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Departamento de Filología
Máster Universitario en Estudios Teatrales (MUET)
Curso 2015-2016
Julio, 2017.
Tabla de contenidos
Resumen Pg. 2
Introducción Pg. 3
Conclusiones Pg. 49
Bibliografía Pg.55
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Resumen
Para realizar este estudio, se propone como punto de partida, la idea de un cambio de
paradigma en la concepción del drama moderno y contemporáneo, a partir de la crisis del
drama teorizada por Szondi. Esta transformación se sustenta en la rapsodización del drama
y en el desarrollo de diversas teorías vinculadas al teatro posdramático. Dentro de este
contexto, surgen diferentes maneras de intentar explicar y comprender las prácticas de
creación actuales, basadas en el uso de conceptos específicos, -como montaje o collage,
heterogeneidad, devenir rapsódico -, y que avalan desde distintas perspectivas, la noción de
era de la fragmentación en la creación dramatúrgica contemporánea.
Palabras clave:
Las primeras interrogantes de este trabajo surgen a partir del cuestionamiento por la
situación de la pedagogía dramatúrgica, en el contexto del cambio experimentado por la
relación entre texto y representación en la escena contemporánea. A partir de la pregunta que
plantea Joseph Danan ([2010] 2012) sobre la situación de la naturaleza del autor dramático
en el contexto de la creación actual, esta investigación tiene como objetivo explorar y
analizar, cómo este cambio de paradigma -que ha influido en la manera de comprender el
quehacer de un autor dramático hoy en día- ha repercutido en la práctica pedagógica
dramatúrgica. Si cambia el trasfondo filosófico y el enfoque teórico que sostiene la práctica
dramatúrgica actual, ¿podría (o no) este cambio influir en la enseñanza de la escritura
dramática?, ¿De qué manera podría verse esto reflejado en un proceso de pedagogía
dramatúrgica?
Para respaldar la noción de este cambio de paradigma, se realizará una breve revisión
histórica a la teoría de la crisis del drama moderno y contemporáneo; posteriormente, se
analizarán las características del drama rapsódico y finalmente, se seleccionarán tres
categorías dramatúrgicas convencionales, -acción, personaje y diálogo-, cuestionadas en el
contexto de las poéticas fragmentarias y de las prácticas dramatúrgicas actuales.
La bibliografía inicial de este estudio está dividida en dos áreas: “Teoría del drama y
de la dramaturgia contemporánea” y “Pedagogía teatral y dramaturgia”. Esta separación
responde a la necesidad de hacer una distinción entre los materiales producidos por
investigadores de la teoría del drama, docentes dramatúrgicos o dramaturgos. En este trabajo
en particular, se observa en varios casos, que la producción teórica puede estar vinculada a
dramaturgos que a la vez son pedagogos.
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Consultar bibliografía para ver otras fuentes.
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Parte I
Dramaturgia y creación escénica contemporánea
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1.1 Szondi, el drama absoluto y la crisis del drama.
Para Szondi, la crisis del drama se origina a partir de la segunda mitad del siglo XIX
y está directamente relacionada con el cambio en el sistema de relaciones del hombre de la
época y su manera de comprender el mundo. El autor señala que en este periodo se produce
una especie de aislamiento o separación del hombre con la sociedad que tiene como
resultado una nueva manera de entender las relaciones interpersonales y da origen a la idea
de un ser que habita en el aislamiento ([1956] 1994).
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Szondi plantea que la principal influencia de este proceso estético-sociológico en la
construcción dramática es la noción de separación entre sujeto y objeto: en el drama
tradicional, lo objetivo (épico) y lo lírico (subjetivo) conviven de manera dialéctica, pero tras
el quiebre filosófico del ser humano y su manera de vincularse con el mundo, esto ya no es
posible, puesto que “el universo objetivo y el universo subjetivo dejan de coincidir”
(Sarrazac, [2005] 2013:23). El autor, se basa en el principio hegeliano de
objetividad/subjetividad y propone su teoría a partir de la idea de que la forma dramática
tradicional rechaza la separación entre objeto y sujeto ([1956] 1994). Por ende, en este nuevo
contexto, donde la subjetividad cobra otros matices, la forma dramática se ve forzada a
asimilar las consecuencias formales y estéticas de este cambio.
A partir de finales del siglo XIX, la crisis del drama se manifiesta en tres de sus
principales dimensiones: su carácter actual, su naturaleza interpersonal y su construcción
como suceso ([1956] 1994). Szondi analiza la propuesta de cinco autores teatrales (Ibsen,
Chejov, Strindberg, Maeterlink y Hauptmann) para ejemplificar su tesis. En Ibsen y Chejov,
señala un cambio en la noción de temporalidad dentro del drama, en la medida en que el
pasado se vuelve conflicto y temática del tiempo presente. Szondi se refiere a esto afirmando
que la función dramática, “tradicionalmente destinada a elaborar la estructura causal-final de
la acción unitaria, tiene que salvar aquí el abismo existente entre el presente y un pasado que
se sustrae a la actualización” (34). Analizando a Strindberg, observa una mutación en la
unidad de acción, que implicaría que ésta, ya no sería más el soporte principal de la
construcción dramática, sino la del yo del personaje central. En este ejemplo, “lo
interpersonal quedaría subyugado a la observación subjetiva de un yo central” (80).
Szondi sostiene que en plena crisis de la forma dramática, surgieron ciertas tentativas
para salvar el drama (intentos por conservar la tradición). Esto se vería reflejado en
manifestaciones teatrales influenciadas por “el naturalismo y la necesidad de preservar el
teatro burgués, el teatro conversacional y la utilización del acto único” (93). Para el autor,
estos intentos no terminaban de configurarse como soluciones efectivas ante las
contradicciones formales observadas.
Sarrazac observa que la crisis del drama no debería entenderse como un transcurso
en el que la forma dramática antigua devenga en la concepción de teatro épico moderno, sino
más bien debe comprenderse como un proceso dialéctico permanente y sin solución, como
una crisis sin final, que se encuentra en permanente mutación en donde la forma dramática
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Esta investigación está sintetizada en el texto Léxico del drama moderno y contemporáneo, escrita por el
autor, pedagogo y dramaturgo, Jean-Pierre Sarrazac junto al grupo de investigación en Estética del Drama
Moderno del Instituto de Estudios Teatrales de la Universidad de París III.
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Sarrazac se respalda en las teorías críticas de pensamiento marxista de Sartre y Barthes, en virtud de una
forma dramática que “reconcilie la noción de un teatro auténticamente político con una dramaturgia de la
subjetividad, de lo íntimo” (Sarrazac, [2005] 2013:30) afirmando que la utopía sartreana de un “teatro
profundamente cercano a lo épico y que no sea burgués” (31) es totalmente identificable en la producción
teatral actual.
