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VAMOS A FORMAR CIUDADANOS DE VERDAD.

YUNNY LARGACHA COPETE 1821020878


YULY MARCELA RAMÌREZ GIRALDO 1811020674
ELIANA JULIETH VALENCIA GONZÀLES 1821026412
RAQUEL ALARCÒN JIMÈNEZ 1821022186
KELLY NATHALIE NARVÀEZ MARTÌNEZ 1821025116

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA

LICENCIATURA EN CIENCIAS SOCIALES

FACULTAD DE: CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO: ESCUELA DE EDUCACIÓN

2018
VAMOS A FORMAR CIUDADANOS DE VERDAD

YUNNY LARGACHA COPETE 1821020878


YULY MARCELA RAMÌREZ GIRALDO 1811020674
ELIANA JULIETH VALENCIA GONZÀLES 1821026412
RAQUEL ALARCÒN JIMÈNEZ 1821022186
KELLY NATHALIE NARVÀEZ MARTÌNEZ 1821025116

Tutora:

GARCIA MYRIAM

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA

LICENCIATURA EN CIENCIAS SOCIALES

FACULTAD DE: CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO: ESCUELA DE EDUCACIÓN

2018
INTRODUCCION

En su origen el estatus de ciudadano era el privilegio para algunos, los hombres libres y los
propietarios, y se excluía a las mujeres, las niñas y niños, los esclavos y otros grupos
subordinados; hoy en día se considera una condición a la que deben aspirar todas las personas
integrantes de una sociedad.

Sin embargo, actualmente la educación en nuestro país ha perdido el norte, ha olvidado su


objetivo fundamental: la formación de la personalidad ético moral. Esta formación corresponde,
principal e ineludiblemente a la familia, sin obviar responsabilidad a la escuela, a los medios de
comunicación social, al espacio público en todos sus extremos. Es apremiante rescatar valores
como: el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la equidad, la utilización razonable de la libertad,
que permita favorecer el desarrollo de las personas libres e íntegras a través de la consolidación
de la autoestima, la dignidad personal; y que familia-hogar y profesor-escuela, responsablemente
formen futuros ciudadanos con criterio propio, respetuoso, participativo y solidarios; asuman sus
deberes y desarrollen hábitos cívicos para ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable,
además también que conozcan sus derechos.

La educación en valores tiene como prioridad prevenir la violencia, correspondiéndole al hogar y


escuela como a las autoridades responsables del Sector Educación nacional, regional y local,
hacer propuestas transformadoras curriculares que permitan trabajar desde el núcleo familiar y en
el aula, con niños y adolescentes, en aspectos imprescindibles como: la mediación, la
solidaridad, el diálogo, el respeto a la diferencia, equidad, justicia; aprender a vivir y resolver
conflictos juntos y de manera pacífica, y aprender a ser ciudadanos y ciudadanas conscientes,
responsables, activos y solidarios en todo el territorio colombiano.

Le corresponde al más alto nivel educativo (Ministerio de Educación,), diseñar y ejecutar


programas en educación en valores, poniéndose especial énfasis en las diferencias
socioeconómicas y demográficas, con diferencias culturales y étnicas; esta sería una vía
adecuada para el desarrollo democrático basado en la participación, en la igualdad de
oportunidades, en la equidad, aprendizaje que no debe quedar relegado a una asignatura ni su
práctica limitada al interior de los aulas escolares. Sólo así se contribuiría construir una sociedad
más justa y solidaria.
VAMOS A FORMAR CIUDADANOS DE VERDAD.

Hoy por hoy, la escuela es considerada un espacio que puede contribuir en la construcción de
sociedades más justas, más igualitarias, más democráticas.

La escuela es una institución primordial para la construcción de ciudadanía, es decir, para la


formación de niñas, niños y jóvenes conscientes de sus derechos, con valores cívicos, un alto
sentido de responsabilidad ciudadana y habilidades para participar, ejercer la autoridad
democrática, tomar decisiones y convivir de manera solidaria, respetuosa, tolerante y justa.

