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Diony Isaias Novas Vargas

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Informe y análisis

Ética cívica: ciberespacio y espacio social dominicano

La realidad virtual maximiza la simulación, recreando los extremos de un


mundo (no necesariamente similar al mundo físico) en el ciberespacio, donde el
comportamiento de los objetos en este mundo tendrá consecuencias
(interacciones) y cualquier cambio ocurrirá. La sensación de estar en el mundo
en línea es perceptible.

Tal y como dice en el enunciado de esta tarea el cibermundo está edificado en


plataformas y dispositivos digitales y de red de redes internet, cubierto en todas
sus dimensiones por el ciberespacio y las diversas redes de poder cibernético
que han sido construidas por los sujetos cibernéticos, entre los cuales se
encuentran los ciberempresarios, que controlan parte de los entramados del
poder virtual y de los espacios físicos donde se encuentran las plataforma
digitales de las empresas más poderosas: Microsoft, Apple, Google, Amazon y
Facebook.

Estas empresas forman parte del control virtual de ese cibermundo, pero no en
su totalidad. Ahí falta el poder de la ciber seguridad cibernética de las
principales potencias económicas y políticas de ese mundo y de otras
empresas asiáticas, que tienen sus propias redes de control virtual, al margen
de las redes sociales, de internet, pero que están en el ciberespacio y entran
de manera estratégica en el ciberespionaje planetario.

De acuerdo a los datos del Informe de Tendencias de Incidentes e


Incumplimientos Cibernéticos (…) “se produjeron más de dos millones de
ataques informáticos en 2018 (…). En total, los incidentes cibernéticos del
pasado año supusieron un impacto financiero de más de 45.000 millones de
dólares”.

Se ha de comprender, que no es lo mismo manipular tendencias políticas en


redes sociales, o plantearse borrar las redes, como lo desea el ciberfilósofo
Jaron Lanier, quien en su libro “Diez razones para borrar tus redes sociales de
inmediato” (2018), dice que lo mejor es cancelar tus cuentas de dichas redes y
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eso te harás feliz. Tal enfoque, lo que hace es reducir al sujeto cibernético a
vivir por y para las redes y como si estos males estuvieran en estas, aunque las
estrategias de sus dueños no están exentas de controlar la mente (Facebook),
manipular y cambiar percepciones políticas. Esto entra en unos entramados, a
lo que el filósofo Vicente Serrano Marín ha llamado “Fraudebook, lo que la red
social hace con nuestras vidas”

El mismo Lanier, deja bien claro que no se opone a la red, al mundo


tecnológico, pero cree que la salvación de nuestra vida está en borrar las redes
de estas empresas.

Es por eso, que se ha de luchar por un empoderamiento social del ciberespacio


y por una ética cibernética cívica de proteger los datos de los sujetos
cibernéticos en el Cibermundo: “De ahí la relevancia del reclamo según el cual
los datos de las personas en el ciberespacio son también derechos humanos”,
como bien dice el filósofo José Mármol, y que (…) “requiere de marcos
regulatorios precisos que delimiten su radio de acción y que, sobre todo,
protejan la integridad y una menguada privacidad de los usuarios,
especialmente, de las redes sociales más vulnerables que Internet”.

No se puede seguir pensando que este mundo tecnológico digital, virtual y de


redes sociales, pertenece solo a un conjunto de empresas cibernéticas, sin
tomar en cuenta que dicho mundo, también, está formado por cibercultura,
ciberadicción y por miles y miles de ejércitos de hackers pertenecientes a las
principales potencias económicas y políticas del cibermundo y por los
dispositivos de control virtual más sofisticados utilizado por los sistemas de
seguridad de esas potencias.

Esto no significa que nos debamos quedar con los brazos cruzados, no, todo lo
contrario, hay que empoderarse desde una cibernética cívica que apunte a una
forma de pensar de manera crítica estos nuevos escenarios virtuales y que los
sujetos cibernéticos virtuosos, profundicen su participación social en esas
redes sociales y en ese ciberespacio y en todo este mundo virtual, para que no
se nos confunda con un montón de datos o que seamos tratados como simple
datos.
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El cibermundo no es un mero producto de herramientas y parafernalia
tecnológicas digitales, sino que es el resultado de una revolución en el
conocimiento filosófico tecnocientífico, de la cibernética de primer y segundo
orden, y de la robótica que han forjado toda una cibercultura social y de
espacio virtual (ciberespacio) articulados a las relaciones de poder- saber
cibernético y en cual se ha comenzado a incorporar la computadora cuántica
como parte de los dispositivos cibernéticos que han dado como resultado el
sujeto cibernético en esos entramados de poder.