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está en directa relación con su contexto social, estético y temporal. A través del análisis de la
propuesta de Szondi, Sarrazac, junto al grupo de investigación que dirige, postulan que
dentro de la noción de crisis de la forma dramática, existen cuatro puntos de quiebre
principales ([2005] 2013):
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El concepto de Teatro Posdramático ([1999] 2006) es instaurado por Lehmann para
referirse a las formas de creación teatral surgidas a partir de la segunda mitad del siglo XX4,
-en el contexto europeo y norteamericano-, e influenciadas por las características tanto
estéticas como formales de la posmodernidad en materia de creación artística. La categoría
de lo Posdramatico alude a un concepto relacionado con una problemática estética teatral
concreta (2010a) diferenciándose de la idea de lo posmoderno, que correspondería a un
contexto histórico especifico. Comúnmente se cree que las vanguardias, y la continuación
del uso de sus modelos, sería el origen de la creación experimental contemporánea. Lehmann
cuestiona esto argumentando que a pesar de la profunda renovación que éstas implicaron en
materia de creación teatral, se “siguió preservando lo esencial del teatro dramático a
despecho de todas las innovaciones revolucionarias” (317) y las formas teatrales que
caracterizaron esa época, se mantuvieron al servicio de la forma dramática clásica y los
códigos de la mimesis. Es por eso que el autor sitúa a partir de la década de los 70, un
momento histórico donde se genera un quiebre en la percepción tradicional de los modelos
de representación y la creación teatral experimenta un cambio de paradigma (2013).
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Para vincular el término a un período cronológico particular, el autor divide la historia del teatro en
Predramática (desde la Grecia clásica hasta finales de la Edad Media); Dramática (desde el Renacimiento
hasta finales del siglo XIX) y Posdramática (en la época de tránsito desde el surgimiento de las vanguardias en
el siglo XX hasta la actualidad). Este último periodo, está marcado para el autor, por una parte, por el carácter
filosófico y estético perteneciente al discurso posmoderno y la manifestación de éste en la creación escénica
contemporánea; y a la característica de interdisciplinariedad de la época manifestada en la paulatina disolución
de las fronteras entre las artes (Lehmann, 2010a).
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como una equivalencia de la vida misma, inaugurando con esta idea, la problemática de la
crisis de la representación.
El autor señala que esta nueva concepción del acto teatral, entendido como una
performance en tiempo presente, forma parte de los elementos que asegurarían la transición
desde un teatro dramático -identificable por su tiempo/espacio reducible a la realidad de lo
que suceda sobre el escenario- a un teatro posdramático que considera el texto como un
material más entre todos los otros elementos participantes del fenómeno de
presentación/representación teatral (Ryngaert/Sermon, [2006] 2015).
Para Lehmann, el fin de la concepción del texto como eje central del drama, se
relaciona directamente con el fin del predominio de la idea de coherencia interior, propia de
la estructura dramática derivada de la poética aristotélica: en el teatro clásico -en un amplio
sentido del término- la representación escénica estaba sujeta a lo que dictaminaba el modelo
de representación convenido, y esto se veía reflejado en el texto mismo desde el momento de
su creación. “Sófocles, Shakespeare, Corneille sabían, por su posición de escritores de teatro,
cómo iba a ser representada la pieza que escribían, puesto que la puesta en escena, en el
sentido moderno, es decir como práctica autónoma, no existía” (Danan, [2010] 2012:25). La
irrupción del concepto de puesta en escena cambia la manera de entender los procesos
creativos, estableciendo una nueva relación entre la construcción del texto dramático y su
representación, otorgándole cada vez más importancia a esta última.
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fraccionadas y el uso del collage. Según Szondi, esta idea de fragmentariedad en la
construcción del discurso teatral, tendría sus primeros antecedentes en el teatro de Piscator y
la influencia del montaje cinematográfico en términos escénicos ([1956] 1994).
José Sanchis Sinisterra define este fenómeno -dentro del campo de lo estético-
filosófico- como dramaturgia de la fragmentación y, a su parecer, está lógica de
construcción obedece a la percepción fragmentaria y caótica de la realidad característica de
nuestra época. El autor señala que es posible identificar como denominador común una
especie de renuncia a conceptos como la unidad o la coherencia, y observa que en la
experimentación artística actual, se ve reflejada esta “fragmentariedad con la que los seres
humanos nos enteramos de la realidad” (Sanchis, 2005). El autor recalca que esta idea no
debe asociarse necesariamente con un conjunto de textos, sino ampliar su espectro también a
montajes y espectáculos creados desde la misma escena (Sanchis, 2017). Los productos
escénicos surgidos en este contexto de creación fragmentario se convierten para el autor en
“objetos dramáticos complejos- que ofrecen el aspecto de un patchwork de materiales y
códigos artísticos heterogéneos, entre los cuales los propiamente teatrales son a veces la
parte menos relevante” (135).
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“Contra la pieza bien hecha, último avatar del bello animal, el devenir
rapsódico del teatro contemporáneo pone en duda incluso la idea de
composición: convertida en un montaje de archivos en el teatro documental
de Weiss o una yuxtaposición de fragmentos narrativos y dramáticos en “La
misión” de Müller, la escritura teatral obedece a una lógica de
descomposición” (Kuntz, [2005] 2013:43).
Una de las principales características del devenir rapsódico propuesto por Sarrazac,
es el rechazo radical al bello animal aristotélico: negarlo implica aceptar un texto-tejido
entendido como “mosaico de una escritura que es resultado de montaje dinámico”,
(Sarrazac, [2005] 2013:192) escindido, épico y dramático a la vez. Para el autor, detenerse a
distinguir entre los diferentes géneros teatrales hoy en día, no tiene mayor sentido en la
medida en que asume y acepta la creación teatral contemporánea bajo el influjo de una
constante “tendencia a las hibridaciones con formas alógenas” (Danan/Sarrazac, 2013a:45) y
a raíz de esto, sentencia que “el nuevo cuerpo del drama es un cuerpo fragmentado del que
no se conoce la anatomía” (46). Por esto último, considera necesario aceptar este devenir
irregular que caracteriza la forma dramática contemporánea como un devenir rapsódico.
Pero aceptar y asumir esta naturaleza rapsódica de la escritura dramática actual, no
implicaría en ningún caso que la forma dramática haya quedado obsoleta, puesto que su
aparente libertad de acción, no significaría ausencia total de forma (46).
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La característica principal de este nuevo paradigma es el fragmento (86) entendido
como unidad básica de construcción y la utilización del concepto material para aludir a los
diferentes componentes de una representación teatral. Este concepto, se refiere a la(s)
materialidad(es) textual(es) que componen un determinado espectáculo o puesta en escena,
entendiendo estos textos como texturas variadas, comprendidas desde documentos,
grabaciones, archivos audiovisuales o testimonios hasta relatos extraídos de otros géneros
literarios, que compondrán el texto dramático total y su potencial puesta en escena.
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La poética rapsódica hace posible el surgimiento de un nuevo concepto que se
vincula con la lógica fragmentaria presente en las dramaturgias de hoy: la heterogeneidad.