La ciudadanía es no sólo la posesión y ejercicio de derechos y obligaciones civiles y políticos,


sino respeto a la diversidad del común en los valores cívicos y lealtad a principios e
instituciones democráticas, sentido de comunidad, promoción de la igualdad de oportunidades
así como compromiso con la equidad y la justicia.

El concepto de ciudadanía tiene relación con las acciones humanas naturales, a través de las
cuales se expresan los diferentes imaginarios de búsqueda de calidad de vida y de felicidad para
sí mismo y el grupo familiar.

La ciudadanía exige abandonar el civismo tradicional a favor de una educación cívica


moderna, revisada, que incorpore la vida cotidiana como fuente de conocimientos y de
situaciones que le den sentido a las leyes, valores y procedimientos, y además, que asocie
a la resolución de los problemas de la vida en la búsqueda de una convivencia más
cualificada (Castellanos y Riveros: 1998).

Hoy vivimos una realidad social a nivel mundial, nacional y local como es el daño ambiental, los
gobernantes que sólo buscan favorecerse, la violencia e intolerancia, la desigualdad social,
racismo, conflictos bélicos, inseguridad, y muchos otros.

Sin embargo, no podemos ser ajenos a esta realidad, y continuar con nuestras vidas como si nada
importara. Deberíamos exigir a nuestros gobernantes ejercer con responsabilidad su trabajo dada
la confianza que los ciudadanos depositamos en ellos, para generar mejores condiciones de vida
para todos. Por eso es importante que de nuestra parte, se generen acciones que fortalezcan la
participación y la justicia social.

Parte de esta conciencia no únicamente se queda en lo que como individuos llevemos a cabo
(votar o no votar, informarnos o no informarnos), sino también en lo que le enseñemos a través
del ejemplo a las nuevas generaciones.

En nuestras manos está un tesoro muy preciado que, si lo sabemos cuidar e invertir, en unos años
nos dará frutos, nos referimos a la educación para la ciudadanía en nuestros niños y jóvenes. El
ejercicio de nuestra ciudadanía, responsable y reflexiva, es el ejemplo que creará nuevos
ciudadanos. Con simples acciones que podemos realizar y enseñar en nuestros hogares, como
evitar consumos y desperdicios innecesarios( agua), no tirar basura en la calle, respetar a
nuestros vecinos, promover una convivencia armoniosa y de respeto, ser tolerante, conocer
nuestros derechos, participar en la comunidad, cumplir con nuestras obligaciones, ser puntuales,
etc.

Nuestros hijos y alumnos son “Ciudadanos en construcción” porque ellos nos verán como su
guía como ciudadanos con experiencia, para que les enseñemos lo mejor. Hagámoslos consientes
y logremos que se identifiquen con su comunidad y país, que encuentren productivo el hecho de
participar, informarse y dialogar, que reconozcan el valor del otro y lo respeten, que cumplan con
sus deberes, no porque los obliguemos, sino para que sepan que es lo que hará de nuestro país y
nuestro mundo un lugar mejor.
Es así como las escuelas cumplen una función de socialización cada vez más compleja y
diversificada, lo que posibilita su contribución a una cultura de respeto a los valores de la
dignidad humana.

En el enfoque de la asignatura ( cívica y moral), se busca desarrollar dentro del aula de clases,
procesos de aprendizaje basados en la construcción del conocimiento más que en su transmisión,
la participación activa de los alumnos en su aprendizaje, el establecimiento de relaciones
horizontales y afectivas entre maestro-alumno y alumno - alumno; y propiciar una organización
escolar que posibilite el desarrollo de prácticas pedagógicas desde las cuales se puedan vivir
cotidianamente los derechos humanos, tales como el establecimiento de mecanismos
escolares para la participación democrática y la resolución no violenta de conflictos, o una
concepción de disciplina interactiva.

Las relaciones del maestro con sus alumnos en el aula de clase inciden significativamente
en la formación del carácter del educando, como lo demuestran diversos resultados
experimentales en el campo de la psicología social. Sin embargo, no hemos dado a estas
relaciones la importancia que merecen, por enfocar nuestro interés en otros aspectos de la
docencia. ( López, 2018).

