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La explicación sociológica de la desigualdad social

La explicación sociológica de la desigualdad social

 Diferencias y desigualdades

La explicación de la desigualdad requiere de la distinción entre diferencias y desigualdades. Cuando


hablamos de diferencias nos referimos al hecho de que las sociedades humanas son extremadamente
heterogéneas. Toda sociedad se compone de individuos diversos entre sí: la edad, el sexo, la altura, el
color de la piel o del pelo son diferencias biológicas entre seres humanos.
Esto no tiene como consecuencia necesaria la desigualdad. Lo mismo puede decirse de diferencias no
biológicas, como disponer de determinados conocimientos o tener un título. Las desigualdades
implican una jerarquía entre los miembros de un colectivo determinado, es decir, una estructuración de
las diferencias que genera una “superioridad” y una “inferioridad” entre los componentes de un grupo
social. El fundamento puede ser muy variado (el sexo, el color de piel, tener un título académico o uno
nobiliario) pero, en cualquier caso, es totalmente arbitrario. Tiene sentido para esa sociedad en
particular, que ha convertido ciertas diferencias (nunca todas) en desigualdades.
El ejemplo de la importancia de los títulos puede servir para comprender el sentido de esta distinción.
En una sociedad como la feudal, los títulos nobiliarios otorgan a aquellas personas que disponen de
ellos (los nobles) una serie de derechos y privilegios de los que carecen los plebeyos. Los títulos
académicos también generan ventajas, pero en inferioridad de condiciones respecto a los de nobleza.
Un abogado siempre estará, en una sociedad aristocrática, por debajo de un conde. En nuestra
sociedad, los títulos nobiliarios existen (por lo tanto se conservan las diferencias entre quienes son
nobles y quienes no lo son), pero no otorgan ningún status superior a quien los tiene. Los títulos
académicos, en cambio, determinan o pueden determinar en gran medida la posición social. Son la
base de importantes desigualdades (salariales, de prestigio, de poder…).

 La desigualdad y la organización social

Además de la distinción entre desigualdades y diferencias es importante comprender que las


desigualdades que estudiamos en sociología están estructuradas, es decir, están inscritas en la
organización social. No tienen su base en lo casual o lo aleatorio, sino que se fundamentan en la
manera en que se organiza la sociedad, de modo que la propia desigualdad está, de alguna manera,
organizada. Esto tiene dos consecuencias importantes:
- En primer lugar, la desigualdad responde a un patrón identificable. Hay un orden desigual que
responde a una lógica que es posible identificar, describir y desentrañar y que recibe, según la
corriente de que se trate, denominaciones distintas: estructura de clases, sistema de estatus,
sistema de estratificación… Cada término –ya veremos su significado– hace hincapié en un aspecto
distinto de la desigualdad, pero todos tienen en común remitirnos a la idea de sistematicidad.

- En segundo lugar, la desigualdad estructurada está relacionada tanto con el orden social como con el
cambio. Los sistemas de desigualdad se perpetúan, se reproducen, y los actores sociales formamos
parte de esos mecanismos de reproducción. Pero, también, los sistemas de desigualdad se destruyen,
se disuelven o se vienen abajo, en buena medida a causa de la acción de los elementos más
dinámicos de este sistema. Desigualdad y estructura social están, por lo tanto, íntimamente ligadas.

