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Curso

de

agricultura biologica – dinamica

a título de
introduccion

Dornach, 20 de Junio de 1924.
Comunicación de Rudolf Steiner

Fuente: Curso de Agricultura Biodinamica
Autor: Rudolf Steiner
Editorial Rudolf Steiner – Madrid 
 www editorialrudolfsteiner com
Dornach, 20 de Junio de 1924.
Comunicación de Rudolf Steiner

A cabo de regresar del viaje a Koberwitz, Breslau, que esta vez ha servido ante todo a un
fin determinado. Se trataba, como ustedes saben, de que un número de agricultores
pertenecientes a la Sociedad Antroposófica deseaban que les diese un curso sobre aspectos
especialmente relacionados con la agricultura. Estos agricultores miembros de nuestra
Sociedad, incluso habían venido desde muy lejos para en una marco de la mayor seriedad,
obtener los puntos de vista de lo que puede proporcionar la investigación antroposófica en
este campo del quehacer humano, de forma que este fin se integró con un objetivo
antroposófico de fondo.
Naturalmente, en un campo de la vida tan práctico, había que dar también puntos de
vista para el trabajo, y no sólo algunas teorías. Por eso se esperaban consejos prácticos. Pues
bien, este acontecimiento fue en si completo y sumamente satisfactorio para los participantes
de este curso sobre agricultura e incluso para aquellos miembros de la Comisión Directiva del
Goetheanum que pudieron estar presentes, como la señora Steiner, la señorita Vreede y el
doctor Wachsmuth, gracias a la hospitalidad de nuestro querido amigo, el conde Keyserlingk,
que ofreció su castillo de Koberwitz.
Y se puede decir que fue una acogida con un espíritu eminentemente antroposófico.
Los asistentes no fueron simplemente invitados a sentarse para escuchar las conferencias,
sino que se atendió y sirvió generosamente a todos los participantes en un lugar distante de
Breslau a cuarenta y cinco minutos de viaje en automovil, lo que no era precisamente poca
cosa. Además, la reunión superaba los cien participantes que debían ser atendidos todos los
días.
La gente llegaba, por lo general, a eso de las once de la mañana a Koberwitz, pues
como no podían estar alojados allí, llegaban a ese lugar desde Breslau. Y entonces comenzaba
la conferencia, que duraba hasta la una. Después de la conferencia se servía enseguida un
refrigerio y los asistentes podían hacer uso de casi todo el castillo y sus dependencias tan
notables. Eso duraba hasta la una y media o dos menos cuarto. Luego seguía un intercambio
de ideas sobre cuestiones agrícolas hasta las tres. Esa fué la forma de las reuniones
desarrolladas en Koberwitz a lo largo de diez días.
Ustedes ven, pues, cuán generosa fue la acogida. Por otra parte debo decir que, a
pesar de todo, no les fue fácil a la condesa y al conde Keyserlingk realizar este curso, ya que
desde hacía mucho tiempo se lo había prometido una y otra vez, pero no me fue posible ir. Por
eso el sobrino del conde Keyserlingk estuvo aquí en Dornach con ocasión de las Jornadas de
Navidad, con la consigna de que no volviera a casa sin la promesa formal de que el curso se
fuera a efectuar en la primera mitad del año entrante. Bajo estas premisas apareció entonces
aquí el sobrino, que también en otros órdenes ha llevado a cabo cosas notables en este
mundo, y habló realmente en forma tan seria que yo le dije que el curso tendría lugar tan
pronto como fuera posible.
Pues bien, al no poder ser antes, tuvo lugar para Pentecostés. Fue una hermosa fiesta
de Pentecostés, una fiesta de Pentecostés verdaderamente antroposófica.
Hay algo muy especial em torno a esta finca de Koberwitz y sus alrededores. La finca
de Koberwitz tiene una superficie cultivable de siete mil quinientas hectáreas: es una de las
más grandes de la zona. Por consiguiente allí puede verse mucha agricultura, y fue mucho lo
que vimos, porque todo se nos enseñó con la mayor deferencia.

