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1

Cabeza de macho

Winétt de Rokha
Poetisa chilena

La mancha trágica de tus cabellos,


encarna un mar fascinante y entenebrecido.

Albea tu frente magnífica, escrita de surcos,


y tus sienes como dos azucenas puras.

Tus cejas y tus pestañas interrogadoras


recogen la esmeralda enferma de tus ojos.

Se destaca en la oscuridad del fondo


tu nariz de águila meditativa.

Tus labios destilan dolor y pasión


y están maduros para el beso.

Piedra con alma, sonríe tu cara de ídolo


dormida en la canasta de rosas de mi pecho.

2
El Reposo

Blanca Wiethüchter
Poetisa boliviana

Entro en mi casa
y me alojo en su centro
esperando la temperatura
que enmudece los ruidos inútiles.
En un andar del silencio
comienza el mundo
en un olor a fuego
en una hoja
en un cambio de sábanas
en una gana de hacer cosas
no siempre precisas.
Ya no soy la misma
y mis pasos en la voz
resuenan más oscuros.
Otro es el sol que arde
en los crepúsculos que contemplo
viajera inmóvil
pienso
sólo quiero cuidar de lo vivo
y tener luz
para él
y mis niñas.

3
Te estoy perdiendo

Washington Delgado
Poeta peruano

Te estoy perdiendo
en cada voz que escuchas,
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo,
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo.
Ser como la luz
que te envuelve, por la que dejas
un retazo de sombra. Ser
como la noche que te obliga
a un pensamiento, a un deseo,
a un sueño.
Ser una materia leve,
una corriente extensa
que te persiga siempre.
No ser esto que soy
y que te está perdiendo.

4
Árbol en la niebla

Washington Benavides
Poeta uruguayo

Ese pobre árbol en la niebla.


Con algo de monje albigense ante un feroz
concilio vaticano.
Ese pobre pino o abeto (no logro
identificarlo bien)
en el dominio de la niebla.
¿Qué roza terrible qué hambriento
fuego volvió cenizas a sus pares
que (los sobrevivientes) se agrupan
temerosos
tras la cañada?
Ese pobre árbol en la niebla.
El resto del mundo (si aún existe)
no se ve por ningún lado.
Ese pobre monje albigense ante el
concilio vaticano
ese pobre abeto
ese pobre pino
desamparado espera la sentencia.
El mundo dominado por la niebla
nada de bueno le anticipa.

5
Mi muerte son las cosas

Walmir Ayala
Poeta brasileño

Mi muerte son las cosas


y no poder asirlas,
la materia que existe
y resiste
a mi suerte,
como las estrellas.

Mi muerte es la mañana
que se extiende clarísima
sin temor, y este amor
de mi desesperanza
sola, como un clamor.

Mi muerte es esta voz


que la garganta ansía
y no cabe,
entera cabe
en estos ojos míos
que la lágrima incendia.

Sobre todo es
este deseo
de llorar e ir llorando
con una única pregunta:

Traducción: Pilar Gómez Bedate

6
El ojo de la cerradura

Vilma Vargas
Poetisa de Costa Rica

No podría llegar aunque camine mucho.


Todo, absolutamente todo, es horizonte.
El movimiento de tus párpados me aleja.
Busco y te escondes,
lanzo al agua una piedra
y no se rizan las ondas,
vuelvo donde tu estás
y pasamos sin vernos,
nada busco en ti que no sea mío.
¿”Dónde apacientas tus rebaños”?
Abro una puerta y otra puerta se cierra.
En esta habitación tú giras y yo giro,
no hemos dejado de perseguirnos,
de mirarnos por el ojo de la cerradura

7
Arte poética

Vicente Huidobro
Poeta chileno

Que el verso sea como una llave


que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;


el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡ oh Poetas !


hacedla florecer en el poema;
sólo para nosotros
viven todas las cosas bajo el Sol.

El poeta es un pequeño Dios.

8
Canción del despojado

Vicente Basso Maglio


Escritor uruguayo

Alísame el oleaje; la dura sal aparta


Del suelo de la mar... Abiertos sobre músicas
Llevemos estos rudos días de grandes mástiles
Hacia donde abrazamos las alegres cinturas!

Marineros llegados a los pozos azules


Se ponen a soñar sobre el viejo ancladero...
Y después de dorarlo, como al trigo maduro,
En dulzura devuelta, han segado el velero.

