Está en la página 1de 5

Malformaciones urogenitales y urología pediátrica:

Por: Javier Ignacio Ortiz Orrego

1. Agenesia renal:

Corresponde a la falta de desarrollo de uno o ambos riñones. Los casos unilaterales se ven en 1/1000 casos, siendo más
frecuente en hombres (2:1) y de difícil detección. Los casos bilaterales son incompatibles con la vida, tienen una
incidencia de 1/2500 casos, siendo más frecuente en hombres (3:1).

2. Anomalías en posición y forma renal:

a. Ectopía renal:

Corresponde a la presencia de un riñón normal en la región iliaca, inguinal (palpable) o incluso intratorácico. Puede
cruzar la línea media y desembocar en el trígono correcto.

b. Anomalías de fusión:

Lo más habitual es el riñón en herradura, lo cual corresponde a la fusión en la línea media


de ambos riñones. Ello aumenta la estasia urinaria y por tanto aumenta el riesgo de litiasis,
infección e hidronefrosis, en cuyo caso se trata. La incidencia es de 1/5000.

c. Alteraciones en lobulación renal

3. Displasia e hipoplasia renal:

Corresponde a zonas renales donde persisten estructuras fetales por falta de diferenciación metanéfrica de origen
vascular o de obstrucción del brote ureteral.

4. Riñón poliquístico infantil:

Corresponde a una patología genética de origen autosómico recesivo en el cual hay un gigantismo tubular conectado a
la vía urinaria. En general se asocia a quistes hepáticos. Lleva a enfermedad renal crónica, hipertensión arterial y
aumento del riesgo de infecciones.

5. Estenosis pieloureteral:

Corresponde al estrechamiento de la unión pieloureteral. Es más frecuente en hombres y en el riñón izquierdo, siendo
un 5-20% bilateral. El diagnóstico puede ser intrauterino, neonatal, en el primer año de vida o como hallazgo
asintomático.

Entre sus causas están:

 Intrínsecas: Falla en la canalización del uréter, disposición circular del músculo liso asociado a hipoplasia o
reemplazo fibrótico, pliegues, hipertrofia mucosa.
 Extrínsecas: Compresión por vasos aberrantes polares.
 Funcionales

Clínicamente puede ser asintomático u oligosintomático. En caso de ser sintomático se puede presentar como masas
abdominales palpables, náuseas, vómitos y dolor (en niños mayores) o rara vez como hematuria o cólico renal.

Entre sus complicaciones posibles que pueden llevar al diagnóstico están las infecciones urinarias, urolitiasis, hematuria
y rara vez hipertensión arterial.

El diagnóstico es a través de un cintigrama renal con diuréticos. Una vez hecho el diagnóstico el tratamiento es
quirúrgico con una pieloplastía, siendo signos de mejoría una mejoría en la función renal, buen vaciamiento pélvico y
ausencia de dolor y nuevas infecciones urinarias.

6. Duplicidad ureteral:

Corresponde a la presencia de 2 uréteres. Se distinguen la duplicidad incompleta, en la cual ambos uréteres se unen
para desembocar de forma común en la vejiga, con posible asociación a reflujo vesicoureteral, y la duplicidad completa
en la cual la llegada a la vejiga es independiente. En los casos de duplicidad completa la llegada del uréter superior es
más caudal, el cual puede presentar megaureter, mientras que el inferior puede presentar estenosis pieloureteral.

7. Ureterocele:

Corresponde a la dilatación quística del trayecto intramural del uréter.


Entre sus complicaciones posibles están el megaureter, hidronefrosis y
prolapso con uropatía obstructiva baja. Al examen contrastado se puede ver
una cabeza de cobra a nivel de la desembocadura vesical del uréter,
mientras que en la ecografía se puede ver la formación quística intravesical.

Si hay duplicidad ureteral e hidronefrosis se plantea la nefrourectomía del


segmento enfermo y reimplante del sano.

8. Epispadia:

Rara falta de techo de la uretra masculina.

9. Hipospadia:

Corresponde a una uretra que desemboca ventralmente en un meato estenótico,


asociado a una cuerda del glande que dobla el pene y mala conformación cutánea.
Los niños suelen orinar sentados. Se puede asociar a infertilidad.

En caso de niños mayores y asociada testículos no descendidos se debe pensar en


mala asignación sexual o malformación genital.

Idealmente la corrección quirúrgica debe ser antes de los 2 años.


10. Extrofia vesical:

Uretra y vejiga abiertas y fusionadas con la piel del pubis.

11. Fimosis:

Dificultad o incapacidad para retraer el prepucio. Inicialmente es protector de injurias como el pañal y amoniaco,
debiese haber revertido la fimosis fisiológica a los 4 años.

Entre sus complicaciones descritas están aumento de las infecciones urinarias, vejiga prepucial (acumulo de orina) y
balanopostitis.

Su tratamiento de primera línea es la betametasona tópica al 0.05-0.1%. El tratamiento quirúrgico (circuncisión) está
indicado en casos de:

 Fimosis obstructiva que genere vejiga prepucial


 Más de 2 balanopostitis al año.
 ITU a repetición secundaria a vejiga prepucial
 Riesgo de parafimosis
 Mayor de 4 años

12. Parafimosis:

Anillo fimótico retraído que no vuelve a su posición y estrangula el glande. Su tratamiento es la reducción manual del
edema por 2-4 minutos y luego reducción manual del glande con ambos pulgares, incisión dorsal y circuncisión (en casos
agudos en que se pudo reducir se debe esperar a que se desinflame, en casos en que no se haya logrado la reducción
manual la cirugía es de urgencia).