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Hay algo que inmediatamente salta a la vista cuando uno llega a Koberwitz y va por
primera vez al lavabo: se nota inmediatamente que hay hierro en el agua pues el subsuelo de
Koberwitz contiene hierro. Y pienso realmente que este suelo podría tener las más diversas
aplicaiones porque es extraordinariamente rico en dicho elemento.
Hallé esta presencia del hierro por doquier. Y por eso dije ya a mediados del primer
día, para saludar a la gente de la casa, que nada más llegar a Koberwitz a uno le llama
particularmente la atención que todo es de hierro: ya el sobrino era de hierro con sus
exigencias cuando apareció aquí para Navidad; el suelo está impregnado de hierro, y allí reina
algo así como una persecución consciente de los objetivos, algo enérgico, de modo que no
pude menos que decir: la condesa de Hierro y el conde de Hierro. Y de hecho había algo
férreo en la actitud moral imperante.

En el curso, traté ante todo de desarrollar cuáles son las condiciones para que
prosperen los distintos aspectos de la agricultura; se dan en este contexto algunas cuestiones
verdaderamente interesantes, como el crecimiento vegetal, la ganadería, la silvicultura, la
horticultura y otros. Y luego lo más interesante: los secretos del abonado, que son
extraordinariamente reales.
Para todo esto desarrollé primero los principios y las relaciones omniabarcantes, que
en la época actual resultan ser especialmente significativas porque, créase o no, justamente la
agricultura se ha apartado del modo más notable más que ninguna otra cosa de los principios
racionales bajo el imperio de la visión materialista del cosmos. Y apenas hay alguna persona
que no esté enterada de que en el curso de los últimos decenios ha cundido en la agricultura
una situación tal, que todos los productos de los cuales vive realmente el hombre degeneran,
y degeneran de manera extraordinariamente acelerada.
De tal forma esto es así, que en la actualidad en la época de la transición del Kali Yuga
a la Era de la Luz *, no sólo está degenerando el desarrollo moral de la humanidad en su
evolución, sino que, a consecuencia de lo que ha hecho el hombre con la tierra y con lo que
está inmediatamente por encima de la misma, ésta se halla en un proceso de rápida
degeneración, que hoy en día está establecido estadísticamente y se comenta en las
sociedades agrícolas, por ejemplo, y ante el cual el hombre está impotente.
Así es como hoy, incluso el agricultor materialista –siempre que no se halle totalmente
insensibilizado, y que piense un poco sobre las cosas que se manifiestan ante él diariamente o
al menos de año en año—puede preveer en cuantos decenios los productos habrán
degenerado a un punto tal que ya no podrán servir de alimento al hombre, en el curso de este
siglo. De modo que se trata de una cuestión, diría, eminentemente cósmico-terrestre.
Justamente en el caso de la agricultura se evidencia la necesidad de cobrar fuerzas del
espíritu, que hoy día son totalmente desconocidas, y que no sólo tienen el sentido de mejorar
en cierta forma la agricultura, sino de permitir la vida del hombre sobre la tierra también en
un sentido físico, pues el hombre tiene que vivir de lo que la tierra sustenta.

Se trata, por tanto, de un tema capital, y los principios que luego fueron indicados por
los cuales se desarrollan las plantas en toda su diversidad así como los animales, los
principios según los cuales se debe abonar, se deben eliminar malas hierbas, según los cuales
pueden eliminarse de la agricultura las plagas dañinas y los parásitos; pueden combatirse las
enfermedades vegetales. Todas éstas son hoy día cuestiones de extraordinaria actualidad en
el campo de la agricultura. Despúes de comentar estos principios, pasé a ver qué es necesario
hacer primero para propiciar una reforma de la fertilización y de la lucha contra las malas
hierbas y las plagas, los parásitos y las enfermedades de los vegetales. Entonces en conexión
con el curso y con las conversaciones que seguían al curso todos los días, se formó un Círculo
(según lo denominara el conde Keyserlingk), compuesto por los agricultores antropósofos allí
reunidos, deseosos de trabajar en contacto más estrecho con la Sección de Ciencias Naturales
del Goetheanum .

* La época de Kali Yuga o era oscura, que comenzó en el año 3101 a. de C. y llegó a su culminación
cuando se encarnó Cristo, finalizó en el año 1899. Véase la tercera y cuarta conferencias del ciclo “Der
Christus-Impuls und die Entwickenlung des Ich-Bewusstein”. Bibliografía num. 116. Obras completas,
Dornach, 1961, y el tomo “Das Ereigins de Christus-Erscheinung in der Aetherischen Welt”, bibliografía
núm. 118, Obras Completas, Dornach, 1965.

