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Richard.

P Feynman
o el valor de la ciencia
Afable, sencillo, un verdadero poeta de la naturaleza, se ganó el afecto
de cuantos vivieron con él, y la admiración de toda la comunidad
científica y de cuantos hoy se sigen acercando a su figura
CARLOS TELLERÍA

D
e vez en cuando hay quien me su- sus logros científicos
giere que los científicos deberían quedan siempre en se-
prestar mayor consideración a los gundo plano. Lo que
problemas sociales; en especial, que ten- todos recuerdan es su
drían que ser más responsables al con- sencillez, su honesti-
siderar el impacto de la ciencia en la socie- dad, su sentido del hu-
dad” [Feynman, 1988]. Con estas palabras mor y su ingenio. Pocas
comienza una reflexión sobre la ciencia, su personas en la historia
valor y su influencia en la sociedad, reali- han sido premio Nobel
zada por Richard P. Feynman como conse- por sus impresionantes
cuencia de su participación en el proyecto logros en física teórica,
Manhattan. Feynman trabajó, recién gra- han pintado por encar-
duado, en el diseño y desarrollo de la go un cuadro de una
bomba atómica durante la Segunda Guerra mujer torero desnuda,
Mundial, y, como a muchos de los científi- han reventado cajas
cos que intervinieron en aquel proyecto, le fuertes con documentos
marcó profundamente la consecuencia di- secretos del Ejército,
recta de su investigación. Ellos se plantea- han explicado física a
ron, como se ha planteado mucha gente Einstein, han tocado la
desde entonces, si la ciencia era realmente frigideira en una escue-
útil para la sociedad. Pero para Feynman, y la de samba en Brasil y
quizá para algunos otros, el problema de la han sido declarados no
ciencia no era sólo su utilidad. Él estaba útiles para el servicio
realmente enamorado de la ciencia; era militar por incapacidad
pura pasión. mental. (¿Conocen us-
Como comenta más adelante en la mis- tedes a algún otro?) Feynman en una de sus poses.
ma reflexión, “El valor de la ciencia”, con la Dick Feynman fue
que hemos comenzado estas líneas, du- uno de esos genios que
rante un viaje a Honolulú oyó de un budis- lo son porque son capaces de ver la simpli-
ta el siguiente proverbio: “A cada hombre cidad de las cosas aparentemente compli-
se le da la llave de las puertas del cielo; esa cadas, porque son capaces de apreciar lo
misma llave abre las puertas del infierno”. evidente, como poca gente hace. Era inca-
No había mejor forma de expresarlo. paz de resolver nada mientras no lo en-
tendía hasta sus más mínimos detalles,
Un pequeño chapucillas pero, sobre todo, era incapaz de quedarse
quieto si descubría que no entendía algo.
Dick Feynman nació en 1918 en Far Rock- Ya, desde pequeño, necesitaba desmon-
away, cerca de Nueva York, y fue sin duda tarlo todo para descubrir su funcionamien-
lo que llamaríamos un niño travieso. Quizá, to. Necesitaba conocer cómo funcionaban
cuando uno se imagina la infancia de quien la electricidad, las bombillas, las baterías,
luego ha sido premio Nobel de Física, pien- los motores... y se montó un laboratorio en
sa en cualquier cosa menos en una infan- casa para experimentar. Sentía especial
cia normal; piensa en un pequeño cerebri- debilidad por las radios −las de válvulas,
to, ensimismado en sus precoces estu- que eran las que había entonces− y, en
dios... casi en un autista. Lo cierto es que, cuanto alguna se estropeaba, la desmonta-
al leer con detenimiento la vida de los gran- ba inmediatamente. Hasta aquí uno puede
des hombres de ciencia, se descubre que la pensar: “Bueno, eso lo hemos hecho
mayoría de ellos rezumaba humanidad por muchos de pequeños...”. La diferencia −al
todos los poros. En el caso de Feynman, menos conmigo− es que, cuando Feynman
esta apreciación debe elevarse a una poten- entendió bien su arquitectura, conseguía
cia bastante alta. Dick Feynman fue un que le funcionasen al volver a montarlas.