Los maestros deben ejercer su profesión con base en relaciones humanas caracterizadas por el
respeto mutuo, el diálogo constructivo y la participación activa del estudiante en su proceso de
aprendizaje, orientar a sus alumnos hacia el estudio racional y reflexivo sobre aspectos
significativos de la materia que enseña. Intercambiar evidencias y juicios, dar y recibir opiniones.
Tanto sus ideas como la de sus alumnos, deben estar sujetas a discusión. Según resultados
experimentales, los jóvenes formados en este ambiente, desarrollan iniciativa y autoestima y
buenas relaciones interpersonales. Son más capaces de tomar decisiones correctas por sí mismos,
en todos los órdenes de la vida, social, política, laboral, familiar; realizan trabajos de mayor
complejidad y hacen uso inteligente del aprendizaje.

La transformación de una cultura violenta en una cultura pacífica se emprende desde múltiples
lados; una de las claves para el logro de la paz, dado su carácter preventivo y proactivo, es la
educación.

La cultura de paz consiste en una serie de valores, actitudes y comportamientos que


rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para
solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los
grupos y las naciones. (Naciones Unidas 1998, Resolución A/52/13)

Es así como se promueve una cultura de paz por medio de la educación, mediante la revisión de
los planes de estudio para promover valores, actitudes y comportamientos que propicien la
cultura de paz, como la solución pacífica de los conflictos, el diálogo, la búsqueda de consensos
y la no violencia.
La cultura de paz, por su parte se caracteriza por ser una cultura donde sobresale la convivencia y
la participación, está fundada en los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia y
solidaridad, porque rechaza la violencia, se dedica a prevenir los conflictos, sus causas y a
resolver los diferentes problemas por el camino del diálogo y de la negociación. Así mismo,
asegura a todos los seres humanos el pleno ejercicio de sus derechos humanos y los medios
necesarios para participar plenamente en el desarrollo de su sociedad.

El objetivo de la educación para la paz es transformar la cultura basada en la violencia, por la


cultura de paz a nivel de toda la humanidad. Contempla a la educación en los derechos humanos,
el desarrollo y el medio ambiente, la prevención y resolución de conflictos, la seguridad humana,
la reconciliación y los estudios de género. Fomenta una actitud crítica y reflexiva ante los medios
masivos de comunicación, alienta el multiculturalismo, el respeto y la solidaridad y se concibe
como un proceso participativo y creativo, que invierte roles tradicionales para promover nuevos
escenarios de poder, más cooperativo que competitivo.

La educación para la paz busca formar líderes con visión y mentalidad de paz, especialmente
basada en la educación de niños, niñas y jóvenes, pero también en la reeducación de adultos que
deben aprender nuevas formas de relacionarse, más allá de las formas violentas tradicionales que
hemos heredado por generaciones.

Forjar una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y respeten la libertad,
la justicia, la democracia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad. Eso
implica un rechazo colectivo de la violencia. E implica también disponer de los medios y la
voluntad de participar en el desarrollo de la sociedad. Las amenazas que pesan sobre la paz
tienen muchas formas distintas, desde la falta de respeto por los derechos humanos, la justicia y
la democracia hasta la pobreza o la ignorancia.
BORRADOR

Señala Guevara Niebla (1998: 71) afirma: España en 1978, tras la caída de Franco, se produjo
una revisión de la educación cívica y la educación moral.

Una de las propuestas más difundidas sostenía que el objeto de la educación cívica es la
formación de hombres y mujeres solidarios, críticos y responsables que aseguren la
participación activa de los ciudadanos en una sociedad democrática”. (Conde, 2018).

Nos muestra la gran necesidad de una educación que desarrolle en la ciudadanía las
competencias cívicas necesarias para fortalecer los Estados modernos democráticos. Tanto el
contexto sociocultural como político de los últimos años obligó a repensar el civismo; debido al
continuo estado de violencia que se vive en el mundo globalizado, que va desde la guerra hasta el
terrorismo, la guerrilla, la violencia generada por el narcotráfico y otras formas más de guerra; el
grave daño ambiental; la pobreza absoluta resultado de modelos económicos poco efectivos; el
reconocimiento de la diversidad étnica y cultural.