Estos poderes cibernéticos tienen como objetivos reforzar el discurso de lo


tecnológico digital edificado en la concepción mercantilista de producto de
compra, venta, consumo y de un vivir por la entrada (input)y la salida (output)
de datos y de la industria de software y hardware; en este caso, la estrategia es
encuadrar al sujeto cibernético como dispositivo no desechable, sino que sea
permanente consumidor, una fuente de información y de conocimiento
explícito.

Como sistema social, económico, cultural y político, el cibermundo se despliega


en rizomas de poder cibernético, particularizado en cibersociedades
caracterizadas por los diversos tipos de sujetos cibernéticos: ciberempresarios,
cibertrabajadores del conocimiento, precariatos sociales, infopobres , Hacker-
variopinto (como los son: ciberseguridad, empresario, libertario, mercenario,
terrorista, rebelde y hackativismo) que se van definiendo y redefiniendo de
acuerdo a sus relaciones con el poder cibernético.

Ese mundo cibernético ha sido diseñado bajo un nuevo enfoque discursivo


filosófico tecnológico que he nombrado “Filosofía cibernética e innovadora
(Merejo,2018) y que se entreteje de Tecnología de la Información y del
Conocimiento, así como de la revolución cognitiva y diversas disciplinas, como:
inteligencia artificial, lingüística, sociología, lógica, ética, epistemología, teoría
de sistema, y pensamiento y ciencia de la complejidad.

El internet y el ciberespacio son como el mar y océano. Ambos son de agua


salada, el primero es cerrado (internet), poseen límite en su extensión de
espacio físico y el segundo es abierto (ciberespacio) y de mayor profundidad.
De ahí, que las profundidades del ciberespacio, se trabajen como metáfora “La
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fosa de las Marianas”, ya que es lo más profundo de los océanos de la tierra,
localizado en el océano pacifico

En esas profundidades entran la lucha de intereses y de todo tipo de relaciones


de poder (batallones de hackers diseminados en el cibermundo) y de
dispositivo cibernetico, que no es fácil de controlar y manipular; además los
sistemas de ciberseguridad más estratégicos en cuanto control virtual…

Nuestro tiempo es de control y virtual, donde las redes son apenas un


subsistema del ciberespacio y de los demás laberintos de redes en el
cibermundo, por lo que este no solo descansa en esas empresas, sino en las
mismas relaciones de poder cibersocial, compuestos por los miles millones de
sujetos cibernéticos.

El cibermundo como sistema social, cultural, económico, educativo y político


cibernetico, que tiene espacio no físico sino virtual, líquido (Bauman), no se
puede despachar como si fuese controlado, manipulado por un conjunto de
empresas visibles, como si estas fuesen las causantes de todos los efectos
sociales, como son los hábitos viciosos (ciberadicciones, infoxicación) y como
si se tratara de una historia tecnológica digital evolutiva acumulativa del
sistema capitalista neoliberal, productora “ de enjambre digital “y de “Homo
digitalis” (se desvanece Chul Han), y no como el sistema de redes y
dispositivos de control virtual, de poderes sociales cibernéticos que se
manifiesta en lo cultural, educativo, económico y político; el cual ha estado
produciendo en lo social “el infierno de lo igual, la expulsión de lo distinto y la
explotación a sí mismo” (aparece Chul Han).