niño travieso toda su vida, y, cuando rela- Durante su estancia en el laboratorio de
tan sus recuerdos quienes le conocieron de Los Alamos utilizó esa misma técnica con
cerca y compartieron experiencias con él, las cajas fuertes y los archivadores donde

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se guardaban los documentos más o menos Agradeció la llamada y colgó el teléfono. Su
secretos. Su primera pasión consistió en mujer, Gweneth, le preguntó quién había
averiguar cómo funcionaban las cerraduras llamado a esas horas. “Nada −contestó él−,
de numeración de las cajas; la segunda, que me han dado el premio Nobel”, y se dio
encontrar un método para abrirlas en un media vuelta. Gweneth, por supuesto, pen-
tiempo razonable. Una vez logrado esto, só que le estaba tomando el pelo, como de
cada vez que necesitaba un documento y costubre.
no encontraba a su dueño, iba a su despa- La otra actitud que el joven Richard
cho, abría la caja, retiraba el documento y aprendió de su padre fue la de buscar
dejaba una nota en el mismo sitio diciendo: siempre la esencia de las cosas, y no que-
“He cogido prestado el documento ... Ri- darse en el escaparate. Saber zoología no
chard”. En cierta ocasión, se dirigió al des- consiste en conocer los nombres de todos
pacho de uno de los oficiales y le demostró los animales, como saber geografía no es
lo fácil que era abrir su caja fuerte, sin otra conocer por su nombre decenas de países y
intención que explicarle que si querían te- ciudades. Lo importante es comprender los
ner los documentos realmente a buen re- ciclos vitales, el comportamiento de los ani-
caudo, debían aumentar sus medidas de males, lo que nos pueden enseñar. Lo im-
seguridad. Todo lo que consiguió fue una portante es conocer las gentes, las cultu-
circular en la que se recomendaba encare- ras, mezclarse con ellas e intentar entender
cidamente que no dejasen a Feymnan acer- su forma de pensar y de vivir, y aprender a
carse a los archivadores y cajas fuertes. respetarlas.
Richard Feynman aprendió a experi-
Un amante del saber mentar todo por sí mismo, y a jugar con lo
que aprendía. Se dedicaba a investigar el
Aficionado como era a dar paseos con su comportamiento de las hormigas, y lo hacía
padre, vendedor en una sastrería especiali- dejando rastros de azúcar por su habita-
zada en uniformes, aprendió de él valores y ción para comprobar los caminos que se-
actitudes que le marcaron profundamente. guían los inocentes insectos en la búsque-
Una de ellas fue que las personas son per- da del alimento. Se dedicaba a subir y bajar
sonas con y sin uniforme, y de eso su padre repetidamente las escaleras para acelerar
sabía bastante. Nadie es más ni menos por el ritmo cardiaco y comprobar si dicho rit-
que se disfrace de lo que sea, ni siquiera mo influía en la percepción del tiempo.
cuando el disfraz son sus méritos. Por Quienes convivieron con él a lo largo de su
importante que sea una persona, por gran- vida se iban acostumbrando a sus extrava-
des que sean sus méritos, sigue siendo un gancias, que no eran sino su forma de ave-
ser humano, sujeto a las mismas limitacio- riguar cómo y por qué ocurren las cosas.
nes que los demás. Tal era la forma de pen- Estudió biología, experimentó con la en-
sar de Feynman que el mismísimo Niels tonces incipiente genética, trabajó en un
Bohr gustaba de discutir con él sobre cues- laboratorio de química... No es que supiera
tiones teóricas, convencido de que sería el de todo, es que se entusiasmaba con la sola
único que no se andaría con miramientos a idea de que había algo que no conocía y que
la hora de sacar pegas a sus teorías. podía aprender. Y jugaba. Jugaba con todo
lo que aprendía. Sus grandes logros en físi-
ca los consiguió por su costumbre de jugar
Feynman fue un niño travieso toda su con las mátemáticas y buscar nuevos mé-
vida, y, cuando relatan sus recuerdos todos para resolver de forma más sencilla
problemas tradicionalmente complicados, y
quienes le conocieron de cerca y por su empeño en ver las cosas de la forma
compartieron experiencias con él, sus más sencilla posible, aunque nadie lo hu-
biera visto antes de esa manera.
