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RESUMEN: La tesis central de este artículo es que “los centros de encierro” disciplinarios descritas por Foucault:

“cárcel, hospital, fábrica, escuela, familia, atraviesan una crisis generalizada”. Vivimos la decadencia de la
“sociedad disciplinaria”, que fue “la sucesora de las sociedades de soberanía”, cuyos fines y funciones eran
completamente distintos. Estas surgieron en los siglos XVII y XVIII hasta mediados del XX, y fueron el tema
central de las investigaciones de Foucault.
La sociedad actual es denominada como “sociedad de control” y éste se ejerce fluidamente en espacios
abiertos, en forma desterritorializada, mediante los psico-fármacos, el consumo televisivo, el marketing, el
endeudamiento privado, el consumo, entre otras modalidades. Lo esencial en ellas son las cifras fluctuantes e
intercambiables como las que muestran el valor de una moneda en las otras, el movimiento incesante del surf que
sustituye los deportes lentos y estratégicos como el box. Las fábricas son reemplazadas por las empresas, que
son formaciones dúctiles y cambiantes, las máquinas simples por sistemas computarizados de producción y
control. La in-dividualidad es sustituida por “divuales” externos, informatizados e informatizables, que se
desplazan en un espacio virtual.

Sociedad soberana – Sociedad disciplinaria – Sociedad de control


Sociedad disciplinaria: Fabrica con menor salario para mayor producción – Ámbito de encierro
Sociedad de control: Controlario con salario variado como incentivo – Mecanismo de control – Internalización de
este – Control al aire libre – Salario inestable – Salarios competitivos para que no haya unidad – El hombre ya no
está encerrado, sino endeudado – Instituciones deformables, inestables
Tres cuartos de la población mundial están en extrema miseria porque son demasiado numerosos para encerrarlos
y demasiado pobres como para endeudarlos – Es decir, su no disciplinariamiento, por decirlo así, sea mediante el
control o el encierro, es la causa de esta pobreza. Su no sometimiento es su perdición.

Los encierros son moldes, vaciados bien diferenciados, pero los controles constituyen una modulación, como
una figura de molde autodeformante que sin cesar cambiara de un momento a otro o como un tamiz cuya malla
se transmutara de un punto a otro. Esto resulta obvio en lo que respecta a los salarios: la fábrica era un cuerpo
que contenía sus fuerzas internas en un nivel de equilibrio: el más alto en términos de producción, el más bajo
en términos de sueldos. Pero en una sociedad de control, la corporación ha tomado el lugar de la fábrica y la
corporación es un espíritu, un gas. Sin duda la fábrica ya estaba familiarizada con el sistema de las
bonificaciones, pero la corporación se mueve más a fondo, para imponer una modulación de cada salario, en
estados de perpetua metaestabilidad que operan mediante el reto, el concurso y las altamente cómicas sesiones
en grupo.

En las sociedades disciplinarias uno siempre tenía que empezar de nuevo (del colegio al cuartel, del cuartel a
la fábrica), en tanto que en las sociedades de control uno nunca da por terminado nada. En El proceso, Kafka -
quien ya se había colocado en el punto eje entre dos tipos de formación social- realiza una descripción de las más
temibles formas judiciales: la aparente absolución de las sociedades disciplinarias (entre dos encarcelamientos),
y la prórroga ilimitada por parte de las sociedades de control (en variación continua).

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