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T Williams La Rosa Tatuada PDF
T Williams La Rosa Tatuada PDF
a
La rosa tatuada. Especie fugitiva. - I ed. - Buenos Aires: Losada,
2005. - 272 p.; 22 x 14 cm. - (Gran teatro)
rosa tatuada
Títulos originales:
Fugitive Kind
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© Editorial Losada, S. A.
Moreno 3362, Buenos Aires, 2005
SALVATORE
VIVI
BRUNO
ASSUNTA
ROSA DELLE ROSE
SERAFINA DELLE ROSE
ESTELLE H O H E N G A R T E N
L A STREGA
GIUSEPPINA
PEPPINA
VIOLETTA
MARIELLA
TERESA
PADRE D E L E O
U N MÉDICO
SEÑORITA Y O R K E
FLORA
BESSIE
JACK H U N T E R
E L VENDEDOR
ALVARO M A N G I A C A V A L L O
U N HOMBRE
O T R O HOMBRE
i-7
Acto primero
ESCENA 1
2-3
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A
marido, Rosario, vuelva. Entre las cortinas se distingue una SERAFINA: ¡ O i g o a Assunta! ¡Assunta!
mesa amorosamente puesta para la cena; hay vino en un
balde de hielo de plata y un gran bol de rosas. (Assunta aparece y entra en la casa, con Rosa siguién-
Serafina parece una pequeña cantante regordeta de ópera dola. Assunta es una mujer vieja con chai gris, que lleva una
italiana en el papel de Madame Butterfly. Sus cabellos negros canasta de hierbas, porque es una fattuchiere, una mujer
se encuentran recogidos en un alto copete que brilla como car- que practica una clase de medicina simple. Cuando entra,
bón húmedo. Una rosa está sostenida sobre ellos con resplan- los chicos se desbandan.)
decientes pinchos. Su figura voluptuosa se halla cubierta de se-
da rosa. Luce delicados zapados con hebillas resplandecientes ASSUNTA: Vengo, vengo. Buona sera. Buona sera. Hay algo sal-
y tacones franceses. Por la forma en que se sienta, con tanta re- vaje en el aire, no es viento, pero todo está moviéndose.
gordeta dignidad, es evidente que lleva un corsé apretado. Es- SERAFINA: N O veo nada m o v i é n d o s e y t ú tampoco.
tá sentada muy erguida, en una actitud de forzada compostu- ASSUNTA: N a d a se está moviendo como para que puedas
ra, los tobillos delicadamente cruzados y sus manitos verlo m o v i é n d o s e , pero todo se está moviendo, y puedo
regordetas sosteniendo un abanico de papel amarillo con una oír los ruidos de las estrellas. ¿Los oyes? ¿ O y e s los r u i -
rosa pintada. Sus dedos, sus muñecas, sus orejas y su cuello dos de las estrellas?
resplandecen de joyas. Sus ojos brillan de expectativa. Por un SERAFINA: N o , no son los ruidos de las estrellas. Son termi-
momento, parece estar posando para una foto. tas que se e s t á n comiendo la casa. Vieja, ¿qué estás ven-
Rosa delle Rose aparece al lado de la casa, cerca de la diendo en esas bolsitas blancas?
palmera. Rosa, la niña de la casa, es una criatura de doce ASSUNTA: Polvo, u n polvo maravilloso. Sólo echas una piz-
años. Es linda y vivaz y tiene una especial intensidad en ca- ca en el café de t u marido.
da gesto.) SERAFINA: ¿Para q u é sirve?
ASSUNTA: ¡Para q u é sirve un marido! L o hago con la sangre
SERAFINA: Rosa, ¿ d ó n d e estás? seca de un carnero.
ROSA: A q u í , mama.* SERAFINA: Davvero!
SERAFINA: ¿ Q u é estás haciendo, cara? ASSUNTA: ¡Sustancia maravillosa! Pero a s e g ú r a t e de poner-
ROSA: A t r a p é doce luciérnagas. lo en el café de la cena, no en el del desayuno.
SERAFINA: ¡Mi marido no necesita n i n g ú n polvo!
(Se oye la voz quebrada de Assunta acercándose.) ASSUNTA: D i s c ú l p a m e , Baronessa. Tal vez él necesita el tipo
contrario de polvo, t a m b i é n l o tengo.
" Es evidente que, en este caso -como casi siempre que Rosa se dirige a su SERAFINA: N o , no, ningún tipo de polvo, vieja. (Levanta la
madre o alude a ella- Williams usa la palabra italiana mamma, pero la escri-
cabeza con una sonrisa orgullosa.)
be erróneamente con una sola m. Asimismo, en otros momentos, el contexto
indica que se trata de la forma coloquial en inglés -mama-, equivalente a
nuestro "mamá". En mi traducción, he mantenido la grafía errónea cuando se
(Afuera se oye el sonido de un camión acercándose por
trata de la palabra italiana para ser fiel al autor y he puesto el acento cuando
se trata de la palabra inglesa. ( N . de la T.) la carretera.)
H
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA TATUADA
queda ajustado! ASSUNTA: Serafina, para t i todo tiene que ser diferente. Una se-
ASSUNTA: ¿ES verdad l o que te dije? ñal, un milagro, una maravilla de algún tipo. Le hablas a
SERAFINA: SÍ, es verdad, pero nadie tenía que d e c í r m e l o . As- Nuestra Señora. Dices que responde a tus preguntas. Ella
sunta, voy a contarte algo que a lo mejor no crees. asiente o te sacude la cabeza. M i r a , Serafina, debajo de
ASSUNTA: ES imposible decirme nada que no crea. Nuestra Señora tienes una vela. El viento que pasa a tra-
SERAFINA: Va bene! Senti, Assunta!... ¡supe que h a b í a con- vés de las persianas hace que la vela oscile. Las sombras se
cebido la noche misma de la c o n c e p c i ó n ! (Se oye una mueven. ¡Parece que Nuestra Señora está asintiendo!
frase musical mientras ella lo dice.) SERAFINA: Ella me da señales.
ASSUNTA: ¿ Q u é e e e ? ASSUNTA: ¿Sólo a ti? ¿Porque eres m á s importante? ¿La es-
SERAFINA: Senti! ¡Esa noche me desperté con un dolor que- posa de un barone? ¡Serafina! En Sicilia llamaban b a r ó n
mante aquí, en el pecho izquierdo! Un dolor como una a su tío, pero en Sicilia todo el que tiene un pedazo de tie-
aguja, r á p i d o , r á p i d o , caliente como puntadas. Prendí la rra y un establo separado para las cabras es un b a r ó n !
luz, me desnudé el pecho... ¡ Y sobre él vi la rosa tatuada SERAFINA: ¡Le d e c í a n "Voscenza" a su t í o y le besaban la
de m i marido! mano! (Se besa el dorso de la mano repetidas veces, con
ASSUNTA: ¿El tatuaje de Rosario? vehemencia.)
SERAFINA: ¡En m í , en m i pecho, su tatuaje! Y cuando lo v i , ASSUNTA: ¡SU tío de Sicilia!... Sí.... ¿Pero aquíqué hace él?
supe que h a b í a concebido. ¿ C o n d u c e un c a m i ó n de bananas?
SERAFINA (estallando): ¡ N o ! ¡De bananas no\
(Serafina echa atrás la cabeza, sonriendo con orgullo, y ASSUNTA: ¿De bananas no?
abre su abanico de papel. Assunta la mira gravemente, lue- SERAFINA: Stai zita! (Hace un gesto de amenaza.)... No...
go se levanta y le alcanza su canasta a Serafina.,) ¡Vienqui, Assunta! (Le hace un gesto misterioso para
que se acerque. Assunta se acerca.)
ASSUNTA: ¡Ecco! \Tú vendes los polvos! (Se dirige hacia la ASSUNTA: Cosa dici?
puerta.) SERAFINA: ¡En la parte de arriba hay bananas! Pero deba-
SERAFINA: ¿ N o crees que l o vi? jo... ¡otra cosa!
ASSUNTA (deteniéndose): ¿Lo vio Rosario? ASSUNTA: Che altre cose?
2.6 M
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('Assunta toma un pequeño reloj del aparador y lo pone (Tistelle Hohengarten aparece frente a la casa. Es una
junto a su oído.) mujer delgada y rubia con un vestido de diseño egipcio, su
cabello rubio tiene un brillo antinatural en el anochecer cla-
ASSUNTA: Tic, tic, tic, tic... Dices que el reloj es mentiroso. ro y verdoso. Rosa aparece detrás de la casa, gritando.)
SERAFINA: N O , el reloj es t o n t o . N o lo escucho. M i reloj es
m i c o r a z ó n y m i c o r a z ó n no dice tic-tic, dice ¡amor- ROSA: ¡Veinticinco l u c i é r n a g a s , mama!
amor! ¡ Y ahora tengo dos corazones en m í , los dos d i - ESTELLE: ¿Nena? ¿Nena?
ciendo amor-amor! ROSA (resentida): ¿ M e está hablando a mí? (Hay una pausa.)
ESTELLE: Ven a q u í . (Mira a Rosa con abierta curiosidad.)
(Se oye un camión que se acerca, luego pasa. Serafina Eres una rama del viejo rosal... ¿Está en casa la s e ñ o r a
deja caer su abanico. Assunta abre una botella de espu- que cose?
mante con un fuerte ruido. Serafina grita.) ROSA: M a m a está en casa.
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Serafina desciende los escalones de la galería. Las zapa- vando al carnero que ha capturado con su arnés y su cence-
tillas de tacones altos, la falda de seda apretada y su digni- rro. Es un carnero negro de tamaño mediano con grandes
dad de baronesa hacen el descenso un poco cauteloso. Al ojos amarillos. La Strega corre detrás de él con la soga rota.
llegar al patio, dirige imperiosamente la cacería del carnero Mientras la pequeña procesión grotesca corre frente a ella
con su pantalla de papel amarillo, señalando a este lado y a -la Strega, la cabra y el niño- Serafina grita estridentemen-
aquél, mientras grita en italiano. te. Se pone en cuclillas y se cubre el rostro. La Strega la mi-
Se abanica rápidamente y vuelve a la casa. Es evidente que ra mientras se ríe despectivamente.)
el carnero hace una súbita carga. Gritando, Serafina vuelve
corriendo al frente de la casa, totalmente sin aliento, con el al- SERAFINA: Malocchio! Malocchio!
to copete brillante que comienza a volcarse sobre su frente.)
(Tapándose la cara con una mano. Serafina hace cuer-
SERAFINA: ¡ R o s a ! ¡Entra a la casa! ¡ N o mires a la Strega! nos cotí la otra para protegerse del mal de ojo. La escena se
oscurece.)
(Sola en el salón, Estelle toma la foto de Rosario. Impe-
tuosamente, la mete en su cartera y sale corriendo de la ca-
sa, justo cuando Serafina vuelve al patio delantero.)
ESCENA 2
ROSA (negándose a moverse): ¿ P o r q u é la llamas bruja?
Es justo antes del amanecer del día siguiente. El Padre
(Serafina aferra el brazo de su hija y la arroja adentro De Leo, un sacerdote, y varias mujeres con chales negros,
de la casa.) incluida Assunta, están de pie afuera de la casa. El interior
de la casa está apenas iluminado.
SERAFINA: Tiene un ojo blanco y todos los dedos torcidos.
(Arrastra a Rosa del brazo.) GIUSEPPINA: H a y luz en la casa...
ROSA: ¡Tiene cataratas, mamma, y sus dedos están torcidos EPPINA: ¡ O i g o la m á q u i n a de coser!
porque tiene reumatismo! 'lOLETTA: ¡Es Serafina! Está trabajando. Tiene una pieza de
SERAFINA: Malocchio-el mal de o j o - ¡eso es lo que tiene! Y sus seda color rosa.
dedos están torcidos porque le estrechó la mano al diablo. ASSUNTA: Oye nuestras voces.
Entra en la casa, lávate la cara con agua salada y después V I O L E T T A : H a dejado caer la seda al suelo y está...
tira el agua salada. ¡Entra! ¡Rápido! ¡Se acerca! GIUSEPPINA: ¡ A g a r r á n d o s e la garganta! Creo que...
PEPPINA: ¿ Q u i é n va a decirle?
(El P e q u e ñ o pega un grito de triunfo. VIOLETTA: El padre De Leo se lo d i r á .
Serafina va abruptamente a la galería. En el mismo mo- PADRE D E L E O : creo que una mujer debería decírselo. Creo
mento el chico corre triunfalmente alrededor de la casa, lle- que Assunta debe decirle que Rosario ha muerto.
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ESCENA 3
ASSUNTA: N o será necesario decirle. L o s a b r á cuando nos
vea.
Es el mediodía del mismo día. Assunta está sacando
(Hay un poco más de luz adentro de la casa. Serafina una corona mortuoria a la puerta de la casa. El doctor y el
está de pie en una actitud congelada con la mano aferrando Padre De Leo están en la galería.
ASSUNTA: ¡Creo que ya sabe lo que vinimos a decirle! mujer m u y fuerte y eso no la m a t a r á . Pero está tratan-
PADRE D E L E O : Andiamo, Signore! Debemos ir a la puerta. do de no respirar. H a y que cuidarla y no permitirle que
salga de la cama. (Extrae una jeringa y un pequeño pa-
(Suben los escalones de la galería. Assunta abre la puerta.) quete de su valija y se las alcanza a AssuntaJ... Es mor-
fina. En el brazo con la aguja si grita o lucha por volver
a levantarse.
SERAFINA (jadeando): ¡ N o hablen!
ASSUNTA: Capiscol
(Se aparta del grupo, tropezando ciegamente hacia PADRE D E LEO.- Una cosa quiero dejar en claro. El cuerpo de
atrás, en medio de los maniquíes de modista. Con un jadeo Rosario no debe incinerarse.
se da vuelta y sale corriendo por la puerta de atrás. En unos E L MÉDICO: ¿Vio el "cuerpo de Rosario"?
momentos la vemos tropezando afuera cerca de la palmera. PADRE D E L E O : SÍ, he visto su cuerpo.
