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Williams, Tennessee

a
La rosa tatuada. Especie fugitiva. - I ed. - Buenos Aires: Losada,
2005. - 272 p.; 22 x 14 cm. - (Gran teatro)

Traducción de Cristina Pina


ISBN 950-03-6316-X

1. Teatro Estadounidense. I. Pina, Cristina, trad. II. Título


C D D 822

rosa tatuada

1* edición: abril de 2005

Títulos originales:

The Rose Tattoo


C o p y r i g h t © 1950,1951
The University of the South

Fugitive Kind
Copyright © 2 0 0 1
The University of the South

All rights including but not limited to amateur and professional performance,
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reserved and no use whatsoever of the Plays or any part thereof may be made
without written permission. All enquires should be addressed to Casarotto
Ramsay & Associates Ltd. 60 Wardour Street, London W l V 4 N D England.

© Editorial Losada, S. A.
Moreno 3362, Buenos Aires, 2005

Composición y armado: Taller del Sur


Diseño de tapa: Ana Maria Vargas
Fotografía: Courtesy of New Directions Publishing Corporation

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


Libro de edición argentina

Impreso en Argentina - Printed in Argentina


PERSONAJES

SALVATORE
VIVI
BRUNO
ASSUNTA
ROSA DELLE ROSE
SERAFINA DELLE ROSE
ESTELLE H O H E N G A R T E N
L A STREGA
GIUSEPPINA
PEPPINA
VIOLETTA
MARIELLA
TERESA
PADRE D E L E O

U N MÉDICO
SEÑORITA Y O R K E
FLORA
BESSIE
JACK H U N T E R
E L VENDEDOR
ALVARO M A N G I A C A V A L L O
U N HOMBRE
O T R O HOMBRE

i-7
Acto primero

ESCENA 1

Es la hora que los italianos llaman "prima sera", el co-


mienzo del crepúsculo. Entre la casa y la palmera arde Ve-
nus con un brillo casi esmeralda.
Las madres del vecindario están empezando a llamar a
sus hijos a casa para cenar, con voces cercanas y distantes,
urgentes y tiernas, como las variadas notas del viento y el
agua. H a y tres n i ñ o s : B r u n o , Salvatore y V i v i , alineados
frente a la casa, uno con un barrilete de papel rojo, o t r o con
un aro y la p e q u e ñ a con una m u ñ e c a vestida como un pa-
yaso. E s t á n en actitudes de reposo m o m e n t á n e o , todos m i -
rando algo arriba - u n p á j a r o o un avión que está pasando-
mientras las voces maternas los llaman.

B R U N O : H a y banderas blancas en la e s t a c i ó n del guarda-


costa.
SALVATORE: ESO quiere decir buen tiempo.
V i v í : M e encanta el buen tiempo.
GlUSEPPiNA: ¡Vivi! Vieni mangiare!
PEPPINA: ¡Salvatore! ¡Ven a casa!
VlOLETTA: ¡Bruno! ¡Ven a casa a cenar!

(Tos llamados se repiten tierna, musicalmente.


El interior de la casa comienza a ser visible. A Serafina
delle Rose se la ve en el sofá de la sala, esperando que su

2-3
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

marido, Rosario, vuelva. Entre las cortinas se distingue una SERAFINA: ¡ O i g o a Assunta! ¡Assunta!
mesa amorosamente puesta para la cena; hay vino en un
balde de hielo de plata y un gran bol de rosas. (Assunta aparece y entra en la casa, con Rosa siguién-
Serafina parece una pequeña cantante regordeta de ópera dola. Assunta es una mujer vieja con chai gris, que lleva una
italiana en el papel de Madame Butterfly. Sus cabellos negros canasta de hierbas, porque es una fattuchiere, una mujer
se encuentran recogidos en un alto copete que brilla como car- que practica una clase de medicina simple. Cuando entra,
bón húmedo. Una rosa está sostenida sobre ellos con resplan- los chicos se desbandan.)
decientes pinchos. Su figura voluptuosa se halla cubierta de se-
da rosa. Luce delicados zapados con hebillas resplandecientes ASSUNTA: Vengo, vengo. Buona sera. Buona sera. Hay algo sal-
y tacones franceses. Por la forma en que se sienta, con tanta re- vaje en el aire, no es viento, pero todo está moviéndose.
gordeta dignidad, es evidente que lleva un corsé apretado. Es- SERAFINA: N O veo nada m o v i é n d o s e y t ú tampoco.
tá sentada muy erguida, en una actitud de forzada compostu- ASSUNTA: N a d a se está moviendo como para que puedas
ra, los tobillos delicadamente cruzados y sus manitos verlo m o v i é n d o s e , pero todo se está moviendo, y puedo
regordetas sosteniendo un abanico de papel amarillo con una oír los ruidos de las estrellas. ¿Los oyes? ¿ O y e s los r u i -
rosa pintada. Sus dedos, sus muñecas, sus orejas y su cuello dos de las estrellas?
resplandecen de joyas. Sus ojos brillan de expectativa. Por un SERAFINA: N o , no son los ruidos de las estrellas. Son termi-
momento, parece estar posando para una foto. tas que se e s t á n comiendo la casa. Vieja, ¿qué estás ven-
Rosa delle Rose aparece al lado de la casa, cerca de la diendo en esas bolsitas blancas?
palmera. Rosa, la niña de la casa, es una criatura de doce ASSUNTA: Polvo, u n polvo maravilloso. Sólo echas una piz-
años. Es linda y vivaz y tiene una especial intensidad en ca- ca en el café de t u marido.
da gesto.) SERAFINA: ¿Para q u é sirve?
ASSUNTA: ¡Para q u é sirve un marido! L o hago con la sangre
SERAFINA: Rosa, ¿ d ó n d e estás? seca de un carnero.
ROSA: A q u í , mama.* SERAFINA: Davvero!
SERAFINA: ¿ Q u é estás haciendo, cara? ASSUNTA: ¡Sustancia maravillosa! Pero a s e g ú r a t e de poner-
ROSA: A t r a p é doce luciérnagas. lo en el café de la cena, no en el del desayuno.
SERAFINA: ¡Mi marido no necesita n i n g ú n polvo!
(Se oye la voz quebrada de Assunta acercándose.) ASSUNTA: D i s c ú l p a m e , Baronessa. Tal vez él necesita el tipo
contrario de polvo, t a m b i é n l o tengo.
" Es evidente que, en este caso -como casi siempre que Rosa se dirige a su SERAFINA: N o , no, ningún tipo de polvo, vieja. (Levanta la
madre o alude a ella- Williams usa la palabra italiana mamma, pero la escri-
cabeza con una sonrisa orgullosa.)
be erróneamente con una sola m. Asimismo, en otros momentos, el contexto
indica que se trata de la forma coloquial en inglés -mama-, equivalente a
nuestro "mamá". En mi traducción, he mantenido la grafía errónea cuando se
(Afuera se oye el sonido de un camión acercándose por
trata de la palabra italiana para ser fiel al autor y he puesto el acento cuando
se trata de la palabra inglesa. ( N . de la T.) la carretera.)

H
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA TATUADA

ROSA (alegremente): ¡El c a m i ó n de p a p á ! SERAFINA: YO grité. Pero cuando él se d e s p e r t ó , ya n o esta-


ba. Sólo d u r ó un momento. ¡Pero yo lo v i , y supe, cuan-
(Se quedan escuchando un momento, pero el camión si- do lo v i , que h a b í a concebido, que en m i cuerpo estaba
gue sin detenerse.) creciendo otra rosa!
ASSUNTA: ¿Él c r e y ó que l o viste?
SERAFINA (a Assunta): N o era él. N o era un c a m i ó n de diez SERAFINA: N O . Se rió... Él se r i ó y yo lloré...
toneladas. ¡ N o hacía sonar las persianas! ¡Assunta, As- ASSUNTA: ¡ Y él te t o m ó en sus brazos y t ú dejaste de llorar!
sunta, s u é l t a m e u n par de presillas, que el vestido me SERAFINA: ¡Sí!

queda ajustado! ASSUNTA: Serafina, para t i todo tiene que ser diferente. Una se-
ASSUNTA: ¿ES verdad l o que te dije? ñal, un milagro, una maravilla de algún tipo. Le hablas a
SERAFINA: SÍ, es verdad, pero nadie tenía que d e c í r m e l o . As- Nuestra Señora. Dices que responde a tus preguntas. Ella
sunta, voy a contarte algo que a lo mejor no crees. asiente o te sacude la cabeza. M i r a , Serafina, debajo de
ASSUNTA: ES imposible decirme nada que no crea. Nuestra Señora tienes una vela. El viento que pasa a tra-
SERAFINA: Va bene! Senti, Assunta!... ¡supe que h a b í a con- vés de las persianas hace que la vela oscile. Las sombras se
cebido la noche misma de la c o n c e p c i ó n ! (Se oye una mueven. ¡Parece que Nuestra Señora está asintiendo!
frase musical mientras ella lo dice.) SERAFINA: Ella me da señales.
ASSUNTA: ¿ Q u é e e e ? ASSUNTA: ¿Sólo a ti? ¿Porque eres m á s importante? ¿La es-
SERAFINA: Senti! ¡Esa noche me desperté con un dolor que- posa de un barone? ¡Serafina! En Sicilia llamaban b a r ó n
mante aquí, en el pecho izquierdo! Un dolor como una a su tío, pero en Sicilia todo el que tiene un pedazo de tie-
aguja, r á p i d o , r á p i d o , caliente como puntadas. Prendí la rra y un establo separado para las cabras es un b a r ó n !
luz, me desnudé el pecho... ¡ Y sobre él vi la rosa tatuada SERAFINA: ¡Le d e c í a n "Voscenza" a su t í o y le besaban la
de m i marido! mano! (Se besa el dorso de la mano repetidas veces, con
ASSUNTA: ¿El tatuaje de Rosario? vehemencia.)
SERAFINA: ¡En m í , en m i pecho, su tatuaje! Y cuando lo v i , ASSUNTA: ¡SU tío de Sicilia!... Sí.... ¿Pero aquíqué hace él?
supe que h a b í a concebido. ¿ C o n d u c e un c a m i ó n de bananas?
SERAFINA (estallando): ¡ N o ! ¡De bananas no\
(Serafina echa atrás la cabeza, sonriendo con orgullo, y ASSUNTA: ¿De bananas no?

abre su abanico de papel. Assunta la mira gravemente, lue- SERAFINA: Stai zita! (Hace un gesto de amenaza.)... No...
go se levanta y le alcanza su canasta a Serafina.,) ¡Vienqui, Assunta! (Le hace un gesto misterioso para
que se acerque. Assunta se acerca.)
ASSUNTA: ¡Ecco! \Tú vendes los polvos! (Se dirige hacia la ASSUNTA: Cosa dici?
puerta.) SERAFINA: ¡En la parte de arriba hay bananas! Pero deba-
SERAFINA: ¿ N o crees que l o vi? jo... ¡otra cosa!
ASSUNTA (deteniéndose): ¿Lo vio Rosario? ASSUNTA: Che altre cose?

2.6 M
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA: ¡Cualquier cosa que los hermanos Romano quie-


ran que se saque del estado, él lo saca para ellos, debajo ASSUNTA: Stai tranquilla! Calmad! (Le sirve un vaso de vi-
de las bananas! (Mueve la cabeza con gesto de impor- no.) Bebe este vino y antes de que hayas vaciado el va-
tancia.) Y dinero, ¡consigue tanto que se le sale de los so, estará en tus brazos.
bolsillos! ¡Pronto no voy a tener que hacer vestidos! SERAFINA: N O puedo... ¡tengo el c o r a z ó n en la boca!
ASSUNTA (apartándose): ¡ C r e o que p r o n t o t e n d r á s que ha- ASSUNTA: ¡Una mujer no debe tener un c o r a z ó n tan grande
cer un velo negro! que la ahogue! (Se dirige a la puerta.)
SERAFINA: ¡Esta noche es la ú l t i m a vez que lo hace! ¡ M a ñ a - SERAFINA: ¡ Q u é d a t e conmigo!
na deja de trasladar cosas para los hermanos Romano! ASSUNTA: Tengo que visitar a una mujer que b e b i ó veneno
Paga el c a m i ó n de diez toneladas y trabaja para él mis- para ratas porque tenía un c o r a z ó n tan grande que la
mo. ¡Entonces vamos a vivir con dignidad en A m é r i c a ! ahogaba.
¡ N u e s t r o c a m i ó n ! ¡ N u e s t r a casa! Y en casa todo será
eléctrico! ¡ C o c i n a . . . heladera... tuttol... Pero esta no- (Assunta se va. Serafina vuelve indolentemente al sofá.
che, q u é d a t e conmigo... ¡tengo el c o r a z ó n en la boca!... Levanta las manos hasta sus pechos hinchados y murmura
N o me bajará hasta que oiga que el c a m i ó n se detiene en voz alta)
frente a casa y su llave entra en la cerradura... Cuando
lo llame y él me conteste gritando: "Si, sonó qui!" En su SERAFINA: ¡ O h , es tan maravilloso tener dos vidas en el
cabello, Assunta, tiene... aceite de rosas. Y cuando me cuerpo, no una sino dos! (Sus manos se deslizan hacia
despierto por la noche... el aire, el cuarto a oscuras... es- su vientre, lujuriosamente.) Estoy pesada de vida, estoy
tá lleno de... rosas... Cada vez es la primera vez con él. grande, grande, grande de vida. (Toma un bol de rosas
El tiempo no pasa... y entra en el cuarto trasero.)

('Assunta toma un pequeño reloj del aparador y lo pone (Tistelle Hohengarten aparece frente a la casa. Es una
junto a su oído.) mujer delgada y rubia con un vestido de diseño egipcio, su
cabello rubio tiene un brillo antinatural en el anochecer cla-
ASSUNTA: Tic, tic, tic, tic... Dices que el reloj es mentiroso. ro y verdoso. Rosa aparece detrás de la casa, gritando.)
SERAFINA: N O , el reloj es t o n t o . N o lo escucho. M i reloj es
m i c o r a z ó n y m i c o r a z ó n no dice tic-tic, dice ¡amor- ROSA: ¡Veinticinco l u c i é r n a g a s , mama!
amor! ¡ Y ahora tengo dos corazones en m í , los dos d i - ESTELLE: ¿Nena? ¿Nena?
ciendo amor-amor! ROSA (resentida): ¿ M e está hablando a mí? (Hay una pausa.)
ESTELLE: Ven a q u í . (Mira a Rosa con abierta curiosidad.)
(Se oye un camión que se acerca, luego pasa. Serafina Eres una rama del viejo rosal... ¿Está en casa la s e ñ o r a
deja caer su abanico. Assunta abre una botella de espu- que cose?
mante con un fuerte ruido. Serafina grita.) ROSA: M a m a está en casa.

28 19
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

EsTELLE: M e gustaría verla. (Afuera se oye el sonido de un carnero balando y el re-


ROSA: Mamma? pique de su arnés; luego el ruido de madera que se astilla.)
SERAFINA: Dimi?
ROSA: H a y una señora que quiere verte. ROSA (apareciendo súbitamente en la puerta): ¡ M a m a , el car-
SERAFINA: O h , dile que espere en el salón. (Estelle entra y mi- nero negro se soltó! (Baja corriendo los escalones y se
ra con curiosidad a su alrededor. Toma una pequeña fo- queda mirando al carnero. Serafina va hacia la puerta.)
to enmarcada que hay sobre el aparador. Está mirándo- L A STREGA: (a la distancia): ¡Hey, Billy, hey, hey, Billy!
la cuando Serafina entra con un bol de rosas. Serafina ESTELLE: Le p a g a r é tres veces el precio que me pida.
habla cortantemente.) Es la foto de mi marido. SERAFINA (gritando): ¡ C u i d a d o con el carnero! ¡ N o dejes
ESTELLE: ¡Oh!... Pensé que era Valentino... Con bigote. que se meta en nuestro patio! (A Estelle,)... ¿Si le pido
SERAFINA (poniendo el bol sobre la mesa): ¿ Q u i e r e algo? cinco dólares?
EsTELLE: Sí. M e enteré de que cose. EsTELLE. Le p a g a r é quince. Que sean veinte; el dinero no es
SERAFINA: SÍ, COSO. problema. Pero tiene que estar lista para m a ñ a n a .
ESTELLE: ¿ C o n cuanta rapidez puede hacerme una camisa? SERAFINA: ¿ M a ñ a n a ?
SERAFINA: ESO depende. (Le quita la foto a Estelle y la vuel- EsTELLE: ¡Veinticinco d ó l a r e s ! (Serafina asiente lentamente
ve a poner en el aparador.) con una mirada estupefacta. Estelle sonríe.) A q u í tengo
ESTELLE: Tengo la pieza de seda conmigo. Quiero que con las medidas.
ella haga una camisa para el hombre del que estoy ena- SERAFINA: Abroche las medidas y su nombre en la seda y la
morada. M a ñ a n a es el aniversario del día en que nos camisa estará lista m a ñ a n a .
conocimos... (Desenvuelve una pieza de seda rosa que ESTELLE: M i nombre es Estelle Hohengarten.
muestra como un estandarte.)
SERAFINA (involuntariamente): Che bella stoffa!... ¡ O h , se- (Un chiquito entra corriendo excitado en el patio.)
ría un g é n e r o maravilloso para la blusa de una s e ñ o r a o
para un par de pijamas! E L PEQUEÑO: ¡Rosa, Rosa, el carnero negro está en tu patio!
ESTELLE: Quiero que haga una camisa de hombre con ella. ROSA (gritando): ¡ M a m á , el carnero está en el patio!
SERAFINA: ¿Seda de este color para una camisa de hombre} SERAFINA (furiosa, olvidándose de la visita): I I becco della
ESTELLE: Es difícil que una mujer retenga a un hombre sal- strega! ... Scusi! (Corre a la galería.) ¡Agárralo, a g á r r a -
vaje, ¿eh? Pero si fuera manso... ¿querría retenerlo la lo antes de que llegue a las viñas!
mujer? ¿Eh?
SERAFINA: Soy una mujer casada que trabaja. N o sé nada de (llosa baila alegremente. La Strega entra corriendo en
hombres salvajes ni de mujeres salvajes y no tengo m u - el patio. Tiene una mata salvaje de pelo gris y levanta sus
cho tiempo... así que... faldas negras de sus piernas peludas y sin medias. En el ano-
ESTELLE: Le p a g a r é el doble de lo que me pida. checer azul y ventoso, se oye el sonido del balido del carne-
ro y el repique de su arnés.

30 3i
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

Serafina desciende los escalones de la galería. Las zapa- vando al carnero que ha capturado con su arnés y su cence-
tillas de tacones altos, la falda de seda apretada y su digni- rro. Es un carnero negro de tamaño mediano con grandes
dad de baronesa hacen el descenso un poco cauteloso. Al ojos amarillos. La Strega corre detrás de él con la soga rota.
llegar al patio, dirige imperiosamente la cacería del carnero Mientras la pequeña procesión grotesca corre frente a ella
con su pantalla de papel amarillo, señalando a este lado y a -la Strega, la cabra y el niño- Serafina grita estridentemen-
aquél, mientras grita en italiano. te. Se pone en cuclillas y se cubre el rostro. La Strega la mi-
Se abanica rápidamente y vuelve a la casa. Es evidente que ra mientras se ríe despectivamente.)
el carnero hace una súbita carga. Gritando, Serafina vuelve
corriendo al frente de la casa, totalmente sin aliento, con el al- SERAFINA: Malocchio! Malocchio!
to copete brillante que comienza a volcarse sobre su frente.)
(Tapándose la cara con una mano. Serafina hace cuer-
SERAFINA: ¡ R o s a ! ¡Entra a la casa! ¡ N o mires a la Strega! nos cotí la otra para protegerse del mal de ojo. La escena se
oscurece.)
(Sola en el salón, Estelle toma la foto de Rosario. Impe-
tuosamente, la mete en su cartera y sale corriendo de la ca-
sa, justo cuando Serafina vuelve al patio delantero.)
ESCENA 2
ROSA (negándose a moverse): ¿ P o r q u é la llamas bruja?
Es justo antes del amanecer del día siguiente. El Padre
(Serafina aferra el brazo de su hija y la arroja adentro De Leo, un sacerdote, y varias mujeres con chales negros,
de la casa.) incluida Assunta, están de pie afuera de la casa. El interior
de la casa está apenas iluminado.
SERAFINA: Tiene un ojo blanco y todos los dedos torcidos.
(Arrastra a Rosa del brazo.) GIUSEPPINA: H a y luz en la casa...
ROSA: ¡Tiene cataratas, mamma, y sus dedos están torcidos EPPINA: ¡ O i g o la m á q u i n a de coser!
porque tiene reumatismo! 'lOLETTA: ¡Es Serafina! Está trabajando. Tiene una pieza de
SERAFINA: Malocchio-el mal de o j o - ¡eso es lo que tiene! Y sus seda color rosa.
dedos están torcidos porque le estrechó la mano al diablo. ASSUNTA: Oye nuestras voces.
Entra en la casa, lávate la cara con agua salada y después V I O L E T T A : H a dejado caer la seda al suelo y está...
tira el agua salada. ¡Entra! ¡Rápido! ¡Se acerca! GIUSEPPINA: ¡ A g a r r á n d o s e la garganta! Creo que...
PEPPINA: ¿ Q u i é n va a decirle?
(El P e q u e ñ o pega un grito de triunfo. VIOLETTA: El padre De Leo se lo d i r á .
Serafina va abruptamente a la galería. En el mismo mo- PADRE D E L E O : creo que una mujer debería decírselo. Creo
mento el chico corre triunfalmente alrededor de la casa, lle- que Assunta debe decirle que Rosario ha muerto.

32- 33
LA ROSA T A T U A D A
TENNESSEE W I L L I A M S

ESCENA 3
ASSUNTA: N o será necesario decirle. L o s a b r á cuando nos
vea.
Es el mediodía del mismo día. Assunta está sacando
(Hay un poco más de luz adentro de la casa. Serafina una corona mortuoria a la puerta de la casa. El doctor y el

está de pie en una actitud congelada con la mano aferrando Padre De Leo están en la galería.

su cuello y los ojos aterrados mirando hacia el lugar donde


suenan las voces.) E L MÉDICO: P e r d i ó el bebé. (Assunta emite un ronco gemido
de pena y se hace la señal de la cruz.) Serafina es una

ASSUNTA: ¡Creo que ya sabe lo que vinimos a decirle! mujer m u y fuerte y eso no la m a t a r á . Pero está tratan-

PADRE D E L E O : Andiamo, Signore! Debemos ir a la puerta. do de no respirar. H a y que cuidarla y no permitirle que
salga de la cama. (Extrae una jeringa y un pequeño pa-

(Suben los escalones de la galería. Assunta abre la puerta.) quete de su valija y se las alcanza a AssuntaJ... Es mor-
fina. En el brazo con la aguja si grita o lucha por volver
a levantarse.
SERAFINA (jadeando): ¡ N o hablen!
ASSUNTA: Capiscol

(Se aparta del grupo, tropezando ciegamente hacia PADRE D E LEO.- Una cosa quiero dejar en claro. El cuerpo de
atrás, en medio de los maniquíes de modista. Con un jadeo Rosario no debe incinerarse.
se da vuelta y sale corriendo por la puerta de atrás. En unos E L MÉDICO: ¿Vio el "cuerpo de Rosario"?
momentos la vemos tropezando afuera cerca de la palmera. PADRE D E L E O : SÍ, he visto su cuerpo.
Viene al frente de la casa y mira ciegamente a la distancia.) E L M É D I C O : ¿ N o diría que está incinerado?
PADRE D E L E O : Por supuesto que el cuerpo está incinerado.

SERAFINA (salvajemente): ¡ N o hablen! Cuando le dispararon a la rueda del c a m i ó n , c h o c ó y se


incendió. Pero la c r e m a c i ó n deliberada no es lo mismo.
(En la casa, se oyen las voces de las mujeres que co- Es una a b o m i n a c i ó n a los ojos de Dios.
mienzan a llorar. Assunta sale y se acerca a Serafina con los E L M É D I C O : Las abominaciones son cosas de las que no sé
brazos extendidos. Serafina cae de rodillas susurrando ron- nada.
camente: "¡No hables!" Assunta la rodea con el chai gris de PADRE D E L E O : La Iglesia ha establecido ciertas leyes.
la tristeza mientras la escena se oscurece.) E L M É D I C O : Pero hay que cumplir las instrucciones de una
viuda.
PADRE D E L E O : N o sé por q u é quiere que se creme el cuer-
po. Para poder guardar las cenizas en la casa.
E L M É D I C O : Bueno, ¿por q u é no, si eso la consuela?
PADRE D E L E O : ¡A eso yo lo llamo i d o l a t r í a pagana!
E L M É D I C O : Padre De Leo, usted ama a su gente pero no la

34 3 5
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

comprende. Encuentran a Dios los unos en los otros. Y PADRE D E L E O : Ferme! Ferme! Signore, fermatevi nel nome
cuando pierden a uno, pierden a Dios y se sienten per- di Dio!... ¡Tengan un poco de respeto!
didos. Y es difícil ayudarlos... ¿ Q u i é n es esa mujer?
(Las mujeres se apartan de Estelle, quien se queda acu-
(Estelle Hohengarten ha aparecido frente a la casa. Lu- rrucada llorando en el camino.)
ce un velo negro y lleva un ramo de rosas.)
ESTELLE: Verlo, verlo, sólo verlo...
EsTELLE: Soy Estelle Hohengarten. PADRE D E L E O : El cuerpo está aplastado y quemado. Nadie
puede verlo. ¡ A h o r a vayase y nunca m á s vuelva a q u í ,
(Instantáneamente hay un gran alboroto en la casa. Las Estelle Hohengarten!
lloronas se amontonan en la galería, susurrando y gesticu- LAS MUJERES (en ambas lenguas, ferozmente): Va via, va via,
lando excitadas.) vayase.

