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BONO CONVERTIBLE

El bono convertible es un activo financiero de renta fija en el que se concede al poseedor


del mismo la posibilidad de canjear su título por acciones de una nueva emisión de capital,
a un precio previamente fijado. A cambio, normalmente lo que se ofrece es una rentabilidad
menor a la que se obtendría con el bono. Pero estos bonos convertibles suponen obtener
un derecho más al resto de bonos, que es la opción de canjearlo.
Una vez que llega la fecha de canje el inversor del bono convertible tiene dos opciones:
 Ejercer la opción de conversión: Esto lo hará cuando el precio de las acciones en el mercado en
ese momento sea inferior a su precio de mercado.
 Quedarse con el bono convertible hasta su próxima fecha de conversión o hasta la fecha de
vencimiento.
Mientras el derecho de conversión no sea ejercido por el inversor, el bono convertible
actuará como un bono normal donde el inversor irá recibiendo los pagos periódicos
correspondientes establecido por contrato.

¿Qué tipo de bonos convertibles existen?


Según la obligatoriedad de la conversión:
 Conversión Obligatoria: Cuando el acto de convertir el bono en acciones se realiza de manera
obligatoria y no por una decisión voluntaria del emisor. En este caso estos bonos son títulos de
renta variable. Este tipo de bonos son más adecuados para inversores algo más
experimentados, ya que de lo contrario es más acertado la compra directa de acciones que
hacerlo a través de bonos.
 Conversión Voluntaria: Cuando el acto de convertir en bono en acciones se realiza de manera
voluntaria y a decisión del propio inversor. En este caso si es una opción más acertada para todo
tipo de inversores puesto que si el canje no resulta interesante simplemente basta con no
realizar la operación.

Un ejemplo práctico
Juan es el comprador de un bono con un valor nominal de 1.000€ y un interés del 3% anual.
Dicho bono es un bono convertible que puede cambiarlo por acciones de la misma empresa
emisora del bono que actualmente están a un valor de 10€/acción. Entonces Juan recibe en
concepto de intereses 30€ por cada año en el que tenga el bono. Si el bono lo mantiene
durante 4 años serían un total de 120€. Al cumplirse los 4 años, Juan podrá canjear su bono
por acciones de la empresa. Si a los 4 años las acciones de la compañía cotizan a 18€ por
ejemplo, Juan decidirá no realizar la operación de canje ya que no tiene sentido comprar
acciones a 30€ cuando están cotizando en el mercado a 18€, por ello preferirá que le
devuelvan los 1.000€ del valor nominal del bono o seguir obteniendo el cupón
correspondiente. En este caso el bono es de conversión voluntaria y Juan puede decidir si
desea canjearlo o no, por eso resulta más cómodo y flexible.

Los bonos se pueden categorizar como de tasa fija o de tasa ajustable. Bonos de tasa fija pagan el
mismo nivel de interés a lo largo de su vencimiento. Bonos de tasa ajustable pagan tasas variables
de acuerdo a las condiciones económicas.

BONO CON TASA AJUSTABLE O FIJA

Los bonos a tasa de interés fija son aquellos que fijan una determinada tasa cuando son emitidos.
En este mismo sentido, existen bonos con tasa fija escalonada, o sea tasa de interés fija pero que
aumenta a medida que transcurre el tiempo (se los suele conocer como cupón step up). Este es el
caso del Bono Par emitido por la Argentina.

¿Qué es un bono a tasa variable?

