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Colegio Técnico Industrial Don Bosco

Departamento de Lenguaje y Comunicación - Salesianos Antofagasta


“LA SANTIDAD TAMBIÉN PARA TI”

COMPRENSIÓN LECTORA
SEGUNDO MEDIO
2019

Nombre del alumno: Curso: Fecha:

Nombre del profesor: Unidad 0 Comprensión lectora Objetivo: Conocer técnicas de lectura a través de la
- Yolanda Astorga P. revisión de textos orales y visuales.

Lee el siguiente texto:


EL CUERVO
EDGAR ALLAN POE

Una vez, al filo de una lúgubre media noche, y la única palabra ahí proferida
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, Lo pronuncié en un susurro, y el eco
cabeceando, casi dormido, lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
oyóse de súbito un leve golpe, Apenas esto fue, y nada más.
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto. Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
“Es -dije musitando- un visitante toda mi alma abrasándose dentro de mí,
tocando quedo a la puerta de mi cuarto. no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
Eso es todo, y nada más.” “Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
¡Ah! aquel lúcido recuerdo Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
de un gélido diciembre; y así penetrar pueda en el misterio.
espectros de brasas moribundas Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
reflejadas en el suelo; y así penetrar pueda en el misterio.”
angustia del deseo del nuevo día; ¡Es el viento, y nada más!
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor. De un golpe abrí la puerta,
Dolor por la pérdida de Leonora, la única, y con suave batir de alas, entró
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. un majestuoso cuervo
Aquí ya sin nombre, para siempre. de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
Y el crujir triste, vago, escalofriante ni un instante quedo;
de la seda de las cortinas rojas y con aires de gran señor o de gran dama
llenábame de fantásticos terrores fue a posarse en el busto de Palas,
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, sobre el dintel de mi puerta.
acallando el latido de mi corazón, Posado, inmóvil, y nada más.
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto Entonces, este pájaro de ébano
queriendo entrar. Algún visitante cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
que a deshora a mi cuarto quiere entrar. con el grave y severo decoro
Eso es todo, y nada más.” del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
Ahora, mi ánimo cobraba bríos, no serás un cobarde.
y ya sin titubeos: hórrido cuervo vetusto y amenazador.
“Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro, Evadido de la ribera nocturna.
mas el caso es que, adormilado ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche
cuando vinisteis a tocar quedamente, Plutónica!”
tan quedo vinisteis a llamar, Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.” Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
Y entonces abrí de par en par la puerta: pudiera hablar tan claramente;
Oscuridad, y nada más. aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
Escrutando hondo en aquella negrura sino concordar en que ningún ser humano
permanecí largo rato, atónito, temeroso, ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
dudando, soñando sueños que ningún mortal posado sobre el dintel de su puerta,
se haya atrevido jamás a soñar. pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
Mas en el silencio insondable la quietud callaba, de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. “¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
las palabras pronunció, como virtiendo ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
su alma sólo en esas palabras. enviado por el Tentador, o arrojado
Nada más dijo entonces; por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
no movió ni una pluma. a esta desértica tierra encantada,
Y entonces yo me dije, apenas murmurando: a este hogar hechizado por el horror!
“Otros amigos se han ido antes; Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
mañana él también me dejará, ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
como me abandonaron mis esperanzas.” ¡Dime, dime, te imploro!”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio “¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
tan idóneas palabras, ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
“sin duda -pensé-, sin duda lo que dice ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido ese Dios que adoramos tú y yo,
de un amo infortunado a quien desastre impío dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
persiguió, acosó sin dar tregua tendrá en sus brazos a una santa doncella
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido, llamada por los ángeles Leonora,
hasta que las endechas de su esperanza tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llevaron sólo esa carga melancólica llamada por los ángeles Leonora!”
de “Nunca, nunca más.” Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
Mas el Cuervo arrancó todavía “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
de mis tristes fantasías una sonrisa; pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
acerqué un mullido asiento ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
frente al pájaro, el busto y la puerta; No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
y entonces, hundiéndome en el terciopelo, que profirió tu espíritu!
empecé a enlazar una fantasía con otra, Deja mi soledad intacta.
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño, Abandona el busto del dintel de mi puerta.
lo que este torvo, desgarbado, hórrido, Aparta tu pico de mi corazón
flaco y ominoso pájaro de antaño y tu figura del dintel de mi puerta.
quería decir graznando: “Nunca más,” Y el Cuervo dijo: Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra, Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos, Aún sigue posado, aún sigue posado
quemaban hasta el fondo de mi pecho. en el pálido busto de Palas.
Esto y más, sentado, adivinaba, en el dintel de la puerta de mi cuarto.
con la cabeza reclinada Y sus ojos tienen la apariencia
en el aterciopelado forro del cojín de los de un demonio que está soñando.
acariciado por la luz de la lámpara; Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
en el forro de terciopelo violeta tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
acariciado por la luz de la lámpara del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más! no podrá liberarse. ¡Nunca más!
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

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