Acercamiento a la relación de biopoder, necropoder y construcción de
cultura política en Colombia
“El hombre calló y se quedó de pie. El auditorio echo a reír. El miró al
público y, sin comprender nada, se echó a reír también.”
Era un espectáculo triste.
Los Miserables. Víctor Hugo
Cuando nos contextualizamos en la realidad política colombiana, encontramos
una serie de entramados dentro de la sociedad que construyen la idea de “política” y “cultura” y su conjunto “cultura política”, concepto en gran parte difuso, dada la dificultad de su determinación por la naturaleza polisémica de los conceptos que lo componen; el profesor Fabio López de la Roche hace un acercamiento a las distintas concepciones desarrolladas sobre la cultura política dejando claro que no existe una noción única de “cultura política” ni tampoco una que podamos decir que se ha constituido en la más aceptada, dentro de la investigación social. Muchos de los problemas de este uso tan ampliamente extensivo del concepto tienen que ver con los dos mundos o esferas de la vida social (la “política” y la “cultura”) (Roche, 2000, pág. 100), de cara a lo anteriormente mencionado, nos encontramos en un momento histórico donde los individuos se hallan frente a un bombardeo constante por parte de los medios de comunicación que promueve una producción de ideologías livianas (Roche, 2000, pág. 96), partiendo de este panorama acogeremos la definición de Martha Herrera quien dice: entendemos por cultura política el conjunto de prácticas y representaciones en torno al orden social establecido, a las relaciones de poder, a las modalidades de participación de los sujetos y grupos sociales, a las jerarquías que se establecen entre ellos y a las confrontaciones que tienen lugar en los diferentes momentos históricos (Herrera M. C., 2002).En una época donde los jóvenes encuentran satisfacción en su zona de confort, dejando de lado la cultura política al considerarla de cierta forma alejada de su realidad inmediata, es donde cabe preguntarnos, ¿la construcción histórica de cultura política en Colombia se ha desdibujado gracias al accionar de los medios de comunicación desde un ejercicio necropolítico?
La política desempeña un eje fundamental en los procesos de reconocimiento y
comprensión del sujeto, esto implica pensarla en función del bienestar tanto en lo privado como en lo público, y toma todavía más relevancia si se analiza que en la actualidad el individuo, más que perteneciente a una sociedad en particular, es considerado un habitante del mundo; lo anterior teniendo en cuenta el fácil acceso a la información y a los procesos de globalización que surgen desde una mirada moderna de la lógica capitalista y que se presenta en todos los campos en los que se desenvuelve, surge el problema de la comunicación-educación en un país como Colombia en donde la política se ha destacado por una historia de violencia constante, que ha dejado su marca en el cuerpo y la mente de los colombianos, estableciendo un aparataje de dominación que nace de la relación iglesia-estado-escuela, que aún persiste hasta nuestros días, que, en busca de establecer la soberanía del estado, impone una serie de restricciones que se dan desde la escuela dirigida por la iglesia bajo sus cánones morales, políticos, culturales y sociales; podríamos hablar de un ejercicio del poder sobre la vida, del control de esta en búsqueda de la legitimidad del estado que se encuentra en desarrollo es decir el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especie humana, constituyen sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia general del poder (Foucault, 2006), este poder (biopoder) ejercido desde una tecnología del poder, la política (biopolítica) como mecanismos de control hacia la población, mecanismos que han determinado la forma de entender estos procesos, pero, hoy en día podríamos poner en duda este ejercicio del poder por parte del estado, es decir, siguiendo a Foucault el biopoder es ese dominio de la vida sobre el que el poder ha establecido su control; en cierta medida podríamos establecer que este es el objetivo de los primeros intentos de educación cívica en Colombia tomando a Martha Herrera: Así, a través de la constitución de 1886 se instauró un orden jerárquico centralizado, las relaciones entre el Estado y la Nación se concibieron sobre la base de la Iglesia Católica y los idearios hispanistas, tejiéndose una arraigada relación entre identidad nacional y religión católica, a la cual se le dio todo el control ideológico de la educación como parte del Concordato de 1887. A partir de allí, los derroteros de la formación ciudadana, se orientaron hacia el moldeamiento de hombres productivos, que fuesen al mismo tiempo devotos cristianos y servidores del Estado. (Herrera, 2008).
