Está en la página 1de 4

Obra Adaptada

LA ABEJA HARAGANA

C.A.I.
CENTRO DE ACTIVIDADES INFANTILES
OBRA ADAPTADA: “La abeja haragana”

Autor: “Horacio Quiroga”

Institución: Escuela de Hermanas

C.A.I 2018

Primer Escena
Decorado: En el medio una colmena grande y alrededor árboles. En frente muchas flores.
Narración: Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir,
recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de
conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo.
Era, pues, una abeja haragana. Todas las mañanas, apenas el sol calentaba el aire,
la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba
con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo
día. Zumbaba muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir, y así
se lo pasaba todo el día mientras las otras abejas se mataban trabajando para llenar la
colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién nacidas.
Como las abejas son muy serias, comenzaron a disgustarse con el proceder de la
hermana haragana. En la puerta de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que
están de guardia para cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen
ser muy viejas, con gran experiencia de la vida y tienen el lomo pelado porque han
perdido todos los pelos de rozar contra la puerta de la colmena.
Un día, pues, detuvieron a la abeja haragana cuando iba a entrar, diciéndole:
-Compañera/o: es necesario que trabajes, porque las abejas debemos trabajar.
La abejita contestó:
-Yo ando todo el día volando, y me canso mucho.
-No es cuestión de que te canses mucho -respondieron-, sino de que trabajes un poco. Es
la primera advertencia que te hacemos.
Y diciendo así la dejaron pasar.
Narración: Pero la abeja haragana no se corregía. De modo que a la tarde siguiente las
abejas que estaban de guardia le dijeron:
-Hay que trabajar, hermana.
Y ella respondió enseguida:
-¡Uno de estos días lo voy a hacer!
-No es cuestión de que lo hagas uno de estos días, mañana mismo no te dejaremos entrar
luego de que vengas de dar tus paseos.

Segunda Escena
Narración: Y así lo hicieron, las abejitas más trabajadoras al día siguiente muy enojadas
se pusieron en la puerta y no dejaron entrar a la abeja haragana tal y como se lo habían
dicho.
-Alto ahí abejita haragana, hoy no entrarás, dormirás sola afuera de la colmena. Debes
aprender la lección y entender que en la vida hay que trabajar en equipo y no pensar en
solamente en un mismo.
-¡Perdón! -gimió la abeja-. ¡Déjenme entrar!
-Ya es tarde -le respondieron.
-¡Por favor, hermanas! ¡Tengo sueño!
-Es más tarde aún.
-¡Compañeras, por piedad! ¡Tengo frío!
-Imposible.
-¡Por última vez! ¡Me voy a morir!
Narración (acompañada de la interpretación): La abejita sola y sin refugio alguno al cual
ir pensó mucho esa noche, pensó una y otra vez en todo lo malo que había hecho. Una
noche fría y oscura sin el acompañamiento y el cuidado de las demás abejitas le sirvió a
la abeja haragana para entender que la vida no se trata solo de dar paseos, sino que
primero está la familia y el deber.
-Cuánto extraño mi cama calentita y a mis amigos y amigas. Ahora entendí porque debí
ayudar a llevar miel todo este tiempo, la vida no es solo estar sin hacer nada todo el día
paseando por ahí… todas las demás abejitas este tiempo estuvieron trabajando demás por
mí y para que pueda descansar todo el día. Mañana mismo seré la primera en llevar la
miel y no solo eso sino que seré la que más miel junte!
Tercera Escena
Narración (acompañada de la interpretación): El día era hermoso, el sol radiante
asomaba y ya era hora de trabajar. Todo era un día común y corriente Villa Abejas hasta
que cuando todas las abejas asomaron sus cabezas para ir a trabajar se dieron cuenta
que la puerta de la colmena estaba repleta de miel.
La abejita haragana por primera vez en su vida tomo la iniciativa y llevó toda la miel
que pudo para que las demás abejitas trabajadoras tengan un día de descanso.
- Queridas abejitas trabajadoras, después de pasar la noche sola y sin mi cama
calentita, me di cuenta que no es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien
nos hace tan fuertes. No habría necesitado tener que trabajar toda la madrugada,
si hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá,
como trabajando. Pero lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí
aquella noche solitaria y hoy las recompenso a todas de esta manera para que
ahora ustedes puedan ser las que den un paseo.

También podría gustarte