PADRE D E L E O : ¿Para q u é vino aquí? (llosa viene del otro lado de la casa. Estelle se da vuelta
ESTELLE: A decirle a d i ó s al cuerpo. y se retira. Una de las lloronas escupe y patea el velo y las
PADRE D E L E O : El a t a ú d está cerrado; el cuerpo no puede rosas apelotonadas. El padre De Leo se va. Las otras vuel-
verse. Y usted no debe volver m á s a q u í . La viuda no sa- ven adentro, excepto Rosa.
be nada de usted. Nada de nada. Pasados unos momentos, la niña se dirige hacia ¡as ro-
GlUSEPPiNA: ¡Nosotras sabemos de usted! sas. Las recoge y cuidadosamente desprende el velo de las
PEPPINA: Va v i a ! Sporcacciona! espinas.
V l O L E T T A : Puttana! Se sienta en los escalones desvencijados y pone el velo
M A R I E L L A : Assassina! negro sobre su cabeza. Entonces, por primera vez empieza
TERESA: Usted lo m a n d ó a los Romano. a llorar, salvaje, histr iónicamente. El pequeño aparece y la
PADRE D E L E O : ¡ S h h h h ! mira, momentáneamente impresionado por el espectáculo
que da. Luego toma una pelota de goma y empieza a arro-
(De pronto las mujeres se precipitan por los escalones jarla.
como una nube de pájaros atacando, todas gritando en si- Rosa se siente ultrajada. Pega un salto, se arranca el ve-
ciliano. Estelle se acurruca y baja la cabeza defensivamente lo y corre hacia el pequeño, dándole un sonoro bofetón y
ante su ataque salvaje. Le arrancan el ramo de rosas de las arrancándole la pelota.)
manos enfundadas en guantes negros y le golpean la cabe-
za y los hombros con él. Las espinas se enganchan en su ve- ROSA: ¡Vete a tu casa! ¡Mi p a p á m u r i ó !
lo y se lo arrancan de la cabeza. Ella se cubre con las manos
el blanco rostro sollozante.) (La escena se oscurece mientras se vuelve a oír la música.)

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TENNESSEE W I L L I A M S
LA ROSA T A T U A D A

I SCENA 4 VlOLETTA: ¿ Q u é hizo?


PEPPINA: ¿Hizo? Dice: "Signora! Por favor, llame a este n ú -
17« día de junio, tres años más tarde. Es de mañana y la
mero, pregunte por Jack y dígale a Jack que mis ropas es-
luz es brillante. Un grupo de madres del pueblo está ar-
tán bajo llave así que no puedo salir de casa." ¡Entonces
mando escándalo frente a la casa de Serafina, indignadas
viene Serafina, agarra a la chica de los pelos, la arrastra
por su demora en entregar los vestidos de graduación para
de la ventana y me cierra las persianas en la cara!
sus hijas. La mayoría de las mujeres charla constantemente
GlUSEPPlNA: ¿Cosa pasa con la hija?
en siciliano, corriendo alrededor de la casa y golpeando las
VlOLETTA: ¿ Q u i é n es el chico? ¿ D ó n d e lo c o n o c i ó ?
puertas y persianas. La escena avanza rápida y violenta-
PEPPINA: ¿Chico? ¿ Q u é chico? Es un marinero. (Ante la pala-
mente hasta el momento en que Rosa, finalmente, sale con
bra "marinero" las mujeres dicen ¡Ahhh!") Lo conoció
su vestido de graduación.
en el baile de la escuela secundaria y alguien se lo dijo a
Serafina. Por eso puso bajo llave las ropas de la chica,
GIUSEPPINA: ¡Serafina! ¡Serafina delle Rose!
para que no pueda salir de la casa. N o puede ir siquiera
PKPPINA: Tal vez si la llamas "Baronessa" a b r i r á la puerta.
a la escuela para dar los e x á m e n e s . ¡Imagínense!
(Con una risa burlona.) Llámala "Baronessa" y bésate
VlOLETTA: Peppina, esta vez tú vas a la puerta, ¿eh?
la mano en honor a ella cuando abra la puerta.
PEPPINA: O h , sí, voy. A h o r a me estoy poniendo nerviosa.
GIUSEPPINA (burlonamente): ¡Baronessa! (Se besa la mano
(Todas las mujeres se amontonan ante la puerta.) ¡Sera-
mirando hacia la puerta.)
fiii-na!
V I O L E T T A : ¿Para c u á n d o te p r o m e t i ó el vestido?
VlOLETTA: ¡ M á s fuerte, m á s fuerte!
PEPPINA: Toda la semana dijo: " D o m a n i . . . domani... doma-
PEPPINA: A p r i la porta! ¡Vamos, vamos!
n i " . Pero ayer le dije...
LAS MUJERES (juntas): Si, apri la porta!.... Vamos, ¡ a p ú r a t e !
V I O L E T T A : ¿Sí?
... ¡Abre!
PEPPINA: O h , sí. Le dije: "Serafina, domani es l a g r a n gra-
GlUSEPPlNA: Voy a buscar a la policía.
d u a c i ó n de la escuela. Tengo que probarle el vestido a m i
VlOLETTA: ¿ Q u é te pasa? ¿ Q u i e r e s m á s problemas?
hija hoy". " D o m a n i " , me dice, "Sicuro! sicuro! sicuro!" GlUSEPPlNA: Escucha, p a g u é cinco dólares de antemano y no
Así que empiezo a irme. Entonces oigo una voz que llama:
tengo el vestido. ¿ A h o r a q u é va a ponerse m i hija para
"Signora! Signora!" Así que me doy vuelta y veo a la hija la g r a d u a c i ó n ? ¿Un par de toallas y una rosa en el pelo?
de Serafina en la ventana. (Se oye un ruido adentro: un grito y pies que corren.)
VIOLETTA: ¿Rosa?
LAS MUJERES: ¡Pasa algo en la casa! ¡Oigo a alguien! ¿ N o es
PEPPINA: Sí, Rosa. ¿Y sabes c ó m o ? cierto? ¿ N o lo oyes?
VIOLETTA: ¿Cómo?
PEPPINA: \Desnuda\ N u d a , nuda! (Se hace la señal de la cruz (Se oye un grito y pies que corren. La puerta delantera
y repite una oración.) I n nominis patri et figlio et spiri- se abre y Serafina sale tropezando a la galería. Lleva un vi-
tus sancti. ¡ A h h h ! so rosa mugriento y tiene todo el cabello revuelto.)


39
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

S á q u e n l e el cuchillo... se c o r t ó la m u ñ e c a con... M a -
SERAFINA: A i u t o ! A i u t o ! (Vuelve a zambullirse en la casa.) donna! Madonna mia...
AssuNTA: Smettila, smettila, Serafina.
(La s e ñ o r i t a Y o r k e , una maestra solterona de la es- si ÑORITA Y O R K E (saliendo del cuarto trasero): S e ñ o r a Delle
cuela secundaria, camina rápidamente hacia la casa. Las Rose, su hija no se ha cortado la m u ñ e c a . Ahora vuelva
mujeres sicilianas, ahora hablando todas a la vez como a la casa.
una nube de pájaros, se mueven a su alrededor mientras Si RAFINA (jadeando): Che dice, che dice? Che cosa? Che co-
se acerca.) sa dice?
SEÑORITA Y O R K E : SU hija está m u y bien. Vuelva a la casa. Y
SEÑORITA Y O R K E : ¡ S e ñ o r a s , ustedes saben que no entiendo ustedes, s e ñ o r a s , ¡por favor vayanse!
italiano! Así que, por favor... AssuNTA: Vieni, Serafina. A n d i a m o a casa. (Sostiene el pe-
sado y jadeante bulto de Serafina en los escalones.
(Entra directamente en la casa. Se oyen más gritos Mientras suben los escalones una de las madres sicilia-
adentro. La Strega viene y se para en el borde del patio, nas avanza desde el grupo susurrante.)
riéndose despectivamente.) GiUSEPPlNA (osadamente): Serafina, no nos vamos hasta que
no nos des nuestros vestidos.
L A STREGA (dirigiéndose a alguien): ¡Las tanas e s t á n ar- PEPPINA; La g r a d u a c i ó n empieza y las chicas no e s t á n vesti-
mando lío de vuelta!... Tuvo a la hija encerrada desnu- das.
da a h í adentro toda la semana. ¡Ja, ja, ja! Encerrada to-
da la semana... desnuda... gritando por la ventana para (La respuesta de Serafina a este pedido inoportuno es
decirle a la gente que llamara a un n ú m e r o y le diera un un largo aullido animal de desgracia mientras la acompa-
mensaje a Jack. ¡Ja, ja, ja! ¡Supongo que ya está en pro- ñan a la casa. La s e ñ o r i t a Yorke sigue y cierra la puerta fir-
blemas, y sólo tiene quince!... N o son civilizados estos memente frente a las mujeres, que entonces van a la parte
sicilianos. En su tierra, viven en cuevas en las colinas y trasera de la casa. El interior de la casa está iluminado.)
el p a í s lo gobiernan bandidos. ¡Ja, ja, ja! Todo el tiem-
po vienen m á s sicilianos en barcos. (La puerta se abre SEÑORITA Y O R K E (a Serafina,): N o , n o , n o , no está sangran-

violentamente de nuevo y Serafina reaparece en la gale- do. ¿Rosa? Rosa, ven a q u í y m u é s t r a l e a t u madre que
ría. Esta actuando sin control, como demente.) no te estás desangrando.
SERAFINA (jadeando en un ronco susurro): Se c o r t ó la m u -
ñ e c a , m i hija, ¡se c o r t ó la m u ñ e c a ! (Sale corriendo al ("Rosa aparece silenciosa y hosca entre las cortinas que
patio.) ¡Ayyyyyyyyy! Aiutatemi, aiutatemi! ¡Llamen al separan las dos habitaciones. Tiene un pequeño pañuelo
dottore! (Assunta se apresura hacia Serafina y la sostie- blanco atado alrededor de una muñeca. Serafina señala la
ne cuando está a punto de caer de rodillas en el patio.) muñeca y grita: "¡Ayyy!")
¡Sáquenle el cuchillo! ¡Sáquenle el cuchillo, por favor!

4 o 41
TENNESSEE WILLIAMS
LA ROSA T A T U A D A

SEÑORITA Y O R K E (severamente): ¡ B u e n o , termine con eso,


SEÑORITA Y O R K E : SU hija p e r d i ó sus e x á m e n e s finales en la
señora Delle Rose! escuela, pero sus notas han sido tan buenas que se le
p e r m i t i r á graduarse con su clase y rendir los e x á m e n e s
(Serafina se precipita hacia Rosa, quien la aparta brus-
después... ¡Me entiende, s e ñ o r a Delle Rose!
camente.)
(Rosa entra a la parte trasera de la casa.)
ROSA: Lasciami stare, mamma!... Estoy tan avergonzada que
podría morirme. Así anda dando vueltas todo el tiempo.
SERAFINA (parándose ante las cortinas): ¿Ve c ó m o me mira?
N o se ha vuelto a vestir desde que mataron a m i padre.
¡Tengo a una salvaje en casa y su m u ñ e c a sigue san-
Desde hace tres a ñ o s se sienta a la m á q u i n a de coser y grando!
nunca se pone un vestido o sale de la casa y ahora ha
SEÑORITA Y O R K E : ¡Basta de estallidos emocionales!
puesto mis ropas bajo llave para que yo no pueda salir.
SERAFINA: Estallidos... ¡usted me enferma! ¡ M e enferma!
Quiere que sea como ella, el f e n ó m e n o del vecindario,
¡ M e enferma del e s t ó m a g o usted! Su escuela, ¡ustedes
¡lo que ella es! La p r ó x i m a vez, ¡la p r ó x i m a vez no me
causan todo este problema! Ustedes dan ese baile don-
voy a cortar la m u ñ e c a sino el cuello! ¡ N o quiero vivir
de ella se me mezcla con un marinero.
encerrada con un frasco de cenizas! (Señala el altar.)
SEÑORITA Y O R K E : ¿Se refiere al hermano de la s e ñ o r i t a
AssuNTA: Figlia, filgia, figlia, non devi parlare cosí!
Hunter, un marinero llamado Jack que asistió al baile
SEÑORITA Y O R K E : Señora Delle Rose, por favor d é m e la lla-
con su hermana?
ve del ropero así su hija puede vestirse para la gradua-
'.1 RAFINA: "¡Asistió con la hermana!".... ¡Asistió con la her-
ción.
mana).... M i hija, ¡no es la hermana de nadie!
SERAFINA (entregando la llave): Ecco la... chiave... (Rosa
aferra la llave y corre hacia adentro a través de las cor- (Rosa sale del cuarto trasero. Está radiante con su ves-
tinas.) tido de graduación.)
SEÑORITA Y O R K E : Bueno, ¿por q u é puso las ropas bajo lla-
ve, s e ñ o r a Delle Rose? ROSA: N o la escuche, no le preste a t e n c i ó n , s e ñ o r i t a Yor-
SERAFINA: ¡La m u ñ e c a le sigue sangrando! ke... Estoy lista para ir a la escuela.
SEÑORITA Y O R K E : N O , la m u ñ e c a no sangra m á s . Es sólo un '• 11'AFINA (estupefacta ante la belleza de su hija y hablando
corte superficial, un r a s g u ñ o . Pero la niña está agotada con tono y gestos lisonjeros mientras se encoge un po-
por todo este e s c á n d a l o y no ha comido nada en dos o co): O , tesoro, tesoro! Vieni qua, Rosa, cara!... Ven
tres d í a s . u | u í besa a mama un minuto!... ¡ N o te vayas así, ven!
R O S A (corriendo hacia el comedor): ¡ C u a t r o d í a s ! Sólo le 1 • ISA: Lasciami stare!
pedí un favor. ¡ N o que me dejara salir sino que dejara
que Jack viniera a casa para que ella pudiera conocer- (Sale a toda velocidad a la galería. Serafina la mira
lo!... ¡Entonces escondió mis ropas! mientras sus brazos caen lentamente, deshaciendo su gesto

42.
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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

implorante, y su mandíbula se abre en una expresión de de- en esa escuela superior! (Mientras Serafina camina de
solación casi cómica.) un lado al otro, mueve sus caderas con el estilo exage-
radamente beligerante de un torero que desfila.)
SERAFINA: H O solo te, solo te... in questo mondo! ASSUNTA: Piantala, Serafina! Andiamo a casa!
SEÑORITA Y O R K E : ¡Bueno, bueno, s e ñ o r a Delle Rose, basta SERAFINA: ¡ N O , no, no t e r m i n é de hablarle a esa maestra!
de excitación, por favor! ASSUNTA: ¡Serafina, m í r a t e , no estás vestida!
SERAFINA (lanzándose súbitamente tras ellas en un estallido SERAFINA: Estoy bien vestida; no estoy desnuda. (Mira sal-
de furia): Senti, senti, per favore! vajemente a la maestra junto a la palmera. Las madres
ROSA: ¡ N o te atrevas a salir así a la calle!... Mama! sicilianas vuelven al patio delantero.)
ASSUNTA: Serafina, cara? A n d i a m o a casa, adesso!... Basta!
(Se agacha y se tapa la cara avergonzada, mientras Se- Basta!
rafina, sin darle importancia se lanza al patio delantero con SERAFINA: Aspetta!
su viso chocante, haciendo gestos salvajes.) ROSA: Tengo tanta v e r g ü e n z a que me p o d r í a morir, estoy
tan avergonzada. O h , usted no sabe, s e ñ o r i t a Yorke,
SERAFINA: D a n ese baile donde se mezcla con un marinero. c ó m o vivimos. Ella nunca se pone un vestido; se queda
¿ Q u é se creen que hacen en esa escuela superior? (Llo- todo el tiempo con ese viso rosa sucio y viejo... Y le ha-
rando desoladamente, Rosa corre a la galería.) ¿Cuán- bla a las cenizas de m i padre como si estuviera vivo.
to de superior es esta escuela superior? Escuche, ¿cuán- SERAFINA: Maestra! Maestra, senti! ¿ Q u é se creen que ha-
to de superior es esta escuela superior? M i r e , mire, cen en esta escuela superior? Sentite! Per favore! ¡ D a n
mire, ¡se lo voy a mostrar! ¡Es tan superior como esa este baile! ¿ Q u é clase de baile de primavera es? C o n t é s -
bosta de caballo que hay en la calle! (Serafina señala teme esta pregunta, por favor. ¿ Q u é clase de baile de
violentamente al frente de la casa.) Sí! 'Sta fetentissima primavera es? Ella conoce a este chico a h í que n i si-
scuola! Scuola maledetta! quiera va a una escuela superior. ¿ Q u é tipo de chico?
G u á r d a t e ! ¡Un marinero que usa un aro de oro! ¡ Q u é
(Rosa pega un grito y corre hasta la palmera, recostán- clase de chico es la clase de chico que conoce ahí!... Por
dose contra ella, con lágrimas de mortificación.) eso guardo sus ropas bajo llave para que no pueda v o l -
ver a la escuela. (Súbitamente a Assunta J ¡Ella se corta
SEÑORITA Y O R K E : Señora Delle Rose, está hablando y com- la m u ñ e c a ! ¡Sigue sangrando! (Se golpea la frente tres
p o r t á n d o s e muy mal. N o comprendo c ó m o una mujer veces con el puño.)
que actiia como usted puede tener una hija tan dulce y ROSA: ¡ M a m a , das asco! (Sale corriendo.)
refinada... ¡ N o se la merece!... Realmente... (Va a la
palmera.) (La señorita Yorke corre tras ella. Serafina se hace pan-
SERAFINA: A h , quiere que le hable refinado a usted, ¿eh? En- talla con una mano sobre los ojos para verlas partir por la
tonces h á g a m e un favor. ¡Dejen de arruinar a las chicas calle en la brillante luz primaveral.)

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LA ROSA T A T U A D A
TENNESSEE W I L L I A M S

ESCENA 5

SERAFINA: ¿Oíste lo que me dijo m i hija? "Das... asco"... M e


Inmediatamente después. Los movimientos de Serafina
ha dicho que...
van ganando impulso. Toma una faja hace tiempo olvidada
ASSUNTA: A h o r a , Serafina, tenemos que entrar en la casa.
del cajón de un escritorio y se la pone experimentalmente en
(La conduce suavemente a la galería de la casita.)
la cintura. Sacude la cabeza dudosa, deja caer la faja y de
SERAFINA (orgullosamente): Q u é linda se ve m i hija, con el
pronto aferra el sombrero de $ 8,98 del maniquí de sombre-
vestido blanco, ¡como una novia! (A todas.) ¡Discúl-
rería y se lo planta en la cabeza. Se da vuelta distraída, sin re-
penme! ¡Discúlpenme, por favor! ¡Vayanse! ¡Salgan de
cordar dónde está el espejo. Jadea de asombro cuando se ve,
mi patio!
se arranca el sombrero y rápidamente lo vuelve a poner en la
GiUSEPPlNA: (tomando el toro por las astas): N o , ¡no nos va-
cabeza descubierta del maniquí. Da otra vuelta confusa o
mos sin los vestidos!
dos, luego jadea llevada por una nueva inspiración y aferra
ASSUNTA: Dale los vestidos a las s e ñ o r a s así las chicas pue-
un vestido infantil de un maniquí, un vestido azul de niña
den vestirse para la g r a d u a c i ó n .
con margaritas de crochet bordadas. El vestido se queda pe-
SERAFINA: Esa de ahí, sólo p a g ó el material. Yo cobro el tra-
gado al maniquí. Serafina murmura salvajemente en sicilia-
bajo.
no. Por fin supera la dificultad, pero en su exasperación tira
GiUSEPPlNA: Ecco! ¡Tengo el dinero!
el maniquí al suelo. Se saca el viso y, esperanzada, empieza a
L A S MUJERES: ¡Tenemos el dinero!
ponerse el vestido. Pero descubre que no le entra en las ca-
SERAFINA: LOS nombres e s t á n puestos con u n alfiler en los
deras. Vuelve a tomar la faja; luego la arroja lejos, enojada.
vestidos. Entren y s á q u e n l o s . (Se vuelve hacia Assun-
El loro la llama; ella le contesta a gritos enojada: "Zitto!"
t a j ¿ O í s t e lo que me dijo m i hija? ¡ M e dijo que doy
A la distancia, la banda de la escuela empieza a tocar.
"asco"?
Serafina entra en pánico ante la posibilidad de perderse la
ceremonia de graduación y se golpea la frente con el puño,
(Serafina entra en la casa, dando un portazo. Un mo-
sollozando un poco. Se saca desoladamente el vestido azul
mento después, las madres salen acunando tiernamente en
y sale corriendo con su calzón de rayón, justo cuando Flo-
sus brazos los vestidos de gasa blanca, mientras murmuran
ra y Bessie aparecen afuera de la casa. Flora y Bessie son dos
"¡carino!" y "¡bellísimo!"
mujeres vulgares de mediana edad y temperamento juvenil.
Mientras desaparecen, la luz de adentro se enciende y
Florales alta y angulosa, Bessie más bien fornida. Están
vemos a Serafina de pie frente a un espejo, mirándose y re-
muy engalanadas. Flora sube corriendo los escalones y gol-
pitiendo la palabra de su hija.)
pea la puerta de la casita.

SERAFINA: ¡Asco!
BESSIE: N O logro entender por q u é es tan importante reco-
ger una blusa a lunares cuando es probable que nos ha-
(La música vuelve brevemente para marcar una divi-
ga perder el tren de las doce.
sión.)

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

FLORA: ¡Serafina! ¡Serafina! na.) Empiece mujer, ¡junte las dos bandas! Si no lo ha-
BESSIE: Tenemos sólo quince minutos para llegar a la esta- ce, voy a denunciarla ante la C á m a r a de Comercio pa-
ción y me voy a desmayar en el tren si antes no me to- 1.1 que le quiten la licencia!
mo un café... RAÍ INA (ansiosamente): ¿De q u é licencia está hablando?
FLORA: T ó m a t e una coca en el tren, Bessie. ¡No tengo ninguna licencia!
BESSIE. ¡ N O t o m a r é nada en el tren si no tomamos el tren! 11 ( IRA: ¿Oyes eso, Bessie? ¡No tiene ninguna licencia!
\\\ SS1E: ¿Ni siquiera tiene licencia?
(Serafina vuelve a salir corriendo del dormitorio, bas- Si RAÍ INA (yendo rápido hacia la máquina): ¡Voy... voy a co-
tante sin aliento, con un vestido de seda púrpura puesto. sérselas! Pero me h a r á llegar tarde a la g r a d u a c i ó n de
Cuando pasa delante del maniquí de sombrerería vuelve a mi hija, h a r é que lo lamente de alguna manera...
aferrar el sombrero y se lo planta en la cabeza.)
(Trabaja con furiosa rapidez. Se oye el silbato de un
SERAFINA: ¡Reloj pulsera! ¡Reloj pulsera! ¿ D ó n d e puse el re- tifii.)
loj pulsera? (Oye a Flora gritando y golpeando y corre
a la puerta.) l'.i SSIE (rabiosa y golpeando a Flora con su cartera): ¡El tren
BESSIE: Fíjate si la puerta no está abierta. se está yendo! ¡ O h , Dios, hizo que lo p e r d i é r a m o s !
FLORA (entrando de un empujón): Sólo dime, ¿está lista o PLORA: Bessie, sabes que hay o t r o a las 12:45.
no? BESSIE: ¡ES el aspecto... egoísta del asunto lo que me enfer-
SERAFINA: ¡ O h ! Usted. N o me moleste. Estoy atrasada para ma! (Camina rápidamente de arriba abajo.)
la g r a d u a c i ó n de m i hija y ahora no puedo encontrar su FLORA: Q u é d a t e quieta, Bessie. N o te canses los pies antes
regalo de g r a d u a c i ó n . de que lleguemos a la ciudad....
FLORA: Tiene mupho tiempo. BESSIE: M o l l y me dijo que la ciudad rebosaba de excitación.
SERAFINA: ¿ N O oyeron a la banda tocando? Están tirando bolsas de papel llenas de agua desde las
FLORA: Sólo están practicando. Bueno, Serafina, ¿ d ó n d e es- ventanas del hotel.
tá m i blusa? FLORA: ¿En q u é hotel e s t á n tirando bolsas de papel?
SERAFINA: ¿Blusa? ¡ N o está lista! ¡Tuve que hacer catorce BESSIE: ¡ Q u é pregunta tonta! El Hotel Monteleone.
vestidos de g r a d u a c i ó n ! FLORA: ES un hotel anticuado.
FLORA: Una promesa es una promesa y una excusa sólo una BESSIE: Puede ser anticuado pero te sorprenderías ante algunas
excusa. de las cosas modernas, bien actualizadas que pasan ahí.
SERAFINA: ¡Tengo que llegar a la escuela! FLORA: ¡Oí, oí que los legionarios agarraron a una chica en
FLORA: ¡Tengo que llegar a la estación con esa blusa! la calle Canal! ¡Le arrancaron la ropa y la mandaron a
BESSIE: Vamos al desfile de la Legión Americana en Nueva su casa en taxi!
Orleáns. BESSIE: ¡Perseguiría como un perro furioso al que se atrevie-
FLORA: ¡Allí, allí, allí, allí está! (Toma la blusa de la máqui- ra a intentar algo así conmigo!

