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Sobre esta versión:

Basamos esta versión fundamentalmente en la


completísima traducción de Astrana Marín
publicada por Aguilar, de la que lamentamos
se haya perdido el ritmo del verso del ori-
ginal en inglés. Por ello, en varios pasajes
se consultó la fuente para poder de alguna
manera transponer ese ritmo perdido (Tradu-
ttore-traditore!).
Pero debemos parte de la agilidad lograda a
la versión que hiciera en 1972 José Ignacio
Cabrujas para esa "primera edición" de la
Compañia Nacional de Teatro, de corta exis-
tencia en su momento. El incunable de esa
versión fue finalmente encontrado en el
Museo Nacional del Teatro "Te6filo Leal",
gracias a los buenos oficios de María Teresa
Haiek, y a él debemos gran parte de los
diálogos de los cómicos que n'II se incluyen.
Salvo por unas cinco o séis acotaciones que
se deben a la versión de Cabrujas, hemos
respetado las de Shakespeare en todo su la-
conismo. Queda al actor el encontrar la
intención en la palabra escrita, y resolverla.

Manuelita Zelwer.
1990
PERSONAJES
TESEO, duque de Atenas.
EGEO, padre de Hermia.
LI-'ANDRO
DEMETRIO Enamorados de Hermia.
FILOSTRATO, director de fiestas de Teseo.
TABLON, carpintero.
BERBIQUI, ebanista.
LANZADERA, tejedor.
FLAUTA, remiendafuelles.
TRAGON, sastre.
HOCICO, calderero.
HIPOLITA, reina de las Amazonas, prometida de Teseo.
HERMIA, hija de Egeo, enamorada de Lisandro.
ELENA, enamorada de Demetrio.
OBERON, rey de las hadas.
TITANIA, reina le las hadas.
PUCK, duende.
CARAOTICA
TELARAÑA Hadas.
POLILLA
MOSTAZA
PIRAMO
TISBE
MURO Personajes de la comedia.
CLARO DE LUNA
LEON
Otras Hadas al servicio de sus reyes.
Séquito de Teseo e Hipólita.

La acción en Atenas y un bosque contiguo.


ACTO PRIMERO
Escena Primera
Atenas - El palacio de Teseo.
Entran TESEO, HIPOLITA, FILOSTRATO y acompañamiento
TESEO.- Hermosa Hipólita, nuestra hora nupcial se va acercando;
cuatro días felices traerán una nueva luna, pero !oh!,
pienso!cu án lenta es la vieja en menguar! Retrasa mis
.

deseos cual madrastra o viuda que consume al no morirse


la fortuna de un jóven heredero.
HIPOLITA.- Cuatro días llevarán de prisa a otras tantas noches;
cuatro noches soñarán de prisa el tiempo; y entonces
la luna, como un arco de plata en el cielo, contemplará
la noche de nuestras solemnidades.
TESEO.- Ve, Filóstrato, y prepara a los jóvenes de Atenas para
la diversión; despierta el ágil y vivaz espíritu del
gozo; manda la tristeza a los entierros - esa pálida
compañía no conviene a nuestro regocijo. (Sale Filóstrato)
Hipólita, te hice la corte con mi espada, y gané tu amor
dándote heridas; pero me casaré contigo en otro tono:
con pompa, con triunfo y con festines.
Entran EGEO, HERMIA, LISANDRO y DEMETRIO
EGEO.- !Que esté muy bien Teseo, nuestro excelso duque!
TESEO.- !Gracias, buen Egeo! Qué te trae aquí?
EGEO.- Vengo a tí muy ttiste a presentarte queja contra mi
hija Hermia. Acércate, Demetrio. Mi noble señor, este
hombre tiene mi consentimiento para casarse con ella.
Acércate, Lisandro. Y, gracioso duque, ha embrujado éste
el corazón de mi niña. Tú, tú, Lisandro, le has áádo ver-
sos, e intereambiado regalos amorosos con ella; a la luz
de la luna has cantado al pie de su ventana con engañosa
voz versos de amor fingido; has envenenado su fantasía
con rizos de tu pelo, anillos, adornos, fruslerías, ca-
prichos, ramilletes, bagatelas y confites, aprovechando
su inexperta juventud; con astucia has hurtado el corazón
de mi hija, convirtiendo la obediencia que me debe en
tenaz obstinación. Por lo tanto, benévolo señor, si aquí,
en presencia de Vuestra Gracia, mi hija no consiente en
casarse con Demetrio, reclamo el antiguo privilegio de
Atenas -como mía que es, puedo disponer de ella: que elij a.
entre este caballero o su muerte inmediata, conforme a
nuestras leyes.
TESEO.-
Qué dices, Hermia? Reflexiona, hermosa doncella. Para ti
tu padre debería
de ser
ceracomo
ue un dios. Para él no eres más
que una forma
el poder modeló la
y fisobre
de conservar oq borrar gura la cual tiene
un caballero digno. . Demetrio es
2
HERMIA.- También lo es Lisandro.
TESEO. - Lo - es; pero al no tener la aprobación de tu padre, el
otro debe ser el preferido.
HERMIA.- !Quisiera que mi padre no mirara sino con mis ojos!
TESEO.- Más bien tus ojos deberían mirar con el juicio de tu
padre.
HERMIA.- Suplico a Vuestra Gracia me perdone. No sé qué secreto
impulso me hace atrevida, ni en qué grado convenga a mi
pudor pedir por mí en tueatra , presencia; más suplico a
Vuestra Gracia que me informe lo peor que podría ocurrir-
me si rehuso casarme con Demetrio.
TESEO.- O perder la vida, o renunciar para siempre a la sociedad
de los hombres. Por tanto, hermosa Hermia, consulta con
tu corazón, considera tu juventud, examina bien tus im-
pulsos, para saber si no cediendo a la elección de tu
padre puedes resistir el hábito demmonja, por siempre
encerrada en umbroso claustro, viviendo una estéril vida
entonando desmayados himnos a la fría y yerma luna.
Tres veces sean benditas aquellas que dominan de tal modo
su sangre y sobrellevan ese casto peregrinaje; p-s-r)
feliz es en la tierra la rosa cuya esencia destilamos,
que la que, marchitándose en su tallo virgen, crece, vi-
ve y muere en bendición solitaria.
HERMIA.- Así quiero crecer, así vivir y así morir, señor, antes
que sacrificar mi virginidad a un hombre cuyo yugo mi
alma no consiente en aceptar soberano.
TESEO. - Tómate tu tiempo y piénsalo; y en la próxima luna nueva
-día en que ha de sellarse entre mi prometida y yo el
vínculo de eterna compañía - prepárate a morir por deso-
bedecer a tu padre, o a casarte con Demetrio como él
desea; o a jurar ante el altar de Diana austeridad y so-
litaria vida para siempre.
DEMETRIO.- Cede, dulce Hermia, y renuncia, Lisandro, a tu loca
pretensión ante la evidencia de mi derecho.
LISANDRO.- Tienes el amor de su padre, Demetrio; déjame el de Hermia
y cásate con él.
EGEO.-
!Insolente Lisandro! Cierto, él tiene mi amor; y lo que
es mío, mi amor le rendirá; y, pues es ella mía, cedo
a Demetrio todos mis derechos sobre ella.
LISANDRO.-
Señor, soy tan bien nacido como él, y mi posición es
igual a la suya. Mi amor es mayor que su amor; mi for-
tuna es tanto o más que la de él. Y lo que vale más:
soy el preferido de la hermosa Hermia. Por qué entonces,
no he de sostener mis derechos. Demetrio, lo declaro de
frente, ha cortejado a Elena, la hija de Nedar, y ha con-
quistado su corazón; y ella, dulce señora, ama con idola-
tría a este hombre inconstante y desleal.
TESEO.- Debo confesar que algo de eso he oído, y pensé en hablar
con Demetrio; pero ocupado en mis asuntos, lo olvidé. Ven,
Demetrio, y tu también, Egeo; quiero tratar con ustedes
algunas cosas. En cuanto a tí, hermosa Hermia, busca aco-
modar tus fantasías a la voluntad de tu padre, o sino,
cede ante la ley de Atenas -que en modo alguno podemos
atenuar-que te condena a muerte o al voto de vida célibe.
Ven, Hipólita mía. Cómo estás, mi amor? Demetrio y Egeo,
síganme; quiero discutir con ustedes detalles de nuestras
bodas.
EGEO.- Obedientes y gustosos te seguimos. (Salen TESEO, HIPOLITA,
EGEO, DEMETRIO y acompañamiento.)
LI SANDRO. - Qué te pasa, amor mío? For qué palidecen tanto tus meji-
llas? Cómo tus rosas pierden el color tan pronto?
HERMIA.- Presumo que por falta de lluvia, que podría regarlas
sobradamente con la tormenta de mis ojos.
LISANDRO.- !Ay de mí! Porque jamás he podido leer, en cuento o en
historia, que el curso del verdadero amor haya corrido
con suavidad.
HERMIA.- Pues si los verdaderos enamorados han padecido siempre
contrariedades, será por decreto del Destino. Aprendamos,
pues, a sobrellevar las nuestras con paciencia.
LISANDRO.- Es cierto. Escúchame, Hermia: tengo una tía viuda, muy
rica y sin hijos. Su casa queda a siete leguas de Atenas,
y me considera como sifuera su hijo Tánico. Allí, bella
Hermia, puedo casarme contigo, y en ese lugar no podrá
seguirnos la dura ley de Atenas. Si me amas, abandona ma
Mana por la noche la casa de tu padre, y yo te esperaré
en el bosque, a una legua de la ciudad, en el punto mis-
mo donde te encontré una vez con Elena cuando iban a ce-
lebrar los ritos de la aurora de Mayo. Allí te espero.
HERMIA.- !Mi buen Lisandro! Te juro, por el arco de Cupido, por
su mejor flecha de punta dorada, por el candor de las
palomas de Venus, por cuanto une las almas y ampara el
amor, por todos los juramentos que han roto los hombres,
que suman más que las promesas hechas por mujer alguna,
que en ese sitio donde me has dado cita, mañana mismo me
encontraré contigo.

LISANDRO.- !Cumple tu promesa, amada mía! Mira: aquí viene Elena.