 El análisis weberiano

Para el autor, son múltiples las esferas de las que puede provenir el poder que origina la desigualdad.
Lo comprobamos en esta cita de Economía y Sociedad (1922), una de sus obras capitales:
Como es natural, el poder “condicionado económicamente” no se identifica con el poder en general.
Más bien ocurre lo inverso: el origen del poder económico puede ser la consecuencia de un poder ya
existente por otros motivos. Por su parte, el poder no es ambicionado sólo con fines de
enriquecimiento económico. Pues el poder, inclusive el económico, puede ser valorado “por sí mismo”,
y con gran frecuencia la aspiración a causa de él es motivada también por el “honor” social que
produce. (Weber 1993, 683).
La desigualdad se origina en la desigual distribución del poder
El título del capítulo de Economía y Sociedad dedicado a la desigualdad resulta ya significativo:
“División del poder en la comunidad: clases estamentos y partidos”. El poder, su monopolio o no, su
distribución desigual, está en el origen de la desigualdad. Y el poder, como ya se señaló con
anterioridad, no tiene exclusivamente un fundamento económico. La distinción de tres esferas en la
distribución del poder es uno de los argumentos clave de enfoque weberiano:
• La esfera económica tiene como escenario principal al mercado. Aquí la distinción entre mercado de
bienes y mercado de trabajo es fundamental. La propiedad es decisiva en el mercado de bienes, ya
que influye en las probabilidades de existencia de los individuos, en sus posibilidades de obtener
beneficios en este espacio o de verse obligados a vender su fuerza de trabajo. Por otra parte, en el
mercado de trabajo, donde compiten los no propietarios en búsqueda de un empleo, las cualificaciones
se vuelven decisivas.
- La esfera social es para Weber la esfera del “honor” o, diríamos hoy, del prestigio. El prestigio es para
el autor un factor de diferenciación social fundamental, aunque de índole subjetiva: depende de la
consideración de los demás. El poder que se tenga para imponer determinadas características como
las cualidades prestigiosas genera una estructura de desigualdad diferenciada de la económica.
- La esfera política. La política se desarrolla en aquellos escenarios en los que se trata de influir en la
acción de los demás para conseguir ciertos objetivos. La acción política puede tener como fin la
consecución de un programa o, simplemente, aumentar el poder personal, pero requiere, en cualquier
caso, de una organización de algún tipo.

Clase, estamento y partido


De acuerdo con esta visión tridimensional del poder y la desigualdad, Weber propone tres conceptos
clave para identificar a los protagonistas de cada escenario: clase, estamento (hoy en día denominado
grupo de status) y partido.
- Según Weber, las clases son grupos sociales que tienen en común unas probabilidades de existencia
determinadas por la posición ocupada en el mercado (de bienes o de trabajo). Las clases tienen su
suelo en lo económico, y son exclusivas de las sociedades donde existe el mercado. El elemento
lucrativo y de posibilidades de vida según la posición económica es el elemento definitorio de las
clases.
- Los estamentos son comunidades cuyos miembros comparten destino en función de que una serie
de cualidades sean positiva o negativamente valoradas socialmente. Su característica fundamental es
vivir según un estilo de vida determinado, de acuerdo con ciertas convenciones impuestas por la
tradición. Es propio de los grupos de estatus positivamente privilegiados llevar a cabo prácticas de
“cierre” para mantener las distancias sociales: matrimonio “entre iguales”, clubs de reunión, ciertos
colegios, etc. El estamento está asociado a las prácticas de discriminación, puesto que la clave del
poder estamental es el monopolio de ciertos privilegios y derechos (profesiones, lugares de residencia
y ocio, maneras de vestir, costumbres…). Weber reconoce que para llevar adelante un cierto estilo de
vida es imprescindible el dinero, pero también plantea que existen estamentos positivamente
privilegiados (caso de las profesiones artísticas) donde éste no es imprescindible.
- Weber utiliza el término partido en un sentido más amplio que el que se maneja habitualmente, pues
con él se refiere a cualquier organización (el autor habla de un “aparato”) destinada al ejercicio del
poder. Es fundamental para entender la diferencia entre este concepto y los dos anteriores que,
mientras que las clases y los estamentos “surgen” de la estructura social de manera no deliberada, los
partidos son creados con el fin de obtener o ampliar o conservar el poder (político, económico, social):
son instituciones que reclutan y socializan a sus miembros. Los dos conceptos weberianos más
influyentes en el análisis de la desigualdad son los de clase y estamento, y especialmente el
segundo, por lo que conlleva de estudio de desigualdades no necesariamente económicas (como las
que tienen su origen en la discriminación). La cuestión es si el principio estructurador de la sociedad
capitalista moderna es el del privilegio o el del mercado, el grupo de status o la clase. A este respecto,
el autor es claro: la capitalista no es una sociedad estamental, sino, sobre todo una sociedad de
clases. Por el contrario, el Antiguo Régimen es una sociedad ante todo estamental, en la que este tipo
de desigualdad tiene incluso un fundamento jurídico. La razón para el predominio de la clase en la
sociedad capitalista está para Weber en el peso del mercado en la organización social. Ahora bien, la
estabilidad económica y social puede conducir a la cristalización de los estamentos, puesto que puede
arraigarse un determinado estilo de vida y una serie de convenciones propias de esta estructura de
poder:

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