Éste es desarrollado por Florence Baillet ([2013] 2015) ante la necesidad de definir a que se
hace referencia cuando se define una obra dramática como heterogénea. Baillet señala que
en este contexto de creación, lo heterogéneo se vincula a la idea de patchwork, lo cual
supone la aparición de un autor- montajista que ordena los diversos elementos que
constituyen la obra.
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fragmentación. De acuerdo a la definición desprendida del El léxico del drama moderno y
contemporáneo ([2005] 2013) una construcción dramática fragmentaria tiene las siguientes
características:
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En relación a la escritura dramática, el concepto de montaje deriva del arte
cinematográfico y se entiende como un procedimiento de ensamblaje de diversos materiales
en función de una lógica subyacente (Pavis, [2014] 2016). Es definido técnicamente como
“una operación manual que consiste en enganchar fragmento por fragmento trozos de
película para obtener un todo yuxtaponiendo planos dispares” (Baillet/ Bouzitat [2005] 2013:
144), e implica no solo una discontinuidad temporal en la configuración de los elementos
que componen la obra, sino también sugiere las tensiones que se creen entre sus diferentes
partes.
Fábula/Acción.
Esta noción de crisis, se hace presente a partir de que ya no es posible construir una
gran acción -entendida aristotélicamente como aquella que arranca, progresa y concluye al
final de la obra- dentro del texto dramático. Si bien la lógica de encadenamiento aristotélico
refiere a una necesidad que pareciera ser casi orgánica en la construcción de una obra
dramática -e incluso hoy en día, se configura como “una de las metáforas centrales de la
estética occidental” (Kuntz [2005] 2013: 43)- esta norma entendida como la unidad de
acción de la época clásica ha determinado y restringido el desarrollo del arte dramático en
todo orden de cosas.
La razón principal de este quiebre tiene relación directa con la influencia de la crisis
del sujeto en el marco de la posmodernidad: la gran acción aristotélica en cierta manera
implica un gesto de voluntad, pero esto muta a partir de finales del siglo XIX, y se destruye
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en la medida en que ahora “actuar es ante todo querer actuar” (Danan [2005] 2013: 39). A
raíz de esto, la manera de entender este gesto de voluntad se ve afectado por las “fallas del
yo y su capacidad de desear” (39) y la influencia de esta crisis del sujeto contemporáneo en
la construcción dramática. Como consecuencia directa, las dramaturgias actuales,
paulatinamente han comenzado a prescindir de esta gran acción aristotélica, ya que ésta ha
dejado de ser valorada estrictamente en relación a sus funciones vinculadas a la construcción
tradicional de la fábula.
Una manera de graficar este cambio, es utilizar el esquema de acción propuesto por
Vinaver ([1982] 1993), de la acción entendida desde su concepción dramática clásica. Este
esquema, se plantea como un árbol o como un sistema piramidal donde Vinaver sitúa la
acción en tres tipos/niveles de funcionamiento: La acción de conjunto; la acción de detalle
(escena, acto o secuencia) y la acción molecular (réplica a replica). En esta lógica de
construcción piramidal, las acciones moleculares son la base de las acciones de detalle y
estas a su vez, devienen en acciones de conjunto (Danan [2005] 2013: 38).
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representación de la acción escénica, ya que esto atentaría directamente con los principios de
la mimesis aristotélica. Una característica clave de las dramaturgias actuales, es que la
mayoría se articulan en torno a un principio de dramaticidad aparentemente mimético y a la
vez, en un juego de actuación en proyección de futuro, o a veces, “esta dramaticidad, que
aún es vinculable a los parámetros de la mimesis, se construye desde una actuación” (41), - y
un sistema de puesta en escena,- que se contrapone a ella.
Personaje:
En este contexto donde los límites del personaje se desdibujan tanto surgen nuevos
conceptos para referirse a ellos como, ente, voz o figura. Este último término sintetiza la
manera en que se empieza a asumir al personaje teatral en las nuevas dramaturgias, ya que el
concepto de figura -extraído de las artes plásticas- hace alusión a una forma, materialidad o
trazo que carece de características interiores y donde lo relevante es la idea que se quiere
manifestar. En el teatro actual, la noción de figura se utiliza para reemplazar al personaje en
tanto este comienza a perder sus cualidades identitarias y su esencia pareciera reducida a lo
más mínimo en contraste a la construcción del personaje tradicional, tridimensional y
perfectamente dibujado (Ryngaert/Sermón [2006] 2015: 78).
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el personaje ahora carece de carácter, afirmando que la desaparición de una identidad fija es
paralela a la crisis de la fábula (Ryngaert, [2005] 2013).
Para el autor, esta idea de pérdida de carácter del personaje, observable a partir del drama
moderno, se ha convertido de a poco en un signo recurrente en las dramaturgias actuales
(Sarrazac, [2001] 2006). El Impersonaje se ha arraigado en las propuestas contemporáneas
por su carácter abierto y múltiple, ya que permite al autor/a jugar con las distintas facetas
que constituyen la condición humana asumiendo ahora al personaje teatral como un ser
poliédrico, multifacético y polifónico.
Diálogo:
¿Cómo se pasa de un diálogo absoluto – ligado al drama absoluto del que habla
Szondi – entre personajes atrincherados tras la cuarta pared, al diálogo relativo del teatro
moderno y contemporáneo? En el contexto de la crisis del drama, el dialogo como elemento
fundamental del género dramático no ha quedado exento de modificaciones: Desde una
mirada filosófica, la crisis del diálogo se resume como “un cuestionamiento de la relación
inter-individual entre los personajes y a través de esta relación, el desarrollo del conflicto
dramático hasta la catástrofe y el desenlace” (Sarrazac, [2005] 2013:74).
Danan afirma que a partir del proceso de novelización del drama -que marcaría un
antes y después en la concepción del drama absoluto- que la manera de construir los
diálogos se vio alterada al cambiar la convención establecida al volverlos descriptivos o
narrativos. Considera que esta convención es una norma implícita que se refleja en un
principio de continuidad en el diálogo teatral, que hoy en día habría evolucionado. A partir
de la idea de desencajamiento - concepto teórico acuñado por Vinaver- Danan sostiene que
el diálogo contemporáneo se resiste a la idea de buclaje - principio convencional de
continuidad y encadenamiento de réplicas- y se reconfigura como un fenómeno “dislocado,
deconstruido y luego remontado” (Danan [2005] 2015:96) que se “generaliza hasta la
difracción total de los elementos del diálogo y abre camino a la heterogeneidad, haciendo
que cualquier elemento textual pueda entrar en dialogo con cualquier otro” (96-97).