En general cuando se emite un bono se menciona desde el principio la tasa de interés que se va a
pagar o sea la tasa del cupón. En este caso la tasa es fija durante todo el período de vigencia del
bono. Con los bonos a tasa variable conoces a que fecha se van a pagar los intereses pero no
cuánto. Cuando se emite un bono a tasa variable se precisa en cambio cual va ser la tasa de interés
que se toma como referencia. Cuando se acerca la fecha del pago se mira a cuánto está esa tasa y
se la aplica al bono.

los bonos variables, que en la literatura anglosajona se denominan floating rate notes o
simplemente floaters, son bonos que no pagan un cupón fijo, sino variable. Estos curiosos
activos, que pertenecen al mercado de renta fija, pero tienen cupón variable, se emiten a un
tipo de interés que sólo está fijado en términos de diferencial o spread con vinculada a una
referencia. Es decir, se fija un margen sobre un nivel de interés que es una media general de
los tipos de interés que usan para préstamos los principales bancos de la zona euro (entre
sí), como es el Euribor o bien el Libor, fijado en Londres y es muy común para operaciones
internacionales. En realidad, su comportamiento es casi como el de un bono a corto plazo,
porque la evolución de su rentabilidad va ligada a la de los tipos de interés a corto plazo.
Un ejemplo de estos bonos podría ser un bono a tres años de cupón variable indiciado al
Euribor, con un «spread » de 50 puntos básicos. Lo que esto quiere decir es que el
cupón que pagará el bono será el tipo de interés del mercado interbancario en euros más un
0,5 por ciento.
La lógica de realizar emisiones de este tipo no es la de confundir al inversor, sino la de
protegerse de fuertes variaciones en los tipos de interés, pero manteniendo un vencimiento
a largo plazo. Los floaters no se amortizan hasta que no vencen, por lo que el emisor puede
disponer de los fondos al plazo que le interesa, pero tiene que aceptar un coste desconocido
a la emisión para incitar a los inversores a entrar en un bono a medio plazo. La
alternativa, que sería emitir bonos a corto plazo e ir renovando las emisiones, presenta el
riesgo de que no se conoce cómo serán las condiciones de liquidez del mercado en el
momento en que un bono a corto plazo venza y haya que renovarlo. A cambio de la
seguridad de la renovación, hay que pagar una prima sobre los tipos de mercado.

El cupón variable se suele fijar cada tres o seis meses y se toma el nivel de interés del
índice acordado en el momento de fijarlo, se suma el margen acordado y ese sería el cupón
a pagar durante los siguientes tres o seis meses, y así sucesivamente hasta que llega el
vencimiento de esta deuda. El nivel del cupón suele ser más bajo que si el cupón fuera fijo,
por eso les gusta a las empresas, aunque también puede interesarles si piensan que el nivel
de intereses a nivel general están bajando.

Los riesgos de una inversión en bonos a tipo flotante provienen más de las condiciones del
cálculo de los cupones (que se haga un día concreto, o con la media de unos días) que de la
propia evolución de los tipos. Estas emisiones se suelen valorar en términos de «yield
spread» o diferencial de rendimientos, y la propia evolución de este diferencial, en los
mercados en que está desarrollado, proporciona información útil sobre la aversión al riesgo
de interés del conjunto del mercado, que suele ir de la mano de la inflación y de la propia
variabilidad de los tipos de interés.

Un tipo especial de bonos a tipo variable que están creciendo en popularidad en los países
anglosajones, son los llamados index linked bonds, o bonos indiciados a la inflación. Estos
bonos pagan un cupón fijo, pero el principal que se devuelve es variable, dependiendo la
cantidad a devolver del índice que mide la inflación. La lógica de estas emisiones es
mantener el poder adquisitiva de los bonos. Asimismo, la coexistencia de estos bonos con
los bonos normales sin indiciar a la inflación nos da una idea de cuál es la tasa de
inflación que los participantes en los mercados esperan a cada uno de los plazos.

Finalmente, hay que advertir que los bonos indiciados a la inflación no tienen nada que ver
con los tipos de interés reales, es decir, el tipo de interés actual a un plazo menos la
inflación registrada hoy. Teóricamente, la inflación presente no presupone que la inflación
futura será exactamente la actual, por lo que la mezcla (tan habitual) de comparar
rentabilidades actuales a diez años con inflaciones actuales es un ejercicio erróneo que
suele establecerse como un elemento de confusión.

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