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TENNESSEE W I L L I A M S
LA ROSA T A T U A D A

FLORA: ¿ T Ú ! ¡Aja! ¡ N u n c a necesitas mucha ayuda para des-


l'.i SSIE (sumándose embelesada): ¡Madmoiselle d'Armen-
nudarte!
tieres, parle-vú!
SERAFINA (ominosamente): Ustedes dos, s e ñ o r i t a s , cuida-
I INA V O Z AFUERA (devolviendo galantemente el saludo): ¡A
do con la f o r m a en que hablan a q u í . Esta es una casa
Madmoiselle d'Armentieres no la han besado desde ha-
c a t ó l i c a . ¡ E s t á n sentadas en la misma h a b i t a c i ó n de
ce cuarenta a ñ o s !
Nuestra S e ñ o r a y de las benditas cenizas de m i ma-
AMBAS CHICAS (¡untas, muy alegremente): ¡Tinqui m i n q u i
rido!
parle-vú!
F L O R A (ácidamente): Bueno, \dis-cúl-pe-me\ (Le susurra
maliciosamente a BessieJ Por cierto, es una sorpresa
(Se ríen y aplauden en la ventana. Se oye reír a los le-
agradable verla usando un vestido, Serafina, pero la
gionarios. Suena una bocina cuando los legionarios se ale-
sorpresa sería el doble de agradable si fuera de su ver-
lan. Serafina pega un salto y se precipita a la ventana, las
dadero talle. (A Bessie, fuerte.) Solía tener una linda f i -
aparta de ella y les cierra las persianas en las narices.)
gura, un poco regordeta pero atractiva, ¡pero haberse
quedado delante de su m á q u i n a de coser durante tres
Si RAFINA (furiosa): ¡Mujerzuelas, les dije que no estaban en
a ñ o s con un k i m o n o y sin poner un pie afuera de su ca-
un cabaret de p o r q u e r í a ! ¡Ahora tomen esa blusa y v a -
sa naturalmente le ha engordado las caderas!
yanse! V a y a n s e a la calle, a donde pertenecen las muje-
SERAFINA: Si no tuviera caderas sería una mujer muy incó-
res como ustedes... Esta es la casa de Rosario delle Ro-
moda cuando me acuesto.
se y sus cenizas e s t á n en esa urna de m á r m o l y no
permitiré... ¡que a q u í pasen cosas inadecuadas ni se d i -
(El loro grazna. Serafina imita su graznido.)
gan cosas sucias!
I 1 ORA: ¿ Q u i é n dice cosas sucias?
FLORA: ¿Polly, quieres una galletita?
BESSIE: Q u é t u p é del cuerno.
SERAFINA: N O . ¡ N O quiere unXgalletita! ¿ Q u é está haciendo
PLORA: ¡ Q u i e r o que me escuche!
ella en la ventana? '
SERAFINA: ¡Están, e s t á n todo el tiempo diciendo cosas su-
BESSIE: ¡Hay unos legionarios en la carretera!
cias, todo el tiempo hombre, hombre, hombre! ¡Uste-
FLORA: ¿Un legionario? ¿En serio?
des están locas por los hombres, eso es!
I 1 ORA: ¡Uvas acidas... uvas acidas son t u problema! ¡Estás
(Vega un salto y se une a su amiga en la ventana. Las
loca de envidia!
dos se ríen tontamente, sacudiendo las cabezas fuera de la
BESSIE: ¿ N O está verde de envidia? ¡Aja!
ventana.)
Si RAFINA (súbita y religiosamente): Cuando pienso en h o m -
bres pienso en m i marido. M i marido era un siciliano.
BESSIE: Está mirando hacia a q u í ; ¡grita algo!
¡ H a c í a m o s el amor todas las noches de la semana, nun-
F L O R A (inclinándose hacia fuera de la ventana): ¡Madmoi-
ca se salteaba una, desde la noche que nos casamos has-
selle d'Armentieres, parlevú!
ta la noche que lo mataron en su c a m i ó n de fruta en el


TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

camino de ahí! (Retiene el aliento en un sollozo.) Y tal SERAFINA: M i familia era de campesinos, c o n t a d i n i , pero
vez ése sea el m o t i v o por el que no estoy loca por los él... ¡él venía de terratenientesl Signorile, m i marido...
hombres y no me gusta la charla de las mujeres que lo A la noche me siento a q u í y me satisface recordar, por-
e s t á n . Pero estoy interesada, ahora, en la felicidad de que tuve el mejor... N o el tercero n i el segundo, sino el
m i hija, que se g r a d ú a esta m a ñ a n a en la escuela supe- mejor, ¡el único mejor!... Entonces ahora me quedo
rior. Y ahora voy a llegar tarde, ¡está tocando la banda! a q u í y estoy satisfecha de recordar...
¡Y he perdido su reloj pulsera!... ¡su regalo de gradua- BESSIE: Vamos ¡salgamos! ¡A la estación!
ción! (Da vuelta alrededor distraídamente.) I i <)RA: Espera, quiero o í r esto, ¡es demasiado bueno para
BESSIE: Flora, ¡vamonos!... ¡Al diablo con esa maldita blusa! perdérselo!
FLORA: O h , no, ¡sólo espera un minuto! ¡ N o acepto insul- SERAFINA: Cuento las noches que lo tuve toda la noche en mis
tos de nadie! brazos y puedo decir c u á n t a s fueron. Cada noche du-
SERAFINA: Vayan, vayan a Nueva O r l e á n s , ustedes dos, l o - rante doce a ñ o s . Cuatro m i l . . . trescientas... ochenta. El
cas por los hombres, ¡vayan! Y levántense un hombre n ú m e r o de noches que lo tuve en mis brazos. Y estoy sa-
en la calle Canal ¡pero no en m i casa, en m i ventana, en- tisfecha con eso. Lloro por él. Sí, m i almohada por la no-
frente de las cenizas de m i m a r i d o muerto! (La banda che nunca está seca... pero me satisface recordar. Y me
de la escuela secundaria está tocando una melodía mar- sentiría barata, degradada e inadecuada para vivir con
cial a la distancia. El pecho de Serafina sube y baja vio- mi hija o bajo el techo con la urna de sus cenizas bendi-
lentamente; se toca el corazón y por un momento pare- tas, las... cenizas de una rosa... si después de ese recuer-
ce olvidar que debe irse.) N o me interesa nada, no me do, después de conocer a ese hombre, fuera con otro, un
interesan los hombres que se ponen gordos y pelados hombre de edad mediana, no joven, no lleno de pasión
con trajes de soldaditos de juguete, que les arrancan las joven, sino que está echando panza y perdiendo el pelo y
ropas a las chicas en la calle Canal y que arrojan bolsas huele a sudor y a alcohol... ¡y tratara de e n g a ñ a r m e con
de papel por las ventanas del hotel. Simplemente no es- que eso es hacer el amor! Yo sé lo que era hacer el amor.
toy interesada en ese tipo de cuestiones de mujeres l o - Y estoy satisfecha sólo de recordar... (Está jadeando co-
cas por los hombres. Recuerdo a m i marido con cuerpo mo si hubiera corrido escaleras arriba.) ¡Adelante, h á -
de muchacho y, en su cabeza, cabello tan espeso y negro ganlo, vayan a las calles y dejen que les tiren sus bolsas
como el m í o y la piel tan suave y dulce como un p é t a l o de agua sucia encima!.. Estoy satisfecha de recordar el
de rosa amarilla. amor de un hombre que fue mío... ¡sólo míol ¡ N u n c a to-
FLORA: O h , ¿era una rosa} cado por la mano de nadiel \De nadie salvo yol... ¡Sólo
SERAFINA: ¡Sí, sí, una rosa, una rosa! yo! (Jadea y sale corriendo a la galería; el sol inunda su
F L O R A : Sí, ¡una rosa de t a ñ o ! . . . ¡de g á n g s t e r ! . . . ¡ h a c i e n d o figura. Parece asombrarla. Se descubre sollozando. Re-
contrabando hormiga de drogas debajo de una carga de vuelve su cartera en busca de su pañuelo.)
bananas! I-LORA (yendo a la puerta abierta): ¿ N u n c a lo t o c ó nadie?
BESSIE: ¡Flora, Flora, vamos! SERAFINA (con orgullo feroz): ¡ N u n c a nadie salvo yo!

5* 53
LA ROSA T A T U A D A
TENNESSEE W I L L I A M S

Bl SS1E (nerviosamente): Flora, ¡ v a m o n o s , vamonos!


FLORA: ¡Yo conozco a alguien que p o d r í a contar un cuenti-
Si KA FINA (con una voz terrible): ¡Mentirosa! ¡Menti-rosaa-
to! Y no muy lejos de a q u í , tampoco. N o m á s lejos de
aaaa!
lo que está el Square Roof, ese lugar en Explanada!
BESSIE: ¡Estelle Hohengarten!
(Cierra la puerta de madera de un portazo con tal vio-
FLORA: ¡Estelle Hohengarten!... ¡la tejana que da las cartas
lencia que sacude las paredes.)
de blackjack!
BESSIE: ¡Ponte la blusa y vamos!
BESSIE (aterrorizada): ¡ V a m o n o s de a q u í , Flora!
FLORA: Todos lo supieron menos Serafina. Sólo estoy con-
tando las cosas que surgieron en la investigación cuan-
I i ORA: Deja que grite hasta quedarse muda. N o me importa.
do ella estaba en cama, con los ojos bien apretados y las
s á b a n a s t a p á n d o l e la cabeza como una avestruz! ¡ M e
(Serafina ha aferrado una escoba.)
atas esta maldita cosa! Fue un romance, no s ó l o una
cuestión de una noche, sino una relación sólida que si-
BESSIE: ¿ Q u é está por hacer?
guió m á s de un a ñ o .
l'l.ORA: ¡ N o me interesa q u é está por hacer!
BESSIE: M e dan miedo estos t a ñ o s .
(Serafina ha estado de pie en la galería con la puerta
FLORA: ¡YO no le tengo miedo a nadie!
abierta a sus espaldas. El resplandor del sol le da de lleno.
BESSIE: Va a golpearte.
Parece haberse quedado atontada por las palabras que han
FLORA: ¡ M á s le vale no golpearme!
gritado adentro. Se da vuelta lentamente. Vemos que su
(Pero las dos mujerzuelas empiezan a retirase hacia la
vestido está abierto en la espalda y se le ve el calzón. Se ex-
puerta. Serafina súbitamente corre hacia ellas con la es-
tiende tanteando con una mano y encuentra la columna de
coba. Golpea a Flora en las caderas y los hombros. Bessie
la galería, de la que se aferra mientras las terribles palabras
sale. Pero Flora queda atrapada en un rincón. Cae una
le van entrando cada vez más profundo. La banda de la es-
mesa. Bessie, afuera, llama a la policía y grita: "¡Asesina-
cuela secundaria sigue como un contrapunto impío.)
to! ¡Asesinato!" La banda de la escuela secundaria está
tocando Estrellas y Barras para siempre. Flora elude sal-
BESSIE: Déjala en la ignorancia. La ignorancia es una bendi-
vajemente la escoba que desparrama golpes y sale fuera
ción.
de la casa. También se pone a gritar pidiendo ayuda. Se-
FLORA: Él tenía uaa rosa tatuada en el pecho, tatuada en se-
rafina las sigue afuera. Está golpeando el brillante aire de
rio, y Estelle estaba tan loca por él que fue a la calle
mediodía con la escoba. Las dos mujeres salen corriendo
Bourbon y se hizo tatuar una. (Serafina sube a la gale-
y gritando.)
ría y Flora se vuelve hacia ella, perversamente.) Sí, una
rosa tatuada en el pecho igual a la del t a ñ o .
FLORA (gritando hacia Serafina,): Voy a hacer que te arres-
SERAFINA (muy bajito): Mentirosa... (Entra; la palabra pa-
ten. ¡Policía, policía! ¡Voy a hacer que te arresten!
rece darle fuerza.)

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA: \Haz que me arresten, hazlo, basura, demonio, aterrada actitud de escucha.) Che? Che dice, Signora?
mentirosa\ ¡ M e n t i - r o o o o o o - s a a a a a ! ¡Oh, Señora!¡Dame una señal!

(Vuelve a entrar en la casa y se inclina sobre la mesa de (La escena se oscurece.)


trabajo un momento, jadeando pesadamente. Entonces se
apresura de nuevo hacia la puerta, la cierra de un portazo y
echa llave. La casa ahora está a oscuras, salvo por la luz de
vigilia en el vaso de vidrio color rubí ubicado delante de la I '.CENA 6
Madona, y los delicados rayos que entran a través de las ta-
blillas de las persianas.) Han transcurrido dos horas. El interior de la casa está
en completa oscuridad, excepto por la luz de vigilia. Con
SERAFINA (como enloquecida): ¡ H a z que... haz que... me las persianas cerradas, el interior está tan oscuro que no
arresten... sucia puta... perra... mentirosa! (Se mueve sabemos si Serafina está allí. Todo lo que vemos con clari-
désvalidamente, sin saber qué hacer con su cuerpo dad es el manto azul tachonado de estrellas de Nuestra Se-
grande y golpeado, jadeando para inhalar aire, repite ñora sobre la vela titilante del vaso de vidrio color rubí,
la palabra "mentirosa" monótona e indefensa mien- ¡'asados unos momentos, oímos la voz de Serafina muy
tras se mueve torpemente. Para ella es necesario, vital- bajo, con el tono débil y sin aliento de una persona cerca-
mente necesario, creer que la historia de la mujer es na a la muerte.
una invención maliciosa. Pero las palabras se le han
quedado pegadas en la mente y las murmura en voz al- SERAFINA (muy bajo): O h , Señora, dame una señal...
ta mientras se mueve torpe y locamente entre los pe-
queños confines de la sala..) Mujer... Estelle... (Se es- (Voces alegres y risueñas se oyen afuera de la casa. Ro-
cucha el sonido de la banda de música.) Banda, banda, sa y Jack aparecen llevando rosas y regalos. Están gritán-
ya... c o m e n z ó . . . Voy a perderme... la g r a d u a c i ó n . ¡ O h ! doles a otros que van en un auto.)
(Se retira hacia la Madona.) Estelle, ¿Estelle H o h e n -
garten?... " ¡ U n a camisa para u n hombre del que estoy JACK: ¿ A d o n d e vamos a pasar el día?
enamorada! Ese hombre... es... salvaje como un gita- L A V O Z DE LA CHICA (desde la carretera): Vamos en tres bo-
n o . " . . . O h , o h , S e ñ o r a . . . La.... seda... color rosa. (Se tes a Cayo Diamante.
dirige hacia el comedor, luego retrocede con terror.)
L A V O Z DE U N HOMBRE: Estén en el Muelle M u n i c i p a l en me-
¡No, no, no, no, no! ¡ N o me acuerdo! ¡ N o era ese
dia hora.
nombre, no recuerdo el nombre! (La música de la ban-
ROSA: ¡ R e c ó j a n n o s a q u í ! (Sube corriendo los escalones.)
da se oye más fuerte.) Escuela superior... g r a d u a c i ó n . . .
¡Oh, la puerta está con llave! ¡ M a m á salió\ H a y una lla-
¡ t a r d e ! Voy a... llegar tarde.... ¡ O h , S e ñ o r a , dame
ve en el b a ñ o del p á j a r o .
una... señah (Inclina la cabeza hacia la estatua en una

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LA ROSA T A T U A D A
TENNESSEE W I L L I A M S

vez en m i vida era linda! ¡ M e hiciste linda cuando di-


(Jack abre la puerta. El salón se ilumina débilmente
jiste que lo era!
cuando entran.)
JACK (humildemente): ¡Eres linda, Rosa! Tanto, yo...
ROSA: Tú t a m b i é n cambiaste. Has dejado de reír y de hacer
JACK: Está oscuro a q u í .
chistes. ¿Por q u é te has vuelto tan viejo y serio, Jack?
ROSA: ¡Sí, m a m á salió!
JACK: Bueno, querida, t ú eres un poco...
JACK: ¿ C ó m o sabes que salió?
ROSA: ¿Un poco q u é soy?
ROSA: ¡La puerta estaba con llave y las persianas están ce-
JACK (encontrando la palabra justa): ¡Salvaje! (Ella ríe. Él
rradas! Deja las rosas.
aferra su muñeca vendada.) N o sabía que algo de este
JACK: D ó n d e puedo...
tipo iba a ocurrir.
ROSA: ¡En alguna parte, en cualquier parte!... ¡Ven a q u í ! (El
ROSA: O h , eso no es nada. M e sacaré el p a ñ u e l o y p o d r á s
se acerca a ella con bastante desinterés.) Quiero ense-
olvidarlo.
ñ a r t e una palabrita tana. La palabra es "bacio".
JACK: ¿ C ó m o pudiste hacer algo así por mí? Y o . . . ¡no soy
JACK: ¿ Q u é quiere decir esa palabra?
nada!
ROSA: ¡Esto y esto y esto! (Lo cubre con una lluvia de besos
ROSA: ¡Todos son nada hasta que uno los ama!
hasta que él aleja a la fuerza el rostro de ella del suyo.)
JACK: Dame ese p a ñ u e l o . Quiero m o s t r á r s e l o a mis compa-
Sólo piensa. Una semana antes del viernes... ¡no sabía
ñ e r o s de barco. Les diré: "¡Esta es sangre de una chica
que los chicos existían!... ¿Sabías que existían las chicas
lindísima que se c o r t ó la m u ñ e c a con un cuchillo por-
antes de ese baile?
que me amaba!".
JACK: Sí, sabía que existían...
ROSA: N o te sientas tan complacido contigo mismo. ¡Es ca-
ROSA (reteniéndolo): ¿Recuerdas lo que me dijiste en la pista
si todo mercurocromo!
de baile? "Querida, estás bailando demasiado cerca".
SERAFINA (violentamente, desde la habitación oscura de al
JACK: Bueno, hacía... calor en el gimnasio y la.... pista esta-
lado): Staizita!... Cretina!
ba llena de gente.
ROSA: Cuando m i amiga me estaba e n s e ñ a n d o a bailar, le
(llosa y Jack se apartan abruptamente.)
p r e g u n t é : " ¿ C ó m o sabes hacia q u é lado se va a mover
el muchacho?" Y ella me c o n t e s t ó : " ¡ T i e n e s que sentir
| A C K (temeroso): ¡Sabía que h a b í a alguien ahí!
c ó m o va a moverse con tu cuerpo!". Le dije: " ¿ C ó m o
ROSA (dulce y delicadamente): Mama? ¿Estás ahí, mama?
lo sientes con t u cuerpo?". Y ella me respondió:
SERAFINA: N o , no, no, no estoy, ¡estoy muerta y enterrada!
" ¡ A p r e t á n d o t e a é l ! " . . . ¡Por eso me a p r e t é a t i ! N o me
ROSA: ¡Sí, m a m á está ahí!
daba cuenta de que estaba... ¡Ja, ja! ¡ A h o r a te e s t á s
JACK: Bueno, mejor... me voy y... espero afuera un... ra-
ruborizando! ¡ N o te vayasl... Y unos minutos d e s p u é s
to....
me dijiste: "Caray, ¡qué linda eres!". Te dije: "Discúl-
ROSA: ¡Te quedas aquí!... Mamma?... Jack está conmigo...
pame" y c o r r í al b a ñ o de damas. ¿Sabes por qué? ¡Pa-
¿Estás bien vestida? (No hay respuesta.) ¿Por q u é está
ra mirarme en el espejo! ¡Y v i que lo era! ¡Por primera

59
5S
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

tan oscuro a q u í ? . . . Jack, abre las persianas... Q u i e r o (llosa tiembla de ansiedad mientras Jack avanza ner-
presentarte a m i madre... viosamente desde la sala. Antes de que entre, Serafina vuel-
JACK: N o es mejor que me vaya y... ve a derrumbarse con un gemido bajo, quedando en posi-
ROSA: N o . ¡Abre las persianas! ción despatarrada.)

(Se abren las persianas y Rosa descorre las cortinas en- ROSA (violentamente): M a m a , mama, su, mama! (Serafina
te los dos cuartos. La luz del sol inunda la escena. Se la ve se sienta a medias erguida.) N o d u r m i ó bien anoche...
a Serafina desplomada en una silla frente su mesa de tra- M a m á , ¡este es Jack Hunter!
bajo en el comedor, cerca de la máquina de coser Singer. JACK: H o l a , señora Delle Rose. Es un gran placer conocerla.
Está grotescamente rodeada por los maniquíes, como si
hubiera mantenido una silenciosa conferencia con ellos. (Hay una pausa. Serafina mira indiferentemente al mu-
Su aspecto, desaliñado y de entre casa, es a la vez cómico chacho.)
y chocante.)
ROSA: ¡ M a m a , mama, d i algo!
ROSA (terriblemente avergonzada): M a m a , mama, ¡dijiste JACK: Tal vez t u m a m á quiere que yo... (Hace un gesto tor-
que estabas bien vestida! ¡Jack, q u é d a t e afuera un mo- pe hacia la puerta.)
mento! ¿ Q u é o c u r r i ó , mama? ROSA: N O , no, m a m á sólo está cansada. M a m á es modista;
hizo un m o n t ó n de vestidos para la g r a d u a c i ó n . ¿ C u á n -
(Jack se queda en la sala. Rosa cierra las cortinas, afe- tos, c u á n t o s vestidos de g r a d u a c i ó n tuviste que hacer,
rra un vestido y se lo arroja a Serafina. Le peina el cabe- mamá?
llo hacia atrás, apartándolo de su rostro brillante de su- SERAFINA (torpemente): Fa niente...
dor, le frota la cara con un pañuelo y le echa polvo. JACK: Esperaba verla en la g r a d u a c i ó n , señora Delle Rose.
Serafina se somete a esta tarea cosmética con una mirada ROSA: Supongo que m a m m a estaba demasiado cansada
azorada.) para ir.
SERAFINA: Rosa, cierra la puerta delantera y é c h a l e llave.
ROSA (haciendo gestos verticales): Su, su, su, su, su, su, su, H a b í a un... policía... (Se produce una pausa.) ¿ Q u é ? . . .
su, su! ¿qué?
JACK: M i hermana se graduaba. M i madre estaba allí y tam-
(Serafina se incorpora ligeramente en su silla, pero si- bién m i tía... y un m o n t ó n de primos... Esperaba que to-
gue con aspecto estupefacto. Rosa vuelve a la sala y abre las dos ustedes... pudieran... conocerse....
cortinas nuevamente.) ROSA: Jack te trajo flores.
JACK: Espero que le gusten las rosas tanto como a m í . (Le
ROSA: ¡Entra, Jack! ¡ M a m á está lista para conocerte! alcanza el ramo. Ella lo toma con gesto ausente.)
ROSA: M a m m a , di algo, d i algo simple como "Gracias".

6o 61
TENNESSEE WILLIAMS
LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA: Gracias.
SERAFINA (volviendo un poco en sí): Diploma, ¿ d ó n d e está?
ROSA: Jack, cuéntale a m a m á de la graduación; descríbesela.
¿ N o te dieron n i n g ú n diploma?
JACK: M i madre dijo que era como el país de las hadas. ROSA: Si, si, mama! Eccolo! Guarda, guarda! (Levanta el
ROSA: ¡Cuéntale lo que llevaban los muchachos! diploma atado con una cinta.)
JACK: ¿ Q u é . . . q u é llevaban? SERAFINA: Va bene... P o n i ó en el cajón con las ropas de tu
ROSA: O h , sabes lo que llevaban. ¡Llevaban sacos azules y padre.
pantalones blancos y cada uno tenía un clavel! Y h a b í a JACK: Señora Delle Rose, tendría que estar muy, muy orgu-
tres parejas que bailaron un baile antiguo, un m i n u é , Uosa de su hija. Se p a r ó delante de la multitud y recitó
m a m á , con la Canción de la primavera de Mendels- un poema.
sohn. ¿ N o fue precioso, Jack? Pero una chica se p a t i n ó ; ROSA: Sí, lo hice. ¡ O h , estaba tan excitada!
¡no estaba acostumbrada a los vestidos largos! Se pati- JACK: Y, señora Delle Rose, su hija, Rosa, estaba tan linda
n ó y c a y ó sobre su... ¡ja, ja! ¿ N o fue gracioso, Jack, no cuando subió al escenario... que la gente e m p e z ó a ha-
lo fue, no lo fue, Jack? cer " ¡ O h h h h h h h h ! " . . . así. ¿Sabe lo que quiero decir?
JACK (preocupado): Creo que tu m a m á . . . Todos empezaron a hacer.... " ¡ O h h h h h h h h h h h h h h ! "
ROSA: ¡ O h , m i premio, m i premio, me olvidé de m i premio! como un... como un... viento que... se pusiera a soplar.
JACK: ¿ D ó n d e está? Porque su hija, Rosa era tan...¡adorable de mirar! (Se
ROSA: Los pusiste junto al cartel de costura cuando busca- ha inclinado hacia Serafina para hacer la descripción
ba la llave. cerca de su rostro. Ahora se endereza y le sonríe orgu-
JACK: O h , d i s c ú l p a m e , voy a buscarlos. (Se aleja por la sala. lloso a Rosa.J ¿ Q u é se siente al ser la madre de la chica
Rosa se vuelve hacia su madre y se arrodilla junto a su m á s linda del mundo?
silla.) ROSA (estallando de pronto de puro encantada): ¡Ja, ja, ja,
ROSA (con un susurro aterrado): ¡ M a m a , algo p a s ó ! ¿ Q u é ja, ja, ja! (Echa la cabeza hacia atrás en un rapto.)
p a s ó , mama? ¿ N o me puedes decir, mama? ¿Es por lo SERAFINA (volviendo en sí): ¡Cállate!
de esta m a ñ a n a ? M i r a , ¡me s a q u é la venda, era sólo un R.OSA: ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! (No puede con-
a r a ñ a z o ! Así que, mama, olvídalo. ¡Piensa que fue sólo trolar su risa extática. Se aprieta la mano contra la bo-
un mal s u e ñ o que nunca o c u r r i ó ! ¡ O h , mama! (Le da ca pero su risa sigue surgiendo.)
varios besos rápidos en la frente. Jack vuelve con dos SERAFINA (levantándose de pronto con rabia): Pazza, pazza,
grandes libros atados con una cinta de satén.) pazza! Finiscila! Basta, via! (llosa se da vuelta a toda
JACK: A q u í están. velocidad para ocultar sus convulsiones de alegría. A
ROSA: M i r a lo que tengo, mama. Jack.j Ponga los libros de regalo en la sala y cierre la
SERAFINA (torpemente): ¿Qué? puerta del frente; iba a venir un policía por un proble-
ROSA: ¡El Resumen del conocimiento! ma... (Jack toma los libros.)
J A C K : ¡Está todo en él, de Abracadabra a Z o o l ó g i c o ! M i KOSA: M a m a , ¡nunca te he visto así! ¿ Q u é va a pensar Jack,
hermana estaba celosa. ¡Ella sólo tuvo un diploma! m anima?

