0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
51 vistas2 páginas
La herejía puede contribuir al fortalecimiento de la fe cristiana al desafiar las creencias establecidas y motivar un examen más profundo, como lo hicieron los herejes Pelagio, donatistas y arrianos que fueron refutados por san Agustín. A lo largo de los siglos han surgido varios movimientos heréticos como el pelagianismo, arrianismo y nestorianismo que negaban aspectos como la divinidad de Cristo, la necesidad de la gracia divina o consideraban a María solo como madre de Cristo en lugar de Theotokos
Descripción original:
Título original
La herejía como destrucción o contribución a la fe cristiana.docx
La herejía puede contribuir al fortalecimiento de la fe cristiana al desafiar las creencias establecidas y motivar un examen más profundo, como lo hicieron los herejes Pelagio, donatistas y arrianos que fueron refutados por san Agustín. A lo largo de los siglos han surgido varios movimientos heréticos como el pelagianismo, arrianismo y nestorianismo que negaban aspectos como la divinidad de Cristo, la necesidad de la gracia divina o consideraban a María solo como madre de Cristo en lugar de Theotokos
La herejía puede contribuir al fortalecimiento de la fe cristiana al desafiar las creencias establecidas y motivar un examen más profundo, como lo hicieron los herejes Pelagio, donatistas y arrianos que fueron refutados por san Agustín. A lo largo de los siglos han surgido varios movimientos heréticos como el pelagianismo, arrianismo y nestorianismo que negaban aspectos como la divinidad de Cristo, la necesidad de la gracia divina o consideraban a María solo como madre de Cristo en lugar de Theotokos
La herejía como destrucción o contribución a la fe cristiana.
La herejía proviene de la libertad de espíritus que Dios en su inmensa bondad regala al
hombre y no existe solo con la finalidad de dañar la fe, sino que busca fortalecerla por medio de cristianos comprometidos y sagaces en relación con esta un buen ejemplo es el gran obispo de Hipona, quien con su sana y recta doctrina enfrento la del monje bretón Pelagio, a los donatistas y en menor medida al movimiento arriano, todos grupos que atentaban contra la unidad del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Pero estos no fueron los únicos ya que con el transcurrir de los siglos surgieron movimientos como los melquisedianos, para quienes el sacerdote del Antiguo Testamento Melquisedec que salió al encuentro de Abram, era más importante que el mimo Jesús. Pero este movimiento era casi insignificante frente al monstruoso arrianismo, movimiento nacido en el interior de la iglesia antioquena, que niega la divinidad de Cristo y del Espíritu Santo, y además indica que Cristo no es engendrado, sino un mero hijo adoptivo de Dios. Toda una herejía y escándalo que el concilio el concilio De Nicea condeno y respondido con el credo de Nicea en el cual se rezaba que: Cristo es Dios de Dios, Luz de Luz. Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre. Acción que trajo como consecuencia el destierro del obispo Atanasio a Tréveris. Pero el fenómeno arriano no fue el único que trato de poner en jaque a la Iglesia y al misterio del Dios uno y Trino. Sino que a partir de lo acaecido en oriente se presentó todo un fenómeno herético en el imperio occidental de índole psicológico que se preguntaba por cuestiones como la libertad humana, la predestinación, el pecado, la gracia, la fe y las obras; pero tal vez uno de los temas que más toco a la Iglesia en occidente fue la postura de Donato, el cual puso en tela de juicio la valides del sacramento del bautismo suministrado por un sacerdote que por miedo a la persecución de Diocleciano vacilo en la confesión de su fe. Postura que lleva al donatismo a hablar de una Iglesia de “puros” y “santos” y otra de “traidores”, actitud que fue confrontada por el ya anterior mente mencionado gran Padre Agustín de manera contundente como lo demuestras sus numerosos escritos y la conferencia de Cartago de 411. Pero el pelagianismo y el arrianismo no eran las únicas herejías que buscaban dividir a la Iglesia, ya que no se pueden dejar pasar por alto a los pelagianos; para quienes no era necesaria la gracia de Dios como ayuda del hombre frente al mal, sino que este podía buscar su salvación desde sus fuerzas y méritos, actitud con la cual se menoscaba el papel de la gracia en la vida del hombre. Su herejía llego a indicar que el bautismo no era necesario para la remisión de las falta ya que el pecado de Adán era personal y no se trasmitía a la humanidad. Entorno a la figura de cristo se puede señalar que lo veían como un modelo al cual todos los hombres deben imitar en sus excelsas virtudes morales. Como movimiento herético encontró un fuerte martillo que con suma caridad lo enfrento, Agustín. El Nestorianismo fue otro movimiento que en su momento género gran dolor dentro del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, al ver a Cristo más como hombre que Dios, afirmación que no solo ponía en tela de juicio las naturalezas del señor, sino que llegaba al punto de señalar que María virgen no era Theotokos (la que Dio luz a Dios) sino solamente madre de Cristo Chistotokos, lo que genero un inmediato rechazo de la Iglesia. Al punto que está en el concilio de Éfeso, del año 431 la declaro oficialmente Theotokos, y se venció dicha herejía.