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EL PUERCO DE PLATA

Cierto día. Un chacarero, camino a su hogar después de haber vencido las fatigosas tareas
del campo, encuentra en su ruta un par de puercos, uno era blanco y el otro colorado.
Se decide apoderarse de uno de ellos en vida que parecía no tenía dueño. Se aproxima a ellos
y, de un salto, agarra al chanchito blanco metiéndolo en su costal. Al colocar el costal sobre
su espalda, siente un gran peso, porque el chanchito era bien gordo y se dirigió a su casa
pensando en los buenos kilos de manteca y en los sabrosos chicharrones que comería al día
siguiente. Todo sudoroso y cansado llegó a su choza, y después de haber descargado, decide
darle un vistazo al chanchito. Abre su costal y se da cuenta que el animal se había convertido
en plata. ¡Un chancho de plata!... Jubiloso llama a su mujer y, después de contarle lo que
sucedió, dijo: “¡Qué tal si chapaba al puerco colorado, seguramente se habría convertido en
oro!”

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