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Luis Alfonso Cabrera Morán

La filosofía detrás de: El Señor de los Anillos

La obra de Tolkien está llena de fantasía e imaginación que provoca en quien


la conoce un fuerte impulso hacia adentro de ese mundo mítico. Es por eso que
cuando se continúa experimentando, la fantasía se presta para descubrirse en sus
significados más profundos y filosóficos. Es por eso que Tolkien permite que sus
historias alegóricas hablen conjuntando la imaginación con algunas de las
realidades más humanas y profundas.
En efecto. El trasfondo cristiano de Tolkien le permite crear un cosmos con
su propio devenir y con su propia entramada histórica para crear desde una lucha
cósmica de fuerzas supraterrenas hasta la lucha interna de un solo individuo
sencillo.
Y ése es quizá la primera cuestión filosófica que plantea El señor de los
anillos: ¿Es alguien demasiado pequeño para ser insignificante en el mundo? ¿Es
papel del Hobbit autodeterminarse como un simple Hobbit? ¿No parece absurdo
que sólo un Hobbit se resista al poder del anillo?
El Hobbit, más pequeño que un enano, está acostumbrado a la comodidad
de la Comarca. Entre fiestas y deberes no tendría tiempo para preocuparse por la
dominación de la oscuridad sobre la Tierra Media. Es lo que Heidegger llama la
existencia inauténtica: el olvido de la finitud y la no-apropiación de las posibilidades.
Al parecer, sólo se necesita un mago que lleve asombro a la comarca para iniciarse
en la aventura de la autenticidad.

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