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Cuatro Propositos para El Nuevo Año
Cuatro Propositos para El Nuevo Año
Desde hace mucho, el ser humano ha tratado de controlar su propia vida sin tener
que depender de Dios. Una de las formas en que hacemos esto es por medio de las
supersticiones.
En lugar de enfocarnos en estas cosas, nuestra atención debe de estar puesta en otra
cosa. En realidad, lo más importante en la vida es estar en comunión con Dios. No
creo que nos sirva de nada abrir todas las puertas de la casa o darle vuelta a la cuadra
con una maleta. Más bien, debemos de proponernos cosas que nos acercarán a Dios.
Hoy quisiera proponerles cuatro cosas que podemos hacer en este año para
acercarnos más El. Mediante estas costumbres y prácticas, podemos disfrutar de su
presencia y profundizar en nuestra relación con El.
No existe otra cosa más importante para nuestro crecimiento espiritual. La lectura
bíblica es el pan que alimenta nuestra alma, y la oración es el agua que refresca
nuestro espíritu. Si no estamos pasando tiempo a diario con Dios, el fuego de nuestra
fe empezará a enfriarse.
¿Cómo lo hizo? Separó tiempo para Dios todos los días. Aun frente al peligro, no
dejó de pasar tiempo en oración. Todos conocemos la historia de la forma en que
Daniel fue librado de la fosa de los leones, pero a veces olvidamos la razón por la
que él se encontró allí.
6:10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y
abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres
veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
6:11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en
presencia de su Dios.
6:12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto
que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera
de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad
es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
El rey había firmado un decreto de que sólo él recibiría las oraciones del pueblo por
treinta días. Daniel, sin embargo, no pudo dirigir a un hombre las peticiones que sólo
a Dios deben de ir, ni pudo dejar de pasar tiempo con su Dios - por más que le
costara.
1
Nosotros, como Daniel, vivimos en medio de un mundo que no conoce a nuestro
Dios. Enfrentamos la presión constante de quienes nos quieren alejar de El,
consciente o inconscientemente. La Biblia funciona como alimento espiritual para
nosotros, y es necesario ingerirlo con regularidad.
Como parte de nuestro tiempo con Dios debemos de practicar la segunda costumbre:
Jesús les enseñó esto a sus discípulos cuando les dijo que el que está limpio no
necesita bañarse, sino solamente lavarse los pies. Por medio de la Palabra del
evangelio, llegamos a estar limpios. Nos hace falta solamente limpiar nuestros pies
de la suciedad que recogemos en nuestro andar por el mundo y sus tentaciones.
Ahora bien, no me refiero solamente a hacer lo que hacen muchos, que es decir:
Dios, perdóname si te he fallado. Esto no envuelve ningún reconocimiento directo
de que hemos pecado, ni identifica el pecado que hemos cometido.
Debemos decir, por ejemplo: Señor, te confieso que hoy me enojé con mi esposa y fui
brusco con ella. Tenemos que ser específicos. Además de esto, si hemos herido a otra
persona, debemos de pedirle perdón también y, si es posible, hacer restitución por el
daño que hemos causado.
2
El rey preguntó: ¿Por qué estás aquí? El hombre nombró su delito. Le preguntó el
rey: ¿Eres culpable? Respondió el hombre: Sí, su majestad, lo soy. Al instante el rey
mandó llamar al carcelero y le ordenó que soltara de inmediato al hombre que había
reconocido su culpabilidad. Dijo: No puedo permitir que se quede aquí este hombre
culpable y corrompa a toda la gente tan inocente que lo rodea.
Cuando nosotros reconocemos nuestro pecado ante Dios, El también nos libra de
la cárcel de culpabilidad y de amargura. No siempre nos libra de las consecuencias
de nuestro pecado, pero nos asegura que estamos bien con El. La confesión diaria
es esencial para caminar en comunión con Dios.
3:9 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos;
3:10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.
Bajo la ley del Antiguo Testamento, las primicias de la cosecha pertenecían al Señor y
se ofrecían como sacrificio a El. Esto servía para sostener a los sacerdotes, pero
también era un recordatorio regular de que la cosecha venía del Señor.
La Biblia nos enseña otro patrón: Cada uno dé como propuso en su corazón, no de
mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre (2 Cor. 9:7).
Ante Dios, debemos de proponernos cierta ofrenda regular que daremos al Señor,
usando al diezmo como una guía mínima, y dar esa cantidad regularmente, con
gozo. Esto sirve para sostener la obra del Señor, pero también sirve para recordar de
quién recibimos las bendiciones económicas que disfrutamos.
Honramos a Dios también cuando vivimos contentos con lo que El nos ha dado, en
lugar de ambicionar y endeudarnos para tener cosas innecesarias. El mundo nos dice
que la felicidad está en tener más,
3
Un propósito final:
¿Con quién podrías compartir a Cristo este año? Ponte a orar por tus amigos y
familiares que aún no conocen la salvación, y pídele a Dios que te dé la oportunidad
de compartir con ellos. No te asustes. El Espíritu te dará las palabras en el momento
indicado. Confía en El, y ponte a la disposición del Señor.
Conclusión
¿Cómo será este año nuevo? Uno puede consultar a cinco expertos futuristas, y
recibirá cinco respuestas diferentes. Sólo Dios sabe lo que sucederá en el año
entrante. Sin embargo, si nos proponemos caminar con El, podemos estar seguros de
disfrutar de su presencia, Su protección y Su paz.
Los cuatro propósitos que hemos mencionado nos pueden ayudar a caminar con
El. Pídele al Señor que te ayude a caminar en ellos, y confía en Su ayuda para vivir
en victoria.