Entra ELENA
HERMIA.-
!Dios guarde a la bella Elena! Adónde vas?
ELENA.-
Bella me llamas? !No vuelvas a decirlo! !Demetrio
al amarte ama a la hermosura! !Tus ojos son estrellas po-
lares, y el trino de tu voz ofrece mas dulzura que el can-
to de la alondra al oído del pastor cuando se hallan los
trigos verdes y asoman los capullos de la flor! !Ay! Si
la belleza fuese contagiosa para contagiarme de la tuya,
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Hermia, a donde fuera yo! Mi oído tomaría tu voz; mis
ojos, tus ojos; mi lengua, la suave melodía de la tuya.
Si fuera mío el mundo entero, entero lo daría, a excep-
ción de Demetrio, por cambiarme contigo. !Oh! !Enséñame
cómo eres; y con qué artes diriges los impulsos del
corazón de Demetrio!
HERMIA.- Le pongo mala cara, y alln así me ama.
ELENA.- !Ah, que aprendieran mis sonrisas de tu mala cara!
HERMIA.- Lo maldigo y a/5n así me adora.
ELENA.- !Ah, si mis plegarias hallaran tal afecto!
HERMIA.- Mientras más lo odio, más me persigue.
HELENA.- Mientras más lo amo, más me odia.
HERMIA.- Su locura no es culpa mía, Elena.
ELENA.- No, la culpa es de tu belleza. !Tuviera yo esa culpa!
HERMIA.- Consuélate; no me verá más. Lisandro y yo vamos a huir
de aquí. Antes de conocer a Lisandro, Atenas me parecía
un paraíso; !cuántas bendiciones residen en mi amor,
que ha convertido un cielo en un infierno!
LISANDRO.- Elena, te revelamos nuestro secreto. Mañana a la noche,
cuando Febo contemple su rostro argentino en el cristal
de las ondas y engalane con líquidas perlas las t}ojal
del césped -hora siempre propicia a la fuga de los aman-
tes- hemos resuelto trasponer furtivamente las puertas
de Atenas.
HERMIA.-
Y allá en el bosque, donde muchas veces tú y yo, reclina-
das sobre humildes lechos de primaveras, hemos exhalado
las dulces confesiones del corazón, nos reuniremos Lisan-
dro y yo; apartándonos de Atenas, buscaremos nuevos ami-
gos y compañías extrañas. !Adiós, dulce compañera de mis
juegos! !Ruega por nosotros, y que te depare la bu -
ena suer-
te a tu Demetrio! !Cumple tu promesa, Lisandro! (Haáta
mañana a la medianoche! (Sale HERMIA.)
LISANDRO.- Así ha de ser, Hermia adorada. Adiós, Elena. Que te ame
Demetrio tan apasionadamente como ti a él (Sale/)
ELENA.-
!Cuánto más felices son algunos que otros! En toda Atenas
se me tiene por st igual en hermosura, pero, de' me
sirve? Demetrio no lo cree así. Y
fascinado, por los ojos de Hermia as í com o é l se engaa, ñ
, así yo me ciego, e na-
morada de él. El amor no ve con los ojos, sino con el 4l-
ma. Por eso pintan ciego al alado Cupido. Ni tiene la
mente del Amor gusto por el buen juicio. Alas sin ojos
son signo de imprudencia, y a causa de ello se diceque
el amor es un nino, porque en su elección se equivoca
con jurament
sus frecuencia. Y así como se ve a los niñas rlmper
v Porqu e os, así el travieso Amor esrpet jde a
antes de ver Demetrio los ojos -de onde
uro Hedrmia
me granizó de juramentos asegurándome que era solo mío;
y cuando esta granizada sintió el calor de su presencia,
se derritió. Voy a revelarle la fuga de la hermosa
Hermia; no dejará de perseguirla mañana por la noche en
el bosque; y por este aviso, con sólo qu e me dé las gra-
.

cias, habré recibido un alto precio. Vamos, pues, a en-


riquecer mm pena viendo sus ojos que dejan de mirarme.
(Sale.)

Escena II
El mismo lugar. Aposento en casa de Tablón.
Entran TABLON, BERBIQTJI, LANZADERA, FLAUTA, HOCICO y TRAGON
TABLON.- Está aquí toda la compañía?
LANZADERA.- Pasa la lista, mejor.
TABLON.- Lista con el nombre de todos los que en Atenas se con-
áideran actores para trabajar en la obra que ha de re-
presentarse ante el duque y la duquesa en la noche de
sus bodas.
LANZADERA.- Primeramente, estimado Pedro Tablón, ten la fineza de
decirnos de qué se trata la obra en cuestión; léeme
después el nombre de los actores que integran el repar-
to, y así nos entenderemos.
TABLON.- Pues bien, representamos "La muy dolorosa comedia y
crudelísima muerte de Fíramo y Tisbe".
LANZADERA.- Muy divertida pieza, lo aseguro. Ahora, simpático Ta-
blón, ten la bondad de llamar a los actores por orden
de lista. !Señores, hagan cola!
TABLON.- Respondan a medida que los llame. !Nicolás Lanzadera,
el tejedor!

LANZADERA.- Presente. Dime qué parte me toca en la comedia, y con-


tinúa.
TABLON.- A tí, Nicolás Lanzadera, te ha tocado hacer de Píramo.
LANZADERA.- Qué es Piramo? ?Un amante o un tirano?
TABLON.- Un amante, que se mata muy galantementé por amor.
LANZADERA.- Esto requerirá algunas lágrimas para su verdadera inter-
pretación. Si lo actilo yo, cuide el auditorio JU5
ojos. Provocaré tormentas; me condoleré en la medida just
ta. Venga el resto. Sin embargo, mi fuerte es el tirano.
Representaría a Hércules de un modo formilable, o cual-
quier papel de fuerte en qu.e hiciera todo trizas.
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Rechinan las duras rocas


y, retemblando inseguras
romperán las cerraduras
de la lóbrega prisión.
Y la carroza solar,
que lejos ha de brillar,
hará a los hados dañar,
trayendo la destrucción.
!Eso es grandioso! Ahora sigue nombrando al resto de
los actores. -He aquí el estilo de Hércules, el estilo
del tirano- !Un amante es más sentimental!
TABLON.- !Francisco Flauta, el remiendafuelles!
FLAUTA.- !Prdsente, Pedro Tablón!
TABLON.- T- tienes que hacer de Tisbe.
FLAUTA.- Qué es Tisbe? Un caballero andante?
TABLON.- !No! Tisbe es la dama a quien debe amar Píramo.
FLAUTA.- No, por favor, no me den papeles de mujer. Además,
me está saliendo la barba.
LANZADERA.- Si es cosa de esconder el rostro, déjame hacer también
el papel de Tisbe. Musitaré con una vocecita afeminada:
"!Tisbe, Tisbe! !Ah, Píramo, amor mío! !Tu querida
Tisbe! !Tu amorosa dama!"
TABLON.- No, no; tu tienes que hacer de Píramo, y tú, Flauta,
de Tisbe.
LANZADERA.- Bueno, sigue.
TABLON.- !Ruperto Tragón, el sastre!
TRAGON.- !Presente, Pedro Tablón!
TABLON.-
TABLON.- Te corresponde la madre de Tisbe. !Tomás Hocico, el
calderero!
HOCICO.- !Presente, Pedro Tablón!
TABLON.- Tú, el padre de Píramo.; yo, el padre de Tisbe. Berbiquí
el ebanista:
BERBIQUI.- !Presente!
TABLON.- ..tu haces de León; y con esto están repartidos todos
los papeles.
BERBIQUI.-
Tienes ahí la parte del león? Para que me la des
para memorizar mis parlamentos, porque yo aprendo
despacio.
TABLON.- Puedes improvisar, porque lo único que tienes que hacer
es rugir.
LANZADERA.- !Déjame que yo haga de león tambierl! Rugiré de modo que
dará gusto oirme. Rugiré y el público dirá:"1Que ruja!
Que ruja! !Que ruja otra vez!".
TABLON.- Y el duque y la duquesa y las damas se espantarían y
comenzarían a pegar gritos... y nos ahorcarían a todos.
TODOS.- !Y no quedaría hijo de madre sin ahorcar!
LANZADERA.- !Un momento, un momento! Cuando digo rugir, me refiero
al matiz del rugido; porque, de pronto, uno puede rugir
como una palomita, o como un pichón de ruiseñor...
TABLON.- !Fíramo es tu papel, y no puedes hacer otro! Píramo es
simpático, Píramo es amable y caballeroso, Píramo es
buenmozo... y Píramo lo hace el primer actor.
LANZADERA.- Bueno, pues me encargaré de él. Qué barba será la mejor
para representarlo?
TABLON.- !Vaya! La que quieras.
LANZADERA.- !Ya sé! Una color de paja, o mejor, una de color naranja
subido, o tal vez púrpura intenso...o una amarilla.
TABLON.- Bueno, señores, ahí están los papeles; y les suplico,
encarezco y recomiendo que se los tengan aprendidos para
maj5 ana el la noche. El ensayo será en el bosque cerca
del Palacio, a la luz de la luna. Allí ensayaremos,
porque si nos reunimos en la ciudad, la gente nos fasti-
diara con preguntas y se enterarían del argumento. !Ten-
gan la cortesía de llegar temprano!
LANZADERA.- Allí nos reuniremos y podremos ensayar con auténtica con
centración y osadía. Háganlo bien. Adios.
TABLON.- La cita es en la encina del duque.
LANZADERA.- Suficiente. Nos vemos. Cada cual a lo suyo.
(Salen.)
ACTO SEGUNDO
Escena Primera
Un bosque cerca de Atenas.
Entran, por distintos lados, un HADA y PUCK
PUCK.- !Hola, espíritu! Por dónde vagas?
HADA.- Sobre el llano y la colina, entre arbustos y rosas silves-
tres, sobre el parque y el cercado, entre el agua y el
fuego; por todas partes vago más rápida que la esfera de
la luna, y sirvo a la reina de las hadas para empapar de
rocío sobre el césped los círculos que dejan sus bailes.
lUCK.- El rey celebra aquí sus fiestas esta noche. Cuida de que
la reina no se presente ante su vista, porque Oberón es-
tá furioso.
HADA.- ?La Causa?
PUCK.- Tiene la reina un paje, un hermoso muchacho robado a un
monarca hinftá; y el celoso Oberón querría tenerlo en su
séquito para recorrer los bosques inaccesibles; pero
ella retiene por la fuerza al doncel, lo corona de flo-
res y le entrega su alegría. Y por eso ahora al encon-
trarse, en gruta, pradera o clara fuente, Oberón y Tita
nia se pelean y todos sus duendes corren a escondersL..
HADA.- O me engaña tu aspecto, o eres Puck, ese espíritu tra-
vieso que asusta a las aldeanas, impide que cuaje la
manteca y a veces que fermente la cerveza. No haces que
se pierdan los viajeros, y te ríes de su mal? Y a quien
te llama por tu nombre la buena suerte das?
PUCK.- El mismo soy; el rondador nocturno. Divierto a Oberón y
lo hago sonreir, cuando atraigo un caballo con relinchos
de yegua. Y a veces, me acurruco en el tazón de una chis-
mosa, y cuando va a beber choco contra sus labios y la
hago derramar la cerveza sobre su marchita papada. A la
prudente tía que cuenta cuentos tristes la hago confun-
dirme con una banqueta de tres patas, y al ir a sentar-
se ella me deslizo, y cae ella de culo y grita "!Ay,
Dios!"; entonces jura todo el mundo que nunca se había
visto nada mas rTacioso. Pero, !hazte a un lado, Hada,
que viene aquí Oberón!
HADA.- Y allí viene mi duela. !Que no se encuentren!
Entran, por un lado, OBERON con su séquito; y por el
otro TITANIA, con el suyo.
OBERON.- !Mal encuentro a la luz de la luna, orgullosa Titania!
TITANIA.- !Cómo! El celoso Oberón? Hadas, vámonos de aquí, he rene-
gado de su lecho y compañía.
OBERON.- !Detente, jactanciosa, coqueta! No soy tu señor?
TITANIA.-
Entonces debo ser tu señora. Pero sé cuántas veces has
abandonado el país de las hadas y, bajo la (figura de
Corino, has permanecido todo el día entonando amantes
versos a Hipólita, la prometida de Teseo.
OBERON.-
Cómo puedes tener la insolencia, Titania, de echarme así
en cara mi atracción por Hipólita, conociendo como conoz-
co tu amor por Teseo?
TITANIA.-
!Esas son invenciones de los celos! !Que nunca nos hemos
encontrado sin que con tus bromas nos hayas molestado!
Y por nuestras peleas, Oberón, fáltale ahora al mundo
primavera, verano, otoño e invierno, que con nuestros
pleitos hemos trastocado!
OBERON.- Pues ponle tu remedio; de tí depende. Por qué te empeñas
en contrariarme? Dame al muchacho. quiero tenerlo en mi
séquito.
TITANIA.- Pon a descansar tu corazón. El país de las hadas no sería
suficiente para comprarme ese niño. Su madre era una sa-
cerdotisa de mi orden; y, durante la noche, en el aire
aromático de la India, hemos comadreado juntas muchas
veces. Pero, mortal al fin, al dar a luz al niño sucum-
bió; y yo, en memoria suya, educo al muchacho y, en me-
moria de ella, no me separaré de él.
OBERON.- Cuánto tiempo piensas permanecer en este bosque?
TITANIA.- Quizá hasta después de las bodas de Teseo. Si quieres
bailar paciéntemente en nuestra ronda, y presenciar a
la luz de la luna nuestra juerga, ven con nosotras; si
no, aléjate, y yo evitaré tu paso.
OBERON.- Dame ese niño y partiré contigo.
TITANIA.- !Ni por todo tu reino encantado! !Alejémonos, hadas!
Si me quedo más tiempo, vamos a pelear de verdad.
(sale Titania con su séquito)
OBERON.- Bien; sigue tu camino. No saldrás de este bosque sin que
te castigue por la ofensa. Ven acá, Puck. Te acuerdas
cuando me senté en un promontorio y oí a una sirena, so-
bre el dorso de un delfín, entonar un aire tan armonioso
y dulce que el turbulento océano se apaciguó a su canto
y algunas estrellas se apartaron brúscamente de sus ór-
bitas para escuchar la música de la virgen de los mares?
PUCK.- Me acuerdo.
OBERON.- En aquel mismo instante vi a Cupido volando entre la fría
luna y la tierra. Apuntó con su flecha a cierta hermosa
vestal, y desató tan aguda la punta amorosa de su arco,
como si hubiera querido - atravesar cien mil corazones.
Pero advertí la saeta furiosa del joven Cupido se extin-
guía en los hiímedos rayos de la luna, y pasó la imperial
sacerdotisa en virginal meditación, libre y distraída.
No obstante, observé dónde cayó el dardo de Cupido: so-
bre una florecilla del occidente, blanca ayer como la
leche, y ahora roja como la amorosa herida, y a la que
llaman las doncellas pensamiento. Tráeme esa flor; yo
te mostré una vez la planta. Su jugo, exprimido en los
dormidos párpados, basta para que una persona, hombre o
mujer, se enamore perdidamente de la primera criatura
que vea. Tráene esa planta y vuelve aquí antes que el
leviatán nade una legua.
Voy a poner lin cinturón la Tierra en cuarenta minutos.
OBERON.- Una vez en posesión de este jugo, acecharé el momento
en que Titania esté dormida, y verteré el licor sobre sus
ojos. Entonces, el primer objeto que se ofrezca a su vis-
ta, ya sea un león, un oso, un lobo o un buey, un mono
travieso o un simio atareado, lo perseguira con el alma
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enamorada, y antes que yo libre sus ojos del encanto,