Viene al frente de la casa y mira ciegamente a la distancia.) E L M É D I C O : ¿ N o diría que está incinerado?
PADRE D E L E O : Por supuesto que el cuerpo está incinerado.
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comprende. Encuentran a Dios los unos en los otros. Y PADRE D E L E O : Ferme! Ferme! Signore, fermatevi nel nome
cuando pierden a uno, pierden a Dios y se sienten per- di Dio!... ¡Tengan un poco de respeto!
didos. Y es difícil ayudarlos... ¿ Q u i é n es esa mujer?
(Las mujeres se apartan de Estelle, quien se queda acu-
(Estelle Hohengarten ha aparecido frente a la casa. Lu- rrucada llorando en el camino.)
ce un velo negro y lleva un ramo de rosas.)
ESTELLE: Verlo, verlo, sólo verlo...
EsTELLE: Soy Estelle Hohengarten. PADRE D E L E O : El cuerpo está aplastado y quemado. Nadie
puede verlo. ¡ A h o r a vayase y nunca m á s vuelva a q u í ,
(Instantáneamente hay un gran alboroto en la casa. Las Estelle Hohengarten!
lloronas se amontonan en la galería, susurrando y gesticu- LAS MUJERES (en ambas lenguas, ferozmente): Va via, va via,
lando excitadas.) vayase.
PADRE D E L E O : ¿Para q u é vino aquí? (llosa viene del otro lado de la casa. Estelle se da vuelta
ESTELLE: A decirle a d i ó s al cuerpo. y se retira. Una de las lloronas escupe y patea el velo y las
PADRE D E L E O : El a t a ú d está cerrado; el cuerpo no puede rosas apelotonadas. El padre De Leo se va. Las otras vuel-
verse. Y usted no debe volver m á s a q u í . La viuda no sa- ven adentro, excepto Rosa.
be nada de usted. Nada de nada. Pasados unos momentos, la niña se dirige hacia ¡as ro-
GlUSEPPiNA: ¡Nosotras sabemos de usted! sas. Las recoge y cuidadosamente desprende el velo de las
PEPPINA: Va v i a ! Sporcacciona! espinas.
V l O L E T T A : Puttana! Se sienta en los escalones desvencijados y pone el velo
M A R I E L L A : Assassina! negro sobre su cabeza. Entonces, por primera vez empieza
TERESA: Usted lo m a n d ó a los Romano. a llorar, salvaje, histr iónicamente. El pequeño aparece y la
PADRE D E L E O : ¡ S h h h h ! mira, momentáneamente impresionado por el espectáculo
que da. Luego toma una pelota de goma y empieza a arro-
(De pronto las mujeres se precipitan por los escalones jarla.
como una nube de pájaros atacando, todas gritando en si- Rosa se siente ultrajada. Pega un salto, se arranca el ve-
ciliano. Estelle se acurruca y baja la cabeza defensivamente lo y corre hacia el pequeño, dándole un sonoro bofetón y
ante su ataque salvaje. Le arrancan el ramo de rosas de las arrancándole la pelota.)
manos enfundadas en guantes negros y le golpean la cabe-
za y los hombros con él. Las espinas se enganchan en su ve- ROSA: ¡Vete a tu casa! ¡Mi p a p á m u r i ó !
lo y se lo arrancan de la cabeza. Ella se cubre con las manos
el blanco rostro sollozante.) (La escena se oscurece mientras se vuelve a oír la música.)
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S á q u e n l e el cuchillo... se c o r t ó la m u ñ e c a con... M a -
SERAFINA: A i u t o ! A i u t o ! (Vuelve a zambullirse en la casa.) donna! Madonna mia...
AssuNTA: Smettila, smettila, Serafina.
(La s e ñ o r i t a Y o r k e , una maestra solterona de la es- si ÑORITA Y O R K E (saliendo del cuarto trasero): S e ñ o r a Delle
cuela secundaria, camina rápidamente hacia la casa. Las Rose, su hija no se ha cortado la m u ñ e c a . Ahora vuelva
mujeres sicilianas, ahora hablando todas a la vez como a la casa.
una nube de pájaros, se mueven a su alrededor mientras Si RAFINA (jadeando): Che dice, che dice? Che cosa? Che co-
se acerca.) sa dice?
SEÑORITA Y O R K E : SU hija está m u y bien. Vuelva a la casa. Y
SEÑORITA Y O R K E : ¡ S e ñ o r a s , ustedes saben que no entiendo ustedes, s e ñ o r a s , ¡por favor vayanse!
italiano! Así que, por favor... AssuNTA: Vieni, Serafina. A n d i a m o a casa. (Sostiene el pe-
sado y jadeante bulto de Serafina en los escalones.
(Entra directamente en la casa. Se oyen más gritos Mientras suben los escalones una de las madres sicilia-
adentro. La Strega viene y se para en el borde del patio, nas avanza desde el grupo susurrante.)
riéndose despectivamente.) GiUSEPPlNA (osadamente): Serafina, no nos vamos hasta que
no nos des nuestros vestidos.
L A STREGA (dirigiéndose a alguien): ¡Las tanas e s t á n ar- PEPPINA; La g r a d u a c i ó n empieza y las chicas no e s t á n vesti-
mando lío de vuelta!... Tuvo a la hija encerrada desnu- das.
da a h í adentro toda la semana. ¡Ja, ja, ja! Encerrada to-
da la semana... desnuda... gritando por la ventana para (La respuesta de Serafina a este pedido inoportuno es
decirle a la gente que llamara a un n ú m e r o y le diera un un largo aullido animal de desgracia mientras la acompa-
mensaje a Jack. ¡Ja, ja, ja! ¡Supongo que ya está en pro- ñan a la casa. La s e ñ o r i t a Yorke sigue y cierra la puerta fir-
blemas, y sólo tiene quince!... N o son civilizados estos memente frente a las mujeres, que entonces van a la parte
sicilianos. En su tierra, viven en cuevas en las colinas y trasera de la casa. El interior de la casa está iluminado.)
el p a í s lo gobiernan bandidos. ¡Ja, ja, ja! Todo el tiem-
po vienen m á s sicilianos en barcos. (La puerta se abre SEÑORITA Y O R K E (a Serafina,): N o , n o , n o , no está sangran-
violentamente de nuevo y Serafina reaparece en la gale- do. ¿Rosa? Rosa, ven a q u í y m u é s t r a l e a t u madre que
ría. Esta actuando sin control, como demente.) no te estás desangrando.
SERAFINA (jadeando en un ronco susurro): Se c o r t ó la m u -
ñ e c a , m i hija, ¡se c o r t ó la m u ñ e c a ! (Sale corriendo al ("Rosa aparece silenciosa y hosca entre las cortinas que
patio.) ¡Ayyyyyyyyy! Aiutatemi, aiutatemi! ¡Llamen al separan las dos habitaciones. Tiene un pequeño pañuelo
dottore! (Assunta se apresura hacia Serafina y la sostie- blanco atado alrededor de una muñeca. Serafina señala la
ne cuando está a punto de caer de rodillas en el patio.) muñeca y grita: "¡Ayyy!")
¡Sáquenle el cuchillo! ¡Sáquenle el cuchillo, por favor!
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implorante, y su mandíbula se abre en una expresión de de- en esa escuela superior! (Mientras Serafina camina de
solación casi cómica.) un lado al otro, mueve sus caderas con el estilo exage-
radamente beligerante de un torero que desfila.)
SERAFINA: H O solo te, solo te... in questo mondo! ASSUNTA: Piantala, Serafina! Andiamo a casa!
SEÑORITA Y O R K E : ¡Bueno, bueno, s e ñ o r a Delle Rose, basta SERAFINA: ¡ N O , no, no t e r m i n é de hablarle a esa maestra!
de excitación, por favor! ASSUNTA: ¡Serafina, m í r a t e , no estás vestida!
SERAFINA (lanzándose súbitamente tras ellas en un estallido SERAFINA: Estoy bien vestida; no estoy desnuda. (Mira sal-
de furia): Senti, senti, per favore! vajemente a la maestra junto a la palmera. Las madres
ROSA: ¡ N o te atrevas a salir así a la calle!... Mama! sicilianas vuelven al patio delantero.)
ASSUNTA: Serafina, cara? A n d i a m o a casa, adesso!... Basta!
(Se agacha y se tapa la cara avergonzada, mientras Se- Basta!
rafina, sin darle importancia se lanza al patio delantero con SERAFINA: Aspetta!
su viso chocante, haciendo gestos salvajes.) ROSA: Tengo tanta v e r g ü e n z a que me p o d r í a morir, estoy
tan avergonzada. O h , usted no sabe, s e ñ o r i t a Yorke,
SERAFINA: D a n ese baile donde se mezcla con un marinero. c ó m o vivimos. Ella nunca se pone un vestido; se queda
¿ Q u é se creen que hacen en esa escuela superior? (Llo- todo el tiempo con ese viso rosa sucio y viejo... Y le ha-
rando desoladamente, Rosa corre a la galería.) ¿Cuán- bla a las cenizas de m i padre como si estuviera vivo.
to de superior es esta escuela superior? Escuche, ¿cuán- SERAFINA: Maestra! Maestra, senti! ¿ Q u é se creen que ha-
to de superior es esta escuela superior? M i r e , mire, cen en esta escuela superior? Sentite! Per favore! ¡ D a n
mire, ¡se lo voy a mostrar! ¡Es tan superior como esa este baile! ¿ Q u é clase de baile de primavera es? C o n t é s -
bosta de caballo que hay en la calle! (Serafina señala teme esta pregunta, por favor. ¿ Q u é clase de baile de
violentamente al frente de la casa.) Sí! 'Sta fetentissima primavera es? Ella conoce a este chico a h í que n i si-
scuola! Scuola maledetta! quiera va a una escuela superior. ¿ Q u é tipo de chico?
G u á r d a t e ! ¡Un marinero que usa un aro de oro! ¡ Q u é
(Rosa pega un grito y corre hasta la palmera, recostán- clase de chico es la clase de chico que conoce ahí!... Por
dose contra ella, con lágrimas de mortificación.) eso guardo sus ropas bajo llave para que no pueda v o l -
ver a la escuela. (Súbitamente a Assunta J ¡Ella se corta
SEÑORITA Y O R K E : Señora Delle Rose, está hablando y com- la m u ñ e c a ! ¡Sigue sangrando! (Se golpea la frente tres
p o r t á n d o s e muy mal. N o comprendo c ó m o una mujer veces con el puño.)
que actiia como usted puede tener una hija tan dulce y ROSA: ¡ M a m a , das asco! (Sale corriendo.)
refinada... ¡ N o se la merece!... Realmente... (Va a la
palmera.) (La señorita Yorke corre tras ella. Serafina se hace pan-
SERAFINA: A h , quiere que le hable refinado a usted, ¿eh? En- talla con una mano sobre los ojos para verlas partir por la
tonces h á g a m e un favor. ¡Dejen de arruinar a las chicas calle en la brillante luz primaveral.)
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ESCENA 5
SERAFINA: ¡Asco!
BESSIE: N O logro entender por q u é es tan importante reco-
ger una blusa a lunares cuando es probable que nos ha-
(La música vuelve brevemente para marcar una divi-
ga perder el tren de las doce.
sión.)
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FLORA: ¡Serafina! ¡Serafina! na.) Empiece mujer, ¡junte las dos bandas! Si no lo ha-
BESSIE: Tenemos sólo quince minutos para llegar a la esta- ce, voy a denunciarla ante la C á m a r a de Comercio pa-
ción y me voy a desmayar en el tren si antes no me to- 1.1 que le quiten la licencia!
mo un café... RAÍ INA (ansiosamente): ¿De q u é licencia está hablando?
FLORA: T ó m a t e una coca en el tren, Bessie. ¡No tengo ninguna licencia!
BESSIE. ¡ N O t o m a r é nada en el tren si no tomamos el tren! 11 ( IRA: ¿Oyes eso, Bessie? ¡No tiene ninguna licencia!
\\\ SS1E: ¿Ni siquiera tiene licencia?
(Serafina vuelve a salir corriendo del dormitorio, bas- Si RAÍ INA (yendo rápido hacia la máquina): ¡Voy... voy a co-
tante sin aliento, con un vestido de seda púrpura puesto. sérselas! Pero me h a r á llegar tarde a la g r a d u a c i ó n de
Cuando pasa delante del maniquí de sombrerería vuelve a mi hija, h a r é que lo lamente de alguna manera...
aferrar el sombrero y se lo planta en la cabeza.)
(Trabaja con furiosa rapidez. Se oye el silbato de un
SERAFINA: ¡Reloj pulsera! ¡Reloj pulsera! ¿ D ó n d e puse el re- tifii.)
loj pulsera? (Oye a Flora gritando y golpeando y corre
a la puerta.) l'.i SSIE (rabiosa y golpeando a Flora con su cartera): ¡El tren
BESSIE: Fíjate si la puerta no está abierta. se está yendo! ¡ O h , Dios, hizo que lo p e r d i é r a m o s !
FLORA (entrando de un empujón): Sólo dime, ¿está lista o PLORA: Bessie, sabes que hay o t r o a las 12:45.
no? BESSIE: ¡ES el aspecto... egoísta del asunto lo que me enfer-
SERAFINA: ¡ O h ! Usted. N o me moleste. Estoy atrasada para ma! (Camina rápidamente de arriba abajo.)
la g r a d u a c i ó n de m i hija y ahora no puedo encontrar su FLORA: Q u é d a t e quieta, Bessie. N o te canses los pies antes
regalo de g r a d u a c i ó n . de que lleguemos a la ciudad....
FLORA: Tiene mupho tiempo. BESSIE: M o l l y me dijo que la ciudad rebosaba de excitación.
SERAFINA: ¿ N O oyeron a la banda tocando? Están tirando bolsas de papel llenas de agua desde las
FLORA: Sólo están practicando. Bueno, Serafina, ¿ d ó n d e es- ventanas del hotel.
tá m i blusa? FLORA: ¿En q u é hotel e s t á n tirando bolsas de papel?
