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¿Qué está pasando en Venezuela? Como creemos que no alcanza con mirar la tele y leer los
diarios, decidimos hablar directamente con algunos de los que estuvieron allá, esperando que
la propia experiencia vivida pueda desmitificar y desmentir el ping-pong de exageraciones
que se escuchan día a día sobre la República Bolivariana. En esta ocasión, hablamos con
Patricio, un activista independiente ‒ex-trotskista, hoy autonomista‒ docente en una escuela
secundaria de las islas del Tigre y en la Universidad de Buenos Aires, y participante en
revistas de filosofía y política. En esta distendida charla de bar, nos cuenta de sus visitas al
país caribeño, sus vivencias personales y sus charlas con la gente, mientras nos ayuda a
desentrañar aquellos sectores más periféricos del proceso, que sin embargo son una parte
importantísima para pensar en el cambio social y la lucha contra el capitalismo, en un
momento en que, como nos expresó el entrevistado, “las simplificaciones no funcionan”.
Hoy en día las bases hablan mucho del ’89, como origen del proceso actual, ¿no?
Sí, sí, pero son pocos. En general la gente asimila a Chávez a Cristo, digamos. En el
discurso de la gente, se escucha todo el tiempo “yo antes de Chávez no era nada”. Tiene que
ser muy militante para que te diga algo del ’89: ese es un activista. La gente de pueblo está en
otra. Pero te decía, ese 70% que estuvo marginado en todo el tiempo previo a Chávez,
después, el tipo gobernaba para el 70%, y eso es así, la gente lo percibe. Y a mi juicio hay una
suerte de ‒es fuerte lo que voy a decir‒ una suerte de revancha social detrás de Chávez. Ese
70% que estuvo marginado, oprimido, hecho mierda, de repente encuentra en la emergencia
del gobierno de Chávez la posibilidad de resarcirse de sus daños materiales y simbólicos. Y
esto es fuerte. Y en algún sentido creo que Chávez responde a eso haciendo cosas que no
ayudaron nunca a la concordia social.
Por ejemplo, Chávez en un momento dado, cuando había un problema habitacional en
caracas, dice: “bueno, en todos los espacios vacíos vamos a hacer las misiones”, o sea los
monoblocks donde va a vivir la gente que vivía en las barriadas. No hay algo así como villas
en Caracas, hay algo como monoblock derruidos, en las laderas hay barrios pobres pero no
hay casas de chapas (o yo no vi, no creo). Entonces Chávez trasladó a esa gente a
monoblocks. ¿Y dónde los hizo? En los espacios vacíos de la ciudad. ¿Y dónde están los
espacios vacíos? Están como si te dijera en Recoleta, Belgrano, en las zonas “pitucas” de la
ciudad. Entonces entre los edificios pitucos metieron los monoblocks, gigantes, con la cara de
Chávez y la firma de Chávez. Entonces están los tipos con las pilchas colgadas en el balcón y
surge este revanchismo social: de repente el tipo te aparece enfrente de tu casa, y te mete la
11-14 en el medio de Belgrano. Eso generó resentimiento, incomprensión, bronca. Y de algún
modo la gente a mi juicio actúa esa bronca. Hay algo que Chávez no arregla y que para mí es
un Déficit muy importante del proceso, que es la inseguridad, algo que para la izquierda es
muy difícil de abordar. Pero la verdad es que los niveles de robo, violencia y secuestros en
Caracas para un porteño son inimaginables. Seis, siete de la tarde tenés que guardarte. Sobre
todo lo que más abunda es el secuestro, pero el secuestro de un fulano más o menos que lo
agarran y le piden una guita.
Para mi hay una licencia social resultado de cierto revanchismo que se produce de que
la cana no se mete. Y para mí eso es un déficit porque no son valores reivindicables por un
proceso socialista. No vamos a ensalzar a mi juicio a la gente que secuestra, por más que sean
pobres. Le hace daño un montón al proceso, hay gente que es chavista y dice que es un
garrón, que no se puede hacer nada, no se puede salir. La vida nocturna se opaca. Y según el
propio chavismo esto creció, dicho incluso por cuadros del movimiento se ve como un
problema serio. Quizá las personas más afines al chavismo no hablan de esto en la Argentina
pero allá se habla. Y es muy loco porque estás en lugares donde Caracas parece la capital de
Vietnam. Tenés carteles gigantes que dicen “Palestina libre”, “la lucha contra el imperio”, la
cara de Chávez. Realmente es una sociedad eminentemente capitalista con unas publicidades
socialistas y con unos problemas de este tenor. Y yo lo vinculo a esta historia de que
gobiernan para el 70% y cierta licencia de que el resto se joda. Buena parte del sector medio
se fue a Miami y los que no se fueron están ahí, en sus circuitos, muy encerrados. Eso es lo
que percibí de nuevo, nada que ver con cuando estuve hace años. Por ejemplo nosotros
queríamos ir a lugar, y no nos daban la dirección. No es por miedo a vos, pero si te invitan, te
están esperando abajo. Te dicen una esquina o te dicen el edificio y a qué hora llegan porque
vos lo esperás abajo. Te van a buscar, incluso en los barrios más chavistas, de ellos. Ahí yo
encontré algo nuevo que no había visto antes. Cierta pérdida, la gente está perdiendo la
paciencia.
