Está en la página 1de 4

PSICODRAMA

UNA ACTIVIDAD TRANSFORMADORA


Eduardo Pavlosky

“¿se puede plantear al psicodrama como una vía alternativa de exploración de la


subjetividad, en ámbitos de inserción cotidianos, mas allá de la clínica? Conocer los
orígenes de la práctica psicodramatica nos puede llevar a reflexionar acerca de este y
otros interrogantes. Para ello convocamos a Eduardo Pavlovsky psicodramatista,
psicoanalista, actor, autor teatral, quien nos adentra en el conocimiento de la
introducción de esta practica en nuestro país en la década del 50 y nos acerca a los
alcances de la misma en la actualidad, en un intento de forjar espacios de unificación
y transformación”

Las dictaduras militares en Latinoamérica, procesos siniestros que instituyen el terror


radicalizan de cierta manera expresiones científico ideológicas, prácticas concretas o
construcciones estrictamente conceptuales sobre el quehacer del trabajador de la salud.
En la Argentina, durante la ultima dictadura, algunas personas del campo “psi”
retomaron algo que tiene que ver con el cuerpo, una ética del discurso peculiar a la vez
que se comprometieron con distintas organizaciones de Derechos Humanos. Ese fue,
entre otros, un intento de reconstruir una trama social lacerada en sus entrañas, mientras
otros realizaban trabajos de abierta complicidad con la opresión. Correlativamente, un
sector se aboca a pensar el atravesamiento del sujeto por el Complejo de Edipo
estructural y la lógica del significante, mientras los genocidas asesinaban y torturaban
amenazando a toda la población.
Comienzo el texto señalando esta situación pues no es posible pensar el devenir de un
movimiento desdialectizandolo del contexto social, ideológico, histórico y político del
que adviene en este caso el “Proceso” viene a desmantelar ciertas corrientes ya
desarrolladas.
Para hacer historia del nacimiento de Psicodrama latinoamericano hay que marcar una
doble línea. En el año 58 Jaime Rojas Bermúdez, Maria Rosa Classerman, Carlos
MArtinez, Fidel Moccio y yo hacíamos psicoterapia de grupo con niños, allí aparece el
psicodrama por la actividad lúdica de los mismos infantes y no porque nosotros lo
hallamos introducido premeditadamente como herramienta de nuestro quehacer de
terapeutas. Al no haber estudios sistematizados de la técnica que nos permitieran
repensar nuestra practica, al no poder supervisar psicoanaliticamente la actividad de los
nueve grupos que coordinábamos nos reuníamos en el Hospital de Niños Moccio,
Rojas, MArtinez, Classerman y yo. En esos encuentros dramatizábamos entre nosotros
lo acontecido en el grupo entregándonos pasionalmente a dicha actividad, siendo que
algunos éramos psicoanalistas provenientes de la APA. Esto entraba en lo que Giles
Delleuze llama “ régimen de afectación”, pues nos implicaba centralmente en la
posibilidad de elaborar aquello que nos comprometía en lo cotidiano. Apartir de ello, en
el año 62 realizamos un viaje a Nueva York para conocer a Moreno y con el
dramatizamos fragmentos de nuestra propia vida. Al retornar comenzamos a formar
gente, dado que Moreno nos da el aval para ser miembros de la Internacional
Psicodramatica. Allí se produce una bifurcación por cuanto Rojas profundiza en el
psicodrama Moreniano cuando Moccio, Martínez y yo intentábamos instalar un
dispositivo psicodramatico de corte psicoanalítico. Con ellos comenzamos a reunirnos,
también en hospitales fiajandonos como tarea la labor de sistematizar nuestra actividad
dado que no existía en la Argentina producción de estas características. En un primer
momento tratábamos de plasmar en los escritos cuestiones fundamentales: ¿Para que
psicodramatizar? ¿Por qué hacerlo? De allí los libros “Niños y adolescentes”
“Psicodrama psicoanalítico grupal” entre otros, como intento de categorizar la practica
que llevábamos a cabo. Ese era nuestro principal anhelo, no sujetarnos al rigor
académico. En el año 71 notamos que el psicodrama comienza a proliferar masivamente
por grupos provenientes de Brasil y Estados Unidos, acontecimiento que deriva en el
cuestionamiento que nos hacemos ¿con quien hacemos psicodrama, cuando lo hacemos,
en que ámbito situacional? El replanteo viene dado, en nuestro caso, por percibir como
lo grupal puede ser una herramienta concreta de control ideológico, reproducción social
y vigilancia. Desde esa perspectiva se deja de hacer grupos para realizar una obturación