logros científicos quedan siempre en Su reformulación de la electrodinámica
cuántica (QED), de la interacción entre la
segundo plano materia y las ondas electromagnéticas, y
sus famosos diagramas son en definitiva el
Obviamente, tales miramientos no los fruto de esta actitud. Feynman fue capaz
tuvo tampoco consigo mismo. Le gustaba de entender mejor que nadie el problema
mezclarse con la gente, hospedarse en ho- que existía en la formulación de la QED,
teles de poca categoría, que era donde me- jugó con sus matemáticas para resolver
jor entraba en contacto con la gente nor- unas ecuaciones imposibles hasta enton-
mal, tomar copas en tugurios... En las ces, e interpretó los resultados. Esa inter-
varias veces que visitó Japón invitado a pretación la plasmó gráficamente en sus
congresos y conferencias, pidió siempre diagramas, y le gustó. Podía seguir jugando
alojarse en hoteles japoneses, propios de con ellos. Ahora, la interacción entre dos
japoneses, y no en los de estilo occidental. partículas cargadas ya no es debida a un
Si estaba en Japón, quería comer comida mágico campo invisible que llena el espa-
japonesa sentado en el suelo, y visitar en cio. Se limita al intercambio de fotones vir-
cuanto tenía una tarde libre algún templo tuales entre ambas partículas, fotones que
budista. Sin duda, la concesión del premio tienen su expresión matemática en las fór-
Nobel fue uno de los peores tragos que le mulas y que simplifican enormemente su
hicieron pasar. Cuando le dieron la noticia, resolución. Fue un nuevo triunfo de la sim-
lo hicieron por teléfono y de madrugada. plicidad −relativa, claro−.

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Además, de acuerdo con las nuevas ex- meses, la enseñanza fue su refugio ante la
presiones matemáticas y los diagramas, escasez de ideas y de motivación investiga-
una partícula moviéndose hacia adelante dora, hasta que un día se descubrió a sí
en el tiempo tenía la misma expresión −era mismo intentando analizar el bamboleo de
matemáticamente equivalente− a su anti- una bandeja lanzada por el camarero de la
partícula moviéndose hacia atrás en el cafetería de Cornell, mientras tomaba un
tiempo. Y eso también era precioso para café. Volvía a jugar con la física, ¡estaba
Feynman porque, al margen de la posibili- salvado!
dad de moverse o no hacia atrás en el tiem- Sin duda. fue un gran profesor y un
po, suponía una nueva simetría, y las sime- gran orador, ofreciendo un gran legado con
trías siempre son hermosas. Claro que si los textos de muchas de sus charlas. Pero
esta posibilidad de viajar en el tiempo fuera su huella en el mundo educativo no se limi-
cierta, al final podría resultar, como co- tó a sus clases de física, o al menos no a la
menta John Gribbin, que todo el universo física de sus clases. Le gustaba que los
fueran unas pocas particulas elementales alumnos disfrutasen de los conocimientos,
moviéndose incesantemente hacia adelante gozasen con ellos tanto como gozaba él, y
y hacia atrás en el tiempo. Podría resultar no que se limitasen a memorizarlos. Quería
que, en realidad, sólo existiese un electrón que sus alumnos aprendiesen a buscar por
en el universo. sí mismos los encantos del saber, que expe-
rimentasen por su cuenta, que las clases
El profesor chiflado fueran básicamente un estímulo que picase
la curiosidad de los estudiantes.