¿Y eso puede explicar quizás esa vuelta tan extrema? ¿Pensás que el surgimiento del
chavismo vino a presentar la otra cara de la moneda?
De algún modo sí, y de algún modo son cincuenta, sesenta años de una cultura y de
repente aparece un proceso que si bien surge desde abajo, después los ritmos que se intentan
imponer a mi juicio van más rápido de lo que la gente puede acompañar. Por ejemplo, Chávez
expropió muchas, muchas fábricas, y ‒a diferencia de argentina que podía haber más veces un
colectivo obrero capaz de llevar adelante la fábrica‒, en Venezuela no pasa nada. Por ejemplo,
no sé las cifras, pero si más o menos Chávez expropio cien fábricas, los obreros tomaron
ocho. Y hay noventa vacantes. Entonces vos ves que Chávez toma la medida de que todos los
que me resisten los expropio, pero ese centro que tiran no lo cabecea nadie. Pero tampoco es
justo pedírselo: en Argentina el movimiento obrero tiene cien años, en Venezuela no, es un
movimiento popular extremadamente joven. Entonces mi sensación es que entre que es joven
y que la cultura no ayuda, pasa que aunque los militantes son muy militantes, a veces predican
en el vacío.
Por ejemplo: las dos veces que fui vi que es muy difícil organizarse, algo que en
Argentina sería medio básico. Por ejemplo, un niño muere porque lo atropella un colectivo y
hace falta un viaducto, la gente va casa por casa, se juntan todos, cortan la calle y piden un
viaducto. Allá no sucedería eso, en esas asambleas se matarían a gritos, no se pondrían de
acuerdo, todos hablarían a la vez. La sensación es que lo que falta en Venezuela ‒y eso lo
dicen los propios activistas‒ es que acá en Argentina tenemos una cultura fabril, donde un
montón de personas han pasado por fábricas, por procesos colectivos. En Venezuela no pasa
eso, hay una gran empresa que es PDVSA, casi no hay fábricas, todo se importa, entonces hay
una cultura que el movimiento popular no ha adquirido.
¿En tus visitas viste algo de organización de masas y de izquierda, por fuera del
chavismo?
Si, lo hay, pero pasa que la cultura política venezolana es menos caníbal que la
argentina. Hay una actividad y el anarco va, el autónomo va, y no va a estar de acuerdo con el
cubano, pero tampoco va a sacar los pies del plato. Porque es un movimiento pequeño, yo no
estoy de acuerdo con que sea grande, enorme: yo creo que acá en Argentina hay más
movimientos de bases que allá en Venezuela. Mi percepción de a pie es que acá el
movimiento es más grande.
Quizás en Argentina el movimiento sea más grande, pero sin embargo en el momento de
la política dura no se articula eso. ¿Creés que la unidad que se da allá es una lección
política para nosotros?
Pero hay una diferencia, lo que articula la política por las tradiciones políticas de los
venezolanos ‒y a mi juicio como un déficit‒ es el estado. Tenés el apoyo del estado para
muchas cosas, demasiado. Te doy un ejemplo, allá hay un movimiento muy grande de radios
populares, y ponele que hay cuatro tipos anarcos duros que quieren hacer una radio. Y no es
que el estado les dice que no, yo conocí un grupo que era así del palo, con un proyecto
chiquitito de radio y les tiraron un cuartel que estaba siendo deshabitado y tuvieron un piso
entero para ellos y un transmisor enorme, y los aplastaron, los mataron, no sirvió. Y no eran
orgánicos del chavismo, pero los mataron porque no es un proceso genuino por abajo que fue
creciendo y qué se yo. No termina de crecer y le tiran el recurso por la cabeza. Es como con la
fábrica que no tiene el obrero que sepa qué carajo hacer.
Hay que tener en cuenta también que el chavismo emerge de una cultura violenta,
entonces no son señoritas. Digo, son autoritarios, también maltratan, los modales no son
democráticos. Pero otra cosa rara, los milicos en Venezuela nunca masacraron a nadie, con lo
cual los militares allá son bien vistos. Pero sí sucede que son violentos, los locos dirimen
cosas a las piñas todo el tiempo, no son nenes de pecho. La oposición contrata sicarios, la
cultura política Venezolana es mucho más violenta que la argentina porque la cultura misma
es más violenta.
