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Enfermedad mental en el derecho penal y civil.

Enfermedad mental en el derecho penal.


Código Orgánico Integral Penal del Ecuador.
Artículo 35.- Causa de inculpabilidad. - No existe responsabilidad penal en el caso de trastorno
mental debidamente comprobado.
Artículo 36.- Trastorno mental. - La persona que al momento de cometer la infracción no tiene
la capacidad de comprender la ilicitud de su conducta o de determinarse de conformidad con esta
comprensión, en razón del padecimiento de un trastorno mental, no será penalmente responsable.
En estos casos la o el juzgador dictará una medida de seguridad. La persona que, al momento de
cometer la infracción, se encuentra disminuida en su capacidad de comprender la ilicitud de su
conducta o de determinarse de conformidad con esta comprensión, tendrá responsabilidad penal
atenuada en un tercio de la pena mínima prevista para el tipo penal.
Artículo 76.- Internamiento en un hospital psiquiátrico. - El internamiento en un hospital
psiquiátrico se aplica a la persona inimputable por trastorno mental. Su finalidad es lograr la
superación de su perturbación y la inclusión social. Se impone por las o los juzgadores, previo
informe psiquiátrico, psicológico y social, que acredite su necesidad y duración.
Enfermedad mental en el derecho civil.
Código Civil del Ecuador.
Art. 190.- El cónyuge a quien se le confíe el cuidado de los hijos menores de dieciocho años,
adultos hasta la edad de veintiún años que demuestren que se encuentran cursando estudios en
cualquier nivel educativo que les impida o dificulte dedicarse a una actividad productiva y
carezcan de recursos propios y suficientes; y, aquellos de cualquier edad, que padezcan de una
discapacidad o sus circunstancias físicas o mentales les impida o dificulte procurarse los medios
para subsistir por sí mismos, tendrá derecho real de uso y habitación, en el caso de que exista un
solo bien social destinado a vivienda. La providencia o sentencia que constituya este derecho
deberá inscribirse en el registro de la propiedad respectivo.
Art. 95.- Es nulo el matrimonio contraído por:
1. El cónyuge sobreviviente con el autor o cómplice del delito o tentativa de homicidio, asesinato,
sicariato o femicidio del cónyuge fallecido o que haya sobrevivido.
2. La persona menor de 18 años de edad.
3. La persona ligada por vínculo matrimonial no disuelto.
4. La persona con discapacidad intelectual que afecte su consentimiento y voluntad.
5. Los parientes por consanguinidad en línea recta.
Art. 96.- Es igualmente causa de nulidad del matrimonio la falta de libre y espontáneo
consentimiento por parte de alguno o de ambos contrayentes, al tiempo de celebrarse el
matrimonio, sea que provenga de una o más de estas causas:
1. Error en cuanto a la identidad del otro contrayente; 2. Discapacidad intelectual que prive
del uso de la razón; 3. En el caso del matrimonio servil; y, 4. Amenazas graves y serias,
capaces de infundir un temor irresistible.
Art. 103.- Cualquier persona mayor de dieciocho años podrá ser testigo del matrimonio, salvo
que:
1. Tenga discapacidad intelectual que le prive de conciencia y voluntad; o, 2. No pueda darse a
entender de manera verbal, por escrito o por lengua de señas.
Legislación de salud mental
Es esencial la legislación de salud mental por la necesidad de tratar justamente a las personas que
aparentemente han cometido un delito por causa de su trastorno mental, y la de prevenir los abusos
contra las personas con trastornos mentales que han ingresado al sistema de justicia penal. Las
personas son o no peligrosas en virtud de los actos que realizan, no de las enfermedades que
padezcan o no, y anular esa peligrosidad es el fin de la legislación penal.
Delitos Penales y Civiles.
Los delitos penales y los delitos civiles generalmente difieren en cuanto a su castigo. Las causas
penales impondrán penas de prisión como un posible castigo, mientras que las causas civiles por
lo general resultarán en daños económicos u órdenes de innovar o no innovar. Debe tener en
cuenta que una causa penal podría incluir tanto penas de prisión como castigos económicos en
forma de multas. Una persona con enfermedad mental no es responsable criminalmente, pero si
criminalmente, si ha cometido un delito y es declarado inimputable, no sólo podrá cumplir una
medida de seguridad alternativa a la pena que abstractamente se le hubiese impuesto, sino que
está obligada a responsabilizarse civilmente (en la forma que el juez establezca por sentencia) del
delito cometido.
