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Einführung in das Christentum. Vorlesungen über das Apostolische Glaubensbekenntnis. Mit einem neuen
einleitenden Essay, München 92007. He traducido yo mismo al castellano los textos de Ratzinger, incluso los de
aquellas obras ya traducidas.
2
Ib. 150.
3
Cf. ib. 146-149.
4
Ib. 147.
5
Ib. 149.
6
Ib. 150.
2
Einführung in das Christentum nos dice Joseph Ratzinger que el mundo viene de la
razón «y esta razón es persona, es amor (und diese Vernunft ist Person, ist Liebe)»7.
21
Cf. Adv. Prax. 4,2-4 (Scarpat,150).
22
Cf. Einführung, 167.
23
Einführung, 168 .
24
Ib.: «No se puede ir tan lejos que se llegue a deducir mentalmente que estas palabras sean las únicas posibles. Con
ello se desconocería el carácter negativo del lenguaje de la doctrina acerca de Dios y el mero carácter de intento de su
discurso».
25
Einführung, 170.
6
El “nosotros” en Dios
39
Einführung, 176.
40
Cf. Zum Personverständnis 311-312. La definición de Boecio se encuentra en el Liber de persona et duabus naturis 3
(PL 64, 1343); la de Ricardo en Trin. IV 23 (SCh 63,282); la definición de la persona divina del mismo Ricardo, a la
que J. Ratzinger no hace referencia en este contexto, se encuentra en Trin. IV 22 (ib.280.282): «Divinae naturae
incomunicabilis existentia».
41
Cf. Agustín, Trin. XII 5,5 (CCL 50,358-359); también In Joh. 99,9 (CCL 36,587).
42
Cf. Trin. IX 2,2; X 12,19; XIV 12,15 (CCL 50, 294; 332; 442-443), entre otros lugares,
9
43
Zum Personverständnis, 211.
44
Ib. 219.
45
Ib. 219. En la nota 12 de esta misma página Ratzinger relativiza el juicio un tanto duro sobre Agustín, en cuanto
señala que la “doctrina psicológica” de la Trinidad es solo un intento de comprensión que se equilibra con los datos de
la tradición. Y añade Ratzinger: «Trascendental fue el cambio que Tomás llevó a cabo con su separación entre la
doctrina filosófica de un solo Dios y la doctrina teológica de la Trinidad: esta separación llevó a Tomás a considerar
legítima la fórmula Dios es una persona que en la antigua Iglesia fue tenida por herética (S. theol. III q 3 a 3 ad 1)». Cf.
sobre el texto el juicio diverso de G. Emery, Essentialisme ou personalisme dans le traité de Dieu chez saint Thomas
d’Aquin: Revue Thomiste 98 (1998) 5-38, 33 ; se trataría de la accesibilidad a la idea de Dios como persona también
fuera de la fe cristiana; en este caso es evidente que no se podría hablar de tres personas. No es fácil un juicio definitivo.
46
Cf. J. Ratzinger, Der Gott Jesu Christi. Betrachtungen über den dreieinigen Gott, München 1976, 24-30;
Verkündigung von Gott heute, en Dogma und Verkündigung, 101-118, 102-104.
47
Cf. J. Ratzinger, Jesus von Nazaret. 1. Von der Taufe im Jordan bis zur Verklärung, Freiburg-Basel-Wien 2007, 386-
396: id, Schauen auf den Durchbohrten, Einsiedeln 1984, 13-17.
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que en el caso de las dos primeras personas entre sí; nos ayuda menos el nombre y
además en el Nuevo Testamento el Espíritu nunca se dirige ni al Padre ni al Hijo. Por
otra parte, en la historia de la Iglesia los movimientos y las personas que han apelado
al Espíritu Santo con alguna frecuencia se han hecho sospechosos de heterodoxia.
Todo esto ha hecho que se haya producido un cierto “olvido” del Espíritu 48. El lugar
para el Espíritu en la comunión trinitaria lo encuentra Ratzinger a partir de una
consideración general: una simple dualidad no puede existir porque o bien la dualidad
permanece, y entonces no se produce la unidad, o los dos se mezclan y entonces la
dualidad desaparece. Aplicando esto a la Trinidad se nos dice:
Es manifiesto que no es algo diverso de los dos aquello por lo cual uno y otro
están unidos, aquello por lo cual el engendrado es amado por el que lo engendra
y ama a su vez a este último: de tal manera que existen conservando la unidad
del Espíritu en el vínculo de la paz (Ef 4,3), no por participación ni por el don de
alguien que fuese superior a ellos, sino por el suyo propio […] . El Espíritu
Santo por tanto es algo común […] al Padre y al Hijo, o incluso la misma
comunión consustancial y coeterna. La cual, si se puede llamar de manera
conveniente amistad, llámesela así, pero es más conveniente llamarla caridad51.