SERAFINA: ¿Blusa? ¡ N o está lista! ¡Tuve que hacer catorce BESSIE: ¡ Q u é pregunta tonta! El Hotel Monteleone.
vestidos de g r a d u a c i ó n ! FLORA: ES un hotel anticuado.
FLORA: Una promesa es una promesa y una excusa sólo una BESSIE: Puede ser anticuado pero te sorprenderías ante algunas
excusa. de las cosas modernas, bien actualizadas que pasan ahí.
SERAFINA: ¡Tengo que llegar a la escuela! FLORA: ¡Oí, oí que los legionarios agarraron a una chica en
FLORA: ¡Tengo que llegar a la estación con esa blusa! la calle Canal! ¡Le arrancaron la ropa y la mandaron a
BESSIE: Vamos al desfile de la Legión Americana en Nueva su casa en taxi!
Orleáns. BESSIE: ¡Perseguiría como un perro furioso al que se atrevie-
FLORA: ¡Allí, allí, allí, allí está! (Toma la blusa de la máqui- ra a intentar algo así conmigo!
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camino de ahí! (Retiene el aliento en un sollozo.) Y tal SERAFINA: M i familia era de campesinos, c o n t a d i n i , pero
vez ése sea el m o t i v o por el que no estoy loca por los él... ¡él venía de terratenientesl Signorile, m i marido...
hombres y no me gusta la charla de las mujeres que lo A la noche me siento a q u í y me satisface recordar, por-
e s t á n . Pero estoy interesada, ahora, en la felicidad de que tuve el mejor... N o el tercero n i el segundo, sino el
m i hija, que se g r a d ú a esta m a ñ a n a en la escuela supe- mejor, ¡el único mejor!... Entonces ahora me quedo
rior. Y ahora voy a llegar tarde, ¡está tocando la banda! a q u í y estoy satisfecha de recordar...
¡Y he perdido su reloj pulsera!... ¡su regalo de gradua- BESSIE: Vamos ¡salgamos! ¡A la estación!
ción! (Da vuelta alrededor distraídamente.) I i <)RA: Espera, quiero o í r esto, ¡es demasiado bueno para
BESSIE: Flora, ¡vamonos!... ¡Al diablo con esa maldita blusa! perdérselo!
FLORA: O h , no, ¡sólo espera un minuto! ¡ N o acepto insul- SERAFINA: Cuento las noches que lo tuve toda la noche en mis
tos de nadie! brazos y puedo decir c u á n t a s fueron. Cada noche du-
SERAFINA: Vayan, vayan a Nueva O r l e á n s , ustedes dos, l o - rante doce a ñ o s . Cuatro m i l . . . trescientas... ochenta. El
cas por los hombres, ¡vayan! Y levántense un hombre n ú m e r o de noches que lo tuve en mis brazos. Y estoy sa-
en la calle Canal ¡pero no en m i casa, en m i ventana, en- tisfecha con eso. Lloro por él. Sí, m i almohada por la no-
frente de las cenizas de m i m a r i d o muerto! (La banda che nunca está seca... pero me satisface recordar. Y me
de la escuela secundaria está tocando una melodía mar- sentiría barata, degradada e inadecuada para vivir con
cial a la distancia. El pecho de Serafina sube y baja vio- mi hija o bajo el techo con la urna de sus cenizas bendi-
lentamente; se toca el corazón y por un momento pare- tas, las... cenizas de una rosa... si después de ese recuer-
ce olvidar que debe irse.) N o me interesa nada, no me do, después de conocer a ese hombre, fuera con otro, un
interesan los hombres que se ponen gordos y pelados hombre de edad mediana, no joven, no lleno de pasión
con trajes de soldaditos de juguete, que les arrancan las joven, sino que está echando panza y perdiendo el pelo y
ropas a las chicas en la calle Canal y que arrojan bolsas huele a sudor y a alcohol... ¡y tratara de e n g a ñ a r m e con
de papel por las ventanas del hotel. Simplemente no es- que eso es hacer el amor! Yo sé lo que era hacer el amor.
toy interesada en ese tipo de cuestiones de mujeres l o - Y estoy satisfecha sólo de recordar... (Está jadeando co-
cas por los hombres. Recuerdo a m i marido con cuerpo mo si hubiera corrido escaleras arriba.) ¡Adelante, h á -
de muchacho y, en su cabeza, cabello tan espeso y negro ganlo, vayan a las calles y dejen que les tiren sus bolsas
como el m í o y la piel tan suave y dulce como un p é t a l o de agua sucia encima!.. Estoy satisfecha de recordar el
de rosa amarilla. amor de un hombre que fue mío... ¡sólo míol ¡ N u n c a to-
FLORA: O h , ¿era una rosa} cado por la mano de nadiel \De nadie salvo yol... ¡Sólo
SERAFINA: ¡Sí, sí, una rosa, una rosa! yo! (Jadea y sale corriendo a la galería; el sol inunda su
F L O R A : Sí, ¡una rosa de t a ñ o ! . . . ¡de g á n g s t e r ! . . . ¡ h a c i e n d o figura. Parece asombrarla. Se descubre sollozando. Re-
contrabando hormiga de drogas debajo de una carga de vuelve su cartera en busca de su pañuelo.)
bananas! I-LORA (yendo a la puerta abierta): ¿ N u n c a lo t o c ó nadie?
BESSIE: ¡Flora, Flora, vamos! SERAFINA (con orgullo feroz): ¡ N u n c a nadie salvo yo!
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SERAFINA: \Haz que me arresten, hazlo, basura, demonio, aterrada actitud de escucha.) Che? Che dice, Signora?
mentirosa\ ¡ M e n t i - r o o o o o o - s a a a a a ! ¡Oh, Señora!¡Dame una señal!
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tan oscuro a q u í ? . . . Jack, abre las persianas... Q u i e r o (llosa tiembla de ansiedad mientras Jack avanza ner-
presentarte a m i madre... viosamente desde la sala. Antes de que entre, Serafina vuel-
JACK: N o es mejor que me vaya y... ve a derrumbarse con un gemido bajo, quedando en posi-
ROSA: N o . ¡Abre las persianas! ción despatarrada.)
(Se abren las persianas y Rosa descorre las cortinas en- ROSA (violentamente): M a m a , mama, su, mama! (Serafina
te los dos cuartos. La luz del sol inunda la escena. Se la ve se sienta a medias erguida.) N o d u r m i ó bien anoche...
a Serafina desplomada en una silla frente su mesa de tra- M a m á , ¡este es Jack Hunter!
bajo en el comedor, cerca de la máquina de coser Singer. JACK: H o l a , señora Delle Rose. Es un gran placer conocerla.
Está grotescamente rodeada por los maniquíes, como si
hubiera mantenido una silenciosa conferencia con ellos. (Hay una pausa. Serafina mira indiferentemente al mu-
Su aspecto, desaliñado y de entre casa, es a la vez cómico chacho.)
y chocante.)
ROSA: ¡ M a m a , mama, d i algo!
ROSA (terriblemente avergonzada): M a m a , mama, ¡dijiste JACK: Tal vez t u m a m á quiere que yo... (Hace un gesto tor-
que estabas bien vestida! ¡Jack, q u é d a t e afuera un mo- pe hacia la puerta.)
mento! ¿ Q u é o c u r r i ó , mama? ROSA: N O , no, m a m á sólo está cansada. M a m á es modista;
hizo un m o n t ó n de vestidos para la g r a d u a c i ó n . ¿ C u á n -
(Jack se queda en la sala. Rosa cierra las cortinas, afe- tos, c u á n t o s vestidos de g r a d u a c i ó n tuviste que hacer,
rra un vestido y se lo arroja a Serafina. Le peina el cabe- mamá?
llo hacia atrás, apartándolo de su rostro brillante de su- SERAFINA (torpemente): Fa niente...
dor, le frota la cara con un pañuelo y le echa polvo. JACK: Esperaba verla en la g r a d u a c i ó n , señora Delle Rose.
Serafina se somete a esta tarea cosmética con una mirada ROSA: Supongo que m a m m a estaba demasiado cansada
azorada.) para ir.
SERAFINA: Rosa, cierra la puerta delantera y é c h a l e llave.
ROSA (haciendo gestos verticales): Su, su, su, su, su, su, su, H a b í a un... policía... (Se produce una pausa.) ¿ Q u é ? . . .
su, su! ¿qué?
JACK: M i hermana se graduaba. M i madre estaba allí y tam-
(Serafina se incorpora ligeramente en su silla, pero si- bién m i tía... y un m o n t ó n de primos... Esperaba que to-
gue con aspecto estupefacto. Rosa vuelve a la sala y abre las dos ustedes... pudieran... conocerse....
cortinas nuevamente.) ROSA: Jack te trajo flores.
JACK: Espero que le gusten las rosas tanto como a m í . (Le
ROSA: ¡Entra, Jack! ¡ M a m á está lista para conocerte! alcanza el ramo. Ella lo toma con gesto ausente.)
ROSA: M a m m a , di algo, d i algo simple como "Gracias".
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SERAFINA: Gracias.
SERAFINA (volviendo un poco en sí): Diploma, ¿ d ó n d e está?
ROSA: Jack, cuéntale a m a m á de la graduación; descríbesela.
¿ N o te dieron n i n g ú n diploma?
JACK: M i madre dijo que era como el país de las hadas. ROSA: Si, si, mama! Eccolo! Guarda, guarda! (Levanta el
ROSA: ¡Cuéntale lo que llevaban los muchachos! diploma atado con una cinta.)
JACK: ¿ Q u é . . . q u é llevaban? SERAFINA: Va bene... P o n i ó en el cajón con las ropas de tu
ROSA: O h , sabes lo que llevaban. ¡Llevaban sacos azules y padre.
pantalones blancos y cada uno tenía un clavel! Y h a b í a JACK: Señora Delle Rose, tendría que estar muy, muy orgu-
tres parejas que bailaron un baile antiguo, un m i n u é , Uosa de su hija. Se p a r ó delante de la multitud y recitó
m a m á , con la Canción de la primavera de Mendels- un poema.
sohn. ¿ N o fue precioso, Jack? Pero una chica se p a t i n ó ; ROSA: Sí, lo hice. ¡ O h , estaba tan excitada!
¡no estaba acostumbrada a los vestidos largos! Se pati- JACK: Y, señora Delle Rose, su hija, Rosa, estaba tan linda
n ó y c a y ó sobre su... ¡ja, ja! ¿ N o fue gracioso, Jack, no cuando subió al escenario... que la gente e m p e z ó a ha-
lo fue, no lo fue, Jack? cer " ¡ O h h h h h h h h ! " . . . así. ¿Sabe lo que quiero decir?
JACK (preocupado): Creo que tu m a m á . . . Todos empezaron a hacer.... " ¡ O h h h h h h h h h h h h h h ! "
ROSA: ¡ O h , m i premio, m i premio, me olvidé de m i premio! como un... como un... viento que... se pusiera a soplar.
JACK: ¿ D ó n d e está? Porque su hija, Rosa era tan...¡adorable de mirar! (Se
ROSA: Los pusiste junto al cartel de costura cuando busca- ha inclinado hacia Serafina para hacer la descripción
ba la llave. cerca de su rostro. Ahora se endereza y le sonríe orgu-
JACK: O h , d i s c ú l p a m e , voy a buscarlos. (Se aleja por la sala. lloso a Rosa.J ¿ Q u é se siente al ser la madre de la chica
Rosa se vuelve hacia su madre y se arrodilla junto a su m á s linda del mundo?
silla.) ROSA (estallando de pronto de puro encantada): ¡Ja, ja, ja,
ROSA (con un susurro aterrado): ¡ M a m a , algo p a s ó ! ¿ Q u é ja, ja, ja! (Echa la cabeza hacia atrás en un rapto.)
p a s ó , mama? ¿ N o me puedes decir, mama? ¿Es por lo SERAFINA (volviendo en sí): ¡Cállate!
de esta m a ñ a n a ? M i r a , ¡me s a q u é la venda, era sólo un R.OSA: ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! (No puede con-
a r a ñ a z o ! Así que, mama, olvídalo. ¡Piensa que fue sólo trolar su risa extática. Se aprieta la mano contra la bo-
un mal s u e ñ o que nunca o c u r r i ó ! ¡ O h , mama! (Le da ca pero su risa sigue surgiendo.)
varios besos rápidos en la frente. Jack vuelve con dos SERAFINA (levantándose de pronto con rabia): Pazza, pazza,
grandes libros atados con una cinta de satén.) pazza! Finiscila! Basta, via! (llosa se da vuelta a toda
JACK: A q u í están. velocidad para ocultar sus convulsiones de alegría. A
ROSA: M i r a lo que tengo, mama. Jack.j Ponga los libros de regalo en la sala y cierre la
SERAFINA (torpemente): ¿Qué? puerta del frente; iba a venir un policía por un proble-
ROSA: ¡El Resumen del conocimiento! ma... (Jack toma los libros.)
J A C K : ¡Está todo en él, de Abracadabra a Z o o l ó g i c o ! M i KOSA: M a m a , ¡nunca te he visto así! ¿ Q u é va a pensar Jack,
hermana estaba celosa. ¡Ella sólo tuvo un diploma! m anima?
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sangre fría... ¡Mi hija es virgenl Es... o era... me gusta SA (con cortesía sarcástica): ¡Si, mama!
ría saber... \qué es ahora! i \ i INA: ¿ Q u é es usted? ¿Católico?
JACK: ¡Señora Delle Rose! Tengo que decirle algo. Puede no i K: ¿Yo? Sí, s e ñ o r a , católico.
creerlo. Es algo difícil de decir. Pero yo también soy.... 11; AI INA: ¡A m í no me parece c a t ó l i c o !
virgen. | ISA (gritando, desde la puerta): O h , Dios, mama, ¿ q u é as-
SERAFINA: ¿Qué? No. N o le creo. pecto tienen los c a t ó l i c o s ? ¿En q u é se diferencian de
J A C K : Bueno, sin embargo es verdad. Esta es la primera ve/. c nalquier otro?
que... yo... I KAFINA: ¡ Q u é d a t e afuera hasta que te llame! (Rosa va al
SERAFINA-. ¿La primera vez que usted qué? baño del pájaro y se pone a rezar. Serafina se vuelve ha-
J A C K : La primera vez que realmente quise... . ta JackJ Dése vuelta, por favor,
SERAFINA: ¿ Q u i s e qué? i K: ¿ Q u é haga qué, s e ñ o r a ?