cosa que puedo hacer con otra hierba, la obligaré a que
me entregue su paje. Pero, quién viene? Soy invisible
y puedo escuchar su conversación.
Entra DEMETRIO, siguiéndole ELENA
DEMETRIO.- No te quiero; por tanto, no me sigas. Dónde están Lisan
dro y la hermosa Hermia? Mataré a uno; la otra me mata
a mi. Me dijiste que se habían refugiado en este bosque,
y aquí estoy, tronco entre troncos, porque no puedo ha-
llar a mi Hermia. !Márchate y no me sigas más!
ELENA.- Tu me atraes, imán de duro corazón; pero no es hierro
lo que atraes, pues mi corazón es fiel como el acero.
Deja de ser bello y yo no tendré poder para seguirte.
DEMETRIO.- Te pretendo yo? Te llamo hermosa? Por el contrario,
no te digo claramente que no te amo ni puedo amarte?
ELENA.- Mientras más me lo dices, más te amo. Soy tu perra,
y cuanto más me pegas, mas te acaricio. Trátame como
a tu faldero; rechazame, golpéame, olvídame, piérdeme;
pero, por indigna que sea, permíteme que te siga. Qué
sitio más humilde puedo implorar a tu amor, que el de
ser tratada como tratas a tu perro?
DEMETRIO.- !No tientes demasiado el odio de mi alma, pues me sien-
to enfermo cuando te miro!
ELENA.- !Y yo estoy enferma de no mirarte!
DEMETRIO.- Pones en peligro tu pudor al abandonar la ciudad y en-
tregarte a merced de quien no te ama, exponiéndote a la
oportunidad de la noche y a la mala inspiración de un
lugar solitario con el rico tesoro de tu virginidad.
ELENA.-
Tu honradez es mi escudo; porque para mí no es de noche
cuando contemplo tu rostro, y, por tanto, no pienso que
estoy en la noche. Talupoco estoy sola, porque estando
tu, está el mundo entero. Cómo puedes decir que estoy
sola, si cuando tu me miras, el mundo entero está aqull
para mirarme?
DEMETRIO.-
Huiré de ti y me ocultaré en las matas, dejándote a mer-
ced de las fieras.
ELENA.-
La más cruel no tiene un corazón como el tuyo. Huye cuan-
do gustes; se cambiará la leyenda: la paloma persigue al
gavilán; la mansa cierva se apresura a cazar al tigre.
!Inútil prisa cuando la cobardía persigue y el valor huye!
DEMETRIO.-
No quiero discutir contigo; déjame ir; o, si me sigues
ten por seguro que te ofenderé en el bosque. ,
ELENA.-
Sí; en el templo, en el campo y en la ciudad me ofendes.
!Qué vergüenza, Demetrio! Tus afrentas son un oprobio a
mi sexo. Nosotras no pudemosbpelear por el amor como los
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hombres. NI fuimos hechas para conquistar, sino para ser


conquistadas. (Sale DEMETRIO) Te seguiré y, haciendo un
cielo de un infierno moriré a manos de quien aiuo tanto.
(Sale.)
OBERON.- Adiós, ninfa; antes que salgas de este bosque, tu huirás
de él y él buscará tu amor.
Vuelve a entrar FUCK
Traes ahí la flor?
PUCK.- Si, aquí está.
OBERON.- Dámela. Sé de un linderon donde crece el tomillo silves-
tre, donde se balancean las violetas y las primuláceas,
doselado completamente por olorosas madreselvas, por fra-
gantes rosas de almizcle y lindos escaramujos. Allí duer-
me Titania una parte de la noche, reclinada al arrullo de
estas flores, entre danzas y regocijos, y allí se despoja
la serpiente de su piel de esmalte, de medida suficiente
para envolver a un hada. Con el jugo de esta flor restre-
garé sus ojos y quedará llena de repugnantes fantasías.
Coge tu un poco y busca en la espesura. Una dulce dama
ateniense está enamorada de un desdeñoso joven; unta sus
ojos; pero asegúrate que sea la señora el primer objeto
que vea al despertar. Conocerás al joven por el traje
ateniense que lleva. Y encuéntrame antes del primer canto
del gallo.
PUCK.- Tranquilo, señor. Así lo haré. (Salen.)

Escena II
Otra parte del bosque
Entra TITANIA, con su séquito.
TITANIA.- Vamos: ahora una ronda y una canción hechiceresca; des-
pués, váyanse el tercio de un minuto: unas a matar gula
nos en los olorosos capullos de las rosas: otras, a pe-
lear con los murciélagos para conseguir sus alas de cue
ro y hacer con ellas sombreritos para mis pequeños duen
des, y otras a alejar a las lechuzas. Cántenme mientra7
me duermo; después, a sus oficios.
LAS HADAS CANTAN

Manchadas sierpes de doble lengua,


espinosos erizos, no os dejéis ver;
gusanos y lagartijas, no ofendáis;
no os acerpleis a la reina de las hadas.
12

Ruiseñor, con suave acento


canta nuestra dulce canción de cuna.
Ningún perjuicio,
encanto o maleficio
a nuestra amada duela se aproximará
así, pues, buenas noches.
II
Tejedoras arañas, no vengáis aquí,
!Fuera vuestras largas patas, fuera!
Escarabajos negros, no permanezcáis cerca;
gusanos y caracoles, no dañéis.
Ruiseñor, con suave acento, etc.
HADA.- !Vámonos! Ya está todo bien. Sólo una quedará a lo
lejos de centinela.

Entra OBERON y estrega la flor sobre los párpados de TITANIA


OBERON.- Lo que mires cuando despiertes, eso tendrás por verdade-
ro amor. Sea onza, gato, oso, leopardo o jabalí de cer-
das erizadas, ha de aparecer a tus ojos, cuando despier-
tes, como tu amante. Despierta cuando la criatura más
vil y repugnante se aproxime. (Sale.)
Entran LISANDRO y HERMIA
LISANDRO.- Amada, estás a punto de desmayarte de tanto caminar por
el bosque. Para ser sincero, he perdido el camino. Si te
parece bien, Hermia, descansaremos aquí, aguardando la
luz del día.
HERMIA.- Sí, Lisandro. Busca donde dormir. Yo me qquedaré aquí,
en el césped.
LISANDRO.-
For qué no juntos? Un mismo césped servirá a los dos de
almohada. Un corazón, un lecho, dos pechos y una fé.
HERMIA.-
No, Lisandro. Acomódate más lejos. No te quedes tan cerca.
LISANDRO.-
Vida mía, comprende el sentido inocente de mis palabras.
La palabra de amor debe ser interpretada como amor. Cuan-
do digo corazón, digo un solo corazón; cuando digo dos
pechos, digo dos pechos unidos por la fé y el juramento.
No me niegues lecho a tu lado, Hermia, porque no ofenderé
el lecho con el hecho.
HERMIA.-
No pienso mal, Lisandro, pero, por cariño y cortesía,
acuéstate más lejos. El pudor exige esta separación, que
queda bien al soltero y a la señorita. Por lo tanto, alé-
jate, y buenas noches, amigo. !Que tu amor no se enfríe
hasta el fin de tu apreciada vida!
LISANDRO._ Amén,amé n, contesto a esa bella oración. Y
por tanto, mi vida donde concluye mi lealtad.que
(Seacabe,
a poca distancia). He aquí mi lecho. retira
13

El sueño te brinde su comrleto reposo.


HERMIA.- Que-tonela mitad de ese deseo se cierren tus ojos. (Duer
men.)

Entra FUCK
PUCK.- He recorrido el bosque, pero no he hallado ningún ate-
niense en cuyos ojos pueda probar la eficacia de esta
flor. !Noche y silencio!...?Quién hay aquí? Un caballero
ateniense. !Al fin lo encuentro! Este es el que, según
dijo mi señor, desprecia a la joven... y aquí está la
virgen dormida en la fangosa y húmeda tierra. !Alma en-
cantadora! La pobre no se ha atrevido a reposar junto al
sinvergüenza y descortés caballero. (Estrega la flor so-
bre los párpados de Lisandro.) Grosero: en tus ojos ex-
primo todo el poder de este encanto. Cuando despiertes,
que el amor prohiba al sueño sentarse sobre tus párpados.
(Sale.)

Entran DEMETRIO y EI7N,k, corriendo

ELENA.- !Detente, aunque me mates, querido Demetrio!


