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Libertad:

(Echegoyen, 1996) Es la capacidad que tienen los seres humanos para razonar, es
decir para decidir sus acciones de acuerdo a las leyes de otra índole que las
naturales, esto es, según leyes que son dadas por su propia razón; libertad es igual
a autonomía de la voluntad.

Tipos:
La libertad de coacción: Consiste en que nuestra conducta no se vea determinada
ni impedida desde el exterior. Su principal enemigo es la violencia. Es un tema
importante para la Filosofía Política que debe delimitar, en el plano normativo, cuál
es el área dentro de la cual a cada individuo se le debe dejar ser y hacer lo que
considere oportuno, sin interferencias por parte de los demás y del Estado.

La libertad de elección o libertad psicológica: Es ausencia de necesidad interior


para tomar o no tomar una decisión, para tomar una decisión u otra, para
conducirnos a nosotros mismos hacia una meta o hacia otra. Se trata de la libertad
interior del querer, de la posibilidad de proponernos fines y de elegir el modo de
realizarlos, sin que esas decisiones resulten necesarias en virtud de alguna fuerza
que reside y actúe desde el interior del sujeto.

Esta dimensión de la libertad implica la idea de autodeterminación; es decir que soy


yo y no otro el que decide, determina y se conduce y que, además, decido,
determino y me conduzco a mí mismo; es decir que cuando decido forjo mi ser
moral. La libertad implica que los objetivos presentados por la inteligencia no
determinan necesariamente el acto con el que la voluntad se dirige o se aparta de
ellos.

Relación entre moral y libertad de elección: La moral no es un conjunto de


obligaciones que limitan la libertad, como si ésta empezase donde aquéllas acaban.
La moral es el gobierno de la propia conducta, la cual es verdaderamente libre
precisamente porque es la persona y no el instinto o la necesidad, la que la proyecta
y regula. Donde hay libertad hay moral y viceversa. En todas las situaciones de su
vida, el hombre tiene la tarea de distinguir lo que es verdaderamente bueno de lo
que lo es sólo en apariencia.

La libertad moral: La libertad como “libertad de” es insuficiente Es necesario


plantearse el “para qué” o el “hacia qué” de la libertad Si se expresa negativamente
la libertad como tarea moral es la liberación de la ignorancia y de los impulsos
desordenados y de la miseria moral. Constituye el perfeccionamiento ético de la
libertad, su consolidación en el bien, que es el fin de la Ética y de la educación moral.
Este perfeccionamiento se da a través de la adquisición de los hábitos morales que
afianzan en el hombre la capacidad de hacer buen uso de su libertad en las más
variadas circunstancias.

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