de aquello que el mismo grupo trae como tal y se lo sujeta a la normatividad funcional
del sistema de relaciones sociales en que vivíamos. Con claridad esta gente, a caso
influida por la cosmovisión de la iglesia, impone emblemas e ideales, a los que
identificarse: la filosofía de la resignación. Todo esto lo sentíamos, nos atravesaba el
propio cuerpo dado que, para poder debatir, realizábamos las actividades que ellos
organizaban. En el año 1971, durante el Congreso Internacional de Psicodrama en
Holanda, el “Grupo experimental latinoamericano psiodramatico” del que formamos
parte, lee un manifiesto en el cual revelábamos nuestras diferencias ideológicas y
conceptuales. A esto debe articularse el movimiento verdaderamente alternativo que
constituyeron “Plataforma” y “Documento” de los cuales formábamos parte algunos de
nosotros. En el año 73 el grupo se separa, Martinez buscaba seguir reflexionando sobre
el desarrollo de su propia experiencia, Moccio ya se entrega a sus trabajos que
relacionan la creatividad y la grupalidad. H. Kesselman, L. Frydlewsky y yo, iniciamos
otro tipo de trabajo que hoy se lo conoce como “Multiplicación dramática”. La misma
no se agota en la reactualizacion de historias pretéritas, edipicas, sino que crean nuevas
tramas por las que circule la polivalencia de sentido de lo grupal. Permite programar
nuevas situaciones en los grupos al tiempo que los mismos comienzan a ser pensados
como PRODUCTORES DE SUBJETIVIDAD. Replantea el rol del coordinador grupal
sus modalidades de intervención y reflexión. En este sentido el psicodrama se enclava
en un dispositivo más amplio: lo grupal. Otro acontecimiento organizador fue el
vislumbrar la necesariedad de reconstituir toda una corriente de pensamiento y acción
como modo de unificar a los analistas dispersos por la dictadura. Junto a Osvaldo
Bauleo, Juan Carlos De Brasi, Hernan Kesselman, creamos un espacio de referencia y
discusión que se condensa en las sucesivas publicaciones de “lo grupal”. Se puede decir
que esto respondió al compromiso y la lectura ideológica que nos impulsa a la
recreación de prácticas diferentes desarrolladas en otros países como también el intento
de historizar al re-enunciar lo que se había hecho aquí y el Terrorismo de Estado aborto.
Podríamos afirmar, en este punto, siguiendo nuevamente a Delleuze, que el psicodrama
puede transformarse en un aparato de captura, cuando lo que instala lo grupal son líneas
de fuga. De modo que se trata, en todo caso, de un psicodrama que permita comprender
y analizar diferentes niveles de la realidad humana en su despliegue dinamizante (de lo
material hasta lo deseante), distintas dimensiones de complejidad y de calidad de los
procesos que se ponen en juego. La otra línea sobre la que hay que hechar luz la
constituye el hecho actual que señala que, el psicodrama, ha trascendido ampliamente
los fines terapéuticos que lo signaron inicialmente, ya que no se lo demanda en un plano
estrictamente clínico. La dictadura en nuestro país, destruye todo lo que tenga que ver
con lo grupal, en el que, como ya lo señalamos, el psicodrama se inserta.
El Terrorismo de Estado es remplazado, con las diferencias existentes entre uno y otro,
por un estado autoritario que hace que los lazos colectivos sean frágiles por encontrarse
las estructuras de participación-organización vaciadas, como productos de la imposición
del proyecto neo-liberal y su modelo de hombre indiviso y aislado de otro.
Correlativamente no se le contrapone ningún proyecto consistente y adecuado por parte
de los sectores progresistas. Otra determinación de la caída masiva de las ilusiones
populares la constituye la celeridad con que se han producido los cambios en los países
socialistas del este Europeo. Asi y todo esto no impide que lo grupal fluya por la
capilaridad, por los intersticios más inesperados y generalmente, emerge por ímpetu de
los jóvenes. Eso no niega la resaca del Proceso como grupo de militantes faccistoides,
herederos del horror, con una concepción estético-ideológica monstruosa. No obstante,
ante la tragedia social y la indiferencia, otros adolescentes en su búsqueda pulsante
procuran fundar nuevos espacios de identidad existencial, espacios extra territoriales a
los institucionalizados. Es notable que lo estético con sus variaciones social-históricas
permita la aparición en el cuerpo expresando dudas, temores, incertidumbres, la
esperanza, el amor y el odio. Aquí esa trascendencia de lo clínico aparece como