No basta borrar algunas ciberempresas dueñas de las redes sociales para que
este sistema social solucione muchas de estas preocupaciones que se han
estado dando en el cibermundo y que son parecidos, con menos intensidad, a
la revolución industrial en el siglo XIX, cuando surgieron algunos movimientos
políticos rebeldes contra las maquinarias industriales. Estos movimientos
llegaron a pensar que, destruyendo las máquinas, desaparecería el sistema
económico y social capitalista basado en la propiedad privada sobre los medios
de producción.
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Para ese tiempo, Karl Marx, llegó a explicar y criticar como el movimiento
luddita, se caracterizó por este tipo de propuesta:

“La destrucción masiva de máquinas en los distritos manufactureros ingleses


durante los primeros quince años del siglo XIX, sobre todo a consecuencia de
la explotación del telar a vapor (…). Se necesitó tiempo y experiencia antes de
que el obrero aprendiera a distinguir entre la máquina y su aplicación
capitalista, y, por tanto, a transferir sus ataques del medio de producción a su
forma de explotación social.”

Se necesitará tiempo, para que la generación de nativos digitales y sus


diferentes variables que giran en torno a las aplicaciones virtuales vayan
comprendiendo que esto no es simple historia de la tecnología, sino que es un
sistema social cibernético, que tiene que ver con conocimientos, ideas, mente y
estrategia de simulación e influencia en el propio espacio y ciberespacio del
poder como relación de saber y control virtual.

Es partiendo de este enfoque sistémico que los sujetos cibernéticos


dominicanos han de empoderarse, a través de una ética cívica del
ciberespacio, de las redes sociales para construir espacios democráticos y,
para no dejarse instrumentalizar del discurso digital y manipulador que
convierte al sujeto en minería de datos y análisis de datos con fines políticos y
estratégicos en los procesos electorales, como ocurrió con la desaparecida
empresa Cambridge Analytica y su conexión con Facebook en los Estados
Unidos, donde influyeron en el proceso electoral Norteamericano, que le dio el
triunfo a Donald Trump, en noviembre 2016.

Es en el espacio virtual de las redes sociales que se manifiesta el control y la


manipulación por parte de algunas de las instancias del poder cibernético, lo
que no significa, que sean razones suficientes para llegar al extremo de
plantearse una política contra las redes sociales hasta el punto que no deben
existir, lo que se impone es luchar para que haya normas y sanciones contra
las ciberempresas que se apropien, sin nuestro consentimiento, de nuestros
datos, mostrándolos y manipulándolos de manera estratégica con objetivos
políticos.
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La sociedad dominicana, ha de empoderarse, de la ética cívica constituida por
un conjunto de valores como son: pluralidad, justicia social, respeto a los
derechos humanos y a lo dialógico para enfrentar los hábitos viciosos, que se
presentan como si fuesen “valores de vida”, cuando es todo lo contrario son
antivalores, que cada día se reproducen como la maleza.

Hay que empoderarse de las redes sociales en el ciberespacio con sentido


estratégico e interactivo y de participación en el espacio social. Tal
combinación del ciberespacio y el espacio social con conciencia de ciudadanía
constituyen el desbloqueo a esos espacios virtuales y reales degradados por
unos sujetos amantes del crimen y la delincuencia que han estado
carcomiéndose el poder del Estado y sus diversas instancias, así como otros
espacios de poder como son la familia, las universidades y, los colegios
profesionales, los partidos, y demás de los poderes de la sociedad civil.

Esto no significa que estas instituciones sean malas, sino que muchos sujetos
viciosos que forman parte de estas en el ámbito público y privado son los que
las corrompen. El empoderamiento como estrategia de participación social, de
tomar conciencia de nuestras capacidades para saber navegar en el
ciberespacio, en los ámbitos del conocimiento y el aprendizaje, de aprender a
desarrollar el dominio de articulaciones vivenciales en la sociedad entre el
espacio y el ciberespacio, para no caer en un realismo burdo (empirismo) o en
un desenfreno de lo virtual (pos experiencia).

En nuestra sociedad, el espacio público de los movimientos sociales se

construye como espacio híbrido entre las redes sociales de internet y el

espacio urbano ocupado: conectado el ciberespacio y el espacio urbano en

una interacción incesante y constituyendo tecnológica y culturalmente

comunidades instantáneas de prácticas trasformadoras. 

