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El noviazgo

En la experiencia de la vida podemos percatarnos que todo el mundo termina cayendo


flechado de amor, un amor que rompe todas las barreras, incluso del tiempo, para llegar a la
vida de todos, dándonos la posibilidad de amar una y otra vez, las veces que sean necesarias
para vivirlo plenamente. Acoger este amor se concreta en la vida de cada uno en distintas
maneras, una de estas formas es el matrimonio, unión santa entre dos personas para toda la
vida, el matrimonio es una manera muy bella y maravillosa de vivir el amor, es capaz de
mostrar milagros sorprendentes en la vida de las personas con esta unión, además de ser
fuente de felicidad, pero para que esto se cumpla se necesita un sumo cuidado al reunir los
requisitos para dicha acogida de amor.
El matrimonio a pesar de ser como una valiosa joya, conlleva importantes
responsabilidades y decisiones, que no son elección de una sola persona, sino de dos
personas, por eso exige también reflexión para poner acuerdos en común entre ambas partes,
por eso es importante la persona con que uno haya decidido vivir el resto de su vida. Llevar
este estilo de vida exige una relación sumamente fuerte que los lleve a unirse y ser cada vez
más uno solo; este es el sentido del noviazgo. El noviazgo es una etapa necesaria previa a la
respuesta del llamado divino a unir dos vidas mediante un pacto de amor, la relación entre
los novios debe ser una ayuda para que ambos conozcan, traten y respeten a su pareja. Estas
tres líneas son los puntos que caracterizan un noviazgo, conocerse, tratarse y respetarse, harán
que la pareja llegue más preparada y enamorada al sacramento del matrimonio.
Conocer en el noviazgo implica obtener la mayor información posible acerca de tu
pareja, de ti mismo y de lo que es el amor, no es posible amar a quien no conoces, como
tampoco me es posible dar amor y recibir amor si primero no me conozco a mí, si primero
no me amo a mi mismo, y con mayor razón no es posible vivir el amor a mi propia persona
ni otra si yo antes no conozco lo que es el amor, el verdadero amor y no un mero
sentimentalismo. El noviazgo se construye siempre sobre la roca del amor verdadero y no
sobre la arena de los sentimientos que van y vienen.
Tratarse en el noviazgo es la manera de conocerse ambos. El trato en el noviazgo debe
ser profundo, no superficial, debe llegar a las convicciones, creencias, cualidades, valores
familiares, opiniones sobre los hijos, y todo aquello de la otra persona, con tal que en ningún
aspecto sea para mí un extraño. Respetarse en el noviazgo es madurar el amor mutuo. Durante
este periodo es fundamental desarrollar el cuidado y la atención hacia el otro, el autodominio
y respeto por el otro, pues una característica del verdadero amor es que no busca en primer
lugar la propia satisfacción ni el propio bienestar. Dos personas que se quieren son delicados,
elegantes y respetuosos y por lo tanto no se dejan llevar por cualquier chispazo de pasión que
se pueda presentar.
En síntesis, el Papa Francisco nos enseña que “la convivencia es un arte, un camino
paciente, hermoso y fascinante que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras:
¿Puedo? Gracias, perdona”
Héctor Ismael Castillo Barrera, tercero de filosofía

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