Aunque la paradoja del electrón evidente- Durante un par de años, participó en
mente no es cierta −¿o sí?−, lo que sí es una comisión de selección de libros de tex-
cierto es que la mente de Richard Feynman to para los colegios. Intervino activamente
era sencillamente genial, con esa geniali- en el análisis de los textos, y en sacar de
dad que normalmente sólo tienen los niños, ellos cuantos errores contuvieran, tanto de
y que luego, con los años, se nos va atro- contenido como de metodología. Tenía cla-
fiando al resto de los mortales. Al igual que ro, si no cual era el libro perfecto, sí al me-
los niños, Feynman no se callaba si no nos cómo no debía ser un texto destinado a
entendía algo −¿y por la enseñanza de los ado-
qué? ¿y por qué?...− y lescentes. Al final, acabó
huía de las teorías abs- renunciando de dicha
tractas. Más de una vez comisión, casi desespera-
confesó que, cuando do por la poca importan-
alguien le proponía que cia que se daba a una
analizase alguna teoría buena evaluación de los
más o menos complicada, textos, que en ocasiones
él siempre pedía un ejem- llegaban a elegirse sólo
plo concreto de algún sis- por su cubierta.
tema que se ajustase a A lo largo de sus años
esa teoría y, mientras le como profesor en Caltech,
explicaban los entresijos y a modo de descanso sa-
de la misma, iba repre- bático, impartió un par de
sentándose mentalmente cursos de física como pro-
el comportamiento de su fesor invitado en Río de
ejemplo para ver si era Janeiro. Durante aquellos
razonable o no lo que le meses, conoció la forma
contaban. de ser de los brasileños,
Por eso, entre otras ra- su forma de entender la
zones, amaba la ense- vida, su universidad y la
ñanza. Estaba convencido samba. De todos estos co-
de que los alumnos eran Feynman, en la película ‘El cacique nocimientos, participó y
capaces de preguntar y de Bali Hai’. disfrutó sobradamente.
proponer cuestiones que a En Brasil, encontró un
un investigador expe- sistema educativo viciado,
rimentado no se le ocurrirían nunca. en el que una sociedad con verdaderas
Defendía que muchas de las líneas de in- ganas de progresar había creído que ense-
vestigación llevadas a cabo en los laborato- ñar ciencia era transmitir a los estudiantes
rios tenían su origen en las aulas. cuantos más conceptos mejor. El sistema
Consideraba, también, que la enseñanza se limitaba a hacer que los conocimientos
era un buen agarradero cuando las musas se memorizasen, pero no hacía especial
de la ciencia se mostraban remisas. Si un énfasis en la experimentación ni en su apli-
investigador a tiempo completo no tiene cación práctica. Los estudiantes de cursos
ideas durante una temporada, puede sen- superiores eran capaces de transmitir, casi
tirse frustrado. Si está dando clases, siem- textualmente, la definición de cualquier
pre le queda el recurso de decir: “Al menos, fenómeno físico, pero eran incapaces de ver
estoy haciendo algo. Al menos, transmito lo que tenían delante de sus narices, de
mis conocimientos”. Eso le ocurrió al mis- entenderlo, de saborearlo. Su paso por
mo Feynman poco después de su llegada a Brasil supuso, sin duda, una referencia
la Universidad de Cornell. Durante unos importante para el mundo académico bra-

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sileño, más aún que para las escuelas de Cuando Richard fue destinado al labora-
samba con las que pasaba los ratos libres. torio de Los Alamos para trabajar en el pro-
Les enseñó que lo importante no es ense- yecto Manhatan, buscó un hospital cercano
ñar ciencia porque los países avanzados lo a la base y fue inmediatamente en busca de
hagan, sino porque el conocimiento cientí- Arlene. Se casaron por el camino, y Richard
fico es importante para la sociedad, y que lo viajaba semanalmente desde Los Alamos
esencial no es saber, sino comprender. hasta el hospital de Alburquerque. Durante
Quince días antes de fallecer, seguía su estancia allí, la esperanza la tenían per-
dando conferencias en Caltech. dida, pero no la ilusión. La vida de ambos
fue todo lo normal que puede ser una vida
Feynman enamorado en un hospital. Aunque, teniendo en cuen-
ta que Arlene no era muy dada a mira-
Si hubo algo en la vida de Dick Feynman mientos con la opinión del resto de la gente,
que no fue capaz de entender, fue la llegó incluso a convencer a Richard para
enfermedad y muerte de su primera espo- que, en más de una ocasión, hiciera una
sa, Arlene. A pesar de sus esfuerzos por barbacoa delante del centro sanitario,
racionalizar la naturaleza, los misterios de como si estuvieran realmente en su casa de
la vida y la muerte estaban fuera del alcan- campo. Uno de sus juegos favoritos duran-
ce de la ciencia. Con Arlene, protagonizó te esta época consistía en enviarse cartas
una de las historias de amor más intensas codificadas con claves inventadas por uno
que se puedan contar, y que acabó llevan- de ellos, que el otro debía descifrar. Te-
do a la pantalla Mathew Broderick en su niendo en cuenta las características del
película Infinity. centro donde trabajaba Richard, es fácil
comprender que los responsables de segu-
ridad de Los Alamos estuvieran un tanto
desesperados con los jueguecitos secretos
de la pareja.