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Sarrazac por su parte, define el diálogo dramático contemporáneo como rapsódico y
lo argumenta a través de la diferencia que implica la inserción del autor dentro del texto
dramático convertido en sujeto rapsódico. Esto último, reposiciona el lugar del diálogo
dramático, que ya no sería más un diálogo lateral confinado solo al escenario sino que se
expande volviéndose heterogéneo y múltiple. Para el autor, el diálogo ahora es una suerte de
tejido donde se van “hilvanando” diferentes modos poéticos, indistinto de sus naturalezas.
Bajo este principio, el rapsoda sería un hilvanador-deshilvanador que ya no solo se deja ver
por medio de las didascálicas, sino también en el discurso mismo de los personajes y usando
mecanismos como la composición y la fragmentación (Sarrazac, [2005] 2013).
Para Sanchis “todo discurso teatral, toda palabra proferida por un personaje, es en
esencia, diálogo” (Sanchis, 2017: 65). El sostiene esto argumentando que en primer lugar,
implica necesariamente la presencia de por lo menos dos interlocutores. Considerando
incluso que en el último caso podría el mismo público entenderse como ese otro interlocutor
-interpelado o no- a pesar de que este no replique. Y en segundo término, porque “toda
palabra, incluso proferida en soledad, instituye un destinatario y por lo tanto, un
desdoblamiento del sujeto” (65) El autor afirma que el teatro contemporáneo “siembra sus
diálogos de aparentes incongruencias discursivas que, no obstante revelan las tensiones
subterráneas de lo que llamamos contexto” (67).
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manera, aquella lógica propia del patrón aristotélico y potenciaría “la fracturación y
fragmentación del discurso” (66).
Una última característica, tiene relación con la entrada del autor en el juego dialógico
de la obra dramática moderna y contemporánea, quien ahora se hace presente de manera
cada vez más visible, - a través de la voz de sus personajes o de las didascalias-, o de forma
implícita en su juego de montajista, a la hora de ensamblar los diferentes materiales y
discursos (Sarrazac, [2005] 2013).
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Parte II:
Tras hacer un breve repaso por la mutación histórica experimentada por la dramaturgia
moderna y contemporánea, y definir los conceptos que suponen la instalación de la Rapsodia
como corriente filosófica y poética tras las dramaturgias actuales, revisaremos el trabajo
teórico y pedagógico de tres autores de referencia para explorar como esta poética
rapsódica se refleja (o no) en su quehacer didáctico y en su práctica metodológica como
profesores de dramaturgia. El objetivo de este capítulo es analizar si estos tres autores se
identifican o no, con los postulados y conceptos anteriormente descritos relacionados con la
idea de rapsodia; si los aplican en su práctica pedagógica y en caso de ser así, de qué manera
lo hacen.
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2. Teoría pedagógica en la propuesta dramatúrgica de los autores.
5
Entre sus publicaciones más recientes se encuentra: Jeux de rêves et autres détours (Circé, 2004) publicado
por Paso de Gato en español con el título: Juegos de sueño y otros rodeos: alternativas a la fábula en la
dramaturgia (Paso de Gato, Conaculta,2011), y Poétique de drame moderne (Seuil, 2012), Jean-Pierre
Sarrazac dirige también la colección Penser le Théâtre de Circé y en 2008 recibió el Prix Thalie de la
Association Internationale des Critiques de Théâtre(AICT) por el conjunto de su obra.
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Joseph Danan6 es dramaturgo y profesor en el Instituto de Estudios Teatrales
(Sorbornne Nouvelle Paris III). Profundamente consciente de las mutaciones experimentadas
por la dramaturgia contemporánea, se enfoca en el desarrollo de la idea del devenir del texto
teatral frente a la emergencia actual de las prácticas performativas (Danan, [2005] 2015),
poniendo especial interés en la construcción dramática bajo los efectos de la escena
contemporánea infiltrada por la performance y los lenguajes escénicos multidisciplinarios. El
autor afirma que es necesario “aceptar la imposibilidad de definir la dramaturgia como el
estado presente del teatro” (Danan, 2012: 35), ya que se trataría de una convención que se
nos escapa, al tratarse de una definición que en efecto, debe ser recreada en cada
espectáculo, y que estaría siempre “por crearse” (35). Esto último se reforzaría aún más, en
ocasiones en que los espectáculos analizados no se enmarcan en una construcción dramática
tradicional, y por ende, desafían a los nuevos formatos de escritura contemporánea, a ser
cada vez más osados e ingeniosos.
Para el autor es posible observar casos en que la misma obra, con antelación, se
elabora o incluso se dirige a sí misma, llegando incluso a programar autónomamente su
propio juego de (des)composición/ composición. El autor dramático contemporáneo se
enfrenta a la creación de su obra desde la noción de la partitura, y se predispone a la
yuxtaposición de los diversos elementos y materiales con los que estructura su texto, con el
objeto de provocar determinados efectos en el lector/audiencia (Danan, 2012).
6
Algunas de sus obras han sido traducidas al español, como Callejón de Lis – dirigida en 2003 por Jean-
Frédéric Chevallier en México-,Roaming mundo y Police machine, que él mismo llevo a escena en México en
2004 y 2009. Representadas frecuentemente en Francia y Portugal, sus obras infantiles han sido publicadas en
la editorial Actes Sud-Papiers (les aventures d’Auren, le petit serial killer, 2003; Jojo le récidiviste, 2007, y A
la poursuite de lòiseau du sommeil, 2010). Joseph Danan es a su vez novelista (allégance, Gallimard, 1992) y
poeta (A poéme, L’instant perpétuel, 2006).
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José sanchis Sinisterra7. Dramaturgo español nacido en Valencia, es director de
escena, profesor, investigador y promotor de iniciativas teatrales innovadoras. Dirigió entre
1977 y 1997 en Barcelona, El teatro Fronterizo, proyecto de experimentación y creación que
en un espacio teatral propio -la sala Beckett- llegó a ser uno de los focos más fértiles del
teatro alternativo en Cataluña y España.
7
Con una importante actividad didáctica en literatura y teatro, ha impartido clases en medios académicos y
talleres. Han sido frecuentes sus estancias en Latinoamérica, en donde ejerce tareas didácticas y artísticas,
siendo México uno de los países donde más asiduamente ha trabajado. Como dramaturgo, es autor de una
cincuentena de títulos, entre obras originales, adaptaciones y versiones de textos narrativos.
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2.1 Metodologías prácticas comparadas: Itinerarios de trabajo pedagógico de Joseph
Danan, Jean-Pierre Sarrazac y José Sanchis Sinisterra.
En relación al trabajo práctico, los tres autores comparten la idea de que la práctica
escritural constante y la experimentación por medio de ejercicios especializados son el
camino indicado para acercar de manera concreta a los participantes de sus procesos
pedagógicos a los “retos y gestos específicos de las escrituras dramáticas contemporáneas”
(9).