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Esta ha de elaborar los principios de acuerdo con las características básicas tales como
la naturaleza geológica del suelo y sus otras propiedades, las posibilidades relativas al forraje,
al abonado, a todos los aspectos que interesan: cercanía del bosque, condiciones climáticas,
etc. Luego de que los agronómos profesionales hayan informado debidamente sobre estas
cosas, serán elaborados aquí en el Goetheanum, los principios según los cuales habrán de
estructurarse los ensayos ulteriores. Todo ello con el fín de verificar lo que fue dado en el
curso en forma de indicaciones prácticas o que fuese agregado en las discuciones, de modo
que cada uno pueda decir entonces, por más que hoy día muchas cosas aún parezcan
extrañas: lo hemos probado y funciona.

Para eso estará entonces ese Círculo de Agricultores, que trabajará en el más estrecho
contacto con la Sección de Ciencias Naturales, y también con la doctora Vreede, porque será
necesario tener en cuenta indicaciones astronómicas. Naturalmente también participará en
las más diversas formas la Universidad Libre en su totalidad, en especial la Sección de
Medicina. De acuerdo con las intenciones elaboradas por nuestros amigos durante el curso,
en particular por el Conde Keyserlingk y el señor Stegemann, esperamos que la cuestión tome
un derrotero ̶también en el campo práctico ̶ más favorable que muchas otras iniciativas,
que bajo otros auspicios menos calificados, han emprendido algunas personas.

Pero la condición para el éxito ̶ como lo señalé con firmeza una y otra vez ̶ consiste
en lo siguiente: El contenido de este curso ha de ser primeramente propiedad espiritual del
Círculo de Agricultores, de los que trabajan en la práctica. Había también interesados en la
agricultura que no pudieron entonces entrar en el Círculo; a éstos les fue ordenado
expresamente que no siguieran la vieja costumbre antroposófica de contar y transmitir todo a
todo el mundo, porque las cosas sólo pueden adquirir importancia en la práctica si el
contenido del curso permanece en primera instancia dentro del Círculo profesional, si lo
prueban primero los agricultores. El ensayo de algunas cuestiones requerirá cuatro años.
Durante este lapso de tiempo, aquello que dí como indicaciones prácticas no trascenderá el
Círculo de la comunidad agropecuaria, porque no tiene ningún sentido que se hable de ellas,
sino están destinadas a ser realmente practicadas en la vida cotidiana. Y cualquiera que ha
escuchado las conferencias y las repite por ahí, comete algo indebido. Hasta aquí las
cuestiones que se refieren al curso sobre agricultura que, según creo, será fructífero.

También pudo tener lugar en Breslau una función de Euritmia el domingo de


Pentecostés por la mañana, con asistencia extraordinariamente numerosa, y que contó con
una aceptación sumamente favorable por parte del público.

Aparte de estos actos tuvieron lugar muchos otros. Sobre todo de mañana, tenían lugar
los debates sobre temas agrícolas desde aproximadamente las once y cuarto hasta las tres de
la tarde. Eso ocurría en Koberwitz, como dije. Los otros actos tenían lugar en Breslau –lo que
ocurría entre medio lo diré después-- y cada día se cerraba con una conferencia antroposófica
para miembros de la Sociedad, que versaba esencialmente sobre las mismas cuestiones del
karma que expuse aquí hace unas semanas, y allí estuvieron reunidas en diez conferencias *.
Ya he dado un breve informe sobre toda la cuestión en la hoja informativa que acompaña al
“Goetheanum” que acaba de salir en el día de hoy; en ella se habla de las jornadas de
Breslau **.

* “Karma als Schicksalgestaltung des menschlichen Lebens” en “Esoterische Betrachtungen


karmiseher Zusammenhänge”, tomo V, bibligrafía núm.239, Edición Completa, Dornach, 1975.

** Informe en la hoja informativa que acompaña al Goetheanum: Ver “An die Mitglieder! Die
Veranstalungen in Koberwitz und in Breslau” (Manifestaciones sobre K. y B.), en “Was in der
Anthroposophischen Gesellschaft vorgeht/Nachriehten für deren Mitglieder”. (Qué ocurre en la
Sociedad Antroposófica), año I, núm. 24 del 22 de junio de 1924; reeditado en “Die Konstitution der
Allgemeinen Anthroposophischen Gesellchaft und der Freien Hoschule für Geisteswissenchaft. Der
Wiederaufhaubau des Goetheanum 1924-1925”. bibliografía núm. 260a. Edición Completa. Dornach,
1966.