Arlene falleció en 1945, poco antes de
que Feynman terminase su trabajo en Los
Alamos. Él tardó muchos años en superar-
lo, y toda una vida en olvidarla, a pesar de
sus otros dos matrimonios.

Escéptico empedernido
Feynman era fundamentalmente un ena-
morado de la naturaleza. Le gustaba saber
cómo y por qué ocurrían las cosas, y encon-
traba en la esencia de la naturaleza una
belleza y un placer que, según comentaba
repetidas veces, estaba reservado a quienes
hacían el esfuerzo por entender los meca-
nismos de la naturaleza. El científico, decía
a menudo, tiene en esto mucha más suerte
Feynman bromea durante el banquete de entrega del premio que el artista, el pintor o el poeta. Porque el
Nobel. científico puede entender el arte, su estéti-
ca, los colores, las metáforas. Un científico,
por el hecho de ser científico, no es capaz
Habiéndose conocido cuando contaban sólo de analizar y desmenuzar las cosas y
dieciséis años, su historia duró poco más formularlas matemáticamente. Un físico
de diez. Inteligente y sensible, Arlene fue puede disfrutar de la belleza de un cuadro,
una mujer que marcó profundamente la de un poema, de una pieza musical o de
vida de Dick. Sensible, amante del arte y la estar sencillamente una noche de primave-
música, le enseñó el valor de la sensibili- ra contemplando el brillo de la luna.
dad, la importancia de la honestidad, y la Pero un artista que no conozca mínima-
satisfacción de ser uno mismo. A ella debe mente los fundamentos de la física no es
la frase, repetida hasta la saciedad, “qué capaz de sentir la belleza de la naturaleza,
importa lo que piensen los demás”, que da- de sus simetrías, de sus curiosidades. No
ría título a uno de los libros autobiográficos es capaz de sorprenderse a sí mismo pen-
de Richard Feynman transcritos por Ralph sando por qué unas sustancias son opacas
Leighton. A los pocos años de conocerse, y otras transparentes, por qué brillan las
ella cayó enferma de tuberculosis, en una estrellas que tanto inspiran a los poetas, o
época en la que esta enfermedad era incu- por qué nos encontramos todos pegados a
rable. Pero ni la enfermedad ni la oposición este planeta, unos cabeza arriba y otros
inicial de ambas familias fueron capaces de cabeza abajo. La comprensión de todas es-
intimidar a Feynman, a pesar de tratarse tas cosas es inmensamente bella en sí mis-
de una patología contagiosa. Ambos apren- ma, mucho más que la clásica metáfora
dieron a convivir con ella, sabían lo que po- que interpretaba el mundo como un elefan-
dían y lo que no podían hacer, y, sobre to- te a lomos de una tortuga navegando en un
do, no estaban dispuestos a renunciar el mar sin fondo. Contemplar la sutil perfec-
uno al otro. ción del mundo subatómico, cuyo compor-

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tamiento determina el del Universo comple-
to, saber que todo ocurre por algo, y descu-
brir poco a poco ese algo, apreciar las com-
plejísimas y precisas estructuras que sub-
sisten hasta en lo más cotidiano, son goces
reservados, casi sagrados, que sólo puede
apreciar quien se aventura en el mundo de
la ciencia.