Y como si ya fueran caracoles profundos,


La frescura les alza la canción sin verdores
Desde el fondo dormido de la barca desnuda
Y desde el corazón que, por fin, se despoja!

9
Del modo en que se me ocurren las cosas en Tambillo

Humberto Quino Márquez


Poeta paceño, Bolivia

Aldea donde el aire nos halla solos


Con la cabeza terrestre / Errabundos
Hay algo en mí / Que vive en tus raíces
Yo te miré en los cerros
En la paja brava
En mi abuelo José María
Aquí estoy / Oculto para mí mismo
¿Me roerás la sombra
La aguja de la prehistoria?

Seres resplandecientes habitan tus casas de adobe


Piedras sin llama / Sueños desiertos
Fantasmas invadidos por el viento de la tarde
Ese resorte que no asoma a la muerte.

10
Como delicada huella

Tomás Garcés
Poeta español

Como delicada huella de pájaro en la nieve,


evanescente huella,
como flor del almendro, la breve vida
se aleja con el viento.

Aquel nombre que el amante entregó a la corteza,


a la herida corteza,
es un signo olvidado que nadie leerá.
Como la vida se disuelve.

Huidiza huella del pájaro en la nieve!


Sale el sol que la borra.
En la playa, la ola —pie de plomo, leve ala—
entierra en la arena arenas.

11
Libre y cautiva

Stella Sierra
Poetisa panameña

Por sentirme despierta en la cautiva


morada oscura de su sangre, llevo
este amargo laurel de gajo nuevo
y esta miel de cilicio rediviva.
Y no quiero saberme fugitiva

de la celda de amor en que me muevo;


porque el ángel te encuentre, yo renuevo
mis llamadas de intacta sensitiva.

Extenderás tu mano que —imposible—


quiere lograr la flor indivisible;
su cauto aroma velará tu frente.

Como cierva te huí. ¡Qué te encadena


más ese afán de hallarme en la colmena,
carcelera celosa de tu mente!

12
Aquí

Sophia de Mello Breyner Andresen


Poetisa portuguesa

Aquí...
Aquí, depuesta al fin mi imagen,
Todo lo que es juego y es pasaje,
Dentro de las cosas canto desnuda.

Aquí soy libre -eco de la luna


Y de los jardines, los gestos recibidos
Y el tumulto de los gestos presentidos,
Aquí soy yo en todo cuanto amé.

No por aquello que sólo atravesé,


No por mi rumor que sólo perdí,
No por los actos inciertos que viví,

Sino por aquello donde resoné


Y en cuyo amor de amor me eternicé.

Versión de Diana Bellessi

13
Desgarrón

Selva Casal
Escritora uruguaya

Yo soy un desgarrón que nada sacia


encendido de furia
un desgarrón que cuando el mundo arda en llamaradas
y todos los clarines del cielo te celebren
junto a ti arderá
y con su sangre cubrirá los cuerpos
con un ritmo de ola a mar abierto
mas de pronto sospecho que nada de esto es cierto
ni las palabras ni los gestos
todos los muertos viven
viven los limoneros y las flores azules que plantaste
sólo es verdad que nos robaron la piel y los zapatos
el día y la noche estrellada que era nuestra
cuando el olvido arrecia ya no se puede hablar
ni tocar los recuerdos
mi vientre es un pozo de siglos
Cómo mecerte piedra
deberíamos haber amado más
si lo supiéramos
la lluvia que no es ácido sulfúrico
porqué temer si el viento se hace cargo
y el desgarrón saciar no puedo

14
Alta hora de la noche

Roque Dalton
Poeta salvadoreño

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre


porque se detendría la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,


sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas


Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

No dejes que tus labios hallen mis once letras.


Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:


desde la oscura tierra vendría por tu voz.

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre.


Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

15
La segunda oportunidad

Rolando Faget
Poeta uruguayo

Quién te diera el ayer


nuevo sin uso
quién te dijera es tuyo ahora
todo el tiempo que usaste
irreflexivamente
para no arrepentirte de haberlo malgastado
para construir de veras
para no ir deshaciendo.

Quién te diera el ayer


un cielo entero
la luz de los domingos en verano
el agua, el aire, las mañanas
las noches del verano.

Quién te diera el ayer


y aquel minuto.