necesidad de la gente de agruparse ante el despojo que padece en otros espacios sociales
para así conquistar instancias no capturadas por la ideología hegemónica. Es gente que
esta sensibilizada ante lo dramático de nuestra realidad y busca formarse para abrir
lugares de intervención comunitaria, producir campos de encuentros, de espontaneidad
de co-operación, para así inventar una cultura alternativa y critica. Se asume de este
modo la función de enlazar, eslabonar, ligar, adquirir conciencia a partir del contacto
con el otro. Tenemos que comprender que debemos tener en cuenta que, ante la
enajenación propuesta, hay que estar atentos al interrogarnos permanentemente para
hallar respuestas que nos organicen y humanicen.
Para ir definiendo nuestros roles es dable señalar algunas cuestiones. Una de ellas es
que Menen es producto de circunstancias casi matemáticas en el plano nacional e
internacional, algunas de ellas han sido señalas someramente y hay que agregarle el
desengaño de la comunidad ante el incumplimiento de la dirigencia política de apostar a
la creación de un Estado democrático que satisficiera sus necesidades básicas. El
presidente sabe que aquí en la Argentina, con la singularidad de sus procesos histórico-
sociales, pueden acaecer fenómenos similares a los de Venezuela. Advendrán
acontecimientos colectivos inéditos, acaso no políticos en su inicio pero politizados a
posteriori, al tiempo que se erigirán medidas represivas tan violentas como
insospechadas. Por eso es una necesidad ineluctable que creemos nuevos discursos,
nuevas practicas, nuevos saberes, en los que se sintetice todo nuestro potencial creador,
única instancia a la que podemos apelar ante lo arrasador de este sistema inhumano y
reserva fundamental para acompañar los fenómenos de alta complejidad que definen
nuestro aquí y ahora. Este es un momento muy peculiar en el que la derrota no se agota
en si misma, en la vacuidad posmoderna que intentan imponer como mandato, antes
bien, se trasmuta en apasionante. Esta afirmación no conlleva el goce masoquista que se
le endilga a quien se entrega a la derrota. Revela que algo podemos hacer ante las
operaciones de la cultura hegemónica que al exponer todo “obscenamente” ( según el
termino de Baudrillard) generan la fantasía y transparencia cuando en realidad
escamotean la verdad. Son ellos mismos los que en apariencia inician una cruzada a
favor de la democracia para combatir la corrupción. Por ello la nueva generación
encauza toda su capacidad para generar nuevos planos de militancia no convencionales,
crear espacios de pertenencia-pertinencia en los que se reparen los vínculos de
solidaridad, de comunicación, de acercamiento, de esclarecimiento, como contra
modelo a las redes identificatorias impuestas que no llevan a otra cosa que al
silenciamiento.
El psicodrama se inscribe en este nuevo movimiento de reformulación dado que en las
constantes discusiones que mantenemos, notamos que lo inédito circula por el sendero
de mantener dispositivos, practicas concretas, que no fueran clínicas. El psicodrama es
una actividad, en ese sentido privilegiada para la exploración de la subjetividad y los
atravesamientos múltiples que en ella hace lo social-histórico. Podría aseverar que
existe una importante producción por lo que llamamos “laterales”, vías alternativas que
se arman con humildad. Por ello no podemos claudicar de promover todas las formas de
Intervención que faciliten el nacimiento de nuevas concepciones. Estas pueden ser
acontecimientos en cualquier lugar (sociedades de fomento, hospitales, universidades,
asambleas barriales) que produzcan movimientos que puedan oponerse al aparato
monolítico que sofoca y aprisiona a las mass- media.
Aunque hoy lo alternativo se encuentre disperso en experiencias micropoliticas las
mismas pueden unificarse cuando la historia concreta, no azarosa, las haga confluir en
un suceso que las trascienda en si mismas y convoque al desafió de transformar y
cambiar lo macropolitico.
No obstante el cansancio y sentimiento de inutilidad nos invaden, no podemos de dejar
de dinamizar espacios inertes, esterilizados, verdaderamente siniestrados. Acaso sea esa
la tarea que se impone ante la visión del mundo que profetizan mesianicamente los que
aniquilan las diferencias para entrar al “ primer mundo” asestando la estocada de la
competencia animalizante para pertenecer al “nuevo orden mundial”

También podría gustarte