J A C K : Hacer.... el amor.... i' \ i INA: ¡Le dije dése vuelta! (Jack se da vuelta torpemen-
SERAFINA: ¿Usted? ¿Un marinero? te) ¿ P o r q u é hacen los pantalones de la M a r i n a tan
J A C K (suspirando profundamente): Sí, s e ñ o r a . ¡Tuve opoi il'ietados?
tunidades de hacerlo!... Pero yo... siempre pensé en mi i i ¿Hacen qué, señora?
madre... Siempre me... p r e g u n t é , si ella pensaría... qiM | \ (oyendo desde el patio): O h , Dios m í o . . .
esta o aquella persona era... ¡decente! • i (ruborizándose): Ésa es una pregunta que t e n d r á que
SERAFINA: Pero con m i hija, m i Rosa, ¿su madre le dice ade li.icerle a la M a r i n a , s e ñ o r a Delle Rose.
¡ante?., ¡adelante, hijo! H \ i INA: ¿Y ese aro de oro, para q u é es ese aro de oro?
J A C K : ¡Señora Delle Rose! (Avergonzado)... S e ñ o r a Delle • • \ (gritando desde la puerta): Por cruzar el Ecuador, mam-
Rose, yo... m.i; lo cruzó tres veces. ¡Lo iniciaron en la corte de Nep-
SERAFINA: Hace dos semanas le golpeaba las manos por ral tuno y tiene que usar un aro de oro! ¡Es un lobo de mar!
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SERAFINA: Sé lo que quieren los hombres... ¡no comer paja- SERAFINA (volviendo a Jack): ¡Ahora diga d e s p u é s de m í l o
ritas de m a í z con las chicas o patinar sobre hielo! Y los que yo digo!
chicos son iguales, sólo que m á s jóvenes... Venga a q u í . |ACK: Sí, s e ñ o r a .
¡Venga a q u í !
(Rosa empuja las persianas de nuevo y las abre.)
( l l o s a oye la apasionada voz de su madre. Corre de la
palmera a la puerta trasera y la golpea con ambos puños.) SERAFINA: Le prometo a la Santa M a d r e que r e s p e t a r é la
inocencia de la hija de...
ROSA: M a m a ! M a m a ! ¡ Á b r e m e la puerta, Jack! ROSA (angustiada): Maaaaa-ma!
JACK: Señora Delle Rose, su hija la está llamando. SERAFINA: ¡Sal de esa ventana!... ¿Y bien? ¿Va a decirlo?
SERAFINA: ¡ Q u e llame!... Venga a q u í . (Se dirige al altar de JACK: SÍ, s e ñ o r a . ¿ Q u é era, de vuelta?
Nuestra Señora.) ¡ Venga aquí! SERAFINA: Le prometo a la Santa Madre...
JACK: Le prometo a la Santa Madre...
(Desesperando de la puerta trasera, Rosa corre hacia el SERAFINA: Porque espero ser salvado p o r la Bendita Sangre
frente. Unos momentos más tarde, abre de un empujón las de Jesús....
persianas de una ventana y se introduce a medias. Jack se JACK: Porque espero ser salvado por la....
dirige aprensivamente hacia Serafina ubicada frente a la SERAFINA: Bendita Sangre de...
Madona.) JACK: J e s ú s . . .
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SERAFINA: ¿Un beso? ¿A mí? ¡ N o , no, no, no!.. Que me be- Serafina sale afuera a los tropezones, protegiéndose los
se la mano... ojos con una mano y extendiendo el regalo con la otra.)
¡Rosa, Rosa, tu regalo! Regalo, regalo... ¡tesoro!*
(Le ofrece la mano, tímidamente, y Jack le da un sono-
ro beso. Rosa aferra la botella de vino.) (Pero el auto ha arrancado, con una mezcla de voces
gritando adiós, que se desvanecen lentamente hasta que no
R O S A : M a m a , ¡ve a buscar unos vasos de vino! se las escucha más. Serafina se da vuelta vagamente en la hi-
riente luz del sol y avanza a tientas hacia la puerta. Se oye
(Serafina va a buscar los vasos y Rosa de pronto se da una despectiva risa de la bruja que vive al lado. Serafina con
vuelta hacia Jack. Fuera de la mirada de su madre, se apo- y,esto ausente abre el paquete y saca un pequeño reloj de
dera apasionadamente de la mano de él y la aprieta, prime- oro. Le da cuerda y luego lo sostiene contra su oído. Lo sa-
ro contra su cuello, luego contra sus labios y finalmente cude y lo pone nuevamente contra su oído. Luego lo apar-
contra su pecho. Jack retira violentamente la mano cuando ta de ella y lo mira ferozmente.)
Serafina vuelve con los vasos. Se oyen voces llamando des-
de la carretera.) SERAFINA (golpeándose el pecho tres veces): ¡Tic... tic... tic!
(Va hacia la Madona y la enfrenta.) ¡ H a b í a m e , S e ñ o r a !
VOCES AFUERA: ¡ R o - s a ! . . . ¡Ro-sa!... ¡Ro-sa! ¡Oh, S e ñ o r a , dame una señal!
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Acto segundo
ESCENA 1
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(El padre De Leo se acerca a la casa. Serafina se hunde SERAFINA: Ustedes, s e ñ o r a s , ¿ q u é quieren? ¡ N o coso m á s !
en la silla para escapar de su atención. Él golpea la puerta. M i r e n , dejé de coser. (Baja el cartel de "COSTURA" y lo
arroja lejos.) Ahora tienen otros lugares adonde ir, se-
Al no recibir ninguna respuesta, mira al patio, la ve y se
ñ o r a s , ¡vayan a otros lugares! ¡ N o se queden paradas
aproxima a su silla. Se acerca más para dirigirse a ella con
enfrente de m i casa!
cariñosa severidad.)
PADRE D E L E O : Las s e ñ o r a s quieren ser amistosas.
SERAFINA: N O , no vienen para ser amistosas. Creen que sa-
PADRE D E L E O : Buon giorno, Serafina.
ben algo que Serafina no sabe; ¡piensan que tengo esto
SERAFINA (desmayadamente, con una especie de disgusto):
en la cabeza! (Serafina pone los dedos como cuernos a
Giorno...
cada lado de su frente.) Bien, ¡no los tengo! (Retrocede
PADRE D E L E O : Estoy sorprendido de verte sentada afuera
arrastrando los pies hasta ponerse delante de la casa. El
así. ¿ Q u é es lo que llevas puesto?... Creo que es ¡ropa
padre De Leo la sigue.)
interior!... Tiene un hombro suelto y tu cabeza, Serafi-
PADRE D E L E O : Esta m a ñ a n a me llamaste desesperada por
na, parece que la hubieras metido en un balde de acei-
algo.
te. ¡ O h , ahora veo por q u é las otras señoras del vecin-
SERAFINA: L O llamé esta m a ñ a n a pero no esta tarde.
d a r i o no e s t á n durmiendo la siesta! ¡Les resulta m á s
PADRE D E L E O : Tuve que bautizar al nieto del alcalde.
entretenido sentarse en la galería y observar el espec-
SERAFINA: ¡El alcalde es gente importante, Serafina no!
t á c u l o que estás d á n d o l e s ! . . . ¿ M e estás escuchando?...
PADRE D E L E O : N O vienes a confesarte,
Debo decirte que el cambio en t u aspecto y tu conducta
'.i RAFINA (volviendo a dirigirse a la galería): N o , no voy, no
desde la muerte de Rosario es chocante... ¡ c h o c a n t e !
voy, yo... ¡Auch! (Levanta un pie y salta sobre el otro.)
Una mujer puede tener dignidad en el dolor, pero cuan-
PADRE D E L E O : ¿Pisaste algo?
do l o lleva demasiado lejos se convierte en una especie
Si RAFINA (cayendo sobre los escalones): N o , no, no, no, no,
de autoindulgencia. ¡Ah, supe que esto ocurriría cuan-
no pisé... nada...
do rompiste las leyes de la Iglesia e hiciste cremar a t u
PADRE D E L E O : Entra en la casa. L o lavaremos con antisép-
marido! (Serafina se incorpora de la silla y vuelve difi-
tico. (Ella se incorpora y va rengueando hacia la casa.)
cultosamente a la galería. El padre De Leo la sigue.) A r -
Caminando descalza te lo vas a infectar.
mar un altarcito idólatra en tu casa y adorar una bote-
| | RAFINA: Fa niente....
lla de cenizas. (Ella se desploma sobre los escalones.)...
¿Me estás escuchando?
(En la parte alta del terraplén, un pequeño sale corriendo
(Dos mujeres han aparecido en el terraplén y descien- l < m un barrilete rojo y lo hace planear en el aire con gestos rí-
den hacia la casa. Serafina avanza pesadamente para en- gidos, como si estuviera haciendo una señal distante. Serafina
contrarse con ellas, como un toro cansado dándose vuelta i * hace sombra sobre los ojos con la palma para ver el barrile-
ir v luego, como si sus movimientos comunicaran un mensaje
para enfrentar otro ataque.)
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chocante, emite un asombrado grito suave y retrocede trope- de... tiempo! O h , ¡con c u á n t o orgullo caminabas, con
zando hacia la galería. Se inclina contra un pilar, pasándose la demasiado orgullo!... Pero ahora te agachas y te mue-
mano rápida y repetidamente por el cabello. El padre De Leo ves descalza con torpeza; vives como un convicto, ves-
se acerca de nuevo a ella, en cierta forma tímidamente.) tida con los harapos de un convicto. N o tienes compa-
ñ e r a s ; no te mezclas con mujeres. T ú . . .
PADRE D E L E O : ¿Serafina? SERAFINA: N O , no me mezclo con esas mujeres. (Clavándoles
SERAFINA: Che, che, che cosa vuole? los ojos a las mujeres del terraplén.) Los m a n i q u í e s que
tengo en mi casa, ¡con esos sí que me mezclo porque no
PADRE D E L E O : Tengo sed. ¿Entrarías en la casa y me d a r í a s
inventan mentiras!... ¿ Q u é clase de mujeres son? (Ha-
un poco de agua?
ciendo una imitación feroz) " ¡ A h h h , papito, ahhh, chi-
SERAFINA: Entre. Tome usted el agua. El grifo funciona... Yo
quito, ahhha, sí, sí, sí!" A los treinta años ya no les sirve
n o puedo entrar en la casa.
para nada el letto matrimoniale, no. ¡La cama grande va
PADRE D E L E O : ¿Por q u é no puedes entrar en la casa.
al s ó t a n o ! ¡ C o m p r a n camitas en Sears y duermen panza
SERAFINA: N O , no puedo respirar en la casa. La casa tiene te-
abajo!
cho de chapa y yo...
PADRE D E L E O : Attenzione!
(La Strega ha estado acercándose furtivamente a través SERAFINA: Hacen que la vida n o tenga gloria. En lugar de
del matorral de cañas fingiendo buscar un pollo.) c o r a z ó n tienen una congeladora en sus hogares. Los
hombres, no sienten nada de gloria, no cuando en la
L A STREGA: ¿Pollito, p o l l i t o , p o l l i t o , p o l l i t o , pollito? (Se casa tienen esas mujeres: van a los bares, pelean a h í , se
agacha para espiar debajo de la casa.) emborrachan, engordan, les ponen cuernos a las m u -
SERAFINA: ¿ Q u é es eso? ¿Es esa la...? Sí, ¡la Strega! (Toma un jeres porque ellas no les dan ese amor que es la gloria...
florero que tiene una planta muerta y atraviesa el patio.) Yo lo hice, le di la gloria. Para m í la cama grande era
¡Strega! Strega! (La Strega levanta la vista, retirándose hermosa como una religión. ¡ A h o r a me acuesto en ella
un poco.) Sí, t ú , ¡a t i me refiero! ¡No estás buscando nin- con s u e ñ o s , s ó l o con recuerdos! ¡Pero sigue siendo l i n -
gún pollo! ¡Vete ya mismo fuera de mi patio! (La Strega do para m í y no creo que el hombre de m i c o r a z ó n me
se retira, murmurando perversamente, hacia el matorral haya puesto los cuernos! (Las mujeres susurran.)
de cañas. Serafina hace la señal protectora de los cuernos ¿ Q u é , q u é e s t á n diciendo? ¿ A c a s o todos saben algo
que y o no sé?... N o , t o d o lo que quiero es una s e ñ a l ,
con sus dedos. El carnero bala.)
una señal de Nuestra S e ñ o r a , que me diga que la men-
PADRE D E L E O : N O tienes amigas, Serafina.
tira es una mentira. Y entonces yo.... (Las mujeres se
SERAFINA: N O quiero amigas.
ríen en el terraplén. Serafina se lanza ferozmente hacia
PADRE D E L E O : Sigues siendo una mujer joven. ¡Todavía te
ellas. Se desparraman.) ¡ C u i , c u i , cuac, cuac! G a l l i -
pueden elegir para el amor y... para volver a tener hijos!
nas... ¡ c o m o si les echaran agua! (Se oyen risas burlo-
Te recuerdo vestida de seda celeste en Misa una m a ñ a -
nas.)
na de Pascua, sí, ¡ c o m o una dama usando un... pedazo
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PADRE D E L E O : La gente se está riendo de t i en todas las ga- me contesta una pregunta... ¿ M e va a contestar una pre-
lerías. gunta?
SERAFINA: Y O t a m b i é n me r í o . E s c ú c h e m e , ¡me r í o ! (Estalla PADRE D E L E O : L O h a r é si sé la respuesta.
en una risa fuerte y falsa, primero desde la galería, lue- SERAFINA: Sí, ¡usted sabe la respuesta!... Usted oía las con-
go desde el pie del terraplén, después ubicándose frente fesiones de m i m a r i d o . (Se da vuelta para enfrentar al
a la casa.) ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! Ahora todos estamos cura.)
r i é n d o n o s . ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! PADRE D E L E O : SÍ, oía sus confesiones...