16
Poema 16

Pablo Neruda
Poeta chileno

En mi cielo al crepúsculo eres como una nube


y tu color y forma son como yo los quiero
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
¡Cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.

17
Si tú vinieras a verme…

Florbela Espanca
Poetisa italiana

Si tú vinieras a verme hoy de atardecida,


A la hora de los mágicos cansancios,
Cuando la noche de manso se avecina,
Y me prendieras toda en tus brazos…

Cuando me recuerda: ese sabor que tenía


Tu boca… el eco de tus pasos…
Tu risa de fuente… tus abrazos…
Tus besos… tu mano en la mía…

Si tú vinieras cuando, linda y loca,


Traza las líneas dulcísimas de un beso
Y es de seda roja y canta y ríe

Y es como un clavo al sol mi boca…


Cuando los ojos se me cierran de deseo…
Y mis brazos se extienden hacia ti…

18
PARA GRABAR VIDEO DE LECTURA CORAL

Llevo acostada largo tiempo

Chantal Maillard
Escritora española nacida en Bélgica

Llevo acostada largo tiempo


en la orilla. Mis pechos
son colinas cubiertas de hoja seca.
Levanto la cabeza y me contemplo:
en mis muslos el vello a punto de ser vello,
me incorporo: la hierba a punto de ser hierba,
doy un paso y despierto al agua
a punto de ser agua,
se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto
de ser negra...
Un resplandor me ciega:
el bosque me contempla, a punto de ser bosque,
a punto de ser tuya.

19
PARA GRABAR VIDEO DE LECTURA CORAL

Currículum Vitae

Silvia Elena Regalado


Poetisa salvadoreña

Además de poeta,
media madre;
un rato por las noches
y los fines de semana,
costurera diplomada,
nutricionista empírica,
médica autodidacta,
artesana inspirada,
un poco bibliotecaria,
articulista inédita,
algunos estudios
en letras y sociología;
habría que agregar:
hilvanadora de lunas,
coleccionista de sueños
-con el respectivo costo
de lágrimas, risas
y desvelos-,
es decir,
enamorada indómita
del milagro universo,
del movimiento eterno,
… de la vida.

20
Hospes comesque

Marguerite Yourcenar
Escritor belga

Cuerpo llevando el alma, siempre vanamente


Vuelvo a pensar en ti y te vuelvo a olvidar;
Corazón infinito en el cáliz naciente;
Boca que busca el nuevo verbo de besar.

Mares de navegar, fuentes para beber;


Trigo y vino ritual en la mesa mezclados;
Refugio de dulzura el vago adormecer;
Tierra que se despliega en los pasos alados.

Aire que me llenas de espacio y de equilibrio;


Nervios por donde viaja el cóncavo delirio;
Mirada interrumpida en el vasto universo.

Cuerpo, compañero, juntos nos moriremos.


No puedo no querer la sombra que tenemos,
No apresar con ella el resplandor de un verso.

Versión de Silvia Barón-Supervielle

21
Amor

Edth Södergran
Poetisa finlandesa

Mi alma era un traje celeste como el cielo;


lo dejé sobre una roca junto al mar
y desnuda llegué hasta ti y parecía una mujer.
Y como mujer me senté a tu mesa
y brindé con vino y aspiré el aroma de unas rosas.
Me encontraste bella y semejante a alguien que en sueños viste,
olvidé todo, olvidé mi infancia y mi patria,
sólo sabía que tus caricias me tenían cautiva.
Y tú, sonriendo, tomaste un espejo y dijiste que me mirara.
Vi que mis hombros estaban hechos de polvo y se desmoronaban,
vi que mi belleza estaba enferma y ahora sólo quería desaparecer.
Oh, aférrame entre tus brazos, tan fuertemente
que ya no necesite nada más.

Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen

22
Parábola de la rosa

Rubén Bareiro Saguier


Escritor paraguayo

Anoche un guardia,
un hombre con el rostro
oculto por una máscara de sombra,
entre las rejas me pasó una rosa
cortada de algún jardín público.
«Viene de afuera», me dijo,
y sentí que un hálito de vida
me invadía.
Supe que en el fondo del pozo,
en el charco de un pecho
puede florecer una rosa.
Aunque la fetidez
la marchitó enseguida,
la rosa existe.

23
En la distancia

Blanca Wiethüchter
Poetisa boliviana

Qué decir de la distancia:


humo fosforescente,
llama adentro, encendido tiempo,
si contornos de soles fijos
y un océano atravesado
giran
anudando mi boca.

