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LOS PERROS QUE ANTES HABITABAN

AMÉRICA

Los perros han estado en América más o menos el mismo tiempo que los humanos. A diferencia de los
caballos que hoy conocemos, que llegaron tras la conquista europea, los canes siempre nos han
acompañado en este rincón del planeta (y no esperábamos menos del mejor amigo del humano). De
hecho, se cree que antes del primer viaje de Colón existían unas diez razas o variedades caninas
en todo el continente.
Aunque el número generalmente varía, ya que para determinar cuántos perros había, primero hay que
definir cuáles eran en verdad perros y cuáles correspondían a alguna especie de zorro o coyote
domesticado. Naturalmente, no todas las investigaciones han trazado esa línea en el mismo lugar, pero
sí pareciera haber una suerte de consenso cuando se habla de ciertas razas específicas.
Eso sí, muchas de ellas ya no existen. Por eso es que en El Definido les contaremos un poco acerca de
algunos perros que habitaban nuestras tierras cuando ni siquiera teníamos chanchitos u ovejas.
Relatos, imágenes, restos óseos y hasta artesanías, constatan su existencia.
* Dato curioso: la mayoría de estas razas tienen muy poco que ver con otras europeas, ya que no se
produjeron muchas mezclas a lo largo de su desarrollo.

El chihuahua

La imponencia de un San Bernardo, la astucia de un Pastor Alemán y la inteligencia de un Border Collie.


Ninguno de esos atributos tienen comparación cuando se enfrentan a un… ¿chihuahua? Este milenario
cachupín de México (más específicamente de la ciudad de Chihuahua) pertenece al selecto grupo de
“canes precolombinos”.
Y para qué vamos a entrar tanto en detalle, si todos sabemos cómo son: chicos (los más pequeños del
mundo) y chillones, pero también muy leales, activos e inteligentes.
Al parecer provienen de la civilización tolteca, quienes habrían capturado y domesticado a estos
pequeñines por allá en el siglo IX, pero es probable que sus antepasados ya existieran entre los mayas.
¿Un dato freak? Su nombre significa “lugar árido y arenoso” de acuerdo a la lengua del
pueblo rarámuriy son unos de los perros históricos de nuestro continente que aún se encuentran con
vida.

El perro peruano sin pelo

El 12 de junio es un día muy especial en Perú. Se trata de una fecha exclusivamente dedicada a un
pelón de cuatro patas: estamos hablando del perro peruano sin pelo, también conocido como perro
incaico. Y para qué andamos con cosas, lo primero que queremos saber es… ¡¿por qué no tiene pelo?!
La triste razón es que detrás de eso hay una enfermedad llamada displasia ectodérmica hipohidrótica.
Básicamente consiste en un trastorno genético que impide el desarrollo de estructuras ectodérmicas (es
decir, que van “afuera” de nuestro cuerpo”) como el pelo, los dientes, la piel y algunas glándulas. Y sí,
afecta a toda esta raza.
Por suerte acá el problema tiene que ver solo con los pelos, aunque eso implica que estos pequeñines
tienen que andar cuidándonse del sol constantemente. Como sea, no deja de ser un perro milenario y
lleno de historia. De hecho, hace tres mil años era considerado una especie seudo-mitológica encargada
de llevar a los muertos al más allá.
También es uno de los pocos perros precolombinos que siguen dando vueltas por este mundo y fue
declarado Patrimonio Nacional de Perú(aunque también existe una versión mexicana y
otra ecuatoriana).

El perro esquimal canadiense

¿Han visto a perros arrastrando trineos en la nieve (al menos en películas)? Bueno, estos eran los que lo
hacían por excelencia (al menos hasta 1960, cuando se popularizaron las motos de nieve). El origen del
perro esquimal canadiense remonta a unos 4.000 años atrás, en las frías tierras del ártico. Ahí era
uno de los mejores amigos de los pueblos inuit.
Son relativamente grandes y pueden llegar a pesar 43 kilos. Les gusta andar en jaurías, son amistosos
con los humanos, pero mañosos con los perros desconocidos. Lamentablemente estuvieron a punto
de extinguirse en la década del ’60, precisamente por el tema de las motos, pero ahora están
experimentando una especie de boom en Groenlandia. Menos mal.
Desde siempre fueron usados por los inuit como una herramienta para realizar distintas actividades, las
que iban desde arrastrar trineos, hasta cazar focas y osos polares. Incluso se creía que su orina
congelada tenía fines medicinales (puaj) y cuando había escasez de comida, bueno… ellos se
transformaban en la comida.

El perro de Tierra del Fuego

Los Selk’nam tenían solo un animal doméstico, que era el perro de Tierra del Fuego (o perro yagán).
Lamentablemente, al igual que la tribu que los cobijó, están extintos. De todos modos, estos perros eran
tan valiosos para ellos, que cuando sus dueños morían se heredaban a los demás familiares.
Eran secos para cazar guanacos y zorros, aunque hay quienes dicen lo contrario y que en verdad servían
solo para cobijar. Esto, ya que no eran muy bravos, sino que muy juguetones y peludos (ideal para
llevártelos a un lugar tan extremo y frío como la Tierra del Fuego).
Al parecer su domesticación comenzó entre cinco mil y dos mil años atrás. Y muy probablemente
tiene algún parentezco con los zorros, después de todo, se parecen mucho. Aunque el perro yagán solía
ser más blanco que los zorros que habitaban en la zona (los que son blancos pertenecen a regiones
árticas).

Perros mapuche
Es un hecho que los mapuche contaban con dos tipos de perros domesticados: uno era el munútru, que
en mapudungún significa algo así como “perro de pelo largo y crespo, especialmente en la cara”.
Mientras que el otro era el thegua, que significa “perro” a secas.
¿En qué se diferenciaban? Bueno, el munútru no tenía muy buena fama: era chico, socialmente
entendido como “feo” y muy peludo. ¿El lado positivo? Servía para fabricar lana y, posteriormente,
tejidos.
Por su parte, el perro thegua era más grande, más ágil y más bravo. Era el compañero ideal de los
mapuche a la hora de cazar y eran excelentes como guardianes. Se parecían más a un chacal y se
hicieron famosos por lo útiles que eran (si hasta se convirtieron en materia de exportación en el siglo
XVII).

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