Esta formación primaria de cultura política en el país ha atravesado un desarrollo
marcado por imposiciones conservadoras que en cierta medida ha creado un ethos político encaminado a la aceptación de las condiciones sociales, económicas y culturales que ha trascendido hasta nuestros días, enfocando los procesos educativos hacia la necesidad del sistema económico y la satisfacción de necesidades de primer orden, en donde la violencia que ha azotado al país desde mediados del siglo XX permitió una configuración acérrima contra la diferencia; en donde el estado se ha evidenciado presto a aniquilar cualquier sentido de oposición mediante el uso de cualquier método que le permita mantener su hegemonía; dentro de estos métodos se encuentra el uso de los medios de información, desde donde canaliza sus discursos e impone ideológicamente su aparataje, llegando a transversalizar su discurso en la escuela; es innegable la influencia de los medios de comunicación en los procesos escolares, llegando en cierta medida a deslegitimar los procesos de enseñanza de los docentes presentando una realidad ficcionada acorde a los intereses de las clases dominantes, en Jorge Huergo encontramos que con la configuración de las escuelas como «productos culturales», el problema de las nuevas tecnologías también tiene relación con el poder de los consumidores, lo que contribuye a configurar nuevos imaginarios y nuevas distinciones socioculturales entre los consumidores de acuerdo con el producto cultural que consumen y según las tecnologías con que estos cuenten (Huergo).
A lo largo de la historia nacional se ha elaborado un proceso de formación en
cívica que ha sido una constante, atravesando tres momentos en la historiografía nacional, según Martha Herrera estos son educación cívica y construcción del estado nacional, educación cívica en el marco de los estudios sociales y educación cívica para la educación democrática (Herrera M. C., 2008) siendo la escuela un referente constante, es precisamente en esta, el lugar desde donde se trazan y consolidan los proyectos sociales, donde podemos observar a quienes habitan sus espacios por ocho o hasta más horas al día; la mayoría de estos, habitantes jóvenes, que son evidencia del gran cambio social, económico, político y cultural del mundo en los últimos treinta años; ¿Por qué los últimos treinta años? Porque durante este momento se ha implantado con toda velocidad el sistema neoliberal, hiperindividualizador, transformando a aquellos hombres y mujeres, en seres enajenados de los micro procesos sociales, inmersos en los macro proyectos globales que inscriben en el cuerpo los procesos de dominación, de uso del poder, transforman al hombre pensador, libre, revanchista, en un ser dócil, educado donde se potencia su utilidad así como su docilidad, donde la escuela juega un papel clave en este proceso, una biopolítica que nos transformó los imaginarios construidos desde la lucha social de vida digna por una oposición que es un concepto clave del modelo actual, calidad de vida.
Retomando la pregunta inicial de este pequeño análisis, hemos tratado de
acercarnos al proceso educativo desde una perspectiva que nace desde el planteamiento foucaultiano del biopoder, y en este punto es válido tomar una perspectiva que se acerque un poco más (desde nuestra perspectiva) al desarrollo histórico nacional; pese a la enseñanza de la cívica como parte esencial de los proceso educativos, no es posible el desconocer la influencia de la violencia en la sociedad colombiana, siendo esencial en el desarrollo del espacio público durante la segunda mitad del siglo XX y lo corrido del siglo XXI, ahondando con más fuerza el ejercicio del poder por parte del estado en defensa de su soberanía en el poder y Ia capacidad de decidir quién puede vivir y quien debe morir (Mbembe, 2011), el ejercicio de la política como un trabajo de muerte, que ha llevado al desangramiento del país y la creación de un imaginario político en donde el protestar, o luchar es sinónimo de peligro sobre la vida, el surgimiento de diferentes maquinas que guerra dentro del territorio nacional (sean estas externas o internas a este) ya que el Estado no tiene de por sí máquina de guerra; sólo se apropiará de ella bajo la forma de institución militar, y ésta no cesará de plantearle problemas (Deleuze & Guatari, 2004); estas, que estando a favor o en contra de este desarrollan un ejercicio necropolítico, que, gracias al andamiaje conservador en la construcción de la cultura política nacional ha desarrollado la percepción de Ia existencia del Otro como un atentado a mi propia vida, como una amenaza mortal o un peligro cuya eliminación biofísica refuerza mi potencial de vida y de seguridad, esta concepción de sociedad, construida gracias a la influencia de los medios de comunicación en defensa de