Las medidas de seguridad.
Son medidas alternativas a la pena, lo cual quiere decir, primero, que no son penas, y segundo,
que son medidas que el juez impone respecto a una persona que podría haber sido penada
(condenada) en el caso de haber sido declarada culpable del delito que ha cometido. Se puede
aplicarse una medida de seguridad después de haberse dictado sentencia sólo en el caso de
“situación duradera de trastorno mental grave” que sea apreciado con posterioridad a la sentencia
(de pena) y que impida al sujeto conocer el sentido de la pena. Se destaca que el motivo de la
medida de seguridad no es en este caso la comprensión o no del delito cometido sino el sentido
de la pena (por qué y para qué se impuso).
Cuando finaliza una medida de seguridad, el sujeto es libre, aunque el tratamiento no haya
finalizado, no haya sido exitoso o permanezca la peligrosidad. Penalmente no podrá ser procesado
ni se le podrá imponer tratamiento o internamiento alguno. Otra cosa es que pueda ponerse en
conocimiento del Ministerio Fiscal para, si así lo considera, promover los procesos,
exclusivamente por la vía civil, que estime convenientes y que, habitualmente guardan relación
con su internamiento en centro psiquiátrico.
Los elementos jurídicos implicados en el tratamiento penal de una persona que ha cometido una
infracción penal y que posee una enfermedad mental que ha sido la causante de esta acción son
los siguientes:
Acción
+ tipicidad
+ antijuricidad
+ autoría
+ exención de responsabilidad criminal
+ no culpabilidad
+ peligrosidad
= ABSOLUCIÓN
= MEDIDA DE SEGURIDAD
SALUD MENTAL Y DERECHOS HUMANOS
Por la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos
Todas las organizaciones sobre los derechos humanos han creado códigos mediante los cuales
alinean sus propósitos y actividades. La Declaración de Salud Mental de los Derechos Humanos
expone los principios que rigen a CCHR y los estándares por medio de los cuales las violaciones
a los derechos humanos por parte de la psiquiatría son incesantemente investigados y expuestos.
A. El derecho a completo consentimiento informado, incluyendo:
1. La prueba científica o médica que confirma el supuesto diagnóstico del trastorno
psiquiátrico y el derecho de refutar cualquier diagnóstico psiquiátrico de "enfermedad"
mental que no pueda ser médicamente confirmado.
2. La divulgación completa de todos los riesgos documentados de cualquier fármaco
propuesto o "tratamiento".
3. El derecho a ser informado de todos los tratamientos médicos disponibles que no
incluyen la administración de un medicamento o tratamiento psiquiátrico.
4. El derecho a rechazar cualquier tratamiento que el paciente considere perjudicial.
B. A ninguna persona se le dará tratamiento psiquiátrico o psicológico contra su voluntad.
C. A ninguna persona, hombre, mujer o niño se le puede negar su libertad personal por razones
relacionadas con una supuesta enfermedad mental, sin un juicio justo por personas que son
neutrales en la materia y con representación legal apropiada.
D. Ninguna persona será admitida o retenida en una institución, hospital o instalación psiquiátrica
debido a sus creencias o prácticas religiosas, políticas o culturales.
E. Cualquier paciente tiene:
1. El derecho a ser tratado con dignidad y como ser humano.
2. El derecho de atención en los hospitales sin distinción de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política, origen social o estatus por derecho de nacimiento o de
propiedad.
3. El derecho a recibir un examen clínico y físico completo realizado por el médico de
medicina general competente y titulado que la persona elija, para asegurar que la causa
de la condición mental de la persona no es debido a alguna enfermedad física, una lesión
o un defecto que no se ha detectado ni tratado y el derecho de buscar una segunda opinión
médica de su propia elección.
4. El derecho a tener acceso a hospitales con instalaciones completamente equipadas y
personal médico adecuadamente cualificado, para que puedan realizarse exámenes
clínicos y físicos competentes.
5. El derecho a escoger la clase o tipo de terapia a emplearse, y el derecho a comentar
esto con un médico de medicina general, facultativo o ministro de su propia elección.
6. El derecho del paciente a que se le aclaren, por escrito y en su propio idioma, todos los
efectos secundarios de cualquier tratamiento ofrecido de modo que él los comprenda.