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Aprovecharé para subrayar aquí nuevamente que en base a lo que he podido verificar
en los más diversos lugares, en Praga, en Berna, en París, y ahora nuevamente en Breslau,
puedo decir que aquello que ha partido de las Jornadas de Navidad *: la connotación esotérica
que atraviesa ahora a la Sociedad Antroposófica y que no estaba presente anteriormente, se
recibe ahora en todas partes no sólo en una forma real y francamente satisfactoria, sino con
un hálito profundamente anímico. De modo que verdaderamente hay fundadas esperanzas de
que, ahora que la Sociedad Antroposófica ha cobrado su espiritualidad a través de las
Jornadas de Navidad y que la dirección esotérica en Dornach ya trabaja conscientemente en
forma espiritual, pueda observarse por doquier que no sólo va la corriente hacia afuera, sino
que los corazones de los participantes salen realmente al encuentro de esta corriente.

Se podía ver eso muy, muy claramente en las conferencias vespertinas para miembros.
Y además la cordialidad con que Breslau Koberwitz salieron al encuentro de estas
conferencias, se plasmó de una manera espiritual organizadora, pues había una profunda
comprensión antroposófica que también se había transmitido, concretandose en la meteria.
Sólo preciso mencionar que la última noche, el lunes por la noche en Breslau, en lugar de la
conferencia tuvo lugar una reunión social para cerrar la jornada. Numerosos miembros
habían acudido de muy lejos; hacía mucho tiempo que los de las regiones alemanas no habían
tenido algo así. Desde lejos del oeste de Alemania del sur, y naturalmente también de las
zonas aledañas, acudieron los miembros, de modo que las grandes salas se hallaban
colmadas. Aunque muchos ya debieron partir el domingo, la última noche había aún presentes
en la reunión social unos trescientos setenta miembros que fueron agasajados por los
Keyserling con una cena en Breslau.

Sólo tienen que imaginarse un local en Breslau al que se ha transportado en camiones


de todo lo necesario para atender a trescientos setenta antropósofos que tenían esa noche,
según lo pude comprobar al deambular por el local, un apetito extraordinariamente bueno.

Eso ocurre al mirar cuadros: uno nunca está tan hambriento como cuando ha visitado
una pinacoteca. Aparentemente ocurre lo mismo con las conferencias antroposóficas, y el
hambre se fue acumulando en el curso de los días. Pero lo mejor fue que, aunque los
antropósofos tenían gran apetito y eran trescientos setenta, aún sobró alimento en cantidad.

Estas conferencias constituían, pues, la finalización del día, de modo que las jornadas
estaban enmarcadas por el curso sobre agricultura y las reuniones antroposóficas para
miembros. Entremedias había un curso sobre formación artística del habla a cargo de la
señora Steiner. Hubo dos horas de clase para el grupo de jóvenes de Breslau, y el último
domingo hubo algo más: vino el señor Kugelmann con su elenco de actores, que han iniciado
una nueva forma de arte escénico siguiendo las indicaciones del curso sobre el habla que tuvo
lugar hace dos años aquí en el Goetheanum, y nos presentó “Ifigenia”, lo cual fue en primer
lugar algo realmente muy prometedor respecto a todo lo que ha surgido del curso sobre el
habla.
El tiempo estuvo real y plenamente ocupado, pero por una parte así fue posible contar
con diversos aportes para los miembros que durante largo tiempo estuvieron completamente
privados de poder participar en un acontecimiento antroposófico.

Entre estos actos se hallaban luego las visitas a las fincas, donde se podía observar de
forma natural lo que en todos los órdenes se manifiesta tan claramente en Europa central: la
ruina absoluta de la economía. Me refiero a la actividad económica en general; la finca de
Koberwitz, está excelentemente administrada. La agricultura tiene que continuar, claro está,
pero la vida económica realmente se halla en un estado terrible en Alemania. El lunes
terminaron las actividades, creo que a las once de la noche.