un modelo económico y social, naturalizó la violencia dando uso al poder de la información, al servicio de los estamentos de poder, preparando las mentes y los pensamientos para arrancar cualquier atisbo de disidencia enfocándose en lógicas de exclusión, prácticas de ensombrecimiento nombrando las formas de violencia que emergen en el país – lo que no se nombra no existe- categorizándolas, volviéndolas un número más, bombardeando con imágenes, creando una sobrerrepresentación desde un solo punto de vista, legitimando solo lo que resulta familiar, la historia que entiendo y comparto; formando no sujetos políticos sino politizados, estos se mantienen en la sociedad gracias a los nuevos procesos de construcción del poder político que se generan con los medios de comunicación, para Manuel Castells nos encontramos frente a La política mediática que es la forma de hacer política en y a través de los medios de comunicación (Castells, 2009, pág. 261) este sujeto del que hablamos es víctima, al no desarrollarse políticamente es vulnerable a los mensajes dados por los medios de comunicación ya que estos influyen y en cierta medida determinan las aspiraciones políticas e intencionalidades de este; Castells define a los medios en el mismo texto de la siguiente manera: Tampoco significa que los medios de comunicación ostenten el poder. No son el Cuarto Poder. Son mucho más importantes: son el espacio donde se crea el poder. (Castells, 2009, pág. 262) Los medios de comunicación son precisamente esos espacios donde se da el desarrollo de las relaciones de poder que determinan la participación en democracia de los sujetos (sean políticos o politizados); seguido a esto también establece que Los medios de comunicación constituyen el espacio en el que se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos y sociales rivales. Por ello, para lograr sus objetivos, casi todos los actores y los mensajes deben pasar por los medios de comunicación. En este plano podemos comprender que la construcción de procesos democráticos en las sociedades a través de las lógicas propuestas por Huergo partiendo de los procesos de comunicación-educación se hallan visto determinadas por los intereses particulares de sectores minoritarios de la población que buscan establecer su agenda perpetuándose en las instancias de poder mediante el control de los contenidos y mensajes trasmitidos a la población; en un acercamiento más cercano a nuestro proceso contemporáneo podemos dar cuenta del desarrollo del ser político en las sociedades latinoamericanas que van rompiendo el cascaron impuesto por los procesos civilizatorios y desarrollistas europeos, en donde vamos dejando de lado ese ser politizado que solo asume los dictámenes del establecimiento y comienza a desarrollar procesos de autodeterminación frente a su ser político y definir procesos democráticos.
El desarrollo de la cultura política en el país, como podemos ver está atravesado
por una topografía accidentada que han caracterizado la construcción de ciudadanía, nos enfrentamos a un proceso de empoderamiento desde los medios de comunicación y redes virtuales que profundiza la visión ficcionada de la realidad frente al desarrollo histórico de la sociedad, en la pregunta hace referencia al ejercicio necropolítico de los medios, que mediante el bombardeo constante de información e imágenes cargadas de muerte, impulsan el mirar a otro lado, a una realidad donde todo sea más placido, una zona de confort que permita la construcción del yo, y pueda tener generar la ilusión de vida digna, sin luchar por esta, ya que la realidad exige buscar calidad de vida; Martha Herrera nos habla de la construcción de ciberciudadanias dando uso a esos espacios donde el estado aun no es tan presente y potenciar desde estos, las claves del desarrollo y construcción de una sociedad incluyente, democrática y justa. Bibliografía
Castells, M. (2009). Comunicacion y Poder. Madrid, España: Alianza Editorial.
S.A. Deleuze, G., & Guatari, F. (2004). Mil mesetas . Valencia, España: Pre-Textos. Foucault, M. (2006). SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACION. Buenos Aires: Fondo de Cultura Economica. Herrera, M. C. (2002). Cultura politica en el contexto educativo. Revista Foro, 70-80. Herrera, M. C. (2008). Esbozos históricos sobre cultura política y formación ciudadana en Colombia: actores, sujetos y escenarios. Bogota . Huergo, J. (s.f.). Comunicacion educacion, itinerarios trasversales. Obtenido de http://www.sedguaviare.gov.co: http://www.sedguaviare.gov.co/attachments/426_Comunicaci%C3%B3n %20Huergo%20(1).pdf Mbembe, A. (2011). Necropolitica seguido de EL gobierno privado indirecto. España: Editorial Melusina, S.L. Roche, F. L. (2000). Aproximaciones al concepto de cultura politica. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 93 - 123.