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Sobre la metodología de traspaso de conocimiento en cada propuesta pedagógica, los
tres avalan un ejercicio crítico constante y una filosofía horizontal. En sus prácticas se niega
la relación vertical de “maestro-alumno” y se promueve una relación en la que los profesores
adquieren un rol más de guías o conductores del proceso, que se esforzarán por asistir a cada
participante “en el parto de su propia escritura” (10). En los itinerarios de los tres maestros
se rechazan las estéticas inducidas entendidas como todo aquel material previamente
producido por los profesores que pudiera eventualmente contaminar el trabajo de los
participantes en un intento de “imitación del arte del maestro” (Danan/ Sarrazac, [2012]
2013a: 10).
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El autor se refiere a este punto, aludiendo a su larga experiencia docente, pues al encontrarse poniendo a
prueba su metodología de trabajo en contextos tan diversos durante tantos años, con gente originaria de
distintos niveles y tradiciones teatrales, se inmunizó contra la tentativa de crear un método único e inamovible
(Sanchis, 2017).
33
En torno al trabajo fuera de las sesiones, Danan y Sarrazac proponen como única
regla que sus participantes escriban durante la sesión y que luego, se dispongan a re-escribir
fuera del espacio del taller. Esto persigue como objetivo evitar la inhibición de los talleristas
al forzarlos a desarrollar los ejercicios in situ y con un tiempo determinado, así como
también evitar la presión, - y los posibles bloqueos-, que implicaría sentarse solo frente a una
página en blanco. Respecto a esto último, ambos profesores creen basados en su experiencia,
que el riesgo de que los participantes se “bloqueen” se reduce considerablemente al generar
un ambiente de trabajo que cumpla con las características anteriormente descritas. En este
contexto, la mayoría logra finalmente escribir, superar los posibles bloqueos e incluso
mostrar su trabajo ante el resto.
Tanto Danan como Sarrazac, dejan en claro en su libro que autorizan la reproducción
total o parcial de sus ejercicios sin inconvenientes, al igual que Sanchis que anima a los
lectores incluso a desarrollar los ejercicios y protocolos propuestos por el en su texto.
34
Itinerario de Joseph Danan:
Uno de los objetivos de sus talleres es conseguir que los participantes finalicen el
proceso con una obra o texto breve. Para esto suele utilizar dos métodos como propuesta
base: el primero es la construcción de un texto a partir de un fragmento surgido del proceso
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previo de trabajo colectivo. El segundo método se trata de construir la obra a partir de dos o
tres elementos base (elegidos arbitrariamente por el autor) sobre los cuales encontrar
paulatinamente las diversas relaciones y conexiones posteriores de sentido. Para Danan,
ambos métodos se constituyen como dos prácticas escriturales muy efectivas y que logran
combinarse muy bien (77).
El autor afirma que uno de los grandes desafíos de manejar un grupo en proceso
pedagógico es lograr encontrar “la armonía entre los ritmos individuales y el del trabajo
colectivo” (75). Cómo dato anecdótico, pone especial interés en lograr que todos sus
participantes lean a la hora de compartir sus ejercicios, atendiendo a aquellos que van
quedando al margen.
Sarrazac comienza sus talleres pidiéndoles a los participantes que generen un dossier9
de materiales base con referencias personales, sobre el cual poder trabajar posteriormente. El
autor se refiere a su rol de guía del proceso, como conductor del juego y al igual que Danan
y Sanchis, promueve un proceso de traspaso de conocimientos horizontal y crítico.
9
-1: Una gran situación dramática del repertorio trágico, del teatro griego antiguo al teatro romántico europeo.
-2: El texto releído muchas veces de una de estas obras: Prometeo de Esquilo, Antígona o Edipo Rey de
Sófocles, y Medea de Eurípides. -3: El fragmento de una conversación, de una o dos páginas manuscritas, de
una conversación “capturada”, en la cual es necesario transcribir toda la complejidad, las impurezas y los
gestos de oralidad. -4: El fragmento de algún relato de vida que haya recogido de alguien de su entorno
próximo o cercano. -5: Uno o varios artículos de periódicos concernientes a un suceso cualquiera. -6: Una
breve documentación sobre un hecho histórico. -7: Una fotografía (tomada por el participante o por otra
persona) que hable del estado actual del mundo.
36
entrega/taller. Al igual que Danan y Sanchis, Sarrazac contempla la creación de un espacio
de trabajo resguardado de la crítica destructiva y fomenta los ambientes de confianza. Para
este fin, propone el uso del sí mágico como pie forzado para hacer comentarios entre los
participantes. Al plantear cada posible crítica como una pregunta abierta se evita la carga
ofensiva que podría eventualmente tener un comentario cualquiera en un contexto de
creación, donde el autor de cierta manera, abre su proceso intimo a un círculo de
desconocidos y por ende, se muestra más vulnerable. Es por esto que al plantear las críticas
como preguntas en tono de “sí mágico”,-¿y qué pasaría si…?- se evitan los juicios valóricos
y el autor/a interpelado/a tiene la opción de elegir y expandir sus ideas de manera
constructiva (Danan/ Sarrazac, [2012] 2013a). Para que los participantes logren escribir en
la misma sesión, se plantean ejercicios que desembocan en formas breves o ultra breves de
escritura. Esto no significa que no puedan más tarde, ser el origen de una forma escritural
más larga, pero la idea es que se transformen en ejercicios que puedan ser revisitados fuera
del espacio de tiempo de la sesión y utilizados como puntos de partida para otras cosas.
Siempre cada ejercicio va acompañado de ejemplos y referencias.
Otro elemento metodológico que aplica Sarrazac para entregar contenidos teóricos en
sus clases es el uso de TAROTS DRAMATURGICOS10. Esto consiste la creación de un
sistema de cartas a modo de juego que se construye en cada proceso de taller en conjunto a
los estudiantes. Cada vez que durante las lecturas el grupo se encuentra con alguna gran
interrogante de la escritura dramática, se redacta colectivamente una respuesta a esta
pregunta en un breve aforismo o reflexión y se anota en una tarjeta. Pueden ser también citas
de otros autores sobre diversas temáticas relacionadas con la escritura dramatúrgica. Luego,
cuando surja alguna interrogante dentro del grupo, se recurre a las cartas para contestar la
pregunta correspondiente. En caso de que no exista la carta relativa al tema consultado, se
crea de manera colectiva.
El objetivo de Sarrazac es que cada participante comprenda que hay ciertos riesgos
dramatúrgicos comunes en la escritura contemporánea pero que cada autor debe desarrollar
un gesto singular para enfrentarse a estos riesgos. Como ejemplo de esto, identifica en las
37
dramaturgias actuales dos riesgos comunes en “el desmantelamiento del dialogo tradicional
y el desplazamiento del monologo” (17), para los cuales emplea una serie de ejercicios que
clarifican los mecanismos operantes en la construcción del diálogo contemporáneo.
Tras una vasta experiencia dictando cursos y talleres dramatúrgicos, Sanchis, define
actualmente sus procesos pedagógicos como: talleres de escritura dramática o dramaturgia
textual11. Sus talleres se limitan a un campo específico de la teatralidad constituyente y
parten de la idea de que la obra teatral debe entenderse como una suerte de partitura
literaria y desde aquí enfoca toda la dirección de su propuesta didáctica.
