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Se trata ahora de reunir en una sola propuesta pedagógica los elementos que se
desprenden de la discusión y conceptos anteriores.
Como puede advertirse, no existen «recetas» únicas para esta tarea. Su complejidad
rebasa ampliamente el alcance de las técnicas conocidas hasta ahora.
¿Desde dónde y con qué elementos se puede iniciar este proceso? No hay una sola
respuesta, pero pensamos que se requiere revisar cuidadosamente las competencias
del educador, los materiales educativos y la teoría pedagógica con la que contamos;
todo ello, fundamentado en la experiencia, la sensibilidad y el sentido común propio de
todo educador.
En este sentido Kemmis (citado por Hernández, 2002:1) analizó el contenido del
conocimiento de la propia práctica de los docentes e identificó seis tipos de saberes
distintos que utiliza el profesor en su clase:
Por lo menos, en los saberes contextuales y las teorías morales y sociales podemos
reconocer dimensiones que nos llevan a la reflexión sobre la validez de las actuales
prácticas pedagógicas. En efecto, si nos atenemos a esta clasificación, nos daremos
cuenta de: a) la complejidad de la tarea docente, b) la diversidad de ámbitos que
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implica la formación; c) la relación entre saber y comunidad y saber y contexto, que
permean casi todas las categorías anteriores, y d) la casi escasa información con la
que el docente cuenta para poner en obra sus saberes, dado que vienen de culturas
poco conocidas, o de características de la cultura propia que no han sido reconocidas,
y mucho menos legitimadas como contenidos a desarrollar en las aulas.
Competencias interculturales*
Lois M. Meyer
Además, cada maestro debe mostrar que ha hecho el esfuerzo de estudiar o adquirir
una segunda lengua, por medio de créditos universitarios o una comprobación de haber
vivido un período amplio en otra comunidad lingüística. No tiene que mostrar una
proficiencia bilingüe, sino el intento de aprender una nueva lengua, para conocer en
carne propia la frustración de los niños que estudian materias académicas en una
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lengua todavía desconocida y en muchos casos poco comprensible.
Merece subrayar que las habilidades ya mencionadas son los requisitos de titulación
para docentes no bilingües y bilingües, o sea, para todo maestro que enseñe en [...la
segunda lengua] a niños no proficientes en esa lengua. Los candidatos que quieren
titularse de maestros/as bilingües tienen que cumplir con todos estos requisitos, más
otros que aseguren su manejo de las estrategias para desarrollar la lengua materna de
los niños y ayudarles a apreciar su propia cultura.
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Tomado de Meyer, Lois M. (2000): Materiales para el Taller Nuestra Palabra en Nuestras Lenguas .
“Aprender a Ser Docente en el Oaxaca Plurilingüe y Pluricultural ” 30 de junio y 10 de julio, Oaxaca de
Juárez, Oax. México. Págs. 7 -8 .
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Tomado de Meyer, Lois M. (2000): Materiales para el Taller Nuestra Palabra en Nuestras Lenguas .
“Aprender a Ser Docente en el Oaxaca Plurilingüe y Pluricultural ” 30 de junio y 10 de julio, Oaxaca de
Juárez, Oax. México. Págs. 22-23.
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El docente que trabaja en contextos multiculturales cuenta con un acompañamiento
precario. En general, se puede decir que, siendo escuelas compensatorias o de baja
calidad, la atención que recibe el maestro es de carácter fiscalizador o administrativo; y
no tiene al alcance algunos de los facilitadotes fundamentales con los que podría
intentar crear un ambiente de aprendizaje intercultural.
Dado que resulta imposible resolver este problema rápidamente, consideramos que lo
mejor será la formación de los educadores para la elaboración de materiales
educativos y estrategias pedagógicas interculturales. El mejor currículo no funcionará si
no se cuenta con docentes motivados, actualizados y con dominio de los aspectos
operativos del trabajo pedagógico que se han señalado.