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Comentario sobre la segunda edición del Prólogo de

“La Crítica de la Razón Pura, de Immanuel Kant”

En la segunda edición del prólogo de la Crítica de la Razón Pura, Immanuel Kant,


inicia exponiendo la existencia de una serie de conocimientos como la lógica, la
matemática y la física, que han entrado en lo que él llamó “El camino seguro de la
ciencia”, mientras los conocimientos metafísicos por ser especulativos a la razón
y que no se valen de la experiencia, no tienen la oportunidad de entrar en dicho
camino.

Immanuel explica que la lógica se expone como un conocimiento científico que no


se enfoca en la realidad sino en la forma del entendimiento, pero no en la del objeto
en estudio. También explica que en la ciencia se dan dos tipos de “a priori”, que
son los conocimientos teóricos y conocimientos prácticos, definiéndose como los
que vienen dados en su definición con anterioridad a su desarrollo y aquellos cuya
posibilidad existe al aplicarlos primeros, respectivamente.

El autor afirma que lo característico de estas disciplinas llamadas como “el camino
seguro de la ciencia” radica en que hay que acudir a la naturaleza con experimentos
previos, que contenga definiciones establecidas con anterioridad por un precursor,
mientras que la metafísica no puede entrar en este sector, puesto que el camino que
ella traza no es seguro, porque se basa solo en el concepto y este no tiene en cuenta
la experiencia.

Dentro del texto, el autor propone una necesidad de un “giro copernicano de la


filosofía”, que consiste en que el conocimiento dependa de las cualidades del sujeto
que conoce y no del objeto, puesto que si el conocimiento dependiera solo del
objeto no se podría conocer nada de dicho objeto antes a la experiencia. Por
ejemplo: Sí solo se supusiera que la tierra giraba alrededor del Sol y no al revés
como se planteaba, se solucionarían los problemas de observación en astronomía.

Más adelante Kant hablará del conocimiento sensible o intuición, definiéndola


como la “percepción directa e inmediata de los objetos del mundo”. Para
Immanuel, sólo existe la “intuición sensible”, por medio de la cual conocemos las
cosas, descartando la idea de una “intuición intelectual”, mediante la cual se logra
conocer al “Yo” o “Dios”, separándose así de la posición de descartes.

La metafísica para Kant tiene dos tipos de posibilidades como disciplina: una
correcta y una incorrecta. Argumenta que la actividad crítica de la metafísica al
establecer los elementos que llevan al conocimiento, clasificarlos y luego
posibilitarlos, hace que esta tome un sentido correcto; sin embargo cuando la
metafísica trata de establecer la existencia de los elementos al margen del sujeto,
adquirirá un sentido incorrecto.

La palabra “Crítica”, se presenta como el análisis de las condiciones a priori del


conocimiento, mientras que la Critica de la Razón Pura, por puño del mismo autor
la describe como “un tratado sobre el método de la filosofía”

En el texto, Kant establece que la metafísica como ciencia no proporciona


conocimiento alguno, sino que sirve para establecer los límites del mismo. En otras
palabras por medio de ella no conoceré nada sino que me establece lo que no puedo
conocer.

A lo que no se puede conocer lo denomina lo “Nouménico”, es decir “la forma en


sí” y esta se contrapone al fenómeno; a la vez concluye que el conocimiento sólo
se puede limitar a la experiencia, es decir, no se puede hablar de un “Dios” o “alma
inmortal”, sino lo conozco como un objeto empírico.

Kant argumentará posteriormente a favor del “Noúmeno”, pues afirma que aunque
no podemos conocerlo, podemos pensarlo de forma práctica, continua diciendo
que podemos tener cierta seguridad moral de la existencia de noúmenos, pues
aunque no tenemos como demostrarlo empíricamente, podemos pensarlo, y
haciéndolo podemos deducir que no lo comprendemos por “nuestra forma de
conocer”. Kant defiende el noúmeno como voluntad libre, a la vez cree en la
existencia del alma libre y de un mundo Nouménico.

Por último Kant habla sobre el procedimiento dogmático, donde describe la


exigencia, la nula flexibilidad en el proceder del conocimiento y la amplia
necesidad de evitar cualquier foco de escepticismo dentro de dicho proceso para
lograr así adquirir la tan anhelada verdad

“Vivir sin filosofar es, propiamente tener


los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás”

Immanuel Kant

Rafael López Castro


Etapa Discipular I
SPSCB

Referencias Bibliográficas:
 Kant. Crítica de la razón pura, PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION (1787)
 Crítica de la Razón Pura. Prólogo a la segunda edición. PDF. Comentarios.

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