11 Para el autor, el desarrollo de la idea de dramaturgia textual, se vincula estrechamente con otros conceptos
pedagógicos desarrollados por él a lo largo de toda su carrera, como la “dramaturgia actoral” o la “dramaturgia
de textos narrativos” que son categorías desarrolladas y aplicadas por el autor como procesos de formación,
investigación y creación en cada área específica.
12 En su libro, Prohibido escribir obras maestras (2017), Sanchis hace una revisión de su experiencia como
docente de talleres y seminarios de escritura dramática en los últimos 30 años. Analiza aquellas metodologías
que dieron mejores resultados y define conceptos y terminologías según la experiencia recogida en sus
procesos como pedagogo dramatúrgico.
13 Esta modalidad de trabajo sobre los problemas la conserva hasta el día de hoy.
38
estudiantes resuelvan. Sanchis en una sesión, explica la consigna del problema y los
talleristas deben traerlo resuelto la próxima sesión para comentarlo entre todos.
Al notar que a veces los talleristas no resolvían satisfactoriamente los problemas por
falta de tiempo, Sanchis creó un nuevo protocolo denominado impromptus: ejercicios que
los participantes tienen que resolver en la misma sesión y que los desafían a improvisar en
tiempo limitado sobre una estructura establecida previamente. Suelen comenzar a partir de
una frase desencadenante (Sanchis ofrece variados ejemplos en su libro), y se trabaja sobre
una situación dramática. En este tipo de protocolo, se va creando la identidad de ambos
personajes, la circunstancia del encuentro, el espacio/tiempo de la situación, sin mayores
reflexiones. A la señal del conductor del ejercicio, cada cierto tiempo se propone una
consigna que cada autor debe integrar en lo que está escribiendo de manera libre.14
Sanchis demuestra con este tipo de procedimientos que es posible generar una suerte
de lógica que nace de la tensión entre la arbitrariedad de las consignas recibidas desde el
exterior y la necesidad subjetiva de preservar la coherencia de la situación que
progresivamente avanza mientras se escribe a tiempo real. A raíz de esto, Sanchis afirma que
surge una rara coherencia en los textos que no nace plenamente del protocolo ni del
imaginario del autor/a, sino entre la confluencia y/o tensión de ambos. De esta manera, el
autor se opone la preponderancia del logos y -a pesar de que hay restricciones-, el factor
azaroso y la improvisación abren el proceso creativo de los participantes, como efecto
directo de la imprevisibilidad.
Uno de los argumentos de Sanchis para negarse a los juicios valóricos15 en sus
procesos pedagógicos, se basa en la necesidad de entender los espacios de taller como
ambientes más relacionados a la “artesanía”(33) escritural, antes que a laboratorios de
creación de “obras terminadas”. De esta manera, enfoca sus energías más en la resolución de
problemas técnicos y prácticos del oficio dramatúrgico antes que aspectos más bien
creativos/subjetivos de los procesos de escritura.
14
Dado que tanto la frase desencadenante como la serie de consignas son elegidas por azar numérico, el
componente aleatorio del protocolo debe articularse con la voluntad de producir sentido en cada participante.
15 Incluso, desarrolla parámetros específicos para “comentar” los trabajos de los otros estipulados en los
siguientes puntos: 1) Si el ejercicio sigue o no sigue el protocolo establecido previamente y con qué grado de
eficacia. 2) Si el sometimiento a las pautas es o no demasiado evidente y si “violenta” o no, la organicidad de la
acción dramática. 3) Si se genera la suficiente complejidad situacional. 4) Si hay o no progresividad. 5) Si el
texto sería o no, inteligible, para un lector “inocente”, o sea, desconocedor del protocolo (Sanchis, 2017: 15).
39
Sanchis basa gran parte de sus ejercicios en protocolos específicos, que se traducen
eventualmente, en posibles restricciones a la libertad creativa de cada autor. Se refiere a esto
argumentando la importancia que para él tiene el conocimiento de las reglas, de la tradición
precedente y de las estructuras convencionales, haciendo hincapié que solo una vez
identificadas, es posible experimentar con ellas, así como también, el valor que tiene ser
capaz de crear bajo una regla o en un ambiente de restricciones, para desde ahí atreverse a
re- inventar las formas. Sobre todo, porque para Sanchis, el desarrollo de la creación
dramatúrgica en el contexto de sus talleres, se encuentra en el terreno de la artesanía, donde
la obra de arte se encuentra en pleno proceso de creación, y por ende liberada de ser objeto
de posibles juicios de valor.
Ante los eternos escépticos que niegan la posibilidad real de “enseñar a escribir
teatro”, Sanchis sostiene que sin lugar a dudas, todo dramaturgo debe a como dé lugar,
absorber todo el conocimiento necesario para la búsqueda y creación de su propia poética, y
encontrar la función y el sentido de su propio quehacer como escritor de teatro. El autor
considera fundamental comenzar por identificar, clasificar, transgredir, combinar, etc, los
recursos formales vinculados a la escritura dramática, persiguiendo el fin de darle a la
partitura textual la posibilidad de fluir y adaptarse “a los procesos socioculturales en que el
teatro se inscribe” (13).
Sanchis defiende el trabajo artesanal del escritor dramático y por tanto, del
pedagogo dramatúrgico, como una medida para introducir “un máximo de concreción y de
comunicabilidad” en la experiencia de la enseñanza teatral, considerada por él como una
disciplina “proclive a la subjetividad, a la vaguedad y a la arbitrariedad del maestro y la
maestra” (22) Es por esto, que se ha destacado por su labor teórica e investigativa, sobre
40
todo vinculada a la enseñanza -además de su constante quehacer creativo como dramaturgo y
director- pues la sistematización de sus años de conocimientos y experiencias significan para
él una herramienta para luchar contra estos aspectos negativos de la formación artística.
Tras el estudio de las metodologías desarrolladas por los tres autores escogidos, se ha
observado la aplicación de los contenidos teóricos descritos en la primera parte de este
trabajo en los ejercicios16 prácticos propuestos en los itinerarios de cada maestro. Esta
observación se ha realizado específicamente en función del uso en sus propuestas de tres
categorías escriturales concretas (Fábula/acción, personaje y diálogo), entendidas desde la
perspectiva de la poética rapsódica. Para esto, se han seleccionado dos ejercicios por autor
que se relacionan de alguna manera con estas categorías.
16
Los ejercicios escogidos se encuentran en los anexos de este trabajo.
17
Danan propone también, una serie de ejercicios basados en creación de situaciones dramáticas a partir de
fotografías, cuadros, material periodístico o de otras fuentes de inspiración.
18
Consultar detalle en Anexo 1. Categoría Fábula/Acción. Joseph Danan. Ejercicio Nº 1.