7. El derecho de aceptar o rechazar el tratamiento, pero en particular, el derecho a
rechazar la esterilización, el tratamiento de electrochoque, shock de insulina, lobotomía
(o cualquier otra operación cerebral de psicocirugía), terapia de aversión, narco terapia,
la terapia de sueño profundo y medicamentos que producen efectos secundarios no
deseados.
8. El derecho a presentar denuncias oficiales, sin represalias (castigo), ante una junta
independiente, compuesta por personal no-psiquiátrico, abogados y legos en la materia.
Las denuncias pueden abarcar cualquier tratamiento de tortura, cruel, inhumano o
degradante, o cualquier castigo recibido estando bajo cuidado psiquiátrico.
9. El derecho a tener asesoría privada con un consejero legal y proceder mediante acción
legal.
10. El derecho a darse de alta por sí mismo de una instalación psiquiátrica en cualquier
momento y a ser dado de alta sin restricción, al no haber cometido delito alguno.
11. El derecho a administrar sus propiedades y asuntos con la asesoría de un consejero
legal, de ser necesario, o si un tribunal considera que la persona es incompetente tiene
derecho a contar con un albacea asignado por el Estado para administrarlos hasta que se
le declare competente. Dicho albacea debe responder ante el pariente más cercano del
paciente, o ante su consejero legal o tutor.
12. El derecho a ver o a tener sus registros del hospital y tomar acción legal con respecto
a cualquier información falsa contenida en ellos que pueda dañar su reputación.
13. El derecho a ejercer acción legal, con asistencia plena de la autoridad competente,
contra cualquier psiquiatra, psicólogo o personal del hospital por cualquier abuso,
encarcelamiento falso y agresiones relacionados con el tratamiento, abuso sexual o
violación, o cualquier violación de la salud mental o de otras leyes. Y el derecho a una
ley de salud mental que no indemnizará o modificará las sanciones para el tratamiento
penal, abusivo o negligente de los pacientes cometidos por cualquier psiquiatra, psicólogo
o personal del hospital.
14. El derecho a presentar demandas contra psiquiatras, sus asociaciones y colegios,
contra la institución, o su personal por detención ilegal, informes falsos o tratamiento
dañino.
15. El derecho a trabajar o a negarse a trabajar y el derecho a recibir compensación justa
de acuerdo a una escala de pago comparable a los salarios sindicales, estatales o
nacionales por trabajo similar, por cualquier trabajo realizado mientras estaba
hospitalizado.
16. El derecho a educación o entrenamiento para capacitarse mejor para ganarse la vida
cuando sea dado de alta y el derecho a escoger el tipo de educación o entrenamiento que
es recibido.
17. El derecho a recibir visitas y a un ministro de su propia fe.
18. El derecho de hacer y recibir llamadas telefónicas y el derecho a la intimidad en
relación con toda la correspondencia personal que envíe o reciba.
19. El derecho de asociarse libremente, o no hacerlo, con cualquier grupo o persona en
una institución, hospital o instalación psiquiátrica.
20. El derecho a un entorno seguro sin tener cerca a personas que fueron llevadas ahí por
razones criminales.
21. El derecho a estar con personas de su misma edad.
22. El derecho a vestir su propia ropa, a tener efectos personales y a tener un lugar seguro
donde guardarlos.
23. El derecho a ejercicio físico diario al aire libre.
24. El derecho a una dieta y nutrición apropiada y a tres comidas al día.
25. El derecho a condiciones higiénicas e instalaciones que no estén superpobladas y a
suficiente descanso y tiempo libre sin ser molestado.
BIOÉTICA EN SALUD MENTAL.
La ética médica nace en Grecia en torno a los siglos V y VI a. C. logrando sus aportaciones más
relevantes en el seno de la escuela hipocrática. En esa época, la enfermedad es vista como un
desorden en el interior de la persona, y el médico es el profesional capacitado para poner orden
en ese cuerpo. El paciente es considerado incapaz de saber lo que le conviene para restablecer el
orden perdido, la salud. Por lo tanto, el paciente debe obedecer al médico en todo, colaborar con
él en la restauración de la salud, cumpliendo las órdenes que éste como experto estime oportunas.