• Rudolf Steiner : “Die Weihnachstagung zur Begründug der Allgemeinen Anthroposophischen


Gesellchaft 1923-1924”, bibliografía núm. 260, Edición completa. Dornach, 1963; como también en
“Die Kosntitution der Allgemeinen Anthroposophischen Gesellchaft und der Freien Hoschule für
Geisteswissenchaft. Der Wiederaufhaubau des Goetheanum 1924-1925”. bibliografía núm. 260a.
Edición Completa. Dornach, 1966.

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El martes pude viajar a Jena-Lauenstein, donde cierto número de nuestros amigos
jóvenes junto a la señorita Ilse Knauer, están creando un instituto terapéutico-pedagógico, no
sólo para niños escasamente dotados, sino para los que presentan veraderas enfermedades
constitucionales y han de ser educados y conducidos en su desarrollo tanto como sea posible.
Este instituto se halla, como dije, en proceso de fundación. Pude inaugurarlo de alguna
manera y ver cómo se incorporaban los primeros niños. De modo que, por así decirlo, he
podido encaminar esta iniciativa en Lauenstein, cerca de Jena.

Luego he venido aquí pasando por Stuttgart. Lo que, dejando de lado todo lo demás, es
motivo de extraordinaria preocupación en Stuttgart es que el Colegio Waldorf, que en el
aspecto pedagógico-didáctico y espiritual realiza progresos extraordinarios, lo económico es
francamente desolador. Imagínense ustedes que esta mañana, por ejemplo, he debido
disponer que las dos divisiones del quinto grado se reordenen para que haya tres, de modo
que ahora tenemos el quinto grado a, quinto grado b, y quinto grado c. También el sexto
grado lo tenemos en tres divisiones. A la mayoría de los grados los tenemos en dos diviosnes,
incluso en los años superiores. Tenemos más de ochocientos alumnos en el Colegio Waldorf.
La cuestión progresa extraordinariamente bien en el aspecto pedagógico-didáctico, y también
en el aspecto espiritual, ¡ pero lo económico del Colegio Waldorf es francamente desolador,
realmente desolador en el más profundo sentido de la palabra!

Tengan en cuenta ustedes que teníamos en el Colegio Waldorf un presupuesto mensual


de 6.000 a 8.000 marcos en las semanas previas a Navidad, lo cual equivale ahora a un
presupuesto mensual de 25.000 a 27.000 marcos como consecuencia de del extraordinario
aumento de los precios de los productos alimenticios en Alemania. Eso, naturalmente, es
terrible. Y desde hace algún tiempo nos hallamos ante la situación financiera de que, de ese
presupuesto mensual de 25.000 a 27.000 marcos, faltan por cubrir de 15.000 a 17.000
marcos, con lo cual tenemos que contar con un déficit mensual en los próximos tiempos de
15.000 a 17.000 marcos oro.
Se trata de una gran preocupación que oprime el corazón, pues todo está dispuesto:
hay un cuerpo docente que incluye a más de cuarenta maestros, y hay más de ochocientos
alumnos. Todo esto ya es difícil de mantener, pero lo es más, en las circunstancias económicas
imperantes en Alemania.

Ahora ha sido posible cubrir, gracias a la voluntad de sacrificio de algunos amigos


antropósofos, 10.000 marcos del déficit mensual para los próximos tres, cuatro o cinco meses
de modo que quedarían por cubrir aún unos 6.000 o 7.000 marcos mensuales en estos tres
meses. Estos podrán ser cubiertos, claro está, pero mis queridos amigos, cuando se trata de
cuestiones que debieran ser manejadas en forma algo práctica, lo cierto es que en la sociedad
antroposófica impera un comportamiento bastante poco práctico.

Sólo es preciso imaginarse, como dije hace poco en una reunión de la Cooperativa del
Colegio Waldorf ̶y ojalá esto se difunda ampliamente, ya que es mucho más importante
difundir estas cosas que lo que numerosas veces ponen en circulación los antropósofos ̶ decía
imaginarse que tenemos en Alemania, calculando por lo bajo, 10.000 antropósofos, y si cada
semana se hiciese una colecta en todos lados, y cada uno diese sólo 50 peniques, se reunirían
facilmente 5.000 marcos, siempre que se hiciese la colecta, claro está. De modo que dije que
en la Sociedad Antroposófica frecuentemente ocurre (es un hecho demostrado) que nuestras
instituciones presentan tan escasa base, que la gente que gustosamente daría su dinero no
sabe en modo alguno cómo hacerlo. De todos modos, esa situación del Colegio Waldorf sigue
siendo dificil de soportar, aunque ahora puedo mencionar que precisamente por la voluntad
de sacrificio de los amigos suizos, en los últimos tiempos se ha aportado una cuota mensual
nada despreciable, al contrario, muy considerable, en parte a través de subsidios directos,
pero en especial a través de padrinazgos para los niños (padrino es aquel que asume una
cuota mensual de 25 a 27 marcos para un niño del colegio Waldorf). Pero la situación en el
Colegio no deja de tener una prespectiva muy incierta y muy preocupante.