41
diferencias que caracterizan las estructuras dramáticas actuales, y por otra parte, implica un
ejercicio que promueve el uso de diversas perspectivas y que abre la narración a otros
ángulos, al condicionar al escritor, a contar la historia desde un punto de vista diferente.
Además, este ejercicio obliga en primera instancia, a desmenuzar la propia historia para
entenderla a cabalidad, identificar la fábula que hay tras la narración y posteriormente, ser
capaz de construirla y (re) construirla desde otro punto de vista.
Sarrazac en su itinerario, al igual que Danan, plantea una serie de ejercicios basados
en materiales de apoyo o fuentes de inspiración previamente recopiladas para crear
situaciones y acciones dramáticas, como fotografías, cuadros o historias antiguas. Respecto
a esto último, el autor propone dos ejercicios que tienen como fuente de inspiración tragedias
clásicas. El primero, denominado trasposición de una situación clásica20 consiste localizar -
dentro del repertorio del teatro antiguo hasta el moderno- una gran situación trágica que
tenga potencial de ser actualizada. La idea es tomar como referencia la estructura de la
situación original y los conflictos presentes en ella, para trasladar el desarrollo de la acción
dramática a un contexto contemporáneo y que el autor sea capaz de camuflarla con el resto
de su propuesta dramatúrgica. En su ejercicio, actualización/comprensión de una tragedia
19
Consultar detalle en Anexo 1. Categoría Fábula/Acción. Joseph Danan. Ejercicio Nº 2.
20
Consultar detalle en Anexo 1. Categoría Fábula/Acción. Jean-Pierre Sarrazac. Ejercicio Nº 1.
42
antigua21, Sarrazac apela al mismo mecanismo de rescate de situaciones dramáticas ya
existentes, pero en este ejemplo no solo se debe actualizar y comprimir la acción dramática,
sino también ser capaz de yuxtaponer escenas de la obra original entremedio de la propuesta
actualizada con el objetivo de fusionar lo antiguo con lo contemporáneo. Este ejercicio no
solo implica de manera implícita el trabajo de montaje de escenas o la mixtura de estilos,
identificables en procedimientos como el montaje y el collage, sino también sugiere la
utilización de otros mecanismos como el uso del polígolo como recurso para la construcción
de la voz del protagonista y la integración de conceptos relativos a las lógicas
contemporáneas como lo polifónico y heterogéneo. Además en ambos ejercicios es necesario
comprender previamente el funcionamiento de la gran acción aristotélica, para poder
identificar las grandes situaciones trágicas en cada ejemplo. Luego de esto, entra en juego
otra operación clave de las dramaturgias actuales que es la reducción o minimización de la
acción, en este caso para poder actualizarla y trasladarla a un contexto contemporáneo.
26
Consultar detalle en Anexo 2. Categoría Personaje. Jean-Pierre Sarrazac. Ejercicio Nº 1.
27
Consultar detalle en Anexo 2. Categoría Personaje. Jean-Pierre Sarrazac. Ejercicio Nº 2.
45
En el itinerario de Sanchis, respecto a la creación de personajes, el primer ejercicio
observado -que el mismo define como apunte- denominado el habla del personaje28, es una
seguidilla de preguntas/acotaciones relacionadas a la construcción en torno al discurso y al
lenguaje. El apunte hace alusión a la importancia de ubicar a nuestros personajes en relación
a como articulan sus enunciados, teniendo conciencia sobre el tipo de relación que se
establece en el código comunicativo. Para esto, el autor integra concepciones características
de las dramaturgias contemporáneas como la noción de doble destinatario (otros personajes
o el mismo público), de doble emisor (el mismo personaje o la voz del autor), y hace
hincapié en la necesidad de diferenciar entre la voz del autor y del personaje, al ser esta una
problemática típica de las construcciones dramáticas actuales. En este apunte, Sanchis
propone una serie de principios alusivos a la construcción del discurso de un personaje
teatral contemporáneo con la intención de concientizar al autor de los riesgos del
desplazamiento de su voz hacia la de los personajes y propiciando una creación autónoma en
donde la voz de estos, les sorprendan. El segundo ejercicio, denominado entrelazados29,
corresponde a la modalidad de improptus dramáturgicos, y al igual que en itinerario de
Danan y de Sarrazac, es posible encontrar una lógica de construcción de personajes alusiva
al fragmento como punto de partida. En este ejercicio, los autores a partir de una
información mínima deberán crear a sus personajes y desarrollar la acción dramática en la
que se encuentra.
28
Consultar detalle en Anexo 2. Categoría Personaje. José Sanchis Sinisterra. Ejercicio Nº 1.
29
Consultar detalle en Anexo 2 Categoría Personaje. José Sanchis Sinisterra. Ejercicio Nº 2.
30
Consultar detalle en Anexo 3. CategoríaDiálogo/Coralidad. Joseph Danan. Ejercicio Nº 1.
46
el planteamiento sugerido a los estudiantes que tiene por objetivo que estos puedan apreciar
la estructura de una construcción dialógica tradicional, en pos de ser capaces luego de
apreciar las diferencias que se manifiestan en el dialogo contemporáneo. En el ejercicio,
Palabras robadas31, el autor propone una tarea fuera de la clase, en donde cada participante
debe recoger frases escuchadas en la calle con el objetivo de construir posteriormente un
dialogo y recrear su situación de enunciación. La consigna es que mientras más inconexos
sean los fragmentos recogidos tanto mejor para la riqueza del ejercicio. Danan, con este
procedimiento favorece la práctica implícita de lo que él denomina como diálogo
desencajado así como también la utilización de otros recursos de construcción de diálogo
contemporáneo, como la creación a partir del uso de fragmentos, la idea de lo polifónico y la
noción de que en la medida en que le incoherencia discursiva pareciera ser mayor, el
contexto de la situación de enunciación se enriquece.
35
Consultar detalle en Anexo 3. Categoría Diálogo/Coralidad. Joseph Danan. Ejercicio Nº 2.
48
Conclusiones
49
constataciones teóricas de este trabajo- esta sentencia de dramaturgia contemporánea sin
reglas, fue la que sembró las dudas que me impulsaron a emprender esta investigación.
Es de suma importancia para mí, mencionar en este apartado, que soy totalmente
consciente del contexto de formación del que provengo - el marco del teatro latinoamericano
académico y universitario- y que en esta investigación asumí desde un primer momento
acotar absolutamente mi búsqueda a la tradición dramatúrgica europea -en un rango de
épocas determinado- haciéndome cargo de la imposibilidad de abarcar más puntos de vista o
de ampliar el campo de perspectivas sobre el asunto en este trabajo en particular.