Esta distancia
conmovida memoria
obstinada oquedad
último confín de la luz.
Me pierdo y te busco
en el precipitado sabor
que te imagina.

En cada piedra
apareces recóndita
y vuelvo a convocar
las voces idénticas
inmóviles frente
al vasto vacío.

Detrás del día y de la noche


el tiempo nos guarda
en un lamento.

24
A toda prueba

Paul Eluard
Poeta francés

VI

Quiero besarte te beso.


Quiero dejarte te enojas.
Pero al límite de nuestras fuerzas
te pones una armadura más peligrosa que un arma.

IX

Fantasma de tu desnudez.
Fantasma hijo de tu simplicidad.
Pueril domador sueño carnal
de imaginarias libertades.

Pluma de agua clara frágil lluvia.


Frescor velado de caricias,
de miradas y de palabras.
Amor que vela lo que yo amo.

Versión de L. S.

25
Llamaré

Homero Aridjis
Escritor mexicano

Hasta que las puertas de tu ciudad


fortificada con estatutos inviolables
me acojan como habitante
de la vida que en ti se desenvuelve
igual que la lluvia de silencio
sobre tu cabeza
Gradualmente me impregnaré de ti
hasta que sea humo en tu voz
luz en tus ojos
y haga sobre mis hombros tu futuro
Cuando llegue el otoño
te descubriré al rostro de los hombres
para que en tus vasos alimenticios
vengan a nutrirse de esperanza

26
Manifestación

Pedro Shimose
Poeta beniano, Bolivia

Con la rabia en el ají,


salgo con mi cóndor bajo el brazo,
cruzo la calle con una piedra en la mano,
camino con un policía vigilándome el hambre,
busco el oído y el ojo de la noche,
pego carteles, corro por las plazas,
grito con una brasa en la lengua,
pinto las paredes: «viva el Che’
me dan agua en manguera,
soy el fuego;
me dan relámpago en humo,
soy la tierra;
me abren una herida donde sea,
soy el pueblo;
me persiguen, me encarcelan, me torturan.
Canto mi libertad, muevo adoquines,
rompo maderas y cristales, canto,
voy a la huelga con mi miedo natural y un sorbo
(de café caliente;
vuelo por la ciudad, rasgo el aire,
(trizo las vitrinas,
golpeo las páginas de los periódicos,
derribo puertas, venzo máscaras y cachiporras,
traspaso los umbrales de la historia,
¡soy!

27
Lejano amor

Salvador Rueda
Poeta español

Mujer de luz, mujer idealizada,


que apagaste tu lámpara de oro:
aun pienso ver la escarcha de tu lloro
dentro de tu ataúd amortajada.
Vuelve a surgir de gloria coronada;
sal otra vez del mármol incoloro;
yo te amo, yo te vivo, yo te adoro,
llena de luz como una desposada.
Tu carne fue de nardos y panales,
floreciente entre sábanas nupciales;
resucita: yo te amo, yo te quiero.
Dame tu boca en flor, esposa mía,
y tu seno que hierve en armonía,
lo mismo que un enjambre en un romero.

28
Pascua

Abel Alarcón
Poeta boliviano

Elevó, adusto, el sacerdote anciano


de ácimo pan la nítida blancura;
trazo el signo de un símbolo su mano
y consumo la mística figura.

Plegose en el altar velo liviano


y ante el pueblo, en beatifica postura,
fulguró el sol flamante y soberano
de la enorme custodia, su hermosura.

Un torrente de luz bañó las naves;


hubo explosión de gloria en el himnario;
surgieron del armonio notas graves;

Cuando entre el humo undívago del ascua


del coro voló un ave al campanario,
la campana mayor repicó a pascua.

29
En mí es de noche siempre

Selva Casal
Poeta uruguayo

Qué tengo yo qué tengo


por qué no tiene fin ya mi delirio
y en mí es de noche siempre
el mar duerme yo no
cansados de girar duermen los astros
cuajada iba la noche de diamantes
bajo el inmenso ojo lunar
hasta dónde los mares primeros repican
tal el caos y el orden
el miedo de pronto aparece
ellos duermen yo estoy alerta
de continuo el mundo me requiere
no es sangre brasas es lo que por mí circula
cuando has nacido no hay dónde esconderse
nosotros convivimos con la nada
perdemos el recuerdo
los días son manzanos ardientes
fruto de una crucifixión
a la que no hemos asistido
cómo podemos seguir viviendo
para ti el holocausto
la sorpresa de ser
como una bengala velocísima desaparezco
hay cuerpos.