En ese contexto histórico, se considera que el médico que se comporta éticamente con el paciente
es el que actúa buscando el bien del paciente, y que la persona más indicada para saber en qué
consiste el bien del paciente es el propio médico. La ética médica griega está impregnada, por lo
tanto, del llamado “paternalismo”, que consiste en tratar a un paciente como un padre trata a un
hijo pequeño, pues el médico actúa buscando el bien del paciente pero sin consultarle su opinión
al respecto.
LA REINVINDICACIÓN DE LA AUTONOMÍA DEL PACIENTE
El siglo XX supone un cambio importante en la ética de los profesionales de la salud. En este
período va desarrollándose cada vez más la idea de que las opiniones de los pacientes tienen que
ser respetadas y que es necesario su consentimiento informado antes de realizar sobre ellos una
intervención médica. Podríamos decir que se transita del “paternalismo juvenil” de Percival a la
defensa de la autonomía del paciente.
El documento que más ha influido para incluir la dimensión de la autonomía en la ética de los
profesionales de la salud es, probablemente, el Informe Belmont. Este documento recoge no
solamente la tradición de la ética médica desde Hipócrates, sino que se hace eco también de las
orientaciones éticas más recientes en las profesiones sanitarias, centrándose en la ética de la
investigación. Este informe propone un referente ético que ha tenido un gran impacto
internacional: los principios de la bioética.
EL INFORME BELLMONT
Se elabora como resultado de algunos escándalos ocurridos en Estados Unidos, especialmente el
experimento Tuskegee. Dicho experimento se había iniciado en 1932 y estudiaba la evolución de
la sífilis. En 1947 la penicilina se había convertido en un medicamento eficaz para tratar la sífilis,
pero los investigadores del experimento Tuskegee no informaron de ello a los participantes en su
investigación, para seguir comprobando cómo evolucionaba la enfermedad. Coincidía,
sospechosamente, que los sujetos de investigación pertenecían a los estratos más pobres de la
población y eran de raza negra. El estudio continuó hasta 1972 cuando una filtración a la prensa
causó su fin.
Como consecuencia de esos escándalos, en el año 1974 el Congreso de los Estados Unidos crea
la National Commision for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral
Research para identificar los principios éticos básicos que deben regir la investigación con seres
humanos en las ciencias del comportamiento y la biomedicina. En 1978 los comisionados
publican el Informe Belmont (Belmont Report). Este documento se convierte entonces en el
referente del principalísimo en bioética. El principalísimo defiende que existen algunos principios
generales descubiertos en el ámbito de la ética biomédica y que deben ser respetados cuando se
plantean conflictos éticos en la investigación o en la práctica clínica. El Informe Belmont
distingue tres principios éticos básicos: respeto por las personas, beneficencia, y justicia.
1. El respeto por las personas incorpora dos convicciones éticas: “La primera consiste en que
todos los individuos deben ser tratados como agentes autónomos, y la segunda en que todas las
personas cuya autonomía está disminuida tienen derecho a la protección”.
Este informe entiende que “Una persona autónoma es un individuo que tiene la capacidad de
deliberar sobre sus fines personales y de obrar bajo la dirección de esta deliberación.”
Las personas son respetadas cuando entran en la investigación voluntariamente y después de
haber obtenido una información adecuada.
2. La beneficencia consiste en la obligación de hacer un esfuerzo por asegurar el bienestar de las
personas basándose en dos reglas: a) no hacer daño y b) extremar los posibles beneficios y
minimizar los posibles riesgos. La máxima hipocrática “no hacer daño” ha sido durante mucho
tiempo un principio fundamental de la ética médica. Además, mediante el Juramento Hipocrático
el médico afirma que buscará el bienestar del paciente “según mi capacidad y mi recto entender”
. La idea de buscar el bien del paciente según el criterio del médico da origen, como hemos visto,
al paternalismo, actitud muy presente en la tradición médica, y que considera a los enfermos como
seres pasivos a los que se procura el bien como a niños.
3. El principio de justicia responde al problema de la distribución de los beneficios y cargas de la
investigación.
Para que esta distribución sea justa se ofrecen los siguientes criterios:
1) a cada persona una parte igual,
2) a cada persona según su necesidad individual,
3) a cada persona según su propio esfuerzo,
4) a cada persona según su contribución a la sociedad, y
5) a cada persona según su mérito.