DEMETRIO.- Te ruego que te quedes y n.o me sigas más.
ELENA.- !Oh! Quieres abandonarme en medio de las tinieblas? !No
lo hagas!
DEMETRIO.- !Detente, en bien tuyo! Quiero ir solo. (Sale Demetrio.)
ELENA.- !Oh! Estoy sin aliento bajo esta caza amorosa. Cuanto más
ardiente es mi siulica, menos merced alcanza. Dichosa
Hermia, dondequiera que estés, porque posee seductores
ojos. Yo soy tan fea como un oso, porque hasta las fieras
que me encuentran huyen. Por eso, no es de extrañar que
Demetrio huya de mi presencia como de la de un monstruo.
Pero, ?quién hay aquí? !Lisandro! ?Muerto, o dormido?
No veo sangre ni herida. Lisandro, amigo, si vives, des-
pierta.
LISANDRO.- (Despertando.) !Y me arrojaré al fuego por tu dulce amor!
!Bella Elena! La Naturaleza ha desplegadb en tí sus per-
fecciones, pues a través de tu pecho me deja ver tu cora
zón. ?Dónde está ese Demetrio miseral -il_ea quien amas?
!Debe sucumbir ese vil hombre al filo de mi espada!
ELENA.- No digas eso, Lisandro, no lo digas. Qué importa que él
ame a tu Hermia? Qué importa, mientras ella te ame a tí?
Deberías estar contento.
LISANDRO.- Contento con Hermia? !No! Me arrepiento de los fastidio-
sos minutos que he pasado con ella. !Es a tí a quien quie
ro, Elena! Quién no cambiaría un cuervo por una paloma?
14

Hasta hoy he dalo tumbos en mi vida...


Pero hoy... me llegó la razón...
vino a mí la ilusión... Elena...
Tu visión enloquece mi ser
mueve mi corazón... Elena...
Sólo t11... logras esa visión
el amor... la pasión... Elena
Tu calor... crea en mi la cuestión
es una comezón... Elena...
Cree en mí, en mi nueva canción...
en mi nueva emoción... Elena
Elena... Elena...
ELENA.- Tenía yo que nacer para sufrir esta cruel burla? Qué
he hecho para merecer de tí esta ironía? No es bastan-
te mi fracaso con Demetrio? Tienes, encima, que burlar
te de mí? !Adiós! Pensé que eras un hombre correcto...
!Oh! Que una mujer rechazada por varón deba merecer de
otro varón un insulto... (Sale.)
LISANDRO.- !Elena! !Elena! Sigue Dormida, Hermia, y nunca te acer-
ques a Lisandro. Veo a esta mujer y siento repugnancia.
!Elena! !Elena!
Cree en mí... en min.nueva canción...
en mi nueva emoción... Elena...
Elena... Elena... (Sale.)
HERMIA.- !Auxilio, Lisandro! !Auxilio! (Quítame esta serpiente
que se enrosca en mi seno...! !Ay de mí! !Qué pesadilla
...! !Mira, Lisandro, como tiemblo! !soné que una ser-
piente estaba a punto de tragarme, y ttí, sentado, te
reías...! !Lisandro! Cómo? !Lisandro! Dónde estás? !Li-
sandro! !Dios mio! Lisandro... !Lisandro! Amor, qué te
has hecho? !Lisandro! !Lisandro! (Sale.)

ACTO TERCERO
Escena Primera
Un bosque
TITANLA reposa dormida. Entran TRAGON, BERBIZJI, LANZADERA,
FLAUTA, HOCICO y TRAGON
LANZADERA.- ?Estamos todos?
TABLON.- Justo, justo. Y hé aquí un lugar elegido apropiadamente
para nuestro ensayo. Este césped nos servirá de escena-
rio, estas ramas de bastidores para ocultarnos, y actua-
remos como si estuviésemos en presencia del duque.
LANZADERA.- Pedro Tablón...
15

TABLON.- Qué quieres, bravo Lanzadera?


LANZADERA.-Hay cosas en esta comedia de Fíramo y Tisbe que no agra-
darán nunca. En primer lugar, Píramo ha de esgrimir la
espada para matarse, lo cual no podrán soportar las da-
mas. Qué me respondes?
HOCICO.- !Justo temor!
TRAGON.- !Muy fácil! !Se elimina la matanza!
LANZADERA.-!Nada de eso! Tengo un recurso para arreglarlo todo. Es-
, críbanme un prólogo, y que este prólogo dé a entender quc
no haremos daño a nadie con nuestras espadas, y que l'ira-
mo sólo se mata de mentira, mentira...Para mayor seguri-
dad, que se diga en el prólogo "El actor que representa
en la comedia el Papel de Píramo, no es plramo, sino el
simpático Nicolás Lanzadera, tejedor, aquí presente. Estc
calmará su miedo.
TABLON.- !Muy bien! tendremos un prólogo de esa especie, y se es-
cribirá en versos de ocho y séis sílabas.
LANZADERA.-Por qué esa economía? Quiero versos de ocho y ocho.
FLAUTA.- Y el león, no espantará a las señoras?
TRAGON.- Es verdad. Qué hacemos con el león?
LANZADERA.-!Un león! !Qué asco! !Un león donde hay damas respetable:
De todos los pájaros del mundo, el león es el más fiero.
FLAUTA.- Entonces, propongo otro prólogo donde se advierta al pú-
blico que el león no es león.
LANZADERA.-No basta. Será preciso que el actor encargado de este pa-
pel diga su nombre y que se las arregle de manera que a
través del cuello de león deje ver la mitad de su cara y
diga esto o cosa parecida: "Señoras, o mejor, hermosas SE
horas: os pido, o bien os ruego, o mejor, os suplico que
no tengáis miedo, que no tembléis; os respondo de vuestr o
vida con la mía. Si creéis que es un león el que tenéis
delante, poco valdrá mi existencia. No, no hay nada de es.
soy un hombre corno los demás". Y entonces, que diga su
nombre y les haga saber con toda franqueza que es Berbiqu
el ebanista.
TABLON.- Me parece bien la solución. Pero todavía quedan dos difi-
cultades graves: la primera es cómo hacer el rayo de luna
en la habitación, porque, como todo el mundo sabe, Plramo
y Tisbe se encontraron a la luz de la luna.
BERBIQUI.- Brillará la luna cuando hagamos la obra?
16

LANZADERA.- !Un almanaque! !Un almanaque! !Miren si hay luna! !Miren


si hay luna!

TABLON.- Habrá luna.


LANZADERA.- Entonces, es simple. Se deja abierta la ventana del salón
y la luna brillará a través del postigo.

TABLON.- O si no, que uno se presente con un manojo de hierbas y


una linterna y diga: "Yo soy la luna" "Yo soy la luna".
Pero hay otro problema. Hace falta una pared, porque se-
gin la historia, Píramo y Tisbe se hablaban a través de
las grietas de un muro.
BERBIQUI.- No se puede empujar una pared hasta la mitad del escena-
rio. Qué se te ocurre, Lanzadera?
LANZADERA.- Lo podemos arreglar si alguien hace el papel de pared;
le echamos encima yeso, cal y agua para que parezca pa-
red, y que ponga los dedos abiertos así, como si fuese
un agujero en la pared. Píramo y Tisbe se hablarán a
través de los agujeros de la pared.

TABLON.- No está mal, no está mal... Vamos. Que se siente cada hi-
tto de su madre. Comenzamos el ensayo. Empieza Píramo.
Dice lo que le toca y se oculta entre las ramas para es-
perar su próxima entrada.
Entra PUCK por el foro
PUCK.- Quién es esta rústica chusma capaz de charlar a dos pa-
sos del sitio en que reposa la reina de las hadas?
!Cómicos! Van a representar una comedia. Pues asiátiré
como espectador y haré de actor si se presenta la opor-
tunidad.
TABLON.- Habla Píramo. Tisbe, acécate.
PIRAMO.- Tisbe, la dulce flor es dolorosa
TABLON.- Olorosa, olorosa.
PIRAMO.- ...la dulce flor es dolorosa.
Así es tu aliento, mi bien idolatrado.
Pero, calla, !una voz! Espera, hermosa.
Al instante retorno aquí, a tu lado.
(Sale.)
PUCK.- Nunca vieron estos lugares un Píramo más extraIo.(Sale.)
TISBE.- Me toca hablar a mí ahora?
TABLON.- Claro que te toca, porque Fíramo se fué a ver la causa
del ruido que ha escuchado y va a volver.
TISBE.- Radiantísimo Fíramo, de tinte
aún más blanco que el lirio, y de color
como la rosa carmesí en su tallo,
activo y juvenil, joya adorable,
17
tait;aarvicial y fiel como el caballo
qué Sigue su carrera infatigable.
Junto a tí me uniré en la tumba, Nini.
TABLON.- !Tumba de Nino, hombre! !Y encima de eso te saltas el
diálogo! El último verso forma parte de una respuesta
que das más adelante a Píramo. Dices el papel al cale-
tre, sin aguardar la réplica... Ahora sale Fíramo. El
pie es..."carrera infatigable".
Vuelven a entrar PUCK y LANZADERA, éste con una cabeza de asno.
TABLON.- Qué pasa con Lanzadera, que no entra?
TISBE.- !Carrera infatigable!... !carrera infatigable!... !carre-
ra infatigable!
LANZADERA.- Para tí solamente fuera, Tisbe,
si fuera hermoso
TABLON.- !Prodigio! !Un monstruo! !Nos han embrujado! !Huyamos,
señores! !Socorro! (Salen los Clowns.)
I 7CK se ríe y sale tras ellos
LANZADERA.- Por qué huyen? Qué pasa? !No me hagan eso! Qué broma
es? !Espérenme! !Espérenme!
Vuelve a entrar FLAUTA
FLAUTA.- !Lanzadera, cómo has cambiado! Qué veo encima de tus hom-
bros?

LANZADERA.- Qué tengo? No será una cabeza de burro como la tuya?


Vuelve a entrar TABLON

TABLON.- !Dios te ampare, Lanzadera! !Dios te ampare! !Te han em-


brujado!
LANZADERA.- !No crean que no me doy cuenta de la broma! Me creen un
burro, acaso? !Envidiosos! Pero por más que hagan, no me
voy a mover de aquí. Voy a pasearme a mis anchas. Voy a
cantar para demostrarlas que to , tengb, liedo. (Canta.)
Ni los mirlos de pico anaranjado,
negros como el hollín;
ni los tordos de acento acompasado
ni el gorrión saltarín.
TITANIA.- (Despertando.) Qué ángel me despierta én mi lecho de
flores?
LANZADERA.- Ni el cuclillo la alondra o el pinzón
a los que no se da contestación.
Porque, en efecto, quién había de perder el tiempo
contestando a tan necio avechucho?
TITANIA.- Te ruego s gentil mortal, que cantes de nuevo; tus cantos
han cautivado mi oído. Mis ojos se han enamorado de tus
formas.
que La fuerza que de tí brota me obliga
te amo. g a decirte
18

LANZADERA.- Me parece, señora, que no tenéis motivo para ello. Pero,


a decir verdad, en el tiempo que vivimos la ra:;1n
amor rara vez van juntos.
TITANIA.- Eres tan sabio como hermoso.
LANZADERA.- No soy una cosa ni otra. Pero si tan solo tuviese talento
para salir de este bosque, creerla tener lo suficiente
para mi gusto.
TITANIA.- Te quedarás aquí, quieras o no. Soy un espíritu superior,
mi galán hechicero. La primavera dura siempre en mis es-
tados, y te afilo. Ven, pues, conmigo; te daré hadas para
servirte; irán a buscarte joyas en el fondo del mar.
Mientras duermes en un lecho de flores, mis cantos me-
cerán tu sueño. Te haré suave como un espíritu aéreo.
!Caraotica, Telarala, Polilla, Mostaza! !Hadas!
Entran cuatro Hadas
Caraotica.- Acial estoy.
TELARAIA.- Y yo.
POLILLA.- Y yo.
MOSTAZA.- Y yo.
TITANIA.- Las quiero benévolas y corteses con este bello hombre.
Salten y bailen en su presencia. Consíganle albarico-
ques y frambuesas, uvas moradas y verdosos higos madu-
ros, dardos de abeja llenos de miel, cera para hacer
antorchas que iluminen su belleza, alas muticolores de
mariposas para fabricar un abanico que aparte de sus
dormidos ojos los rayos de la luna. De rodillas ante él,
hadas. !Faso y homenaje a la belleza!
CARAOTICA.- !Salve!
TELAPA1A.- !Salve!
POLILLA.- !Salve!
MOSTAZA.- !Salve!

