñez de las representaciones sociales de Serge Moscovici.
Pablo FERNANDEZ CHRISTLIEB
La psicología colectiva un fin de siglo más tarde. WOLFGANG WAGNER.Doctor en Psicología Social, es profesor de
Su disciplina. Su conocimiento. Su realidad Psicología Social y Economía en la Universidad de Linz. H a sido
profesor visitante en el Reino Unido, Francia, España y América
César SAN JUAN GUILLÉN (Coord.) Latina. Es fundador de Papers on Social Representations y autor
Intervención psicosocial. Elementos de múltiples obras publicadas en diversos idiomas.
de ~rogramacióny evaluación socialmente eficaces
NICKYHAYES.Doctora en Psicología Social. Su campo de
J.L. SLIMOBICH y otros (Coords.) investigación se enfoca a las representaciones sociales y la identidad
Lacan: la marca del leer social en el contexto cotidiano y empresarial. Es reconocida autora
Leonardo IGLESIAS de varias obras a nivel internacional.
Psicología de la voluntad de poder FATIMAFLORESPALACIOS. Doctora en Psicología Social.
Investigadora en el área de representaciones sociales, género
Pablo FERNANDEZ CHRISTLIEB y salud, es autora de diversas publicaciones reconocidas en
La sociedad mental el ámbito internacional, entre elias Psicologia social y género (2001).
Rodolfo SUAREZ MOLNAR
Explicación histórica y tiempo social
Angela ARRUDA y Martha DE ALBA (Coords.)
Espacios imaginarios y representaciones sociales.
Aportes desde Latinoamérica
Leonardo IGLESIAS
La religión bajo sospecha
Wolfgang WAGNER y Nicky HAYES
Fátima FLORES PALACIOS (Ed.)
El discurso de lo cotidiano y el sentido común.
La teoría de las representaciones sociales