30
Estoy cansado, claro

Fernando Pessoa
Poeta portugués

Estoy cansado, claro,


Porque a esta altura uno tiene que estar cansado.
De qué estoy cansado, no lo sé;
Y de nada serviría saberlo,
Porque el cansancio seguiría igual.
La herida duele porque duele,
No en función de la causa que la ha abierto.
Sí, estoy cansado
Y un poco sonriente
De que el cansancio sea sólo esto:
Ganas de dormir en el cuerpo,
Deseo de no pensar en el alma
Y por encima de todo una transparencia lúcida
Del entendimiento retrospectivo...
¿Y la lujuria sin par de no tener ya esperanza?
Soy inteligente: esto es todo.
He visto mucho, y he entendido mucho lo que he visto,
Y hay un cierto placer, incluso, en el cansancio que eso da:
El de que, al fin, la cabeza siempre sirve para algo

31
Elegía

Sophia de Mello Breyner Andresen


Poetisa portuguesa

Aprende
A no esperar por ti pues no te encontrarás

En el instante de decir sí al destino


Incierta te detuviste enmudecida
y los océanos después sin prisa te rodearon

A eso llamaste Orfeo Eurídice-


Incesante intensa la lira vibraba al lado
Del desfilar real de tus días
Nunca se distingue bien lo vivido de lo no vivido
El encuentro del fracaso-
Quién se acuerda del fino escurrir de la arena en el reloj
Cuando se alza el canto
Por eso la memoria sedienta quiere venir a la superficie
En busca de la parte con la que no diste
En el ronco instante de la noche más callada
O en el secreto jardín a orillas del río
En junio

Versión de Diana Bellessi

32
Canción de los dos mundos

William Ospina
Escritor colombiano

En Europa es de día pero es de noche en África.


Al norte del mar está el tiempo, pero está al sur la eternidad.
Los blancos pueblos industriosos construyendo la gloria del hombre.
Las negras lanzas nervadas custodiando la roja luna.
Las blancas piedras con forma de ninfas danzando en la nieve.
Las melenas de oro, las pieles rayadas, las criaturas de cuellos larguísimos como si fueran
sueños.
Al norte del mar el insomnio en la noche, al sur la siesta en la tarde.
Al norte está la razón estudiando la lluvia, descifrando los truenos.
Al sur están los danzantes engendrando la lluvia, al sur están los tambores inventando los
truenos.

33
Amplificaciones

Xavier Villaurrutia
Poeta mexicano

En el cuarto del pueblo


fantástico y desnudo,
amarillo de luz de vela,
sobrecogido,
mis sienes dan la hora
en no sé qué reloj
puntual y eterno.
La soledad se agranda
como las sombras
en la sábana del muro,
como las caras ayer
asomadas para dentro
en el marco de sus ventanas.
Y el silencio se mueve
y vibra
en torno de la llama blanda,
como el ala — ¿de qué presagio?
¿de qué insecto? —que acaricia,
que enfría, que empequeñece

34
Entre dos silencios

Rubén Vargas
Poeta argentino

un pájaro raya el cielo


veloz
y tú
caminas bajo los árboles
ignorante
qué escritura de oro
en las hojas que el otoño
dispersa

tus pasos
entre dos silencios
estallan

un pájaro cierra un círculo


en el cielo
y tú
caminas sobre la página
ignorante
qué escritura de polvo
entre dos orillas
aparece
y desaparece

35
Nada de nostalgia

Enrique Molina
Escritor argentino

El que pueda llegar que llegue


Esta es la sal de las partidas
Una perla de amor insomne
Entre manos desconocidas

Lechos de plumas en el viento


Sólo dormimos en los médanos
Thi la gitana del desierto
En la noche del Aduanero

La gitana con una cítara


Un león la huele como a una flor
Es el sueño feroz y tierno
El olfato de la pasión

Alas de nunca y de inconstancia


A través del cielo se filtran
implacables cuerpos amantes
con sus terribles maravillas.

Todas las llaves abren la muerte


Pero la vida nunca se cierra
¡Todas las llaves abren la puerta
Del puro incendio de la tierra!

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