Si se presentasen de 250 a 300 padrinos más, y las cuotas de los miembros entrasen
mejor y se efectuasen colectas, no sería todo tan dificil. Naturalmente, es preciso decir que
hoy reina en Alemania una escacez de dinero indescriptible, no es que falten bienes y
servicios, sino que el dinero no circula. En Europa central la vida económica se halla en una
situación muy mala.
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Este es, pues, el informe que les quería dar. Estas cosas demuestran que todo lo que se
hace en el campo antroposófico a partir del movimiento antroposófico mismo, manifiesta en el
presente una gran fuerza. Toda la conformación que ha adoptado el Colegio Waldorf muestra
una fuerza muy, muy intensa, que habita en lo antroposófico. Eso también se advierte en otros
órdenes.
Hay necesidad de aquello que puede dar la Antroposofía. Se anunció un curso sobre
formación del habla, o sea, un curso para el tratamiento artístico del habla, que debía
efectuarse en pocas horas, ya que realmente no había tiempo para tantas cosas. Sin embargo
se apuntaron 160 personas o algo así. No se puede dar a 160 personas enseñanza de
formación del habla en cinco horas, de modo que hubo que hacer que 30 personas se sentaran
siempre delante; éstas recibían una verdadera instrucción del habla, mientras que los demás
sólo podían escuchar. Así pues existen necesidades, necesidades profundas, intensas, de vasto
alcance. Nosotros sólo tendríamos que estar en condiciones de movilizar estas fuerzas reales,
y así podríamos progresar verdaderamente en el obrar antroposófico.

Es un hecho que la concreción de algo como lo acaecido en Breslau debe atribuirse


precisamente, como ya dije, al obrar del “Conde y la Condesa de Hierrro” Keyserlingk, y de
nuestro viejo amigo (que trabaja por su parte desde hace casi tanto tiempo como el
movimiento antroposófico) el rector Bartsch, el cual comenzó a ser antropósofo cuando era
joven y ahora es rector escolar jubilado, pero que sigue sintiendose tan joven junto a otros
que en las palabras de presentación y bienvenida que me dirigió en la primera noche de la
reunión de miembros, tras la conferencia, me llamó “el padre” −¡hecho que tuvo que pagar
muy caro durante los diez días siguientes!

Este es el informe que quería darles de aquellas jornadas, mis queridos amigos,
jornadas que han de interesarles sin duda, porque quizá ahora se logre, partiendo de lo
antroposófico, aportar algo que entre directamente en la vida práctica del ámbito agrícola.
Porque se ve que desde el campo antroposófico es posible colaborar desde ambos lados, de lo
espiritual más elevado y de lo eminentemente práctico. Y en realidad se empieza a obrar
correctamente cuando estos dos aspectos se entretejen en alguna medida y cuando
mutuamente se llevan a la más plena armonía.

Los errores que puedan sobrevenir muy fácilmente en el obrar antroposófico surgen,
precisamente, debido a que por un lado aquello que es espiritual no entra verdaderamente en
la vida real, sino que permanece en una especie de estado teórico o, diría, en una especie de
fe en palabras −ni siquiera en los pensamientos, sino en palabras− y debido a que, por otro
lado no sea posible asimilar de forma correcta la verdad de que lo espiritual puede realmente
participar en la acción práctica inmediata.