62 63
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA TATUADA

SERAFINA: ¿Por q u é te importa lo que piense Jack?... T ú sal- SERAFINA: ¿ Q u é hicieron?


vaje, salvaje, tú,.,, con los ojos de tu... padre... J A C K : ¿ E n el baile de la escuela secundaria? ¡ B a i l a m o s !
JACK (volviendo): Sí, s e ñ o r a Delle Rose, sin duda tiene de- M i hermana me h a b í a dicho que Rosa t e n í a una ma-
recho a estar m u y orgullosa de su hija. dre muy estricta y que no le p e r m i t í a n salir c o n chi-
SERAFINA (tras una pausa): Estoy orgullosa de la... memoria cos, a s í que cuando t e r m i n ó dije: " L o l a m e n t o , pero
de su... padre... Era un b a r ó n . . . (Rosa toma el bazo de no te dejan s a l i r " . Y ella d i j o : " ¡ O h ! ¿ D e d ó n d e sa-
Jack.) Y ¿quién es usted} ¿ Q u é es usted?... ¡per piacere! caste que no me dejan}" Entonces p e n s é que m i her-
ROSA: M a m m a , te lo acabo de presentar; su nombre es Jack mana se h a b í a equivocado y a r r e g l é una salida para
la noche siguiente.
Hunter.
SERAFINA: ¿ H u n - t e r ? ¿ C o m o cazador? SERAFINA: ¿ Q u é hicieron a la noche siguiente?
JACK: La noche siguiente fuimos al cine.
JACK: SÍ, s e ñ o r a , Hunter. Jack Hunter.
SERAFINA: ¿Y q u é hicieron... esa noche?
SERAFINA: ¿ Q u é está cazando usted?... ¿Jack?
J A C K : ¿En el cine? ¡ C o m i m o s una bolsa de palomitas de
ROSA: M a m a !
m a í z y miramos la película!
SERAFINA: ¿ Q u é e s t á n cazando todos ellos? ¿Para pasarla
SERAFINA: Vino a casa a medianoche y dijo que h a b í a esta-
bien, total al Diablo le importa quién paga? Estoy en-
do con una amiga estudiando "instrucción c í v i c a " .
ferma de los hombres, estoy casi tan enferma de los
JACK: N O importa q u é historia le haya contado, ¡ n o es cul-
hombres como de las mujeres... Rosa, ¡sal mientras ha-
pa m í a !
blo con este chico!
SERAFINA: ¿Y a la noche siguiente?
ROSA: ¡ N o traje a Jack a q u í para que lo insultaran!
JACK: ¿El martes? ¡Fuimos a patinar!
JACK: Vamos, querida, y deja que tu m a m á hable conmigo.
SERAFINA: ¿Y después?
Creo que tu m a m á s ó l o tiene una i m p r e s i ó n . . . ligera-
JACK: ¿Después de patinar? ¡Fuimos a la heladería a tomar
mente e r r ó n e a .
un helado!
SERAFINA (ominosamente): Sí, ¡tengo una i m p r e s i ó n !
SERAFINA: ¿Solos?
R O S A : ¡Voy a vestirme! ¡ O h , mama, no me arruines... el
|ACK: ¿En la heladería? N o . Estaba llena de gente. ¡Y la pis-
día m á s feliz de m i vida! (Entra en la parte trasera de
ta de patinaje estaba llena de patinadores!
la casa.)
SERAFINA: ¿Quiere decir que no ha estado solo con m i Rosa?
JACK (después de una pausa incómoda): Señora Delle Rose...
|ACK: Solos o no solos, ¿qué sentido tiene esa pregunta? N o
SERAFINA (corrigiéndole la pronunciación): ¡De//e Rose!
veo q u é sentido tiene.
JACK: Señora Delle Rose, lamento todo esto. Créame, señora,
SERAFINA: Somos sicilianos. N o dejamos que las chicas sal-
la última cosa que yo tenía en mente era mezclarme en una
gan con muchachos con los que no e s t á n c o m p r o m e t i -
situación familiar. Vine a casa después de tres meses en el
das.
mar, a t r a q u é en Nueva Orleáns y vine aquí a ver a mi fa-
JACK: Señora Delle Rose, esto es Estados Unidos.
milia. M i hermana iba a un baile de la escuela secundaria.
$1 RAFINA: Pero nosotros somos sicilianos y no tenemos la
M e llevó con ella y allí conocí a su hija.

6 4
65
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA T A T U A D A

sangre fría... ¡Mi hija es virgenl Es... o era... me gusta SA (con cortesía sarcástica): ¡Si, mama!
ría saber... \qué es ahora! i \ i INA: ¿ Q u é es usted? ¿Católico?
JACK: ¡Señora Delle Rose! Tengo que decirle algo. Puede no i K: ¿Yo? Sí, s e ñ o r a , católico.
creerlo. Es algo difícil de decir. Pero yo también soy.... 11; AI INA: ¡A m í no me parece c a t ó l i c o !
virgen. | ISA (gritando, desde la puerta): O h , Dios, mama, ¿ q u é as-
SERAFINA: ¿Qué? No. N o le creo. pecto tienen los c a t ó l i c o s ? ¿En q u é se diferencian de
J A C K : Bueno, sin embargo es verdad. Esta es la primera ve/. c nalquier otro?
que... yo... I KAFINA: ¡ Q u é d a t e afuera hasta que te llame! (Rosa va al
SERAFINA-. ¿La primera vez que usted qué? baño del pájaro y se pone a rezar. Serafina se vuelve ha-
J A C K : La primera vez que realmente quise... . ta JackJ Dése vuelta, por favor,
SERAFINA: ¿ Q u i s e qué? i K: ¿ Q u é haga qué, s e ñ o r a ?
J A C K : Hacer.... el amor.... i' \ i INA: ¡Le dije dése vuelta! (Jack se da vuelta torpemen-
SERAFINA: ¿Usted? ¿Un marinero? te) ¿ P o r q u é hacen los pantalones de la M a r i n a tan
J A C K (suspirando profundamente): Sí, s e ñ o r a . ¡Tuve opoi il'ietados?
tunidades de hacerlo!... Pero yo... siempre pensé en mi i i ¿Hacen qué, señora?
madre... Siempre me... p r e g u n t é , si ella pensaría... qiM | \ (oyendo desde el patio): O h , Dios m í o . . .
esta o aquella persona era... ¡decente! • i (ruborizándose): Ésa es una pregunta que t e n d r á que
SERAFINA: Pero con m i hija, m i Rosa, ¿su madre le dice ade li.icerle a la M a r i n a , s e ñ o r a Delle Rose.
¡ante?., ¡adelante, hijo! H \ i INA: ¿Y ese aro de oro, para q u é es ese aro de oro?
J A C K : ¡Señora Delle Rose! (Avergonzado)... S e ñ o r a Delle • • \ (gritando desde la puerta): Por cruzar el Ecuador, mam-
Rose, yo... m.i; lo cruzó tres veces. ¡Lo iniciaron en la corte de Nep-
SERAFINA: Hace dos semanas le golpeaba las manos por ral tuno y tiene que usar un aro de oro! ¡Es un lobo de mar!

carse picaduras de mosquito. Iba en bicicleta a la el


cuela. A h o r a , de p r o n t o . . . tengo una salvaje en casa (Serafina pega un salto y cruza para cerrar de un porta-
la puerta de la galería. Rosa corre desesperadamente al-
Dice que está enamorada. ¿Y usted? ¿Dice usted que i
\ thr del costado de la casa y se inclina, agotada y con
tá enamorado?
• 1/115 cerrados, contra el tronco de la palmera. La Strega
J A C K (solemnemente): Sí, s e ñ o r a , lo estoy. ¡Estoy enamora
id en ¡i furtivamente al patio, poniéndose a escuchar.)
do!... muy...
SERAFINA: Bambini, t u t t i due, bambini!
I M I i A: Ve lo que tengo. ¡Una salvaje en la casa!
(Rosa sale, vestida para el paseo.) i '.inora Delle Rose. Supongo que los sicilianos son
Uentc muy emotiva...
ROSA: ¡Estoy lista para Cayo Diamante! AI INA: ¡ N o quiero que nadie se aproveche de eso!
SERAFINA: ¡Sal a la galería, Cayo Diamante! i I irnc una idea errada de mí, s e ñ o r a Delle Rose.

G6
67
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA: Sé lo que quieren los hombres... ¡no comer paja- SERAFINA (volviendo a Jack): ¡Ahora diga d e s p u é s de m í l o
ritas de m a í z con las chicas o patinar sobre hielo! Y los que yo digo!
chicos son iguales, sólo que m á s jóvenes... Venga a q u í . |ACK: Sí, s e ñ o r a .
¡Venga a q u í !
(Rosa empuja las persianas de nuevo y las abre.)
( l l o s a oye la apasionada voz de su madre. Corre de la
palmera a la puerta trasera y la golpea con ambos puños.) SERAFINA: Le prometo a la Santa M a d r e que r e s p e t a r é la
inocencia de la hija de...
ROSA: M a m a ! M a m a ! ¡ Á b r e m e la puerta, Jack! ROSA (angustiada): Maaaaa-ma!
JACK: Señora Delle Rose, su hija la está llamando. SERAFINA: ¡Sal de esa ventana!... ¿Y bien? ¿Va a decirlo?
SERAFINA: ¡ Q u e llame!... Venga a q u í . (Se dirige al altar de JACK: SÍ, s e ñ o r a . ¿ Q u é era, de vuelta?
Nuestra Señora.) ¡ Venga aquí! SERAFINA: Le prometo a la Santa Madre...
JACK: Le prometo a la Santa Madre...
(Desesperando de la puerta trasera, Rosa corre hacia el SERAFINA: Porque espero ser salvado p o r la Bendita Sangre
frente. Unos momentos más tarde, abre de un empujón las de Jesús....
persianas de una ventana y se introduce a medias. Jack se JACK: Porque espero ser salvado por la....
dirige aprensivamente hacia Serafina ubicada frente a la SERAFINA: Bendita Sangre de...
Madona.) JACK: J e s ú s . . .

SERAFINA: Que r e s p e t a r é la inocencia de Rosa, la hija de Ro-


SERAFINA: D i j o que es c a t ó l i c o , ¿no es cierto? sario delle Rose.
JACK: SÍ, s e ñ o r a . JACK: Que r e s p e t a r é la inocencia... de... Rosa...
SERAFINA: ¡Entonces arrodíllese delante de Nuestra Señora! SERAFINA:¡Hágase la señal de la cruz! (Él se hace la señal de
JACK: Que me... ¿qué dijo? la cruz.) A h o r a levántese, levántese, levántese. Ahora
estoy satisfecha...
SERAFINA: Le dije que se ponga de rodillas frente a Nuestra
Señora.
(Hosa salta a través de la ventana y se apresura hacia
(Rosa gime desesperadamente en la ventana. Jack se Serafina con los brazos extendidos y salvajes gritos de ale-
arrodilla torpemente sobre el reclinatorio.) gría.)

ROSA: M a m a , mama, ¿ahora q u é ? SERAFINA: ¡Suéltame, d é j a m e respirar! (Afuera la Strega se


ríe despectivamente.)
(Serafina corre basta la ventana, empuja a Rosa afuera ROSA: O h , maravilloso mama, ¡no respires! ¡ O h , Jack! ¡Da-
y cierra las persianas.) le un beso a mama! ¡Dale un beso a mammal ¡ M a m a ,
por favor besa a Jack!

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA: ¿Un beso? ¿A mí? ¡ N o , no, no, no!.. Que me be- Serafina sale afuera a los tropezones, protegiéndose los
se la mano... ojos con una mano y extendiendo el regalo con la otra.)
¡Rosa, Rosa, tu regalo! Regalo, regalo... ¡tesoro!*
(Le ofrece la mano, tímidamente, y Jack le da un sono-
ro beso. Rosa aferra la botella de vino.) (Pero el auto ha arrancado, con una mezcla de voces
gritando adiós, que se desvanecen lentamente hasta que no
R O S A : M a m a , ¡ve a buscar unos vasos de vino! se las escucha más. Serafina se da vuelta vagamente en la hi-
riente luz del sol y avanza a tientas hacia la puerta. Se oye
(Serafina va a buscar los vasos y Rosa de pronto se da una despectiva risa de la bruja que vive al lado. Serafina con
vuelta hacia Jack. Fuera de la mirada de su madre, se apo- y,esto ausente abre el paquete y saca un pequeño reloj de
dera apasionadamente de la mano de él y la aprieta, prime- oro. Le da cuerda y luego lo sostiene contra su oído. Lo sa-
ro contra su cuello, luego contra sus labios y finalmente cude y lo pone nuevamente contra su oído. Luego lo apar-
contra su pecho. Jack retira violentamente la mano cuando ta de ella y lo mira ferozmente.)
Serafina vuelve con los vasos. Se oyen voces llamando des-
de la carretera.) SERAFINA (golpeándose el pecho tres veces): ¡Tic... tic... tic!
(Va hacia la Madona y la enfrenta.) ¡ H a b í a m e , S e ñ o r a !
VOCES AFUERA: ¡ R o - s a ! . . . ¡Ro-sa!... ¡Ro-sa! ¡Oh, S e ñ o r a , dame una señal!

(Se oye sonar la bocina de un auto.) (La escena se oscurece.)

SERAFINA: O h , me olvidé del regalo de g r a d u a c i ó n .

(Serafina se agacha delante del aparador y saca un pa-


quete llamativamente envuelto de su último cajón. La boci-
na del auto está sonando y las voces los llaman.)

ROSA: ¡ N o s e s t á n llamando a nosotros! \Ya vamos! ¡Jack!


(Sale volando por la puerta, gritándole a su madre.)
¡Adiós, mamma!
JACK (siguiendo a Rosa): ¡Adiós, s e ñ o r a Delle Rose!
SERAFINA (vagamente): Es un reloj pulsera Bulova con diecisie-
te rubíes... (Se da cuenta de que está sola.) ¡Rosa! (Va a la
puerta, todavía extendiendo el regalo. Afuera ruge el mo-
tor del autor y las voces gritan mientras el auto arranca. Esta frase está en italiano en el original ( N . de la T.)

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Acto segundo

ESCENA 1

El mismo día, dos horas más tarde.


Serafina sale a ¡a galería, descalza, con un viso de ra-
yón. Grandes ojeras han aparecido debajo de sus ojos; su
rostro y su cuello brillan de sudor. Hay oscuras manchas de
vino en el viso de rayón. Le resulta difícil mantenerse en
pie, sin embargo, no puede quedarse sentada quieta. Emite
un gemido desagradable con la garganta casi constante-
mente.
Un viento caliente hace repicar el matorral de cañas.
Vivi, la niñita, va hasta la galería para mirar a Serafina co-
mo si fuera un extraño animal en una jaula. V i v i está mas-
cando un palito de regaliz que le mancha la boca y los de-
dos. Se queda de pie mascando y mirando. Serafina elude su
mirada. Con gesto cansado arrastra una silla de bambú gris
y rota desde la galería, la saca de allí y la pone enfrente de
la casa, sentándose pesadamente en ella. La silla queda tor-
cida pues tiene una pata rota.
V i v i se acerca furtivamente a ella. Serafina se da vuelta
con violencia para enfrentarla enojada. La criatura se ríe y
vuelve a refugiarse en la galería.

SERAFINA (volviendo a hundirse en la silla): O h , S e ñ o r a , Se-


ñ o r a , S e ñ o r a , dame una... s e ñ a l . . . (Mira hacia el res-
plandor blanco del cielo.)

73
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

(El padre De Leo se acerca a la casa. Serafina se hunde SERAFINA: Ustedes, s e ñ o r a s , ¿ q u é quieren? ¡ N o coso m á s !
en la silla para escapar de su atención. Él golpea la puerta. M i r e n , dejé de coser. (Baja el cartel de "COSTURA" y lo
arroja lejos.) Ahora tienen otros lugares adonde ir, se-
Al no recibir ninguna respuesta, mira al patio, la ve y se
ñ o r a s , ¡vayan a otros lugares! ¡ N o se queden paradas
aproxima a su silla. Se acerca más para dirigirse a ella con
enfrente de m i casa!
cariñosa severidad.)
PADRE D E L E O : Las s e ñ o r a s quieren ser amistosas.
SERAFINA: N O , no vienen para ser amistosas. Creen que sa-
PADRE D E L E O : Buon giorno, Serafina.
ben algo que Serafina no sabe; ¡piensan que tengo esto
SERAFINA (desmayadamente, con una especie de disgusto):
en la cabeza! (Serafina pone los dedos como cuernos a
Giorno...
cada lado de su frente.) Bien, ¡no los tengo! (Retrocede
PADRE D E L E O : Estoy sorprendido de verte sentada afuera
arrastrando los pies hasta ponerse delante de la casa. El
así. ¿ Q u é es lo que llevas puesto?... Creo que es ¡ropa
padre De Leo la sigue.)
interior!... Tiene un hombro suelto y tu cabeza, Serafi-
PADRE D E L E O : Esta m a ñ a n a me llamaste desesperada por
na, parece que la hubieras metido en un balde de acei-
algo.
te. ¡ O h , ahora veo por q u é las otras señoras del vecin-
SERAFINA: L O llamé esta m a ñ a n a pero no esta tarde.
d a r i o no e s t á n durmiendo la siesta! ¡Les resulta m á s
PADRE D E L E O : Tuve que bautizar al nieto del alcalde.
entretenido sentarse en la galería y observar el espec-
SERAFINA: ¡El alcalde es gente importante, Serafina no!
t á c u l o que estás d á n d o l e s ! . . . ¿ M e estás escuchando?...
PADRE D E L E O : N O vienes a confesarte,
Debo decirte que el cambio en t u aspecto y tu conducta
'.i RAFINA (volviendo a dirigirse a la galería): N o , no voy, no
desde la muerte de Rosario es chocante... ¡ c h o c a n t e !
voy, yo... ¡Auch! (Levanta un pie y salta sobre el otro.)
Una mujer puede tener dignidad en el dolor, pero cuan-
PADRE D E L E O : ¿Pisaste algo?
do l o lleva demasiado lejos se convierte en una especie
Si RAFINA (cayendo sobre los escalones): N o , no, no, no, no,
de autoindulgencia. ¡Ah, supe que esto ocurriría cuan-
no pisé... nada...
do rompiste las leyes de la Iglesia e hiciste cremar a t u
PADRE D E L E O : Entra en la casa. L o lavaremos con antisép-
marido! (Serafina se incorpora de la silla y vuelve difi-
tico. (Ella se incorpora y va rengueando hacia la casa.)
cultosamente a la galería. El padre De Leo la sigue.) A r -
Caminando descalza te lo vas a infectar.
mar un altarcito idólatra en tu casa y adorar una bote-
| | RAFINA: Fa niente....
lla de cenizas. (Ella se desploma sobre los escalones.)...
¿Me estás escuchando?
(En la parte alta del terraplén, un pequeño sale corriendo
(Dos mujeres han aparecido en el terraplén y descien- l < m un barrilete rojo y lo hace planear en el aire con gestos rí-
den hacia la casa. Serafina avanza pesadamente para en- gidos, como si estuviera haciendo una señal distante. Serafina
contrarse con ellas, como un toro cansado dándose vuelta i * hace sombra sobre los ojos con la palma para ver el barrile-
ir v luego, como si sus movimientos comunicaran un mensaje
para enfrentar otro ataque.)

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

chocante, emite un asombrado grito suave y retrocede trope- de... tiempo! O h , ¡con c u á n t o orgullo caminabas, con
zando hacia la galería. Se inclina contra un pilar, pasándose la demasiado orgullo!... Pero ahora te agachas y te mue-
mano rápida y repetidamente por el cabello. El padre De Leo ves descalza con torpeza; vives como un convicto, ves-
se acerca de nuevo a ella, en cierta forma tímidamente.) tida con los harapos de un convicto. N o tienes compa-
ñ e r a s ; no te mezclas con mujeres. T ú . . .
PADRE D E L E O : ¿Serafina? SERAFINA: N O , no me mezclo con esas mujeres. (Clavándoles
SERAFINA: Che, che, che cosa vuole? los ojos a las mujeres del terraplén.) Los m a n i q u í e s que
tengo en mi casa, ¡con esos sí que me mezclo porque no
PADRE D E L E O : Tengo sed. ¿Entrarías en la casa y me d a r í a s
inventan mentiras!... ¿ Q u é clase de mujeres son? (Ha-
un poco de agua?
ciendo una imitación feroz) " ¡ A h h h , papito, ahhh, chi-
SERAFINA: Entre. Tome usted el agua. El grifo funciona... Yo
quito, ahhha, sí, sí, sí!" A los treinta años ya no les sirve
n o puedo entrar en la casa.
para nada el letto matrimoniale, no. ¡La cama grande va
PADRE D E L E O : ¿Por q u é no puedes entrar en la casa.
al s ó t a n o ! ¡ C o m p r a n camitas en Sears y duermen panza
SERAFINA: N O , no puedo respirar en la casa. La casa tiene te-
abajo!
cho de chapa y yo...
PADRE D E L E O : Attenzione!

(La Strega ha estado acercándose furtivamente a través SERAFINA: Hacen que la vida n o tenga gloria. En lugar de
del matorral de cañas fingiendo buscar un pollo.) c o r a z ó n tienen una congeladora en sus hogares. Los
hombres, no sienten nada de gloria, no cuando en la
L A STREGA: ¿Pollito, p o l l i t o , p o l l i t o , p o l l i t o , pollito? (Se casa tienen esas mujeres: van a los bares, pelean a h í , se
agacha para espiar debajo de la casa.) emborrachan, engordan, les ponen cuernos a las m u -
SERAFINA: ¿ Q u é es eso? ¿Es esa la...? Sí, ¡la Strega! (Toma un jeres porque ellas no les dan ese amor que es la gloria...
florero que tiene una planta muerta y atraviesa el patio.) Yo lo hice, le di la gloria. Para m í la cama grande era
¡Strega! Strega! (La Strega levanta la vista, retirándose hermosa como una religión. ¡ A h o r a me acuesto en ella
un poco.) Sí, t ú , ¡a t i me refiero! ¡No estás buscando nin- con s u e ñ o s , s ó l o con recuerdos! ¡Pero sigue siendo l i n -
gún pollo! ¡Vete ya mismo fuera de mi patio! (La Strega do para m í y no creo que el hombre de m i c o r a z ó n me
se retira, murmurando perversamente, hacia el matorral haya puesto los cuernos! (Las mujeres susurran.)

de cañas. Serafina hace la señal protectora de los cuernos ¿ Q u é , q u é e s t á n diciendo? ¿ A c a s o todos saben algo
que y o no sé?... N o , t o d o lo que quiero es una s e ñ a l ,
con sus dedos. El carnero bala.)
una señal de Nuestra S e ñ o r a , que me diga que la men-
PADRE D E L E O : N O tienes amigas, Serafina.
tira es una mentira. Y entonces yo.... (Las mujeres se
SERAFINA: N O quiero amigas.
ríen en el terraplén. Serafina se lanza ferozmente hacia
PADRE D E L E O : Sigues siendo una mujer joven. ¡Todavía te
ellas. Se desparraman.) ¡ C u i , c u i , cuac, cuac! G a l l i -
pueden elegir para el amor y... para volver a tener hijos!
nas... ¡ c o m o si les echaran agua! (Se oyen risas burlo-
Te recuerdo vestida de seda celeste en Misa una m a ñ a -
nas.)
na de Pascua, sí, ¡ c o m o una dama usando un... pedazo

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TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA T A T U A D A

PADRE D E L E O : La gente se está riendo de t i en todas las ga- me contesta una pregunta... ¿ M e va a contestar una pre-
lerías. gunta?
SERAFINA: Y O t a m b i é n me r í o . E s c ú c h e m e , ¡me r í o ! (Estalla PADRE D E L E O : L O h a r é si sé la respuesta.
en una risa fuerte y falsa, primero desde la galería, lue- SERAFINA: Sí, ¡usted sabe la respuesta!... Usted oía las con-
go desde el pie del terraplén, después ubicándose frente fesiones de m i m a r i d o . (Se da vuelta para enfrentar al
a la casa.) ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! Ahora todos estamos cura.)
r i é n d o n o s . ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! PADRE D E L E O : SÍ, oía sus confesiones...
PADRE D E L E O : Z i t a ora!... Piensa en tu hija. SERAFINA (con dificultad): ¿Alguna vez le h a b l ó de una mujer?
SERAFINA (comprendiendo la palabra "hija"): ¡Usted, usted
piensa en m i hija! ¡Hoy usted entregó los diplomas, hoy (Un niño grita y atraviesa corriendo el frente de la casa.
en la escuela superior entregó los premios, los diplomas! El padre De Leo toma su sombrero Panamá. Serafina avan-
¡Usted le dio a m i hija una colección de libros que se lla- za lentamente hacia él. El comienza a alejarse de la casa.)
man El Resumen del conocimientol ¿ Q u é sabe ella? ¿Sa-
be c ó m o ser vulgar ya? ... O h , sí, eso es lo que hay que SERAFINA (corriendo tras él): Aspettate un momento!
aprender, ¡cómo ser vulgar y engañar!... ¡Sabe lo que ha- PADRE D E L E O (temeroso, sin mirarla): Che volete?
cen en esa escuela superior? ¡Ahí arruinan a las chicas! SERAFINA: Rispondetemi! (Se golpea el pecho.) ¿Le h a b l ó a
Dan bailes de primavera porque las chicas están locas usted de una mujer?
por los hombres. ¡ Y en ese baile m i hija se va con un ma- PADRE D E L E O : Sabes muy bien que no debes hacer semejan-
rineo que tiene un aro de oro en la oreja! ¡ Y pantalones te pregunta. Yo no rompo las leyes de la Iglesia. Los se-
tan apretados que una mujer no debería mirarlo! ¡Esta cretos de la confesión son sagrados para mí. (Se aleja.)
m a ñ a n a , esta m a ñ a n a se c o r t ó la m u ñ e c a con un cuchi- SERAFINA (persiguiéndolo y aferrándole el brazo): Tengo
llo porque yo no la dejaba ir!... Ahora todos ellos fueron que saberlo. Podría d e c í r m e l o .
a una isla, lo llaman un paseo, todos ellos, fueron en PADRE D E L E O : ¡Suéltame, Serafina!
un... ¡barco! SERAFINA: N O hasta que me lo diga, Padre. Padre, d í g a m e -
PADRE D E L E O : Era un paseo de la escuela, vigilado por las lo, ¡por favor d í g a m e l o ! ¡O me voy a enloquecer! (En
maestras. un susurro feroz) ¡Voy a volver a la casa y voy a destro-
SERAFINA: O h , lo so, lo so! ¡Las maestras solteronas locas zar la urna con las cenizas... si usted no me lo dice! ¡Voy
por los hombres!... ¡Todas se van a poner salvajes en la a volverme loca con la duda en el c o r a z ó n y voy a des-
isla! trozar la urna y desparramar las cenizas... del cuerpo de
PADRE D E L E O : ¡Serafina delle Rose! (Toma la silla por el m i marido!
respaldo y la arrastra basta la galería cuando ella em- PADRE D E L E O : ¿ Q u é p o d r í a decirte yo? Si no quisieras creer
pieza a acomodarse de nuevo en el asiento.) Te ordeno los hechos conocidos sobre él...
que entres en la casa. SERAFINA: Hechos conocidos ¿quién conoce los hechos co-
SERAFINA: ¿Entrar en la casa? Lo haré. E n t r a r é en la casa si nocidos?