PADRE D E L E O : Z i t a ora!... Piensa en tu hija. SERAFINA (con dificultad): ¿Alguna vez le h a b l ó de una mujer?
SERAFINA (comprendiendo la palabra "hija"): ¡Usted, usted
piensa en m i hija! ¡Hoy usted entregó los diplomas, hoy (Un niño grita y atraviesa corriendo el frente de la casa.
en la escuela superior entregó los premios, los diplomas! El padre De Leo toma su sombrero Panamá. Serafina avan-
¡Usted le dio a m i hija una colección de libros que se lla- za lentamente hacia él. El comienza a alejarse de la casa.)
man El Resumen del conocimientol ¿ Q u é sabe ella? ¿Sa-
be c ó m o ser vulgar ya? ... O h , sí, eso es lo que hay que SERAFINA (corriendo tras él): Aspettate un momento!
aprender, ¡cómo ser vulgar y engañar!... ¡Sabe lo que ha- PADRE D E L E O (temeroso, sin mirarla): Che volete?
cen en esa escuela superior? ¡Ahí arruinan a las chicas! SERAFINA: Rispondetemi! (Se golpea el pecho.) ¿Le h a b l ó a
Dan bailes de primavera porque las chicas están locas usted de una mujer?
por los hombres. ¡ Y en ese baile m i hija se va con un ma- PADRE D E L E O : Sabes muy bien que no debes hacer semejan-
rineo que tiene un aro de oro en la oreja! ¡ Y pantalones te pregunta. Yo no rompo las leyes de la Iglesia. Los se-
tan apretados que una mujer no debería mirarlo! ¡Esta cretos de la confesión son sagrados para mí. (Se aleja.)
m a ñ a n a , esta m a ñ a n a se c o r t ó la m u ñ e c a con un cuchi- SERAFINA (persiguiéndolo y aferrándole el brazo): Tengo
llo porque yo no la dejaba ir!... Ahora todos ellos fueron que saberlo. Podría d e c í r m e l o .
a una isla, lo llaman un paseo, todos ellos, fueron en PADRE D E L E O : ¡Suéltame, Serafina!
un... ¡barco! SERAFINA: N O hasta que me lo diga, Padre. Padre, d í g a m e -
PADRE D E L E O : Era un paseo de la escuela, vigilado por las lo, ¡por favor d í g a m e l o ! ¡O me voy a enloquecer! (En
maestras. un susurro feroz) ¡Voy a volver a la casa y voy a destro-
SERAFINA: O h , lo so, lo so! ¡Las maestras solteronas locas zar la urna con las cenizas... si usted no me lo dice! ¡Voy
por los hombres!... ¡Todas se van a poner salvajes en la a volverme loca con la duda en el c o r a z ó n y voy a des-
isla! trozar la urna y desparramar las cenizas... del cuerpo de
PADRE D E L E O : ¡Serafina delle Rose! (Toma la silla por el m i marido!
respaldo y la arrastra basta la galería cuando ella em- PADRE D E L E O : ¿ Q u é p o d r í a decirte yo? Si no quisieras creer
pieza a acomodarse de nuevo en el asiento.) Te ordeno los hechos conocidos sobre él...
que entres en la casa. SERAFINA: Hechos conocidos ¿quién conoce los hechos co-
SERAFINA: ¿Entrar en la casa? Lo haré. E n t r a r é en la casa si nocidos?
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ven grandes lunas de sudor en las axilas de su traje. Lleva rráneos que parecen brillantes toros jóvenes. Es bajo de es-
una camisa color lavanda y su corbata, celeste con grandes tillara, tiene un torso masivamente escultural y rizos negros
lunares amarillos, forma un moño mariposa. Su entrada azulados. Su rostro y sus modales son vulgares; tiene una
está acompañada de unos breves compases de música satí- torpeza encantadora. Su aire es de asombro e improvisa-
rica.) ción; a menudo parece sorprendido ante sus propios dis-
cursos y acciones, como si no los hubiera anticipado. En el
E L VENDEDOR: Buenas tardes, s e ñ o r a . (Ella levanta la vista momento en que primero oímos su voz, se inicia un sonido
lentamente. El vendedor habla con dulzura, como si re- de timbal, al principio pianissimo, pero que va aumentan-
citara una oración.) Tengo un p e q u e ñ o a r t í c u l o a q u í do a medida que se acerca, hasta que alcanza un vibrante
que le estoy ofreciendo s ó l o a unas pocas personas 1 Innax con su aparición ante Serafina junto a la casa.)
afortunadas en lo que p o d r í a m o s llamar un precio i n -
t r o d u c t o r i o . ¿Sabe lo que quiero decir? N o un precio ALVARO: Hey.
c o m ú n sino un precio que es menos de lo que cuesta fa- E L VENDEDOR (sin mirarlo): ¡Hey es para caballos!... A h o r a ,
bricar el a r t í c u l o , un precio que estamos ofreciendo pa- s e ñ o r a , ¿ve lo que pasa cuando aprieto este b o t ó n ?
ra introducir el producto en el territorio de la Costa del
Golfo. S e ñ o r a , esto que estoy poniendo en su propia (El artículo explota en el rostro de Serafina. Ella lo sa-
falda es m á s grande que la televisión; va a revolucionar ca de un manotazo con un grito de rabia. Al mismo tiempo
la vida d o m é s t i c a de Estados Unidos... Ahora bien, yo Alvaro avanza, temblando de rabia, hasta los escalones de
no hago venta puerta a puerta. Les vendo directamente la galería. Está sudando y tropezando de furia acumulada
a los comerciantes, pero cuando me detuve a q u í para en un mundo de frustraciones, que se encuentran tempora-
que me arreglaran el auto, la v i tomando aire en los es- 1 lamente localizadas en la gruesa figura del vendedor.)
calones y pensé que simplemente.me acercaría y...
ALVARO: ¡Eh, usted! ¡Venga a q u í ! ¿Por q u é mierda hizo eso,
(Se oye el ruido de un gran camión deteniéndose en la ahí en la curva? ¡ M e hizo salir de la carretera!
carretera y se oye la voz de un hombre, Alvaro, gritando.) E L VENDEDOR (a Serafina,): D i s c ú l p e m e u n m i n u t o . (Se da
vuelta con gesto amenazador para enfrentar a Alvaro J
A L V A R O : ¡Hey! ¡Hey, usted, mercachifle! ¿Algo le está haciendo doler las tripas, Maccaroni?
E L VENDEDOR (sacando una muestra de su valija): M i r e , se- ALVARO: M i nombre no es Maccaroni.
ñ o r a , este p e q u e ñ o artículo tiene un aspecto e n g a ñ o s o . 1,1. VENDEDOR: Está bien, Spaghetti.
Ante todo, quiero que se dé cuenta de lo compacto que ALVARO (casi sollozando de furor): N o soy Maccaroni. N o
es. N o ocupa m á s espacio que.... soy Spaghetti. Soy un ser humano que conduce un ca-
m i ó n de bananas. Conduzco un c a m i ó n de bananas de
(Alvaro baja del terraplén. Tiene unos veinticinco años, la C o m p a ñ í a Sureña de Frutas para vivir, no para jugar
es morocho y muy buen mozo. Es uno de eso tipos medite- a los vaqueros y los indios con cualquier podrido merca-
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chifle de la carretera. Tiene una carretera de cuatro ca- entra lentamente en la casa. La puerta de alambre cruje con
rriles entre Paso Cristiano y este lugar. Le hago señas pa- fuerza contra sus resortes oxidados mientras Serafina deja
ra que me pase. Se me pega a la cola y me vuelve loco a que se cierre gradualmente tras ella, con los ojos fijos en
bocinazos. M e grita " t a ñ o " y "spaghetti". " M á s r á p i d o , una mirada de deslumbramiento estupefacto sobre la figu-
t a ñ o , m á s r á p i d o , spaguetti." Entonces en la maldita ra sollozante del camionero. Debemos comprender sus res-
curva, me pasa, me hace salir de la carretera y me grita puestas profundamente inconscientes a este súbito contac-
" ¡ T a ñ o hijo de puta!" N o me gusta eso, ¡no, no! Y me to con una desolación tan aguda como la suya. Hay una
alegro de que haya parado a q u í . ¡Saqúese el cigarro de la larga pausa mientras la puerta de alambre chirría, un ruido
boca, saqúese el cigarro! como de gato gimiendo mientras se cierra gradualmente.)
E L VENDEDOR: Sácamelo t ú , bola de grasa.
A L V A R O : Si se lo saco se lo voy a meter por la garganta. SERAFINA: ¿ H a y alguien... en m i casa? (Por fin, en un susu-
¡Tengo tres a m i cargo! Si me peleo, me echan, pero me rro ronco y trémulo.) ¿ Q u é hace... a q u í adentro? ¿Por
voy a pelear y que me echen. ¡Saqúese el cigarro! qué e n t r ó . . . en m i casa?
ALVARO: O h , s e ñ o r a . . . ¡déjeme solo! ... ¡Por favor... vamos!
(Empiezan a juntarse espectadores en el borde la esce- SERAFINA: Usted... no tiene nada que hacer... a q u í adentro...
na. Serafina mira al chofer del camión, los ojos como los de ALVARO: Tengo que llorar después de una pelea. L o lamen-
una sonámbula. De pronto, emite un grito bajo y parece a to, s e ñ o r a , yo.... (Los sollozos todavía lo sacuden. Se
punto de caerse.) apoya sobre un maniquí.)
SERAFINA: N O se apoye sobre m i m a n i q u í . Siéntese si no
ALVARO: ¡Saqúese el cigarro, sáqueselo, saqúese el cigarro! puede estar de pie... ¿ Q u é le pasa?
ALVARO: Siempre lloro d e s p u é s de una pelea. Pero no quie-
(Arranca el cigarro de la boca del vendedor y éste le- ro que la gente me vea. N o es de hombre. (Hay una lar-
vanta violentamente su rodilla contra la entrepierna de A l - ga pausa; la actitud de Serafina parece hacerse más cá-
varo. Doblándose en dos y temblando de dolor, A l v a r o lida hacia el hombre.)
avanza a tropezones hasta la galería.) SERAFINA: U n hombre no es diferente de nadie.. (De pronto,
su rostro se frunce y, por primera vez en la obra, Serafi-
E L VENDEDOR (gritando mientras se va): ¡Tengo el n ú m e r o na comienza llorar, al principio en silencio, luego audi-
de tu patente, Maccaroni! ¡ C o n o z c o a tu jefe! blemente. Pronto está sollozando con tanta fuerza co-
ALVARO (aullando): ¡Muérete! (De pronto sube tropezando los mo A l v a r o . Habla entre sollozos.)... Yo siempre lloro...
escalones.) ¡Señora, señora, tengo que entrar a la casa! cuando otra persona llora...
ALVARO: N O , no, s e ñ o r a , \no llore! ¿Por q u é lloraría usted?
(Apenas entra, estalla en sollozos desgarradores, incli- Voy a parar. Voy a parar en un m i n u t o . N o es de hom-
nado contra una pared y temblando convulsivamente. Los bre. M e a v e r g ü e n z o de m í mismo. Ahora voy a parar;
espectadores de afuera ríen mientras se dispersan. Serafina por favor, s e ñ o r a . . .
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Señora, no te puedo oír! ¿Es una señal? ¿Es una señal de ¡El sueldo fue embargadol ¿Sabe lo que es embargado?
algo? ¿ Q u é quiere decir? ¡Oh, habíame, Señora!... ¡Todo (Serafina asiente gravemente.) ¡Embargado!... ¡Come
es demasiado e x t r a ñ o ! caballo!... ¡Mercachifle!... ¡Todo en un día es demasia-
do! ¡ M e enloquezco, hiervo, lloro y me a v e r g ü e n z o pe-
(Abandona la inútil plegaria a la imperturbable esta- ro no puedo evitarlo!... ¡ H a s t a un t a ñ o camionero es un
tua. Entonces corre hacia el aparador, se trepa a una silla y ser humano! Y los seres humanos tienen que llorar....
aferra una botella de vino del estante de arriba. Pero le re- SERAFINA: Sí, tienen que llorar. N o pude llorar en todo el día
sulta imposible bajar de la silla. Apretando la polvorienta pero ahora he llorado y me siento mucho mejor... Le co-
botella contra su pecho, se queda agachada allí, gimotean- seré el saco...
do indefensa como una niña, cuando Alvaro vuelve a en- ALVARO (lamiéndose los labios): ¿ Q u é tiene en la mano?
trar.) ¿Una botella de vino?
SERAFINA: ES espumante. Viene de la casa de la familia de m i
ALVARO: Ciao!
marido. ¡Los Delle Rose! Una gran familia. Yo era cam-
SERAFINA: N O me puedo levantar. pesina, pero me casé con un b a r ó n . . . ¡ N o , t o d a v í a no lo
ALVARO: ¿ Q u i e r e decir que no puede bajar? creo! ¡Me casé con un b a r ó n cuando no tenía zapatos!
SERAFINA: Quiero decir que... no puedo bajar... ALVARO: Disculpe que pregunte... pero, ¿ d ó n d e está el ba-
A L V A R O : Con permesso, Signora! (La baja de la silla.) r ó n ahora? (Serafina señala gravemente la urna de már-
SERAFINA: Grazie. mol.) ¿ D ó n d e dijo?
A L V A R O : Estoy avergonzado por lo que p a s ó . Llorar no es SERAFINA: Sus cenizas están en esa urna de m á r m o l .
de hombre. ¿Alguien me vio? ALVARO: M a ! Scusatemi! Scusatemi! (Haciéndose la señal
SERAFINA: Nadie lo vio salvo yo. A m í no me importa. de la cruz.)... Espero que esté descansando en paz.