Estos problemas hacen que se cambie el enfoque del civismo de su forma sin contenido y se
replantee al civismo la educación para la paz, para el medio ambiente, la educación en derechos
humanos y para la democracia, así como la perspectiva de género o la multiculturalidad, dando
lugar a la educación ciudadana, de la cual Caruso (2002) afirma:

La educación ciudadana es el conjunto de acciones llevadas a cabo por diferentes


instituciones y organizaciones sociales y políticas que tienen como objetivo el desarrollo de
actitudes, valores, principios y normas de convivencia democrática y el desarrollo de
competencias participativas en las esferas de decisión de la sociedad. Supone un proceso de
organización y de participación consciente de los ciudadanos en los asuntos del país.

Observamos que con la asignatura de Formación Cívica y Ética, se da un enfoque práctico,


significativo y relevante al colocar como objeto de estudio los problemas y preocupaciones que
enfréntala juventud; se incorpora la vida cotidiana como fuente de conocimientos y de
situaciones que dan sentido a las leyes, valores y procedimientos democráticos; se incorporan
temas emergentes y el análisis crítico de la gestión pública, entre otros aspectos.

Incorporar un nuevo enfoque en la materia de cívica y ética y a los programas de estudio en


general, para que representen un avance importante en la educación ciudadana en Colombia, de
esta forma rompería con una tradición poco útil en la que la enseñanza del civismo, la cual se
concentra en una asignatura, orientada generalmente hacia la parte cognoscitiva, con un carácter
de tipo informativo y teórico, con una tendencia a salirse de la práctica y la vida cotidiana, a
mostrar solamente los éxitos y disimular lo malo, a enfatizar el culto a nuestro himno, a los
héroes , símbolos patrios, así como a abordar las leyes y procedimientos sin referente real, desde
una perspectiva neutral, formalista, abstracta y legalista.

Con tantos desafíos que enfrenta nuestro país, nace la preocupación por la formación integral de
nuestros niños y niñas, con un fuerte componente de educación ciudadana. Es necesario
encontrar diversas alternativas para dar solución a fenómenos tales como, el incremento de la
violencia en las escuelas, los brotes de racismo y xenofobia, el rechazo a la política, el
abstencionismo, el resurgimiento de los movimientos fundamentalistas, entre otros. Es así como
la educación ciudadana puede aportar en el mejoramiento de valores cívicos y lealtad a
principios e instituciones democráticas, sentido de comunidad, promoción de la igualdad de
oportunidades así como compromiso con la equidad y la justicia.

Y es que las instituciones tienen claro que su proceso no solo se concentra en un


aprendizaje, la necesidad de que el estudiante interactúe dentro de la ciudadanía, abra
espacios de emprendimiento y cuente con la apertura para una permanente capacitación
hacen parte de las responsabilidades con las que las instituciones de educación terciaria le
apuestan a un proceso integral.( Velásquez, Andrés. 2015)

En otros países como por ejemplo Singapur, los niños practican en el colegio cómo pararse en
fila para esperar el bus, cómo portarse mientras viajan. Ellos hablan muy bajo en la calle o en el
transporte público; ceden el paso y el puesto; no comen ni toman nada por la calle, en el bus o en
el metro, y no mascan chicle; no botan basura fuera de las canecas, es común que lleguen a la
casa con la basura en los bolsillos. Lo que no se enseña en la infancia, “difícilmente formará
parte del diario vivir del adulto”. (Camargo, 2015). Sembrar en los niños el patriotismo, respeto
y buenos hábitos es lo único que le puede asegurar un buen futuro al país.

Mientras no tengamos como principal propósito de la educación, fortalecer principios como de


que la vida es sagrada, nuestra sociedad no será la mejor.
Formulación del problema.

¿De qué manera se está formando a los estudiantes en ciudadanía en las instituciones educativas,
a fin de lograr una sociedad solidaría, segura y democrática?