7» 79
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

quiera una mujer, es un animal! ¡Está atacando al cura!


(Las mujeres del vecindario han oído la discusión y han ¡Le va a arrancar el traje negro a menos que le diga que
empezado a amontonarse, susurrando con indignación ante las putas de este pueblo le están mintiendo!
la falta de respeto de Serafina.)
(Las vecinas se han ido acercando a medida que avanza
PADRE D E L E O (asustado): Lasciatemi, lasciatemi stare!... la discusión y ahora van en rescate del padre De Leo y lo ayu-
O h , Serafina, soy demasiado viejo para esto... ¡por fa- dan a escaparse de Serafina, que está a punto de atacarlo fí-
vor!... Todos están.... at amenté. Él grita: "¡Oficial! ¡Oficial!" pero las mujeres se-
SERAFINA (en un susurro sibilante y feroz): Nadie conocía a paran a Serafina de él y se lo llevan con murmullos de
mi rosa estupenda salvo yo y ahora pueden mentir por- consuelo.)
que la rosa no vive. Quieren que rompa la urna de m á r -
mol; quieren que la destroce. Quieren que las cenizas de SERAFINA (golpeando una muñeca con la otra): ¡Sí, soy yo,
la rosa se desparramen porque yo tuve demasiada glo- soy yo! ¡Enciérrenme, enciérrenme, enciérrenme! O voy
ria. N o quieren una gloria como ésa en el c o r a z ó n de a ... ¡destrozan... la urna... (Arroja la cabeza bien hacia
nadie. Quieren... ¡chillidos de rata!... hechos conoci- atrás y aprieta los puños contra sus ojos. Luego corre lo-
dos... ¿quién conoce los hechos conocidos? Ustedes... camente hacia los escalones y cae atravesada en ellos.)
padres ... ¡van de negro por el hecho de que a los he- AssUNTA: Serafina! Figlia! Figlia! Andiamo a casa!
chos no los conoce nadie! SERAFINA: Déjeme sola, vieja.
PADRE D E L E O : ¡ O h , Serafina! ¡Hay gente mirando!
SERAFINA: Deje que miren algo. Será un cambio para ellos... (Vuelve lentamente a los escalones de la galería y se
Hace mucho tiempo que quería estallar así y ahora yo... hunde en ellos, sentada como un hombre cansado, con las
PADRE D E L E O : Soy un hombre demasiado viejo; no soy lo rodillas abiertas y la cabeza entre las manos. Los niños se
suficientemente fuerte. ¡Tengo sesenta y siete a ñ o s ! acercan furtivamente a la casa. Un pequeño le tira un pro-
¿Ahora voy a tener que pedir ayuda? yectil con una cerbatana. Ella reacciona con un grito. Los
SERAFINA: ¡SÍ, pida! ¡Pida ayuda, pero no lo dejaré ir hasta chicos se dispersan, chillando. Vuelve a hundirse sobre los
que me lo diga! escalones, luego se recuesta hacia atrás, mirando al cielo,
PADRE D E L E O : N O eres una mujer respetable. con el cuerpo meciéndose.)
SERAFINA: N O , no soy respetable, soy una mujer.
PADRE D E L E O : N O , no eres una mujer. ¡Eres un animal! SERAFINA: ¡ O h , S e ñ o r a , S e ñ o r a , Señora, dame una señal!
SERAFINA: Si, si, a n í m a l e ! S o n ó animale! A n í m a l e . Dígaselo
a todos, gríteselo a todos, ¡de arriba abajo de toda la (Como en respuesta burlona, aparece un vendedor de
cuadra! ¡La viuda Delle Rose no es respetable, no es si- baratijas y se acerca a la galería. Es un hombre gordo con
un traje a rayas y un sombrero de paja con una banda
* En italiano en el original. ( N . de la T.) amarilla, roja y púrpura. Su rostro es color remolacha y se

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

ven grandes lunas de sudor en las axilas de su traje. Lleva rráneos que parecen brillantes toros jóvenes. Es bajo de es-
una camisa color lavanda y su corbata, celeste con grandes tillara, tiene un torso masivamente escultural y rizos negros
lunares amarillos, forma un moño mariposa. Su entrada azulados. Su rostro y sus modales son vulgares; tiene una
está acompañada de unos breves compases de música satí- torpeza encantadora. Su aire es de asombro e improvisa-
rica.) ción; a menudo parece sorprendido ante sus propios dis-
cursos y acciones, como si no los hubiera anticipado. En el
E L VENDEDOR: Buenas tardes, s e ñ o r a . (Ella levanta la vista momento en que primero oímos su voz, se inicia un sonido
lentamente. El vendedor habla con dulzura, como si re- de timbal, al principio pianissimo, pero que va aumentan-
citara una oración.) Tengo un p e q u e ñ o a r t í c u l o a q u í do a medida que se acerca, hasta que alcanza un vibrante
que le estoy ofreciendo s ó l o a unas pocas personas 1 Innax con su aparición ante Serafina junto a la casa.)
afortunadas en lo que p o d r í a m o s llamar un precio i n -
t r o d u c t o r i o . ¿Sabe lo que quiero decir? N o un precio ALVARO: Hey.
c o m ú n sino un precio que es menos de lo que cuesta fa- E L VENDEDOR (sin mirarlo): ¡Hey es para caballos!... A h o r a ,
bricar el a r t í c u l o , un precio que estamos ofreciendo pa- s e ñ o r a , ¿ve lo que pasa cuando aprieto este b o t ó n ?
ra introducir el producto en el territorio de la Costa del
Golfo. S e ñ o r a , esto que estoy poniendo en su propia (El artículo explota en el rostro de Serafina. Ella lo sa-
falda es m á s grande que la televisión; va a revolucionar ca de un manotazo con un grito de rabia. Al mismo tiempo
la vida d o m é s t i c a de Estados Unidos... Ahora bien, yo Alvaro avanza, temblando de rabia, hasta los escalones de
no hago venta puerta a puerta. Les vendo directamente la galería. Está sudando y tropezando de furia acumulada
a los comerciantes, pero cuando me detuve a q u í para en un mundo de frustraciones, que se encuentran tempora-
que me arreglaran el auto, la v i tomando aire en los es- 1 lamente localizadas en la gruesa figura del vendedor.)
calones y pensé que simplemente.me acercaría y...
ALVARO: ¡Eh, usted! ¡Venga a q u í ! ¿Por q u é mierda hizo eso,
(Se oye el ruido de un gran camión deteniéndose en la ahí en la curva? ¡ M e hizo salir de la carretera!
carretera y se oye la voz de un hombre, Alvaro, gritando.) E L VENDEDOR (a Serafina,): D i s c ú l p e m e u n m i n u t o . (Se da
vuelta con gesto amenazador para enfrentar a Alvaro J
A L V A R O : ¡Hey! ¡Hey, usted, mercachifle! ¿Algo le está haciendo doler las tripas, Maccaroni?
E L VENDEDOR (sacando una muestra de su valija): M i r e , se- ALVARO: M i nombre no es Maccaroni.
ñ o r a , este p e q u e ñ o artículo tiene un aspecto e n g a ñ o s o . 1,1. VENDEDOR: Está bien, Spaghetti.
Ante todo, quiero que se dé cuenta de lo compacto que ALVARO (casi sollozando de furor): N o soy Maccaroni. N o
es. N o ocupa m á s espacio que.... soy Spaghetti. Soy un ser humano que conduce un ca-
m i ó n de bananas. Conduzco un c a m i ó n de bananas de
(Alvaro baja del terraplén. Tiene unos veinticinco años, la C o m p a ñ í a Sureña de Frutas para vivir, no para jugar
es morocho y muy buen mozo. Es uno de eso tipos medite- a los vaqueros y los indios con cualquier podrido merca-

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«3
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

chifle de la carretera. Tiene una carretera de cuatro ca- entra lentamente en la casa. La puerta de alambre cruje con
rriles entre Paso Cristiano y este lugar. Le hago señas pa- fuerza contra sus resortes oxidados mientras Serafina deja
ra que me pase. Se me pega a la cola y me vuelve loco a que se cierre gradualmente tras ella, con los ojos fijos en
bocinazos. M e grita " t a ñ o " y "spaghetti". " M á s r á p i d o , una mirada de deslumbramiento estupefacto sobre la figu-
t a ñ o , m á s r á p i d o , spaguetti." Entonces en la maldita ra sollozante del camionero. Debemos comprender sus res-
curva, me pasa, me hace salir de la carretera y me grita puestas profundamente inconscientes a este súbito contac-
" ¡ T a ñ o hijo de puta!" N o me gusta eso, ¡no, no! Y me to con una desolación tan aguda como la suya. Hay una
alegro de que haya parado a q u í . ¡Saqúese el cigarro de la larga pausa mientras la puerta de alambre chirría, un ruido
boca, saqúese el cigarro! como de gato gimiendo mientras se cierra gradualmente.)
E L VENDEDOR: Sácamelo t ú , bola de grasa.
A L V A R O : Si se lo saco se lo voy a meter por la garganta. SERAFINA: ¿ H a y alguien... en m i casa? (Por fin, en un susu-
¡Tengo tres a m i cargo! Si me peleo, me echan, pero me rro ronco y trémulo.) ¿ Q u é hace... a q u í adentro? ¿Por
voy a pelear y que me echen. ¡Saqúese el cigarro! qué e n t r ó . . . en m i casa?
ALVARO: O h , s e ñ o r a . . . ¡déjeme solo! ... ¡Por favor... vamos!
(Empiezan a juntarse espectadores en el borde la esce- SERAFINA: Usted... no tiene nada que hacer... a q u í adentro...
na. Serafina mira al chofer del camión, los ojos como los de ALVARO: Tengo que llorar después de una pelea. L o lamen-
una sonámbula. De pronto, emite un grito bajo y parece a to, s e ñ o r a , yo.... (Los sollozos todavía lo sacuden. Se
punto de caerse.) apoya sobre un maniquí.)
SERAFINA: N O se apoye sobre m i m a n i q u í . Siéntese si no
ALVARO: ¡Saqúese el cigarro, sáqueselo, saqúese el cigarro! puede estar de pie... ¿ Q u é le pasa?
ALVARO: Siempre lloro d e s p u é s de una pelea. Pero no quie-
(Arranca el cigarro de la boca del vendedor y éste le- ro que la gente me vea. N o es de hombre. (Hay una lar-
vanta violentamente su rodilla contra la entrepierna de A l - ga pausa; la actitud de Serafina parece hacerse más cá-
varo. Doblándose en dos y temblando de dolor, A l v a r o lida hacia el hombre.)
avanza a tropezones hasta la galería.) SERAFINA: U n hombre no es diferente de nadie.. (De pronto,
su rostro se frunce y, por primera vez en la obra, Serafi-
E L VENDEDOR (gritando mientras se va): ¡Tengo el n ú m e r o na comienza llorar, al principio en silencio, luego audi-
de tu patente, Maccaroni! ¡ C o n o z c o a tu jefe! blemente. Pronto está sollozando con tanta fuerza co-
ALVARO (aullando): ¡Muérete! (De pronto sube tropezando los mo A l v a r o . Habla entre sollozos.)... Yo siempre lloro...
escalones.) ¡Señora, señora, tengo que entrar a la casa! cuando otra persona llora...
ALVARO: N O , no, s e ñ o r a , \no llore! ¿Por q u é lloraría usted?
(Apenas entra, estalla en sollozos desgarradores, incli- Voy a parar. Voy a parar en un m i n u t o . N o es de hom-
nado contra una pared y temblando convulsivamente. Los bre. M e a v e r g ü e n z o de m í mismo. Ahora voy a parar;
espectadores de afuera ríen mientras se dispersan. Serafina por favor, s e ñ o r a . . .

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TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA TATUADA

esto a mano: la m á q u i n a se r o m p i ó en una pelea con


(Todavía un poco agachado por el dolor, una mano so- dos mujeres.
bre su abdomen, Alvaro se aparta de la pared. Se suena la Ai VARO: Eso es... lo que llaman una pelea de gatos... (Se
nariz entre dos dedos. Serafina toma un pedazo de gasa suena la nariz.)
blanca y se la da para que se limpie los dedos.) I | RAI-INA: A b r a las persianas, por favor. N o veo para tra-
bajar. (Ha ido hasta su mesa de trabajo. Él va a la ven-
SERAFINA: Se le r o m p i ó el saco. tana. Cuando abre las persianas, la luz cae sobre su es-
A L V A R O (sollozando): ¿Se r o m p i ó m i saco de la c o m p a ñ í a ? pléndido torso, la camiseta pegándose húmeda a su
SERAFINA: SÍ... oscura piel color oliva. Serafina se queda impresiona-
A L V A R O : ¿ D ó n d e se r o m p i ó ? da y murmura. "Ohhh.... " Se oye sonido de música.)
SERAFINA (sollozando): En la espalda... abajo. Ai VARO: ¿ Q u é , señora?
ALVARO: Oh, Dio!
I I R AFINA (con una voz extraña): La luz sobre el cuerpo era
SERAFINA: Sáqueselo. Se lo coseré. Yo... coso. como sobre un hombre que vivió a q u í . . .
A L V A R O : O h , D i o ! (sollozando)¡Tengo tres personas a m i ALVARO: Che dice?
cargo! (Levanta tres dedos y los sacude violentamente '.i KAFINA: Niente... M a c o m ' è strano!... Lei è Napoletano?
ante Serafina J (Está enhebrando una aguja.)
SERAFINA: D é m e . . . d é m e su saco. Al VARO: Io sono Siciliano! (Serafina se pincha el dedo con
A L V A R O . ¡ A n o t ó el n ú m e r o de m i patente! la aguja y grita.) Che fa?
SERAFINA: La gente todo el tiempo anota n ú m e r o s de paten- '.i RAI-INA: M e . , p i n c h é con la... aguja... M á s vale que.... se
tes y n ú m e r o s de teléfono y n ú m e r o s que no quieren de- lave...
cir nada... todos n ú m e r o s . . . \ i VARO: D o v ' è i l gabinetto?
A L V A R O : ¡Tres, tres a m i cargo! ¡Ni siquiera ciudadanos! '.i KATINA (casi inaudiblemente); Dietro. (Señala vagamente
¡ N a d a de cheques de alivio, nada de nada! (Serafina so- airas.)
lloza.) Se va a quejar ante el jefe. \ i VARO: Con permesso! (Élpasa junto a ella. Cuando lo ha-
SERAFINA: Quise llorar todo el día. ce, ella toma un par de anteojos rotos de la mesa de tra-
A L V A R O : ¡Dijo que me despediría si no dejaba de pelear! bajo. Sosteniéndolos de la única patilla que les queda,
SERAFINA: Deje de l l o r a r para que yo pueda dejar de l l o - como unos quevedos, inspecciona con aire de estupe-
rar. ficción la figura que pasa. Mientras sale, él dice.) ¡Una
A L V A R O : Soy una mariquita. D i s c ú l p e m e . Estoy avergonza- pitada como esa puede tener grave consecuencias! (En-
do. tra en la parte trasera de la casa.)
SERAFINA: N O tenga vergüenza de nada, el mundo es dema- • i i M INA (tras una pausa): Madonna Santa!... \El cuerpo de
siado loco para que la gente que anda en él sienta ver- mi marido, con la cabeza de un payasol (Va hasta la Ma-
g ü e n z a . Yo no me a v e r g ü e n z o y tuve dos peleas en la ca- dona.) ¡ O h , Señora, oh, Señora! (Hace un gesto impio-
lle y m i hija me dijo que era "un asco". Tengo que coser tante.) ¡Habíame!... ¿Qué estás diciendo?.... ¡Por favor,

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Señora, no te puedo oír! ¿Es una señal? ¿Es una señal de ¡El sueldo fue embargadol ¿Sabe lo que es embargado?
algo? ¿ Q u é quiere decir? ¡Oh, habíame, Señora!... ¡Todo (Serafina asiente gravemente.) ¡Embargado!... ¡Come
es demasiado e x t r a ñ o ! caballo!... ¡Mercachifle!... ¡Todo en un día es demasia-
do! ¡ M e enloquezco, hiervo, lloro y me a v e r g ü e n z o pe-
(Abandona la inútil plegaria a la imperturbable esta- ro no puedo evitarlo!... ¡ H a s t a un t a ñ o camionero es un
tua. Entonces corre hacia el aparador, se trepa a una silla y ser humano! Y los seres humanos tienen que llorar....
aferra una botella de vino del estante de arriba. Pero le re- SERAFINA: Sí, tienen que llorar. N o pude llorar en todo el día
sulta imposible bajar de la silla. Apretando la polvorienta pero ahora he llorado y me siento mucho mejor... Le co-
botella contra su pecho, se queda agachada allí, gimotean- seré el saco...
do indefensa como una niña, cuando Alvaro vuelve a en- ALVARO (lamiéndose los labios): ¿ Q u é tiene en la mano?
trar.) ¿Una botella de vino?
SERAFINA: ES espumante. Viene de la casa de la familia de m i
ALVARO: Ciao!
marido. ¡Los Delle Rose! Una gran familia. Yo era cam-
SERAFINA: N O me puedo levantar. pesina, pero me casé con un b a r ó n . . . ¡ N o , t o d a v í a no lo
ALVARO: ¿ Q u i e r e decir que no puede bajar? creo! ¡Me casé con un b a r ó n cuando no tenía zapatos!
SERAFINA: Quiero decir que... no puedo bajar... ALVARO: Disculpe que pregunte... pero, ¿ d ó n d e está el ba-
A L V A R O : Con permesso, Signora! (La baja de la silla.) r ó n ahora? (Serafina señala gravemente la urna de már-
SERAFINA: Grazie. mol.) ¿ D ó n d e dijo?
A L V A R O : Estoy avergonzado por lo que p a s ó . Llorar no es SERAFINA: Sus cenizas están en esa urna de m á r m o l .
de hombre. ¿Alguien me vio? ALVARO: M a ! Scusatemi! Scusatemi! (Haciéndose la señal
SERAFINA: Nadie lo vio salvo yo. A m í no me importa. de la cruz.)... Espero que esté descansando en paz.
A L V A R O : Usted es simpática, molto!... N o fue sólo la pelea SERAFINA: A él me hizo acordar usted... cuando a b r i ó las
lo que me hizo estallar. ¡Estuve así todo el día! (Sacude persianas. N o la cara sino el cuerpo... Por favor d é m e
sus puños cerrados en el aire.) un poco de hielo, está en la heladera de la cocina. Tuve
SERAFINA: Usted y... ¡yo también!... ¿Cuál fue el problema un... muy mal día...
hoy? ALVARO: O h , ¡hielo! Sí... hielo... traeré un poco... (Cuando
A L V A R O : M i apellido es Mangiacavallo, que quiere decir sale, ella lo vuelve a mirar a través de los anteojos ro-
"Come caballo". Es un nombre c ó m i c o , lo sé. Tal vez tos.)
hace dos m i l setenta a ñ o s uno de mis abuelos tuvo tan- Si KAFINA: Non posso crederlo!... ¡Una cabeza de payaso co-
ta hambre que se c o m i ó un caballo. N o es culpa m í a . mo ésa con el cuerpo de m i marido!
Bueno, hoy en la C o m p a ñ í a Sureña de Frutas e n c o n t r é
en el sobre de pago no "Mangicavallo" sino " C O M E CA- (Se oye ruido de que están cortando hielo en la cocina.
B A L L O " en letras m a y ú s c u l a s . ¡Ja, ja, ja, muy gracio- Illa inserta un sacacorchos en la botella pero sus esfuerzos
so!... A b r o el sobre del sueldo y encuentro un aviso... por abrirla son torpemente inútiles. Alvaro vuelve con un

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pequeño bol de hielo. Lo pone con tanta fuerza sobre la me- él, indefensa, incapaz de parar, incapaz de retener el
sa que mi pedazo sale volando. Se arroja tras él, lo recupe- aliento.)... M e gustan las mujeres que se ríen de todo
ra y lo limpia en su sucia camiseta.) corazón.
SERAFINA: ¿Y las mujeres que lloran con el c o r a z ó n ?
SERAFINA: ¡Pensé que el piso estaría m á s limpio! ALVARO: M e gusta todo lo que las mujeres hacen con el co-
A L V A R O : Scusatemi!... ¿Lo lavo de nuevo? razón.
SERAFINA: Fa niente!
A L V A R O : Soy un... limpio!... Yo... (Los dos de pronto se sienten avergonzados y su risa se
SERAFINA: Fa niente, niente!... La botella debería estar en el extingue. Serafina se estira el viso de rayón. Él le alcanza su
hielo, pero como no está, lo mejor es echar el vino so- vaso del vino espumante con hielo. Ella murmura "Grazie".
bre la botella. Inconscientemente levanta el dedo lastimado hacia sus
A L V A R O : ¿ Q u i e r e decir sobre el hielo? labios y se aparta de la mesa con el vaso temblándole en la
SERAFINA: Quiero decir sobre el... mano.)
A L V A R O : Déjeme abrir la botella. Sus manos no están acos-
tumbradas al trabajo duro. (Ella le entrega la botella y ALVARO (prosiguiendo nerviosamente): Veo que tuvo un
lo vuelve a mirar a través de los anteojos.) mal día.
SERAFINA: Estos pedacitos de gasa blanca en el suelo no SERAFINA: S o n ó cosi... stanca...
son de una tormenta de nieve. Estuve haciendo vesti- ALVARO (saltando de pronto hacia la ventana y gritando):
dos de gasa para la g r a d u a c i ó n de la escuela supe- Eh, ustedes mocosos, ¡salgan de ese c a m i ó n ! ¡ N o metan
rior... U n o para m i hija y los d e m á s para otras trece las manos en las bananas! (Ante las palabras "camión"
chicas... Todo ese trabajo, ¡ n o estoy segura si no me y "bananas" Serafina jadea de nuevo y derrama un po-
mató! co de vino en su viso.) ¡ L a d r o n c i t o s ! ... Scusatemi...
A L V A R O : El vino h a r á que se sienta mejor. Si RAFINA: ¿ T r a n s p o r t a . . . transporta bananas?
Ai VARO: Si Signora.
(Se oye un grito juvenil de afuera.) SERAFINA: ¿Es un c a m i ó n de 1 0 toneladas?
ALVARO: U n c a m i ó n de 8 toneladas.
SERAFINA: En esta ciudad hay un grupo salvaje de chicos y Sl RA FINA: M i marido transportaba bananas en un c a m i ó n
chicas. En Sicilia los muchachos bailan con los mucha-
de 1 0 toneladas.
chos porque un chico y una chica no pueden bailar jun-
ALVARO: Bueno, era b a r ó n .
tos salvo que vayan a casarse. ¡Pero a q u í se vuelven lo-
SERAFINA: ¿Usted transporta nada m á s que bananas?
cos en las islas!... Chicos, chicas, maestras locas por los
Ai VARO: Sólo bananas. ¿ Q u é otra cosa p o d r í a transportar?
hombres...
Sl RA FINA: M i m a r i d o transportaba bananas, pero debajo
A L V A R O : Ecco! (El corcho sale con un fuerte ruido. Serafi-
de las bananas h a b í a algo m á s . Era... salvaje como un...
na grita y tropieza contra la mesa. El ríe. Ella ríe con
gitano... "¿Salvaje... como un... gitano?" ¿ Q u i é n dijo

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eso?... Detesto empezar a recordar y de p r o n t o n o re- SERAFINA (poniendo el retrato en su lugar): Una rosa de
cordar... hombre. En su pecho tenía tatuada una rosa. (Enton-
ces, bastante súbitamente.)... ¿Cree en cosas raras, o
(El diálogo entre ellos está lleno de incómodas dudas, duda de ellas?
frases quebradas y gestos tentativos. Ambos tienen los ner- A L V A R O : Si las cosas raras n o pasaran, yo n o estaría a q u í .
vios agotados después de sus respectivas ordalías. Su co- N o , no estaría a q u í . N o e s t a r í a m o s hablando.
municación torpe tiene una curiosa intimidad y dulzura, SERAFINA: Davvero! Le voy a decir algo sobre el tatuaje de
como la de dos niños solitarios que se encuentran por pri- m i marido. M i marido tenía esta rosa tatuada en el pe-
mera vez. Es un extraño lujo para los dos, un lujo como el cho. Una noche me d e s p e r t é con u n d o l o r quemante
primer viento fresco de la noche después de un día sofocan- justo allí, pero en m i pecho. E n c e n d í la luz. M i r o m i pe-
te. Serafina, sin darse, cuenta toma una pequeña carreta, re- cho desnudo y sobre él veo la rosa tatuada de m i mari-
cuerdo de Sicilia, de la mesa.) do, pero en m í , sobre mi pecho ese tatuaje.
A L V A R O : Strano!