BIOÉTICA EN PSIQUIATRÍA Y PSICOLOGÍA (Llanos Zuluaga, 2001)
La salud mental corresponde al aspecto sano del individuo, en sus dimensiones psicológicas y
sociales a través de las cuales la persona lleva una relación armoniosa con su medio ambiente, el
cual permite realizar las conductas adecuadas y necesarias para su autoafirmación y
autorealización. Por este motivo, la salud mental está íntimamente relacionada al desarrollo
humano, individual y social. Su primera consecuencia es el bienestar mental y espiritual de la
persona, quien llega de esta manera a su máxima productividad cultural, intelectual y económica.
La persona sana mentalmente progresa y hace progresar a su familia, y por consiguiente a su país.
Los más sanos tendrán por consiguiente un nivel más alto de desarrollo.
Existen instituciones de bioética a nivel nacional en muchos países, Brasil, Argentina, Chile,
Uruguay y Australia entre otros.
DEFINICIÓN
La palabra bioética, se deriva de “bios” que signifca vida, y “ethos” que signfica constumbre
social. La bioética incluye en su accionar la ecología, que es la disciplina normativa que orienta
la conducta humana en una sociedad, contribuyendo a la dignidad y bienestar del hombre.
PRINCIPIOS DE BIOÉTICA
La bioética se fundamenta en cuatro principios:
Autonomía, Beneficencia, Justicia y no Maleficencia
Autonomía: Ética del respeto.
Prioritariamente cumplir con la obligación de confidencialidad. Más que ningún otro profesional,
el psicólogo es depositario de información extremadamente sensible. El paciente tiene derecho a
una información veraz, comprensible y adecuada sobre su proceso de salud y su evolución. En
todo lo concerniente a la esfera de su intimidad, se deben reforzar las medidas que conciernen al
secreto profesional, especialmente cuando se trabaja dentro de una Red o equipo terapéutico, al
evaluar diagnósticos, intercambiar informes o comunicar resultados.
- Beneficencia: Ética del apoyo.
El paciente con disfunción mental ha sido históricamente el más afectado por la tradición
paternalista. Precisamente su enfermedad – en mayor o menor medida – interfiere en su capacidad
cognitiva y volitiva, predisponiendo al profesional tratante a tomarlo como sujeto pasivo. Lo
éticamente correcto es valorar su grado de competencia y acorde a éste, integrarlo al proceso
terapéutico.
- Justicia: Ética de la no – discriminación.
Promover la eliminación del estigma social relacionado con la enfermedad mental. Impulsar el
acceso equitativo a una atención integral y de calidad tan relegado por las políticas de salud.
- No Maleficencia: Ética de la no – lesión.
Relacionada con la extrema vulnerabilidad que caracteriza al enfermo mental. Por ejemplo, evitar
internaciones por razones que clínicamente no están bien definidas.
Superar definitivamente la nefasta relación cárcel – manicomio en la que el ingreso a una
institución sanitaria no responde a un objetivo terapéutico sino a un castigo y exclusión social.
Las obligaciones morales derivadas de los cuatro principios no son exclusivas de cada uno de
ellos.
Todos tienen como objetivo considerar al paciente con trastorno mental con la dignidad propia de
cualquier ser humano, desterrando para siempre los prejuicios discriminatorios instalados en la
sociedad respecto a estas patologías.
Se debe reforzar la alianza terapéutica evitando el quiebre o fragmentación entre lo clínico y lo
social. Teniendo siempre presente que de la dimensión psicológica dependen fundamentalmente
la calidad de vida y la libertad existencial de los seres humanos.
CONSENTIMIENTO INFORMADO
Consiste en informar al paciente debidamente y obtener luego su consentimiento, cuando se trata
de beneficiar los pacientes estamos calmándolos y este actuar fluctúa entre beneficencia y no
maleficencia
LA CONFIDENCIALIDAD
Es la medicina general, ya que nosotros prometemos a un paciente que no vamos a revelar sus
informaciones, son promesas absolutas, a menos que existe presión moral, siendo el caso de que
se ponga en peligro la vida del paciente o de terceros.
Bibliografía
 http://www.feafesandalucia.org/wp-content/uploads/2010/01/Vol3-14-
EnfermedadMentalenelDerechoPenal-FabianCampos-.pdf

 http://www.justicia.gob.ec/wp-
content/uploads/2014/05/c%C3%B3digo_org%C3%A1nico_integral_penal_-
_coip_ed._sdn-mjdhc.pdf

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