Son pocas las Instituciones educativas que están implementando el modelo pedagógico de
Escuela Nueva, donde los estudiantes aprenden de manera activa y dinámica: interactuando en
equipo, dialogando, reflexionando, trabajando con materiales como las Guías de Aprendizaje,
analizando situaciones de su vida cotidiana, entre otros aspectos, donde aprenden a tomar
decisiones y a vivir la democracia a través de estrategias como el Gobierno Estudiantil,
actividades de participación culturales y lúdicas.

En Escuela Nueva, el docente es quien estimula la relación entre el alumno y el conocimiento,


incrementando el tiempo destinado a identificar problemas de aprendizaje individuales, la
participación en los trabajos en grupo, la comunicación verbal y escrita y, en definitiva, el
dominio de los objetivos de aprendizaje.

Hoy, cuando se ha logrado superar el problema de cobertura en el nivel de educación


básica, la necesidad del sistema educativo es mejorar la calidad. Además de desarrollar
competencias básicas en Matemáticas, Lenguaje y Ciencias los estudiantes deben estar en
capacidad de desarrollar las competencias del siglo XXI: aprender a aprender, liderar
procesos, cooperar, tomar decisiones, pensar críticamente, resolver problemas, etc. (Parra,
1999).

El ejercicio de la participación de los niños, niñas y adolescentes es la mejor expresión de su


reconocimiento como sujetos de derechos. Esto implica que los mismos son agentes activos en la
promoción y exigencia de los derechos de que son acreedores por ser seres humanos. Al igual
que los adultos, tienen derecho a expresar su opinión sobre asuntos que le competen en el ámbito
familiar, escolar y comunitario. Igualmente, tienen la capacidad para organizarse y plantear
soluciones a problemas que les afectan.
CONCLUSIONES

Cuando educamos a los niños, niñas y adolescentes para que participen y expresen su opinión
contribuimos a la formación de sociedades más democráticas que busquen soluciones a
conflictos sobre la base del diálogo y al respeto de las posiciones contrarias. La participación y
expresión son valores esenciales en una comunidad pacífica, por lo tanto, todos estamos
comprometidos a inculcarlos a las futuras generaciones.

Los hogares y escuelas públicas a través de la educación deben brindar una buena crianza,
enseñanza y doctrina a los niños y adolescentes, para que aprendan las elementales y básicas
normas de cortesía, urbanidad y valores, cuyo resultado final es obtener futuros ciudadanos y
ciudadanas con suficiente capacidad crítica, autonomía y racionalidad en situaciones de conflicto
ético sociales; le corresponde al Estado como objetivo prioritario promover políticas y reformas
educativas coherentes, plausibles y lógicas que satisfagan la futura educación para la ciudadanía.

Los hogares y escuelas deben educar sin distinción de géneros desde el nivel inicial, primario y
secundario, formando futuros ciudadanos y ciudadanas, con deberes y también con derechos,
comprometiéndonos en saber transmitir a nuestros hijos y estudiantes que los necesitamos para la
transformación social con sentido de vida. En realidad, corresponde desde la etapa paterno
familiar con el apoyo de los docentes, sembrar conocimiento conceptual y actitudinal para el
logro de una mentalidad ciudadana que apoye y promueva los procesos de paz y convivencia
pacífica.

Se recomienda incluir más tiempo de estudio del área de civismo en el pensum académico en
Colombia, porque actualmente es muy pobre en civismo y convivencia; por experiencia hemos
notado que se le da más importancia a otras áreas de estudio como las matemáticas, español y
ciencias. Además, de esta manera ayudaría a los niños y jóvenes a enfrentar los problemas que se
le presentan en la vida cotidiana; y no solo un profesor de educación cívica puede ayudar a
formar ciudadanos, todo profesor de cualquier área también puede ayudar a hacerlo.

Las instituciones de educación para el trabajo y el desarrollo humano deben ofrecer


procesos de formación integral, desde la perspectiva del ejercicio de diferentes saberes en
beneficio de una sociedad abierta y democrática, y es en este escenario en el que la
formación impartida favorece el aprendizaje a lo largo de la vida y por ende a la cultura
ciudadana.(Velásquez, Andrés. 2015)
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