SERAFINA: El cura estaba en contra. SERAFINA: Y ésa fue la noche en que c o n c e b í a m i hijo... el
ALVARO: ¿ C o n t r a q u é estaba el cura? p e q u e ñ o que m u r i ó cuando perdí a mi marido...
SERAFINA: Que yo guardara las cenizas. Es contra la ley de ALVARO: Che cosa... strana!... ¿Estaría dispuesta a mostrar-
la Iglesia. Pero necesitaba tener algo y eso era lo único me la rosa tatuada?
que p o d í a tener. (Deja la carreta.) Si RAFINA. O h , ahora se fue, s ó l o d u r ó un momento. Pero la
ALVARO: N O veo nada malo en eso. v i . La vi con toda claridad... ¿ M e cree?
SERAFINA: ¿ N O ? ALVARO: L O credo!

ALVARO: N O ! Niente!... El cuerpo se hubiera descompuesto SERAFINA: N O sé por q u é se lo dije. Pero me gusta lo que d i -
¡pero las cenizas siempre se mantienen limpias! jo. Que los cuerpos se descomponen pero las cenizas
SERAFINA (ansiosamente): ¡Sí, sí, los cuerpos se descompo- siempre se mantienen limpias... immacolate!... Pero,
nen, pero las cenizas siempre se mantienen limpias! Ven- sabe, hay alguna gente que quiere ensuciarlo todo. Dos
ga a q u í . Le m o s t r a r é esta foto... mi boda. (Toma una fo- de esa clase de personas vinieron a m i casa hoy y me d i -
to tiernamente de la pared.) A q u í estoy yo, una novia de jeron una terrible mentira enfrente de las cenizas... Una
catorce a ñ o s , y éste... éste... éste... (Golpeando el retrato mentira tan horrible que p e n s é que era verdad... Estu-
con el dedo y volviendo su rostro a Alvaro con grandes ve por destrozar la urna... ¡y tirar las cenizas! (Arroja
ojos brillantes) ¡Es mi marido! (Hay una pausa. Él toma súbitamente su vaso al suelo.) Destrozarla, ¡destrozar-
la foto de su mano y primero la pone cerca de sus ojos, la así!
luego bien lejos, luego de nuevo cerca con suspiros de Ai VARO: M a ! . . . Baronessa!
adecuada reverencia.) ¿Y?... ¿Y?... Che dice!
ALVARO (lentamente, con gran énfasis): Che bell'uomo! Che (Serafina toma una escoba y barre los fragmentos de vi-
bell'uomo! drio.)

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ALVARO: O h , sí. Y la costumbre m á s idiota. Esta primavera, m i


SERAFINA: ¡Y t o m é esta escoba y las b a r r í por la puerta tra- hermana solterona tuvo problemas femeninos, sobre todo
sera como basura! mentales, creo, y le p a s ó el cuidado de la casa a la abuela
ALVARO (impresionado por su violencia y un poco asusta- medio mal de la cabeza, una viejita muy dulce que no
do): ¿ Q u é mentira le dijeron? piensa que sea necesario pagar la cuenta de la verdulería;
SERAFINA: ¡ N O , no, no! N o quiero hablar de eso. (Tira la es- mientras haya dinero para pagar la quiniela juega a la qui-
coba al suelo.) Sólo quiero olvidarlo; no era verdad, niela. Tiene un sistema perfecto salvo que nunca funciona.
¡era falso, falso, falso!... como los corazones de las pu- ¡Y la cuenta de la verdulería sube, sube, sube, sube!... ¡tan
tas que lo dijeron... alto que ni siquiera se la puede ver!... H o y la C o m p a ñ í a de
A L V A R O : Sí, yo olvidaría cualquier cosa que la hace infeliz a Verdulerías Ideal me e m b a r g ó el sueldo... ¡Ahí está! Le he
usted. contado m i vida... (El loro chilla. Alvaro va a la jaula.)
SERAFINA: El recuerdo de un amor no nos hace infelices, a Hola Polly, ¿me haces una gracia?
menos que creamos una mentira que l o vuelve sucio. SERAFINA: SU nombre no es Polly. N o es ella, es él.
Las cenizas son limpias. El recuerdo de la rosa en m i co- ALVARO: ¿ C ó m o puede decirlo con todas esas plumas en la
r a z ó n es perfecto... Su vaso está llorando... cola? (Mete el dedo en la jaula, toca al pájaro y lo pica.)
A L V A R O : El suyo t a m b i é n está llorando. ¡Auch!
SERAFINA (como si fuera él): Ayyy... (Alvaro se mete el dedo
(Mientras ella llena el vaso de él, él se mueve por el lastimado en la boca. Serafina hace lo mismo con el su-
cuarto, mirando aquí y allá. Ella lo sigue. Cada vez que él yo también lastimado. Él va hasta el teléfono.) Le dije
toma un artículo para inspeccionarlo ella se lo saca suave- que tuviera cuidado... ¿A q u i é n está llamando, a un m é -
mente y lo examina con nuevo interés.) dico?
ALVARO: Estoy llamando a m i jefe en Biloxi para explicarle
A L V A R O : Usted tiene un lindo hogarcito c ó m o d o a q u í . por q u é estoy atrasado.
SERAFINA: O h , es... m o h o modesto... ¿Usted t a m b i é n tiene '•i RA FINA: La llamada a B i l o x i es una llamada de diez cen-
un lindo hogar? tavos.
ALVARO: Tengo un hogar con tres personas a m i cargo. ALVARO: N O se preocupe p o r eso.
SERAFINA: ¿ Q u é . . . personas? SERAFINA. N O me preocupo por eso. Usted la p a g a r á .
ALVARO (contando con los dedos): Una hermana vieja y sol- ALVARO: Usted tiene una actitud sensata frente a la vida...
terona, una abuela medio mal de la cabeza, un viejo bo- ¡ D é m e con la C o m p a ñ í a S u r e ñ a de Fruta en B i l o x i . . .
rracho que no vale la p ó l v o r a que hace falta para man- siete-ocho-siete!
darlo al infierno... Tienen la costumbre del ludo. Si RA FINA: Usted es soltero. ¿ C o n tres personas a su cargo?
Juegan al ludo m a ñ a n a , tarde y noche. Pasando un bal- (Mira debajo del cinturón de él.)
de de cerveza alrededor de la mesa... A i VARO: ¡Le c o n t a r é mis esperanzas y sueños!
SERAFINA: ¿También tienen la costumbre de la cerveza? SERAFINA: ¿A q u i é n ? ¿A mí?

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A L V A R O : Tengo la esperanza de encontrar alguna s e ñ o r a


mayor sensata. Tal vez una s e ñ o r a algo mayor que yo... (Él se toca dos partes de su anatomía. La última parte
¡ N o me importa si está u n poco entrada en carnes o si avergüenza a Serafina, quien tranquilamente anuncia.)
n o se viste demasiado bien! (Serafina inhibida recoge
una tira colgante.) L o importante en una señora es que SERAFINA: La llamada es de diez centavos por tres minutos.
sea comprensiva. Buen sentido. Y quiero que tenga una ¿Está ocupado?
casa bien amueblada y un negocito provechoso de al- ALVARO: N O la línea sino el jefe.
gún tipo... (Mira a su alrededor significativamente.) SERAFINA: Y el costo de la llamada sube. ¡ N o es el teléfono
SERAFINA: Y una señora así, con una casa bien amueblada y de un millonario el que está usando!
un negocio, ¿qué quiere con un hombre que tiene tres ALVARO: Creo que se queja de pobreza de puro gusto. (To-
personas a su cargo con la costumbre del ludo y la cer- ma el chanchito de ¡os ahorros y los sacude.) Este chan-
veza, y que encima juegan a la lotería? cho a m í me suena bien alimentado.
A L V A R O : ¡ A m o r y c a r i ñ o ! . . . en un mundo que es solitario... Si KAFINA: Monedas de cincuenta y de veinticinco.
¡y frío! ALVARO: Monedas de cincuenta y de veinticinco son mejo-
SERAFINA: Puede ser solitario, ¡ p e r o n o diría " f r í o " en este res que de diez y de cinco. (Serafina se levanta severa-
día en particular! mente y le saca el chanchito de las manos.) ¡Ja, ja, ja!
ALVARO: Amor y cariño son lo que tengo para ofrecer en días ¿Cree que soy un l a d r ó n de bancos?
calientes o fríos en este viejo m u n d o solitario, y es l o Si KAFINA: ¡ C r e o que es un maleducato! C o m u n i q ú e s e con
que estoy buscando. N o tengo otra cosa. M a n g i a - su jefe o cuelgue el teléfono.
cavallo no tiene nada. En rigor, ¡es el nieto del idiota del ALVARO: ¿ Q u é , qué! ¿Señor Siccardi? ¡ C u á n t o s chistes en la
pueblo de Ribera! C o m p a ñ í a Sureña de Frutas en esta tarde calurosa! ¡Ja,
SERAFINA (inquieta): Veo que le gusta hacer... chistes. ja, ja!... ¡ M a n g i a c a v a l l o ! . . . ¿ Q u é ? ¿Ya recibió la queja?
A L V A R O : N O , ¡ n a d a de chistes!... Davvero!.. Él c o r r i ó a m i Sentite, per favore! Este mercachifle era... ¿ s e ñ o r Sic-
abuela por un campo de arroz inundado. Ella se pati- cardi? (Sacude la horquilla; luego lentamente cuelga.)
n ó sobre una piedra h ú m e d a . . . Ecco! A q u í me tiene. ¡Un hombre con tres personas a su cargo!... ¡sin traba-
SERAFINA: Debería ser m á s respetuoso. jo!... (Hay una pausa.)
ALVARO: ¿ Q u é tengo yo para respetarlo! ¿La piedra en la '»1 KAFINA: Bueno, mejor que le pregunte el precio a la ope-
que se p a t i n ó m i abuela? radora.
SERAFINA: ¡Al menos usted! ¿ N o trabaja para ganarse la vida? \ i VARO: ¡Ufa! ¡Un hombre con tres personas a su cargo...
A L V A R O : Si no trabajara para vivir, me respetaría más. Ba- sin trabajo!
ronessa, soy un hombre joven y sano, que vive sin nin- '•1 KAFINA: Ya no veo m á s para trabajar. Tengo una suge-
guna vida amorosa. M i r o las fotos de las revistas. Las rencia que hacerle. A b r a el c a j ó n del f o n d o de ese
chicas de las propagandas... ¿ s a b e a q u é me refiero? aparador y e n c o n t r a r á una camisa en papel de seda
¿ U n a cosita por aquí? ¿ O t r a cosita por allá? blanco, puede usarla mientras estoy arreglando é s t a .

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Y pregunte c u á n t o es d e s p u é s . (Él va hasta el apara- quita! (Le toca la oreja, un toque muy ligero, que trai-
dor.)... La hice para alguien que nunca vino a buscar- ciona demasiado sus sentimientos. Los dos se ríen un
la. (Él saca el paquete.) ¿ H a y u n nombre abrochado? poco y ella se aleja, avergonzada.)
A L V A R O : Sí, es...
SERAFINA (ferozmente, pero sin ningún movimiento físico): (Afuera bala el carnero y se oye un ruido de madera
¡ N o me diga el nombre! Tírelo, ¡por la ventana! mmpiéndose. Uno de los chicos entra corriendo en el patio
A L V A R O : Perché? delantero mientras grita.)
SERAFINA: ¡Tírelo, tírelo!
ALVARO (arrugando el papel y arrojándolo por la ventana): SALVATORE: ¡ D o ñ a DelPRose! ¡El carnero negro está en su
Ecco fato! (Se oyen distantes gritos de niños mientras patio!
desenvuelve el paquete y levanta la camisa de seda rosa JERA FINA: I I becco della strega!
exclamando con delicia latina ante su lujo.) Colore di
rose! Seta! Seta pura!... ¡ O h , esta camisa es demasiado (Serafina corre a la ventana, abre violentamente las per-
buena para Mangiacavallo! ¡ T o d o a q u í es demasiado uanas y se inclina hacia afuera. Esta vez, casi se siente ali-
bueno para Mangiacavallo! ñada por la distracción. El interludio de la persecución del
SERAFINA: Nada es demasiado bueno para un hombre si el • amero tiene un rasgo de exaltación enloquecida. Afuera se
hombre es bueno. fe)fe el balido salvaje del carnero y el repique de su arnés.)
ALVARO: El nieto del idiota de la aldea no es tan bueno.
SERAFINA: N O importa de q u i é n es nieto, p ó n g a s e l a ; lo invi- Si RAFINA: M i e i p o m o d o r i ! Guarda i miei p o m o d o r i !

to a que la use. I A STREGA (entrando al patio del frente con un pedazo de

ALVARO (poniéndose voluptuosamente la camisa): ¡Sssssss! soga rota mientras grita): ¡Hey, Billy! ¡Hey, hey, Billy!

SERAFINA: ¿ C ó m o siente la seda sobre la piel? '•i RAFINA (haciendo los cuernos con los dedos): ¡Ahí está la

ALVARO: ¡La siento como las manos de una chica sobre mí! Strega! ¡Deja que el carnero entre en m i patio para co-

(Hay una pausa, mientras él le muestra a ella la blancu- merse mis tomates! (Retrocediendo desde la ventana.)

ra de sus dientes.) ¡Tiene el m a l de ojo, tiene el malocchio, y t a m b i é n el

SERAFINA (levantando sus anteojos rotos): Le c a u s a r á me- carnero! El carnero t a m b i é n tiene el mal de ojo. ¡Entró

nos problemas. en m i patio la noche que p e r d í a Rosario y a m i hijo!

A L V A R O : ¡ N O hay nada m á s lindo que un regalo entre la M a d o n n a , M a d o n n a mia! ¡ S a q u e n ese carnero de m i

gente!... ¡ a h o r a está sonriendo!... ¿Le gusto un poco patio! (Se retira hacia la Madona, haciendo la señal de

más? los cuernos con sus dedos, mientras afuera sigue la per-

SERAFINA (lenta y tiernamente): ¿Sabe lo que t e n d r í a n que secución del carnero.)

haberle hecho cuando era bebé? T e n d r í a n que haberle A i VARO: ¡Tranquilícese ahora! ¡Voy a agarrar a ese carnero ne-
puesto tela adhesiva en las orejas para aplastarlas, así gro y le daré una patada que nunca se la va a olvidar!
cuando crecía no le salían como las alas de una m u ñ e -

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(Alvaro corre a la puerta delantera y se une a la perse- vía... ¡me p o n í a un vestido l i m p i o ! Y a veces, hasta me
cución. El chico está golpeando un par de tapas de cacero- ponía.... una rosa en el cabello...
las de aluminio que suenan como címbalos. El efecto es ex- ALVARO: ¡Una rosa en su cabello debía verse m u y linda!
traño y hermoso, con los gritos salvajes de los chicos y los SERAFINA: Pero para una viuda... no es el momento de ro-
balidos del carnero. Serafina se queda ansiosamente a mi- sas...
tad de camino entre las persianas y la Madona protectora.
Hace una furiosa imitación del carnero balando, contorsio- (Se oye música, el sonido de una mandolina.)
nando su rostro con repugnancia. Es la furia de una mujer
ante el deseo que padece. Por fin capturan al carnero.) ALVARO: ¡ N O , comete un error! ¡Siempre es momento de ro-
sas para todos! La rosa es el c o r a z ó n del m u n d o como
B R U N O : ¡Agárrenlo, a g á r r e n l o , a g á r r e n l o ! el c o r a z ó n es el... c o r a z ó n del... cuerpo. Pero usted, Ba-
ALVARO: Vieni presto, diavolo! ronessa... ¿sabe lo que creo que hizo usted?
SERAFINA: ¿ Q u é . . . q u é . . . hice?
( A l v a r o aparece del otro lado de la casa con la cuer- ALVARO: Usted puso su c o r a z ó n en la urna de m á r m o l con
da rota bien agarrada alrededor del cuello del carnero. El las cenizas. (Ahora se escuchan cantos junto con la mú-
chico lo sigue detrás, golpeando alegremente las tapas de sica, que sigue hasta el final de la escena.) Y en una tor-
aluminio y más atrás viene la Strega, llevando su pedazo menta, en a l g ú n momento, o cuando un c a m i ó n de 10
de cuerda rota, con el cabello gris cayéndole sobre la ca- toneladas viene por la carretera... ¡la urna de m á r m o l
ra y sus polleras negras agarradas en una mano, revelan- tiene que rompersel (Súbitamente apunta al cielo.) ¡Mi-
do sus pies descalzos y sus piernas peludas. Serafina sale re! ¡Mire, Baronessa!
a la galería cuando la pequeña procesión grotesca pasa SERAFINA (asombrada): ¿ Q u e mire? ¿ Q u é mire? ¡ N o veo na-
delante y levanta la mano con los dedos haciendo cuer- da!
nos, mientras el carnero y la Strega pasan delante de ella. ALVARO: Estaba s e ñ a l a n d o a su c o r a z ó n , ¡fuera de la urna y
A l v a r o le entrega el carnero a la Strega y vuelve jadean- librado de las cenizas!... Rondinella felice] (Hace un
do a la casa.) gesto airoso hacia el cielo, cada vez menos brillante.)
SERAFINA. ¡ O h ! (Él silba como un pájaro y hace movimien-
ALVARO: Niente paura!... Ahora tengo que irme... H a sido tos como de alas con sus manos.) Buffone, buffone...
troppo gentile, señora... piantatela! L o t o m o en serio... cuando lo que hace es un
SERAFINA: Soy la viuda del b a r ó n Delle Rose... Disculpe la chiste... (Ella sonríe involuntariamente ante las bromas
forma en que... no estoy vestida... (Él retiene su mano de él.)
mientras ella se queda en los escalones de la galería. ALVARO: ¿ C u á n d o puedo traerle la camisa de vuelta?
Ella prosigue muy tímidamente, jadeando un poco.) • R A F I N A : ¿ C u á n d o volverá a pasar?
N o siempre estoy así... ¡A veces me arreglo!... Cuando ALVARO: Pasaré esta noche para la cena. Volete?
vivía m i marido, siempre que él venía a casa, cuando v i - l
«i RA FINA: Entonces mire la ventana al pasar. Si las persia-

IOO
TENNESSEE WILLIAMS

ñas están abiertas y hay luz en la ventana, puede dete-


nerse para buscar su... saco... pero si las persianas están
cerradas, mejor que no se detenga porque m i Rosa es-
Acto tercero
t a r á en casa. Rosa es m i hija. Fue a un paseo de cam-
po... tal vez... esté en casa temprano... pero sabe c ó m o
son los paseos de campo. Esperan... que salga la luna
para... empezar a cantar... ¡ N o es que haya nada de ma-
lo en que dos personas adultas tengan una conversa-
ción tranquila!... pero Rosa tiene quince a ñ o s . . . tengo
ESCENA 1
que ser muy cuidadosa para darle un ejemplo perfecto.
A L V A R O : M i r a r é la ventana... ¡ M i r a r é la ventana! (Imita a
Es el atardecer del mismo día. Los niños del vecindario
un pájaro volando con alegres silbidos.)
tstán jugando alrededor de la casa. Uno de ellos está con-
SERAFINA: Buffone! tando hasta cien de a cinco, gritando los números, mientras
ALVARO (gritando desde afuera): ¡Eh, mocosos sinvergüen- te inclina contra la palmera.
zas, bájense de ese c a m i ó n ! ¡Salgan de esas bananas!
Serafina se encuentra en la sala, sentada en el sofá. Está
••rutada rígida y formalmente, lleva un vestido que no ha
(Se oye que su camión arranca y se aleja. Serafina se
n^ado desde la muerte de su marido y una rosa en el cabello.
mantiene inmóvil en la galería, escrutando el cielo con los Por sus movimientos, resulta evidente que tiene puesta una
ojos.) faja que le aprieta insoportablemente. '•

SERAFINA: Rosario, ¡ p e r d ó n a m e ! ¡ P e r d ó n a m e por creer que


(Se oye el sonido de un camión que se acerca por la ca-
esa horrible mentira p o d í a ser verdad!
li rtera. Serafina se pone de pie, adoptando una posición
Taray agachada. Pero el camión pasa sin detenerse. La fa-
(La luz de la casa se extingue. Un pequeño entra co- ia se le está volviendo bastante intolerable y decide sacár-
rriendo al patio llevando con gesto triunfante un gran ma- sela, yendo detrás del sofá para hacerlo. Con muchos gru-
nojo de bananas. Una pequeña lo persigue con gritos estri- ñidos, logra bajársela hasta las rodillas, cuando afuera se
dentes. Él la elude. Corren alrededor de la casa. La luz se Oye el sonido de otro camión que se acerca. Esta vez el ca-
desvanece y cae el telón.) mión se detiene en la carretera, con un ruido de frenos que
• hirrían. Serafina se da cuenta de que A l v a r o está llegando
v ais esfuerzos por sacarse la faja, que ahora le está tra-
bando las piernas, se vuelven frenéticos. Avanza renguean-
do i desde atrás del sofá mientras Alvaro aparece enfrente de
la i asa.)

102
103
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA TATUADA

A L V A R O (alegremente): Rondinella felice! ¡ M i r a r é por la


venta-naaa! Signora delle Rose! (Un pequeño entra corriendo en el patio, esconde algún
misil invisible, saca la lengua y grita : "¡Iaaaaa!" Entonces
(La respuesta de Serafina a este saludo es un gemido de sale corriendo hacia atrás de la casa.)
angustia. Renguea y desesperadamente avanza a los trope-
zones hacia las cortinas que dividen las habitaciones, llega SERAFINA: ¿Pasamos... pasamos a la sala?
a ellas justo a tiempo para ocultarse, mientras A l v a r o entra ALVARO: Supongo que es mejor que estar de pie en el come-
en la sala desde la galería a través de la puerta de alambre. dor. (Entra formalmente.)... ¿ N o s sentamos en el sofá?
Lleva un paquete y una caja de bombones.) SERAFINA: Siéntese usted en el sofá. Yo me a c o m o d a r é en es-
ta silla.
A L V A R O : C'é nessuno? ALVARO (desilusionado): ¿ N o le gusta sentarse en el sofá?
, SERAFINA (al principio inaudiblemente): Si, si, s o n ó q u i . SERAFINA: M e voy demasiado hacia a t r á s en ese sofá. M e
(Luego fuerte y roncamente, cuando por fin se saca la gusta tener un respaldo recto d e t r á s . . .
Q)\ faja de las piernas.) Si, si, s o n ó qui! (Para tapar su in- ALVARO: Esa silla no me parece c ó m o d a .
comodidad, se afana acomodando vasos de vino en una SERAFINA: Esta silla es muy c ó m o d a .
bandeja.) A L V A R O : ¡Pero es m á s fácil hablar en un sofá cuando son
ALVARO: ¡Oí el ruido de los vasos! ¡Déjeme ayudarla! (Cru- dos!
za ansiosamente a través de la cortina pero se queda in- SERAFINA: Y O hablo tan bien en una silla como en un sofá...
móvil, asombrado.) (Hay una pausa. A l v a r o se rasca el hombro nerviosa-
SERAFINA: ¿Pasa... algo? mente.) ¿Por q u é se rasca los hombros así?
A L V A R O : ¡ N O esperaba encontrarla tan linda! ¡Es una joven ALVARO: ¡ O h , eso!... Es una... costumbre... nerviosa...
viudita! SERAFINA: Pensé que tal vez el traje no le quedaba bien...
SERAFINA: Usted... se a r r e g l ó . . . ALVARO: C o m p r é este traje hace cuatro a ñ o s , para casarme.
ALVARO: ¡Fui a El barbero ideall ¡Me hice todo! SERAFINA: ¿Pero no se casó?
SERAFINA (desmayadamente, alejándose un poco de él): Tie- ALVARO: A la chica le d i un circón en lugar de un brillante.
ne... aceite de rosas... en el pelo... L o hizo examinar. M e cerraron la puerta en las narices.
A L V A R O : O l i o di rose? ¿Le gusta el olor? (Afuera se oye el Si KAEINA: Creo que tal vez yo haría lo mismo.
grito salvaje y distante de unos niños y adentro hay una Ai VARO: ¿ C o m p r a r el c i r c ó n ?
pausa. Serafina sacude la cabeza lentamente con la infi- Si KAFINA: N O , cerrarle la puerta.
nita herida de un recuerdo.)... A usted... ¿ n o . . . le gus- A1 VARO: Sus ojos no t e n í a n mirada sincera. Usted tiene ojos
ta... el olor? O h , entonces me saco el olor, voy y... (Se de mirada sincera. ¡ D é m e la mano para que pueda de-
dirige hacia la parte trasera. Ella levanta la mano para cirle la fortuna! (Ella aparta su silla de él.) Veo dos
detenerlo.) hombres en su vida. Uno muy buen mozo. E l otro nada
SERAFINA: N o , no, no, fa... niente... M e . . . gusta ese olor... buen mozo. Sus orejas son demasiado grandes, ¡ p e r o

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TENNESSEE W I L L I A M S
LA ROSA T A T U A D A

no tan grandes como su c o r a z ó n ! Tiene tres a su car- SERAFINA: C o n o c i ó a un marinero.