A L V A R O : Usted es simpática, molto!... N o fue sólo la pelea SERAFINA: A él me hizo acordar usted... cuando a b r i ó las
lo que me hizo estallar. ¡Estuve así todo el día! (Sacude persianas. N o la cara sino el cuerpo... Por favor d é m e
sus puños cerrados en el aire.) un poco de hielo, está en la heladera de la cocina. Tuve
SERAFINA: Usted y... ¡yo también!... ¿Cuál fue el problema un... muy mal día...
hoy? ALVARO: O h , ¡hielo! Sí... hielo... traeré un poco... (Cuando
A L V A R O : M i apellido es Mangiacavallo, que quiere decir sale, ella lo vuelve a mirar a través de los anteojos ro-
"Come caballo". Es un nombre c ó m i c o , lo sé. Tal vez tos.)
hace dos m i l setenta a ñ o s uno de mis abuelos tuvo tan- Si KAFINA: Non posso crederlo!... ¡Una cabeza de payaso co-
ta hambre que se c o m i ó un caballo. N o es culpa m í a . mo ésa con el cuerpo de m i marido!
Bueno, hoy en la C o m p a ñ í a Sureña de Frutas e n c o n t r é
en el sobre de pago no "Mangicavallo" sino " C O M E CA- (Se oye ruido de que están cortando hielo en la cocina.
B A L L O " en letras m a y ú s c u l a s . ¡Ja, ja, ja, muy gracio- Illa inserta un sacacorchos en la botella pero sus esfuerzos
so!... A b r o el sobre del sueldo y encuentro un aviso... por abrirla son torpemente inútiles. Alvaro vuelve con un
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pequeño bol de hielo. Lo pone con tanta fuerza sobre la me- él, indefensa, incapaz de parar, incapaz de retener el
sa que mi pedazo sale volando. Se arroja tras él, lo recupe- aliento.)... M e gustan las mujeres que se ríen de todo
ra y lo limpia en su sucia camiseta.) corazón.
SERAFINA: ¿Y las mujeres que lloran con el c o r a z ó n ?
SERAFINA: ¡Pensé que el piso estaría m á s limpio! ALVARO: M e gusta todo lo que las mujeres hacen con el co-
A L V A R O : Scusatemi!... ¿Lo lavo de nuevo? razón.
SERAFINA: Fa niente!
A L V A R O : Soy un... limpio!... Yo... (Los dos de pronto se sienten avergonzados y su risa se
SERAFINA: Fa niente, niente!... La botella debería estar en el extingue. Serafina se estira el viso de rayón. Él le alcanza su
hielo, pero como no está, lo mejor es echar el vino so- vaso del vino espumante con hielo. Ella murmura "Grazie".
bre la botella. Inconscientemente levanta el dedo lastimado hacia sus
A L V A R O : ¿ Q u i e r e decir sobre el hielo? labios y se aparta de la mesa con el vaso temblándole en la
SERAFINA: Quiero decir sobre el... mano.)
A L V A R O : Déjeme abrir la botella. Sus manos no están acos-
tumbradas al trabajo duro. (Ella le entrega la botella y ALVARO (prosiguiendo nerviosamente): Veo que tuvo un
lo vuelve a mirar a través de los anteojos.) mal día.
SERAFINA: Estos pedacitos de gasa blanca en el suelo no SERAFINA: S o n ó cosi... stanca...
son de una tormenta de nieve. Estuve haciendo vesti- ALVARO (saltando de pronto hacia la ventana y gritando):
dos de gasa para la g r a d u a c i ó n de la escuela supe- Eh, ustedes mocosos, ¡salgan de ese c a m i ó n ! ¡ N o metan
rior... U n o para m i hija y los d e m á s para otras trece las manos en las bananas! (Ante las palabras "camión"
chicas... Todo ese trabajo, ¡ n o estoy segura si no me y "bananas" Serafina jadea de nuevo y derrama un po-
mató! co de vino en su viso.) ¡ L a d r o n c i t o s ! ... Scusatemi...
A L V A R O : El vino h a r á que se sienta mejor. Si RAFINA: ¿ T r a n s p o r t a . . . transporta bananas?
Ai VARO: Si Signora.
(Se oye un grito juvenil de afuera.) SERAFINA: ¿Es un c a m i ó n de 1 0 toneladas?
ALVARO: U n c a m i ó n de 8 toneladas.
SERAFINA: En esta ciudad hay un grupo salvaje de chicos y Sl RA FINA: M i marido transportaba bananas en un c a m i ó n
chicas. En Sicilia los muchachos bailan con los mucha-
de 1 0 toneladas.
chos porque un chico y una chica no pueden bailar jun-
ALVARO: Bueno, era b a r ó n .
tos salvo que vayan a casarse. ¡Pero a q u í se vuelven lo-
SERAFINA: ¿Usted transporta nada m á s que bananas?
cos en las islas!... Chicos, chicas, maestras locas por los
Ai VARO: Sólo bananas. ¿ Q u é otra cosa p o d r í a transportar?
hombres...
Sl RA FINA: M i m a r i d o transportaba bananas, pero debajo
A L V A R O : Ecco! (El corcho sale con un fuerte ruido. Serafi-
de las bananas h a b í a algo m á s . Era... salvaje como un...
na grita y tropieza contra la mesa. El ríe. Ella ríe con
gitano... "¿Salvaje... como un... gitano?" ¿ Q u i é n dijo
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eso?... Detesto empezar a recordar y de p r o n t o n o re- SERAFINA (poniendo el retrato en su lugar): Una rosa de
cordar... hombre. En su pecho tenía tatuada una rosa. (Enton-
ces, bastante súbitamente.)... ¿Cree en cosas raras, o
(El diálogo entre ellos está lleno de incómodas dudas, duda de ellas?
frases quebradas y gestos tentativos. Ambos tienen los ner- A L V A R O : Si las cosas raras n o pasaran, yo n o estaría a q u í .
vios agotados después de sus respectivas ordalías. Su co- N o , no estaría a q u í . N o e s t a r í a m o s hablando.
municación torpe tiene una curiosa intimidad y dulzura, SERAFINA: Davvero! Le voy a decir algo sobre el tatuaje de
como la de dos niños solitarios que se encuentran por pri- m i marido. M i marido tenía esta rosa tatuada en el pe-
mera vez. Es un extraño lujo para los dos, un lujo como el cho. Una noche me d e s p e r t é con u n d o l o r quemante
primer viento fresco de la noche después de un día sofocan- justo allí, pero en m i pecho. E n c e n d í la luz. M i r o m i pe-
te. Serafina, sin darse, cuenta toma una pequeña carreta, re- cho desnudo y sobre él veo la rosa tatuada de m i mari-
cuerdo de Sicilia, de la mesa.) do, pero en m í , sobre mi pecho ese tatuaje.
A L V A R O : Strano!
SERAFINA: El cura estaba en contra. SERAFINA: Y ésa fue la noche en que c o n c e b í a m i hijo... el
ALVARO: ¿ C o n t r a q u é estaba el cura? p e q u e ñ o que m u r i ó cuando perdí a mi marido...
SERAFINA: Que yo guardara las cenizas. Es contra la ley de ALVARO: Che cosa... strana!... ¿Estaría dispuesta a mostrar-
la Iglesia. Pero necesitaba tener algo y eso era lo único me la rosa tatuada?
que p o d í a tener. (Deja la carreta.) Si RAFINA. O h , ahora se fue, s ó l o d u r ó un momento. Pero la
ALVARO: N O veo nada malo en eso. v i . La vi con toda claridad... ¿ M e cree?
SERAFINA: ¿ N O ? ALVARO: L O credo!
ALVARO: N O ! Niente!... El cuerpo se hubiera descompuesto SERAFINA: N O sé por q u é se lo dije. Pero me gusta lo que d i -
¡pero las cenizas siempre se mantienen limpias! jo. Que los cuerpos se descomponen pero las cenizas
SERAFINA (ansiosamente): ¡Sí, sí, los cuerpos se descompo- siempre se mantienen limpias... immacolate!... Pero,
nen, pero las cenizas siempre se mantienen limpias! Ven- sabe, hay alguna gente que quiere ensuciarlo todo. Dos
ga a q u í . Le m o s t r a r é esta foto... mi boda. (Toma una fo- de esa clase de personas vinieron a m i casa hoy y me d i -
to tiernamente de la pared.) A q u í estoy yo, una novia de jeron una terrible mentira enfrente de las cenizas... Una
catorce a ñ o s , y éste... éste... éste... (Golpeando el retrato mentira tan horrible que p e n s é que era verdad... Estu-
con el dedo y volviendo su rostro a Alvaro con grandes ve por destrozar la urna... ¡y tirar las cenizas! (Arroja
ojos brillantes) ¡Es mi marido! (Hay una pausa. Él toma súbitamente su vaso al suelo.) Destrozarla, ¡destrozar-
la foto de su mano y primero la pone cerca de sus ojos, la así!
luego bien lejos, luego de nuevo cerca con suspiros de Ai VARO: M a ! . . . Baronessa!
adecuada reverencia.) ¿Y?... ¿Y?... Che dice!
ALVARO (lentamente, con gran énfasis): Che bell'uomo! Che (Serafina toma una escoba y barre los fragmentos de vi-
bell'uomo! drio.)
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Y pregunte c u á n t o es d e s p u é s . (Él va hasta el apara- quita! (Le toca la oreja, un toque muy ligero, que trai-
dor.)... La hice para alguien que nunca vino a buscar- ciona demasiado sus sentimientos. Los dos se ríen un
la. (Él saca el paquete.) ¿ H a y u n nombre abrochado? poco y ella se aleja, avergonzada.)
A L V A R O : Sí, es...
SERAFINA (ferozmente, pero sin ningún movimiento físico): (Afuera bala el carnero y se oye un ruido de madera
¡ N o me diga el nombre! Tírelo, ¡por la ventana! mmpiéndose. Uno de los chicos entra corriendo en el patio
A L V A R O : Perché? delantero mientras grita.)
SERAFINA: ¡Tírelo, tírelo!
ALVARO (arrugando el papel y arrojándolo por la ventana): SALVATORE: ¡ D o ñ a DelPRose! ¡El carnero negro está en su
Ecco fato! (Se oyen distantes gritos de niños mientras patio!
desenvuelve el paquete y levanta la camisa de seda rosa JERA FINA: I I becco della strega!
exclamando con delicia latina ante su lujo.) Colore di
rose! Seta! Seta pura!... ¡ O h , esta camisa es demasiado (Serafina corre a la ventana, abre violentamente las per-
buena para Mangiacavallo! ¡ T o d o a q u í es demasiado uanas y se inclina hacia afuera. Esta vez, casi se siente ali-
bueno para Mangiacavallo! ñada por la distracción. El interludio de la persecución del
SERAFINA: Nada es demasiado bueno para un hombre si el • amero tiene un rasgo de exaltación enloquecida. Afuera se
hombre es bueno. fe)fe el balido salvaje del carnero y el repique de su arnés.)
ALVARO: El nieto del idiota de la aldea no es tan bueno.
SERAFINA: N O importa de q u i é n es nieto, p ó n g a s e l a ; lo invi- Si RAFINA: M i e i p o m o d o r i ! Guarda i miei p o m o d o r i !
ALVARO (poniéndose voluptuosamente la camisa): ¡Sssssss! soga rota mientras grita): ¡Hey, Billy! ¡Hey, hey, Billy!
SERAFINA: ¿ C ó m o siente la seda sobre la piel? '•i RAFINA (haciendo los cuernos con los dedos): ¡Ahí está la
ALVARO: ¡La siento como las manos de una chica sobre mí! Strega! ¡Deja que el carnero entre en m i patio para co-
(Hay una pausa, mientras él le muestra a ella la blancu- merse mis tomates! (Retrocediendo desde la ventana.)
SERAFINA (levantando sus anteojos rotos): Le c a u s a r á me- carnero! El carnero t a m b i é n tiene el mal de ojo. ¡Entró
gente!... ¡ a h o r a está sonriendo!... ¿Le gusto un poco patio! (Se retira hacia la Madona, haciendo la señal de
más? los cuernos con sus dedos, mientras afuera sigue la per-
haberle hecho cuando era bebé? T e n d r í a n que haberle A i VARO: ¡Tranquilícese ahora! ¡Voy a agarrar a ese carnero ne-
puesto tela adhesiva en las orejas para aplastarlas, así gro y le daré una patada que nunca se la va a olvidar!
cuando crecía no le salían como las alas de una m u ñ e -
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(Alvaro corre a la puerta delantera y se une a la perse- vía... ¡me p o n í a un vestido l i m p i o ! Y a veces, hasta me
cución. El chico está golpeando un par de tapas de cacero- ponía.... una rosa en el cabello...
las de aluminio que suenan como címbalos. El efecto es ex- ALVARO: ¡Una rosa en su cabello debía verse m u y linda!
traño y hermoso, con los gritos salvajes de los chicos y los SERAFINA: Pero para una viuda... no es el momento de ro-
balidos del carnero. Serafina se queda ansiosamente a mi- sas...
tad de camino entre las persianas y la Madona protectora.
Hace una furiosa imitación del carnero balando, contorsio- (Se oye música, el sonido de una mandolina.)
nando su rostro con repugnancia. Es la furia de una mujer
ante el deseo que padece. Por fin capturan al carnero.) ALVARO: ¡ N O , comete un error! ¡Siempre es momento de ro-
sas para todos! La rosa es el c o r a z ó n del m u n d o como
B R U N O : ¡Agárrenlo, a g á r r e n l o , a g á r r e n l o ! el c o r a z ó n es el... c o r a z ó n del... cuerpo. Pero usted, Ba-
ALVARO: Vieni presto, diavolo! ronessa... ¿sabe lo que creo que hizo usted?
SERAFINA: ¿ Q u é . . . q u é . . . hice?
