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Degeneración en Generación:

30 aniversario contracultural
Ricardo E. Tatto
Las máscaras de la fiesta, la hipocresía, la doble moral y el provincianismo nos reunieron
alrededor del 2006 en un sitio improbable: las cantinas de Mérida. Bajo el sol naranja y
ardiente que les confería a las calles un aura marciana caminaban Carlos Martínez Rentería
y JM Servín en busca del mítico “botanero” yucateco, oasis de libación gastronómica
necesario para sobrevivir en una tierra olvidada de Dios y del resto de la república: Yucatán.
Su presencia tenía una excusa más que pertinente. La presentación de un número especial
dedicado al Carnaval y a todo lo que se esconde detrás de la aparente algarabía, la otra
fachada del bistec carnestolendo, el Lado B de los supuestamente muy conservadores
habitantes del sureste mexicano. Gracias a los buenos oficios de Joaquín Peón Íñiguez se
pudo llevar el tan extraño e inusual número que, de alguna forma, constituyó un hito entre
los jóvenes escritores de la localidad.
Y es que, hasta ese momento, pocas revistas nacionales habían tenido la apertura de ser
incluyentes y receptivas ante lo que se escribía en el interior del país en una nación dominada
por las letras asadas del norte y los eminentes huaraches del centro. El mérito no es poco para
Martínez Rentería, que ya desde entonces dirigía una publicación legendaria tanto por el
tratamiento de sus temas como por su longevidad a prueba de presupuestos y
administraciones.
Como editor de una revista cultural en mi estado natal, me consta que no es nada fácil sostener
una publicación de calidad y menos cuando los temas, en el caso de Generación, son
provocadores -por decir lo menos-. El diálogo abierto en torno a las manifestaciones
contraculturales, en ese sentido, ha tenido en la revista un refugio, lo mismo que los
creadores, periodistas y escritores que hemos encontrado en sus páginas algo cercano no a
un hogar, sino a la barra de un bar donde uno charla con el cantinero de sus confidencias o,
con el amigo, de sus afinidades electivas.
En un medio que continúa dominado por la élite, las mafias literarias y las capillas artísticas,
celebro que Generación todavía mantenga un diálogo horizontal con sus lectores y
colaboradores, haciendo accesible a todo el que así lo desee, sin importar la edad cronológica,
un atisbo a la degeneración que tanto nos gusta tanto en el arte como en la cultura. La mano
temblorosa -aunque firme- del también poeta “Carlitros” Martínez Rentería así lo garantiza…
¡Larga vida a todos los de-generados!

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