LANZADERA.- De todo corazón doy las gracias a vuestras señorías.


TITANIA.-
!Hadas del bosque! A partir de hoy est4n a su
Lo quiero ya en mi lecho. Me parece que ser vioira
i o.
con ojos húmedos, y cuando vierte lá, la luna nos m
flores lloran tambi én arrastrando el grimas
luto
detodas las
nidád forzada. Encadenen la lengua de mi muy una vir gi-
amado;
condúzcanlo en silencio. (Salen.)
19

CANCION DE UNA NOCHE DE VERANO

No hay un día especial


no hay paisaje ideal
Condición ambiental
para amar...
Puede ya suceder
En la hora normal
Sin tener que aguardar
el verano...
No es cuestión de saber
elegir el lugar,
ni escoger la ocasión
para amar...
Hoy un asno será
quien encuentre su amor
Ella supo esperar
el verano...

Las HADAS conducen a LANZADERA. PUCK se une a la comitiva

Escena II

Otra parte del bosque


Entra OBERON
OBERON.- Me pregunto si Titania ha despertado ya y cuál es la
primera criatura que se ha ofrecido a su vista y de la
queforzosamente se habrá enamorado.
Entra PTTCK
Hola, espíritu burlón. Cué diversión nocturna hay ahora
en este bosque encantado?
PUCK.- Mi señora está enamorada de un monstruo. Mientras dormía,
llegó una compaía de cómicos imbéciles, de sencillos ar-
tesanos que trabajan en Atenas, a ensayar una pieza para
presentarla el día de la boda de Teseo. El más necio de
todos, encargado del papel de líramo, ha salido de escena
y ha entrado en un matorral. Yo aproveché el momento para
encasquetarle una cabeza de burro. Cuando le tocó volver
a escena, salió el actor y los demás huyeron. Salí tras
ellos, y al ruido de mis pasos cae de cuando en cuando
uno por tierra, gritando que lo asesinan y pidiendo soco-
rro a Atenas. Mientras los cazaba de este modo, había de-
jado a Píramo en la escena, cuando Titania ha despertado
y en seguida se ha enamorado de un jumento.
OBERON.- Esto es más de lo que esperaba! Pero, como te había or-
denado
niense? echaste ya el jugo del amor en los ojos del ate-
PTTCK. - Lo agarré dormido, y ella dormía también. De modo que
cuando despierte y la mire...
20
Entran DEMETRIO y HERMIA

OBERON.- Quédate quiero. !Epa! La dama es la misma, pero no así


el galán.
!Asesino! !Mataste a Lisandro mientras dormía! Si tienes
un pie en el crimen, hunde el otro, y mátame de una vez.
No es el sol más fiel al día que Lisandro a mí. Puedo
.J
creer que haya abandonado a Hermia dormida? Antes creería
que la Tierra puede atravesarse de parte a parte. Impo-
sible que no lo hayas matado. Tu cara, feroz y siniestra,
es, sin duda, la de un asesino.
DEMETRIO.- !Yo no he matado a nadie! Qué asesino? Dónde está el
asesino? Tengo cara de víctima, tengo cara de herida, y
sin embargo tú, asesina, brillas con el resplandor de
tu hermosura, tan bella y tan clara como la lejana Venus,
allá en su luminosa esfera.
HERMIA.- Qué tiene eso en común con mi Lisandro? Dónde está? !Ah,
buen Demetrio! Quieres devolvérmelo?
DEMETRIO.- Preferiría dar a mis sabuesos sus cadáver.
HERMIA.- !No te me acerques, perro! !Lejos de ml, chacal! Me
obligas a traspasar todos los límites, a perder la resig-
nación de mi sexo. Lo mataste? !CorrUesa! Dime la verdad.
!Ten piedad, cobarde, ten piedad de mí! !Lo asesinaste
mientras dormía, porque despierto no habrías osado mirar-
le la cara! !Gusano! !Víbora! !Eres una víbora! Jamás
serpiente alguna hirió con ponzoná más envenenada que
la tuya! !Reptil!
DEMETRIO.- !Pero déjame hal'lar! !Yo no he hecho nada! !Ni maté a
Lisandro, ni nada me prueba que haya muerto!
HERMIA.- Entonces, dime, te lo suplico, que vive sano y salvo.
DEMETRIO.- Y tu vé me das si yo te lo digo?
HERMIA.- El privilegio de no volverme a ver más nunca. Huyo de tu
aborrecida presencia. Muerto o vivo, piensa en no verme
jamás. (Sale.)
DEMETRIO.- No hay modo de seguirla en el estado en que se encuentra.
Lo peor es que yo no he hecho nada. Para qué seguirla?
El dolor se hace más grande si uno no duerme. Descansemos
aquí unos instantes. (Se tiende sobre el césped y se
duerme.)
OBERON.- Qué has hecho? Te has equivocado completamente y has
vertido el jugo amoroso en los párpados de un amante fiel.
Cosas de la vida. Por cada hombre fiel hay millones que
son frágiles y amontonan mentiras sobre mentiras.
21

OBERON.- Corre. Busca a Elena. Enferma de amor, con la palidez


en las mejillas, exhala suspiros ardientes que alteran
el frescor de su sangre. Con ayuda de algún encanto,
procura traerla aquí. Yo hechizaré los ojos de él antes
que ella llegue.
PUCK.- Voy, voy; vuelo más rápido que la flecha disparada del
arco de Tártaro. (Sale.)
OBERON.- Flor de color de púrpura, herida por la saeta de Cupido,
penetra en el globo de sus ojos. Cuando llegue su ena-
morada hazle resplandecer con el esplendor de una luz
viva y pura, como irradia Venus en el firmamento. Si tú,
al despertar, joven enamorado, te ves alumbrado con su
hermosura, pídele la recompensa.
Vuelve a entrar PUCK
PUCK.- Capitán de nuestro bando hechiceresco: Elena en este ins-
tante se acerca, seguida del joven víctima de mi engaño,
el cual le pide el premio de su amor. Quieres que asista-
mos a esta ridícula escena? !Señor, qué locos son los
mortales!
OBERON.- Ponte un poco apartado; el ruido que van a producir des-
pertará a Demetrio.
Entonces serán dos cortejando a una mujer. Eso solo será
ya una diversión única, y nada hay que me guste tánto co
mo lo absurdo.
Entran LISANDRO y ELENA
LISANDRO.- !No me estoy burlando! !Si me estuviera burlando no llo-
raría! Pero el problema es que lloro cuando hablo. Eso
prueba la sinceridad de mis palabras. !Soy la buena fé
en persona! Cómo puedes acusarme de desprecio?
ELENA.- !Te burlas más y más! Esos juramentos pertenecen a Hermia.
Has renunciado a ella? El homenaje que le dabas y el que
me ofreces ahora, puestos en la balanza, tienen igual pe-
so; los dos son tan leves como fábulas.
LISANDRO.- Había perdido la razón cuando le ofrecí mis homenajes.
ELENA.- No; la haa'perdido ahora, que renuncias a ella.
LISANDRO.- Demetrio la ama y no te ama a tí.
DEMETRIO.- (Despertando.) !Oh, Elena, diosa, ninfa, perfección divi-
na! Con que, amor, compraré tus ojos? El cristal a tu la-
do es turbio. !Oh! !Cómo atraen el beso de tus labios,
semejantes a dos guindas maduras y coloradas! La nieve
pura y blanca parece negra como la pluma del cuervo cuando
levantas
blancura! la mano. (Oh! !Déjame besar esta maravilla de
ELENA.- !Ay, oprobio! !Ay, infierno! Los dos se han puesto de
acuerdo para ridiculizarme. No te basta el odio, Deme-
trio? Quieres ahora la burla? !Si fuesen hombres, como
se ve por fuera, no tratarían así a una dama bien naci-
da. Rivales los dos por el amor a Hermia, rivalizan en
ardor para insultar a Elena. !Herótca empresa la de con-
seguir con burlas que suban las lágrimas a los ojos de
una pobre doncella!
LISANDRO.- Tu proceder es poco generoso, Demetrio. Sé que amas a
Hermia. Y déjame decirte que estoy de acuerdo. Acepto.
Renuncio a Hermia. Te la dejo. Pero ten la bondad de no
meterte con Elena, porque la amo y la amaré hasta la
muerte.
DEMETRIO.- Lisandro: guárdate tu Hermia; no la quiero. Si la amé,
todo ese amor se ha desvanecido. Mi corazón pasó por
ella como un huésped extranjero. Ahora se ha vuelto a
Elena para fijarse en ella para siempre.
Porque hoy, me llegó la razón...
vino a mi la ilusión... Elena...
Tu visión enloquece mi ser,
mueve mi corazon... Elena...
Sólo tú logras esa visión,
el amor... la pasión... Elena...
tu calor crea en mi la cuestión.
Es una comezón... Elena
Cree en mí, en mi nueva canción,
en mi nueva emoción... Elena...
Elena... Elena...
LISANDRO.- !Mentira! !Elena, no le hagas caso!
DEMETRIO.- !Dio intentes rebajar unos sentimientos que no conoces,
o lo pagarás caro! Ahí tienes a tu amante, que viene;
ahí tienes a tu muy amada.
Vuelve a entrar HERMIA
HERMIA.- !Oscura noche, que, suspendiendo las funciones de los
ojos, doblas la agudeza del oído...! !Lisandro! No te
veo, pero te oigo. El sonido de tu voz me ha guiado a
ti... por qué tan duramente me has dejado?
LISANDRO.- Y por qué había de quedarse aquel a quien el amor impulsa
a marchar a otro sitio?
HERMIA.- Qué amor podía apartarte de mi amor?
LISANDRO.- El verdadero amor de Lisandro; un amor que no le permitía
quedarse: la hermosa Elena, este astro que ilumina la no-
che con una luz más viva que todos los globos en llamas,
que todos los ojos de luz que resplandecen en lo alto. Por
qué me buscas? No entiendes que te odio?
HERMIA.-
No dices lo que piensas; eso no puede ser, Lisandro.
23

ELENA.- Ahora veo que se han entendido los tres para organizar con-
tra mi este pasatiempo cruel. Hermia, amiga ingrata, has
preparado tu esta locura? Olvidaste acaso nuestra intimidad,
nuestro cariño fraternal, las horas tan dulces que pasarnos
las dos juntas sintiendo que tiempo volaba? !Oh! Todo eso
parece olvidado, todo: la amistad de la escuela, la inocen-
cia de la juventud. Tu y-yo éramos como dos cerezas mmlii-
zas unidas por el tallo, y ahora ?debo soportar ésto? por
qué insultas a tu pobre amiga?
HERMIA.- Pero quién te insulta? Yo no te estoy insultando. Por el
contrario, eres tu la que me insultas a mi.
ELENA.- No indujiste a Lisandro a seguirme por burla y a que alaba-
se mis ojos y mi cara? No fue invento tuyo que Demetrio,
que no hace sino un momento me rechazaba despectivo, me
llame ahora diosa, ninfa, divinidad? Por qué, si Lisandro
te ama, como me consta que te ama, reniega ahora de tu
amor y me lo ofrece? Yo no soy tan bella como tu. Los hom-
bres no me persiguen. Y tu, amiga mía, deberías comprender-
me y consolarme, en lugar de inventar una burla.
HERMIA.- Yo no entiendo nada.
ELENA.- Sí, sí, continúa, finge extrañeza. Háganse serias entre us-
tedes cuando vuelvo la espalda; guíñense los ojos; prosigan
la burla. Pero, adiós. En parte es culpa mía; la muerte o
la ausencia la repararán pronto.
LISANDRO.-Detente, gentil Elena; escucha mi justificación, amor mío,
vida mía, mi alma, mi encantadora Elena.
ELENA.- !Es admirable!
HERMIA.- (A LISANDRO.) Lisandro, no te burles de Elena.
DEMETRIO.- Lisandro, !cuidado!
LISANDRO.- Y quién ha dicho que yo me estoy burlando? Elena, te amo,
te amo, y lo juro por mi vida, por esta vida que estoy diI
puesto a perder por tí. Juro que miente quien ose decir
que no te amo.
DEMETRIO.- Y yo juro que te amo más que él.
LISANDRO. - !Ven acá, y demuéstralo!
DEMETRIO. - !Claro que voy!
HERMIA.- Pero, qué es eso, Lisandro?
LISANDRO.- Atrás, etíope.
DEMETRTO.- !Cobarde! !Tienes miedo!