13. Testículo no descendido:

a. Testículo en ascensor:

Los testículos en ascensor corresponden a testículos palpables en los cuales una hiperactividad del músculo
cremastérico puede generar un ascenso marcado que evite su palpación en escroto. Conllevan un riesgo aumentado de
torsión testicular. En caso de no mantenerse descendidos al año se deben fijar al escroto bilateralmente a través de una
orquidopexia.

b. Criptorquidia:

Corresponde a la falta de descenso testicular al nacer. Se presenta en un 4-5% de los recién nacidos de término y 25%
de los prematuros. En 1-4% de los niños no será posible palpar testículos. De ellos un 40% estará ausente por atrofia,
20% será intraabdominal, 30% estará en el canal inguinal y 10% estará en una ubicación ectópica. Entre sus
complicaciones está el aumentar el riesgo de cáncer testicular (x8), infertilidad y aumento de riesgo de trauma o torsión.

Se suele asociar a malformaciones genitales (23-86%) o hernias inguinales (33%).


Entre sus causas están la persistencia del conducto peritoneo-vaginal, mala implantación del gubernaculum testis, vasos
espermáticos cortos, anillo inguinal estrecho, antecedente familiar, alteraciones en eje hipotálamo-hipófisis-testículo o
tabiques anormales con ostium escrotal.

Ante la sospecha se debe primero palpar, luego proceder a una ecografía inguinal (75%) y finalmente a la laparoscopía.

El objetivo del tratamiento es mantener una espermatogénesis normal y reducir el riesgo de complicaciones. El
descenso testicular suele proseguir hasta los 3 meses y es raro pasado el año. Al año se recomienda en caso de
testículos no descendidos la orquidopexia.

14. Varicocele:

Aumento de tamaño de las venas del plexo pampiniforme en el cordón espermático. Suele aparecer en niños mayores
de 12 años. La mayoría es al lado izquierdo (90%). Clínicamente se manifiesta en un 8-22% de los hombres.

Suele corresponder a un aumento de volumen blando asintomático que


aumenta con la posición de pie y la Valsalva. Eventualmente puede
presentarse con dolor testicular.

Se asocia a aumento de la temperatura testicular y se cree podría generar


oligoespermia secundaria, pudiendo aumentar el riesgo de infertilidad
(diferencia de tamaño testicular, disminución de la motilidad y conteo
espermático en un 20% de los casos).

En casos en que aparece en menores de 10 años o ante rápida evolución se


debe sospechar la presencia de un tumor retroperitoneal compresivo.

El tratamiento consiste en la ligazón de las venas del plexo pampiniforme o cremastéricas.

15. Hidrocele:

Corresponde a un acumulo de líquido peritoneal secundario en general a


persistencia del proceso vaginal (otras causas incluyen hernias inguinales o causas
idiopáticas).

Clínicamente se manifiesta por un aumento de volumen testicular indoloro,


azuloso-violáceo, blando, que transilumina, alrededor del testículo. Su límite
superior es claramente evidente.

Suele ser autolimitado, requiriéndose cirugía en caso de persistir más allá de los 2
años.

16. Reflujo vesicoureteral:

Corresponde al paso de orina desde la vejiga al uréter. Es la malformación urológica más frecuente (0.5-2%), siendo más
frecuente en hombres (3:1), presentando agregación familiar.
Entre sus causas se distinguen:

 Primario: Anomalías congénitas de la posición o disposición de la yema ureteral, puede corregir hasta los 6 años.
Incluyen en su fisiopatología la laxitud del trígono, déficit muscular del uréter distal y una trayecto submucoso
corto.
 Secundario:
 Destrucción quirúrgica del aparato valvular
 Esclerosis del detrusor (tuberculosis, radioterapia, cistitis intersticial)
 Vejiga neurogénica
 Aumento de la presión intravesical
 Anomalías de implantación ureterovesical: ureterocele, uréter ectópico extravesical, extrofia vesical.

Entre las consecuencias del reflujo vesicoureteral están las infecciones urinarias a repetición, dilatación de la vía
excretora, litiasis y enfermedad renal crónica por pielonefritis crónica (16-20% de las enfermedades renales crónicas en
niños).

Su forma de presentación clínica es dependiente de sus complicaciones ya que el reflujo es asintomático; infecciones
urinarias, hidronefrosis, hematuria, litiasis, enfermedad renal crónica o enuresis. Otra forma para llegar al diagnóstico es
el estudio de otras malformaciones o estudio del paciente ante antecedente familiar de primer grado.

El diagnóstico y determinación de la severidad se realiza a través de una uretrocistografía


(introducción de medio de contraste intravesical), lo cual permite distinguir 5 grados:

 I: reflujo sólo hasta el uréter


 II: reflujo hasta el sistema colector superior sin dilatación
 III: dilatación leve a moderada del uréter y pelvis
 IV: uréter tortuoso con pelvis y cálices dilatados, con eversión calicial y atrofia cortical.
 V: Vía urinaria muy tortuosa con reflujo intrarrenal o impresión papilar del reflujo.

En casos de reflujo diagnosticado se complementa con un cintigrama renal DMSA para evaluar la
función renal y la repercusión del reflujo.

El tratamiento puede ser:

1. Médico: Indicado en pacientes con reflujo vesicoureteral grado I-III en menores de 6 años por máximo 2 años.
Se compone de profilaxis antibiótica con cefadroxilo o nitrofurantoína asociado a manejo de la constipación,
disfunción vesical y/o orina infrecuente.
2. Quirúrgico: Existen 3 opciones; reimplante vesicoureteral, ureterostomía cutánea o nefrourecterectomía. Está
indicada en:
 Mayores de 6 años
 Reflujo grado IV-V
 Falla en el tratamiento médico
 Falla renal
 Paciente monorreno

También podría gustarte