Pienso que desde este punto de vista, esta investigación es para mí un gran éxito en
mi proceso de aprendizaje puesto que he podido encontrar maestros que han logrado
sistematizar sus prácticas dramatúrgicas contemporáneas y que además han sido capaces de
transmitir estos conocimientos a otros de manera eficaz, acabando con este idea que se había
empezado a acomodar en mí de que para escribir dramaturgia hoy en día, no hay fórmulas o
reglas mágicas. Y si bien tras este trabajo he podido comprobar que efectivamente no las
hay, si he podido ver el matiz al descubrir procedimientos, mecanismos, operatorias y
recursos de escritura dramática contemporánea, que si están teorizados e incluso
sistematizados para ser enseñados a otros. Soy consciente de que claramente esta
información en algún otro contexto puede incluso resultar obvia, pero para mí, en relación al
acceso que he tenido a materiales relativos al tema, no lo era hasta hace un tiempo, que pude
detenerme a estudiar en profundidad el tema y que tuve finalmente acceso a bibliografía
referida de manera directa.
50
actuación. En el caso de los autores estudiados en este trabajo, quienes además de su propio
trabajo creativo se han dedicado largamente a la formación de otros autores, hay otro
agregado que favorece su labor como maestros, que es el interés que los tres manifiestan por
la teoría, ya que los tres además de dedicarse a la enseñanza, reflexionan teóricamente
sobre los contenidos vinculados a los rasgos característicos de las dramaturgias
contemporáneas, y los ponen a prueba de manera práctica en sus procesos pedagógicos,
convirtiéndolos en los candidatos perfectos para esta investigación.
Los tres autores buscan generar en sus estudiantes una reflexión constante sobre la
situación actual de la práctica dramatúrgica que les permita experimentar de manera concreta
ciertos aspectos teóricos que resulta mucho más sencillo asimilar a través de un ejercicio
especifico. Los tres proponen y cuestionan a través de sus itinerarios categorías
tradicionales de construcción dramática, haciendo especial hincapié en las distintas crisis
que hemos revisado anteriormente (crisis de la fábula, acción, personaje, diálogo) así como
también como la construcción de sentido del relato y/o narración en un contexto de creación
contemporánea. Todos aplican en sus metodologías prácticas, ideas que se desprenden
directamente de las lógicas contemporáneas de creación, como por ejemplo, la comprensión
51
de la naturaleza actual de la construcción de un relato, donde los hechos ya no responden
necesariamente a una progresión lógica o lineal; la noción del texto teatral como partitura,
que utiliza distintos recursos -como el montaje, ensamblaje o el collage- para relacionar los
diferentes materiales de la creación; la priorización del uso de puntos de vistas múltiples, que
favorecen construcciones multifocales y el surgimiento de la pluralidad de voces; El
fragmento, como piedra angular de la creación dramatúrgica actual y la comprensión de las
lógicas de composición/descomposición de los textos dramáticos; las estructuras y principios
alusivos al drama absoluto, y su proceso de mutación histórico, para ejemplificar la
diferencia existente en las dramaturgias actuales y los nuevos funcionamientos de coherencia
interna que puede tener un texto hoy en día y finalmente, la comprensión del proceso
dramatúrgico contemporáneo como un espacio que potencia profundamente la libertad del
autor, tanto en su proceso creativo individual como en función de la recepción y
representación del texto. Todos a su vez, promueven la comprensión del estudiante de la
creación escénica, y especialmente de la dramaturgia, como un ente en desarrollo, inestable
y mutante, atravesado por diferentes disciplinas y materialidades, y les hacen conscientes a
través de sus itinerarios del proceso experimentado por la dramaturgia, desde un punto de
vista histórico, que les ayude a situar claramente los mecanismos y operatorias que
comienzan a identificarse en las escrituras contemporáneas.
Esto último me parece de suma importancia, puesto que para entender el estado actual de las
cosas, es imprescindible hacer una revisión a los antecedentes que han llevado a la
dramaturgia contemporánea a comprenderse actualmente como la evolución del bello animal
al estallido de lo fragmentario, y cómo es posible hacer convivir las diferentes lógicas, tanto
prácticas como teóricas, en un proceso de escritura dramática. Creo que es mucho más
sencillo para uno, en calidad de estudiante de dramaturgia, enfrentarse a un proceso formal
de escritura siendo totalmente consciente de las implicancias teóricas y los cambios
históricos que ha experimentado la disciplina. Para mí, es tan lógico, como cuando un pintor
debe pasar necesariamente por diferentes técnicas y fases de la pintura, -que puedan incluso
asimilarse con conocimientos rígidos o estructurados,- para poder finalmente enfrentarse
“libremente” a la creación entendida desde un punto de vista contemporáneo. Abro comillas
en esta palabra, puesto que considero que la escritura siempre es y ha sido un ejercicio de
libertad, pero citando a Sanchis, me parece profundamente necesario aprender de las
estructuras y de lo que otros han hecho antes de nosotros, así como también, ser capaces de
52
entender la escritura, como el quehacer de un artesano, que basa su labor en base al ensayo y
al error, a la disciplina constante y sistemática.
En relación a los itinerarios de cada maestro, es importante destacar que una de las
principales diferencias entre ambos libros estudiados, radica en el carácter metodológico de
cada obra en sí: la propuesta de Danan y Sarrazac se configura, -y limita-, a ser una
recopilación de ejercicios, y de principios teóricos y éticos, aplicados a la pedagogía
dramatúrgica, avalados por la experiencia de ambos maestros en sus procesos de enseñanza.
En cambio, Sanchis va un paso más allá, puesto que además de ofrecer en su libro una serie
de ejercicios prácticos y de conocimiento teórico relacionado al tema, propone una
metodología de ensayo y creación escritural, basado en el pensamiento sistémico que le
caracteriza.
Sobre esto último, es importante destacar que una de las mayores dificultades que
encontré en este proceso, tuvo que ver primero,-como anteriormente mencioné,- con la
escasez de referencias bibliográficas relativas a la pedagogía dramatúrgica práctica, o sea,
manuales o sistematizaciones de teoría aplicada. Tras la elección de los autores estudiados,
la siguiente dificultad fue lograr encontrar ejercicios específicos que tuvieran relación directa
con las categorías escriturales propuestas por este trabajo. Estas últimas, eran necesarias para
poder encontrar un nexo práctico y concreto entre la poética rapsódica y los itinerarios de
cada maestro. En este punto, el trabajo de Sanchis, resultó sorprendente, al tratarse de una
sistematización en la que difícilmente se puede encontrar un ejercicio particular que
responda a una idea concreta, ya que metodológicamente, Sanchis integra en la creación de
sus protocolos, desde el inicio, todos los conceptos que él considera ingredientes básicos de
una situación dramática, como la existencia de personajes, situación de enunciación,
conflicto, objetivos, acciones físicas, entre otros. Es por esto, que me parece importante
evidenciar que para efectos de este trabajo, y en relación a su itinerario, fue complejo
encontrar ejercicios que calzaran específicamente con la categoría de personaje, o de acción,
puesto que en su sistematización cada uno de sus protocolos ya contiene todas o casi todas
las categorías escriturales que me propuse investigar.
54
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