LISANDRO.- (A HERMIA) !Déjame, gata, lapa! Vil engendro, déjame, o


te arrojaré lejos de mí como se arroja a una serpiente.
24

HERMIA.- Por qué, canalla? Qué significa este cambio, dulce amor
mío?
LISANDRO.- Amor tuyo? !Sal de aquí, tártara cobrizal... !Fuera,
purgante!
HERMIA.- Pero, es una burla?
ELENA.- !Claro que es una burla, y tu estás en la burla!
DEMETRIO.- !No creo en tu palabra!
LISADJDRO. - Por qué? Qué quieres entonces? Que hiera a esta mujer?
Que le pegue? Que la mate? Aunque la aborrezco, no quie-
ro hacerle dalo.
HERMIA.- Qué mayo dalo puedes causarme que aborrecerme? !Aborre-
cerme! Y por qué? !Ay!... Qué ha pasado, amor mío? No
soy yo Hermia? No eres tu Lisandro? Soy hermosa hoy como
lo era ayer. En una noche me has amado y me has dejado.
!Me has dejado! !No puedo creerlo! Es verdad?
IISANDRO.- Sí,!por mi vida!, y con la firme intención de no volver-
te a ver. Te detesto y adoro a Elena.
HERMIA.- !Ay de mí!... !Impostora, gusano, ladrona de amor! Conque
deslizándote a la sombra de la noche y robándome a mi
amor?
ELENA.- !En verdad, esto es bonito! Te has despojado de toda mo-
destia, de todo pudor, de toda sombra de delicadeza?
!Cómo! !Fuera, hipócrita muñeca!
HERMIA.- Muñeca me llamas? O sea que crees que soy una enana?
Claro, porque como tu te las das de grandota... Enana yo?
Enana y todo, te voy a arrancar los ojos.
ELENA.- !No la dejen que me golpee! !Por favor, señores! Yo no
doy mala; nunca le he hecho daño a nadie. Yo soy una ni-
?la. No permitan que me pegue. No crean que porque es chi-
quita yo puedo con ella.
HERMIA.- !Me volvió a insultar! !Me volvió a insultar! !Me volvió
a llamar enana!
ELENA.- Hernia, no te pongas así. Yo te he querido siempre. Yo te
guardé todos los secretos. Mi única falta contigo es ha-
berle dicho a Demetrio lo de tu huida con Lisandro. No pu-
de evitar que él los siguiese, no rude evitar que mi amor
lo siguiese a él; pero me ha rechazado, me ha amenazado
con pegarme, eéharme por el suelo y hasta matarme. Pero
ya está, ya está. Yo me voy, yo me voy tranquila.
HERMIA.- Bueno, vete. Quién te está parando?
ELENA. - Un corazón insensato me detiene.
HERMIA. - Quién? Lisandro?
25

LISANDRO.- (De ese me encargo yo! !No tengas miedo!


DEMETRIO.- De quién, de quién te vas a encargar tu?
ELENA.- Por qué me has hecho esto, Hermia? !Ya sé! !Ya sé!
Siempre fuiste así. !Era ya una víbora cuando iba a
la escuela! Pequeñita y todo, y hay que tenerle cui-
dado...
HERMIA.- !Basta con lo de pequeita! !Se -lores, hagan algo! No
permito que se me insulte. Déjenme sola con ella.
LISANDRO.- Y quién te está insultando a ti, enana, rabo de muja,
bolita, bollito de pan, garbanzo?
DEMETRIO.- Y quién te ha dado a tí permiso para defender a Elena?
LISANDRO.- Como que quién me ha dado permiso? !Yo me di permiso!
Y si quieres, sígueme y arreglamos afuera el permiso!
DEMETRIO.- Seguirte? !Nada de seguirte! !Te acompaño!
(Salen LISANDRO y DEMETRIO)
HERMIA.- !Tu eres la causa de todo este desbarajuste! !No te
vayas!
ELENA.- Que no me vaya? !Te conozco! Clando se trata de golpes,
tus manos son más rápidas que las mías, pero cuando se
trata de correr, serpiente... !en eso no me gana nadie!
(Sale.)
HERMIA.- Estoy asombrada y no sé qué pensar. (Sale.)
OBERON.- Puck.
PTJCK.- Señor.
OBERON.- Qué has hecho, infeliz?
PUCK.- Yo no sé, se9or.
OBERON.- Puck.
PUCK.- Señor.
OBERON.- Eres un negligente. Siempre te equivocas. Podrías res-
ponderme por qué?
PTJCK.- Créeme, rey de las sombras, ha sido un error. No me di-
jiste tu que conocería ál joven por su traje de atenien-
se? Yo me fui por el bosque y ví a un joven. El joven
tenía traje de ateniense. Y yo, por lo tanto eché el ju-
go en los ojos de un joven ateniense. Perdóname lo demás,
pero no es mi culpa. Y después de todo, no me negarás
que la escena fue divertida.
OBERON.- Ya estás viendo que los dos amantes están buscando un
26
lugar para batirse. Escúchame. Espera la oscuridad de la
noche. Cubre la bóveda estrellada de una densa niebla, de
un vapor húmedo y negro, y condúcete de modo que se extra
víen esos dos rivales sin que puedan encontrarse. Imita
la voz de Lisandro y birlate de Demetrio. Imita la voz de
Demetrio y búrlate de Lisandro. Aléjalos así, hasta que e]
sueño, imagen de lá muerte, ponga en su frente los pies
de plomo y las alas de murciélago. Entonces, exprimirás
en los ojos de Lisandro el jugo de esta hierba, que tiene
la propiedad de disipar toda ilusión que fascine la vista
y devuelve a ese órgano sus habituales funciones. Cuando
despierten, toda esta broma les parecerá un sueño, una
vana visión, y los amantes volverán a tomar el camino de
Atenas unidos con lazos que sólo la muerte podrá romper.
Mientras cumples esta misión, yo iré a ter a mi reina y
a pedirle su pequeño indio. Luego apartaré de sus ojos
el hechizo que la impulsa hacia swmonstruo y quedará
restablecida la paz en toas partes.
FUCK.- Mi señor, es necesario proceder aprisa. Porque ya los
dragones de la noche hienden las nubes a todo vuelo, y
brillan allá abajo los primeros fulgores que anuncian la
aurora, a cuya aproximación los espectros errantes vuel-
ven en tropel a sus moradas en los cementerios, temiendo
que el día alumbre su vergüenza.
OBERON.- Pero nosotros somos espíritus de otra alcurnia. Con
frecuencia he visto amanecer a la aurora y recorrer co-
mo un guardabosque la espesura, hasta que la puerta de
Oriente, toda roja en llamas, se abría. Sin embargo, a-
presúrate; no pierdas un instante; podemos acabar esta
operación antes del día. (Sale OBERON.)
FUCK.- Los llevaré por valles y pasos. Se me teme en la ciudad
lo mismo que en el campo. Aquí tenemos uno que se acerca.
Vuelve a entrar LISANDRO
LISANDRO. - Donde estás, arrogante Demetrio? !Responde!
PUCK.- Aquí, villano. Con el acero desnudo y pronto. Dónde estás':
LISANDRO. - !Espérame!
FUCK.- Sígueme.
(LISANDRO SE aleja, como siguiendo la voz.)
Vuelve a entrar DEMETRIO
DEMETRIO. - !Lisandro, habla otra vez! Cobarde, fugitivo, has huido?
!Habla! Dónde ocultas la cabeza?

Cobarde
te o aeres tú provocando a las estrellas. Ven, idiota,
ia vy pegar
espada. con un bejuco. No vale la pena matarte con

DEMETRIO.- Pero Eestás ahí?


27

Sigue mi voz. No estamos en buen sitio para la pelea.


PUCK.-
(Salen.)
Vuelve a entrar LISANDRO
LISANDRO.- Por qué huyes, cobarde? Camina siempre delante de mí y
no deja de provocarme, pero cuando llego al lugar, se
ha marchado, y por último me he metido en un camino os-
curo y accidentado. Descansemos aquí. (Se tiende en el
suelo.) Apresúrate a aparecer, día benéfico, porque .lan
pronto muestres tu fulgor grisáceo,sabré hallar a Deme-
trio y vengarme de esta insolencia. (Se duerme.)
Vuelven arentrar PUCK y DEMETRIO
FUCK.- !Ja, ja, ja! Cobarde, por qué no vienes?
DEMETEI0.- !Espérame ahí, correlón! !Atrévete a mirarme cara a cara!
PUCK.- !Ven acá! !Aquí estoy!
DEMETRIO.- Vamos, te estás burlando; pero ya me las pagarás si al-
guna vez veo tu vara a la luz del día. Ahora vete a donde
gustes. La fatiga me obliga a medirme contra el suelo.
Pero cuando amanezca, espera mi visita.
(Se echa en tierra y se duerme.)
Vuelve a entrar ELENA
ELENA.- Noche !acorta tus horas! Haz brillar en el Oriente páli-
dos rayos, porque quiero volver a Atenas y escapar del
desengaño. Y tu, suelo, que vienes a cerEar los ojos del
dolor, róbame por algún tiempo a mi propia compañía. (Se
tiende y duerme.)
PUCK.- Aún no hay más que tres? Venga una más. Dos de cada sexo,
y harán cuatro. Aquí llega la otra, indignada y triste.
Cupido es bastante tragieso, cuando así hace perder la
razón a las pobres mujeres.
Vuelve a entrar HERMIA
HERMIA.- Nunca estuve tan cansada; nunca tan afligida. Empapada de
rocío y rasgada por las espinas, no puedo ir más lejos.
Mis piernas se niegan a marchar al mismo paso que mis de-
seos.Descansemos aquí hasta que rompa el día. Si van a ba-
tirse, que el cielo proteja a Lisandro. (Se tiende en el
suelo y queda dormida.=
PUCK.- En el suelo duerme bien
que tus ojos '7Yetzráré
de este sueno infernal.
(Vierte el jugo en los ojos de LISANDRO.)
Al despertar contemplarás
al auno Y que dejaste atrás
y en sus ojos te verás.
Y el refrán se cumplirá
al salir de tu. sonar
cada oveja con su pareja
quedará.
(Sale.)
ACTO CUARTO
Escena primera.
El bosque
LISANDRO, DEMTTRIO, ELENA y HERNIA, dormidos.
Entran TITANIA y LANZADERA, acompañados del cortejo de Duendes
y de Hadas. OBERON, invisible, los sigue y observa a cierta
distancia.
TITANIA.- Acércate. Ven a sentarte en este florido lecho. Ven a que
te acaricie las encantadoras mejillas, a que ponga rosas
en tu,babeza blanda y lisa y bese tus largas y hermosas
orejas, suave deleite mío.
LANZADERA.- Dónde está Caraotica?
CARAOTICA.- Aquí.
LANZADERA.- Ráscame la cabeza, Caraotica. Dónde está la Aranita?
TELARAÑA.- Aquí estoy.
LANZADERA.- Aralita, ves esa abeja de encarnados muslos posada en
aquel cardo? Tráemela. Q, Iiero chuparle la miel. Calma,
niña, calma. No te acalores en la operación, no sea que
se vaya a derramar la mielita. Y qué se hizo Mostaza?
MOSTAZA.- Aquí estoy.
LANZADERA.- Dame la mano, Mostaza, monsieur Mostaza.