En el don mutuo el Padre y el Hijo son uno. La unidad del Padre y el Hijo tiene
que ver por consiguiente con el tercero, con el Espíritu, que entra también en este
nosotros en cuanto es a la vez amor unitivus y amor procedens. Por ello, concluye
Joseph Ratzinger, ciertamente muy inspirado en Agustín, si Dios es amor, es Yo y Tú,
48
Cf. J. Ratzinger, Der Gott Jesu Christi, 85-88, donde da una breve noticia de algunos de estos movimientos.
49
Der Gott Jesu Christi, 28-29.
50
Cf. Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem, 10.22-23.
51
Agustín, Trin. VI 5,7 (CCL 50, 235); Trin. XV 6,10 (473), el Espíritu Santo es la caritas procedens del Padre y del
Hijo. Para Santo Tomás, STh I 36,4, el Espíritu Santo procede como amor unitivus del Padre y del Hijo.
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tiene que ser uno y por tanto tiene que ser trinidad 52. Citamos algunos textos
fundamentales:
El Espíritu es amor y don. Dos características que desde san Agustín van juntas
y que Joseph Ratzinger desarrolla ampliamente partiendo de la exegesis del evangelio
de san Juan del doctor de Hipona 55. El Espíritu amor tiene como propio lo que es
común a toda la trinidad: Deus caritas est. Y podemos decir más todavía, Dios es
amor porque el Espíritu Santo es el amor que une al Padre y al Hijo. Y el Espíritu es a
la vez don, el don del Padre y el Hijo a los hombres, porque es el don que el Padre y
el Hijo se hacen en su mutuo amor.
El Espíritu ha sido dado a los hombres a causa de la muerte y resurrección de
Jesús. El Espíritu es el fruto de la victoria de Cristo, es decir, el fruto de su amor
manifestado en la cruz, que nos da a conocer el amor del Padre. A partir de estos
datos quiere Ratzinger vislumbrar en algún modo la vida intratrinitaria, siempre
misteriosa:
Padre e Hijo son el movimiento del puro regalarse, del puro don de uno a otro.
En este movimiento son fecundos, y su fecundidad es su unidad, su total ser uno,
52
Cf. Der Gott Jesu Christi, 30.
53
Ib. 89. En las primeras líneas del texto citado Ratzinger hace referencia a la idea frecuente en la tradición de que
“Espíritu Santo” es un nombre que convendría también tanto al Padre como al Hijo, porque ambos son “Espíritu” y son
“Santos”. Cf. por ejemplo Agustín, Trin. V 11,12 (CCL 50,219). La idea se repite en J. Ratzinger, Der Heilige Geist als
communio. Zum Verhältnis von Pneumatologie und Spiritualität bei Augustinus, en C. Heitmann-H. Mühlen, Erfahrung
und Theologie des Heiligen Geistes, München 1974, 223-337, 225. Más ejemplos en L. F. Ladaria, El Dios vivo y
verdadero. El misterio de la Trinidad, Salamanca 42010, 470.
54
Der Heilige Geist als communio, 225-226.
55
Cf. ib. 227-231.
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sin que ni uno ni otro desaparezcan ni sean disueltos el uno en el otro. Para
nosotros los hombres regalarse, entregarse a sí mismo, significa siempre cruz. El
misterio trinitario se traduce en el mundo en un misterio de cruz. Ahí está la
fecundidad de la que viene el Espíritu Santo56.