No tienen más que considerar, mis queridos amigos, que hoy en realidad nadie
comprende la naturaleza y esencia del abonado. Ciertamente se practica en forma instintiva,
siguiendo tradiciones de origen antiguo, pero la comprensión de lo que en realidad es esencial
en el abonado, no la tiene nadie hoy día. En el fondo no hay nadie que sepa (salvo aquellos
que pueden saber a partir de lo espiritual) lo que significa realmente el abono para la tierra
cultivada, y por qué es necesario e imprescindible en ciertas regiones, y cómo se ha de
manejar. Por ejemplo, no hay nadie que sepa hoy en día que todas las formas inorgánicas de
fertilizantes son justamente las que contribuyen de manera esencial a esa degeneración de la
cual he hablado, a ese empeoramiento de la calidad de los productos agrícolas. Porque hoy
todos piensan simplemente que para el crecimiento vegetal se precisa una determinada
cantidad de nitrógeno, y la gente halla que es totalmente indiferente la forma de preparar el
nitrógeno y de dónde venga. Pero no es así, sino que realmente entre nitrógeno y nitrógeno,
entre el nitrógeno tal como se halla en el aire junto al oxígeno, entre ese nitrógeno muerto y
el otro nitrógeno, existe una gran diferencia. Ustedes no negarán, mis queridos amigos, que
hay diferencia entre una persona que anda viva por ahí y un cadáver, un cadáver humano.
Uno está muerto, el otro está vivo y dotado de alma.

Lo mismo ocurre por ejemplo, para el nitrógeno y las otras sustancias. Existe el
nitrógeno muerto: es el nitrógeno que está en nuestro derredor atmosférico mezclado con el
oxígeno, y que tiene un papel en todo nuestro proceso respiratorio y en el proceso de
convivencia con el aire, éste aire no debe estar vivo, por la sencilla razón de que si viviésemos
en aire viviente, estaríamos constantemente “desmayados”.
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Un aire en el cual muchos seres humanos respiren en forma tal que puedan pensar,
consciente y reflexivamente, ha de estar muerto, su oxígeno ha de estar muerto, su nitrógeno
ha de estar muerto.
El nitrógeno que está en la tierra, tiene que entrar en ella con el abono, que tiene que
formarse bajo la influencia del cielo entero, ese nitrógeno tiene que estar vivo. Son dos
sustancias distintas el nitrógeno que está sobre el nivel de la tierra y el nitrógeno que está
debajo del nivel de la tierra; uno es nitrógeno muerto, el otro es nitrógeno vivo. Y así ocurre
con todo. Lo que es menester para un cuidado continuo de la naturaleza ha caído totalmente
en el desconocimiento en el curso de la era materialista. No se conocen ni las cosas más
fundamentales, y así se perpetúan prácticas basadas quizá en un sano instinto, pero éste
desaparece poco a poco. Las tradiciones desaparecen y el agricultor abonará sus campos
según la ciencia, las patatas, los cereales, todo empeora más y más.
La gente también sabe que todo va empeorando, lo comprueba estadísticamente, sólo
que hoy opone resistencia contra las medidas prácticas que provienen de una concepción
espiritual.
Es de extraordinaria importancia que por una vez se vea claro, se vea lo correcto en
ese orden de cosas. También aquí lo he dicho más de una vez: si alguien tiene una aguja
imantada que siempre adopta determinada orientación, una de las puntas hacia el polo norte
magnético, la otra hacia el polo sur magnético, se consideraría infantil que dijese que dentro
de la aguja imantada se hallan las razones por las que un extremo apunta siempre hacia el
norte y otro hacia el sur. Decimos : aquí está la Tierra, aquí está la aguja imantada: ¿por qué
la aguja imantada apunta siempre con una punta hacia el norte y con la otra hacia el sur?
Porque aquí hay un polo norte magnético y aquí hay un polo sur magnético que orienta la
dirección de la aguja en uno y otro sentido. Se acude a la Tierra íntegra para explicar la
orientación de la aguja imantada. Se consideraría infantil a quien sostuviese que la causa de
todo ello reside en la aguja misma.
Pero igual de infantil es uno si cree que aquello que la ciencia actual observa en el
entorno inmediato de las plantas depende de lo que se ve allí. ¡En el crecimiento vegetal
participa todo el cielo con sus estrellas! Eso hay que saberlo. Eso realmente tiene que entrar
en las cabezas de una vez por todas. Uno tiene que decirse a sí mismo que es tan infantil
ejercer la botánica en la forma habitual hoy en día, como lo sería hablar de la aguja imantada
en la forma en que acabo de decir.
Hay ciertas cosas que hoy cualquier persona culta puede entender, siempre que tenga
sensibilidad siquiera para las más simples premisas de la vida antroposófica.
Es extraordinariamente importante aquello que indiqué en Penmaenmawr* por vez
primera el año pasado. La gente ni siquiera sabe hoy en día cómo se alimentan el hombre y el
animal, por no hablar de una planta. La gente cree que la alimentación consiste en que el
hombre come las sustancias de su alrededor, que las mete en la boca y luego llegan al
estómago; que se “deposita” una parte y otra parte se va; luego la parte que se ha depositado
es consumida y por tanto también se va, y que luego ésta es reemplazada nuevamente.
Actualmente imaginamos la alimentación de una forma totalmente superficial. No es cierto
que huesos, músculos y demás tejidos sean construidos con los alimentos que el hombre
incorpora a través de su estómago; eso sólo vale realmente para la cabeza humana. Todo
aquello que se difunde en el hombre por la vía de los órganos de la digestión con un
procesamiento ulterior, constituye el material, en forma de sustancia, para la cabeza humana.
Todo aquello que se difunde en el hombre por la vía de los órganos de la digestión con un
procesamiento ulterior, constituye el material, en forma de sustancia, para la cabeza y para
todo aquello que se deposita en el sistema neuro-sensorio con todo lo que le corresponde;
mientras que, por ejemplo, las sustancias que se requieren para los miembros y los órganos
del metabolismo mismo, o sea para conformar, digamos, los huesos largos para las piernas o
los brazos, o los intestinos para el metabolismo, no son formados por el alimento incorporado
a través de la boca y el estómago, sino que son incorporados de todo el medio circundante por
la respiración e incluso por los órganos sensorios. En el hombre tiene lugar constantemente
un proceso tal que lo incorporado a través del estómago fluye hacia arriba y es utilizado en la
cabeza; lo que es incorporado en la cabeza (y correspondientemente en el sistema neuro-
sensorio) a partir del aire y el entorno restante, fluye, en cambio hacia abajo, y de ello surgen
los órganos del sistema metabólico y las extremidades.