Qué puedo hacer por tí, señor?


LANZADERA.- Nada, nada, nada, sino ayudar al "cavalery" Aranita
en su tarea de rascarme la cabeza. Debo ir al barbero,
amigo, porque tengo la cara muy peluda, y soy un burro
tan nervioso que apenas me pica el pelo y ya quiero ras-
carme.
TITANIA.- Quieres oír mllsica l dulce amor mío?
LANZADERA.-
!Ah, la musique! !Bella dama, estás en presencia de un
talento musical! Dame un cencerro y una matraca, y yo
te diré lo que es la "bon musique".
TITANIA.-
O dime, amor mío, lo que deseas comer.
LANZADERA.- Francamente, un pienso de forraje. Podría tomar un pi-
cotín de avena fina, bien seca. Siento también una gran
tentación de comer un haz de heno, de un buen heno, y
muy fresco. No hay nada mejor.

TITANIA.- Tengo un hada escudriñadora que irá a buscar en el re-


puesto de la ardilla; te traerá nueces tiernas.

LANZADERA. - Preferiría un puñado o dos de habas secas. Pero te rue-


go que le digas a tu gente que me deje en paz. Me sien-
to con cierta "exposición" al sue ñ o.
TITANIA.- Duerme, y yo le rodearé con mis brazos. Hadas, retíren-
se. (Salen las HADAS.) Así se enlazan gentilmente los
tallos de la madreselva silvestre y la madreselva olo-
rosa; así la hiedra de la debilidad femenina ensortija
los dedos de corteza del olmo. !Oh! !Cuánto te amo!
(Cuánto te idolatro, amor mío!. (Duermen.)
Entra PUCK
OBERON.- (Adelantándose) Bienvenido, Puck. Ves este delicioso es-
pectáculo? Ahora empiezo a sentir lástima de su locura.
Me la encontré hace poco en el bosque, recogiendo dulces
golosinas para ese imbécil. Hablé con ella y le di un re-
galo. Entonces la abracé y ella me pidió perdón en térmi-
nos blandos y sumisos. Yo le pedí al paje de regalo, ella
me lo cedió al momento, y ahora lo tengo en un bosque de
mi imperio mágico. Ahora que tengo ya al nino,voy a curqr
sus ojos del abominable error. Y tú, gentil Puck, quita
de la cabeza de ese rústico el disfraz que lo transforma,
para que, despertando como los otros, se vuelvan todos a
Atenas sin hhber conservado de los sucesos de esta noche
otro recuerdo que la desagradable vejación del sueño. Pe-
ro comencemos por romper el hechizo de la reina de las
hadas (Se acerca a Titania y vierte en sus párpados el
jugo de una flor.) Vamos, Titania mía, despierta, mi
dulce reina.
TITANIA.- (Despertándose.) !Mi oberón! !Qué visiones he tenido! Me
parecía que estaba enamorada de un asno.
OBERON.- Aquí reposa tu amor.

TITANIA.- Cómo ha sido eso? !Oh!!Cuánto aborrecen agora mis ojos su


figura!
OBERON.- Puck, q"ítale esa cabeza. Titania, que suene la música y
que sus acordes sumerjan los sentidos de estos cinco en
un sopor más profundo que el suelo ordinario.
TITANIA.- !Música! !Música! !Quiero acordes que hechicen el sueño!
DUCK.-
(A LANZADERA.) Cuando despiertes, vuelve a ver con tus
propios ojos de imbécil.
OBERON.-
!Música! !Ven, Titania! !Dame la mano! Mañana bailaremos
en el palacio de Teseo solemnes danzas, y traeremos sobre
esa casa toas as venturas de la tierra. Allí también se
30

enlazarán estas parejas de amantes fieles, y todo será


bueno.
FUCK.- Rey de las hadas, atención y escucha: oigo la alondra.
Es la mañana.
OBERON.- Entonces, reina mía, sigamos en profundo silencio a las
sombras de la noche.
TITANIA.- Vamos, señor; y durante nuestro vuelo, dime cómo ha podido
ser que me haya yo visto esta noche durmiendo sobre la
tierra entre esos mortales. (Salen. Suenan a lo lejos
cuernos de caza.)
Entran TESEO, HIPOLITA, EGEO y acompañamiento
TESEO.- Ya hemos cumplido nuestros ritos. Ahora vamos, bella rei-
na, a la cumbre de la montaña, y desde ahí prestaremos
oído a la confusión armoniosa de filís perros y del eco
reunidos. Pero !silencio! Qué ninfas son estas?
EGEO.- Señor, esta es mi hija, aquí dormida, y este Lisandro•
este otro es Demetrio; también está Elena. Me sorprende
hallarlos aquí todos reunidos.
TESEO.- Sin duda, se han levantado muy de mañana para cumplir con
los ritos del mes de mayo, y seguramente nos esperaban en
el bosque. Fero dime, Egeo, no es hoy cuando Hermia debe
darte la resmlesta acerca de la elecnión de su esposo?
EGEO.- Si, mi. señor.
TESEO.- Busca entonces a los cazadores; que los despierten al so-
nido de las trompas. (Gritos dentro, y luego el eco de las
trompas. DEMETRIO, LISA.NDRO, HERNIA y ELENA despiertan so-
bresaltados y se levantan.) Buenos días, amigos. Ya pasó
el día del celo en los pájaros, pero, por lo que veo, hay
nidos extraños en el bodque.
LISANDRO.- Perdón, señor. (LISANDRO y los demás se arrodillan.)
TESEO.-
De pié. Sé que los dos sob enemigos y rivales. Entonces,
por qué este maravilloso acuerdo? Cómo es que el odio
duerme al lado del odio?

LISANDRO.- Señor, no sé qué responder. Estoy medio dormido y medio


despierto. Juro que no puedo decir cómo llegué aquí. Si,
ahora recuerdo. Fue con Hermia. Queríamos escapar de Atenas.
EGEO.-
Basta, basta, mi señor, habéis oído lo
bastante. Reclamo
contra él la arlicaci5n de la ley; sí, de la ley. La ley
sobre su cabeza. Querían huir; se habrían burlado de
y de mí. Demetrio: de tiJ y de vos
esposa, y hacer
nula mi firme voluntad de darte la mano de mi hija.
31

DEMETRIO.- Señor, la hermosa Elena me reveló su fuga y la intención


que los llevaba a este bosque. Con furor los he reguido,
y el amor ha llevado a Elena en pos de mi. Yo no sé cómo
ha sido, se/or; tiene que haber sido obra de algún poder
misterioso, pero mi amor a Hermia se ha derretido como la
nieve, y ahora el único objeto de mi pasión, el único pla
cer de mis ojos, es Elena. A ella, señor, estuve prometi-
do antes de ver a Hermia. Y ahora la deseo, la amo, sus-
piro por ella, y mi corazón le será siempre fiel.

TESEO.- Felizmente hallados, dichosos amantes. Ya nos contarán


después los pormenores de esta aventura... Egeo, es pre-
ciso que tu voluntad se doblegue ante la mía. Quiero que
hoy estas dos parejas sean, al mismo tiempo que nosotros,
unidas con eterno lazo. No habrá para las tres parejas
más que una sola y común ceremonia. Vamos, Hipólita.
(Salen TESEO, HIPOLITA, EGEO y el acompañamiento.)
DEMETRIO.- Están bien seguros de que estamos despiertos? Algo me
dice que dormimos, que sonamos todavía... No creen que
el duque estaba aquí hace poco y que nos ha dicho que
lo sigamos?
HERMIA.- Si, y también mi padre.
ELENA.- E Hipólita.
LISANDRO.- Y nos invitó a acompañarle al templo.
DEMETRIO.- Entonces estamos despiertos. Sigámoslos, y andando nos
contaremos nuestros sueños. (Salen.)
LANZADERA. - (Despertando.) Se han ido todos dejándome dormido? He
tenido la visión más maravillosa. He tenido un suelo...
Si intentara explicarlo sería un burro. Me ha parecido
que era... me ha parecido que tenía...!Tablón! quiero que
escribas una obra. La llamaremos "El suelo del tejedor"
porque es un tejido de maravillas. Quiero actuarla. Fué
tan... Cómo se los digo? fu,é tan...Cómo es la palabra?
!Tablón! Címo es la palabra? Cómo es esa palabra? (Sale.)
Escena II
Atenas. Aposento en casa de TABLON
Entran TABLON, FLAUTA, HOCICO y TRAGON
TABLON.- Qué se sabe de Lanzadera? Ha vuelto ya?
TRAGON.- No se sabe nada de él.
FLAUTA.- Si no viene, !adiós comedia! No se puede hacer, verdad?
TABLON.-
No es posible. No hay en toda Atenas un hombre capaz de
representar a Píramo como él.
FLAUTA.-
No, es sencillamente el talento más desarrollado de la
ciudad.
32

TABLON.- Y buenmozo. No se le puede quitar que es buenmozo. Su


voz no admite piragón en el mundo.

FLAUTA.- Parangón, no pirangón. Parangón, porque el piragón es,


Dios nos bendiga, un insepto insignificante.
Entra BERBIQUI
BERBIQUI.- Señores, el duque regresa en este instante del templo
nupcial, acompañado de dos o tres señores y damas que
se han casado al mismo tiempo. Si hubiésemos podido re-
presentar nuestra comedia, nuestra fortuna estaba hecha.

FLAUTA.- !Ay, Lanzadera! !Qué lástima! Te has perdido de una ren-


ta por toda tu vida. Sí; el duque le habría dado una
renta de por vida por haber hecho el papel de Píramo.
Y si no es así, que me ahorquen.
Entra LANZADERA
LANZADERA. - Dónde están esos muchachos? Dónde están esas almas mías?
TABLON.- !Lanzadera! 'Oh día grandioso! !Oh hora afortunada!
LANZADERA. - Selores, tengo que dontatles una cosa asombrosa. Pero
no me pregunten lo que es, porque si lo digo, no me
van a creer...No. Mejor no lo digo.
TABLON.- Cuenta, Lanzadera, cuenta.
LANZADERA.- (Intenta comenzar la narración, pero se arrepiente.)
Qué pasa con la comedia? !Vamos! !El maquillaje! !Aten-
se bien las barbas! !Pongan trenzas nuevas a los estar
pines1 (Que Tisbe lleve ropa blanca! !Que el león no
se recorte las unas! !Que nadie coma ajo ni cebolla
para tener la palabra dulce! !Ni una palabra más!
!Adelante! (Salen.)
ACTO QUINTO
Escena Primera
Atenas,. Aposento en el palacio de Teseo.
Entran TESEO, HIPOLITA, FILOSTRATO, Señores y acompañamiento
HIPOLITA.- ES muy extraño, querido Teseo, lo que cuentan esos
amantes.
TESEO.- Más extraño que verídico. No podré nunca dar crédito
a esas antiguas fábulas ni a esas frivolidades de ha-
das y duendes.
Entran LISANDRO, DEMETRIO, HERMIA y ELENA
Aquí vienen los amantes ebrios de felicidad y de
alegría. !Alegría, gentiles amigos! !Alegría y una
fresca
nes! primavera de amor acompañen vuestros corazo-
33

Veamos ahora: .. 11.é diversiones tenemos a mano? Filóstrato.


FILOSTRATO.- Aquí estoy, poderoso Teseo.