El don del Espíritu a los hombres consecuencia del amor y la entrega de Jesús en
obediencia a la voluntad del Padre corresponde a la “procesión” eterna del Espíritu
Santo, amor mutuo del Padre y del Hijo. El Espíritu no habla de lo suyo, sino lo que
ha oído, recibe de lo de Jesús (cf. Jn 16,13-15), del mismo modo que la enseñanza de
Jesús no es suya, sino del que lo ha enviado (cf. Jn 7,16). El Espíritu no habla en su
nombre, recordará lo que Jesús ha dicho, como tampoco Jesús habla por su cuenta. El
Espíritu no aparece como «uno mismo separado y separable, sino que desaparece en
el Hijo y en el Padre»57. Por ello la pneumatología no puede desarrollarse
independientemente del misterio salvador de Cristo que siempre se ha de recordar:
«La esencia del Espíritu Santo como unidad del Padre y el Hijo es el desprendimiento
del recuerdo, que es la verdadera renovación»58. “Recuerdo” es una palabra joánica;
Pablo habla del único don importante, el amor (cf. 1 Cor 13). El amor es unidad, es lo
contrario de la secta, de la separación. Juan habla también del “permanecer”
(bleiben). Unidad en el cuerpo de Cristo, permanecer en Cristo, he aquí la obra del
Espíritu Santo59. Y vale la pena recordar que Ratzinger cierra su libro sobre el Dios de
Jesucristo hablando del gozo. El Espíritu Santo es espíritu de la alegría, porque esta
es un signo de la gracia. El que no ha perdido la alegría del corazón después de haber
sufrido no está lejos del Dios del evangelio, del Espíritu del gozo eterno60.
56
Der Gott Jesu Christi, 90-91.
57
Ib., 91.
58
Ib., 92.
59
Ib, 92-93.
60
Cf. ib. 93.
61
Zum Personverständnis, 218.
62
Conc. Vaticano II, LG 4; Cipriano de Cartago, de orat. dom. 23 (PL 4,553):
13
«La esencia de la existencia cristiana es esto, recibir y vivir el ser como referibilidad
y de esta manera entrar en aquella unidad que es el fundamento que sostiene lo real.
De esta manera debería ser evidente que la doctrina trinitaria, rectamente entendida,
puede convertirse en el punto central de la teología y en general del pensamiento
cristiano, a partir del cual saldrán las demás líneas »67.
67
Einführung, 174-175.
68
Zum Personverständnis, 210.
69
Einführung 176.
70
Zum Personverständnis, 209.
71
Cf. Zum Personverständnis, 209. Ib. 210: «En Dios hay tres personas, es decir, según la interpretación de la teología:
las personas son relaciones, puro ser relacionado. Esto es ciertamente en primer lugar una afirmación sobre la Trinidad,
pero es a la vez la afirmación fundamental sobre aquello de que se trata en el concepto de persona». Relacionada con
esta idea encontramos la del hombre ser de la trascendencia, de la relación con los demás y con Dios, “Wesen der
Relativität” ib, 216.
72
Conc. Vaticano, II, GS 22. Cf. el comentario de J. Ratzinger a este texto en LThK, Das Zweite Vatikanische Konzil III,
Freiburg-Basel-Wien 1968, 350-353, 350: «Se puede decir ciertamente que aquí por vez primera en un documento
magisterial aparece un nuevo tipo de una teología completamente cristocéntrica, que desde Cristo se atreve a considerar
la teología como antropología y precisamente con ello se hace radicalmente teología ».
15
Conclusión
Deus caritas est es, como es bien sabido, el título de la primera encíclica de
Benedicto XVI. Aunque no se desarrolla mucho en ella la doctrina trinitaria, sin duda
esta constituye la base sobre la que se construye todo el edificio del importante
documento magisterial. La doctrina trinitaria es el desarrollo consecuente, a partir del
Nuevo Testamento entero, de la “definición” joánica de Dios: “Dios es amor” (Jn
4,8.16). El personalismo moderno ha ayudado a releer y a profundizar muchos datos
de la tradición cristiana en los que, en último término, esta corriente de pensamiento
ha encontrado su fundamento. Joseph Ratzinger ha sido uno de los teólogos que con
más acierto ha hecho ver la originalidad y la profundidad de la noción cristiana de
Dios a la vez que su fecundidad para el pensamiento sobre el hombre y sobre el
mundo. La doctrina trinitaria es el centro y el fundamento de todo el pensamiento
cristiano. Dios es amor es la condensación de la fe cristiana en el Dios uno y trino
que profesamos en el Credo. Dios es amor es la primera y la última palabra que nos
dice Joseph Ratzinger en sus no numerosos pero sí profundos escritos que tratan
directamente de la teología trinitaria. Constituyen una guía segura para seguir
creciendo en el conocimiento del Dios uno y trino que nos tiene que llevar a una más
honda fe en Él.
73
Einführung, 176.