(Manuel Castells. Redes de Indignación y Esperanza, 2013. p.28)


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El cibermundo con sus entramados de poder social y dispositivo cibernético es
continuidad y ruptura de lo ya pensado, de lo ya dicho y sabido en el
pensamiento filosófico y social no lineal sobre el poder y los poderosos
(Focautl,1980; Deleuze,1993; Agambe,2014 Castells,1998; Chunl Han, 2016),
los cuales conceptualizan el poder, no como conjunto de instituciones y
aparatos que garantizan la dominación general, de unos sujetos dominados por
los dominantes, sino que los sitúan en diseminación de fuerzas sociales, que
provienen de todas partes, porque es el mismo cuerpo social, aunque tenga al
Estado como cristalizador de este.

Esta cristalización en el Cibermundo entra en el híbrido ciberpolítico, por la


compleja relación, complicidad y tensión que se da entre ciberempresa y
Estado, como es el caso de Facebook y su principal líder Mark Zuckerberg,
sometido a un acuerdo por la Comisión Federal de Comercio (FTC, 24/7/2019)
en la que esta empresa fue multada con 5.000 millones de dólares, además a
una profunda investigación sobre el manejo, la no trasparencia y utilización de
las redes de archivos de los datos y de los miles de millones de sujetos
cibernéticos que forman parte de sus redes como son también Wasap e
Instagram.

El ciberpoder emanado del Estado, el cual regulariza, en complicidad con estas


mismas ciberempresas, las leyes y las normativas del cuerpo social cibernético
del Cibermundo, ha visto que estas son una amenaza para el propio poder de
control cibernético hasta el punto que si no le ponen freno terminan estas
ocupando dicho poder estatal. Esta línea de enfoque la llegué a plantear en mi
texto La vida americana en el siglo XXI (1998), cuando dije que Bill Gates, se
había convertido en presidente de Ciberamérica y que amenazaba el poder
estatal norteamericano, lo que obligó a Gates a firmar un acuerdo de no
monopolio, ya que su sistema operativo Windows 95 absorbió el 90 % de los
programas de computadoras en toda Norteamérica.

El sujeto cibernético, navegantes de las redes del ciberespacio ha de


comprender que este híbrido de Estado y ciberempresa forman parte del eje
central y visible del poder, donde se irradia el control virtual pero que tan solo
es una parte de ese rizoma, porque este proviene de todas partes y como tal es
constitutivo de ese control.
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Es por eso, que el poder, los poderosos y sus múltiples instancias en el
Cibermundo no solo nos vigilan, también son vigilados, por la resistencia que
se forman en el mimo seno donde se ejerce la relación de poder cibernético, el
cual tiene como espacio virtual, el ciberespacio, los movimientos telúricos de
las redes sociales.

De esto se desprende, que el acontecimiento del poder en el Cibermundo ha


de ser pensado y ubicado en el espacio físico de lo territorial y en el
ciberespacio de lo virtual. Desde ahí, que el sujeto cibernetico ha de librar sus
luchas, sus resistencias, formando, educándose del mismo conocimiento, de
las mismas fuentes de saber que se producen en el marco de esas relaciones
de fuerzas virtuales, que brotan de esas combinaciones entre lo real y lo virtual.

El sujeto cibernetico ha de resistir desde la ética cívica atrincherada en valores


de justicia y libertad e incorporar una “Ética de la supervivencia” como bien
plantea Chul Han, en su texto Muerte y alteridad (2019), ya que el sujeto ético
no tiene precio, ni equivalente, sino un valor afectivo en sí mismo, en el “mero
juego sin finalidad de nuestra potencia anímica”, cargado de gusto, que es “la
dignidad”

Partiendo de esto, el navegante dominicano ha de construirse en las virtudes y


en una ética cívica en el ámbito del ciberespacio y el espacio social, que
contribuya a una sociedad democrática, dialógica, y de justicia social.

El filósofo que quiera comprender y situar el Cibermundo social de manera


crítica ha de entender primero que vive en este y relacionado con el mundo
natural e histórico y si opta por ignorarlo puede seguir consumiéndose en el
como un zombi virtual o puede inventar líneas de fuga (Deleuze) hacia el
mundo natural e histórico, que a su regreso sería como una ciberdieta y la cual
no cae mal. Si tiene como estrategia de salirse o fugarse para quedarse en el
mundo natural e histórico, pues eso es imposible porque el mundo forma un
híbrido Planetario con ese Cibermundo.

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