• Ver Rudolf Steiner: “Initiations-Erkenntnis”. Die geistige und physiche Welt- und
Menschheitsentwickelung in der Vergangenheit, Gegenwart und Zukunft, vom Gesichtspunkte dor
Anthroposophie”, 13 conferencias, Penmaenmawr, 19 a 13 de Agosto de 1923; bibliografía núm. 227.
Edición Completa. Dornach. 1960. -8-
Si ustedes quieren saber, entonces, en qué consiste la sustancia del dedo gordo del pié,
no deben fijarse en los alimentos. Si ustedes preguntan a su cerebro: ¿de dónde viene la
sustancia cerebral?, entonces tienen que fijarse en la alimentación. Pero si quieren conocer la
sustancia del dedo gordo del pie, importa lo incorporado por la respiración, por los órganos
sensoriales, e incluso por la parte incorporada pòr los ojos. Ello vale mientras no se trate de
las sustancias sensoriales, o sea, del calor y demás –aquí, la alimentación también la
proporciona el estómago-- sino de las sustancias estructurales y otras relacionadas con ellas.
Y todo esto entra en los órganos a través de un ciclo de siete años, según lo he expuesto aquí
más de una véz, de modo que, en cuanto a la sustancia, el hombre se halla construido por
sustancia cósmica en lo referente a su sistema metabólico-motor, es decir, a los órganos
correspondientes; sólo el sistema neuro-sensorio está edificado con sustancia telúrica,
terrenal. Pues bien, vean ustedes que éste es un hecho de una importancia tan fundamebntal
que sólo con su conocimiento puede la vida física del hombre y del animal ser juzgada
cabalmente. Ynada de esto se da en la ciencia actual, ni siquiera los recursos para saber algo
así. No es posible saberlo con la ciencia actual; no, porque si la ciencia actual trabaja con sus
recursos, en modo alguno puede llegar a ese punto. Es imposible; no tiene la menor
perspectiva de alcanzarlo.
Estas cosas debieran ser consideradas a fondo. Por no hacerlo hoy día tenemos esta
separación entre teoría y práctica. La práctica actual está vacía de espíritu, es una mera
rutina. Pero aquello que viene realmente del espíritu no es impráctico, sino que se torna
eminentemente práctico.
Rudolf Steiner
Dornach, 20 de Junio de 1924

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