( A l v a r o aparece del otro lado de la casa con la cuer- ALVARO: Usted puso su c o r a z ó n en la urna de m á r m o l con
da rota bien agarrada alrededor del cuello del carnero. El las cenizas. (Ahora se escuchan cantos junto con la mú-
chico lo sigue detrás, golpeando alegremente las tapas de sica, que sigue hasta el final de la escena.) Y en una tor-
aluminio y más atrás viene la Strega, llevando su pedazo menta, en a l g ú n momento, o cuando un c a m i ó n de 10
de cuerda rota, con el cabello gris cayéndole sobre la ca- toneladas viene por la carretera... ¡la urna de m á r m o l
ra y sus polleras negras agarradas en una mano, revelan- tiene que rompersel (Súbitamente apunta al cielo.) ¡Mi-
do sus pies descalzos y sus piernas peludas. Serafina sale re! ¡Mire, Baronessa!
a la galería cuando la pequeña procesión grotesca pasa SERAFINA (asombrada): ¿ Q u e mire? ¿ Q u é mire? ¡ N o veo na-
delante y levanta la mano con los dedos haciendo cuer- da!
nos, mientras el carnero y la Strega pasan delante de ella. ALVARO: Estaba s e ñ a l a n d o a su c o r a z ó n , ¡fuera de la urna y
A l v a r o le entrega el carnero a la Strega y vuelve jadean- librado de las cenizas!... Rondinella felice] (Hace un
do a la casa.) gesto airoso hacia el cielo, cada vez menos brillante.)
SERAFINA. ¡ O h ! (Él silba como un pájaro y hace movimien-
ALVARO: Niente paura!... Ahora tengo que irme... H a sido tos como de alas con sus manos.) Buffone, buffone...
troppo gentile, señora... piantatela! L o t o m o en serio... cuando lo que hace es un
SERAFINA: Soy la viuda del b a r ó n Delle Rose... Disculpe la chiste... (Ella sonríe involuntariamente ante las bromas
forma en que... no estoy vestida... (Él retiene su mano de él.)
mientras ella se queda en los escalones de la galería. ALVARO: ¿ C u á n d o puedo traerle la camisa de vuelta?
Ella prosigue muy tímidamente, jadeando un poco.) • R A F I N A : ¿ C u á n d o volverá a pasar?
N o siempre estoy así... ¡A veces me arreglo!... Cuando ALVARO: Pasaré esta noche para la cena. Volete?
vivía m i marido, siempre que él venía a casa, cuando v i - l
«i RA FINA: Entonces mire la ventana al pasar. Si las persia-
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la camisa desabrochada, dando vuelta hacia ella su pecho SERAFINA: ¡Vuelvo a la casa! (Entra en la sala, todavía con
desnudo. Ella jadea y se pone de pie.) forzada calma.)
ALVARO (siguiéndola adentro): Bueno, bueno, ¿qué ocurre?
SERAFINA: ¡ N O , no, no!... ¡Una rosa nol (Lo dice como si es- SERAFINA: Tengo la sensación de que he... olvidado algo.
tuviera.evadiendo sus sentimientos.) ALVARO: ¿ Q u é ?
A L V A R O : ¡SÍ, sí, una rosa! SERAFINA: N o j u i e d o recordar.
SERAFINA: ;No... me siento bien! El aire está.» ALVARO: N o ha de ser nada importante si no puedes recor-
ALVARO: Che fate, che fate, che dite? darlo. Abramos la caja de bombones y comamos algu-
SERAFINA: ¡La casa tiene techo de chapa!... El aire es... ¡Ten- nos.
go que salir de la casa para respirar! Scu... scusatemi! SERAFINA (ansiando una distracción): ¡Sí! ¡Sí, abre la caja!
(Sale a la galería y se aferra de uno de los pilares tornea-
dos de la galería para apoyarse, respirando roncamente (Alvaro pone un chocolate en su mano. Ella lo mira sin
con una mano en la garganta. El sale con lentitud.) expresión.)
ALVARO (cariñosamente): ¡ N o quise sorprenderla!... M i d i -
sipiace molto! ALVARO: C ó m e l o , come el b o m b ó n . ¡Si no lo comes, se te
SERAFINA (con forzada calma): ¡ N o . . . hable de eso! Cual- derretirá en la mano y te dejará todos los dedos pegajo-
quiera puede tener una rosa tatuada... N o quiere decir sos!
nada... Usted sabe lo que es un techo de chapa. Absor- Si KAFINA: Por favor, yo...
be el calor todo el día y no se enfría hasta... mediano- Ai VARO: ¡ C ó m e l o !
che... '>i RAFINA (débilmente y asqueada): N o J J u ^ o ^ j i o j ¿ u e d o ,
ALVARO: N O , no, no hasta medianoche. (Ella hace un débil ¡ni£jhogajial j S ^ i r á m d & m ,
sonido risueño, está bastante sin aliento e inclina su Ai V A R O : ¡Ponió en m i boca! (Ella le pone un bombón en la
frente contra la columna de la galería. El pone sus de- boca.) A h o r a mira. ¡Tus dedos están pegajosos!
dos delicadamente sobre la parte baja de la espalda de • RAEINA: ¡Oh!.. ¡ M á s vale que me vaya a lavar! (Se levan-
ella.) Hace calor en el cuarto... así que tiene que dormir ta insegura. El le toma las manos y le lame los dedos.)
sin nada encima... \IVARO: ¡ M m m m m m ! ¡ M m m m m m ! ¡Rico, muy rico!
SERAFINA: N o , no... se pueden soportar las colchas... i RAFINA: ¡Basta de eso, basta de eso, basta de eso! Eso... no
A L V A R O : N i siquiera puede soportar un... \camisón\ (Los es... agradable...
dedos de él aprietan la espalda de ella.) Ai V A R O : L a m e r é el chocolate en t u lugar.
SERAFINA: P q r _ f a x ° ^ Si KAFINA: ¡ N o , no, no!... ¡Soy la madre de una chica de
mirando! quince a ñ o s !
A L V A R O : ¡ H a c e tanto que no siento el tacto suave de una \\ VARO: Eres tan vieja como tus arterias, Baronessa. Ahora
mujer! (Ella jadea con fuerza y se vuelve hacia la puer- tiéntate. ¡Ahora tienes los dedos blancos como la nieve!
ta.) ¿ A d o n d e vas? i H M I N A : N o . . . entiendes... c ó m o me siento...
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TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA TATUADA
SERAFINA: A h o r a , s e ñ o r Mangiacavallo, por favor d í g a m e (Hay una pausa. Los dos suspiran profundamente.)
la verdad sobre una c o s a . ; Cuándo se hizo poner el ta-
tuaje en djaecJao? ALVARO: T e n d r í a m o s que haber sido amigos, pero creo que
ALVARO (tímida y tristemente, mirando hacia abajo, hacia nos encontramos el día equivocado... ¿ S u p o n g a que
su sombrero): M e lo hice poner esta noche... después de salgo, vuelvo a entrar por la puerta y empezamos todo
cenar... de nuevo?
SERAFINA: ESO es lo que pensaba. Se lo puso porque le con- SERAFINA: N O , creo que no sirve para nada. Para m í , el día
té sobre el tatuaje de m i marido. estaba arruinado, por empezar, a causa de dos mujeres.
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que hacerle una pregunta personal. Tiene que ver con • R A F I N A (incorporándose del sofá a los tropezones): El
un camionero m u y buen mozo, que ahora está muerto, cuarto... da vueltas...
pero que en una é p o c a fue un personaje muy conocido ALVARO: Tiene que quedarse recostada un poco m á s . L o sé,
en el Square Roof. Su nombre era... (Se da vuelta inte- sé lo que necesita. Una toalla con un poco de hielo pa-
rrogativamente hacia la puerta donde Serafina está de ra ponerse en la frente... Baronessa... Se queda a h í que
pie.) ¿ C ó m o era su nombre, Baronessa? yo lo preparo. (Entra en la cocina y grita.) Torno súbi-
SERAFINA (respirando apenas): ¡Rosario delle Rose! to, Baronessa!
ALVARO: Rosario delle Rose era el nombre. (Hay una pau-
sa.) É vero?... M a ! Che peccato... (El pequeño entra corriendo en el patio. Se reclina
I mitra el tronco inclinado de la palmera, contado en voz
(Serafina deja caer su vaso y entra de un salto a la sala tita.)
pegando un grito salvaje. Le arrebata el teléfono a Alvaro y
grita en el tubo.) I i i'i;QUEÑO: Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, trein-
ta...
SERAFINA (enfurecida): ¡ H a b l a la esposa! ¿ Q u é sabe de m i
marido, cuál es la mentira? (Desde la cocina, se lo oye a Alvaro cortando el hielo.)
(Se oye una voz estridente del otro lado del cable.) • i RAFINA: Dove siete, dove siete?
Ai VARO: I n cucina!... Ghiaccio...
L A V O Z (fuerte y claro): ¿ N o se acuerda? Le llevé la seda color M KAFINA: Venite q u i !
rosa para hacer una camisa. Usted dijo: "¿Para un hom- ALVARO: Súbito, s ú b i t o . . .
bre?" y yo dije: "Sí, ¡para un hombre que es salvaje como '.i RAFINA (volviéndose hacia el altar, con los puños cerra-
un gitano!" Pero si cree que soy una mentirosa, ¡venga dos): N o n , voglio, n o n voglio farlo!
a q u í y déjeme que le muestre su rosa tatuada en m i pecho!
(Pero avanza lenta, compulsivamente hacia el altar, con
(Serafina sostiene el teléfono lejos de ella como si súbi- mi brazo tembloroso extendido.)
tamente se hubiera incendiado. Después, pegando un grito
terrible, lo arroja al suelo. Avanza mareada y a los tropezo- I i i'i.QUEÑO: Setenta y cinco, ochenta, ochenta y cinco, no-
nes hacia la Madona. A l v a r o le aferra el brazo y la empuja venta, noventa y cinco, ¡cien! (Entonces, salvajemente)
suavemente al sofá.) ¡Listos o los voy a agarrar!
A L V A R O : Piano, piano, Baronessa! Esto se irá, esto p a s a r á (Ante el grito, Serafina aferra la urna de mármol y la
en un momento. (Pone una almohada detrás de ella, ,nioja violentamente al rincón más lejano de la habitación.
luego vuelve a colocar el teléfono en su lugar.) \n;iiintáneamente, se cubre el rostro. Afuera se escucha a
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las madres llamando a sus hijos a casa. Sus voces son tier- A L V A R O : Ciao!
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tra su boca. Se abre una puerta en la parte trasera de la ca- ROSA (inclinado la cabeza hacia atrás, contra él): Fue el día
sa. Serafina retiene el aliento y se ubica, como para prote- m á s feliz de m i vida y esta es la noche m á s triste... (Él se
gerse, detrás del maniquí de la novia. Alvaro entra a través agacha frente a ella.)
de la puerta trasera, llamándola suave y roncamente, con SERAFINA (desde adentro de la casa): ¡ A a a a a h h h h h h h h h !
gran excitación.) JACK (pegando un salto, sobresaltado): ¿ Q u é es eso?
ROSA (resentida): ¡ O h ! Es mama s o ñ a n d o con m i padre.
A L V A R O : Dove? Dove sei, cara? JACK: ¡ M e siento... como u n . . . infamel ¡ M e siento como un
SERAFINA (débilmente): S o n ó qui... podrido infame!
A L V A R O : ¡ A p a g a s t e la luz! ROSA: ¿Por qué?
SERAFINA: La luna basta... (Él avanza hacia ella. Sus dientes JACK: Esa promesa que le hice a t u madre.
blancos brillan cuando sonríe. Serafina retrocede unos ROSA. La odio por eso.
pocos pasos alejándose de él. Habla trémulamente, ha- JACK: Querida..., Rosa, ella... quería protegerte.
ciendo un gesto torpe hacia el sofá.) Ahora podemos se-
guir con nuestra... conversación... (Retiene súbitamente (Se oye un grito largo desde la parte trasera de la casa:
el aliento.) "¡Ohhhhh... Rosario/'v
(Baja el telón.) ROSA: Ella quería que yo no tuviera eso con lo que está so-
ñando...
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ROSA: Son tontos, son tontos, ¡es temprano! ROSA. ¡Es la única cosa de m i vida que quiero recordar!...
JACK: Querida, en esa isla casi olvido m i promesa. Casi, pe- ¿ C u á n d o vuelves a Nueva O r l e á n s ?
ro no del todo. ¿Entiendes, querida? JACK: Mañana.
R O S A : ¡ O l v í d a t e de la promesa! ROSA. ¿ C u á n d o sale tu barco?
J A C K : La hice de rodillas frente a Nuestra S e ñ o r a . Ahora JACK: Mañana.
tengo que irme, querida. ROSA: ¿ A d o n d e ?
ROSA (abrazándolo ferozmente): ¡ T e n d r á s que romperme | A C K : A Guatemala.
los brazos para hacerlo! SERAFINA (desde la casa): ¡ A a h h h !
JACK: ¡Rosa, Rosa! ¿Quieres volverme loco? ROSA: ¿Es un viaje largo?
ROSA: Quiero que no recuerdes. JACK: D e s pué s de Guatemala, Buenos Aires. Después de Bue-
JACK: ¡Eres una criatura t o d a v í a ! Quince... ¡quince a ñ o s es nos Aires, R í o . Después, alrededor del Estrecho de M a -
muy chica! gallanes y subiendo de vuelta por la costa oeste de Amé-
ROSA: Caro, caro, carissimo! rica del Sur, d e t e n i é n d o n o s en tres puertos antes de
JACK: ¡Tienes que ahorrar algunos de esos sentimientos pa- atracar en San Francisco.
ra cuando crezcas! ROSA: N o creo que vuelva... a verte otra vez...
ROSA: Carissimo! | A C K : ¡El barco no se va a hundir!