Es interesante como el gobierno que parece tan extremo sirve a veces de mediador.
Pero eso lo hacía Chávez, siempre se dijo: Chávez era el dique. Es muy claro eso. Y
las fuerzas son parejas porque de un lado tenés masividad y el del otro tenés guita y recursos.
La clase media está muy movilizada, un fenómeno parecido al de acá, la derecha esta recontra
movilizada. Entendieron que para conseguir algo hay que moverse, y no están cómodos, pero
lo hacen porque lo tienen que hacer. Y enfrente tampoco tienen niñas bonitas, el chavismo
reprime, no es que no lo hace. Lo que pasa es que no es el baño de sangre que nosotros
podemos imaginar. Y empieza a haber sectores de izquierda que quieren que Maduro
profundice el rumbo, y otros que no, que quieren mantener su autonomía. En el monoblock
más grande de Venezuela, el barrio 23 de Enero, están todos armados. La gente quiere algo y
se pone con las armas en la mano, eso acá no lo tendrías. Hay cierto grado de autonomía que a
mí me preocupa que se desarrolle y me interesa, pero no son populares, no son tan masivos.
Hay algo que pasa que también paso en Brasil: tomaron la tierra, colectivizaron, hicieron la
asamblea, y después los tipos hicieron sus familias, levantaron los cerquitos. Otra vez, ¡los
militantes en un “plan Cataluña”i y la gente en un plan personal!
A cada problema que hay en Venezuela se le puede contestar con autonomía, pero no
hay una cultura política que lo favorezca. Los recursos están en manos en gran medida de los
trabajadores. Digo, PDVSA se podría autogestionar, pero hay funcionarios que lo impiden
también. Y si hay falta de alimentos se pueden las tierras tomar. Pero no serviría ir a la lucha
ahora porque no hay tanto que defender. La verdad que en este momento ir a un
enfrentamiento no favorecería a nadie, de esto hay mucha conciencia.
También la continuidad del proceso depende en parte de garantizarle la continuidad del
consumo a la gente, y eso es algo que no se puede hacer si se corta con los organismos
internacionales, en fin: si decide ser Cuba. ¿Se discute esa posibilidad?
Esa matriz tan profunda no está discutida, y en ese sentido sí es parecido al proceso
argentino: a consumir y consumir. Había una nota que decía que Chávez no repartió el poder,
repartió el dinero. Y el dinero no es neutral, eso lo sabemos. La gente ahora puede comprar, y
claro que están mejor que antes. Pero ahora la gente quiere tener más. Y desarmar esa matriz
es algo muy complejo, es una situación común en procesos similares en Latinoamérica,
aunque quizá la excepción es Bolivia.
Bolivia tiene un movimiento popular que no tiene Argentina ni Venezuela, la distancia
entre el presidente y el movimiento es mínima, tienen recursos culturales que no tenemos
nosotros, en cuanto a que a las cholas el capitalismo hasta ahí les llega, no es que están
desesperadas por su iPod. Igual están sentados en una montaña de gas en este momento y eso
les trae muchos problemas. En general me parece que Argentina y Venezuela tienen más
líneas en común, pensando que son los procesos, junto con Ecuador, que están sucediendo en
América Latina. Pero me parece que Bolivia juega en otra liga, Bolivia es el país con más
crecimiento de la región. Aunque también el derrame del proceso boliviano a otros países es
relativo, por todas las diferencias que tienen. Ojalá fuera más, pero el derrame sobre
Argentina es mínimo. Con Venezuela hay una cierta cosa de orgullo: Estados Unidos perdió
Venezuela. Ahí creo que este proceso es profundo, no se va a borrar así nomás, porque hizo
una huella enorme, afectó al bocho de la gente.
Pensando en el valor estratégico de Venezuela, otra vez comparando con lo que fue
Cuba en los ’60, más por su valor simbólico que por lo que realmente pasa, ¿qué postura
se puede tomar, qué se puede hacer desde Argentina para apoyar hoy en día procesos
como el de Venezuela?
Y, ahí yo soy zapatista. Cuando uno va a preguntarle a los zapatistas por una guía
sobre qué hacer, ellos te dicen “flaco, andá a hacer a tu casa”. Venezuela pude tener
enseñanzas para los argentinos, pero yo no creo en la solidaridad entre estados. En todo caso
la enseñanza es la delicada relación entre un movimiento social y un estado, esto de que el
gobierno ahoga los brotes de autonomía.
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En referencia a las colectivizaciones y reformas hechas en las zonas de España controladas por la CNT durante
el comienzo de la guerra civil (1936-1937), principalmente en Cataluña.