TESEO.- Dime: qué pasatiempos tienes para esta noche?


FILOSTRATO.- Aquí tengo una lista de jolgorios preparados. Vuestra
Alteza escogerá el que debe ir primero. (Dándole un
papel.)
TESEO.- "La batalla de los centauros, cantada al arpa por un
eunuco". No queremos nada de eso. "Breve y enojosa
escena del joven Fíramo y su amante Tisbe. Sainete muy
trágico." !Broma y trágica! Cómo concordaremos estas
discordancias?
FILOSTRATO.-Es una pieza, señor, que apenas pasará de diez palabras.
Pero así y todo, señor, con'diez palabras es muy larga,
porque en toda ella no hay palabra oportuna ni actor en
su carácter. Cuando vi el ensayo, confieso que se me hu
medecieron los ojos, pero la verdad es que jamás las
lágrimas provocaron risa tan alegre.
TESEO.- Y quiénes representan?
FILOSTRATO.-Artesanos de Atenas que han recargado su pobre memoria
con semejante pieza en homenaje a vuestro casamiento.
TESEO.- Pues vamos a verlos. Quiero oir esa representación.
Siéntense, señores. (Sale FILOSTRATO.)
HIPOLITA.- No me gusta ver a nadie haciendo el ridículo. Filóstra-
to dice que no saben actuar.
TESEO.- Mayor será nuestra bondad 01, darles las gracias por
nada.
Vuelve a entrar FILOSTRATO
FILOSTRATO.-Con permiso de Vuestra Gracia, el Pr-Slogo está dispuesto.
TESEO.- Avísale que entre. (Trompetería festiva.)
Entra TABLON haciendo de PROLOGO
PROLOGO.- Si os ofendemos, es con nuestra mejor intención.
Debeis pensar que no vinimos a ofender,
sino de buena voluntad. Queremos mostrar nuestro
deseo de serviros. Considerad, pues, que no venir sino
a cansaros sería no venir a complaceros.
LISANDRO.- Ha pasado por su prólogo como lin potro desbocado: no
conoce parada. Qué seguirá ahora?
Entran, como en
LUNA y LEON.pantomima, PIRAMO, TISBE, MURO, CLARO DE
PROLOGO.- Amable auditorio, quizá ps admiraréis
p ro admiraos hasta que ia veraaa lo esde esta pantomima;e
clarezon toao.
34

Este hombre es Píramo, si queréis saberlo,


y esta bella señora es Tisbe, a no dudar.
Este hombre, lleno de cal representa el Muro,
ese vil Muro que separaba a los amantes,
y a través de sus grietas se contentaban,
pobrecitos, con cuchichear.
Este hombre, con su linterna
representa el Claro de Luna; porque
estos amantes se encontraban bajo un claro de luna
junto al sepulcro de Nino, para allí galantearse.
Esta fiera alimaa, cuyo supremo nombre es León,
espantó a la fiel Tisbe que de noche llegó,
y como huyera, hizo caer su manto,
que el vil León manchó con su sangrienta boca.
En cuanto a lo demás,
el León, el Claro de Luna, el Muro y ambos amantes
os lo contarán por partes.
(Salen en Prólogo, PIRAMO, TISBE, EL LEON y CLARO DE LUNA)
TESEO.- !Me asombra que hable el León!
DEMETRIO.- No hay que asombrarse, señor; un león puede hacer lo
que hacen tantos asnos.
EL MURO.- Aquí en este intermedio sucede
que yo represento una pared,
y una pared exactamente quiero que se imaginen,
una pared con grietas y agujeros,
por entre los cuales Iíramo y Tisbe hablan en secreto.
PIRAMO y se r:J1')c Ir
- lir lado y otro del Muro.

PIRAMO.-!Oh noche espantosa! !Oh noche de color tan negro!


!Oh noche que lo eres cuando no es de día!
!Oh noche! !Oh noche! !Ay, ay, ay!
Tengo miedo de que Tisbe olvide su promesa.
Y tú, !oh muro! !oh dulce amado muro!
que te alzas entre el terreno de su padre y del mío,
!Oh, muro! !Oh muro! !Oh dulce y adorado muro!,
muéstrame tus grietas para a través de ti echar una mirada.
(wl MURO extiende sus dedos.)
!Gracias, cortés Muro!
Pero, qué atisbo? !Que no está Tisbe atisbo!
!Oh malvado muro, por entre el cual no veo la dicha!
!Malditas sean tus piedras que así me han engarriado!
TESEO.- Si el Muro habla, debería maldecirle a su vez.
PIRAMO.- No señor, n.o debería hacerlo. "Me han engañado" es el pié
de Tisbe. Ahí viene.
Vuelve a entrar TISBE
TISBE.- !Oh muro! !Cuántas veces has oído mis lamentos!
por tenerme separada de mi hermoso Piramo!
Mis labios de cereza han besado tus piedras a m
Tus piedras con cal y pelo entretejidas. enudo,
35

PIRAMO .- Veo una voz. Ahora voy a la abertura


p espiar para poder oir el rostro de mi Tisbe.
!Tisbe!
TISBE.- !Amor mío! Eres mi amor, presumo.
PIRAMO.- Presume lo que quieras. Yo soy la gracia de tu amor;
y como Limandro, siempre te soy fiel.
TISBE.- Ycyo, como Helena, hasta que los Hados me asesinen.
PIRAMO.- No fue Céfalo tan fiel a Procris.
TISBE.- Ni Procris tan fiel a Céfalo.
PIRAMO.- !Oh! !Bésame por entre el agujero de esta vil pared.
TISBE.- Beso el agujero del muro; pero no tus labios por comple-
to.
PIRAMO.- Quieres encontrarme en seguida en el túmulo de Nino?
TISBE.- En vida o muerte, voy din dilación.
(Salen FIRAMO y TISBE.)
EL MURO.- Así, yo muro, he desempeñado ya mi parte,
y habiendo esta concluido, se retira el muro. (Sale.)
TESEO.- Ahora está caída la muralla entre los dos vecinos.
HIFOLITA.- Esta es la tontería más grande que he oído jamás.
TESEO.- Aqui llegan dos nobles bestias: un -I.JfAhre - 1.n 2 ln.
Entran el LEON y CLARO DE LTJNA
LEON.- Ustedes, señoras, cuyos tímidos corazones asusta
el monstruoso ratoncito que se arrastra por el piso,
tal vez pudieran temblar aquí y estremecerse
cuando ruge colérico un león salvaje.
Por lo tanto, sepan que yo soy Berbiquí, el ebanista;
no soy ni león feroz, ni siquiera leona;
porque de ser yo un león de verdad,
ustedes seguramente me matarían.
TESEO.- He aquí una bestia de mucha conciencia.
DEMETRIO.- Es la bestia más grande que he visto, señor.
LUNA.- Esta linterna representa los cuernos de la luna...
DEMETRIO.- Debería llevar los turnos sobre la cabeza.
LUNA.- Esta linterna representa los cuernos de la luna;
yo mismo al hombre de la luna me asemejo.
HIPOLITA.- !Ya estoy cansada de esta luna; quisiera qpe mudara!
LISANDRO.- Prosigue, Luna.
LUNA.- Todo lo que tengo que decir es que la linterna es la
luna, y yo, el hombre de la luna.
Vuelve a entrar TISBE
TISBE.- Esta es la tumba del vetusto Nino. Dónde está mi amor?
LEON.- (Rugiendo.) !Oh!... (TISBE huye)
DUTRIO. !Bien rugido, León!
TESE0.- !Bien huída, Tisbe!
HIPOLITA. !Bien alumbrada, Luna! Verdaderamente, la Luna ha bri-
liado con mucha gracia. (El LEON destroza el manto de
TISBE y sale.)
Vuelve a entrar PIRAMO
PIRAMO.- !Dulce luna, gracias por tus rayos solares!
Gracias, luna, que brillas con fulgor,
pues con tus graciosos dorados y chispeantes torrentes
confío saborear la mirada de la muy fiel Tisbe.
Pero, detengámonos, 10h desgracia! !Observemos!
!pobre doncella! !qué horroroso espectáculo!
Ojos, véis?
Cómo puede ser esto?
Patica encantadora... amada mía...
Tu delicado manto, !cómo!!manchado de sangre!
Acercáos vosotras, infernales Furias!
!Oh Hados, venid, venid;
cortad hilos,y estambres;
agostad, aplastad, concluid y matad.
TESEO.- Este arrebato de pasión y la muerte de la amada casi
drían poner triste a cualquiera. po-
PIRAMO.- !Oh! Por qué forjaste al león, Naturaleza?
Pues si un león mancilló aquí a mi amada,
que es, -que digo, era- la dama más hermosa
que amó, vivió, gustó y puso alegre rostro.
!Venid, lágrimas, y destruldme!
!Sal, espada, y hiere
la tetilla de Piramo!
Sí, la tetilla izquierda
bajo la cual late el corazón.
!Así muero! !Así, así, así!
(Se hiere.)
Ya estoy muerto,
ya me evaporé;
mi alma está en el cielo.
!Lengua, pierde tu fuego!
!Luna, márchate luego!
(Sale CLARO DE LUNA.)
!Ahora muero, muero, muero, muero, muero!
(Muere.)
37

HIPOLITA.- Cómo es que el Claro de Luna se marcha antes que vuelva


Tisbe y encuentre a su amante?
TESEO.- Ya lo hallará a la luz de las estrellas.
Vuelve a entrar TISBE
LISANDRO.- !Ya le ha visto consus dulcísimos ojos!
TISBE.- Duermes, amor mío?
Cómo, muerto, amor mio?
!Oh Plramo, levántate!
!Habla, habla!
!Muerto, muerto!
Nariz -',de cereza,
mejillas amarillas,
ojos de ajoporro...
!Oh, Parcas,
venid, venid a mí,
con manos:- pálidas como la leche!
!Ven, espada, enváinate en mi pecho!
(Se hiere.)
!Adtos, amigos!
Así acaba Tisbe.
Adiós, adiós, adiós.
(Muere.)
LANZADERA.-!Que nadie se levante! Hay un epílogo.
TESEO.- No, nada de epílogos, por favor. Esta obra no necesita
excusas, no hace falta. Nos hemos divertido viendo
muertos, y como los cómicos han muerto, no hay a quién
echar la culpa. De craluier manera, actuaron muy bien,
y permítanme felicitarlos. Ahora es el fin. Vamos.
Son las doce. Esta noche ha sido larga nuestra vela.
Esta grotesca farsa ha acelerado el paso perezoso de
la noche. Queridos amigos, a dormir.
(Salen.)
Escena II
Entra FUCK
FUCK.- Ahora ruge el león hambriento,
y el lobo ladra a la luna.
Ahora es la noche, y nosotros
bromeamos ahora. Ni un ratón
perturbará esta casa consagrada.
Me han enviado delante, escoba en mano,
para barrer el polvo tras la puerta.
FUCK avanza hacia los espectadores
Si nosotros, vanas sombras, te hemos ofendido,
piensa sólo esto, y todo está arreglado:
que te quedaste aquí durmiendo
mientras aparecían esas visiones.
Y esta débil y humilde ficción
no tendrá sino la inconsciencia de un sueño.
38

Amables espectadores, no nos regalen;


si nos dan el perdón, prometemos corregirnos.
Y como que mi nombre es Puck,
que, si hemos tenido la suerte de escaparnos ahora
de sus silbidos,
procuraremos hacerlo bien lo antes posible;
de lo contrario, llámenme embustero.
Así pues, buenas noches a todos.
Denme la mano si es que somos amigos,
y Puck devolverá la suya cada vez más grande.
Los nPtons salen a estrechar la mano de los espectadores
mientras salen del teatro.

FIN

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