go... ¡En rigor tiene cuatro a su cargo! ¡Ja, ja, ja! ALVARO: O h , Dio! Con r a z ó n se la ve nerviosa.
SERAFINA: ¿ Q u i é n es el cuarto a su cargo? SERAFINA: N O quería dejarla salir con ej£ marinero. Tenía
A L V A R O : ¡El que tienen todos los hombres, su gasto mayor, un anillo de oro en la oreja.
su mayor m o t i v o de problemas y su responsabilidad ALVARO: M a d o n n a Santa!
mayor! ¡Ja, ja., ja! SERAFINA: Esta m a ñ a n a ella se c o r t ó la m u ñ e c a . . . no mucho,
SERAFINA: Espero que no esté diciendo groserías. (Ella se le- pero lo suficiente para sangrar... ¡con un cuchillo de co-
vanta y le da la espalda. Luego descubre la caja de bom- cina!
bones.) ¿ Q u é es_gsa linda caja roja? ALVARO: ¡Ay, ay! ¡Una chica m u y salvaje!
A L V A R O : ¡Un regalo que le traje a una p e q u e ñ a señora ner- SERAFINA: Tuve que ceder y dejar que l o trajera a verme. D i -
viosa pero linda! ^ r ^ i e jo que era católico. L o hice arrodillarse frente a Nues-
SERAFINA: ¿Chocolates? Grazie! Pero estoy demasiado gor- tra S e ñ o r a , ahí, y prometerle que respetaría la inocencia
da. de m i Rosa... ¿Pero c ó m o sé que era católico c/e verdad?
A L V A R O : N O está gorda, sólo está agradable y redondita. (Se ALVARO (tomando su mano): ¡Pobrecita s e ñ o r a preocupa-
extiende para pellizcar la carne cremosa de la parte su- da? Pero hay que enfrentar los hechos. M á s tarde o m á s
perior de su brazo.) temprano no r e s p e t a r á n la inocencia de su hija... ¿Te-
SERAFINA: N O , por favor. N o me ponga nerviosa. Si me nía... un tatuaje?
pongo nerviosa voy a empezar a llorar de nuevo... SERAFINA (sobresaltada): ¿Quiéri_tenía... qué?
A L V A R O : Hablemos de algo que le aparte la mente de sus ALVARO: El marinero amigo de su hija, ¿tenía un tatuaje?
problemas. ¿Dice que tiene una hija jovencita? SERAFINA: ¡ C ó m o voy a saber si tenía o no un tatuaje!
SERAFINA (con voz estrangulada): Sí. Tengo una hija j o v e n - ALVARO: ¡Yo tengo un tatuaje!
cita. Se llama Rosa. SERAFINA: ¿ Usted tiene un tatuaje?
A L V A R O : ¡Rosa, Rosa! ¿Es bonita? ALVARO: Si, si, veramente! —
SERAFINA: Tiene los ojos de su padre y es salvaje, ¡de sangre SERAFINA: ¿ Q u é tipo de tatuaje tiene?
obstinada! H o y fue el día de su g r a d u a c i ó n en la escue- ALVARO: ¿De q u é tipo le parece?
la superior. Se la veía tan linda con su vestido de gasa SERAFINA: O h , creo... que tiene... una chica de los Mares del
blanca con un gran ramo de ... rosas... Sur sin ropas sobre...
A L V A R O : Apuesto que no m á s linda que su mamma... con A i VARO: N i n g u n a chica de los Mares del Sur. .
esa rosa en el cabello. SERAFINA: Bueno, tal vez un gran c o r a z ó n rojo con M A M A
SERAFINA: Sólo tiene quince a ñ o s . escrito a través.
ALVARO: ¿Quince? ALVARO: Equivocada de nuevo, Baronessa.
SERAFINA (estirándose la seda azul de la falda con mano du-
bitativa): Sí, sólo quince... (Se saca la corbata y lentamente se desabrocha la cami-
ALVARO: Pero tiene novio, ¿ n o es cierto? sa, mirándola con una sonrisa intensamente cálida. Separa

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

la camisa desabrochada, dando vuelta hacia ella su pecho SERAFINA: ¡Vuelvo a la casa! (Entra en la sala, todavía con
desnudo. Ella jadea y se pone de pie.) forzada calma.)
ALVARO (siguiéndola adentro): Bueno, bueno, ¿qué ocurre?
SERAFINA: ¡ N O , no, no!... ¡Una rosa nol (Lo dice como si es- SERAFINA: Tengo la sensación de que he... olvidado algo.
tuviera.evadiendo sus sentimientos.) ALVARO: ¿ Q u é ?
A L V A R O : ¡SÍ, sí, una rosa! SERAFINA: N o j u i e d o recordar.
SERAFINA: ;No... me siento bien! El aire está.» ALVARO: N o ha de ser nada importante si no puedes recor-
ALVARO: Che fate, che fate, che dite? darlo. Abramos la caja de bombones y comamos algu-
SERAFINA: ¡La casa tiene techo de chapa!... El aire es... ¡Ten- nos.
go que salir de la casa para respirar! Scu... scusatemi! SERAFINA (ansiando una distracción): ¡Sí! ¡Sí, abre la caja!
(Sale a la galería y se aferra de uno de los pilares tornea-
dos de la galería para apoyarse, respirando roncamente (Alvaro pone un chocolate en su mano. Ella lo mira sin
con una mano en la garganta. El sale con lentitud.) expresión.)
ALVARO (cariñosamente): ¡ N o quise sorprenderla!... M i d i -
sipiace molto! ALVARO: C ó m e l o , come el b o m b ó n . ¡Si no lo comes, se te
SERAFINA (con forzada calma): ¡ N o . . . hable de eso! Cual- derretirá en la mano y te dejará todos los dedos pegajo-
quiera puede tener una rosa tatuada... N o quiere decir sos!
nada... Usted sabe lo que es un techo de chapa. Absor- Si KAFINA: Por favor, yo...
be el calor todo el día y no se enfría hasta... mediano- Ai VARO: ¡ C ó m e l o !
che... '>i RAFINA (débilmente y asqueada): N o J J u ^ o ^ j i o j ¿ u e d o ,
ALVARO: N O , no, no hasta medianoche. (Ella hace un débil ¡ni£jhogajial j S ^ i r á m d & m ,
sonido risueño, está bastante sin aliento e inclina su Ai V A R O : ¡Ponió en m i boca! (Ella le pone un bombón en la
frente contra la columna de la galería. El pone sus de- boca.) A h o r a mira. ¡Tus dedos están pegajosos!
dos delicadamente sobre la parte baja de la espalda de • RAEINA: ¡Oh!.. ¡ M á s vale que me vaya a lavar! (Se levan-
ella.) Hace calor en el cuarto... así que tiene que dormir ta insegura. El le toma las manos y le lame los dedos.)
sin nada encima... \IVARO: ¡ M m m m m m ! ¡ M m m m m m ! ¡Rico, muy rico!
SERAFINA: N o , no... se pueden soportar las colchas... i RAFINA: ¡Basta de eso, basta de eso, basta de eso! Eso... no
A L V A R O : N i siquiera puede soportar un... \camisón\ (Los es... agradable...
dedos de él aprietan la espalda de ella.) Ai V A R O : L a m e r é el chocolate en t u lugar.
SERAFINA: P q r _ f a x ° ^ Si KAFINA: ¡ N o , no, no!... ¡Soy la madre de una chica de
mirando! quince a ñ o s !
A L V A R O : ¡ H a c e tanto que no siento el tacto suave de una \\ VARO: Eres tan vieja como tus arterias, Baronessa. Ahora
mujer! (Ella jadea con fuerza y se vuelve hacia la puer- tiéntate. ¡Ahora tienes los dedos blancos como la nieve!
ta.) ¿ A d o n d e vas? i H M I N A : N o . . . entiendes... c ó m o me siento...

108 109
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA TATUADA

A L V A R O : T Ú no entiendes c ó m o me siento yo. SERAFINA (ominosamente): M e gusta mucho la poesía. ¿Es


SERAFINA (dubitativa): ¿ C ó m o te... sientes? (En respuesta, un pedazo de poesía lo que se le c a y ó del bolsillo? (Él
él extiende las palmas de sus manos hacia ella como si mira hacia abajo.) ... ¡ N o , no, justo al lado de su pie!
fuera una chimenea en una habitación helada.)... ¿Qué ALVARO (espantado cuando se da cuenta de qué es lo que
quiere decir... eso} ella ha visto): O h , ¡eso... eso no es nada! (Lo patea de-
A L V A R O : La noche está cálida, pero siento como si se me es- bajo del sofá.)
tuvieran... ¡helando las manos! SERAFINA (ferozmente): Usted les habla con dulzura a las
SERAFINA: Mala... circulación. mujeres, ¿y después deja caer semejante cosa de su bol-
A L V A R O : N O , \demasiada circulación! (Alvaro se vuelve tré- sillo?... Va via, vigliacco! (Ella sale con gesto de gran-
mulamente implorante, avanzando un poco con torpe- deza de la habitación, cerrando las cortinas tras de sí.
za, ligeramente inclinado como un mendigo.) ¡Del otro Él cuelga su cabeza desesperadamente entre las manos.
lado de la h a b i t a c i ó n siento la dulce calidez de una se- Después se acerca tímidamente a las cortinas.)
ALVARO (con una vocecita): Baronessa?
ñora
SERAFINA (retirándose dubitativa): O h , hablas con palabras SERAFINA: Recoja lo que dejó caer al suelo y vaya al Square
dulces. Creo que hablas dulcemente para e n g a ñ a r a una Roof con eso. Buona nnrre[ \5Ws>*~ poy-C
mujer. ALVARO: Baronessa! (Abre las cortinas y espía a través de
A L V A R O : N o , no, sé... sé que eso es lo que calienta el mun- ellas.)
do, ¡es lo que lo produce el verano! (Aferra la mano que SERAFINA. Le dije buenas noches. Esto no es ninguna casa
ella tiene defensivamente delante de ella y la aprieta a privata. l o , non s o n ó puttana!
su propio pecho con una fuerza aplastante.) Sin eso, las ALVARO: ¡Entender es... m u y . . . necesario!
rosas... la rosa no crecería en el arbusto; ¡la fruta no SERAFINA: Entiendo m u c h í s i m o . Usted cree que se c o n s i g u i ó
crecería en el á r b o l ! una cosa buena, ¡una cosa barata!
SERAFINA: Ya sé, y el c a m i ó n . . . ¡el c a m i ó n no t r a n s p o r t a r í a ALVARO: ¡ C o m e t e un error, Baronessa! (Entra y cae de rodi-
bananas! Pero, s e ñ o r Mangiacavallo, ésa es mi mano, llas a su lado, apretando su mejilla al flanco de ella. Ha-
no una esponja. Tiene huesos. ¡Y los huesos se rompen! bla rapsódicamente.) ¡Una s e ñ o r a tan suave! ¡Tan, tan,
A L V A R O : Scusatemi, Baronessa! (Le devuelve la mano con tan, tan, tan suave... es una s e ñ o r a !
una reverencia.) Para m í es invierno, porque en m i vida si RAFINA: Andate via, sporcaccione, á n d a t e a casa! Lascia-
no tengo la dulce calidez de una s e ñ o r a . ¡Vivo con las temi! Lasciatemi stare! ^¡^rCdCch^C
manos en los bolsillos! (Mete las manos violentamente bzyi¿Mr«i es-fe-rrL
en los bolsillos de sus pantalones, luego las vuelve a sa- (Ella pega un salto y corre hacia la sala. Él la sigue. La per-
car. Un pequeño disco envuelto en celofán cae al suelo, •ri ución es grotescamente violenta y cómica. Cae una lámpa-
sin que él se dé cuenta, pero no es el caso de Serafina J... 1,1 de pie. Ella aferra la caja de bombones y amenaza con ano-
¡ N o le gusta la poesía!... ¿ C ó m o puede hablarle un társela a la cara si sigue avanzando hacia ella. Él cae de
hombre? ii >ilillas, se agacha y golpea el piso con los puños, sollozando.)
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

ALVARO: Q u e r í a estar... cerca de usted... hacerla... feliz...


ALVARO: ¡Todo en m i vida resulta así! SERAFINA: ¡Dígaselo a los infantes de marina! (Él se pone el
SERAFINA: ¡Levántese, l e v á n t e s e , l e v á n t e s e ! . . . ¡nieto del sombrero con gesto de disculpa.) ¡Se c o n s i g u i ó el tatua-
idiota del pueblo! H a y gente que lo mira a través de esa je y la caja de bombones después de cenar y enseguida
ventana, la... strega de al lado... (Él se levanta lenta- vino a q u í a e n g a ñ a r m e !
mente.) ¿Y d ó n d e está la camisa que le presté? (Élavan- ALVARO: C o m p r é la caja de bombones hace tiempo.
za torpe y abyectamente a través del cuarto y le alcanza SERAFINA: ¿ H a c e cuanto tiempo? ¡Si n o es una pregunta
un paquete envuelto con gran prolijidad.) muy personal!
ALVARO: M i hermana lo envolvió para usted... ¡Mi herma- A L V A R O : La c o m p r é la noche en que la chica a la que le
na estaba muy contenta de que hubiera conocido a esa r e g a l é . . . el c i r c ó n . . . me d i o con la puerta en las na-
linda s e ñ o r a ! rices.
SERAFINA: ¡A lo mejor piensa que voy a pagar la cuenta de SERAFINA: Que eso sea una lección. N o trate de e n g a ñ a r a
la verdulería mientras ella juega a la quiniela! las mujeres. ¡ N o es l o suficientemente inteligente!...
ALVARO: Ella no piensa nada por el estilo. Es solterona m i A h o r a vuelva a tomar la camisa. Puede q u e d á r s e l a .
hermana. Ella quiere... sobrinos... sobrinas... ALVARO: ¿Eh?
SERAFINA: ¡Le dice de m i parte que yo no doy sobrinos ni so- SERAFINA: Q u é d e s e l a . N o la quiero de vuelta.
brinas! ALVARO: Acaba de decir que la q u e r í a .
SERAFINA: ES una camisa de hombre, ¿o no?
(Alvaro se rasca los hombros violentamente a causa de su ALVARO: Acaba de acusarme de tratar de r o b á r s e l a .
incomodidad y avanza con torpeza hasta donde ha dejado su SERAFINA ¡Bueno, me ha puesto nerviosa!
sombrero. Le sopla el polvo y le frota la copa con la manga. A L V A R O : ¿ES culpa m í a que sea viuda desde hace tanto
Serafina aprieta un nudillo contra sus labios mientras observa tiempo?
sus gestos torpes. Está un poco avergonzada por la humildad SERAFINA: ¡ C o m e t e un error!
de él. A continuación habla con la gran dignidad de una viuda ALVARO: ¡ Usted comete un error!
cuya respetabilidad ha superado la prueba.) SERAFINA: ¡LOS dos cometemos u n error!

SERAFINA: A h o r a , s e ñ o r Mangiacavallo, por favor d í g a m e (Hay una pausa. Los dos suspiran profundamente.)
la verdad sobre una c o s a . ; Cuándo se hizo poner el ta-
tuaje en djaecJao? ALVARO: T e n d r í a m o s que haber sido amigos, pero creo que
ALVARO (tímida y tristemente, mirando hacia abajo, hacia nos encontramos el día equivocado... ¿ S u p o n g a que
su sombrero): M e lo hice poner esta noche... después de salgo, vuelvo a entrar por la puerta y empezamos todo
cenar... de nuevo?
SERAFINA: ESO es lo que pensaba. Se lo puso porque le con- SERAFINA: N O , creo que no sirve para nada. Para m í , el día
té sobre el tatuaje de m i marido. estaba arruinado, por empezar, a causa de dos mujeres.

112 "3
TENNESSEE W I L L I A M S
LA ROSA T A T U A D A

¡ H o y dos mujeres me dijeron que m i marido me h a b í a


ALVARO: Baronessa, el cuchillo sobresale de su cartera. (Él
puesto los cuernos!
aferra el cuchillo.) ¿ Q u é quiere con esta arma?
ALVARO: ¿ C ó m o es posible ponerle los cuernos a una viuda?
SERAFINA: ¡Cortarle a una mujer la lengua mentirosa que tie-
SERAFINA: ¡ESO fue antes, antes! M e dijeron que m i marido
ne en la boca! ¡Decir que lleva el tatuaje de m i marido en
tenía una aventura con una mujer del Square Roof.
su pecho porque él me había puesto los cuernos! ¡Le voy
¿ C ó m o era el nombre de la camisa, sobre el pedazo de
a cortar el c o r a z ó n a esa mujer, ella me lo c o r t ó a mí!
papel? ¿Se acuerda del nombre?
ALVARO: ¡Nadie va a cortarle el c o r a z ó n a nadie!
ALVARO: M e dijo que...
SERAFINA: ¡Dígame! ¿Se acuerda?
(Afuera se oye un auto y Serafina se apresura a la gale-
ALVARO: M e acuerdo del nombre porque conozco a la mu-
ría.)
jer. El nombre es Estelle Hohengarten.
SERAFINA: ¡Lléveme allí! ¡Lléveme al Square Roof! ... ¡Es-
SERAFINA (gritando): Eh... Taxi amarillo, Taxi, Taxi... ama-
pere, espere!
rillo... (El auto pasa sin detenerse. Con un gemido ra-
bioso se interna en el patio. Él la sigue con un vaso de
(Se zambulle en el comedor, saca un cuchillo del cajón
vino.)... Algo me duele... en el c o r a z ó n . . .
del aparador y lo guarda en su cartera. Entonces vuelve co-
Al VARO (conduciéndola cariñosamente de vuelta a la casa):
rriendo, con el filo del cuchillo sobresaliendo de la cartera.)
Baronessa, beba este vino en la galería y mantenga sus
ojos en esa estrella. (Él la conduce a un pilar de la gale-
ALVARO (advirtiendo el cuchillo): Hay que... pagar para po-
ría y pone el vaso en su mano temblorosa. Ahora ella se
der entrar ahí...
somete.) ¿Sabe el nombre de esa estrella? Esa estrella es
SERAFINA: ¡YO les voy a cobrar una entrada! ¡Lléveme aho-
Venus. Es la única estrella femenina del cielo. ¿ Q u i é n la
ra, ahora mismo!
puso allí? ¿El s e ñ o r Siccardi, el gerente de transportes
ALVARO: La diversión no empieza hasta medianoche.
ile la C o m p a ñ í a S u r e ñ a de Frutas? N o . Dios la puso
SERAFINA: Voy a empezar antes la diversión.
allí. (Él entra en la casa y saca el cuchillo de su cartera.)
ALVARO: El espectáculo de la pista empieza a medianoche.
Y sin embargo hay alguna gente que no cree en nada.
SERAFINA: ¡YO voy a empezarlo! (Se apresura al teléfono.)
(Toma el teléfono.) Explanada 9-7-0.
Taxis Amarillos, por favor, Taxis Amarillos. ¡ Q u i e r o ir
|| R A F I N A : ¿ Q u é está haciendo?
al Square Roof desde m i casa! ¡Sí, viene a m i casa y me
Al V A R O : Beba ese vino que voy a arreglar todo este proble-
lleva al Square R o o f en este mismo momento! M i di-
111.1 por usted. (En el teléfono.) Quiero hablar con la
rección es... ¿cuál es m i dirección? ... M i n ú m e r o es 64,
chica que da cartas de blackjack, por favor, la s e ñ o r i t a
de la calle Front. ¡Súbito, súbito... r á p i d o !
I Melle Hohengarten...
1 RAFINA: ¡ N o hable con esa mujer, m e n t i r á !
(Afuera bala el carnero.)
I i ' o : Estelle Hohengarten no miente. Da las cartas sin
hacer trampa... ¿Estelle? Habla Mangiacavallo. Tengo

114
115
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

que hacerle una pregunta personal. Tiene que ver con • R A F I N A (incorporándose del sofá a los tropezones): El
un camionero m u y buen mozo, que ahora está muerto, cuarto... da vueltas...
pero que en una é p o c a fue un personaje muy conocido ALVARO: Tiene que quedarse recostada un poco m á s . L o sé,
en el Square Roof. Su nombre era... (Se da vuelta inte- sé lo que necesita. Una toalla con un poco de hielo pa-
rrogativamente hacia la puerta donde Serafina está de ra ponerse en la frente... Baronessa... Se queda a h í que
pie.) ¿ C ó m o era su nombre, Baronessa? yo lo preparo. (Entra en la cocina y grita.) Torno súbi-
SERAFINA (respirando apenas): ¡Rosario delle Rose! to, Baronessa!
ALVARO: Rosario delle Rose era el nombre. (Hay una pau-
sa.) É vero?... M a ! Che peccato... (El pequeño entra corriendo en el patio. Se reclina
I mitra el tronco inclinado de la palmera, contado en voz
(Serafina deja caer su vaso y entra de un salto a la sala tita.)
pegando un grito salvaje. Le arrebata el teléfono a Alvaro y
grita en el tubo.) I i i'i;QUEÑO: Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, trein-
ta...
SERAFINA (enfurecida): ¡ H a b l a la esposa! ¿ Q u é sabe de m i
marido, cuál es la mentira? (Desde la cocina, se lo oye a Alvaro cortando el hielo.)

(Se oye una voz estridente del otro lado del cable.) • i RAFINA: Dove siete, dove siete?
Ai VARO: I n cucina!... Ghiaccio...
L A V O Z (fuerte y claro): ¿ N o se acuerda? Le llevé la seda color M KAFINA: Venite q u i !
rosa para hacer una camisa. Usted dijo: "¿Para un hom- ALVARO: Súbito, s ú b i t o . . .
bre?" y yo dije: "Sí, ¡para un hombre que es salvaje como '.i RAFINA (volviéndose hacia el altar, con los puños cerra-
un gitano!" Pero si cree que soy una mentirosa, ¡venga dos): N o n , voglio, n o n voglio farlo!
a q u í y déjeme que le muestre su rosa tatuada en m i pecho!
(Pero avanza lenta, compulsivamente hacia el altar, con
(Serafina sostiene el teléfono lejos de ella como si súbi- mi brazo tembloroso extendido.)
tamente se hubiera incendiado. Después, pegando un grito
terrible, lo arroja al suelo. Avanza mareada y a los tropezo- I i i'i.QUEÑO: Setenta y cinco, ochenta, ochenta y cinco, no-
nes hacia la Madona. A l v a r o le aferra el brazo y la empuja venta, noventa y cinco, ¡cien! (Entonces, salvajemente)
suavemente al sofá.) ¡Listos o los voy a agarrar!

A L V A R O : Piano, piano, Baronessa! Esto se irá, esto p a s a r á (Ante el grito, Serafina aferra la urna de mármol y la
en un momento. (Pone una almohada detrás de ella, ,nioja violentamente al rincón más lejano de la habitación.
luego vuelve a colocar el teléfono en su lugar.) \n;iiintáneamente, se cubre el rostro. Afuera se escucha a

117
TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA T A T U A D A

las madres llamando a sus hijos a casa. Sus voces son tier- A L V A R O : Ciao!

nas como música, desvaneciéndose y oyéndose alternativa-


mente. Los niños aparecen con lentitud al costado de la ca- (Alvaro se precipita por los escalones y se va. Serafina
sa, agotados por su juego salvaje.) baja hasta el patio. El carnero bala. Ella murmura salvaje-
mente para sí misma:)

GlUSEPPlNA: ¡Vivi! ¡Vi-vi!


PEPPINA: ¡ S a l v a t o r e !
SERAFINA: S o n ó una bestia, una bestia feroce!
VlOLETTA: ¡Bruno! ¡Ven a casa, ven a casa!
(Va rápidamente al fondo de la casa. Mientras ella de-
(Los niños se dispersan. Alvaro vuelve con el picahielo.) saparece, se oye alejarse al camión; las luces pasan sobre la
casa. Serafina entra por la puerta trasera. Se mueve con
gran violencia, jadeando y resollando. Se apresura hasta la
ALVARO: R o m p í la punta del picahielo.
Madona y se dirige a ella apasionadamente, con gestos ex-
SERAFINA (sacándose las manos de la cara): N o q u i e r o
plosivos, inclinándose para que su rostro esté al mismo ni-
hielo... (Mira a su alrededor, en apariencia reuniendo
vel de la imagen.)
una fuerza feroz en su cuerpo. Su voz está ronca, su
cuerpo tiembla con violencia, tiene los ojos fruncidos
y resplandecientes, los puños cerrados.) ¡ A h o r a le Si RAFINA: Ora, ascolta, Signora! ¡Tenías esta casita en la
v o y a mostrar que una mujer puede ser tan salvaje palma de t u mano y la destrozaste! ¿ R o m p i s t e esta ca-
y tan fuerte c o m o u n h o m b r e ! (Se dirige hacia la sita con t u mano como si fuera el huevo de un p á j a r o
puerta, la abre y grita.) Buona notte, s e ñ o r M a n g i a - porque odias a Serafina?... ¡Serafina que te amabal...
cavallo! N o , no, no, ¡no hablas! ¡ N o te creo, Señora! ¡Eres s ó l o
A L V A R O : Usted... ¿usted quiere que me vaya a casa ahora? una m u ñ e q u i t a con la pintura descascarada y ahora yo
SERAFINA: N o , no; senti, cretino! (En un susurro estridente.) apago la luz y me olvido de t i como tú te olvidaste de
Salga como si estuviera por irse. Se lleva el c a m i ó n fue- Serafina! (Sopla la luz de vigilia.) Ecco... fatto!
ra de la vista, donde la bruja no pueda verlo. Entonces
vuelve y yo dejo la puerta trasera abierta así usted entra. (Vero ahora está súbitamente asustada; la vehemencia y
¡Ahora, dígame a d i ó s para que todos los vecinos que es- m Osadía se han agotado. Jadea un poco y se aparta del al-
tán cerca puedan oírlo! (Ella grita.) Arrivederci! < i ' < < m los ojos girando aprensivamente de un lado al otro,
i I loro le grazna. El carnero bala. La noche está llena de
A L V A R O : ¡Ja, ja! Capish! (Él también grita.) Arrivederci!
(Corre al pie de los escalones del terraplén.) ' ni Jos siniestros, ásperos gritos de pájaros y súbitos golpes
| | alas en el matorral de cañas, el distante estallido de risa
SERAFINA (todavía más fuerte): Buona notte!
• Ir un negro. Serafina se retira hacia la ventana y abre más
ALVARO: Buona notte, Baronessa!
i > persianas para que entre la luz de la luna. Se queda de
SERAFINA (con voz sofocada): Deles mis saludos; deles mis
\ imito a la ventana, jadeando con un puño apretado con-
saludos... a todos... Arrivederci!