JACK: ¡ G u a r d a un poco de ellos hasta que crezcas! ROSA (débil y desaladamente): N o , pero... creo que p o d r í a
ROSA: ¡Hace dos a ñ o s que crecí! o c u r r i r s ó l o una vez, y si no ocurre esa vez, d e s p u é s
J A C K : N O , no era eso lo que yo... nunca m á s . . . p o d r á . (Un gallo canta. Se enfrentan uno
ROSA: ¡Lo suficientemente grande como para casarme y te- al otro triste y silenciosamente.) N o tienes que ser muy
ner un... bebé! viejo para comprender c ó m o funciona. Una vez, una
JACK (pegando un salto): ¡ O h , Dios... m í o ! (Da vueltas al- vez, s ó l o una, p o d r í a ser... ¡Dios!... para recordar...
rededor de ella, golpeándose repetidamente la palma ¿ O t r a s veces? Sí... serían algo importante... Pero sólo
con el puño y apretando los dientes en una mueca. De una vez, Dios... para recordar... (Con un pequeño sus-
pronto habla.) ¡Tengo que irme! piro, ella cruza para recoger la gorra blanca de él y se la
ROSA: ¿Quieres que grite? (Él gime y se aparta de ella para alcanza gravemente.)... Lamento que para t i no haya...
retomar su círculo desesperado. Rosa está bloqueándo- significado... tanto...
le el camino con su cuerpo.)... ¡Lo sé, lo sé! ¡ N o me JACK (tomando la gorra y arrojándola al suelo): ¡Mira! ¡Mi-
quieres a mí! (Jack gime a través de sus dientes apreta- ra mis nudillos! ¿Ves las costras en mis nudillos? ¿Sabes
dos.) N o , no, no me quieres a m í . . . c ó m o aparecieron ahí? ¡Aparecieron a h í porque golpeé
JACK: ¡Ahora tú me escuchas! ¡Casi te metiste en problemas mis nudillos muy fuerte contra la cubierta del bote!
hoy en esa isla! ¡Casi lo hiciste pero no del todo!... N o ROSA: ¿ P o r q u e . . . no p a s ó del todo? (Jack sacude la cabeza
p a s ó del todo y no se hizo n i n g ú n d a ñ o así que puedes... de arriba abajo en un asentimiento grotescamente vio-
olvidarlo... lento a su pregunta. Rosa toma su gorra y se la devuel-
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ve una vez más.)... ¡Por la promesa a mama! Nunca la audible ella inclina su rostro contra el de él.) ¡Búsca-
p e r d o n a r é . . . (Hay una pausa.) ¿A q u é hora de la tarde me! ¡Estaré allí!
tienes que estar en el barco? JACK (sin aliento): En toda m i vida, nunca sentí nada tan
J A C K : ¿ P o r qué? dulce como tu cuerpecito cálido en mis brazos...
ROSA: Sólo dime a q u é hora.
J A C K : ¡A las cinco!... ¿Por qué? (Se separa con violencia y corre hacia el camino. Desde
ROSA: ¿ Q u é vas a hacer hasta las cinco? el pie de los escalones mira ferozmente hacia ella, como un
JACK: Bueno, sería un maldito mentiroso si te dijera que voy tigre a través de los barrotes de una jaula. Ella se cuelga de
a... recoger un ramo de margaritas en el parque A u d i - dos columnas de la galería, con el cuerpo inclinándose ha-
bon... ¿Es eso lo que quieres que te diga? cia afuera.)
R O S A . N O , dime la verdad.
JACK: Está bien, te diré la verdad. Voy a registrarme en al- KoSA: ¡Búscame! ¡Estaré allí!
g ú n hotelucho de la calle N o r t h Rampart. ¡Entonces
me voy emborrachar! Y después me voy a... (No com- (Jack sale corriendo de la casa. Rosa vuelve adentro.
pleta la oración pero ella lo comprende. Le pone la go- I desganadamente se saca el vestido y cae sobre el diván en
rra más sentadoramente sobre su cabello rubio.) risa, pateando los zapatos. Entonces se echa a llorar, como
ROSA. Hazme un favorcito. (La mano de ella se desliza por uno llora sólo una vez en la vida, y la escena se oscurece.)
la mejilla de él hasta su boca.) Antes de emborracharte
y antes de... antes de...
JACK: ¿Qué?
ROSA: M i r a en la sala de espera de la estación de ó m n i b u s I M:ENA3
Greyhound, por favor. ¡A las doce del m e d i o d í a !
J A C K : ¿ P o r qué? Han pasado tres horas.
ROSA. Puede que me encuentres allí, e s p e r á n d o t e . . . Primero tenemos la visión exterior del pequeño edificio
JACK: ¿ Q u é . . . q u é va a resolver eso? II mtra un cielo nocturno, que es como el manto azul tachó-
ROSA: Nunca estuve en un hotel pero sé que tienen n ú m e r o s nenlo de estrellas de Nuestra Señora. Está poniéndose lige-
en las puertas y a veces... los n ú m e r o s traen... suerte... 1, unente más pálido.
¿ N o es así?... ¿A veces?... ¿Traen suerte?
JACK: ¿ Q u i e r e s que me gane diez a ñ o s en el calabozo del (La débil luz revela a Rosa dormida en el diván. No es-
barco? ta cubierta por las colchas porque ha sido una noche cálida
ROSA: Q u i e r o que me des ese anillito de oro que tienes en v en la superficie cóncava de la tela blanca, ligeramente lus-
la oreja para p o n é r m e l o en el dedo... ¡ Q u i e r o darte mi n osa como el interior de una conchilla, está el cuerpo de la
c o r a z ó n para que l o guardes para siempre! ¡Y siem- • una dormida que sólo lleva un calzón blanco.
pre! ¡Y siempre! (Lentamente y con un suspiro apenas Un cuervo grazna. Un suave viento mueve las cortinas
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recuerdo nada de nada, salvo que estaba s o ñ a n d o ! Si KAFINA (inventando desesperadamente): N o sé c ó m o en-
SERAFINA (llevándolo hacia la parte trasera de la habitación t r ó . A lo mejor la puerta trasera estaba abierta.
con la escoba): Vamos, p ó n g a s e la ropa, usted... nieto ROSA: ¡ O h , sí, a lo mejor lo estaba!
del idiota, ¡usted!... Svelto, svelto, più svelto! (Alvaro Si-KAFINA: A lo mejor él... se t r e p ó por una ventana...
sigue con sus murmullos de disculpa en el cuarto trase- ROSA: ¡O q u i z á se c a y ó por la chimenea! (Sale de atrás del
ro.) ¡No me hable, no diga nada! ¡O lo voy a matar! biombo, llevando puesto el pequeño calzón de novia.)
Si KAFINA: ¿Por q u é te pones las cosas blancas que guardo
(Unos pocos momentos más tarde, Alvaro sale corrien- para tu boda?
do por el costado de la casa, con las ropas abotonadas a R( ISA. Porque quiero. Esa es una buena r a z ó n . (Se cepilla el
medias y los faldones de la camisa afuera.) cabello salvajemente.)
Si KAFINA: Quiero que comprendas sobre ese hombre. Era
ALVARO: Pero, Baronessa, ¡yo la amol (Una pava pasa vo- un hombre que... que era... que era un hombre que...
lando sobre su cabeza desde atrás de la casa. La Strega Ri I S A : ¿ N o puedes pensar una mentira?
estalla en carcajadas. Desoladamente, Alvaro se retira, • i KAFINA: Era un... camionero, cara. Se m e t i ó en una pelea,
metiendo los faldones de su camisa en el pantalón y sa-
lo perseguían... ¡policías!
cudiendo la cabeza.) Baronessa, Baronessa, ¡la amo!
Id is\: ¿Lo persiguieron hasta t u dormitorio?
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SERAFINA. M e dio pena, le d i primeros auxilios, lo dejé d o r frentarla. Es como una campesina en presencia de una jo-
mir en el suelo. M e dio su palabra... él... ven princesa. Rosa la mira un momento más, luego de
ROSA: ¿Se a r r o d i l l ó enfrente de Nuestra Señora? ¿Te pro- pronto retiene el aliento y sale corriendo de la casa. Mien-
m e t i ó que respetaría t u inocencia? tras la chica sale, Serafina grita:)
SERAFINA: O h , cara, cara! (Abandonado todo fingimiento.)
Era siciliano; tenía aceite de rosas en el cabello y la ro- SERAFINA: Rosa, Rosa, el... ¡reloj pulsera! (Serafina aferra la
sa tatuada de t u padre. En el cuarto oscuro no p o d í a ver cajita de regalo y corre a la galería con él. Llama a su hi-
su cara de payaso. ¡Cerré los ojos y s o ñ é que era t u pa- ja nuevamente, extendiendo el regalo hacia ella, pero le
dre! ¡Cerré los ojos! Soñé que era t u padre... falta el aliento.) Rosa, Rosa, el... reloj pulsera... (Sus
ROSA: Basta, basta, no voglio sentire più niente! ¡La única brazos caen a~ sus costados. Se da vuelta, con el regalo
cosa peor que una mentirosa es una mentirosa que ade- todavía sin entregar. Distraída, ausentemente, vuelve a
m á s es h i p ó c r i t a ! poner el reloj junto a su oído. Lo sacude un poco, lue-
SERAFINA: Senti, per favore! (llosa aparta los ojos del espe- go emite una risa débil, sobresaltada.)
jo, se da vuelta y le clava a su madre una larga y des-
pectiva mirada. Serafina se eriza ante ella.) ¡ N o me m i - (Assunta aparece junto a la casa y entra directamente
res así, con los ojos de t u padre! (Se protege el rostro ni ella, como si Serafina la hubiese llamado.)
como si se tratara de una mirada terrible.)
ROSA: Sí, te estoy m i r a n d o con los ojos de m i padre. Te SERAFINA: Assunta, la urna está rota. Las cenizas se han de-
veo como él te v i o . (Corre a la mesa y aferra el chan- rramado por el suelo y no puedo tocarlas.
chito.) C o m o este, ¡este chanchol (Serafina emite un
grito largo y estremecido como el grito de quien da a (Assunta se detiene para recoger los pedazos de la urna
luz.) Necesito cinco d ó l a r e s . ¡Los s a c a r é de a q u í ! ( R o - estrellada. Serafina ha ido hasta el altar y vuelve a encender
sa estrella el chanchito en el suelo y pone algunas mo- la vela delante de la Madona.)
nedas en su monedero. Serafina Se arroja al suelo. Se
oye el sonido de un silbato de tren. Rosa ahora está /VAUNTA: N O hay cenizas.
totalmente vestida, pero duda, un poco avergonzada '•1 KA FINA: ¿ D ó n d e . . . d ó n d e están? ¿ A d o n d e fueron las ceni-
de su crueldad... pero sólo un poco. Serafina no pue- zas?
de cruzar la mirada con su hija. Al final la chica ha- A .'.UNTA (yendo hacia el altar): El viento las ha soplado.
bla.)
SERAFINA: ¡ Q u é hermosa... es m i hija! ¡Vete con el chico! (Assunta pone lo que queda de la urna rota en las ma-
ROSA (como si estuviera a punto de disculparse): Mama? nos de Serafina. Esta la da vuelta tiernamente en sus manos
N o me tocó... sólo dijo... "Che bella!" I luego la vuelve a poner en la parte superior del reclinato-
1111 ubicado delante de la Madona.)
(Serafina se da vuelta lenta, vergonzosamente, para en-
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SERAFINA: U n hombre, cuando arde, deja sólo un p u ñ a d o de aire como una enseña y se la arroja a Giuseppina, quien es-
cenizas. Ninguna mujer puede retenerlo. El viento debe tá ahora sobre el terraplén. Giuseppina se la arroja a M a -
soplarlo. riella y ella, a su vez, a Violetta, ubicada más arriba que
ella, de manera que la camisa de color brillante se mueve en
(Se oye la voz de Alvaro, llamando desde la cima del te- zigzag desde el pasto hasta la cima del terraplén, como una
rraplén de la carretera.) llama que trepa por una colina seca. Las mujeres gritan
mientras se pasan la camisa.)
L A V O Z DE ALVARO: Rondinella felice!
PEPPINA: Guardate questa camicia! Colore di rose!
(Las mujeres del vecindario oyen a Alvaro llamando y M A R I E L L A (gritándole a Alvaro,): Coraggio, signor!
entre algunas de ellas hay un estallido de risa burlona. Lue- ( ¡IUSEPPINA: Avanti, avanti, signor!
go todas convergen en la casa desde diferentes direcciones y VIOLETTA (en la cima del terraplén, dándole a la camisa un
se reúnen delante de la galería.) sacudón final sobre ella): Coraggio, coraggio! ¡La Ba-
ronessa está esperando!
PEPPINA: ¡Serafina delle Rose!
GlUSEPPiNA: Baronessa! Baronessa delle Rose! (Estallidos de risa se mezclan con los gritos de las mu-
PEPPINA: ¡ H a y un hombre en el camino sin camisa! jeres. Luego todas se alejan como una bandada de pájaros
GIUSEPPINA (deleitada): Si, si! Senza camicia! gritones y Serafina queda en la galería, con los ojos cerra-
PEPPINA: ¡Todo lo que tiene en el pecho es una rosa tatuada! dos y una mano aferrada a su pecho. Entretanto, adentro
(A las mujeres.) ¿Le h a b r á escondido la camisa para de la casa Assunta ha servido un vaso de vino. Ahora viene
que no pueda ir a la escuela secundaria? a la galería, le ofrece el vino a Serafina y murmura:)
(Las mujeres chillan de risa. En la casa, Serafina aferra \ -UNTA: Stai tranquilla.
el paquete que contiene la camisa de seda, mientras Assun | | KA FINA (sin aliento): Assunta, te diré algo que tal vez no
ta cierra las persianas de las ventanas de la sala.) creas.
V.M INTA (con humor tierno): Es imposible que me digas al-
SERAFINA: ¡Un momento! (Desgarra el papel de la camisa y go que no crea.
corre hasta la galería, llevando la camisa desafiante Si KAEINA: Acabo de sentir nuevamente en m i pecho el ardor
mente sobre su cabeza.) Ecco la camicia! de la rosa. Sé lo que significa. ¡Significa que he concebi-
do! (Levanta el vaso a sus labios por un momento y lue-
(Con un suave grito, Serafina deja caer la camisa, que es r< ) se lo devuelve a Assunta.) ¡De nuevo dos vidas en m i
inmediatamente aferrada por Peppina. En este punto, la cuerpo! ¡Dos, dos vidas de nuevo, dos!
música vuelve a comenzar con un golpe de percusión y si- I \ Vi >/. DE ALVARO (ahora más cerca y dulcemente urgente):
gue jbasta el final de la pieza. Peppina sacude la camisa en el Rondinella felice!
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