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Relaciones tóxicas, un veneno para el alma.

Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza; para


encontrarnos bien necesitamos relacionarnos con otras personas de
nuestro entorno, como la familia, los amigos o los compañeros de
trabajo. Cuando estas relaciones son saludables nos aportan
bienestar, nos hacen sentir aceptados, seguros, queridos y libres
para expresarnos tal y como somos. Cuando surgen los conflictos
somos capaces de afrontarlos de una manera adecuada y en lugar
de aportarnos sufrimiento nos ayudan a crecer como persona, a
desarrollar con mayor plenitud nuestro potencial y a encontrar el
sentido de nuestra vida.

Sin embargo, en ocasiones, podemos vernos envueltos en un tipo


de relación que lejos de proporcionarnos bienestar y ayudarnos a
crecer personalmente nos sumerge en el sufrimiento, nos limita y
nos convierte en personas infelices. Son las llamadas relaciones
tóxicas, esas que nos aportan sufrimiento y nos envenenan el alma.

Pueden darse en cualquier ámbito de nuestra vida, compañeros de


trabajo, amistades, pareja, familia; es decir, incluso pueden darse
con personas a las que queremos y que nos quieren, pero con las
que sin saber muy bien por qué tenemos una convivencia repleta
de conflictos recurrentes que nunca acaban de resolverse.

Es posible, que en algún momento ya te hayas visto implicado en


este tipo de relación por lo que no tengo que convencerte de la
necesidad de aprender a detectarlas y darles una solución lo antes
posible para evitar el alto coste emocional que conllevan.

¿Tienes alguna relación tóxica? Aprende a descubrirla.

Para saber si estamos involucrados en una relación tóxica, el


mejor lugar al que podemos mirar es dentro de nosotros,
observando nuestras emociones y sentimientos.

Piensa en tus relaciones y observa si en alguna de ellas predomina


el sufrimiento y el malestar. Piensa en cómo te sientes cuando te
relacionas con esa persona o grupo en concreto. Puede que
descubras que genera en tí ansiedad, odio, ira, tristeza,
desesperanza, abatimiento, miedo, culpa, alegría, ternura,
seguridad… Si pones en una balanza todas las emociones que te
genera, ¿Qué ves? ¿Pesan más las emociones positivas o las
negativas?, ¿Te sientes cómodo y libre para expresarte tal y como
eres? Si no es así intenta responder con absoluta sinceridad: ¿que
te hace quedarte soportando esa situación? ¿porqué sigues
manteniendo ese tipo de relación ?

Piensa ahora en el papel que cada uno adopta en la relación,


¿existen tendencias a mostrar agresividad, sumisión, victimismo,
pasividad, dependencia, control, chantaje emocional,
manipulación, imposición del punto de vista propio … ?

Llegados a este punto es posible que ya estés viendo con claridad


cuáles son tus relaciones tóxicas, y cual es el comportamiento
tóxico que está teniendo la otra persona. Bien, observa ahora, un
poco más de cerca, tu propio comportamiento ¿qué estás
aportando tú realmente a esa relación? Quizás tengas también
cierta tendencia a mostrar ira o agresividad al sentirte amenazado.
O quizás tiendas a ceder en todas las disputas adoptando una
actitud de sumisión, bien por miedo al conflicto, por temor al
abandono o a la incomprensión, porque te asalten sentimientos de
culpa…

Es aconsejable que seas honesto y sincero contigo mismo y te


responsabilices de la parte de toxicidad que tú puedas estar
aportando pues cualquiera de los comportamientos anteriores solo
sirven para alimentar la relación tóxica.

¿Qué puedes hacer para librarte de este tipo de relaciones?

Una vez que has identificado tus relaciones tóxicas y los


comportamientos que las generan, tendrás que decidir al respecto,
valorar la situación y pensar que te gustaría hacer con todo lo que
has observado, ¿crees que lo conveniente es poner fin a la relación
o preferirías trabajar en ella para transformarla en una relación
saludable ?

Sería aconsejable que hablases con calma, serenidad y firmeza con


la otra persona y le explicaras cómo te sientes en este momento,
cuáles son tus necesidades, qué esperas de la relación, cuáles son
tus límites, y lo importante que es para tí que ambos aprendáis a
relacionaros de una manera más saludable. Esa persona debe
entender que tú estás dispuesto a realizar el esfuerzo necesario
pero que es imprescindible que ella también se responsabilice por
cambiar la situación. Muéstrale también tu interés sincero por
conocer sus sentimientos, necesidades y expectativas.
Si después de hablar sobre ello llegáis a la conclusión de que
merece la pena mantener la relación y trabajar para transformarla,
tened paciencia, pues cambiar nuestros hábitos no es una tarea
fácil, aunque si mantenéis clara cual es vuestra meta y no desistís
en el intento el esfuerzo habrá valido la pena.

Si, por el contrario, después de haberlo intentado, cualquiera de


las partes sigue manteniendo su comportamiento tóxico o si la otra
persona no se ha mostrado interesada en cambiar la relación,
deberás plantearte seriamente si ha llegado el momento de
mantener una oportuna distancia, pues nada justifica quedarse
atrapado en una relación tóxica. Piensa que es tu propia salud
física y emocional la que está en juego.

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