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118
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

tra su boca. Se abre una puerta en la parte trasera de la ca- ROSA (inclinado la cabeza hacia atrás, contra él): Fue el día
sa. Serafina retiene el aliento y se ubica, como para prote- m á s feliz de m i vida y esta es la noche m á s triste... (Él se
gerse, detrás del maniquí de la novia. Alvaro entra a través agacha frente a ella.)
de la puerta trasera, llamándola suave y roncamente, con SERAFINA (desde adentro de la casa): ¡ A a a a a h h h h h h h h h !
gran excitación.) JACK (pegando un salto, sobresaltado): ¿ Q u é es eso?
ROSA (resentida): ¡ O h ! Es mama s o ñ a n d o con m i padre.
A L V A R O : Dove? Dove sei, cara? JACK: ¡ M e siento... como u n . . . infamel ¡ M e siento como un
SERAFINA (débilmente): S o n ó qui... podrido infame!
A L V A R O : ¡ A p a g a s t e la luz! ROSA: ¿Por qué?
SERAFINA: La luna basta... (Él avanza hacia ella. Sus dientes JACK: Esa promesa que le hice a t u madre.
blancos brillan cuando sonríe. Serafina retrocede unos ROSA. La odio por eso.
pocos pasos alejándose de él. Habla trémulamente, ha- JACK: Querida..., Rosa, ella... quería protegerte.
ciendo un gesto torpe hacia el sofá.) Ahora podemos se-
guir con nuestra... conversación... (Retiene súbitamente (Se oye un grito largo desde la parte trasera de la casa:
el aliento.) "¡Ohhhhh... Rosario/'v

(Baja el telón.) ROSA: Ella quería que yo no tuviera eso con lo que está so-
ñando...

|ACK: N O , no, querida, ella... quería... protegerte....


ESCENA 2
(El grito de adentro se repite suavemente.)
Es justo antes de que amanezca al día siguiente. Ro- ROSA: ¡Escúchala haciendo el amor en s u e ñ o s ! ¿Es eso lo
sa y Jack aparecen en la cima de los escalones del terra- que quiere que yo haga, sólo... soñar con eso?
plén. | \( K (humildemente): Ella sabe que su Rosa es una rosa. Y
quiere que su rosa tenga algo... mejor que yo...
ROSA: Pensé que nunca se irían. (Baja los escalones y va de- I 1 ISA: ¡Mejor que... tul (Habla como si la posibilidad fuera
lante de la casa, entonces lo llama.) Ven a q u í . demasiado ridicula para siquiera pensar en ella.)
| A( K: M e ves a través de... cristales... color de rosa...
(Él obedece dubitativamente. Los dos están muy serios. l'i »SA: ¡Te veo con amor!
La escena se representa lo más cerca posible del público. Im K: Sí, pero tu m a m á me ve con... sentido c o m ú n . . . (Sera-
Ella se sienta muy derecha. Él se pone de pie detrás de Ro- fina vuelve a gritar.) ¡Tengo que irme! (Ella lo mantie-
sa con sus manos sobre los hombros de ella.) ne aferrado. Un gallo canta.) ¡ Q u e r i d a , es tan tarde que
los gallos están cantando!

I2.0 121
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA TATUADA

ROSA: Son tontos, son tontos, ¡es temprano! ROSA. ¡Es la única cosa de m i vida que quiero recordar!...
JACK: Querida, en esa isla casi olvido m i promesa. Casi, pe- ¿ C u á n d o vuelves a Nueva O r l e á n s ?
ro no del todo. ¿Entiendes, querida? JACK: Mañana.
R O S A : ¡ O l v í d a t e de la promesa! ROSA. ¿ C u á n d o sale tu barco?
J A C K : La hice de rodillas frente a Nuestra S e ñ o r a . Ahora JACK: Mañana.
tengo que irme, querida. ROSA: ¿ A d o n d e ?
ROSA (abrazándolo ferozmente): ¡ T e n d r á s que romperme | A C K : A Guatemala.
los brazos para hacerlo! SERAFINA (desde la casa): ¡ A a h h h !
JACK: ¡Rosa, Rosa! ¿Quieres volverme loco? ROSA: ¿Es un viaje largo?
ROSA: Quiero que no recuerdes. JACK: D e s pué s de Guatemala, Buenos Aires. Después de Bue-
JACK: ¡Eres una criatura t o d a v í a ! Quince... ¡quince a ñ o s es nos Aires, R í o . Después, alrededor del Estrecho de M a -
muy chica! gallanes y subiendo de vuelta por la costa oeste de Amé-
ROSA: Caro, caro, carissimo! rica del Sur, d e t e n i é n d o n o s en tres puertos antes de
JACK: ¡Tienes que ahorrar algunos de esos sentimientos pa- atracar en San Francisco.
ra cuando crezcas! ROSA: N o creo que vuelva... a verte otra vez...
ROSA: Carissimo! | A C K : ¡El barco no se va a hundir!
JACK: ¡ G u a r d a un poco de ellos hasta que crezcas! ROSA (débil y desaladamente): N o , pero... creo que p o d r í a
ROSA: ¡Hace dos a ñ o s que crecí! o c u r r i r s ó l o una vez, y si no ocurre esa vez, d e s p u é s
J A C K : N O , no era eso lo que yo... nunca m á s . . . p o d r á . (Un gallo canta. Se enfrentan uno
ROSA: ¡Lo suficientemente grande como para casarme y te- al otro triste y silenciosamente.) N o tienes que ser muy
ner un... bebé! viejo para comprender c ó m o funciona. Una vez, una
JACK (pegando un salto): ¡ O h , Dios... m í o ! (Da vueltas al- vez, s ó l o una, p o d r í a ser... ¡Dios!... para recordar...
rededor de ella, golpeándose repetidamente la palma ¿ O t r a s veces? Sí... serían algo importante... Pero sólo
con el puño y apretando los dientes en una mueca. De una vez, Dios... para recordar... (Con un pequeño sus-
pronto habla.) ¡Tengo que irme! piro, ella cruza para recoger la gorra blanca de él y se la
ROSA: ¿Quieres que grite? (Él gime y se aparta de ella para alcanza gravemente.)... Lamento que para t i no haya...
retomar su círculo desesperado. Rosa está bloqueándo- significado... tanto...
le el camino con su cuerpo.)... ¡Lo sé, lo sé! ¡ N o me JACK (tomando la gorra y arrojándola al suelo): ¡Mira! ¡Mi-
quieres a mí! (Jack gime a través de sus dientes apreta- ra mis nudillos! ¿Ves las costras en mis nudillos? ¿Sabes
dos.) N o , no, no me quieres a m í . . . c ó m o aparecieron ahí? ¡Aparecieron a h í porque golpeé

JACK: ¡Ahora tú me escuchas! ¡Casi te metiste en problemas mis nudillos muy fuerte contra la cubierta del bote!

hoy en esa isla! ¡Casi lo hiciste pero no del todo!... N o ROSA: ¿ P o r q u e . . . no p a s ó del todo? (Jack sacude la cabeza
p a s ó del todo y no se hizo n i n g ú n d a ñ o así que puedes... de arriba abajo en un asentimiento grotescamente vio-
olvidarlo... lento a su pregunta. Rosa toma su gorra y se la devuel-

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TENNESSEE WILLIAMS LA ROSA T A T U A D A

ve una vez más.)... ¡Por la promesa a mama! Nunca la audible ella inclina su rostro contra el de él.) ¡Búsca-
p e r d o n a r é . . . (Hay una pausa.) ¿A q u é hora de la tarde me! ¡Estaré allí!
tienes que estar en el barco? JACK (sin aliento): En toda m i vida, nunca sentí nada tan
J A C K : ¿ P o r qué? dulce como tu cuerpecito cálido en mis brazos...
ROSA: Sólo dime a q u é hora.
J A C K : ¡A las cinco!... ¿Por qué? (Se separa con violencia y corre hacia el camino. Desde
ROSA: ¿ Q u é vas a hacer hasta las cinco? el pie de los escalones mira ferozmente hacia ella, como un
JACK: Bueno, sería un maldito mentiroso si te dijera que voy tigre a través de los barrotes de una jaula. Ella se cuelga de
a... recoger un ramo de margaritas en el parque A u d i - dos columnas de la galería, con el cuerpo inclinándose ha-
bon... ¿Es eso lo que quieres que te diga? cia afuera.)
R O S A . N O , dime la verdad.
JACK: Está bien, te diré la verdad. Voy a registrarme en al- KoSA: ¡Búscame! ¡Estaré allí!
g ú n hotelucho de la calle N o r t h Rampart. ¡Entonces
me voy emborrachar! Y después me voy a... (No com- (Jack sale corriendo de la casa. Rosa vuelve adentro.
pleta la oración pero ella lo comprende. Le pone la go- I desganadamente se saca el vestido y cae sobre el diván en
rra más sentadoramente sobre su cabello rubio.) risa, pateando los zapatos. Entonces se echa a llorar, como
ROSA. Hazme un favorcito. (La mano de ella se desliza por uno llora sólo una vez en la vida, y la escena se oscurece.)
la mejilla de él hasta su boca.) Antes de emborracharte
y antes de... antes de...
JACK: ¿Qué?
ROSA: M i r a en la sala de espera de la estación de ó m n i b u s I M:ENA3
Greyhound, por favor. ¡A las doce del m e d i o d í a !
J A C K : ¿ P o r qué? Han pasado tres horas.
ROSA. Puede que me encuentres allí, e s p e r á n d o t e . . . Primero tenemos la visión exterior del pequeño edificio
JACK: ¿ Q u é . . . q u é va a resolver eso? II mtra un cielo nocturno, que es como el manto azul tachó-
ROSA: Nunca estuve en un hotel pero sé que tienen n ú m e r o s nenlo de estrellas de Nuestra Señora. Está poniéndose lige-
en las puertas y a veces... los n ú m e r o s traen... suerte... 1, unente más pálido.
¿ N o es así?... ¿A veces?... ¿Traen suerte?
JACK: ¿ Q u i e r e s que me gane diez a ñ o s en el calabozo del (La débil luz revela a Rosa dormida en el diván. No es-
barco? ta cubierta por las colchas porque ha sido una noche cálida
ROSA: Q u i e r o que me des ese anillito de oro que tienes en v en la superficie cóncava de la tela blanca, ligeramente lus-
la oreja para p o n é r m e l o en el dedo... ¡ Q u i e r o darte mi n osa como el interior de una conchilla, está el cuerpo de la
c o r a z ó n para que l o guardes para siempre! ¡Y siem- • una dormida que sólo lleva un calzón blanco.
pre! ¡Y siempre! (Lentamente y con un suspiro apenas Un cuervo grazna. Un suave viento mueve las cortinas

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TENNESSEE WILLIAMS
LA ROSA T A T U A D A

blancas hacia adentro y las ramas de viña contra las venta-


enormemente prolongada, como el "baaa" del carnero.
nas, y el cielo se aclara lo suficiente como para distinguir las
Con sus piernas flojas avanza unos pocos pasos y se inclina
trompetas púrpuras de las campanillas contra el azul muy
para espiar más atentamente la visión. El carnero vuelve a
pálido del cielo, en el que el planeta Venus sigue brillando.
balar. A l v a r o susurra en voz más alta: "Che bel-la!" Bebe el
En la parte trasera de la casita se oye que alguien tose
espumante, luego se pone de rodillas a los tropezones,
roncamente y gime, como lo hace un hombre que ha bebi-
mientras la botella vacía rueda. Se arrastra de rodillas has-
do mucho la noche anterior. Los resortes de la cama crujen
ta los pies de la cama, luego se inclina contra ella como un
cuando se levanta una figura pesada. La luz se derrama le-
niño espiando las vitrinas de una tienda de caramelos y re-
vemente a través de las cortinas, ahora cerradas, que hay
pitiendo: "Che bel-la, che bel-la!", mientras de afuera lle-
entre los dos cuartos del frente.
van balidos del carnero en forma de antífona. Lentamente,
Se oyen pasos pesados de pies desnudos y Alvaro entra ¡olí un tremendo esfuerzo, como si estuviera en el costado
rápidamente, a los tropezones, en el comedor con la última ile un precipicio, se yergue contra el diván y se agacha sobre
botella de espumante bajo el brazo, los ojos apenas abier- la niña dormida en posición de salto de rana, diciendo
tos, las piernas flojas y haciendo "Uh, uh, uh, uh, uh, uh, "Che bel-la!" bastante fuerte esta vez, en tono de sorpresa
uh...", como si se tratara de la respiración de un perro viejo. inocentemente alegre. De pronto Rosa se despierta. Grita,
La escena debería representarse con la ligereza de pantomi- incluso antes de estar del todo despierta, y salta del diván
ma, casi fantástica, de una temprana comedia de Chaplin. El taii violentamente que A l v a r o cae al suelo.
sólo lleva los pantalones puestos y el pecho desnudo. Cuan-
Serafina grita casi instantáneamente después de Rosa. Se
do entra choca con el maniquí de la viuda, retrocede trope-
lanza a través del comedor con su camisón desgarrado y en
zando, le palmea el vientre inflado con gesto tímido y apo-
desorden. Al ver al hombre agachado junto al diván su estu-
logético y dice:)
pefacción momentánea se convierte en un estallido de furia
\alvaje. Se lanza hacia él como un gran pájaro, tratando de
ALVARO: ¡Scusami, Signora, soy nieto del tonto del pueblo arañar y manotear a la figura atontada. Con un brazo, Alva-
de Ribera! 11' evita sus golpes, zambulléndose en el piso y arrastrándose
M i ta el comedor. Ella aferra la escoba, con la que lo golpea
(Alvaro retrocede, golpea la mesa y el impacto lo lanza en la cabeza, las nalgas y los hombros mientras él se arrastra
nuevamente hacia las cortinas de la entrada a la sala. Abre i, 11peínente hacia afuera. El ataque es casi mudo. Cada vez
las cortinas y se cuelga de ellas, espiando adentro del cuar- mtt ella lo golpea dice entre dientes: "Sporcaccione!" El gi-
to. Al ver a la niña dormida, parpadea varias veces, de me constantemente: "¡Leña, leña, leña!", y al final logra
pronto hace un ronquido con la nariz y sacude una mano marrar el maniquí de la viuda, que sostiene como un escudo
violentamente frente de sus ojos, como para borrar una vi- tinte él mientras suplica a las dos mujeres.)
sión. Afuera, el carnero emite un largo "¡Baaaaaaaaaa!"
Como respondiéndole, A l v a r o contesta, en la misma clave
ILVARO: Senti, Baronessa! Signorina! N o sabía lo que esta-
de bajo, "Che bella!" La primera vocal de "bella" está
ba haciendo, estaba s o ñ a n d o , ¡sólo estaba s o ñ a n d o !

12.6
117
TENNESSEE WILLIAMS
LA ROSA T A T U A D A

¡La casa se me dio vuelta, me mezclé todo! ¡Pensé que


usted era su mama!... Sono ubriaco! Per favore! (Mientras A l v a r o sale corriendo, se oye a la Strega rién-
ROSA (arrebatándole la escoba): ¡Basta, mama! dose.)
SERAFINA (corriendo al teléfono): ¡Policía!
ROSA (agarrando el teléfono): ¡ N o , no, no, no, no, no!... l . A voz DE LA STREGA: Las tanas ya e s t á n haciendo lío. ¡Tu-
¿Quieres que todos se enteren? vieron a un camionero toda la noche en casa!
SERAFINA (débilmente): ¿Se enteren?... ¿Se enteren de qué,
cara? (Rosa se está vistiendo febrilmente. Ha sacado un res-
ROSA: ¡Ahora sólo dale sus ropas, mama, y deja que se va- plandeciente calzón de satén blanco del aparador, desapa-
ya! (Está aferrando una sábana a su alrededor.) u ciendo un momento detrás de un biombo para ponérselo,
ALVARO: Signorina... jovencita. ¡Le juro que estaba soñan- mientras Serafina vuelve al cuarto arrastrando los pies hu-
do*. mildemente, con el camisón ahora cubierto por un kimono
SERAFINA: ¡ N O le hable a m i hija! (Después, volviéndose ha- de rayón negro cubierto de margaritas y la voz trémula de
cia Rosa^... ¿ Q u i é n es este hombre? ¿ C ó m o e n t r ó este miedo, vergüenza y disculpa.)
hombre aquí?
ROSA (fríamente): M a m a , no digas nada m á s . ¡Sólo dale sus ROSA (detrás del biombo): ¿Se fue el hombre?
ropas en el d o r m i t o r i o así se puede ir! SERAFINA: ... ¿Ese... hombre?
ALVARO (todavía agachado): ¡Lo lamento tanto, tanto! ¡No ROSA: ¡Sí, "ese hombre"!

recuerdo nada de nada, salvo que estaba s o ñ a n d o ! Si KAFINA (inventando desesperadamente): N o sé c ó m o en-
SERAFINA (llevándolo hacia la parte trasera de la habitación t r ó . A lo mejor la puerta trasera estaba abierta.
con la escoba): Vamos, p ó n g a s e la ropa, usted... nieto ROSA: ¡ O h , sí, a lo mejor lo estaba!
del idiota, ¡usted!... Svelto, svelto, più svelto! (Alvaro Si-KAFINA: A lo mejor él... se t r e p ó por una ventana...
sigue con sus murmullos de disculpa en el cuarto trase- ROSA: ¡O q u i z á se c a y ó por la chimenea! (Sale de atrás del
ro.) ¡No me hable, no diga nada! ¡O lo voy a matar! biombo, llevando puesto el pequeño calzón de novia.)
Si KAFINA: ¿Por q u é te pones las cosas blancas que guardo
(Unos pocos momentos más tarde, Alvaro sale corrien- para tu boda?
do por el costado de la casa, con las ropas abotonadas a R( ISA. Porque quiero. Esa es una buena r a z ó n . (Se cepilla el
medias y los faldones de la camisa afuera.) cabello salvajemente.)
Si KAFINA: Quiero que comprendas sobre ese hombre. Era
ALVARO: Pero, Baronessa, ¡yo la amol (Una pava pasa vo- un hombre que... que era... que era un hombre que...
lando sobre su cabeza desde atrás de la casa. La Strega Ri I S A : ¿ N o puedes pensar una mentira?
estalla en carcajadas. Desoladamente, Alvaro se retira, • i KAFINA: Era un... camionero, cara. Se m e t i ó en una pelea,
metiendo los faldones de su camisa en el pantalón y sa-
lo perseguían... ¡policías!
cudiendo la cabeza.) Baronessa, Baronessa, ¡la amo!
Id is\: ¿Lo persiguieron hasta t u dormitorio?

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TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA. M e dio pena, le d i primeros auxilios, lo dejé d o r frentarla. Es como una campesina en presencia de una jo-
mir en el suelo. M e dio su palabra... él... ven princesa. Rosa la mira un momento más, luego de
ROSA: ¿Se a r r o d i l l ó enfrente de Nuestra Señora? ¿Te pro- pronto retiene el aliento y sale corriendo de la casa. Mien-
m e t i ó que respetaría t u inocencia? tras la chica sale, Serafina grita:)
SERAFINA: O h , cara, cara! (Abandonado todo fingimiento.)
Era siciliano; tenía aceite de rosas en el cabello y la ro- SERAFINA: Rosa, Rosa, el... ¡reloj pulsera! (Serafina aferra la
sa tatuada de t u padre. En el cuarto oscuro no p o d í a ver cajita de regalo y corre a la galería con él. Llama a su hi-
su cara de payaso. ¡Cerré los ojos y s o ñ é que era t u pa- ja nuevamente, extendiendo el regalo hacia ella, pero le
dre! ¡Cerré los ojos! Soñé que era t u padre... falta el aliento.) Rosa, Rosa, el... reloj pulsera... (Sus
ROSA: Basta, basta, no voglio sentire più niente! ¡La única brazos caen a~ sus costados. Se da vuelta, con el regalo
cosa peor que una mentirosa es una mentirosa que ade- todavía sin entregar. Distraída, ausentemente, vuelve a
m á s es h i p ó c r i t a ! poner el reloj junto a su oído. Lo sacude un poco, lue-
SERAFINA: Senti, per favore! (llosa aparta los ojos del espe- go emite una risa débil, sobresaltada.)
jo, se da vuelta y le clava a su madre una larga y des-
pectiva mirada. Serafina se eriza ante ella.) ¡ N o me m i - (Assunta aparece junto a la casa y entra directamente
res así, con los ojos de t u padre! (Se protege el rostro ni ella, como si Serafina la hubiese llamado.)
como si se tratara de una mirada terrible.)
ROSA: Sí, te estoy m i r a n d o con los ojos de m i padre. Te SERAFINA: Assunta, la urna está rota. Las cenizas se han de-
veo como él te v i o . (Corre a la mesa y aferra el chan- rramado por el suelo y no puedo tocarlas.
chito.) C o m o este, ¡este chanchol (Serafina emite un
grito largo y estremecido como el grito de quien da a (Assunta se detiene para recoger los pedazos de la urna
luz.) Necesito cinco d ó l a r e s . ¡Los s a c a r é de a q u í ! ( R o - estrellada. Serafina ha ido hasta el altar y vuelve a encender
sa estrella el chanchito en el suelo y pone algunas mo- la vela delante de la Madona.)
nedas en su monedero. Serafina Se arroja al suelo. Se
oye el sonido de un silbato de tren. Rosa ahora está /VAUNTA: N O hay cenizas.
totalmente vestida, pero duda, un poco avergonzada '•1 KA FINA: ¿ D ó n d e . . . d ó n d e están? ¿ A d o n d e fueron las ceni-
de su crueldad... pero sólo un poco. Serafina no pue- zas?
de cruzar la mirada con su hija. Al final la chica ha- A .'.UNTA (yendo hacia el altar): El viento las ha soplado.
bla.)
SERAFINA: ¡ Q u é hermosa... es m i hija! ¡Vete con el chico! (Assunta pone lo que queda de la urna rota en las ma-
ROSA (como si estuviera a punto de disculparse): Mama? nos de Serafina. Esta la da vuelta tiernamente en sus manos
N o me tocó... sólo dijo... "Che bella!" I luego la vuelve a poner en la parte superior del reclinato-
1111 ubicado delante de la Madona.)
(Serafina se da vuelta lenta, vergonzosamente, para en-

130 131
TENNESSEE W I L L I A M S LA ROSA T A T U A D A

SERAFINA: U n hombre, cuando arde, deja sólo un p u ñ a d o de aire como una enseña y se la arroja a Giuseppina, quien es-
cenizas. Ninguna mujer puede retenerlo. El viento debe tá ahora sobre el terraplén. Giuseppina se la arroja a M a -
soplarlo. riella y ella, a su vez, a Violetta, ubicada más arriba que
ella, de manera que la camisa de color brillante se mueve en
(Se oye la voz de Alvaro, llamando desde la cima del te- zigzag desde el pasto hasta la cima del terraplén, como una
rraplén de la carretera.) llama que trepa por una colina seca. Las mujeres gritan
mientras se pasan la camisa.)
L A V O Z DE ALVARO: Rondinella felice!
PEPPINA: Guardate questa camicia! Colore di rose!
(Las mujeres del vecindario oyen a Alvaro llamando y M A R I E L L A (gritándole a Alvaro,): Coraggio, signor!
entre algunas de ellas hay un estallido de risa burlona. Lue- ( ¡IUSEPPINA: Avanti, avanti, signor!
go todas convergen en la casa desde diferentes direcciones y VIOLETTA (en la cima del terraplén, dándole a la camisa un
se reúnen delante de la galería.) sacudón final sobre ella): Coraggio, coraggio! ¡La Ba-
ronessa está esperando!
PEPPINA: ¡Serafina delle Rose!
GlUSEPPiNA: Baronessa! Baronessa delle Rose! (Estallidos de risa se mezclan con los gritos de las mu-
PEPPINA: ¡ H a y un hombre en el camino sin camisa! jeres. Luego todas se alejan como una bandada de pájaros
GIUSEPPINA (deleitada): Si, si! Senza camicia! gritones y Serafina queda en la galería, con los ojos cerra-
PEPPINA: ¡Todo lo que tiene en el pecho es una rosa tatuada! dos y una mano aferrada a su pecho. Entretanto, adentro
(A las mujeres.) ¿Le h a b r á escondido la camisa para de la casa Assunta ha servido un vaso de vino. Ahora viene
que no pueda ir a la escuela secundaria? a la galería, le ofrece el vino a Serafina y murmura:)

(Las mujeres chillan de risa. En la casa, Serafina aferra \ -UNTA: Stai tranquilla.
el paquete que contiene la camisa de seda, mientras Assun | | KA FINA (sin aliento): Assunta, te diré algo que tal vez no
ta cierra las persianas de las ventanas de la sala.) creas.
V.M INTA (con humor tierno): Es imposible que me digas al-
SERAFINA: ¡Un momento! (Desgarra el papel de la camisa y go que no crea.
corre hasta la galería, llevando la camisa desafiante Si KAEINA: Acabo de sentir nuevamente en m i pecho el ardor
mente sobre su cabeza.) Ecco la camicia! de la rosa. Sé lo que significa. ¡Significa que he concebi-
do! (Levanta el vaso a sus labios por un momento y lue-
(Con un suave grito, Serafina deja caer la camisa, que es r< ) se lo devuelve a Assunta.) ¡De nuevo dos vidas en m i
inmediatamente aferrada por Peppina. En este punto, la cuerpo! ¡Dos, dos vidas de nuevo, dos!
música vuelve a comenzar con un golpe de percusión y si- I \ Vi >/. DE ALVARO (ahora más cerca y dulcemente urgente):
gue jbasta el final de la pieza. Peppina sacude la camisa en el Rondinella felice!

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TENNESSEE WILLIAMS

(Alvaro no es visible en el terraplén pero Serafina co-


mienza a moverse lentamente hacia su voz.)

ASSUNTA: Dove vai, Serafina?


SERAFINA (gritándole a Alvaro,): Vengo, vengo, amore!

(Serafina empieza a subir el terraplén hacia Alvaro y el


telón cae mientras la música se eleva junto con ella en un
gran glissando de sonido.)

TELÓN

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