En sus conversaciones con Ralph Leigh-
ton recogidas en el libro Qué te importa que
piensen los demás, comenta su experiencia
cuando acudía de niño a la escuela domi-
nical judía y descubrió que las historias,
los milagros que le contaban para explicar-
le la grandeza de Yahvé, no eran sino pará-
bolas. Para una mentalidad como la suya,
suponía un conflicto serio. Si los datos no
eran ciertos, ¿cómo podría confiar en el
resto de la historia? La naturalera es por sí
misma demasiado interesante y atractiva
como para desvirtuarla con semejantes his-
torias. Por eso, comenta también, no sintió
ningún disgusto cuando descubrió que Pa-
pá Noel no era real. Por el contrario, se sin-
tió muy aliviado, ya que la explicación real
era mucho más sencilla de entender a la
hora de explicar por qué tantos niños reci- Feynman fue uno de los protagonistas de la campaña ‘Think diffe-
bían regalos en tan poco intervalo de tiem- rent’, de Apple, en noviembre de 1998, diez años después de su
po. “El cuento se estaba haciendo franca- muerte.
mente complicado, se les estaba yendo de
las manos”.
Disfrutando tanto de la naturaleza, y puede aprobar por mayoría en un parla-
necesitando comprenderla paso a paso, no mento de físicos, ni se pueden plantear re-
había lugar en su mente para especulacio- cursos a la ley de la gravedad. Pero la cien-
nes gratuitas. La magia es magia, y la cien- cia sí es democrática en el mismo sentido
cia es ciencia. El gran logro de los últimos que inspiró a los primeros demócratas de
siglos ha sido precisamente encontrar un nuestra historia, intentando acabar con la
método que per- infalibilidad de
mite conocer el los gobernan-
funcionamiento Feynman quería que sus alumnos tes. La demo-
de las cosas, cracia no es el
que permite dis-
aprendiesen a buscar por sí sistema en el
cernir, que per- mismos los encantos del saber, que que el pueblo
mite dudar. Los tiene razón o en
hechos tienen las clases fueran básicamente un el que tiene ra-
que tener todos estímulo que picase la curiosidad zón la mayoría,
una explicación, sino el sistema
la conozcamos o de los estudiantes que permite du-
no. Y los conoci- dar, que permi-
mientos son in- te equivocarse,
teresantes por sí mismos, indepen- desechar las ideas erróneas, proponer otras
dientemente de su utilidad. La ciencia nos nuevas y echar a andar. Y la ciencia permi-
ha permitido eso, y no sólo el avance tec- te precisamente eso.
nológico de la sociedad. Con la ciencia, Lo que para Richard Feynman era real-
sabemos que hay mucho por descubrir. mente hermoso sigue siéndolo para noso-
Sabemos que hay cosas posibles, que hay tros. Si escuchamos los sueños que tuvie-
cosas aproximadamente ciertas, y cosas ron algunos de los grandes hombres de
que no son ciertas. Pero sabemos, sobre ciencia a lo largo de la historia, vemos que
todo, que nada es absolutamente cierto. La muchos de ellos se han cumplido, con fre-
ciencia no es sino un esfuerzo continuo de cuencia mucho más de lo que soñaron sus
sistematización y modelización de nuestra mentores. Pero otros muchos siguen sien-
experiencia. do, todavía hoy, nuestros propios sueños.
La gran conquista de la ciencia es que
ahora se nos permite dudar, mientras que
en el dogma no está permitido. Por eso si Referencias
algún día un científico dice “ya lo sabemos
todo”, habrá matado a la ciencia. Feynman, R.P. [1988]: ¿Qué te importa lo que
En ocasiones se ha acusado a los escép- piensen los demás? [What do you care what
ticos de afirmar que la ciencia no es demo- other people think? Further adventures of a
crática, y en cierto sentido no lo es. No lo es curious character]. Con la colaboración de R.
en el sentido de que una ley física no se Leighton. Alianza Editorial. Madrid 1990.

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